
⁰⁰ | 𝐴𝑘𝑖 𝐺𝑜𝑗𝑜
Pertenecer a una de las familias más poderosas de magos era divertido, bueno, su padre lo era. Alguien que pasaba por alto las normas y reglas haciéndolo su rasgo más característico.
Lo amaba.
— ¡Aki!. — Escucho su nombre en largos gritos y un suspiro de rendición abandonó sus labios.
Este era su momento para destacarse, demostrarse a sí mismo que podía con todo lo que se le presentara. Que-
— ¡AKI!
— ¡Ya voy! — Gritó fastidiado, hoy era su primer dia en la escuela de magia y debían ser puntuales pero ¿cuando seria el dia que Satoru Gojo o Aki Gojo llegaran temprano?.
— Tu abuelo me va a regañar si llegas tarde.
— ¿Le tienes miedo?
— ¿Tu no?. — Rebate. — Esa barba oculta muchas cosas.
— Eso es tonto papá.
"Y se supone que este tipo era el visionario divino más fuerte". Pensó con una gotita de sudor recorriendo su frente.
— Llegan tarde. — Frente a ellos estaba el director, o su querido abuelo. Como quieran llamarle. — Que no se te peguen esos hábitos, Aki.
— Lo siento abuelo. — Se disculpó el menor que se encontraba de cabeza junto a su padre. — ¿Ya puedes bajarnos? La sangre está ocupando el lugar de mi cerebro.
Con un movimiento de su varita, Satoru cayó bruscamente al suelo mientras que Aki solo fue puesto suavemente en el suelo. Wahlberg Baigan, adoraba a su nieto.
— Ve a hacer tu examen, ya vas retrasado.
— Sí abuelito. — Con un rápido abrazo a ambos salió corriendo hacia las pruebas.
— Pense que ibas a pasarlo. — Hablo Satoru recargándose en la pared y cruzándose de brazos.
— Que sea su abuelo no le debe ningún privilegio. — Inquirió el mayor. — Debe hacer todas las pruebas como los demás aspirantes.
— Mi pequeña cebollita está creciendo. — Murmuró con lágrimas falsas, sonándose la nariz con la túnica del viejo.
El disgusto lo llevó a estar de cabeza de nuevo.
Aki observa su alrededor, había todo tipo de chicos y chicas estudiando o entrenando sus varitas.
"¿Que rayos?" Sus ojitos lilas observan a un pelinegro entrenando con pesas y su sonrisa se marca.
— Que genial. — Murmura sin apartar su vista. Sus pasos se acercan con determinación y entonces sus ojos no brillan, deteniendolo de cualquier movimiento.
— No tiene magia. — Susurra y un señor calvo junto a un rubio entran en crisis.
— No dijiste que este plan funcionaria. — Dice el viejito simpático sosteniendo su ramita entre sus manos.
— ¡Yo que iba a saber que un Gojo iba a estar aquí!. — Susurra en voz alta. — ¡Y va por el cabeza de hongo!
Entonces el mayor los observa y su rostro se queda atónito al ver como el pelinegro le presentaba sus músculos y el chico reía.
— Estamos fritos.
Estaba viendo mash con el amor de mi vida, mailov señora de mis quincenas.
Y me dio la idea de hacerla, así que gracias a mi polola tenemos este pequeño intento de historia.
Adopciones aquí.
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