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࣪ ٬ 𝟬𝟳. batman doesn't have you. ៹


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🌕🐺˖ ࣪៹ ❛ 𝕭𝐎𝐑𝐃𝐄𝐑𝐋𝐈𝐍𝐄 ❜ ꒷៹ ˖🐺🌑
CAPÍTULO SIETE ━━ ❛ 𝒃𝒂𝒕𝒎𝒂𝒏 𝒅𝒐𝒆𝒔𝒏'𝒕 𝒉𝒂𝒗𝒆 𝒚𝒐𝒖 ❜
꒰# TEEN WOLF E3 T1 ; Mentalidad de manada.

¡BIP! ¡BIP!

Harper gimió y sus ojos castaños se abrieron de golpe al oír vibrar el móvil a su lado en la cama. Bostezó y trató de ignorarlo, cubriéndose más el cuerpo con las mantas, pero el ruido no cesaba.

¡Bip! ¡Bip!

¡Bip! ¡Bip!

Gruñendo, la chica Verum se apoyó en la cama con los codos, desenchufó el móvil del cargador y leyó la pantalla. Stiles la estaba llamando. Suspirando, deslizó el dedo por la pantalla para contestar.

—¿Hola? —Harper bostezó.

Stiles se burló al otro lado del teléfono.

—¿En serio estabas durmiendo? ¿A las once de la noche?

—Tengo que deshacerme de las ojeras de alguna manera. ¿Qué quieres, Stilinski? —respondió ella.

—Scott necesita que vayamos al instituto con él. Te lo explicaré cuando salgas afuera —habló Stiles.

Harper frunció el ceño.

—¡¿Estáis afuera?! Oh, Dios mío, por supuesto que estáis afuera —suspiró— ¿Tengo tiempo para vestirme?

—No —intervino Scott—. Date prisa.

Ella resopló, colgó el teléfono antes de escabullirse silenciosamente escaleras abajo. Rose había ido a trabajar hoy, ya que se sentía mucho mejor, así que ahora mismo estaba en la cama. Harper se alegra de que ya no esté tan enferma.

Tan silenciosamente como pudo, la joven se calzó sus Adidas antes de salir a hurtadillas. Sólo entonces recordó que no llevaba un pijama normal, sino el de Hello Kitty. Se maldijo mentalmente, sabiendo que los dos chicos se burlarían de ella.

Harper se acercó al jeep aparcado en la entrada de su casa y se metió dentro. Sólo unos segundos después empezaron las risitas, sobre todo de Scott. Stiles, por su parte, pensó que era bastante lindo.

—¿Es eso...? —Scott se rió— ¿Es eso Hello Kitty?

Poniendo los ojos en blanco, ella asintió.

—¡No he tenido tiempo de cambiarme!

—Eso no explica por qué aún tienes un pijama de Hello Kitty —Scott sonrió burlón.

Harper resopló.

—Es viejo.

—¿Cómo de viejo?

—Vale, no es viejo pero me da igual —espetó la chica inglesa—. He venido a ayudarte, McCall, pero sinceramente me siento muy atacada ahora mismo.

Stiles rió entre dientes, arrancando el motor mientras empezaba a conducir hacia el instituto.

—Él también se mete conmigo por mi pijama de Batman.

—Scott McCall es un matón —declaró Harper.

Los ojos de Scott se abrieron de par en par.

—¡Ahora yo estoy siendo atacado! Dos contra uno no es justo.

—Lo es cuando son dos humanos contra un hombre lobo que además es un enorme matón —bromeó ella, los tres rieron en voz baja hasta que empezaron a acercarse al instituto, sus risas se fueron apagando a medida que todos se ponían más serios.

—En serio, chicos. ¿Por qué estoy aquí? —Harper tembló en el asiento trasero, envolviendo sus brazos alrededor de su cuerpo.

—Scott ha ido a casa de Derek —explicó Stiles—. Derek le ha dicho que si quería saber qué había pasado tenía que ir y averiguarlo por sí mismo. Entonces, estamos yendo al autobús en el que fue atacado Meyer.

—Por supuesto que estamos haciendo cosas ilegales. —murmuró Harper por lo bajo— ¡Ni siquiera podemos hacer cosas guays ilegales! Estamos literalmente allanando el instituto. Somos tan patéticos.

Los dos chicos ignoraron a Harper mientras Stiles se detenía frente a las puertas del instituto. Scott bajó inmediatamente del coche y Stiles iba a seguirle cuando Scott se volvió hacia él, parándolo en seco.

—Voy yo solo. Alguien tiene que vigilar —explicó Scott.

—¿Por qué soy yo el que siempre vigila? Además, tenemos a Harper. Ella puede vigilar —hizo un gesto hacia la castaña.

Scott suspiró.

—Si alguien sale de ese instituto entonces estás jodido, Stiles. Yo puedo correr rápido, tú tropezarías, caerías y te atraparían. Además, Harper no sabe conducir.

Stiles se limitó a resoplar.

—Tío, ¿por qué siento como si tú fueras Batman y yo Robin? —espetó él— Yo no quiero ser siempre Robin.

El hombre lobo le miró con incredulidad.

—Nadie es ni Batman ni Robin siempre.

La cara de Stiles cayó.

—¿Ni siquiera a ratos? —se quejó.

—Tú quédate aquí —escupió Scott.

Stiles gruñó, poniendo los ojos en blanco.

—¡Oh, Dios mío! ¡Vale!

Volvió al coche y se sentó en el asiento del conductor. Suspirando, Harper trepó por el asiento trasero y se sentó donde antes había estado Scott. Stiles no dijo nada, pero miró hacia donde Scott había trepado por la valla metálica, con una mirada sombría en su cara.

—Oye —ella frunció el ceño—. Si te hace sentir mejor, siempre he pensado que Batman estaba algo sobrevalorado.

Stiles miró hacia ella y se burló.

—Eso es porque crees que los superhéroes en general están sobrevalorados, y punto.

Harper apretó los labios. Él la había llevado hasta allí. A pesar de haber crecido con dos chicos como mejores amigos, siempre le había gustado demasiado Disney como para interesarse por sus cosas de Marvel y demás. Harper no entendía qué tenían de guay los superhéroes, pero seguía viendo las películas con Stiles en sus noches de pelís.

Sin embargo, sí le gustaba Spider-Man.

—Aún así —Harper resopló—. No necesitas ser Batman para ser asombroso, Stiles. Por favor, no te sientas menos que Scott ahora que él tiene poderes. Me mata que pienses tan bajo de ti mismo.

Stiles la miró, su cara se suavizó.

—¿Lo dices en serio? —preguntó él en voz baja, con mariposas en el estómago.

Harper se echó a reír.

—Por supuesto, tonto. Eres mi mejor amigo, Stiles. No sé qué haría sin ti. Creo que no sería yo misma si no fuera por ti. Después de que mis padres murieran, yo también quería estar con ellos. Stiles, tú me salvaste. Eres un héroe. Mi héroe favorito.

Sus ojos brillaron con lágrimas cuando mencionó cómo la había ayudado después de lo de sus padres. Como la mayoría de los adolescentes que pierden a sus padres, ella también quería morir. Harper no hizo nada para dañarse físicamente, pero había querido hacerlo. Confió en Stiles, que sabía exactamente por lo que estaba pasando. Él ayudó a Harper. La salvó, por muy cursi que eso suene.

—Tú... —Stiles hizo una pausa para tragar saliva— Tú también me salvaste. Cuando mi madre murió...

Harper negó con la cabeza, tirando de él hacia sus brazos. Fue un poco incómodo, ya que ambos estaban sentados en asientos separados, pero lo hicieron funcionar, sus cuerpos se amoldaron como si estuvieran hechos el uno para el otro.

—Yo no quiero que seas Batman —le susurró al oído.

Stiles sonrió.

—Sí, puede que ser Stiles Stilinski no sea tan malo —hizo una pausa—. Después de todo, Batman no te tiene a ti.

Ambos se apartaron, ella con los ojos muy abiertos y el corazón martilleándole en el pecho. Los ojos de Harper pasaron de los hermosos ojos color avellana de él a sus suaves labios. Lo único que oía era el bombeo de la sangre en sus oídos y el asiento bajo el que Stiles se inclinaba ligeramente.

Hostia puta.

Harper también se inclinó un poco, un sonrojo cubriendo su cara mientras los párpados de él se cerraban lentamente. Estaba a punto de cerrar sus propios ojos cuando sus labios estaban a sólo un par de centímetros de distancia, cuando algo en el rabillo del ojo llamó su atención.

—Scott —Harper jadeó, haciendo que los ojos de Stiles se abrieran de golpe.

Él frunció el ceño, pareciendo herido.

—¿Scott? —repitió él.

—Toca el claxon —siseó ella rápidamente, señalando hacia el edificio del instituto donde parpadeaban unas linternas.

Alguien iba a atraparlo.

De repente, Stiles salió del trance en el que se encontraba y se dirigió hacia el volante, golpeándolo repetidamente. Harper observó con ansiedad cómo diez segundos más tarde Scott saltaba del autobús y corría hacia ellos. Saltó por encima de un coche sin esfuerzo, antes de balancearse y dar una voltereta directamente sobre la valla, rodando mientras caía.

—Vamos, vamos, vamos —murmuró Stiles mientras Harper volvía a subir al asiento trasero, dejándose caer al suelo y soltando un "humpf"al caer sobre su estómago.

Scott subió rápidamente.

—¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! —gritó él.

Stiles corrió a por las llaves y, un segundo después, arrancó el motor. Harper ni siquiera tuvo la oportunidad de subirse al asiento antes de que Stiles diera marcha atrás y tomara una curva cerrada, haciendo que su cuerpo chocara contra los asientos.

—¿Qué tal? ¿Has recordado? —le oyó gritar por encima del sonido del viento y el chirrido de los neumáticos.

—¡Sí! Yo estuve allí... —su voz se cortó— ¿A dónde ha ido Harper?

—¿Eh? —Stiles llamó.

—Aquí abajo, idiotas —murmuró Harper, que por fin tuvo tiempo de subirse a los asientos antes de que Stiles hiciera otro giro brusco. Inmediatamente se puso el cinturón de seguridad, frotándose la cadera.

—Lo siento —Stiles hizo una mueca.

—En fin —continuó Scott—. Y la sangre, mucha de ella era mía.

Harper frunció el ceño, con las cejas unidas por la confusión.

—Entonces, ¿le atacaste? —preguntó ella, quitándose la mano de la cadera para sujetar los dos asientos que tenía delante.

—No —respondió Scott, sonando una mezcla de frenético y aliviado, como si no pudiera esperar a darles la noticia—. Vi unos ojos brillantes en el bús, pero no eran los míos. Era Derek.

No es una gran sorpresa, la verdad.

—¿Y el conductor? —preguntó Stiles, girando a la izquierda.

—Creo que yo intenté protegerle —explicó Scott.

—Espera, ¿por qué iba Derek a ayudarte a recordar que él lo atacó? —preguntó Harper, profundamente confundida.

—Eso es lo que no entiendo —Scott resopló molesto.

Stiles habló.

—Tiene que ver con la manada —Harper enarcó una ceja, esperando su respuesta—. Como una iniciación. Atacar juntos.

—¿Porque arrancarle la garganta a alguien es una verdadera experiencia de unión? —se burló ella sarcásticamente.

—Sí, pero no fue Scott —gritó Stiles por encima de todo el ruido. Se volvió para mirar a Scott—. Lo que significa que tú no eres un asesino. Y eso también significa que─

Scott interrumpió a Stiles con una sonrisa

—Puedo salir con Allison...

Harper se burló y Stiles lo miró como si fuera estúpido.

—Iba a decir que significa que no me matarás ni a mí ni a Harps —entrecerró los ojos mirándole.

—Ah, claro —Scott se dio cuenta, ladeando ligeramente la cabeza—. Eso también.

¿Recuerdas que Harper le dijo ayer a Lydia y a los demás que no iba a venir a su pequeña cita nocturna?

Bueno, pues parece que ahora sí.

Lydia había emparejado a Harper con uno de los chicos del equipo de lacrosse, tal y como le había prometido. Se llamaba Harry Dallas y, al parecer, era titular, así que era uno de los mejores.

Si Harper estaba pensando en el Harry correcto, entonces él tiene el pelo negro rizado, piel pálida con pecas y ojos azules como el hielo. Es guapo, pero por lo que ella había oído, un jugador total.

Además, ella no quería tener una cita con nadie. La única persona con la que Harper quería tener una cita era Stiles. Stiles haría toda esta noche mucho más divertida y relajante. Todavía no han hablado de su casi beso, pero por suerte hoy no ha sido incómodo para ellos en el instituto.

Para su alivio, sonó el último timbre. Recogió los libros y los metió en la mochila antes de cerrarla y echársela al hombro, saliendo a toda prisa del aula hacia su taquilla. Cuando Harper llegó, Stiles ya estaba allí, con la cabeza en su móvil.

Sonriendo, Harper se acercó, abriendo su taquilla justo a su lado. Él dio un respingo, miró a Harper y sonrió mientras se guardaba el móvil en el bolsillo trasero.

—Hey, ¿te llevo a casa? —preguntó él mientras ella metía los libros que no necesitaba en su taquilla.

Suspirando, Harper se volvió hacia él.

—De verdad, me encantaría que lo hicieras, pero no puedo. Lydia me va a llevar a casa de Allison —se quejó.

—¿Por qué? —preguntó Stiles, con las cejas fruncidas— ¿Cosas de chicas?

—¿Sabes esa cita a la que Lydia quería que fuera? —mencionó ella, haciendo que la cara de Stiles cayera— Sí, bueno, ella iba muy en serio. Y no hay manera de que me escape de ello. Lydia, Allison y Scott me quieren allí. Scott por apoyo moral, y para hacer feliz a Allison. Scott le dijo a Lydia que yo hoy ni siquiera tenía trabajo. ¿Qué clase de mejor amigo es él?

Stiles no podía estar más de acuerdo con su última afirmación. Scott sabía que a él le gustaba Harper, ¿y entonces va y la lía con un jugador de lacrosse porque estaba nervioso? Stiles iba a tener unas palabras con él más tarde.

Stiles no pudo evitar sentirse enfadado y decepcionado a la vez. Ojalá fuera él quien llevara a Harper a una cita, y no un estúpido jugador de lacrosse. Bueno, técnicamente él también era un jugador de lacrosse, pero daba igual. Seguía enfadado.

Stiles puso los ojos en blanco.

—Qué estupidez. —murmuró— ¿Por qué no simplemente lo cancelas? Podemos ver películas juntos. Mi padre no está en casa.

Harper sonrió ligeramente.

—Por increíble que suene esa oferta, Lydia ya me ha amenazado literalmente dos veces este día por mensaje de texto.

Antes de que Stiles tuviera la oportunidad de responder, una mano la agarró por el hombro, tirándola hacia atrás y haciéndola saltar. Harper se alegró de ver a su rubia rojiza favorita allí de pie y no a Derek Hale.

Le dedicó una sonrisa a Harper.

—Vamos, Harps. Tenemos una cita para la que prepararte —se volvió para mirar a Stiles—. Lo siento, Miles, tenemos que irnos ya —forzó una sonrisa falsa.

—Su nombre es Stiles, Lydia —Harper suspiró.

Lydia se detuvo, pensando un segundo, alzando las cejas.

—¿Qué narices es un Stiles? —preguntó.

Harper le dirigió al chico de ojos avellana una sonrisa de disculpa.

—Lo siento, Stiles —le dio un corto abrazo que él devolvió brevemente, sus ojos no mostraban ningún signo de felicidad mientras forzaba una sonrisa.

—Está bien —mintió él—. Ve.

Harper sabía que mentía, pero antes de que pudiera protestar, Lydia ya la estaba arrastrando por el pasillo, con las uñas recién pintadas clavándose en su brazo mientras ella miraba por encima de su hombro a su mejor amigo.

Él ya se había ido.

Las tres adolescentes ya habían recogido un conjunto en casa de Harper, así que ahora pasaron por la de Allison. Lydia había afirmado que Allison necesitaría más trabajo que Harper, ya que la castaña más bajita aparentemente vestía mejor que la otra castaña.

Harper no entiende cómo Allison puede estar cerca de Lydia más de siete horas al día y seguir teniendo una autoestima promedio.

Allison estaba actualmente revisando su armario mientras Lydia y Harper estaban sentadas en su cama de matrimonio, esperando a que eligiera algo bonito. Hasta ahora Lydia había calificado todas sus camisas con un "nop" sobre diez.

Una sonrisa socarrona cruzó la cara de Allison al darse la vuelta, mostrándoles una camisa marrón de tipo floral. Harper no habló, sabiendo que podía hacerlo mejor. Sin embargo, Lydia no se contuvo.

—Mm —tarareó un momento, como si realmente lo estuviera considerando—. Pasa.

Allison sacó otra camisa colorida.

—Pasa —Lydia puso los ojos en blanco antes de suspirar y levantarse, caminando hacia su armario—. Déjame ver.

»Pasa —revisó todas sus camisas—. Pasa —se detuvo en una—. Eh, pasa de todas —Lydia sacudió la cabeza—. Mira, Allison, estoy empezando a perder el respeto por tu gusto.

Harper se levantó de la cama y fue hacia el armario. Apartó un par de camisas antes de elegir una negra con lentejuelas en la parte delantera.

—¿Qué tal esta? —sugirió, sosteniéndola contra la alta castaña.

Allison bajó la mirada, sonriendo ligeramente. Lydia también esbozó una pequeña sonrisa y subió un dedo para juguetear con un mechón de su cabello rubio rojizo.

—Hmm, esta —concordó, arrebatándola de las manos de Harper y sosteniéndolo ella misma.

De pronto, se abrió la puerta y entró el padre de Allison, Chris Argent, mirando al suelo distraídamente mientras se ponía la chaqueta verde botella.

Allison levantó la vista, forzando una sonrisa.

—Hola, papá —saludó ella con un tono suave.

Chris hizo una mueca.

—Vaya. Lo siento, olvidé llamar a la puerta —señaló hacia la puerta.

Lydia sonrió, dejándose caer sobre la cama de Allison y haciendo una pose.

—Hola, señor Argent.

Chris esbozó una pequeña sonrisa.

—Hola, Lydia —se volvió hacia Harper y asintió—. Hola, otra vez, Harper.

Allison habló, sintiendo claramente la incomodidad en el aire.

—¿Quieres alguna cosa, papá? —preguntó amablemente.

Él frunció el ceño.

—Que esta noche no salgas a la calle —la advirtió.

A Lydia se le cayó la cara mientras que Harper no pudo evitar sentirse un poco feliz. Si Allison no podía ir entonces todo se cancelaría y ella podría ir a casa de Stiles para la noche de pelís de última hora de la que había hablado antes.

—¿Qué? He quedado con mis amigos esta noche —protestó Allison, pero aún sin levantar la voz.

—No mientras haya un animal atacando a la gente —negó con la cabeza—. No está en mis manos. Hay toque de queda. No puede haber nadie en la calle después de las nueve y media.

Allison resopló y tiró la camisa sobre la cama.

—Hey —volvió a advertir su padre—. No es negociable —le dedicó una sonrisa antes de marcharse, cerrando la puerta tras de sí.

Allison suspiró, cruzando los brazos sobre el pecho, con la mirada fija en el lugar donde había estado él. Lydia se levantó, burlándose.

—Te pasa por ser niña de papá —ella sonrió burlonamente.

—A veces. Esta noche no —Allison se acercó a su escritorio y se puso un gorro de lana púrpura en la cabeza. Abrió la ventana y salió al tejado.

Lydia y Harper compartieron una mirada antes de ir tras ella, asomando la cabeza por la ventana. Allison caminó por el tejado plano de la casa.

—Pero ¿qué haces? —le siseó Harper, preocupada, con sus instintos de madre-amiga a flor de piel.

Allison no contestó, saltando con una voltereta del tejado. Los ojos de Harper se abrieron de par en par cuando aterrizó en el suelo, dejando escapar un profundo suspiro.

—Ocho años de gimnasia. —les sonrió— ¿Venís?

—Usaré las escaleras —Lydia asintió, mirando a Allison como si estuviera loca.

—Yo también —se burló Harper—. Yo ni siquiera puedo saltar dos escaleras sin torcerme el tobillo.

La música retumbaba en los altavoces de la bolera mientras entraban las tres chicas, todas cambiadas con sus nuevos atuendos. Harper no se había esforzado mucho. Sólo llevaba sus vaqueros negros favoritos y un bonito jersey.

En cuanto cruzaron la puerta, Scott se acercó a Allison y Lydia a Jackson. Harper sonrió incómoda cuando el tío al que reconoció como Harry Dallas se acercó, con una pequeña sonrisa en la cara. Él le dio un rápido abrazo antes de separarse.

—Sabes —dijo sonriendo más—. Cuando Lydia me dijo que estabas soltera, me sorprendió. Alguien tan hermosa como tú debería tener novio.

Ella no sabía qué contestar, así que se limitó a dedicarle una pequeña sonrisa.

—Gracias. —mintió— Entonces, ¿eres bueno en los bolos?

Allison y Scott se habían acercado a por sus bolas de bolos mientras Jackson y Lydia se sentaban en la cabina en la que estaban, introduciendo todos sus nombres en el sistema, dejando que ellos dos se sentaran en los bancos.

Harry se mofó.

—Obviamente. Soy bueno en todos los deportes. —presumió antes de alzar una ceja hacia Harper— ¿Qué hay de ti?

Harper tarareó un poco.

—Se me da bien, supongo.

Su arrogancia y sus comentarios ya la estaban distanciando de él. Stiles habría sido una cita mucho mejor. Debería haberle convencido para que fuera a una "cita falsa" con ella, quizá así no tendría que aguantar a este capullo.

—Tomaré eso como un no —dijo él con desdén antes de caminar hacia la cabina.

Harper observó estupefacta cómo se sentaba frente a Jackson y Lydia antes de seguirle. ¿Cómo demonios podía alguien ser tan desagradable?

Lydia fue la primera, por supuesto no sin que Jackson la acompañara. La sujetaba por detrás en una de las posturas más cursis que Harper había visto nunca, con los brazos rodeándola mientras le guiaba la mano con la bola.

Falló ambos lanzamientos, un resoplido escapó de sus labios mientras retrocedía hacia el banco.

—Qué mala soy en esto —refunfuñó, sentándose.

Allison fue la siguiente, con una mirada decidida mientras se acercaba a la pista con la bola en las manos. Miró el centro antes de lanzar. La bola rodó rápidamente, derribando todos los bolos al final.

Scott, Lydia y Harper le sonrieron.

—Alguien trajo su juego A —Lydia rió ligeramente.

Harper notó que Scott se movía en su asiento con ansiedad mientras Jackson iba. No paraba de tragar saliva y juguetear con las manos, con la cabeza gacha como si estuviera evitando todo y a todos. Harper sabía que le preocupaba avergonzarse delante de Allison.

No quería decepcionarla.

Jackson fue, consiguiendo un strike al igual que Allison. Se dio la vuelta, con una sonrisa arrogante en la cara mientras Lydia gritaba, aplaudiendo emocionada a su novio. Jackson volvió a sentarse, rodeando con un brazo el hombro de Lydia antes de girarse para mirar a Scott.

—Te toca, McCall —casi escupió.

Allison le dio un codazo mientras Scott se frotaba las manos

—Ánimo, Scott —le dijo.

Harper se sentó en el borde de su asiento mientras Scott se levantaba, cogía una bola verde y avanzaba hacia la pista. Se quedó mirándola un segundo antes de respirar hondo y lanzar.

Pero la bola fue directa al hueco.

La castaña bajita suspiró cuando Jackson se echó a reír, con una sonrisa de verdad en la cara por primera vez aquella noche.

Ella le miró mal.

—Jackson —le espetó.

Siguió riéndose haciendo que Allison se volviera hacia él.

—¿De qué te ríes?

Jackson negó con la cabeza, con la cara roja.

—Lo siento, lo siento —Tenía lágrimas en los ojos mientras se reía aún más—. Es por lo de su frase "se me dan bien los bolos".

—A lo mejor necesita calentar un poco —sugirió Allison dulcemente.

Jackson se burló.

—Sí, a lo mejor necesita unas guías.

Lydia y Harry se unieron a las risas, para desaprobación de Harper y Allison.

Harper los ignoró.

—Sólo apunta al medio, Scott —le dedicó una sonrisa reconfortante, que él devolvió débilmente.

Jackson volvió a hablar.

—Mejor a otro sitio que no sea a la pista.

Allison le fulminó con la mirada.

—Deja que se concentre.

Scott exhaló, dándose la vuelta.

Harry se movió para mirarla.

—Entonces, tú y McCall... ¿Cuánto hace que sois amigos? —preguntó él.

Harper enarcó una ceja, preguntándose por qué le preguntaba eso.

—Desde los nueve años, cuando me mudé a Beacon Hills.

—Ah, sí. De Inglaterra, ¿verdad?

Harper puso los ojos en blanco.

—¿Qué lo ha delatado? ¿El acento? —dijo con sarcasmo.

Harry frunció el ceño.

—No hay por qué ser borde —murmuró—. Ser borde no es lindo en las chicas.

—Ni en los chicos —espetó ella de vuelta.

Él la ignoró volviéndose hacia la partida. Scott hizo rodar la bola de nuevo, y esta vez fue directa al medio. Una sonrisa emocionada cruzó la cara de Harper hasta que la bola comenzó a deslizarse hacia la izquierda, aterrizando directamente de nuevo en el hueco. Ella resopló.

—¡Oh! —se burló Jackson, echándose a reír otra vez— Oh, grandioso, McCall. Eres un profesional, tío.

Harry fue el siguiente en ir y consiguió un strike. Harper fue después de él y consiguió un spare, quedando a medias la primera vez. Se suponía que jugar a los bolos era divertido, pero ella no lo estaba pasando bien.

Entre los comentarios que Jackson estaba haciéndole a Scott y la forma en que Harry no dejaba de ligar con ella, Harper se sintió abrumada con la necesidad de gritar. Hizo una nota mental para gritar en su almohada cuando llegara a casa.

Llegó de nuevo el turno de Scott, pero esta vez Allison se precipitó hacia él antes de que pudiera jugar. Le susurró algo al oído, dejándole sonriendo y ruborizándose mientras ella se alejaba. Harper tenía la sensación de que sabía lo que le había dicho, o algo parecido.

Scott parecía más confiado mientras lanzaba. Lo que sea que Allison le había dicho a Scott claramente había funcionado, porque logró un strike. Harper sonrió, aplaudiendo a su mejor amigo mientras Allison lo vitoreaba también.

Lydia se giró para mirar a Allison.

—¿Qué narices le has dicho?

Allison sonrió, riendo un poco.

—Ah, sólo le he hecho pensar en algo muy particular —dijo mientras Scott se volvía a sentar a su lado.

La partida continuó durante otra media hora, con risas entre Scott y Allison, pero no con el resto de ellos. Harry actualmente tenía su mano en su muslo, por lo que estaba más que feliz de ir a buscar la siguiente ronda de bebidas cuando Lydia lo mencionó.

Harper suspiró mientras se acercaba a la barra de bebidas y se sentaba en el taburete. Una empleada se acercó, sonriendo.

—Hola, ¿qué deseas? —preguntó alegremente.

—Eh, seis Coca-Colas, por favor —murmuró, sacando un billete de veinte dólares de su bolso. Se lo dio a la empleada, que volvió con una bandeja con las bebidas—. Gracias.

Harper se acercó lentamente, con cuidado de no derramarlas. Mientras dejaba la bandeja sobre la mini mesa, Allison se volvió hacia Jackson, con una sonrisa socarrona en la cara.

—Jackson, ah, ¿cuántos strikes van con este? —se burló.

Jackson refunfuñó.

—Seis. Seguidos.

—Supongo que ha funcionado —Scott miró a Allison con complicidad.

Ella le sonrió radiante.

—Será tu talento natural —le guiñó un ojo.

Lydia se levantó, sonriendo directamente al hombre lobo adolescente.

—Quiero ese talento natural. —afirmó— ¿Te importaría ayudarme, Scott?

—Eh, no me necesitas. Eres buena —Scott asintió.

Lydia se burló.

—Gracias por tu voto de confianza —se enderezó la camisa antes de moverse y coger una bola.

Jackson se puso en pie.

—Eh, yo te ayudo —se ofreció.

Lydia se volvió hacia él, con una sonrisa seca en la cara.

—Oh, lo intentaré yo solita.

Jackson volvió a sentarse y Harper casi se sintió mal por él.

Palabra clave: casi.

Lydia sonrió antes de tirar, la bola derribó perfectamente todos y cada uno de los bolos. Se dio la vuelta y esbozó una gran sonrisa, sentándose de nuevo junto a Jackson, que parecía tan sorprendido como el resto del grupo.

—Creo que ya le he pillado el truco.

Allison frunció el ceño.

—Y con un estilo casi perfecto.

Lydia se retorció un mechón de pelo entre los dedos.

—¿En serio?

Cuando terminaron de jugar a los bolos, Harper estaba tan agradecida que casi llora. Sin siquiera despedirse de Harry, se había marchado. La castaña envió mensajes de texto a Allison, Scott y Lydia diciendo que tenía que ir a la tienda antes de ir a casa, así que por eso se había ido tan rápido, pero Scott probablemente sabía que estaba mintiendo.

Harper caminaba hacia su casa en medio del frío, abrazando su jersey gris más cerca de su cuerpo tembloroso mientras miraba hacia abajo. Como eran las diez de la noche y había toque de queda, Harper se cruzó con poca gente, así que se sorprendió cuando un coche se detuvo a su lado.

Harper no se sorprendió cuando se dio cuenta de que el coche era un jeep azul.

Sin esperar a que Stiles dijera nada, Harper abrió la puerta y se metió dentro. Él la miró preocupado mientras ella se abrochaba el cinturón de seguridad, suspirando por el calor del coche.

—¿Por qué caminas a casa tú sola a las diez de la noche? —preguntó, sin molestarse aún en arrancar el coche.

Sus dientes castañeteaban mientras le dirigía una sonrisa.

—Mi cita era un cretino odioso y quería irme lo antes posible —explicó Harper brevemente.

Stiles enarcó una ceja.

—Podrías haberme llamado. Habría ido a recogerte —frunció el ceño—. Hay un hombre lobo suelto matando a la gente y tú andando por ahí sola. ¿Qué pasaría si te hubieran mordido? ¿O matado? ¿Qué pasaría si─?

Harper agarró su cálida mano, impidiéndole hablar.

—Pero estoy bien —habló ella suavemente—. La próxima vez te llamaré, te lo juro.

La cara de Stiles se suavizó.

—Es sólo que... Me importa mucho lo que te pase. No quiero oír nunca que te ha pasado algo malo —su voz apenas por encima de un susurro, sus dos manos ahuecando las heladas de ella, calentándolas.

Harper le devolvió la mirada, conmovida.

—Tú también me importas mucho —De repente frunció el ceño, dándose cuenta de algo—. Entonces, ¿tú por qué estás fuera a las diez de la noche cuando había un toque de queda establecido por tu padre?

Stiles suspiró y le soltó las manos frías. Ella inmediatamente echó de menos su calor, deseando nada más que su regreso.

—El conductor ha sucumbido a sus heridas.

Sus ojos se abrieron de par en par.

—¿Ha muerto?

El torpe adolescente asintió.

—Me dirigía a casa de Scott a contárselo ahora mismo. —explicó— ¿Quieres venir o te llevo a casa?

Tarareó, como si lo estuviera debatiendo.

—Hmm... ¿Ir a casa de Scott para que Melissa me grite, o ir a casa donde me espera mi cama para poder olvidar todo este día?

Stiles frunció el ceño.

—¿Qué ha pasado en tu cita?

Harper sacudió la cabeza.

—Te lo contaré por la mañana. ¿Puedes dejarme en casa, por favor?

Stiles asintió antes de arrancar el jeep y ponerse en marcha. Permanecieron sentados en un cómodo silencio hasta que se detuvo frente a su casa. Harper le sonrió, se desabrochó el cinturón y se inclinó sobre los asientos para envolverlo en un abrazo.

Él se lo devolvió, apoyando la cabeza en su cuello mientras ella aspiraba su aroma. Olía a ropa limpia y ligeramente a la colonia que se echaba cada mañana. Ella lo soltó lentamente.

—Gracias, Stiles —susurró Harper.

—De nada —tarareó.

Se quedaron allí sentados unos instantes, mirándose fijamente el uno al otro, hasta que Harper vio que se encendía una luz en el dormitorio de su abuela. Harper le dedicó una sonrisa forzada.

—Buenas noches —Harper abrió la puerta.

—Dulces sueños —dijo él detrás de ella.


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