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🌕🐺˖ ࣪៹ ❛ 𝕭𝐎𝐑𝐃𝐄𝐑𝐋𝐈𝐍𝐄 ❜ ꒷៹ ˖🐺🌑
CAPÍTULO CINCO ━━ ❛ 𝒕𝒉𝒂𝒏𝒌 𝒚𝒐𝒖, 𝒕𝒐𝒐 ❜
꒰# TEEN WOLF E2 T1 ; Segunda oportunidad 
en la primera línea.

AFUERA ESTABA COMPLETAMENTE OSCURO, y Harper había enviado un par de mensajes de texto a su abuela para avisarla de que no volvería hasta dentro de un rato. Rose había respondido con unos besos, indicando que estaba bien. Harper seguía sintiéndose mal, incluso mientras veían a Derek marcharse y a Stiles detenerse frente a la vieja casa en ruinas.

Mientras los tres adolescentes bajaban del jeep, Harper se preguntó cómo demonios era lo bastante estable como para que una persona viviera allí. Sin duda era una casa grande y preciosa antes de que la incendiaran, pero ahora parecía a punto de derrumbarse en cualquier momento, faltaba la mitad de la casa y las ventanas rotas estaban tapiadas con tablones de madera.

Scott cogió dos palas, quedándose una para él y lanzándole la otra a Stiles. Stiles le lanzó la linterna a Harper, diciéndole que era su trabajo vigilar en caso de que Derek volviera.

Harper no estaba muy contenta con su papel en este trabajo (o más bien crimen). La idea de que el hombre lobo volviera a ellos desenterrando su propiedad la aterrorizaba.

El hombre lobo a su lado olfateó el aire.

—Esperad. Hay algo diferente.

—¿Como qué? —contestó ella, iluminando con la linterna delante de ellos para que todos pudieran ver.

Sin embargo, no había mucho que ver. Aparte de la vieja casa, sólo había árboles y hojas a su alrededor.

—No lo sé —Scott dudó—. Acabemos cuanto antes.

Caminó hasta un lado de la casa antes de clavar la pala en la tierra. Stiles se puso rápidamente a ayudar mientras Harper permanecía de pie con su jersey de gran tamaño, temblando ligeramente mientras sostenía la linterna.

—Mantenla quieta —advirtió Scott.

Harper puso sus ojos marrones en blanco.

—Me muero de frío.

—Llevas un jersey enorme —replicó él.

Puso los ojos en blanco una vez más. Probablemente le dolería la cabeza de la cantidad de veces que había puesto los ojos en blanco hoy. Pero estar cerca de Scott McCall y Stiles Stilinski te hace eso.

Veinte minutos después, los chicos apenas conseguían avanzar. Estaban jadeando, hechos un desastre sudoroso.

—Estamos tardando mucho —se quejó Scott, levantando más tierra y echándosela por encima del hombro.

—Sigue cavando —murmuró Stiles, sin levantar la vista mientras seguía cavando.

—¿Y si vuelve?

—Pues nos largamos —respondió Stiles como si fuera lo más obvio del mundo.

—¿Y si nos persigue?

—Pasamos al plan B —Stiles dejó de cavar para contarles—. Tú corres para un lado, Harper y yo para el otro. A quien le persiga, mala suerte.

Harper soltó una pequeña risita mientras la cara de Scott se crispaba.

—Odio ese plan.

Stiles no respondió, volviendo a meter la pala en la tierra para cavar cuando chocó con algo. Harper enarcó las cejas mientras empezaba a advertir a Scott que parara. Avanzó con la linterna, iluminando el lugar donde la pala había chocado con algo.

Scott y Stiles empezaron a escarbar con las manos, dando con unas cuerdas.

—Deprisa —advirtió Scott a Stiles mientras empezaba a intentar desatar los nudos.

—Lo intento —gruñó Stiles—. ¿Era necesario hacer cuarenta nudos a este saco?

Scott suspiró.

—Yo lo haré.

Empezó a ayudar, y los dos deshicieron rápidamente los nudos. Harper entornó los ojos mientras retiraban el material que cubría lo que había en el terreno. Pero deseó que no lo hubieran hecho. Los tres gritaron con fuerza; los chicos saltando fuera del agujero cuando descubrieron el cuerpo.

Sólo que no era un cuerpo humano. Era el cadáver de un lobo de pelo oscuro.

—¿Qué coño es eso? —chilló Stiles.

—Es un lobo —habló Scott con incredulidad.

—Sí. Ya lo vemos —Harper trató de controlar su respiración desde donde su corazón acababa de dar un vuelco, parecido a un ataque—. ¿Pensé que habías dicho que podías oler la sangre, sangre humana?

Scott negó con la cabeza.

—Os dije que había algo diferente —afirmó él.

Stiles parpadeó.

—No tiene sentido. —Se negaba a creerlo.

—Tenemos que salir de aquí —Harper se frotó las sienes, el estrés de todo este asunto finalmente empezaba a afectarla.

—Sí —aceptó Stiles—. Tapemos el agujero —le dijo a Scott.

Scott empezó a cubrir lo que quedaba del lobo con tierra cuando Harper se dio cuenta de algo. Harper apuntó la linterna hacia una flor púrpura que crecía en el suelo. Era el único poco de color por aquí.

—¿Qué sucede? —preguntó Scott.

—¿Ves esa flor? —preguntó ella señalándola.

Scott frunció el ceño.

—¿Qué le pasa?

—Creo que es un acónito —Harper no sonó muy segura, parecía más bien una pregunta. Sin embargo, Stiles asintió con la cabeza.

Scott miró a Harper como si quisiera que le explicara más.

—¿Qué es eso?

Stiles exhaló un sonoro suspiro.

—¿No has visto El Hombre Lobo? —suspiró aún más fuerte cuando Scott negó con la cabeza—. ¿Lon Chaney Jr.? ¿Claude Rains? ¿La película original del hombre lobo?

—No, ¿por qué? —Scott estaba claramente frustrado.

Stiles resopló.

—Qué feliz vives —se acercó sigilosamente a la flor y Harper le siguió de cerca, manteniendo la luz sobre la flor todo el tiempo.

Empezó a arrancarla de la tierra, pero se detuvo al darse cuenta de que las raíces estaban unidas a una cuerda. Harper y Stiles compartieron una mirada de confusión antes de que el segundo continuara, subiendo más y más cuerda.

Scott observó, con las cejas fruncidas por la confusión, cómo Stiles tiraba de la cuerda con cuidado. La cuerda rodeaba por completo el lugar donde había sido enterrado el lobo muerto. Harper miró hacia el agujero y su corazón dio un vuelco al ver lo que había dentro.

—¡Stiles! —le dio un golpe en el brazo, haciéndole mirar.

Los dos chicos se sobresaltaron al verlo. Dentro, en sustitución del lobo, había medio cadáver. Una chica, unos años mayor que ellos, yacía allí sin vida, pero con los ojos muy abiertos, como si les estuviera mirando.

Harper se agarró al brazo de Stiles.

—Llama a tu padre.

A la mañana siguiente, Stiles había recogido personalmente a Scott y Harper a las seis para que los tres presenciaran el arresto de Derek Hale. La policía había estado esperando toda la noche a que Derek volviera, pero él oyó por la emisora de radio de la policía que tenía su padre que Derek acababa de llegar a casa.

En cuanto llegaron, Stiles había dejado a Scott y Harper junto a su jeep mientras él se iba a investigar. La chica apenas estaba despierta, ya que ayer había pasado casi toda la noche en vela y sólo eran las seis de la mañana.

Harper se había puesto unos vaqueros negros y un bonito top. Esperaba que su atuendo compensara el hecho de que su cara estaba desnuda y sin maquillaje. Al menos era sábado, así que no había clase.

La puerta de la casa de los Hale se abrió de repente y salió el propio Derek Hale, con un policía del brazo y el sheriff Stilinski detrás. Derek estaba esposado, con los ojos fijos en Scott y Harper mientras la policía lo guiaba hacia el coche. Harper bajó la mirada, sintiéndose algo mal. Estaba en su naturaleza preocuparse demasiado.

El agente de policía empujó a Derek a la parte trasera del coche y ella oyó a Scott suspirar ligeramente a su lado. Mirando a su alrededor, se dio cuenta de que casi la mitad de la comisaría estaba ahí, incluidos detectives de fuera del estado. Algunos se agolpaban alrededor del agujero que habían excavado, tomando fotografías y muestras como prueba.

Los ojos de Harper se posaron en Stiles, que caminaba desde junto a los árboles hacia el coche de policía en el que estaba sentado Derek, con las manos en los bolsillos y silbando ligeramente. Era tan evidente que intentaba parecer natural que parecía totalmente sospechoso. Harper gimió mientras Scott empezaba a mover la cabeza, susurrando un "no".

Stiles se limitó a lanzarles una mirada a ambos antes de abrir la puerta del conductor y subir al interior. Ella mentalmente se llevó la palma de la mano a la cara. Stiles Stilinski es la razón por la que tienen prohibida la entrada no sólo al cine, sino también a la tienda de la esquina. Siempre tiene que meter las narices en todo.

Quizá por eso le gustaba tanto.

Ey, ey. No es el momento.

Scott apartó la mirada, demasiado avergonzado para ver lo que fuera a ocurrir en el coche de policía entre Stiles y Derek. Harper, sin embargo, no podía apartar la mirada. Vio cómo Stiles empezaba a hablar, aunque obviamente no podía oír lo que decía.

No pasó ni medio minuto antes de que Noah sacara a Stiles del coche. Stiles chilló cuando Stilinski le agarró del brazo, tirando de él para que se pusiera derecho antes de cerrar la puerta del coche.

Stiles suspiró.

—¿Qué demonios haces? —Noah miró de forma severa a su único hijo.

—Intento ayudar —Stiles intentó razonar con su padre, utilizando sus habituales acciones manuales.

El sheriff no parecía convencido.

—Ajá. Vale, entonces ¿puedes ayudarme a entender cómo has encontrado esto exactamente?

Afortunadamente, Stiles no se inmutó. Volvió a suspirar.

—Buscábamos el inhalador de Scott —suspiró convincentemente.

—¿Que perdió cuándo? —preguntó el sheriff.

—La otra noche —contestó Stiles sin un solo momento de vacilación.

Harper ya sabía que Noah se había enganchado a la red de mentiras de Stiles.

—¿Cuando buscabas la otra mitad del cuerpo?

—¡Sí!

—¿La noche que me dijiste que Harper y tú estabais solos en el bosque y que Scott estaba en casa?

—¡Sí! —exclamó Stiles antes de darse cuenta y se le cayó la cara—. ¡No! Oh, mierda.

Noah sólo esbozó una sonrisa de satisfacción.

—¿Me la colaste?

—Depende de cómo definas colar.

—Pues no decir la verdad. ¿Cómo lo defines tú?

Stiles pensó durante unos segundos.

—¿Licuar un líquido por un paño y aclararlo? —contestó poniéndose las manos en las caderas, haciendo que Harper resoplara desde donde estaba.

A Noah, sin embargo, no le hizo tanta gracia como a ella.

—Largaos de aquí —murmuró él.

—Ahora mismo —Stiles asintió después de que no pasara ni un segundo, rascándose la cabeza torpemente antes de correr hacia Scott y Harper.

Para Abuela: Hola, abuela. Stiles y yo te recogeremos en un momento para tu cita con la doctora. Estate preparada x

Harper envió a su abuela el mensaje de texto antes de hundirse más en su asiento en la parte trasera del jeep, un pequeño bostezo escapando de su boca. Stiles iba a dejar a Scott en casa y luego las llevaría al médico, pero ahora estaban buscando en Google sobre el acónito. Su encuentro con la loba/chica los había dejado curiosos.

—No encuentro nada sobre que el acónito se use para entierros —Scott gimió desde el asiento del copiloto, sonando estresado y agravado.

—Yo tampoco —Harper suspiró y volvió a la pestaña de Internet en la que estaba antes de enviar el mensaje a su abuela.

Stiles no apartó los ojos de la carretera mientras conducía por el sendero que salía del bosque.

—Seguid buscando —insistió y Scott resopló—. Podría ser un ritual. O una señal cuando entierran a un lobo. O a lo mejor es una habilidad especial que tienes que aprender —continuó conjeturando el chico con el pelo rapado.

Scott puso sus ojos marrones en blanco.

—Lo apuntaré en mi lista de cosas por hacer —remarcó sarcásticamente—. Justo debajo de "averiguar por qué hago esto".

Stiles le ignoró por completo.

—Quizá es diferente para las mujeres lobo —siguió él.

Scott de repente estalló.

—Vale, para ya.

Stiles frunció el ceño.

—¿Que pare qué?

—Que pares de hablar del "hombre lobo", ¡parece que disfrutas! —gritó, su voz sonó estrangulada mientras gruñía, inclinándose ligeramente.

—¿Estás bien? —preguntó Harper preocupada, inclinándose hacia delante en su asiento para acercarse a ambos.

—¡No! —volvió a gritar, haciendo que ella se echara un poco hacia atrás— No, no lo estoy. Y estoy muy lejos de estarlo.

Empezó a estremecerse, jadeando mientras se sujetaba el estómago. Stiles no pareció darse cuenta, pero Harper sí.

—Vas a tener que asumirlo, Scott. Tarde o temprano —Stiles trató de calmarlo, fallando miserablemente mientras Scott jadeaba.

—No puedo.

—¡Bueno, no hay remedio!

Harper se mordió el labio con ansiedad mientras Scott gruñía.

—No —él hervía—. No puedo respirar.

De repente, el hombre lobo gimió con fuerza antes de golpear con las manos el techo del jeep de Stiles, lo que hizo que Harper diera un respingo y que Stiles volteara rápidamente. Tenía la cara desencajada por la agonía.

—Eh, eh, eh —Stiles empezó a dar volantazos, el jeep se salió de la carretera durante unos instantes, adentrándose en el bosque.

Harper se agarró a los asientos, aterrorizada.

—¡Para! —gritó ella y Stiles se las arregló para devolverlos a la carretera.

—¿Qué te pasa? —se giró hacia Scott frenéticamente.

Scott no respondió, aún jadeante, mientras abría la cremallera de la mochila de Stiles y sacaba el acónito envuelto en una cuerda. La sostuvo antes de volverse furioso hacia Stiles. Todo lo que tenía que hacer era que Stiles diera un movimiento en falso y todos estarían muertos.

—¿La has traído? —gritó él.

Stiles intentó defenderse.

—¿Y qué debería haber hecho?

Scott siseó.

—¡Para el coche! —Sus ojos brillaron con un amarillo dorado, su voz grave y demoníaca.

Los ojos de Stiles se abrieron de par en par y finalmente hizo caso, pisando el freno lo más rápido que pudo.

—Vale —agarró rápidamente la mochila, abrió la puerta de un golpe, salió corriendo y tiró la mochila lo más lejos que pudo entre los árboles.

Harper se volvió hacia Scott para preguntarle si estaba bien, sólo para encontrarse con un asiento vacío y una puerta abierta. Stiles se dio la vuelta para volver, sus ojos se abrieron de par en par otra vez cuando vio que Scott se había ido.

Él tragó saliva.

—¿Huyó?

Ella asintió temerosamente con la cabeza.

Stiles, sabes que no puedes llamar a esta línea cuando estoy de servicio —la voz familiar de Genny sonó al otro lado de la vieja radio de policía que le robó a su padre cuando consiguió el jeep.

Genny era la agente de policía favorita de Harper, después del sheriff Stilinski, claro. Cuando Stiles y Harper eran más pequeños, solían venir a la comisaría y ella siempre los cuidaba cuando Noah tenía que salir. Incluso hoy en día le llevan café cuando van a ver a Stilinski a la comisaría.

—Dime si has recibido alguna llamada rara —preguntó Stiles con urgencia mientras doblaba una esquina con el coche.

Para entonces Harper se había desplazado a la parte delantera, mirando por las ventanillas en busca de alguna señal de Scott.

¿Rara? ¿Cómo qué? —repitió ella, confusa.

—Como avisando de una persona extraña o, o como un ser humano con aspecto de perro.

Harper miró mal a Stiles mientras Genny se despedía antes de colgar. Ignorando su mirada, Stiles tiró el walkie talkie al asiento trasero, suspirando.

Su cara se suavizó.

—Stiles, estoy segura de que Scott estará perfectamente bien —ella movió su mano para colocarla suavemente sobre la de él, que rebotaba ansiosamente—. Podemos conducir un poco, ver dónde...

Harper se interrumpió al oír el zumbido de su móvil. Lo cogió rápidamente, rezando para que fuera Scott, pero suspiró al ver que era su abuela.

—¿Quién es? —preguntó Stiles, sin apartar los ojos de la carretera que tenía delante.

—Mi abuela —respondió Harper.

Abuela: ¿Dónde estás, cariño? xx

Los ojos de Harper se abrieron de par en par.

—¡Oh, mierda! ¡Teníamos que llevarla al médico! —entró en pánico, mirando la hora—. Tengo quince minutos. Puedes dejarme en casa y seguir buscando a Scott—

Stiles movió su mano para colocarla ahora encima de la de ella, haciendo que se congelara al instante.

—Te dije que os llevaría a ti y a tu abuela. Tú misma lo dijiste, Scott estará bien —habló tan suavemente, que era como si no hubiera estado entrando en pánico hace literalmente un minuto.

Harper no pudo evitar la pequeña sonrisa que cruzó su cara.

—Gracias, Stiles —susurró.

Stiles cambió de dirección, conduciendo el jeep hacia la casa de Harper, de nuevo, sobrepasando el límite de velocidad.

Harper ayudó a Rose a sentarse en el asiento de delante y subió a la parte trasera, dándole una manta desde atrás cuando notó que temblaba como una hoja en otoño.

—¿Te encuentras bien, Rose? —le preguntó preocupado Stiles a Rose, con las cejas fruncidas mientras apartaba los ojos de la carretera para mirarla.

Ella le sonrió débilmente.

—Es sólo un catarro, cariño. He intentado decírselo a Harper, pero no me hace caso —le dio una palmadita en la rodilla.

Stiles le sonrió dulcemente.

—Es sólo porque le importas. Harper sólo se preocupa —e recordó, como si ella no estuviera sentada atrás.

Harper levantó la vista de donde estaba mirando por la ventanilla para sonreírles con cariño. Sus dos personas favoritas (sin ofender a Scott) estaban sentadas justo delante de ella. Tenía todo lo que necesitaba en este jeep, aquí y ahora. Sería un extra si su otro mejor amigo estuviera aquí también, pero sus sentimientos por Stiles eran un poco más fuertes.

Harper se preguntaba si era posible que le gustara a Stiles. Él nunca había tenido novia, pero ella sabía que era heterosexual debido a sus flechazos con famosas en los últimos años. Tal vez siempre la vería sólo como su amiga. Harper se sintió abrumada por la idea, pero la dejó de lado cuando él paró el coche en el aparcamiento frente al hospital.

—Yo pagaré el ticket del parking, vosotras entrad —le dijo él mientras ayudaba a su abuela a salir. Harper salió de la parte trasera, poniéndose al lado de su abuela.

—Aquí tienes cinco dólares —ella le tendió el billete—. Devuélveme el cambio.

Stiles se burló.

—No tienes que pagar por mí para aparcar mi coche.

Harper puso los ojos en blanco.

—Sólo estás aquí porque yo te lo pedí.

—Aún así —Stiles puso los ojos en blanco.

—Coge el dinero, Stiles —ella le volvió a poner el billete las manos y él lo apartó.

—No, yo tengo dinero —protestó él.

Rose se rió, sacándolos de su mini discusión.

—Discutís como un matrimonio. Como tu abuelo y yo. ¿Seguro que vosotros dos no estáis saliendo?

Los dos se callaron, sonrojándose con locura.

—No, abuela —balbuceó Harper mientras Stiles empezaba a evitar todo contacto visual, rascándose la nuca—. Sólo coge el dinero.

Harper se lo puso en la mano antes de agarrar con delicadeza a su abuela y llevarla lejos, hacia la entrada del hospital. Cuando estuvieron dentro la registró y se sentaron en la sala de espera.

—No puedo creer que hayas dicho eso —le siseó Harper.

Rose soltó una risita.

—Tienes que decirle lo que sientes antes de que sea demasiado tarde, cariño. Yo me arrepentí de no haberle contado cosas a tu abuelo. No vayas a cometer los mismos errores que yo. No lo permitiré.

—No me gusta de esa forma —mintió, apartándose el pelo de la cara y sin mirarla a los ojos.

Ella puso sus ojos azules en blanco.

—He visto la manera en la que le mirabas, cielo. Está bien que te guste alguien. Aunque sea tu mejor amigo. Es adorable, como algo sacado de una película. Y él también te miraba de esa manera, guisantito. Siempre te ha mirado así.

—¿Así cómo, abuela? —murmuró Harper, mirándola por fin a los ojos. ¿Será verdad que Stiles la miraba de la misma manera que ella a él?

Rose tosió con torpeza cuando el larguirucho adolescente entró por la puerta, sonriendo ligeramente cuando reparó en ellas y tomando asiento al otro lado de Harper. Le tendió el billete de cinco dólares, haciéndola suspirar.

Antes de que Harper pudiera hablar, él la cortó.

—Ni se te ocurra —levantó un dedo—. No aceptaré ningún dinero, y juro por Dios que haré una escena.

—No lo harás —le amenazó.

Él sonrió.

—Pruébame. Gritaré hasta echar abajo este lugar.

Una doctora entró en la sala, haciendo que Harper levantara la vista.

—¿Rose Verum? —llamó ella dulcemente, pero pronunciando horriblemente mal el apellido.

Su abuela se levantó y se volvió hacia Harper.

—Puedo entrar yo sola, cariño —dijo antes de darse la vuelta para marcharse con la doctora.

Stiles le dio a Harper unas palmaditas en la mano de forma reconfortante y ella sonrió como agradeciéndoselo. Su gesto la llenó de mariposas. Mariposas sin esperanza ni sentido. Él le devolvió la sonrisa.

—Deberíamos volver a intentar llamar a Scott —sugirió Harper, sacando su teléfono.

Harper intentó llamarle dos veces, pero le saltó el buzón de voz. Stiles tuvo la misma reacción, hasta que ambos se dieron por vencidos, desplomándose en las sillas, derrotados. Harper volvió a pasarse una mano por el pelo castaño oscuro, consciente de que probablemente parecía que la hubieran arrastrado por un arbusto de espaldas.

Él echó una mirada a Harper.

—Deberías dejar de preocuparte tanto. El estrés no es bueno —advirtió.

Harper se burló.

—Duh —sonrió un poco—. No puedo evitar preocuparme. Por mi abuela, por Scott, por todo.

Stiles pareció debatir si decir algo antes de suspirar.

—Scott estará bien. Y tu abuela es una mujer fuerte, estoy seguro de que está bien. Probablemente sólo tenga un catarro, como ella dice.

Ella asintió con la cabeza.

—Tienes razón —trató de convencerse a sí misma—. Todo va a salir bien.

—Claro que sí —le cogió la mano y empezó a trazar patrones con el pulgar, haciendo que su corazón diera mil vuelcos, que las mariposas de su estómago rugieran y que su cabeza se volviera confusa—. Te lo prometo.

—Esto puede ser un poco profundo para un viaje al médico... —empezó Harper—. Pero quiero decirte algo.

—¿Sí? —se incorporó con impaciencia, apretándole un poco la mano—. Puedes preguntarme cualquier cosa. Cualquier cosa, lo que quieras. Como, de todo. Dispara. Fuego.

Harper soltó una risilla, devolviéndole el apretón.

—Sólo quería darte las gracias —le dijo—. Por todo, Stiles. Por ser mi mejor amigo desde hace tantos años, por defenderme, por hacerme sonreír, reír y llorar. Por cuidar de mí cuando murieron mis padres, por rogarle a tu padre que me dejara quedarme contigo, por estar a mi lado cuando murió mi abuelo. Por llevarnos hoy a mi abuela y a mí al médico. Por consolarme ahora. Por todo. Gracias, Stiles Stilinski.

Entonces se le dibujó una sonrisa en la cara. Una verdadera, masiva y genuina sonrisa de Stiles Stilinski.

—Bueno, entonces yo también quiero darte las gracias —habló con confianza.

—¿Por qué? —Harper sonrió— ¿Sólo por acompañarte y hacer comentarios estúpidos?

Stiles puso los ojos en blanco.

—Eres mucho más que eso. Eres tan amable y alucinante. A veces me pregunto cómo, después de todo lo que has pasado, sigues siendo tan considerada y cariñosa. Tus comentarios estúpidos sólo me hacen reír. Tu sentido del humor es increíble. Y cuando llega el aniversario de mi madre siempre estás ahí para mí. Cuando pensaba que llorar delante de Scott era de críos, me recordaste que estaba bien llorar. Me ayudaste a sanar, me ayudaste a seguir adelante. Así que gracias, Harper Jean Verum.

Lágrimas asomaron por sus ojos, amenazando con derramarse, pero parpadeó rápidamente, con una sonrisa de oreja a oreja. Antes de que Harper pudiera abrir la boca, un tipo de mediana edad gritó desde detrás de ellos:

—¡Ugh, besaros de una vez! Me ponéis aún más enfermo.

Los dos adolescentes se sonrojaron, una sonora carcajada escapó de los labios de Harper mientras su cabeza caía entre sus manos. Sacudió la cabeza, riendo.

—Oh, Dios mío —musitó.

Cuando levantó la vista, Stiles también se estaba riendo incómodamente.

—¿Puede salir ya tu abuela y salvarnos de esta incomodidad? —suplicó él.

—Ojalá.

Rose salió de la consulta y dijo que estaba bien, pero que le habían hecho un análisis de sangre por si acaso. Harper estaba tan aliviada de que su abuela se iba a poner bien. Stiles la dejó en casa antes de que ambos fueran a la suya.

Su padre seguía fuera, probablemente liado con todo el caso de asesinato de Derek Hale. Stiles y Harper se pasaron el día viendo películas en Netflix con palomitas y chocolate, hasta que a eso de las cinco le llegó un mensaje de texto de Allison.

Stiles pausó la película que estaban viendo.

—¿Quién es? —preguntó con curiosidad, metiendo la mano en el bol de palomitas medio vacío y comiendo un puñado.

—Allison —respondió Harper mientras leía el mensaje de texto.

De Allison: Scott acaba de llegar a casa y mi padre lo golpeó con el coche (¿qué cojones? lo sé). Él está bien, pero ahora mi padre va a venir al partido de lacrosse de esta noche. Ugh.

—Scott está bien, fue a casa de Allison —le dijo ella.

Stiles puso los ojos en blanco.

—¡Cómo no! —murmuró antes de apagar el televisor. Murmuró antes de apagar la tele—. De todas formas deberíamos empezar a ponernos en marcha para ir al instituto. Tengo que ir a prepararme.

Harper asintió, se levantó del sofá y se llevó el bol de palomitas a la cocina. Cuando volvió, Stiles ya llevaba la bolsa de educación física colgada del hombro y los zapatos puestos. Ella se puso los suyos antes de seguirle fuera.

El trayecto en coche hasta el instituto fue corto y lleno de silencio. No incómodo ni aburrido, sino cómodo y contento. La radio sonaba tranquilamente de fondo mientras Harper tenía la cabeza apoyada en la ventanilla, tamborileando con las uñas pintadas al ritmo de toda la música pop que sonaba.

Stiles se concentró en conducir hasta llegar al instituto, aparcando en su lugar habitual, al fondo del aparcamiento. Ambos salieron del jeep y empezaron a caminar hacia el instituto.

—¿Nos vemos ahí fuera? —Sonaba algo nervioso mientras se detenían donde ella tenía que irse.

—Por eso me has traído aquí en coche —Harper se rió, dándole un pequeño abrazo—. Ve a cambiarte. Nos vemos.

—N-nos vemos —le devolvió el gesto con la mano y ella se dio la vuelta para marcharse hacia el campo.

Las gradas ya estaban abarrotadas de gente. Harper vio a Allison con su padre y Lydia, así que decidió sentarse con Melissa McCall, una de sus personas favoritas: la madre de Scott. Tomó asiento a su lado, sonriendo.

—Hola, Harper —Melissa la saludó calurosamente—. ¿Cómo está mi no-hija?

Harper soltó una risita.

—Estoy bien, Melissa. ¿Emocionada por ver jugar a Scott esta noche? No puedo creer que haya entrado en el equipo.

—Mucho —respondió ella—. Y yo también. No le creí cuando llegó a casa y me lo dijo. ¿Pensé que se había sentado en el banquillo con Stiles?

—Oh —Harper tosió torpemente, mirando hacia donde Stiles estaba sentado en el banquillo, con su padre a su lado mientras hablaban—. Pero eso fue el año pasado. Scott y Stiles han practicado mucho durante el verano, y resultó que Scott era lo suficientemente bueno para ser titular.

Melissa asintió.

—Estoy muy orgullosa de él —concordó—. ¿No... no crees que haya nada malo con Scott, verdad?

Harper se congeló momentáneamente antes de sonreír débilmente.

—¿Por qué piensas eso?

Ella se encogió de hombros, suspirando.

—Ha estado actuando extraño últimamente... diferente. Distante. ¿Te ha dicho algo a ti o a Stiles?

Harper negó con la cabeza.

—Está perfectamente bien en el instituto y con nosotros. Probablemente sólo esté estresado porque he oído que el entrenador Finstock está buscando un nuevo capitán para el equipo —mintió con facilidad.

Melissa asintió.

—Eso tiene sentido.

El sheriff Stilinski se acercó y las saludó con una sonrisa.

—Hola, Harper. Melissa —sonrió con entusiasmo—. He oído que tu hijo juega esta noche —se sentó al otro lado de la adolescente.

—Sí... —Empezaron a hablar de Scott y Stiles, y Harper se desconectó, mirando a su alrededor para ver si divisaba a Stiles. Él estaba mirándola, con una sonrisa en la cara.

Ella le devolvió la sonrisa, saludando con la mano.

El silbato sonó en el campo, llamando su atención y apartando su mirada de Stiles. El equipo de lacrosse del otro instituto y el del instituto Beacon Hills salieron corriendo al campo, animando y agitando sus palos de lacrosse en el aire.

Harper empezó a juguetear nerviosa con su pelo cuando empezó el partido, la bola iba a todas partes menos en dirección a Scott. Echó una rápida mirada en dirección a Stiles, viéndolo masticar su guante ansiosamente. Suspirando, volvió a centrarse en el partido.

Nadie le pasaba la bola a Scott, incluso cuando estaba en el lugar perfecto. Harper sospechaba que esto tenía algo que ver con Jackson. Siempre de alguna manera conduce de nuevo a él. Un jugador del equipo contrario dejó caer la bola, enviándola al césped.

Scott vio la oportunidad y la aprovechó. Pero parecía que alguien más tenía la misma idea. Cuando Scott se lanzó a por la bola, Jackson también fue a por ella, tirando a Scott al suelo en el camino.

Scott aterrizó con un golpe, haciendo que Harper hiciera una mueca de dolor. Mientras tanto, Jackson recogió la bola y la acunó antes de lanzarla directamente al fondo de la red.

Todos menos Stiles, Melissa y Harper estallaron en vítores. Harper suspiró y permaneció sentada en el banco junto a la madre de Scott, que parecía muy decepcionada.

—¡Eso es, Jackson! —gritó el entrenador desde el fondo de las gradas— ¡Cómetelos! ¡A por ellos!

Melissa suspiró antes de ponerse en pie y aplaudir. Harper supuso que había dudado porque su hijo había sido noqueado, pero al fin y al cabo su equipo iba ganando.

Sin embargo, ella no aplaudió. No a ese zopenco.

Harper oyó unos fuertes gritos procedentes de unos bancos de atrás y se giró para ver a Lydia y Allison sosteniendo un enorme cartel en el que se leía: «We Luv u Jackson». Se estremeció y se giró para ver a Scott mirando fijamente el cartel, con una expresión de derrota y enfado escrita en su cara.

—Ay —murmuró. Eso tiene que escocer.

El partido continuó y Harper notó cómo algunas personas alrededor de Scott lo miraban con extrañeza. Estaba ligeramente encorvado, jadeando ligeramente, de su respiración salían bocanadas blancas que llenaban el aire frío. Harper empezó a morderse el labio inferior, sin detenerse siquiera cuando sintió que empezaba a sangrarle un poco.

Nerviosa era quedarse corta.

Vamos Scott.

El árbitro hizo sonar el silbato y el partido volvió a la vida. La bola voló por el aire y Scott se lanzó a por ella. Saltó, de alguna manera se las arregló para saltar sobre el hombro de un miembro del equipo contrario, agarrando la pelota en el aire en su palo y aterrizando en el suelo perfectamente.

—Dios mío —murmuró Harper, con sus ojos marrones muy abiertos.

Empezó a correr tan rápido como podía, acunando la bola todo el tiempo mientras esquivaba a otros jugadores. Dentro, fuera, dentro, fuera. Melissa dio un pequeño salto al lado de Harper, con una enorme sonrisa en la cara mientras observaba a su hijo con tal orgullo que llenó de calor el preocupado corazón de Harper.

Scott recorrió todo el campo antes de dispararla. La bola entró directa en la portería, lo que provocó una gran ovación. Melissa y Harper se levantaron de sus asientos, gritando por Scott.

—¡A McCall! —gritó entrenador Finstock, con Stiles saltando espasmódicamente desde detrás de él— ¡Pasádsela a McCall!

Un jugador del otro equipo cogió la bola, dándose la vuelta para lanzarla de espaldas, sólo para encontrarse con Scott. Se quedó mirando a Scott un momento, con los ojos muy abiertos, antes de pasarle la bola. Scott la atrapó sin esfuerzo haciendo que Harper se quedara boquiabierta.

¿Cómo...? ¿Acaba de...?

Scott corrió, lanzando la bola hacia la red. El portero levantó su palo de lacrosse para atraparla, pero la bola atravesó limpiamente la red, colándose en la portería por detrás.

Harper gritó de felicidad, Noah y Melissa chocaron los cinco a ambos lados de ella. Hizo contacto visual con Stiles, que saltaba al pie de las gradas, aplaudiendo a su mejor amigo. Él sonrió en su dirección y le levantó los pulgares.

El árbitro volvió a pitar y la bola fue directamente a Scott. Scott corrió y se encontró en medio del campo, sin nadie a su alrededor. Harper vio como empezaba a jadear, y estaba casi segura de que estaba gruñendo. Sus cejas se fruncieron y se excusó, corriendo hacia donde estaba Stiles.

Cuando sólo quedaban cinco segundos y dos miembros del instituto Mystic Falls se acercaban a Scott a ambos lados, éste de repente lanzó la bola. Cayó en la portería justo cuando sonó el silbato y todo el mundo empezó a vitorear.

Beacon Hills había ganado.

Stiles parecía aliviado a su lado, poniéndose en pie con los brazos en alto.

—¡Sí! ¡Sí! Oh, Dios mío —exclamó él, dejando escapar un suspiro.

—Odio decir esto, pero creo que aún no ha terminado —murmuró a su lado, mordisqueando con ansiedad la manga de su jersey.

Stiles no pareció oírla mientras se sentaba en el fondo de las gradas y se quitaba los guantes. Harper suspiró y se sentó a su lado mientras todo el mundo salía al campo a animar a los jugadores, quedándose solo ellos y Noah.

Si Stiles no pensaba que algo iba mal, entonces probablemente nada iba mal.

Stiles notó que su padre fruncía el ceño al teléfono y se volvió hacia él.

—¿Papá? ¿Qué pasa? —le preguntó.

Harper pensó demasiado pronto.

Stiles y Harper corrieron hacia los vestuarios donde sabían que estaría Scott. No podía creer lo que acababa de decirles el padre de Stiles. Estaban muy jodidos.

Stiles entró corriendo en el vestuario de los chicos y Harper le siguió, ambos se detuvieron en seco al ver lo que ocurría en la zona de las duchas. Scott y Allison se estaban enrollando, los dos con los brazos envueltos el uno alrededor del otro.

Agarró a Stiles del brazo, arrastrándolo hacia atrás para que no pudiera mirar y arruinarles el momento.

—Dejémosle tener su momento —susurró Harper en voz baja, una pequeña sonrisa en su cara mientras se escondían detrás de las verjas de hierro.

Stiles estaba de pie junto a Harper, con el brazo de ella entrelazado con el de él mientras esperaban a que dejaran de besarse.

—Tengo que volver con mi padre —la oyeron susurrar, tomándolo como su señal para irse. Justo cuando doblaron la esquina, Allison se fijó en ellos—. Hola, Harper. Stiles —asintió torpemente.

—Hola —Harper le devolvió la sonrisa mientras Allison se iba, y Scott empezó a acercarse, con la sonrisa más cursi y grande en la cara.

—La he besado —sonaba más feliz de lo que Harper lo había visto en las últimas semanas, desde que ocurrió todo esto del hombre lobo.

—Lo hemos visto —contestó ella con una risita. La sonrisa de Scott McCall era contagiosa, no se podía negar.

—Me ha besado —dijo con una sonrisilla, haciendo que ella soltara una carcajada mientras Stiles esbozaba una sonrisa ladeada.

—También lo hemos visto —dijo él, dándole un codazo a Scott descaradamente—. No está mal, ¿eh?

Scott suspiró de felicidad antes de balbucear:

—No sé cómo, pero lo he controlado. Lo he reprimido. A lo mejor puedo hacerlo. Quizá no sea tan malo.

—¡Te lo dijimos! —chilló Harper ligeramente, dándole un rápido abrazo.

—Sí... —Stiles soltó una risa incómoda—. Hablamos luego.

Empezó a irse pero Scott le agarró de la camiseta de lacrosse, tirando de él hacia atrás para que le mirara.

—¿Qué? —preguntó, su sonrisa finalmente desapareciendo.

Stiles vaciló antes de suspirar.

—El forense ya ha visto la otra mitad del cuerpo que encontramos.

—¿Y?

—Bueno, te lo resumiré. El forense dice que el asesino de la chica es un animal y no un humano. Derek es humano, no animal. Derek no es el asesino. Ha salido de la cárcel.

La cara de Scott cayó.

—¿Es una broma? —preguntó él completamente en shock. Obviamente pensó que todo había terminado.

—No, y ahora viene lo mejor —continuó Stiles—. La chica ha sido identificada, las dos mitades. Se llamaba Laura Hale.

La realización cayó sobre Scott.

—¿Hale? —repitió más alto el hombre lobo.

Harper se mordió el labio inferior.

—La hermana de Derek —confirmó ella.


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