───── capitulo ocho
☾ *.゚。╻┃ CAPÍTULO 08
el regreso ☾ *.゚。╻┃
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❝ ellos son... son mi manada. ❞
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LOS CUATRO SE ENCONTRARON frente a frente una vez más, Caroline veía preocupada a Conner. Horas antes, Luke se había encargado de explicarles todo lo que había pasado en el incendio y había decidido incluir el asesinato de aquel desconocido, siempre diciendo que era la vida de el o de ellos.
Caroline siempre pensó que los asesinos eran personas despreciables, pero ahora, siendo su amigo el asesino, intentaba pensar que no fue totalmente su culpa. La ira de la luna llena aún no se le pasaba y al final de todo el solo quería protegerse y protegerlos, había sido en defensa propia, ¿no?
───lo que no entiendo es, si ustedes estaban adentro, ¿como es que no lo escucharon entrar?
La rubia notó las miradas que se dieron los betas en cuanto escucharon aquella pregunta salir de los labios de Isaac, Luke carraspeó desviando la mirada.
───¿a donde vamos? ───preguntó Luke, evadiendo la pregunta con éxito.
Isaac suspiró. ───a mi hogar, a Beacon Hills.
───¿con tu... con tu manada? ───preguntó Conner lastimosamente. Él había matado a alguien otra vez, jamás lo aceptarían en la manada tan pacifica de la que le había hablado Isaac.
El rubio pareció comprender el sentido de sus palabras por lo que se apresuró en explicar.
───son gente buena, los he visto hacer cosas imposibles y crear lazos que jamás en la vida hubiera pensado que crearían. No hay que temer.
Caroline se encontraba inexplicablemente ansiosa, anhelaba llegar a Beacon Hills incluso si no tenía ningún sentido, no había nada ahí para ella y aún así no podía esperar a estar ahí. La rubia vio a Conner a su lado removerse incómodo con la mirada perdida, por lo que cuidadosamente enredó su brazo con el de el adolescente y terminó recostando su cabeza sobre el hombro de Conner.
Nada ha cambiado, Conner. Quiso decir, pero no sabía con exactitud qué tan cierto era eso.
───¿estas emocionado? ───preguntó Luke a su alfa, en un intento de hacer conversación.
Isaac se encogió de hombros. ───más que nada nervioso, Argent no ha contestado en semanas y me preocupa que salgamos de un peligro para entrar a otro.
───¿has intentado contactar a los demás?
Esta vez, fue el turno de Isaac de removerse nervioso y Caroline no necesito un súper oído para saber que su corazón latía con fuera ante la incomodidad.
───uh... un par de veces con Melissa, su esposa. Pero no hubo respuesta. ───murmuró con la mirada perdida. No había tenido el valor de contactar a la manada y quizás estaban en peligro, era tan estupido.
Los mayores fueron testigo de cómo el sueño venció a Luke y Conner, por lo que Caroline decidió dejarse llevar y quedarse dormida mientras que Isaac se mantenía despierto y alerta. Así fueron las siguientes horas hasta que por fin llegaron a su destino, finalmente estaban en Beacon Hills.
───¿estás listo? ───inquirió la rubia, tomando su mano mientras los cuatro veían la casa frente a ellos. Los tres menores no sabían con certeza de quien era, pero a juzgar por el rostro de Isaac, seguramente era alguien de su manada.
───toca el maldito timbre, cobarde. ───lo insulto Conner cruzándose de brazos. Llevaban ahí al menos diez minutos.
Antes de que el rubio siquiera pensara en levantar la mano, un joven moreno abrió la puerta sorprendido y ambos se observaron unos segundos antes de que el desconocido sonriera, a pesar de mostrarles una sonrisa, los cuatro podían notar con facilidad el cansancio y tristeza en sus facciones, las bolsas negras que adornaban los párpados inferiores y aquellos labios agrietados combinaban a la perfección con sus ojos inyectados de sangre. Sin duda aquel chico la estaba pasando mal.
───Scott... yo...
Las palabras del más alto se vieron interrumpidas por Scott, quien lo abrazó con alegría mientras le dejaba algunas palmadas en la espalda.
───me alegra que hayas venido, porque... ───el muchacho suspiró antes de ponerse serio unos segundos. ───necesitamos toda la ayuda posible.
Scott los hizo pasar y sentarse en los sillones mientras él se quedaba de pie revisando su celular y dándoles miradas de reojo a los desconocidos.
───ellos son... son mi manada, Conner, Luke y Caroline. ───presentó Isaac señalándolos. ───él es Scott McCall, el alfa del que les hable.
Los tres chicos asintieron dándole una media sonrisa mientras el alfa hacía lo mismo.
»───¿podrías decirme dónde está Argent? Lo he llamado por semanas y nada.
───ese es el problema. No sabemos dónde está. ───murmuró cabizbajo. ───lo último que supimos fue que el y Malia fueron emboscados a las afueras de Beacon Hills hace dos semanas. Los hemos buscado por todos lados, pero con Stiles y Lydia fuera del juego, no hay mucho que pueda hacer.
───¿qué hay de Kira?
Scott lo vio cansado. ───cielos, tengo mucho que explicarte. Bien, para resumir, Kira esta... bueno, es complicado pero no puede ayudarnos mucho ahora. Lydia y Stiles están en la universidad. Así que por ahora solo contamos con Liam, Theo, Alec, Peter y Parrish. Mi mamá está quedándose en casa del sheriff, está más segura allá.
───uh... genial. Pero... ¿quienes son todos los que fueron antes de Peter?
Luke suspiró recargándose en el sofá. ───está va a ser una muy larga tarde.
Horas después, cuando los cuatro estuvieron al tanto de la situación, Scott por fin pudo respirar tranquilo. Sonaba tonto, pero de alguna forma la llegada de Isaac y su manada le había devuelto la esperanza, quizás ahora que eran más, tendrían la oportunidad de recuperarlos.
───tal vez deberías llamar a Stiles y Lydia. ───opinó Isaac tras escuchar que no les había dicho nada aún.
───no, no lo entiendes. Se lo prometí al sheriff Stilinski ¿si? Ellos merecen vivir una vida normal, sin tener que estar volviendo a Beacon Hills cada vez que estamos en problemas. ───le dijo muy seguro de lo que pensaba. ───además, ahora que ustedes están aquí tenemos muchas más oportunidades de encontrarlos.
───genial, huimos de los cazadores para adentrarnos en más problemas con ellos. ───se quejó Conner, recibiendo un codazo de Luke.
───cállate.
───cállame.
Los ojos de Caroline se abrieron sorprendidos mientras apretaba sus labios para no reírse del rostro de Luke, quien se había enrojecido por completo, incluso veía sus orejas un poco rojas y los ojos de Isaac brillaron al ver la sonrisa llena de victoria y alegría que había puesto su protegido.
Scott los observó confundido, notando la complicidad en las miradas de los cuatro y comprobando que en definitiva esa era la manada de Isaac, por más que le doliera aceptarlo.
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