Capítulo 7
Un mes.
Un mes había pasado y aún ni Tokio ni Gou daban el paso a terminar su relación, la cual claramente ya no estaba funcionando como en un inicio.
Se trataban más como mejores amigos que como novios. Ya no se daban besos, sus abrazos eran más amistosos, con las típicas palmaditas en la espalda.
Ninguno de los dos sabía como culminar con la relación, ya que tenían miedo de lastimar al otro por eventos pasados. Aún así es más que evidente que ninguno de los dos ve al otro de forma romántica, ya no.
— ¿De verdad aún no habéis terminado? — preguntó Mei, sin rodeos. Serena había ganado el primer puesto en el concurso pokémon y por fin pudieron quedarse más con sus amigos de Kanto —. Literalmente podrías decirle "terminamos" y no pasará nada.
— Tú no entiendes el miedo de perder a alguien que te importa por una frase mal dicha — le recriminó el moreno, aunque ambos sabían que la castaña era la moralmente correcta ahí.
Mei se sentó junto al moreno en el sillón del laboratorio. Pasó su manita sobre el hombro del ojiazul para intentar brindarle calidez y apoyo.
Para hacerle saber que no estaba solo.
Para hacerle saber que nada malo le pasaría.
— Escucha, Gou — dijo, tragando saliva antes de continuar, mirando directamente a sus ojos tan brillantes como dos diamantes —. Llevas apenas un par de años siendo mi amigo pero me ha bastado para saber como eres tú y la gente que te rodea.
Le dio un suave apretón en el hombro. Nada malo le pasaría.
— Tienes una gran variedad de amigos, cada quien más diferente del otro — habló con una suave risita — Chloe es una chica maravillosa pero a la vez tímida, aunque llena de talento. Dawn es torpe pero tiene un corazón gigante que compartir tanto con personas como con Pokémon.
La chica lo miraba con cobijo. Nada malo le pasaría.
— Gary es un cabezota, engreído y narcisista, pero a veces llega a ser buena gente y un rival digno — sus palabras sonaron un poco molestas. Era de público conocimiento de que a Mei le molestaba un poco el Oak, pero nada que llegase al odio —. Y también está Satoshi, que aunque sea un torpe y terco, es duro de pelar y da todo por lo que más ama en este mundo; sus amigos y los pokémon — Mei enumeraba con los deditos de su mano libre —. Y Tokio es alguien muy detallista y atento, y es bueno en todos los sentidos.
La entrenadora atrajo al chico en un dulce y reconfortante abrazo. Todo estaría bien.
Nada malo le pasaría.
Escuchó un débil sollozo sobre su hombro y apretó el abrazo, pasando su manita por su espalda en un patrón circular. Gou por fin podía soltarlo todo junto a alguien.
— Debes contarle a Satoshi que estás saliendo con Tokio por error — susurró en su oído para no alterarle —. Y luego cuéntale como te sientes acerca de él.
— P-Pero... ¿y si no le agrada nada que yo esté con Tokio aunque ya no lo quiera? ¿Y si empieza a odiarme por estar enamorado de él? — dejó que sus palabras llenas de inseguridades salieran de su garganta, sentía como si tuviera un collar de pinchos alrededor del cuello.
— Gou... Satoshi no sería capaz de odiarte por eso, Satoshi solo odia a la gente que trata mal a los pokémon —. Sus susurros y caricias lograban calmar al moreno —. Y... puede que no se lo tome muy bien... pero, ¿quien sabe? Es Satoshi, lo más seguro será que se lance a ayudarte. Créeme, nada malo va a pasar.
Las palabras de su amiga sonaban muy convincentes.
A lo mejor es cierto.
A lo mejor Mei tiene la razón.
Nada malo le pasaría.
— ¿Entonces al fin se lo vas a decir? — preguntó Chloe.
— ¿Le vas a decir que estás saliendo con Tokio y que quieres terminar con él? ¿O le vas a confesar tus sentimientos? — cuestionó Dawn, estando al lado de la ojiverde.
El moreno se rascó la nuca, tenía detrás a Cinderace, Inteleon y, en su hombro, a Grookey.
— Le quiero decir ambas cosas... pero primero necesito terminar con Tokio — el chico acariciaba la barbilla de Grookey mientras que Cinderace lo abrazaba e Inteleon apoyaba una de sus manos en el hombro de su entrenador.
Gou respiró hondo, tratando de no temblar al hablar.
— El... El caso es que no sé cómo decírselo a Satoshi... ni siquiera sé si es necesario decirlo... — murmuró aquello último.
— Tarde o temprano, si Tokio y tú termináis, Satoshi se enterará de que estabas con Tokio mientras que tenías sentimientos por él — respondió Chloe, cruzándose de brazos.
— Y se lo puede tomar bien o mal — continuó Dawn. La ojiazul se acobijó en el hombro de la pelimorada.
Gou se mordió el labio inferior en un gesto nervioso.
Tenían razón, se lo tenía que decir a Satoshi.
Se lo tenía que decir todo.
Y si se lo tomaba bien nada malo le pasaría.
Y si se lo tomaba mal... digamos que al menos se intentó.
Las dos chicas abrazaron al moreno, brindándole apoyo y formas en las que podía culminar con esta situación de la mejor manera.
Lo primero era lo primero; contarle a Satoshi su situación, rezar para que le ayude, terminar su relación con Tokio y acabar como amigos y confesar sus sentimientos por Satoshi no mucho después.
Después de unas buenas horas buscándolo, lo encontró. Practicaba con Pikachu en la brillante hierba alta junto con Lucario. ¿Lo llamaba? No, a lo mejor piensa que lo estuvo siguiendo. ¿Debería acercarse? No quería llevarse un buen rayo de Pikachu o una potente esfera aural de Lucario.
Quería terminar esto con rapidez antes de explotar de los nervios, que ya no cabían en su cuerpo.
— ¡Satoshi! — lo llamó mientras se acercaba, aún llevaba a Grookey en el hombro y a Cinderace e Inteleon detrás, se habían negado a dejarlo ir solo a buscar al ojimiel.
Como era de esperarse, Satoshi se giró, encontrándose con los ojos más preciosos que nunca ha visto. Y de golpe y porrazo, Lucario soltó una esfera aural que Pikachu esquivó y que impactó de lleno contra Gou.
— ¡¡Gou!! — gritó alarmado el mayor, acercándose para socorrerlo.
Satoshi se arrodilló frente a él y analizó con la mirada a Gou para saber si no estaba realmente lastimado.
A Gou se le hizo una vista preciosa. Sintió el calor subir a sus mejillas.
— Estoy bien, estoy bien — dijo un par de veces. Cuando Satoshi le ofreció la mano para levantarse, el moreno la tomó, sintiendo la mano rasposa y a la vez acogedora del mayor. Pudo ver detrás de Satoshi como Cinderace le recriminaba a Lucario su acción repentina, mientras Pikachu miraba todo como si fuera una telenovela.
Eso hizo reír a Gou. Soltó suaves carcajadas. Ni siquiera se dio cuenta de que su mano seguía aferrada a la del pelinegro.
Satoshi escuchó esa risa y se quedó atontado mirándolo. Dios, si la risa de Gou estuviera en un disco rayado que hacía que se repitiera mil veces, a Satoshi no le molestaría en absoluto escucharla las veces que haga falta. Sin notarlo, el color rojo subió amsus rayadas mejillas.
— ¿Me buscabas por algo, Gou? — preguntó el ojimiel al salir de su pequeño trance.
— Ah... si, q-quería hablar contigo — inevitablemente, la voz del menor comenzó a temblar.
Entraron más en el bosque, viendo como la temporada de los árboles de cerezo estaba al caer. Se sentaron en unas rocas frente a un arroyo de agua cristalina. Sus pokémon jugaban alegremente detrás de ellos.
Y después de muchas pausas, respiraciones entrecortadas, temblores nerviosos y tartamudeos ansiosos, Gou pudo contarle toda su situación con Tokio y el como se sentía ahora a Satoshi.
— Así que estás en una relación con Tokio... — replicó Satoshi, queriendo arrancarse la lengua nada más decir eso. Le dolía. Joder, le dolía muchísimo, pero a la vez se alegraba de que el menor quisiera terminar con aquella relación que ya no iba como antes.
— Si... — murmuró el moreno, bajando su cabeza al sentirse avergonzado.
De un momento a otro el menor comenzó a sentir como unos brazos lo rodeaban y lo atrapaban en un fuerte abrazo.
— Entonces te ayudaré. ¿Mañana? — dijo, pasando su mano por el cabello azabache del ojiazul, aprovechando la cercanía y la posición.
Gou casi llora de la felicidad. Ese era Satoshi, su Satoshi. Un tierno y amable chico, bueno con la gente y sobre todo con los pokémon.
No sabía porqué en un inicio le daba miedo confesar que salía con alguien aún sin ya no sentir lo mismo a su actual interés amoroso.
Ahora sabía que era una tontería, Satoshi siempre lo apoyaría en todo.
Nada malo le pasaría.
— Si... mañana — dijo, devolviendo el abrazo al entrelazar los dedos de sus manos en la espalda del pelinegro.
Pasaron abrazados un buen rato, quizás por cinco, diez, quince minutos, con los sonidos del arroyo y los pokémon jugando. Sentían una conexión tan pura y poderosa que ninguno de los dos daba el clavo a separarse, porque ninguno quería hacerlo.
— Ey... ¿Satoshi? — lo llamó.
— ¿Hm? — suspiró el mayor, haciéndole saber que lo escuchaba.
— Muchísimas gracias... por todo — dijo Gou.
— No hay de qué. Siempre que necesites mi ayuda estaré aquí — respondió Satoshi.
Se quedaron más tiempo abrazados, por un poquito más no pasaba nada.
Nada malo le pasaría.
Movía de arriba a abajo una de sus piernas. No tenía porqué estar nervioso porque cuando recibió el mensaje ya sabía lo que iba a ser.
"Tenemos que hablar, ve al parque a las ocho p.m."
Es lo único que decía aquel mensaje, al menos tenía a alguien que lo acompañaba junto a su Umbreon.
— Tranquilo, Tokio, vais a seguir siendo mejores amigos — trató de tranquilizar al peliblanco. Gary acariciaba la cabeza de su Umbreon mientras pasaba su brazos por los hombros del ojiverde.
Esperaban justo en en parque, frente al paso de cebra.
Habían muchos coches y pasaban a gran velocidad, pero menos mal que estaba ahí la agente Mara para calmar la cosa.
— Lo sé... ¡juro que intento no estar tan nervioso! — dijo, ocultando sus manos en los bolsillos de su abrigo.
— Eso ya lo sé — dijo el Oak, riéndose ligeramente —. Tranquilo, ¿vale? Yo estoy aquí. — le murmuró en el oído, consiguiendo calmar un poco el ritmo cardiaco de Tokio.
Vieron un par de figuras conocidas a lo lejos.
— ¡Tokio! — exclamó Gou, moviendo su brazo de un lado al otro para marcar su presencia. Gou y Satoshi venían juntos y abrigados para el frío.
Por alguna razón Gou quiso adelantarse y pasar el paso de cebra.
Se suponía que esto iba a ser una charla tranquila en la que arreglarían todo.
Un despiste de un conductor que se saltó el semáforo no le permitió frenar a tiempo. Solo se escuchó un sonido sordo que enmudeció a todos los presentes, antes de que todos comenzaran a aclamar por una ambulancia.
Tokio no se atrevió a seguir mirando. Lloró y gritó en el pecho de Gary, quien por la repentina y desgarradora escena no pudo reaccionar o corresponder.
Satoshi lo sostuvo en sus brazos, llorando y gritando que por favor no se fuera, que por favor se quedase con él, que por favor no le dejase solo, que no dejase solo a sus pokémon, que no rompa su corazón.
Pobre Gou, si hubiera sabido lo que es "tiempo al tiempo", hubiera esperado a que los coches se fuesen y el semáforo le diera luz verde para avanzar.
¿Qué le iban a decir a sus amigos?
¿Qué le iban a decir a los padres y a la abuela del ojiazul?
Se suponía que todo el estrés y la confusión acabarían hoy, pero no de esta forma.
Al final era verdad que algo malo le pasaría.
🦇
🦇
Nota de la autora, Mei 🦇: 1967 palabras.
🍂 Perdón por la tardanza y feliz año nuevo a todos.
🍂Yo avisé de que el verdadero drama se venía en este capítulo, de igual forma, no me funen ni me maten, por fi.
🍂 El capítulo no está muy revisado, por lo que si ves una falta de ortografía no dudes en avisarme, muchísimas gracias.
🍂 Cambié un poco la narrativa que será a la que me adaptaré ahora, espero les guste tanto como a mí. <3
🍂 Prometo que habrá una sinopsis y dejo en claro que a mí NO me gustan los finales tristes.
🍂 Voy avisando de que este fanfic se va acabando, muchísimas gracias por vuestro apoyo, tanto en visualizaciones como en votos y/o en comentarios.
🍂 Un abrazo psicológico gigante y nos vemos en el capítulo 8. 🫂💗
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro