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Antes de entrar a mi casa, me apoyé un momento en el buzón que estaba afuera.

Entrar a mi casa sería no salir en todo el día, al menos hoy. Y no es como que pueda hacer muchas actividades ahí. Normalmente me iría con Jungwon, pero hoy era un día especial y sensible para mi madre.

28 de agosto.

Suspire y apreté las hombreras de mi mochila. No habrá mucho que decir, entraré inmediatamente en mi habitación.

Caminé hasta la entrada y abrí la puerta con mis llaves.

—¿Sunoo, eres tú?

—Sí. Volví.

Mi madre estaba frente a la televisión con un gran tarro de helado en sus delgados y pálidos brazos. Llevaba grandes cantidades a su pequeña boca con una enorme cuchara salsera.

—¿Hijo, quieres hablar? —sorbió por su nariz.

Su nariz estaba de un color rojo carmesí.

—En realidad creo que deberías estar sola un momento, mamá. —jugueteé con los lazos de mi mochila, ya quería irme.

Ella asintió, me sentí culpable por un momento.

—Entiendo... Está bien.

Subí las escaleras hasta mi habitación, Estaba completamente ordenada, supongo que mientras estuve en la escuela mi madre tuvo que distraerse.

No tengo en absoluto ningún problema con eso.

Saqué mi celular y noté que tenía varios mensajes. Eran de Jungwon.

"Puedes creer que cuando estaba enmarcando las fotos de Jay, él mismo apareció ahí?"

"¡¿Tú sabías que él trabajaba ahí?! Fue una vergüenza."

Solté una carcajada al imaginarme a mi mejor amigo entregando las fotos con cara de perro.

En mi mente vagaba el recuerdo de cuando regresaba a mi casa. Nunca había presenciado a un chico con esa enfermedad, y ahora no puedo quitar eso de mi cabeza.

—Pétalos.

Me acerqué a mi mochila y saqué unos cuantos pétalos. ¿Por qué había hecho eso? Parezco enfermo, juntando los pétalos que un enfermo me tiró en el cuello.

Rayos, estoy demente.

Tomé los pétalos y los tiré a la basura, para después aventarme a mi cómoda cama y caer profundamente dormido.

Espera... La tarea.

—¿Po-positivo?

Mi respiración se cortó por un momento, no podía procesarlo.

—Así es, además de que claramente tiene los síntomas, las radiografías lo afirman completamente, joven Park.

En las radiografías se veían mis pulmones, había algunos pétalos. Demasiado pequeños, pero son completamente visibles. Estaban esparcidos, eran pocos.

—Le daré una receta con antibióticos y analgésicos. Los antibióticos los tomará dos veces al día cada 12 horas, los analgésicos los tomará cuando sienta dolor en el pecho en los pulmones.

Estaba muy asustado, y muy decepcionado.

Desde siempre creí que viviría hasta estar viejo, con la persona que me amara. Fantaseé siempre con un encuentro romántico, tal vez chocando y que se caigan las pilas de libros.

Soñé con citas románticas, y una gran boda.

Pero la realidad al parecer es otra, he dado positivo, y ahora esperaré a que mi destinado presente la marca.

—Si siente dolores que no cesan con los medicamentos, tiene que venir urgentemente. También tiene que venir con urgencia si en lugar de pétalos comienza a vomitar flores enteras, o pedúnculos.

Asentí tras haber anotado mentalmente sus instrucciones.

Tomé la hoja que me había dado y me levanté, cubriendo nuevamente mi cabeza con un gorro.

—No se asuste, joven Park. Recuerde que si no resuelve ese pequeño problema siempre puede acudir a lo quirúrgico.

Tragué saliva y salí de aquella clínica que estaba comenzando a asfixiarme.

Seongmin estaba sentado en una banca mientras devoraba un bote entero de leche de banano.

Cuando me vio dejó de lado su aperitivo y se acercó corriendo. Le sonreí por inercia, pero creo que no debí hacer eso. Se ve ilusionado.

—¡Hyung! ¿Lo logró? —sonrió con ternura.

Acaricié sus largos cabellos ligeramente ondulados y agaché mi cabeza, con una gran pero vacía sonrisa.

—Me convertiré en una hermosa flor. —traté de no perder mi estado calmado.

Dejó de sonreír y sus pequeños ojitos se volvieron cristalinos.

—Tranquilo, hermanito. —pasé mi brazo por sus hombros y salimos de aquel hospital que tanto odiaba. —Ni de broma te dejaré solo. Prefiero dejar de amar a dejarte solo.

Seongmin asintió y sorbió de su pajilla.

Me desperté temprano y corrí hacia la ducha.

Hoy Niki jugaría en un partido importante y tenía que presenciarlo. Solo al director se le ocurre iniciar el maldito partido a las 7:00 de la mañana.

Me tropecé al querer bajar las escaleras, pero sobreviví.

Ni siquiera desayuné, tampoco me despedí de mi madre. Tenía la semana libre, pues en su empleo conocían su situación.

Salí de mi casa y cerré con seguro, si no lo hago yo mi madre no lo hará.

Esperé con impaciencia el autobús que me llevaba a la escuela. Mientras más veía el reloj que estaba en mi muñeca más lento se hacía el tiempo.

Hasta que finalmente, divisé un gran prisma rectangular que se dirigía hacia acá.

—Buenos días. —murmuré y me fuí hasta el asiento de atrás, estaba completamente vacío.

Saqué mi celular y mandé variedad de mensajes a mi mejor amigo, no respondía.

"Jungwon, mueve tu plano trasero y despierta"

"No quiero ir solo, recuerda que por tu culpa ya no lo puedo ver a los ojos."

"Por ahí escuché que Jay irá, ¿vienes?"

No obtuve respuesta, solo fruncí mi ceño un poco desconcertado. Jungwon me dijo que iría sin falta para espiar a Jay Hyung. Supongo que le afectó un poco que Jay se enterara de su obsesión con él.

El autobús se detuvo y verifiqué por la ventana si ya habíamos llegado. Estábamos cerca, pero nos detuvimos en una maldita parada de autobús. ¡Se hará tarde!

Entraron muchas personas, entre ellas varias chicas de mi escuela.

Apuesto a que a todas ellas les gusta Niki.

Escuché murmullos detrás mío.

—Que sí es, hyung.

—Cierra la boca.

—Pero sí-

—¡Shh!

Giré hacia atrás mi cabeza y noté a alguien conocido. Era el crío de ayer y un chico con cubre bocas.

—Te lo dije, pero nunca me escuchas. —suspira. —Hombres.

—Hola, Seongmin. —sonreí de lado.

El chico de cubre bocas miró molesto a Seongmin, este sólo lo ignoró y me sonrió de vuelta.

—¿A dónde te diriges, hyung? —el pequeño dio un sorbo a la bebida que tenía en manos.

El chico se quitó su gorro y pude contemplar aquellos cabellos negros.

—Oh, yo voy a la escuela.

—Uh, yo pasaré a segundo de secundaria este año.

¿Segundo de secundaria? Se veía más pequeño.

El autobús se detuvo y miré por la ventana. La emoción llenó mi cuerpo cuando vi el nombre de mi escuela. ¡Llegamos!

—Escucha, esta es mi parada. —me levanté y tomé mi mochila. —Supongo que adiós. —sonreí.

—¿Estudias aquí? —asentí. —Aquí jugará nuestro primo mayor, va a tu escuela, al parecer. Venimos a ver el partido. ¿Nos sentamos juntos? Sus labios se movían tan rápido que lo hacía lucir como un pez.

—Seongmin, no seas entrometido. El chico no puede tenerte pegado a él. —se quitó su cubre bocas y me miró neutro. —Una disculpa.

—No me molesta en absoluto, pueden sentarse conmigo. Soy Sunoo. —le ofrecí mi mano.

Él dudó un poco antes de aceptarla. —Sunghoon. —movió un poco nuestras manos.

De repente sentí incomodidad y comezón en en mi muñeca, y segundos después varios pétalos estallando en mi cara.

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