". . .15
“. . .final feliz.
LO ESTABA BESANDO. Sus labios rosados que siempre quise sentir estaban contra los míos, llevó una mano a mejilla y la otra a la cintura. Era un beso suave que pareció más una caricia al alma. Sentimos un temblor que nos hizo alejar, y vimos, a través de la ventana, a las escuelas volver a contruirse, remediando el desastre de Rafal.
—¡No! —vociferó molesto —¡Este es mí cuento!
—No, es el nuestro —Agatha dijo detrás de él, tomó la espada que Sophie le lanzó, la espada de Tedros brilló y Agatha asesinó a Rafal.
El hombre se deshizo en grandes cantidades de magia de sangre hasta que desapareció.
Nos miramos entre nosotros sin creerlo hasta que Hort comenzó a reír y le seguimos. Habíamos salvado a las dos escuelas.
—ven aquí —Henna me abrazó con fuerza y le devolvi el gesto, viendo nuestra ropa cambiar a la normal y mí cicatriz desaparecer —voy a extrañar tú cicatriz.
—yo no —admití riendo. Hort y Tedros seguían con la ropa opuesta a la suya, nos miramos confundidos.
—Ñe, podría acostumbrarme —Hort se encogió de hombros —al menos no perdí mí camisa.
“y así fue que rieron, siendo que nuestras heroínas habían enfrentado al peligro más grande que la Escuela del Bien y El Mal habían enfrentado. El mundo de los cuentos de hadas no había perecido pero si había cambiado para siempre”.
—Es tan espeluznante que hable —Hort señaló a la pluma y reímos. Mire a Sophie y ella suspiró.
—yo... Lo siento mucho, chicos —nos miró con pena. Mire a Henna que rodó sus ojos.
—La próxima, si es que hay, solo trata de no obsesionarte tanto —Se quejó pero dió un paso al frente —esta todo bien, Sophie —Se encogió de hombros. La nombrada se animó a dar un paso y abrazarla. Le susurró algo al oído que no escuchamos.
—Bien, bien, mucho tacto —Hort las alejó y reímos.
“en cuánto a dos de nuestros héroes, al fin tuvieron un camino de regreso a Gavaldon, pues el beso de Kassia y Tedros, de Hort y Henna las había liberado junto a su gran muestra de valor”
—Ahora podrán volver a casa —Tedros se encogió de hombros.
—¿Cómo? —Agatha frunció sus cejas.
Escuchamos un trueno y dimos un salto, nos observamos confundidos. Giramos a unas puertas que se abrieron y nos acercamos hasta allí. Había un portal. Las dos lectoras dieron pasos más adelante, tomadas de las manos.
“viendolas allí, se mostró otro amor verdadero, el más poderoso, porque... ¿Qué es más fuerte que el amor entre dos amigas?”.
—lo mejor es que yo me vaya —Miramos a Sophie que le dijo a Agatha —Aggie, si quieres quedarte con ellos, yo te entiendo. Te hiciste muchos amigos, la heroína del cuento, al fin perteneces a algún lugar... Yo hice mucho mal aquí. Quédate, yo cuídare a tú mamá. Va a ser un honor —sonreí al creer que Agatha podría quedarse.
—Gracias, Sophie —Agatha puso una mano sobre su mejilla —pero a donde tú vayas, yo voy.
—Tambien puedes quedarte, Sophie —Henna habló. Pero Sophie negó.
—por más irreal que suene, extraño Gavaldon —Sonreimos y Agatha tomó su mano.
—entonces Gavaldon —era fácil de admirar la lealtad que le tenía la morena a Sophie. Agatha giró a nosotros y corrí a abrazarla por despedida —Te voy a extrañar, Kass —Me aleje y me sostuvo de las mejillas —pero es lo mejor —Asentí con los ojos cristalizados, le había agarrado mucho cariño. Ella titubeó pero dejó en beso en la comisura de mis labios y sonrió alejándose con Sophie —espero volvamos a vernos algun día.
—ojala que si —Murmure retrocediendo, Tedros me abrazó por la cintura y apoye mí cabeza en su hombro.
Las dos chicas caminaron hasta atravesar el portal, volviendo a su hogar y una luz nos cegó por lo que nos tapamos por reflejo.
Con la magia de Henna, Tedros y Hort, logramos despertar a los profesores del conjuro al que la magia de sangre los había sometido. Ellos no nos dejaron explicar nada, dejándonos con la palabra en la boca ya que corrieron al gran salón. Nos miramos divertidos.
—¿Les decimos que enfrentamos a Rafal solos? —Hort señaló por dónde se habían ido.
—Na, déjalos llevarse la sorpresa —Henna entrelazó sus manos y fuimos detrás de los profesores.
—espero que esto haga que suspendan las clases o nos aprueben —Tedros murmuró viéndome divertido y pasando su brazo sobre mis hombros.
—¡Oh, si! Por favor —le dio la razón mí hermana —Cuida tus manos, Peter Pan —nos señaló.
—prefiero Arturo Junior de entre todos los apodos —se quejó aclarandolo —y mis manos están bien, es mí prometida ¿No? —me miró y balbucee sorprendida.
—Si, claro, Kassia no se va a casar contigo —Mi hermana negó segura —antes de eso la vendo.
—uy, las brujas del este la comprarían —Hort señaló. Abrí la boca sorprendida.
—¿Cuánto quieres por ella entonces? —Tedros alzó sus cejas y le di un suave golpe en el pecho que lo hizo reír.
—Dame diez castillos —Bramó con desden. Tedros no tenía diez castillos.
—¡Henna! —No podía creer que me quería vender.
—Seis —negoció Tedros.
—Siete —negó Hort —¿Qué? Yo viviré en uno de ellos con Henna —le robó un beso a mí hermana sorprendiéndonos. Vaya, ahora no se contendrían.
—Ahm —Henna miró a Tedros tratando de despabilarse —cambio de planes, dame dos castillos y un pajarraco.
—¿De los huesudos? —preguntó confundido.
—de los huesudos —Hort contestó —ama esos pájaros.
—¡No! —la mire incrédula pero Tedros me contradijo.
—no te soy ningún castillo pero con Kassia te adoptamos y vienes a vivir con nosotros entonces tienes todos los pajarracos que quieres —estiró su mano, Henna chilló.
—Trato hecho —Aceptó justo cuando llegabamos detrás de los profesores. Rodee los ojos y me puse a un lado de Dovey con Tedros.
Todos los alumnos, sin importar su escuela, estaban juntos, hablando y hablando. Henna, a un lado de la sorprendida Lady Lesso habló.
—si, ya nos encargamos de todo —les contestó —solo están felices, festejando.
—¿El Mal y el Bien juntos? —Lady Lesso cuestionó sin creer. Pero pronto agregó —¿Una escuela? ¿Ahora qué? —nos miramos esperanzados por eso ¡Podría compartir cuarto con Henna!
—unidad, tal vez —Dovey rió con felicidad —tal vez, amistad incluso —miró a Dovey.
—o amor... —Insinuó mí hermana y miramos a las dos decanas. Oigan, no se ven tan mal juntas.
Ellas dos rieron y se giraron queriendo abrazarse, pero cuando lo iban a hacer, se arrepintieron y quedaron congeladas en esa posición. Sin tocarse. Tedros y yo miramos divertidos a Dovey.
—oh, ya besense —se quejó Henna y las dos decanas se alejaron.
—no, no hay prisa.
—no nos apresuremos —ignoraron las insinuaciones de mí hermana —todo a su debido tiempo.
Tomé la mano de Tedros y él me tiró de ella para ir a dónde estaban los demás, reí hasta que frenó en medio del salón, se giró a mí y me tomó de la cintura para hacerme voltear por los aires. Me puso de nuevo en el suelo y puse las manos sobre su nuca.
—entonces ¿Serás mí reina? —susurró poniendo un mechon detrás de mí oreja y bajandola hasta tomar el anillo que estaba en mí collar. Hice mí dedo brillar y toqué su ropa, volviéndola a la normalidad y borrando sus cicatrices. Luego sonreí.
—seré tú reina, Teddy.
Lo besé, lo besé siendo de nuestros primeros y muchos besos que esperaba jamás terminen.
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