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“. . . Profecía de sangre.

LA DIRECTORA DOVEY me había traído a una habitación, pero antes de preguntar, las puertas se abrieron y por allí entró la directora de la escuela del mal junto a mi hermana.

—Oiga, suelteme —se quejó molesta. La pelirroja la soltó y ella me miró —¡Kassia!

—¡Henna! —Me levanté caminando hasta abrazarla. Nos alejamos y miramos a las dos directoras —¿Para qué nos trajeron?

—Tenemos dos problemas graves aquí —Mi directora habló —el primero es con las lectoras y el segundo es con ustedes.

—primero las lectoras, la mía me da dolor de cabeza —Lady Lesso se llevó una mano al puente de su nariz.

—Es su insistencia en que no deben estar donde están ¡Y si! Algo se siente raro —Compartí una mirada con mi hermana.

—Agatha querrá decir —corregi el nombre.

—Y Sophie —Continuó mi hermana.

—Agatha y Sophie —Lady Lesso hizo un ademán sin darnos importancia —y lo único que me parece raro es la decisión del rector de haberlas traído en un principio.

—¿Y si cometió un error? —Dovey preguntó temerosa —¿Y si las puso en las escuelas equivocadas y pasa algo horrible? Él nunca lo va a admitir. Nos va a culpar a nosotras para quedar bien ¡Y tú sabes bien lo que pasaría!

—no fue un error —Lady Lesso negó segura.

—Wow, me encanta el chisme —mi hermana hablo llamando la atención de ambas que se giraron a vernos —¿Pero esto que tiene que ver con nosotras?

—nada —Lady Lesso se adelantó —Pero lo siguiente si.

—Sucede que ustedes son son de las pocas que pueden hacer gran magia antes del famoso “pinchazo” —Continuó Clarissa Dovey —eso llamó nuestra atención pero luego encontramos algo.

—Nadie puede entrar al lugar del rector —Continuó la pelirroja —Pero la pluma pareció alocarse la noche de ayer y escribió algo en una hoja de su nuevo libro que alguien arrancó.

—La hoja fue lanzada, pero las hadas la tomaron —mi directora sacó una hoja con bordes dorados de su vestido —una profecía.

—¿Una profecía? —hablé por primera vez sorprendida —Pero ella escribe cuentos, no profecías.

—esta profecía era parte de un cuento, pero al parecer no querían que lo leyeran en el otro mundo o este, no lo sabemos bien —Continuo Dovey.

—no es una profecía cualquiera, es una profecía de sangre —Lady Lesso alzó su cabeza al decir aquello. Abrimos los ojos sorprendidas.

—¿Cómo la magia de sangre? —Mi hermana casi bufó.

—La magia de sangre viene de la mano con las profecías —Le respondió e hizo un movimiento con su mano de uñas largas para darle un asentimiento a Dovey que comenzó a leer.

—“Cuando por dos hermanos de sangre se desate un terrible desastre... —empezó. Eso me hizo recordar a los dos fundadores de las escuelas —Las escuelas del bien y el mal se perderán”

—Cualquiera que sepa la historia de la escuela lo sabe a eso —Mi hermana interrumpió y golpee su brazo.

—Escuchalas —le pedí y rodó los ojos. Mire a mi directora y asentí para que vuelva a tomar su lectura.

—“Años después, sonarán las campanas por el nacimiento de dos hermanas que arreglaran tal problema —Nos observamos con mi hermana bajó la atenta mirada de Lady Lesso —pesar de que primero perderán para surgir de las cenizas, descubriendo el problema y arrancandolo desde su raíz.

Tome la mano de mi hermana por inercia, las palabras de la directora Dovey sonaban en eco por la habitación y sentía una mirada en la nuca. Voltee buscando algo pero no encontré nada.

—“Por más que una vaya a la escuela del bien y la otra sea llevada a la del mal.” —Terminó y voltee a verla.

—No creerán que se refieren a nosotras ¿Cierto? —Pregunté al segundo riendo nerviosa.

—Claro que si —la morena me respondió al segundo.

—es una ridicules —Mi hermana continuo por mi —nosotras solo venimos a estudiar para que al salir nos elijan para un cuento y esperemos que no sea uno donde nos enfrentemos.

—Ademas, la profecía dice que no ganará ni el bien, ni el mal —continue —¿A caso no es mejor que gane uno? En especial, el bien —Mi hermana me dió un codazo —¿Qué? El mal no ha ganado en más de dos mil años.

—pero han estado muy cerca —Dovey me corrigió y nos señaló. Haciendo referencia a que nuestros padres casi se desvían del bien y se vuelven malos.

—¡Estar cerca no cuenta! —Di un saltito cuando Lady Lesso se molestó.

—Esta vez ganaremos, puede que las lectoras sean unas mediocres, en especial Sophie, su estadía perjudica una victoria del mal —Mi hermana se cruzó de brazos y la mire mal —pero, directora, me tiene a mi. La hija del hielo en persona, ganaremos.

—Te olvidas que hay una hija del hielo en la escuela del bien, también —Me señalé indignada.

—tú haces copos de nieve, yo hago pinches de hielo —Corrió su pelo con egocentrismo. Lady Lesso y Dovey hicieron una mueca dándole la razón.

—¡Eso no entra en discusión! —Termine negando repetidas veces —quiero ir a dormir a mis aposentos ¿Puedo? Agatha se mete en problemas sin supervisión.

—si, las tres brujas de mi dormitorio matarán a Sophie si no vuelvo y me da pena —Mi hermana me dió la razón.

—¡Eso! —Dovey nos señaló —mantenganlas vigiladas y tendrán recompensa.

Me mire con mi hermana y ella aceptó al segundo, yo igual, en realidad, solo quería ser amiga de Agatha pero me vendría bien evitar reprobar.

—Henna, nos vamos —Lady Lesso retrocedió sonando sus tacones.

—te veo luego —mi hermana me abrazó con fuerza y sonreí.

—Ten cuidado —besé su mejilla y salieron.

La directora me hizo una seña, dejándome salir de la habitación, juntas me acompaño hasta mi dormitorio.

—buenas noches —Me saludó y cerré la puerta.

Camine en punta de pie tratando de no hacer ruido, llegué a mi cama y me acosté dejando mi corona a un lado. Me dió vagancia cambiar mi vestido, en la mañana me bañaría.


—Buenos días, queridas ¡Abran los ojitos! El primer evento de este semestre “el baile para siempre” será en solo dos semanas y aún tienen mucho que aprender.

Me levanté al oír la voz de la directora de la escuela del bien al rededor de toda la escuela. Abrí los ojos, pero me senté y lo primero que vi fue a una Agatha muy desarreglada a mi lado. Su cama era la última.

—Buenos días, buenos días, buenos días —se saludaron las princesas hasta voltear a nosotras.

—buenos días —salude algo confusa, cuando Beatrix no estaba eran muy amables, votee a Agatha —Buenos días, Agatha —salude al unísono que las otras chicas.

Agatha solo nos ignoró y sonreí divertida. Decidí solo destaparme y camine a tomar mo ropa, para así ir al baño, siendo la primera en tomar una ducha. El agua era tibia, llena de rosas y perfumes, algunas hadas se colaron por la ventana y traían velas para que pudiera bañarme en un ambiente más cómodo.

Cuando termine, ellas se encargaron de limpiar todo y salí alisando mí vestido con mis manos, a penas puse un pie afuera, la presencia de Agatha casi me hace caer. Estaba frente a mí ceñuda.

—no quiero sonar grosera, ni molesta, pero si estarás todo el día con las cejas así vas a arrugarte —Señalé pasando a su lado.

—¿Y cómo están mis cejas? —cuestionó confusa.

—Así —imite su expresión, pero yo no era intimidante cómo ella así que solo logree que se ría un poco —que linda risa, Agatha.

—¿Eso cre...? —Me miró pero a los segundos negó —no, oye, vengo a hablarte de algo que sucedió anoche.

—¿Te hicieron algo malo mientras no estaba? —pregunté preocupada sentándome frente a mí espejo.

—si, ¡Pero ese no es el caso! Me encerraron y escape por la ventana para ir a... —comenzó a explicar.

—¿Te escapaste por la ventana? —La mire sorprendida.

—si ¡Pero ese no es el caso! Sucede que fui a buscar a Sophie y tuvimos que ir donde el rector... —Siguió explicando pero le volví a interrumpir.

—¿Viste al rector? —Pregunté curiosa, no se sabía quién era el rector.

—si ¡Pero ese no es el caso! Deja de interrumpirme —me señaló amenazante y me encogi en mí lugar —Él nos habló de que Sophie podía estar en la escuela equivocada pero para comprobarlo ella debería dar un beso de amor verdadero, algo sobre... “Todos los besos tienen un precio” no lo sé ¿Podrías ayudarnos?

—ahm, creo que podría ayudar, si —acepté encogiéndome de hombros —eres mí única amiga aquí.

—¿Soy tú amiga? —preguntó sorprendida.

—claro que sí —Sonreí girando para tomar el labial de fresa y aplicarmelo —ire a la biblioteca, tal vez las hadas ayuden.

Ella asintió alejándose, y sonreí pensando en cómo podría ayudarla. Los libros debían tener algo, por supuesto que si.

Me senté abriendo el libro de la historia de las dos escuelas. Me encontraba en un banco en el jardín, cerca del lago.

En nuestro tiempo libre, las princesas iban de aquí para allá, simplemente luciendo bonitas. Los príncipes paseaban moviendo su cabello cuál galanes o practicando con espadas.

Agatha había preferido quedarse en el cuarto, buscando la manera de contactar con Sophie o sobrevivir a la escuela, yo decidí ayudarla. Por eso leía sobre las escuelas y cómo ella podría pasar a la escuela del mal o Sophie a la del bien. Pero lo hacía fuera del cuarto.

Podía escuchar los sonidos de los pájaros aleteando por allí, incluso unas hadas se acercaron y se posaron en mis brazos y movían las páginas del libro cuando terminaba de leer haciéndome reír.

—Hola...

Alcé la vista, notando a Tedros que tenía las manos detrás de su espalda baja y sonreía tiernamente. Dos de las cuatro hadas fingieron caer desmayadas y las otras dos parpadearon múltiples veces haciéndolo reír.

—Hola —Salude sonriendo. Me moví a un lado y se sentó en el espacio libre de la banca de piedra.

—¿Cómo estas? ¿Eres una princesa en peligro que necesita ser rescatada por un no le príncipe o eres una simple bella chica que solo lee? —Alzó las cejas curioso y baje la vista tratando de no sonrojarme. Agradecía que mi cabello tapaba mis orejas, seguramente, coloradas.

—Solo leo —cambie la página.

—Que bueno, porque así en lugar de sacar la espada para protegerte, puedo otorgarte está flor —Dejó un lirio sobre mi libro. Lo tome riendo un poco —¿Que lees?

—historia de la escuela —Me encogi de hombros —¿Sabías que los cupido de piedra que hay en las cornisas se vuelven humanos cuando hay alguien allí? Para echarlos —mostré el dibujo en el libro, de un cupido pequeño que luego se transformaba en uno gigante.

—no, que... Espeluznante —Reimos juntos —Pero interesante ¿Te molestaría leer en voz alta? —Lo mire ceñuda —Es que... Cuando lees pareces meterte en tú burbuja y me gustaría entrar contigo.

Mordí el interior de mis mejillas pero asentí, bajamos de la banca de piedra y nos sentamos en el césped. Él se acostó sobre mi regazo, encima de las telas esponjosas de mi vestido y comencé a leerle sobre los secretos de la escuela.

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