". . . 01
—“. . . Escuela del bien y del mal.
ESTABA SENTADA mientras el carruaje avanzaba, mis mechones castaño claro rebotaban un poco por el brusco movimiento sobre las piedras del camino.
Solté un sonoro suspiro mientras corría la mirada hasta un lado, a la ventana, viendo a dónde me dirigían, a absolutamente la nada. Estaba en medio de la nada.
—¿Por qué tengo que venir a esta escuela, madre? —me queje sin girar mi rostro.
—yo también vine a tú edad —me reapondió mi madre, la reina del hielo y la nieve en su cuento —Igual que tú padre, al salir, la pluma podría escoger te para hacer una gran historia. Cómo me eligió a mi. Y tú hermana también viene.
—Si, pero a la escuela del mal —Papá la llevaría hasta donde un pájaro de huesos la buscaría. Pronto, sonreí burlona al procesar lo que dijo —¿Una gran historia? —La mire —¿Te parece una gran historia la de la chica que se cortó la lengua y su cola para conseguir pies solo por amor?
Elsa hizo una mueca que me provocó una sonrisa y reimos suavemente hasta que mi pena volvió. No quería alejarme de mi hermana.
—no quiero ir, esa escuela no es del bien —mamá negó cuando hablé. Al menos mi hermana hacía mal sin mentiras, la escuela del bien lo hacía indirectamente —¿Transformar a alguien solo porque reprueba tres veces? ¡Es preferible que lo cambien de escuela al no encajar! O devolverlo a su hogar ¿Qué clase de “bien” hace eso?
Mamá tomó mis manos al compás de que el carruaje frenó, justo delante de unos hermosos rosales.
—Entenderas que la escuela con el paso del tiempo tuvo que adaptarse, si eres la mejor tal vez te den una historia cómo la mía, y estoy segura de que lo serás —puso una mano en mi mejilla —porque eres la chica más hermosa e inteligente que esa escuela vera, y si no cambias por ellos... Entonces cambialos a ellos —Sonrió con dulzura.
Me resigne sonriendo y abri la puerta para bajar, con la ayuda de un viento helado, mi equipaje acabó a mi lado. Mire sobre mi hombro a mi madre que saludó y se fue en el carruaje, dejándome.
Mire a los lados hasta que unas hadas llegaron. Tuve que contener mi emoción al verlas, eran tal cómo mamá había dicho. Las hadas me sonrieron e incluso acariciaron mi cabello maravilladas.
Entre varias me tomaron y elevaron con ellas tan alto que traspasamos las nubes. Reía encantando los oídos de las hadas que sonreían, mamá dijo adoraban cuando la princesa que venía no era asustadiza y se emocionaba cuando volaba.
Cuando subimos demasiado, abrí los ojos sorprendida y risueña al ver las dos escuelas ya, una brillosa y hermosamente linda mientras otra estaba oculta tras nubes oscuras y ladrillos grises, apagada.
A esa, en unos minutos, llegaría mi hermana.
Las hadas me dejaron con suavidad en la entrada de la escuela del bien, justo en las escaleras de la entrada. Dejando mi equipaje también a un lado.
Las demás princesas también llegaron a los segundos, se vieron entre ellas felices hasta que voltearon a verme y prosiguieron a ignorarme.
Suspiré. La mayoría se conocía desde niñas, yo viví aislada y con mi única amiga que era mi hermana.
Ellas comenzaron a adelantarse pero me tomé mi tiempo para respirar tratando de regular mi respiración. Iba a dar un paso cuando di un saltito al oír un ruido de un golpe sordo luego de un fuerte grito.
Voltee a ver las flores rosadas del jardín y allí note a una muchacha de vestimenta algo varonil junto a un enorme, ruloso y esponjoso cabello.
—¿La trajo un pajarraco de la escuela del mal? —Preguntó una de las chicas acercándose con el resto, tome la delantera acercándome primero hasta la chica.
—¿Está viva? —Preguntó una de rulos, en verdad eran bonitas.
Luego de decir eso, la chica se sentó de golpe y retrocedimos un paso por inercia. Se miró, su cabello tenía hojas y ramitas, a su lado voló un hada que al parecer había aplastado.
—¿Estás...? —antes de poder preguntarle, ella gritó y golpeó al hada cuando notó su presencia. El hada chocó contra una estatua del jardín.
Ahogue una exclamación sorprendida y me agache a levantar a la pequeño criatura que se tocó la cabeza.
—¿Acaba de matar un hada? —preguntó una de las chicas. Sonreí al ver que la pequeña criatura estaba bien y me sonreía para luego fulminar a la morena despeinada.
—¿Una qué...? —balbuceó viendome a mi y al hada.
—Un hada —reí suavemente sin contenerme, el hada alisó su vestido y se levantó de mis manos, la desconocida la quiso tocar pero la mordió y volví a reír de ternura sin contenerme.
—¡Ah, estúpida! —Alce las cejas sorprendida ante su vocabulario.
—pobre, se perdió —La que estaba en medio de las chicas habló, me levanté limpiando mis rodillas algo incómoda.
—si, creo que eso era obvio —se defendió caminando para salir de encima de las flores. Las princesas retrocedieron como si tuviera peste y yo solo me agache a tratar de levantar las flores que no rompió —¿Cómo me voy de aquí?
—agh, ¿Qué es esa cosa? —Una princesa la miró con asco.
—creo que es una bruja —volvió a hablar la que parecía al mando.
—crei que era un troll —Una tierna pelirroja con mirada tierna habló y rodee los ojos.
—yo diría que un demonio —Una morena de trenzas habló.
—tal vez mitad jorobada —Parecia ser de ascendencia asiática la que tuvo turno de hablar.
—¿Joroba? Yo no tengo —Habló entre dientes y me levanté para ponerme a su lado.
—No tienes joroba —me miraron —Tampoco pareces esas criaturas que ellas nombraron, de hecho, creo que por lo perdida que estás eres una lectora.
—¿Una lectora? —me miró ceñuda.
—una lectora —Repetí poniéndome a un lado de las chicas. La lectora quiso avanzar hasta mi, no me movi, pero las que estaban detrás de mi retrocedieron.
—no sé que es eso pero ¿Cómo puedo pasar a esa escuela? —señaló la escuela del mal. Dónde iba Gehenna.
—lo supuse por el olor, es una nunca —habló nuevamente la rubia de rizos.
—tienes aroma a normal —Corregi antes de que se moleste más de lo que ya parecía —Y esa —señalé la otra institución —es la escuela de los nunca, la escuela del mal.
—Allí va mi amiga, pero ella no es mala —Me miró suplicante, las trompetas sonaron.
—ay, cómo sea, las hadas se la llevarán —La de rizos dorados nuevamente habló y rodee los ojos, Henna ya la hubiera golpeado —Tú, niña bonita, vamos.
—Esta perdida —señalé a la lectora y ella rodó los ojos.
—cómo sea, vámonos —Las chicas fueron detrás suya. Suspiré y voltee a ver a la de rizos.
—Tal vez podamos ir con la directora, si se equivocaron podrías ir con tú amiga —le tendí mi mano.
Ella observó mi mano, resopló quitando uno de sus mechones alborotados de su frente y la tomó resignada. Camine guiandola.
Cuando entramos al enorme castillo que era la escuela, un hada se puso delante nuestra.
—disculpe, pequeña y bella amiga —la llame y volteó a vernos —¿Podrías guiarnos dónde la directora...ehm... Dovey? —Ella sonrió, volando en esa dirección. Seguí guiando a la lectora.
—¿Qué es una lectora? —preguntó luego de unos pasos.
—Es de tú mundo, vienes de otro mundo ¿Cierto? —La mire curiosa.
—eso creo —observaba las paredes confundida. Eso me decía que tenía razón.
—Los llamamos lectores porque solo tienen la suerte de leer las historias de nuestro mundo. ¿Conoces a Blancanieves? —ella asintió —ella estudió aquí —bufó cómo si fuese un chiste y aplane los labios.
—¿Lo dices en serio? —asentí.
—Me llamo Kassia, por cierto, hija de Elsa y Jack Frost —Me miró incrédula —¿Cómo te llamas?
—Agatha —Sonreí ante su nombre. Le quedaba.
—Bueno, Agatha, bienvenida a la escuela del bien. Que por cierto, me estoy perdiendo “la presentación de las princesas” por guiarte —reía suavemente y desvió la mirada.
Pasamos por las escaleras arriba. Incluso pasamos por una puerta abierta, frene al ver a los muchachos allí. Ellos estaban practicando la entrada que darían.
Había un muchacho que estaba jugando con una espada que brillaba, por esa razón destacaba entre el resto que practicaba, un chico pelirrojo y tierno lo emoujó logrando que él suelte la espada que dejó de brillar. Cayó cerca nuestra.
—oh, lo siento —se disculpó avergonzado el pelirrojo.
—no pasa nada —le sonrió amablemente y jure ver un brillo en su sonrisa.
Solté la mano de Agatha para avanzar y tomar la espada del joven, la espada brilló nuevamente y sonreí. Cuando alcé la mirada, el muchacho estaba frente a mi, sin parpadear.
—lamento interrumpir, nos perdimos —Admití avergonzada, dándole el arma. Él la tomó sin hablar.
—Brilló... —susurró y incline la cabeza confundida, aclaró su garganta —ahm, lo siento, soy Tedros. Hijo de el rey Arturo.
—Kassia, hija de Elsa y Jack Frost —Tendí mi mano, él la tomó y la subió hasta besar el dorso. La retire avergonzada.
—Un placer, Kassia —Retrocedi hasta tomar intentar tomar la mano de Agatha, pero voltee confundida cuando no la vi.
—¿Agatha? —Escuche a “Tedros” llamarme pero lo ignore. Oí unos gritos y Vi a Agatha ser llevada por las hadas —¡Agatha!
—¡Kassia! —gritó asustada.
Tome los pliegues de mi vestido y me apresure a tratar de alcanzarla. Tuve que subir al menos dos escaleras, tratando de no cansarme hasta llegar a unas enormes puertas donde dejaron a Agatha en el suelo, detrás de ella, todas las princesas voltearon a vernos molestas.
—¡No vuelvan a tocarme, nunca! —Agatha señaló amenazante a las hadas. Estás le gruñeron —ay, bueno, ¿No se suponía que las hadas eran buenas?
—Si, pero les caes mal —Me reí llegando a su lado. Mire a las hadas —tranquilas, yo la guiare, vuelvan a sus tareas. Las flores del jardín fueron aplastadas —Por no nombrar a Agatha. Ellas me sonrieron y se alejaron. Me gire a Agatha.
—¡No me dejes sola! —Me rogó, pero su mirada fue a las princesas —Ay, esto es el infierno.
—Si, pero bonito —Tomé su mano para llevarla a la siguiente habitación.
Allí, la directora Dovey apareció y me pidió que me fuera con las princesas, Agatha me rogó que no, pero no pude negarme ante la presencia de la directora de la escuela del bien.
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