𝐭𝐫𝐞𝐢𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐝𝐨𝐬
De nosotros, hace cinco años.
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Mi mirada yacía perdida a través de aquella ventana, la cual aún transmitía la noche, pero en breve, el gran amanecer que se nos otorgaba como una oportunidad de vida. Bostece, y continué peinando mi cabello en una dona, mientras que luego, apreté las correas de mi uniforme en donde portaría mis equipos de maniobras tridimensionales. Ajuste los cordales de mis zapatos y me senté en el borde de aquella cama, respirando gruesamente. No sé cómo había podido pegar el ojo en toda la noche, y es que, no había nada más que me atemorizara que la expedición que iniciaría justo luego de que el amanecer nos arropara. Hoy era el día en que estuve esperando desde hace cinco años, hoy era el día en que tomaría rumbo a ese hogar que perdí, a ese que me arrebataron cuando vivíamos en paz, aún siendo esclavos de los muros y de vivir con temor de los titanes, pero estábamos en paz. Lleve mis manos a mi rostro, restregándolo para evitar la pesadez de mis párpados. No había podido dormir, y es que, juraba soñar con aquel día en que mi hogar fue destruido. Ni siquiera pude ver mi casa, ni siquiera sé si estaba destruida o intacta.
Me quede en el borde aquella cama, la brisa de la ventana abierta me transmitía algo de calma, pero aún no era capaz de cesar lo que sentía. Era inevitable, y es que al adentrarme nuevamente a esos muros, el rencor y el remordimiento me cegarían, no sabría sobrellevar el cargo de conciencia que me ha perseguido todos estos años. Mire mis manos, tapadas por aquella camisa manga larga negra, y es que era la única que usaba esta camisa oscura. Aunque era capaz de ver a través de la tela, como si recordara cómo se sintió que sus uñas rascaran mi piel con la intención de salvarme. Sus ojos azulados estaban húmedos frente a mi, ella tenía miedo, y no hice nada para salvarle ese día, solo observar cómo su cuerpo explotaba y su sangre sobresaltaba por los cielos. Si, aún era capaz de describir el horror que viví cuando era niña, hace cinco años. No podía superar en cómo la perdí, y es que aunque no estuviese sola, le extrañaba Los pasos leves me alertaron, y es que alce la mirada para observar cómo Mikasa Ackerman se adentraba a la habitación, preparada y mirándome. Ella se acercaba a mi, y me miraba, como si me examinase.
-¿Estás lista?-me preguntó curiosa, acercándose hasta mi cama, y sentándose justo en frente, donde estaba colocada la suya.
-No lo sé.-dije en un suspiro, mirando la ventana y dándome cuenta que los colores del cielo nocturno empezaban a cambiar.-Volver allá es... -me quede en silencio, mirando la ventana y el horizonte, sin saber cómo continuar describiendo el como era volver a mi hogar.
-Como volver al principio.-indicó ella, serenamente, a lo que tan solo asentí, sin aún mirarle.-Lo sé.-expresó.-Pero es por eso que estamos aquí, para recuperar lo que perdimos, hace cinco años.-me alentaba con esa seria voz, y con esa fría expresión, y es que verdaderamente era una Ackerman.
-Aún no nos vamos, y siento que mi mente se está haciendo añicos. Es como si tuviese miedo.-le expresaba, viendo como ella me escuchaba.
-Yo también tengo miedo.-me respondió, a lo que yo veía mi pierna subir y bajar de manera rápida, era un tip nervioso.
-No pude pegar ni el ojo.-dije ante transmitir un leve bostezo.-Siento todo mi cuerpo pesado, estoy cansada, y deseo evadir esta realidad, pero no puedo, es para lo que nos hemos preparado todos estos años.-hablaba, de manera fluida.-No sé si estoy lista.-dije con honestidad, mirándole.-No sé si pueda sobrellevarlo.-indique, llevando mi mirada a mis manos, cabizbaja.
-Has podido sobrellevarlo hasta ahora.-comentó.-Kira, ¿has visto en lo que te has convertido?-me preguntaba, pero tan solo me mantuve cabizbaja.-Creciste junto a tres extraños niños, a quienes nunca pensaste querer tanto como ahora. Hace cinco años te conocí, y ambas, estábamos marcadas por trágicos traumas, pero aquí estamos, juntas.-su mano toco la mía, la cual estaba colocada en mi rodilla, y continué sin mirarle aún.-Creciste, aprendiste y has sabido sobrellevar mucho. ¿Pensaste alguna vez que podrías hablar o ser como eres ahora? ¿Pensaste que no serías el gran soldado que eres?-preguntaba, pero no respondía.-Estamos en el escuadrón especial de Levi, aquel a quienes los pueblerinos idolatran como el soldado más fuerte de la historia.-expresaba, a lo que yo, sonreía de lado.-Luchamos juntas, porque somos igual que él, porque Armin y Eren también lo son.-apretaba su mano con la mía, con fuerza, y la movía de manera alentadora.-Vas a levantarte, y vas a venir, porque recuperaremos lo que nos arrebataron, sin importa qué difícil sea, o que tengamos que empezar de cero, pero lo haremos, porque de nosotros hace cinco años, al menos hoy en el presente; nos tenemos.-se levanto, palmeando mi mano, y quedando parada, a lo que tan solo me levante, para así, caminar a su lado, sintiendo un leve poder; como si ella me lo hubiese podido transmitir.
Camine a su lado, como camine durante estos cinco años, sabiendo que realmente, habíamos estado esperando esto con anhelo, pero aún así, no podía describir como se sentía mi interior. Yacíamos luego de un rato en la cima del muro, junto a cada uno de esos soldados que acompañarían a este escuadrón del cuerpo de exploración, a recuperar el primer distrito destrozado por los titanes, ese que quitó la paz de la humanidad, aquel que había arrebatado las ilusiones de esperanza a esos seres vivos, o la inocencia de los niños que pudieron sobrevivir, y entre esos niños, aquellos con quienes estaba en la cima observando el horizonte y como el sol nos empezaba alumbrar. Los cuatro estábamos parados, esperando a que diera inicio a esta expedición, y es que, de nosotros hace cinco años, este era el momento por el cual luchamos para sobrevivir. La gente había balbució, nos idolatraban y alentaban, me hacia sentir el pecho inflado, y es que, tener esta verde capa con las insignias de las alas de la libertad, me hacía sentir con un poder indescriptible. La gente nos miraba, nos gritaba y entre ellos, los niños. Era placentero verles, ver cómo admiraban e idolatraban.
Verles me recordaba a lo que éramos hace cinco años, y en cómo, veíamos siempre las filas de este elite con admiración, sin imaginar, que seríamos parte de la clave mayor para recuperar la libertad. Sentí una potente energía en mi interior, y es que, escuchar el grito de adrenalina que expresó ese comandante, cuyo llevábamos la misma sangre, me hizo sentir más que orgullosa de su postura, pero algo en mi interior se apretó cuando él sonreía, dándome la espada para dar inicio a esta expedición. Me quede parada, viendo como él me daba la espalda y como continuaba, algo en mi pareció sentirse frágil, y es que había un miedo que no podía descifrar. Solo me monte en aquel ascensor, y vi como él se montaba a otro. Nuestras miradas aún no se cruzaban, pero al menos, estábamos aquí, juntos. Luego de bajar aquellos ascensores, me monte en el caballo con facilidad, sintiendo alivio en mi pierna ante el leve descanso que le había dado. Me acomode, y mire aún lado, les vi a mi lado, como habían estado estos cinco años. Sus ojos me miraban, y por un instante, los cuatro nos asentimos. Se sentía como si estuviera recuperando imágenes de un pasado, aquel que nos había unido, y es que mirándoles, se me hacía el alma una melancolía.
-No sé ustedes, pero siento que me meare encima.-sonrió Eren, alegrando un poco el tenso ambiente que nos acorralaba.
-Bueno, no eres el único.-expresó Armin, uniéndose a él, mientras que nos mirábamos.
-¿Están listos?-pregunto Armin, creando que nuestra atención fuese hacia él.-Volveremos a nuestro hogar, se siente irreal.-expresaba, a lo que Eren, Mikasa y yo, le mirábamos y asentíamos.
-Es hora de saber la verdad de este mundo.-Eren miró su llave, aquella que colgaba en su cuello.-Así que, vamos a hacer esto, juntos.-indicó, mientras que los cuarto acercábamos los caballos en un círculo alrededor.-Y es que aunque me cueste la vida, pelearé a tu lado. Aunque deba sacrificarme, pelearé a tu lado. Y es que aunque el mundo se nos abalance encima, pelearé a tu lado. Aunque me cueste la vida.-nuestros manos estaban unidas, y dábamos referencia a esa promesa, de nosotros, hace cinco años.
Deje de sentir el tacto cálido de sus manos, y nos aislamos. Más allá de ellos le visualicé, él estaba montando en su caballo, su expresión estaba seria y fría. No le había visto, no desde hace dos días, cuando nuestros cuerpos bailaron al ritmo de la luna. Levi estaba ahí, aún lado de mi hermano, y es que él tenía su mirada en algún punto que no era yo, aunque tampoco era nadie, tan solo parecía examinar su horizonte. Apreté las cuerdas de mi caballo cuando visualicé como Erwin nos alentó a continuar, y los caballos avanzaron a un ritmo espontáneamente rápido. Cabalgábamos todos en filas, éramos montones de soldados, dirigiendo sus vidas y corazones a esa expedición, a esa que anhelaban tener desde hace cinco años, desde el día en que aquel muro cayó. La tierra se levantaba del suelo, y es que eran tantos caballos que podía ver en forma de polvo. Más allá, pude cruzar con sus ojos, cuando estábamos en la misma línea, pero en diferentes extremos. Sus grises ojos y los míos se rozaron, pero él, al igual que yo, continuamos con lo que nos tocaba. Aún así, recordé esa noche bajo la luna, en cómo mi cuerpo y el suyo bailaban en una suave danza.
Continué cabalgando, con la intención de dejar de pensarle, y es que, sabiendo cómo terminaría este futuro, y en donde terminaría yo, me dolía, me dolía más que nada. Y es que ante su cercano, sentí esa punzada, esa jodida punzada en mi cabeza. Y es que a mi lado, yacía Eren, como siempre. Mis ojos le miraban, y examinaban su expresión, la cual al igual que la mía, transmitían la desesperación en medio de una ansiedad por saber lo que nos toparíamos cuando llegáramos a ese muro. Aún éramos capaces de recordar cómo se nos fue arrebatado todo en un parpadeo, en cómo perdimos todo, y nos dejaron sin nada. Volveríamos con las manos vacías, justo de la misma manera en la que no fuimos, pero al menos teníamos la sensata esperanza de que podríamos recuperar lo que alguna vez fue nuestro hogar. Mis pensamientos estaban revueltos, y es que hoy más que nunca, me sentía nostálgica ante los recuerdos yacentes que viví en ese distrito, los días y las noches, los amaneceres y los atardeceres, en donde solía ser un poco inocente y más que nada, una niña. Aún habían días en donde me recordaba, y es que Mikasa, quien estaba al extremo de Eren, tenía razón.
Había podido sobrellevar lo que no se podía cargar en aquel tiempo, había perdido a mi madre, había perdido todo y aún así, continué aún lado de ellos, luchamos cada día y ahora, estábamos aquí. Me sentía orgullosa, no tan solo de mi persona, si no, también de ellos. No sabía que nos traería el futuro, aunque si, solo sabía el futuro que me traería con aquel que eligiera para estar a mi lado, pero me era imposible aceptar cual sería mi destino. Continué mirando a Eren, y continué visualizando en mi mente aquellas imágenes que sus ojos me habían mostrado, ¿era así como terminaríamos Eren? Me preguntaba a mi misma, sintiendo mi alma retumbar. Sus ojos y los míos, se cruzaron, y tan solo le mire, cabalgando a su lado. ¿Ese sería el costo de amarte? Me preguntaba, ¿valdría la pena escogerte? Deje de mirarle, y me adelante un poco, intentando de continuar en mi objetivo, sabiendo la fractura que se crearía ante mi decisión, sabiendo cómo destrozaría un alma pura, que pese a sus demonios, me querría. Más adelante de mi, Levi cabalgaba, él también estaba enfocado y no se detendría ante su objetivo.
No sé en qué momento, pero la noche nos había arropado, y era obvio, el camino al muro María era bastante largo. Iba recostada de aquel caballo, mientras que Armin le guiaba, incluso al suyo, él estaba caminando. A mi extremo izquierdo yacía Sasha recostada, y Connor caminaba con su caballo y con él de ella, aún lado de Jean. Mientras que en el extremo derecho del mío y del de Armin, Mikasa y Eren estaban caminando sosteniendo sus propios caballos. Yo estaba cansada, y es que, no había pegado el ojo la noche anterior. Sentía pesadez, y gratitud ante cómo Armin, aún cansado, caminaba sosteniendo su cabello y el mío. Le miraba, él sostenía aquella linterna, sin dejar de tambalear. Sabía que tenía miedo, y que la ansiedad también le estaba consumiendo. Incluso a su lado, la esperanza de la humanidad, tenía miedo. La linterna de Eren tampoco dejaba de tambalear, él también tenía miedo, y es que, yo también. No era por la fría noche, era por saber que estaríamos cerca de nuestro hogar, y que no sabríamos cómo sería volver a estar ahí, yo también tenía miedo, de volver a donde todo había empezado. Escuche leves pisadas a mi extremo izquierdo, y con la poca iluminación, la distinguí.
-Aquí estás.-visualicé a Aster a mi lado, ella sostenía una linterna y alumbra.-¿Cómo estás, vaga?-me preguntó, en referencia a te verme recostada del caballo.
-¿Y qué mosca te pico?-le pregunté con una voz cortante y fría, y es que ella, no era de las que se preocupaba, pensé que lo había dejado claro hace dos varios días atrás.
-Vaya, pensé que habíamos hecho las pases.-me hablo de manera sorprendida, pero no era así, estaba siendo burlona.-Rencorosa.-añadió, ella me recordaba a Ymir.-¿Cuando lo vas a superar?-me preguntaba.-Al fin y al cabo, la que me dio una patada en el cuello aquel día, fuiste tú. Debería golpearte y dejarte aquí tirada.-exclamó.
-Me recuerdas a una compañera.-le expresé, viendo como ella alzó una ceja y me miró.-Ya no está.-le conté, antes de que pudiera preguntar quién era.
-¿Murió?-pregunto curiosa, y tan solo me encogí de hombros, realmente no sabía.
-No lo sé.-le respondí, sabiendo que Ymir se había ido con Reiner y Berthold, ya ella no estaba aquí, y también la habíamos perdido.-Espero que no.-exprese, con un anhelo.
-Bueno, si de ser así, lo lamento.-me indicó caminando aún lado de mi caballo, con una expresión seria.
-Ella era como tú.-volví a decirle.-Fría, gruñona y burlona. Siempre estábamos peleando.-le explicaba, recordando a Ymir.-De hecho, una vez en la escuela militar, nos entramos a golpes.-sonreí de lado, viendo como Aster también sonrió.
-Te ves algo ruda, no me sorprende.-me expreso.-Pero todos tenemos un porque, de porque somos así, al igual que tú.-me decía, esbozando su sonrisa y colocando esa seria expresión.-No eres tan feliz que digamos.-comentó.-Me refiero a que también has tenido tus mierdas.-decía, mirando adelante, mientras que yo si le miraba.-En fin, me acerqué porque sé que provienes de ese distrito del muro María, supuse que debías estar algo ansiosa.-decía.-Es para que veas que soy buena onda.-añadió, a lo que rodee los ojos.
-No me digas, ¿no te dura mucho?-pregunté curiosa, viendo como ella hacía una mueca y encogía sus hombros.
-No es mi estilo.-me arreglo, a lo que asentí.-Tómalo como que me caes bien.-me explico.
-Estoy ansiosa, pero no hay nada que me calme más que volver ahí. No sé que haremos si esto no funciona, pero haré todo lo que pueda.-le conté, viendo como ella asentía.
-¿Por qué tiemblas Eren? ¿Tienes miedo?-eleve la mirada ante la voz de Armin, visualizando como Eren tenía su mano en la otra, la cual sostenía la linterna para que dejase de temblar.
-Por supuesto que no, solo tengo frío.-defendió Eren su postura, mientras que a mi lado Aster provocó una mueca con su boca, creando un sonido de burla.
-¿De verdad?-le pregunto Armin dudoso.-Porque yo tampoco puedo parar de temblar.-le dijo, enseñándole como su mano temblaba-¿Ves?-le preguntó.-¿Alguna ves te han dado miedo los titanes, Eren?-le añadió aquella pregunta, dejando de mostrarle su mano.-Porque lo más normal es que nos aterren.-nos expresó, mientras caminábamos.-Recuerdo que la primera ves que enfrente a uno, me quede paralizado por completo, pero tu junto a Kirah, me sacaron de la boca de aquel titán .-si, aún recordaba aquel día y como mi corazón se desprendió en tantas leyes, fue un día doloroso y de muchos retos.-¿Como fueron capaces de hacer algo así?-pregunto, pero me mantuve en silencio ante eso.
-Porque me acordé de cuando me enseñaste aquel libro.-le respondió Eren.-Hasta entonces, no habría pensando qué habría más allá del muro María, me dedicaba a ver pasar las nubes por el cielo. Hasta que te oí hablar aquel día, hasta que vi tus ojos. Tú soñabas y eso te hacía feliz, mientras que yo, no tenía nada.-musitaba, recordando aquellos días.-Entonces descubrí que no era libre, que que vivía en una jaula en medio de un mundo inmenso, porque unas criaturas incomprensibles le habían arrebatado la libertad, en cuanto lo supe; me negué a permitirlo.-expresaba, mientras que le escuchábamos.-Aún no se porque, pero si es para recuperar mi libertad, siento que la fuerza puyé en mi interior.-Eren dejo de temblar, y tan solo continúo alumbrando el camino.-Muchas gracias, ya me siento mejor.-le agradeció a Armin a lo que este, sonrió.-A lo mejor el año que entra para estas fechas, ya estaremos viendo el mar.-le indicó.
-¿Y tú, por qué le salvaste de aquel titán sin sentir miedo?-me preguntó Aster, a lo que ellos me miraron, mientras continuaron caminando.
Mi mirada se quedó perdida, y es que, no supe cómo contestarle a Aster ante su pregunta, pese a que ellos esperaban una respuesta. Me quede mirando a Armin, quien me daba la espalda y esperaba, pero él no se imaginaba que mi mente se transcendía en el pasado. No vi a través de sus ojos, vi a través de mis recuerdos aquella viva imagen. La luz del día daba, y yo, corría fatigada por los callejones de aquel distrito de Trost. Intentaba ver a través de los niños, buscando una caballera rubia algo revuelta, pero Armin, no estaba por aquí. Llevaba más de una hora buscándole, estaba preocupada, y ya nos habíamos dividido por todo el distrito, con la intención de hallarle. Continué corriendo, pasando a través de la gente, quienes me gritaban ante mis bruscos empujones. No conocía mucho de este distrito, y es que, solo habían pasado meses desde que nos habíamos refugiado aquí. Mi cabello estaba suelto, y mi traje, algo desgastado, me dolían las piernas por la poca fuerza física, pero aún así, continuaba corriendo. A través de algunos árboles de ese gran patio, pude verle, sentado y con su cabeza escondida entre sus piernas. Retome aire, y avance, viendo aquel hermoso lago, y supe, que estaría ahí.
-Armin.-le llame en voz baja, viéndole cómo escondía su cabeza, mientras que continuaba acercándome.-Aquí estas.-le indique, sintiendo como mi pecho subía y bajaba.-Eren y Mikasa te estaban buscando.-le contaba, con un hilo en mi voz, y es que aún, se me hacía difícil hablarle.-¿Por qué estás aquí?-le pregunté curiosa, arrodillándome, y viendo sus mejillas llenas de tierra, él estaba triste.
-Los bravucones otra vez me molestaban.-me contó con una apagada voz, incluso avergonzado, pues intentaba de esconder su rostro.-Me dijeron que no podía ir hacía mi abuelo a decirle para que hablara con sus padres, porque ahora estaba muerto, y me había quedado solo.-le miraba ante eso, y sentí tristeza por él.
-¿Pero por qué no nos dijiste?-le preguntaba entrecortada mente.-Hubiese ido a defenderte, sin importar que. No me gusta que te molesten.-le expliqué, demostrándole mi preocupación.
-Y es que en algo tienen razón, realmente ya no tengo nada. Estoy solo en este mundo.-veía sus ojos llorosos, y como continuaba escondiéndose entre medio de sus rodillas.-Al menos Mikasa y Eren se tienen, sin importar que sea de manera adoptiva, no están solos.-exclamaba, con mucha tristeza.
-Ar-Armin yo también estoy sola.-decía cabizbaja, mientras que me acomodaba.-Me voy a sentar a tu lado.-le dije, sentándome justamente a su lado, mientras que mis manos no dejaban de tocar el césped ante mi ansiedad.-Yo estoy sola también.-decía, recordando en mi mente, las perturbadoras imágenes de mi madre, quien murió frente a mi.-Pero, podemos ser como Mikasa y Eren. Si-si quieres.-él me miraba, curioso ante lo que mi entrecortada voz, decía.-Podemos también ser hermanos de manera adoptiva, y así no vamos a estar solos.-le explicaba, y vi como él alzó su cabeza, para mirarme.
-¿De verdad?-me preguntó, limpiando sus lágrimas, mientras que vi sus azules ojos brillar.-¿Harías eso por mi?-volvió a preguntarme, curioso y sin parecer creerme, lo que me hacía ponerme más tímida.
-Si-si, es, es solo si quieres.-le dije, cabizbaja, sin poder mirarle a los ojos.-Es que nos parecemos mucho, y ambos queremos ir a ver el mar, así que, somos iguales.-le explicaba, tocando su cabello y el mío, nuestros colores eran iguales.-Podemos ser hermanos y así no van a creer que estés solo, me tendrías a mi y yo a ti.-él no dejaba de mirarme con esa emocionante expresión, a lo que me dio la confianza para seguir hablándole.- Te prometo que cuando seamos reclutas y nos adentremos al cuerpo de exploración, recuperaremos el muro María y luego iremos al mar, y tocaremos las olas como decía en ese libro de tu abuelo.-él sonreí, y sus lágrimas se habían ido, pero sus ojos aún estaban humedecidos.
-¡Es increíble!-continuaba exclamando, aún feliz.-Al menos tú me crees. Eren piensa que le tomó por pelo.-sonreí de lado ante eso, y era cierto, Eren dudaba mucho, pero aún así, siempre escuchaba cómo hablaba del mar.-¡Pero si, acepto!-me indicó, a lo que continué sonriendo.
-Ahora seremos hermanos, y siempre nos vamos a cuidar. Así como Mikasa cuida a Eren, o así como Eren molesta a Mikasa.-le explicaba, pero mi sonrisa se esbozó ante ver cómo sus lágrimas empezaron a salir de sus ojos.-¿Por qué lloras?-le pregunté curiosa y preocupada, deseaba no haber dicho nada malo.
-Porque nunca había sentido lo que es tener una hermana.-musitó en tristeza.-Y se siente bien que quieras serlo.-lleve mi mano a la suya, y alce mi meñique en el aire.
-Te lo prometo.-él me miró, y llevo su meñique a mi dedo, sonriendo y apretándolos.-Pero ya no llores, me da mucha tristeza.-le pedí, viendo como él avergonzado limpiaba sus lágrimas.
-¡Eh chicos!-miramos atrás, viendo como Hannes estaba algo agitado, parecía haber corrido.-Los he encontrado.-indicaba, señalándonos, a lo que vimos a través de los árboles a Eren y Mikasa correr hacia nosotros.
-¡Armin!-le gritaron, pero se lanzaron los dos encima de nosotros, a lo que reímos, estábamos siendo apostados por Eren y Mikasa.
-¡Venga, venga! ¡Vamos a comer!-nos exclamó Hannes, alentándonos, a lo que él corrió hacia nosotros para levantar a Mikasa y a mí en sus brazos, y hacer que Eren y Armin nos persiguieran, como si fuésemos damas en a puros.
Volví a la realidad de la noche, sabiendo que el amanecer estaba cerca, pero aún así, mi corazón estaba lleno de melancolía ante ese recuerdo. Yacía mirando a Armin, sabiendo que Aster estaba a mi lado, mirándome y esperando una respuesta a su pregunta, pero me quede aturdida ante ese recuerdo. Armin aún caminaba a mi lado, y claramente sostenía las cuerdas de nuestros caballos, y a la vez sostenía la linterna como podía. Pese a todos estos años, él nunca dejó de cuidarme, ni yo a él, aunque no recordáramos o habláramos de esa promesa que hicimos cuando niños, sin imaginar que estábamos más cerca de cumpliría, que lo que creíamos. Veía como su cabello estaba tapado ante la capa verde, sus manos ya no temblaban, como si el miedo se hubiese ido de su cuerpo. Me quede fijamente mirándole, su mirada estaba puesta en frente, y yo solo le examinaba. Él también había crecido, él había cambiado, y ahora, era más valiente de lo que creía, y no me arrepentía de haberlo salvado, hace cinco años en aquel callejón. Era capaz de recordar cómo levante aquel ladrillo, y se lo lance sin temor a ese bravucón, y es que Armin era más valiente por aguantar. Él, nunca dejó de ser mi hermano, y eso me hizo sentir mal, porque había olvidado el significado de esa promesa. Me había olvidado en el gran significado que tenía esa amistad mía y de él, la de Armin y Kirah, lo que ambos éramos.
-Armin.-le llame, viendo como giraba su rostro y me miraba detenidamente.
-¿Qué ocurre?-me preguntó preocupado, caminando un poco lento para mirarme mejor.-¿Estás bien?-me preguntó, preocupado.
-¿Recuerdas que te prometí que iríamos a ver el mar cuando niños?-le pregunté.-Quien diría que estuviésemos tan cerca.-añadí, viendo como él sonreía.
-Si.-me asintió, sonriente.-No podría olvidarlo.-me respondió a mi pregunta.
-Te prometí que siempre serías mi hermano.-le comenté, viendo como su sonrisa se esbozara, como si creyera que hubiera olvidado eso.-¿Aún lo somos?-le pregunté, y él frunció el ceño.
-¿Por qué preguntas eso?-me preguntó inquieto, a lo que yo tan solo continué recostada del caballo, y le mire.
-Porque siempre serás mi hermano también.-le respondí, viendo como su expresión se relajaba y me miraba detenidamente, se había quedado sin respuesta, y justo cuando iba a decirme algo, Mikasa hablo.
-Este sitio, me suena.-todos se detuvieron, y no tarde en bajarme del caballo, quedando aún lado de Mikasa y colocando mi capucha en mi cabeza, al igual que todos.-Alguna vez vivimos aquí a recoger leña, ¿verdad, Kirah?-me preguntó, a lo que me quede observando el lugar, pero yo escuchaba un río, uno que si se me hacía familiar.
-¡Se ve el pie de la montaña!-más allá, gruyó uno de los soldados, alertándonos.-Y los restos de un camino.-continuaba expresando a lo lejos, a lo que yo miré a mis amigos, quienes también me miraron.
-Si. Casi hemos llegado.-nos indicó Eren, mientras que la tensión crecía entre los cuatro.
-Oigo el agua del río.-expresó Armin, y es que yo también escuchaba.-Hemos vuelto los cuatro.-indicó, mientras que yo, sentí mis manos temblar y como la ansiedad volvería a recorrerme.
Sus miradas y las mías se unían en un mismo sentimiento, y es que no supe que rostro poner, solo se que me di cuenta, que no estaba preparada para enfrentar mi pasado, o esas pesadillas que me perseguían de aquel día en donde todo mi cielo cambio de color. No iba a mentirles, no a ustedes que me leían y sabían mi historia, tenía miedo. Me coloqué en mi caballo al igual que todos, reflejando la luz del amanecer. Cabalgue, sintiendo como mi ansiedad me consumía, estábamos en aquel camino que nos llevaría a ese muro, ese frente a mi. Se podía ver ese gran hoyuelo, aquel que el titán acorazado creó sin piedad, aquel que Berthold realizó sin saber que la vida haría que se topara con nosotros, cuyos cuatro amigos que crearían una hermandad tan fuerte con la que él jamás podría. Y mientras cabalgaba, recordaba a ese día hace cinco años, cómo se escuchó retumbar y como la gente, la cual estaba en paz, sintió pánico por primera vez en mucho tiempo. Mire esos grandes muros, aún estábamos algo distantes, pero pronto estaríamos llegando ahí y no sé qué pasaría, o que nos esperaría, pero de nosotros, hace cinco años, es por eso que estábamos aquí; para recuperar la libertad que habíamos perdido aquel día, en donde nuestro cielo se tornó gris.
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