𝐭𝐫𝐞𝐜𝐞
Lo que no se puede dejar ir.
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Veía aquella capa color verde, la sostenía en mi mano, le tela era suave. A través de la ventana podía ver la claridad del sol alumbrar aquella vacía habitación, si, vacía porque me sentía más sola de lo usual, aunque incluso Eren estuviese aquí; pero como suponía, nada seria igual. Era como si algo se hubiese apagado en mi, la vela que él encendía, estaba apagada pero esta vez, intencionalmente. Continué acariciando la capa, aún no me era creíble que estuviese aquí, que estuviese en donde siempre soñé; el cuerpo de exploración. Veía la alas de la libertad plasmadas como el símbolo de esta elite y es que así era, mi alma estaba cautivada por el deseo de la libertad, de cruzar más allá de estos muros sin temor; de quizás algún día, conoceré el mar que tanto anhelo ver e incluso, sentir. Alce la mirada y vi la ventana nuevamente, la luz brillaba en este día tan soleado. Doble la capa verde y la deje aún lado, lo cual decidí levantarme de la esquina de la cama para acercarme a la ventana. Lo miré fijamente, estaba ahí, limpiando los caballos con una gran delicadeza; lo hacía con cariño. Su noble corazón siempre estaba ahí, sin importar cuán cegado estuviera. Eren no se percataba que lo miraba desde aquella ventana, pero estaba segura que ayer en la noche, sintió mi presencia a través de la puerta, como yo la de él.
Veía su corto cabello lacio, y sus expresiones. Mi corazón brincaba cuando lo observaba, era como si deseara volver a sentir sus labios rozar con los míos o incluso su tacto cerca de mi. Abrí mis ojos grandemente y desvié por completo mis pensamientos cuando los vi, cuando los vi a cada uno de ellos entrar por la gran puerta de entrada del cuartel, del cuerpo de exploración. Ni siquiera tuve tiempo para procesarlo, corrí hacia la puerta de mi habitación y la abrí bruscamente para así, correr por aquellos pasillos, emocionada. Traspase a varios soldados, incluso a Petra quien caminaba con Auruo y Erd. Curiosos parecieron tener las intenciones de seguirme pero me dejaron ir libremente por mi camino. Bajaba las escaleras y continuaba corriendo por los pasillos, hasta que vi la puerta del cuartel principal abierta. La luz del sol me dio e incluso su calor pero no me detuvo en desear ir hacia ellos, corrí en su dirección, viendo algunos caballos ser sostenidos por soldados y yo tan solo corría, ellos fueron capaces de escuchar mis pasos, pues vi como Mikasa y Armin, quienes yacían aún lado de Eren, me miraron. Vi como ellos me miraron con una expresión de sorpresa pero yo tan solo me abalancé hacia ellos, sintiendo sus cuerpos.
-Chicos, los eche de menos.-mis brazos apretaban con fuerza los cuerpos de Armin y Mikasa, no sabía, pero los abrazaba a ambos.-No saben cuanto.-les dije al sentir como rodearon sus manos en mi cuerpo, al sentir como me abrazaban y me aferraban a ellos.
-Y nosotros a ti.-me respondió Armin, con delicadeza me distancié de ellos, veía su gran sonrisa y sus brillantes ojos azules color cielo, mientras que Mikasa me miraba de una manera serena pero sabía que se sentía grata de verme.
-No tengo que decirlo, lo sabes.-se justificó Mikasa ante el silencio que creo cuando me quede viéndola, no tarde en asentir y es que yo conocía su semblante, aunque éramos frías; sentíamos, y teníamos un gran lazo amistoso.
-Vaya, ¿qué hay de nosotros?-gire levemente para observar a Reiner, junto a los demás aunque a la única que no veía de mi escuadrón, era a Annie. Estaban todos, Reiner, Berthold, Connie, Ymir, Krysta, Sasha y Jean... y los que faltaban, los que habían muerto.-Pensé que al menos nos extrañarías aunque sea un po... -no pudo terminar, y lamenté que no fuese así, y es que yo me abalancé hacia él para apretarlo contra mi.
Era la primera vez que abrazaba a uno de mis compañeros, era la primera vez que me sentía grata de verlos, además de Armin, Mikasa o Eren; era la primera vez que me veían interactuar de esta manera con ellos. Sabía que estaban impresionados, y es que atrás de Reiner, veía como Sasha y Connie se miraban impresionados, como tenían sus bocas abiertas. Veía como Ymir recostaba su brazo encima del hombro de Krysta, quien me miraba con una grata sonrisa. Aunque Berthold, no se quedab atrás pero yo, solo abrazaba a Reiner. Verlos a todos juntos me daba una gran felicidad y es que aunque no lo demostrara, estaba agradecida que fueran parte de nosotros y que nos hayan seguido hasta acá, sin nada a cambio. Sentí como los brazos de Reiner me rodearon en un fuerte abrazo, mientras que yo estaba algo pasmada pero aún así, no se lo impedí. Y es que yo nunca había sido tan amistosa con ellos, ni siquiera sabría sus más oscuros secretos pero aún así, nunca deje de estar ahí pero ahora, luego de haber perdido a tantos compañeros, estaba segura que no deseaba perder a ninguno de ellos. Nos soltamos con delicadeza de ese abrazo y lo intente, los miré a todos y intenté sonreír, y así fue, aunque fuese por unos cortos segundos; sonreí. Sentí mis mejillas calientes, y es que todos estaban impresionados, incluyendo a Armin, Mikasa y Eren, no podían creer mi repentina actitud liberal hacia nuestros compañeros.
-Yo los eché de menos a todos.-cabizbaja hablé, mis mejillas estaban realmente calientes, me sentía tímida pero no avergonzada.-Es una alegría verlos a todos.-la frialdad se transmitía en mis palabras, creaba un balance, no era fría, pero tampoco era tan fría.-¿Dónde está Annie?-pregunte curiosa, alzando la mirada y viendo como ellos aún, estaban impresionados.
-Ella decidió irse a la policía militar.-me respondió Berthold, se veía algo entristecido pero parecía disfrazarlo con su neutral semblante.
-¡Que gusto!-abrí mis ojos grandemente cuando sentí sus brazos apretarme, me quede helada y no supe cómo reaccionar al momento en que sentí como Krysta me abrazaba.-¡No sabes cuánta alegría me da verte!-aún no la abrazaba, y es que ya había gastado mi única batería de bondad.
-A mi también.-dije entrecortadamente, llena de timidez y sintiendo como Krysta se despegaba de mi.-Yo, yo también, yo... -mi voz se entrecortaba y es que me sentía nerviosa, muy nerviosa, tanto que preferí crear silencio.
-Ya Krysta, déjame saludarla.-alce la mirada para encontrarme con esos ojos castaños oscuros de Ymir, me miraba con esa tonta sonrisa fastidiosa.-Aunque prefiero a la mudita, es un gusto ver que al menos sabes devolver las palabras.-me sonrió de lado pero esta estrecho su mano con su puño cerrado, no tarde en cerrar el mío y chocar mis puños con ella.
-Pero si todos están aquí, significa que se han unido al cuerpo de exploración.-a mi lado su voz se reflejó en nuestro círculo, y por primera vez, no podía mirar a Eren fijamente a los ojos.
-¿Y por qué otra cosa estaríamos aquí?-le pregunto Connie sonriendo de lado, a lo que yo decidí mirarlo a él, y así, evadir por completo la mirada de Eren, incluso mantuve cierta distancia.
-¿Entonces Jean y Marco se han unido a la policía militar?-continué escondiendo mi cuerpo aún lado de Armin, quien me miraba curioso mientras Eren se dirigió a nuestros compañeros en busca de la presencia de los que faltaban.
-Marco murió.-gire mi cuerpo para así observar al castaño que yacía atrás de nosotros con otros compañeros, su mirada era fría y furiosa ante la presencia de Eren, quien al igual que yo, lo miramos con impacto.-No todos merecemos una muerte gloriosa.-musitó.
-Lo lamentó, Jean... -susurré entristecida ante la noticia, teniendo en mi mente las frescas imágenes de Marco, yo nunca había sido cercana a él pero al igual que a los demás, le daba un respeto.-Se que eran buenos amigos.-añadí, viendo como él pareció tan solo fruncir más su fría mirada.
-¿Por qué lo lamentas?-me preguntó, a lo que sentí una leve presión, sabía su actitud y hacia donde se dirigiría.-Si tu tan solo te preocupas por la vida de Eren, Armin o Mikasa.-añadió.
-Aún así le tenía respeto, era mi compañero... como... como todos ustedes.-dije, sintiendo como las palabras se me trababan en la lengua.
-Hipócrita.-masculló con enojo, a lo que empezaba a sentirme incómoda y mas ante su acusación.-Te sentabas a nuestro lado pero no eras nuestra amiga, tu silencio era abrumador, tu manera tan fría de ser era agobiante. No eras nuestra amiga, no eras su amiga; porque si hubiese sido así, quizás Marco no estuviese muerto, quizás si no fueses tan egoísta de preocuparte tan solo por la vida de Eren, Mikasa o Armin, más de uno pudo haber sobrevivido.-me sentía presionada ante sus palabras, y más cuando muchas personas a nuestro alrededor, lo escuchaban.
-Jean, no te pases.-la voz de Reiner de inmediato sobresalto, aunque se podía ver como claramente Mikasa sostenía el brazo de Eren, con quien no hice contacto; solo vi como él tenía sus nudillos cerrados.
-Vamos, déjalo así.-sentí el tacto cálido de Armin en mi brazo, dispuesto como siempre a evadir una pelea, pero me sentía desconcertada ante la fría actitud de mi compañero.
-No soy así porque quiero.-me solté del leve tacto de Armin, dándole frente a Jean.-Quizás tuviste la niñez perfecta, quizás cuando vuelvas a tu hogar, este completo y no en ruinas, quizás puedas abrazar a tu mamá, y no tener que tan solo vivir con sus recuerdos. Yo no tengo nada de eso, solo los tengo a ellos.-me defendí, hablándole de una manera fría pero con fuerza en mi voz, no me dejaba intimidar.-Soy así porque es lo que la vida me dio, y eso no significa que no los aprecie o que allá afuera en el campo de batalla, no sea capaz de dar mi último suspiro para que vivan.-añadí, viendo como él me miraba fijamente.
-Ahórrate tus palabras, de nada valen cuando tienes más privilegios de los que podemos tener. Eres la hermana del comandante del cuerpo de exploración, ¿qué puedo esperar de ti? Solo hay un rostro bonito que cautiva pero como bien dijiste un día, estás podrida por dentro ante el dolor, odio y rencor; eso te hace ser nadie.-sus palabras atravesaron mis sentimientos como una lanza en mi corazón, cerré mis nudillos y tenía muchas ansias de golpearlo en el momento exacto que escuché como Eren gruño, y es que no importaba lo que pasara, sabría que él estaba dispuesto a defenderme ante quien sea.
-No es la manera adecuada de hablarle a una fémina.-Jean se tenso en el momento en que escucho su gruesa voz, y es que ante su altura no pude ser capaz de determinar que el capitán Levi estaba detrás suyo.-Es mejor un alma honesta, que esté podrida por el odio y rencor, que un alma cobarde que se refugia mediante palabras llenas de arrogancia.-Jean no sabía dónde poner la cara ante esas agrias palabras.-No puedo creer que tenga que lidiar con estas niñerías, vayan esparciéndose, me han dañado el día.-comentó, a lo que tan solo me sentí presionada nuevamente, como si deseara volver a mi burbuja de silencio y distanciamiento.
Pase por un lado de Jean, golpeando su hombro con el mío, dejando atrás a mis amigos, quienes sabía sin tener que mirarlos que deseaban seguirme; pero me conocían tanto, que sabían que no era lo correcto. Respire hondo, caminado con rapidez. Los anaranjados tonos del cielo me calmaban. Pude ver como Levi estaba apunto de entrar a los establos de caballos, parecía estar amarrando a los caballos que habían usado en su práctica con Eren, la cual fue afuera del cuartel de exploración. Molesta me adentré al cuartel, dispuesta a subirme al techo. Y es que antes de entrar, cuando miré al cielo, pude ver esos tonos anaranjados que me calmaban los músculos. No sabía si era una obsesión pero amaba los atardeceres, amaba ver esos colores cálidos reflejarse en el cielo desde que era una niña. Me transmitían un sentimiento de esperanza, una calma a mis tristezas y una serena paz para mi mente. Camine por los pasillos, hasta llegar al balcón abierto, y atrevidamente me trepe por algunas piedras que sobresalían. Con cuidado llegue al techo, caminando y sentándome como toda una niña berrinchuda. Y es que fue un reflejo de mi yo cuando niña, cada molestia con mi madre, la escabullía en el techo de nuestro hogar para observar el atardecer, no hasta el día en que los conocí, ya no los veía sola.
-¿Por qué estás aquí?-me quede mirando el cielo, mirando esos tonos que me transmitían paz.-Es mi lugar favorito.-me quede pegada a mis rodillas mientras estaba sentada, sintiendo como a mi lado Erwin se sentaba.
-Me gustan los colores del atardecer, me crean paz.-le respondí.-Solía verlos siempre en mi distrito, cada día sin falta. Junto a Eren, Armin y Mikasa, antes de irnos a nuestros hogares.-le conté, visualizándome en esta misma esquina junto a ellos, cuando éramos pequeños.
-En unos días tendremos nuestra primera misión, nuestro primer intento de adentrarnos al distrito del muro María.-me comentó, a lo que levemente asentí.-Estarás con el escuadrón especial de Levi, estarás junto a él y a Eren en todo momento por si algo sale mal.-añadió a su comentario.-Mañana lo informaremos nuevamente con unas más claras instrucciones, así si alguien tiene duda podrá expresarlo. A lo que continuó para añadir que no se sabrá donde estará la posición de Eren, te pido que no informes a nadie que estarás con Levi en custodia para protegerlo.-alce la mirada ante su comentario, sintiéndome confusa ante su información.
-¿Por qué su posición no será visible para los demás?-pregunte curiosa, y es que no entendía porque solo él, o el escuadrón especial, sabría la posición de Eren.-¿Qué sucede?-le pregunté, ante descifrar que debía haber una razón para que estuviese escondiendo a Eren.
-Eres tan inteligente como creí.-él miraba el cielo, mientras que yo observaba sus facciones masculinas, estoy segura que debía haberlas heredado de nuestra figura paterna.-Hay más de un enemigo aquí, y no creo que sean los titanes, es por eso que debemos cuidar a Eren y su poder a toda costa.-me dijo, estaba tan segura de lo que decía pero me era difícil descifrarlo.-Levi está capacitado para eso, su disciplina es bastante fuerte pero esa es la clave, te hace fuerte. Y tú, tú eres una clave importante en la vida de Eren, lo que te hace tener más facilidades de cerrar las grietas que quizás sus actitudes, problemas o dificultades, provoquen.-decía, sin aún mirarme, a lo que decidí continuar mirando el paisaje del atardecer.
-Entiendo.-le dije, viendo las nubes blancas moverse, recordando que cuando niña solía darle figuras a las nubes, lo primero que se me venía a la mente.
-¿Fue difícil?-me preguntó, confundida lo miré, sin entender su pregunta.-Perderla.-aclaró, sus azuleados ojos me miraban, esperando una expresión de mi parte.
-Si... -susurré en un hilo, sintiendo la brisa remover mi coleta, tristemente lo miré.-Murió frente a mi, y aún lo recuerdo, como si fuese ayer.-le conté viendo como parecía amargarle su expresión, pues mis palabras parecieron dolerle.-¿Como murió nuestro padre?-pregunte un poco tímida, cortante y curiosa, muy curiosa.
-Lo asesinaron.-me dijo sin pestañeo, así mismo como lo pensó, sonó amargo.-Él era un profesor, daba clases a niños de mi edad. Un día le pregunté si habían más humanos más allá de los muros, no supo contestarme delante de la clase pero fuera de ahí me dio una teoría, la cual no comprendí porque era un niño. La compartí con otros compañeros y un soldado se me acercó curioso, así que tímidamente le conté. Días después, fue hallado muerto. Dijeron que fue un accidente pero nuestra madre descubrió que fue asesinado, a penas tenias meses. Sentí mucha culpa, mucha tristeza. Así que ella opte por irse, fue la razón por cual se mudó a ShingaShina pero yo decidí quedarme.-me contaba, él hizo una pausa y suspiro, yo estaba sorprendida ante lo que me decía.-Fue difícil pero ella sabía que irían por ella, así que aunque le doliera, no me obligo a irme; tenía que protegerte a toda costa, y yo estando en la escuela militar, estaría a salvo. Mis cartas no faltaron pero un día, tan solo deje de enviarlas, era como si me hubiese desprendido. Deseaba practicar y mejorar, hasta que el tiempo pasó delante de mí y entendí lo insensato que fui, entendí que por mi ignorancia, murió. Estaba avergonzado y no sabía cómo podría volver a mirarla a los ojos, y fue ese día, el día en que murió, fue el día en que volví a verla. Y ni siquiera pude despedirme y decirle, que lo lamentaba... -su voz estaba en un hilo pero sus ojos no derramaban lágrimas, tampoco los míos pero la tristeza que me abundaba me hacía sentir podrida por dentro.
-Lo... lo lamentó.-lleve mi mano a su espalda con mucho temor y delicadeza, para darle un tipo de consuelo que no sabía dar.-Estoy segura que ella hubiese deseado despedirse de su hijo.-él miraba el cielo, mientras que yo empezaba a comprender un sin finitud de cosas que antes no entendía, que ahora, si lo hacía.
-La extraño, cada día. Como a él, como a nuestro padre.-me dijo.-No voy a pedirte que confíes en mi, que sigas mis órdenes o que me idolatres, solo te pido que seas lo suficiente valiente para sobrevivir a toda costa. Hay muchas cosas que deseo conocer de ti.-lo miré fijamente a los ojos ante sus palabras tan consoladoras, lo que me hizo sentir un triste bombardeo en mi interior.
-¿Puedo darte un abrazo?-pregunté curiosa y con temor, él me miro impresionado pero yo no siquiera me había dado cuenta que tenía mis brazos estrechados para dárselo.
Con mucho miedo me acerque a él, sintiendo como mis brazos lo rodearon y como los suyos a mi. Fue un impacto de emociones que ambos tuvimos que haber sentido, era como si mi alma se aliviara de un vacío que le agobiaba, y es que aunque la ausencia paternal estuviese, el tener la presencia de él, me calmaba ese vacío. Saber que en nuestras venas recorría la misma sangre, la similitud de genes y facciones, me alegraba. Yo tenía a mi familia, pero él, él era realmente mi familia. Lo apreté fuertemente a mi cuerpo, y es qué hay cosas que no se pueden dejar ir, y esto era una oportunidad que no podía permitir que se me escapara por las manos. Las horas pasaron, y estaba mirando el techo de aquella habitación, la luz de la luna alumbraba y mi frente sudaba, mientras que mi pecho subía y bajaba ante la pesadilla que había tenido. Mi garganta estaba seca, muy seca. Me levante de la cama y me quede sentada, limpie el sudor y giré mi mirada para observar cómo Mikasa dormía plácidamente. Sentía como el corazón deseaba salirse de mi boca, pero es que esa pesadilla había sido tan real que mis manos temblaban. Me levante con cuidado, buscando mis zapatos, necesitaba aire. Como de costumbre, miré aquella ventana y es que me transmitía la vista al patio, e incluso a una parte del balcón donde solía establecerme antes de dormir para esparcir mis pensamientos.
Me quede mirando la ventana ante descifrar quien estaba observando la noche estrellada, y el verlo me calmo un poco. Tuve mucha más intención de salir, para encontrarme con él y es que era extraño verlo despierto, si lo más que él amaba era descansar. Los suspiros continuaban saliendo de mi boca, intentaba calmar la ansiedad que esa pesadilla me generó. Acomode mi larga y blanca bata, la cual estaba algo estrujada ante mi mal postura para dormir. Con el mismo cuidado que utilice para levantarme de la cama, fue el mismo que use para abrir la puerta. Esta resonó un poco pero aún así, la cerré con cuidado y empecé a caminar por los pasillos alumbrados por las velas. Alumbraban los oscuros pasillos, esos alargados y bastante limpios ante nuestro gran trabajo en estos días aquí, le habíamos dado un buen manteniendo y esto gracias a la actitud obsesiva de limpieza que tenía nuestro capitán Levi. Además de tener un gran respeto por la disciplina, tenía una higiene respetable. Pensando en él, recordé en el justo momento que tomo una postura de liderazgo para defender lo que yo hoy no pude ser capaz de defender, mi esencia. Continué caminando hacia ese balcón abierto, el cual transmitía una fresca brisa, y cuando salí, el frío se pegó en mi piel, lo que me hizo sentir helada. Suspire, captando así su atención.
-¿No puedes dormir?-sus azulados ojos me miraron, y veía como su rubio cabello se removía ante la brisa del viento.-Yo tampoco.-me comentó Armin, no tarde en acercarme a él y sentarme en el banco donde estaba sentado, solo.
-¿Por qué?-le pregunté curiosa, veía algo de tristeza en su mirada pero más allá de eso, preocupación.-¿Qué tienes?-arregle la pregunta, descifrando que era lo que quería escuchar.
-Tengo miedo de que no pueda sobrevivir en la próxima misión.-me respondió, sin timidez alguna.-Anhelo tanto ser fuerte y valiente, deseo sobrevivir, deseo conocer el mar.-lo miré fijamente ante sus cortas palabras, y no tarde en pensar en ese anhelo sueño.
-¿Sabes? Yo no dejo de pensar en cómo es el mar, o en cómo se siente. Tengo el mismo sueño que tú, y es lo que me hace sobrevivir.-le respondí, llevando mi mano encima de la suya.-Armin, eres muy valiente y no me cansaré de decírtelo, y aunque sea difícil, haré lo posible para que cumplamos nuestro sueño.-le dije, y él me miraba fijamente de manera impresionada.
-Cada día te haces más abierta, como si ya no tuvieses miedo. Sales de tu caparazón poco a poco.-me sonrío, como si sintiese orgulloso, a lo que yo tímidamente me avergoncé.-Nada de lo que dijo Jean es cierto, estoy seguro que él sólo está enojado.-comentó, a lo que yo opté por mirar la estrellas.-No lo sé, pienso en muchas cosas, deseo que recuperemos nuestro hogar, estoy ansioso.-si, así era Armin, su mente era tan explosiva pero a la vez, maravillosa.
-No importa lo que pase Armin, no morirás y tendrás una historia que contar.-le dije.-Recuperaremos lo que perdimos, y es por eso, que no puedes morir.-añadí a mi comentario.
-No moriremos.-Armin y yo nos giramos, observando a Mikasa frente a la puerta abierta de aquel gran balcón, ella se veía soñolienta pero aún así se acercaba.-Ninguno de nosotros.-arregló, se acercó pero su mirada se fijó en mi luego de un breve momento de silencio.-¿Por qué no me dijiste sobre el beso?-sentí mis mejillas calentarse ante su pregunta pero a la vez, un vacío de tristeza en mi corazón ante el recuerdo de Eren.
-¿Qué?-le pregunté confusa, como si no entendiera cuando realmente era así, estaba pasmada y veía a Armin callado, se me había olvidado que él fue la única persona aquel día, fue el único testigo de ese beso.
-Hablé con Eren cuando estabas dormida, fui a verlo.-me explicaba, cruzada de brazos.-Lo note extraño, así que decidí hostigarle hasta que me confesó.-me dijo, a lo que yo tan solo baje la mirada.
-No quiero hablar sobre eso.-le evadí a ella, sintiéndome algo entristecida.-Creo que fue un error.-comenté, teniendo en mi mente la imagen de Eren frente a mi bajo la lluvia, escuchando aquellas amargas palabras una y otra vez, habían creado una grieta en mi corazón.
-¿El confundir la amistad con amor?-me preguntó ella, alce la mirada para observarla.-No lo fue, siempre se han mirado de la misma manera, solo que ambos han estado tan cegados por llegar aquí; que no han sido capaces de verlos, la diferencia de todo, es que ya tú despertaste.-me dijo, estaba cerca de nosotros pero no se sentaba y aún cruzada de brazos, abría una realidad que ella no entendía, solo Eren y yo.
-Ya dije que no quiero hablar sobre eso... -le volví a repetir de manera incómoda, y es que me sentía triste respecto a eso.-Desperté y ahora entiendo que no es lo correspondiente.-musité, con un suspiro.
-Son las personas pero no el momento.-mire sus ojos, y escuche atenta sus palabras pero aún así, me seguía sintiendo igual de impotente ante lo que Eren deseaba.-Qué no te afecte su elección, no significa que no te amé, es justo; y solo quiere cuidarte, como a cada uno de nosotros. Vinimos aquí con un objetivo, y no podemos desviarlo, no hasta que estemos a salvo.-baje la cabeza, y miraba mis manos, como si recordara el tacto de Eren en ellas.
-Mikasa.-la voz de Armin irrumpió en nuestra conversación.-No quiere hablar sobre eso, y está bien.-defendió mi postura, a lo que deseaba agradecerle pero continuaba cabizbaja. -Solo ven, siéntate con nosotros y observemos las estrellas.-vi como Armin le dio un espacio en el banco donde estábamos sentados.
-Lo lamentó, no es mi intención hacerte sentir mal, solo quiero que entiendas a Eren.-me dijo ella, sentándose a mi lado y buscando que la mirara pero tan solo recordé aquella amarga pesadilla.
-Para cuando Eren decida despertar, el mundo quizás arderá en llamas, y nuestro amor se habrá apagado con la lluvia sangrienta que su deseo de venganza creará.-respondí, alzando la mirada y viendo sus penetrantes miradas en mi.
-Kirah... -la voz de Armin demostraba preocupación, incluso temor.-¿Qué dices?-me preguntó confundido ante lo que había dicho y descrito.
-Esa fue la pesadilla que tuve.-le dije, recordando frescamente lo que mi subconsciente me había mostrado a través de aquel sueño, mientras que me quede sentada junto a ellos viendo como las estrellas reflejaban el cielo.
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