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𝐗𝐈

𝐄scribía una carta para su mejor amigo Darcy. Había estado demasiado desconectada. Descubriendo la magia y el enorme castillo de Hogwarts, que no se había tomado el tiempo de hablar con sus amigos.

En la carta contaba; cómo había sido su llegada, que había hecho muchos amigos, y que habían sido lo suficientemente amables. Por suerte había logrado integrarse a este nuevo mundo.

A Darcy le alegraría saber que su mejor amiga estaba bien, y que haya podido conocer más gente.

Estaba segura que Darcy se iba a desmayar en cuanto vea a un búho en su ventana, dejándole una carta. Él adoraba los cuentos de hadas y todo lo relacionado con la magia.

Se había prometido a ella misma que le compraría algún artefacto mágico a Darcy, para que tuviera un poquito del mundo mágico en sus manos. Y lo cumplió, le había comprado una cajita que podía proyectar la galaxia, las estrellas y la luna. Sabía que él jamás lo dejaría y incluso dormiría con él. Además de que le gustaba mucho mirar la luna. Por lo que sería perfecto para su mesita de luz, mientras él se quedaba dormido mirando la luna.

Colocó la carta en el pico de su lechuza y una pequeña cajita envuelta en papel de regalo en las patitas del ave. Le acarició la cabeza, tal y como le gustaba y con eso Liv se fue volando desapareciendo entre las nubes.

Sabía que debería ir a la lechuzeria, pero se le facilitaba más en su habitación, ya que Liv no era muy sociable con las demás aves, solo con la de Hermione, pero después con ninguna otra. Había tratado dejarla dormir allí, pero siempre volvía nuevamente a su ventana. Incluso a veces aparecía dormida en su almohada, enredada en su cabello.

Seguramente debía tener apego emocional.

Tomó su bolso y salió rápido de su habitación, bajando las escaleras mientras arreglaba a medias su corbata.

- Nuevamente tarde.

Levantó la mirada y se encontró con unos ojos cafés, que la miraban penetrante. Sus manos temblorosas provocaron caer su corbata al suelo. Se iba a agachar para levantarla, cuando desapareció de su campo visual.

Levantó una vez más la cabeza y se dio cuenta que la castaña frente suyo, la tenía ahora en su mano.

- Me parece que alguien deberá comprarse un nuevo despertador. - dijo acercándose a mi con una sonrisa burlona.

Pasó la corbata anteriormente caída por mi cuello. Y Comenzó a atarla como realmente debía ser. Ella en cambio debía usar magia, pero como hoy se había demorado más de lo normal, no tuvo tiempo.

- ¿Te comió la lengua el ratón, Evolet? - la miró irónica.

Las palabras no le salían, pareciera como si hubiera olvidado como hablar.

Sus caras estaban tan cerca. Tanto que sus respiraciones se mezclaban una con otra. Podía sentir el aroma a café y chocolate, el aroma a shampoo con olor a almendras y coco, que desprendía su cabello, que ahora estaba perfectamente peinado y aún un poco húmedo.

Estaban tan cerca que, un solo movimiento más y llegarían a besarse.

- Evolet, el desayuno ya terminó, y vi a la profesora Mcgonagall salir del gran comedor - entró Ginny a la sala común, haciendo que ambas chicas se separaran de inmediato.

Solo asintió, caminando hacia la puerta, queriendo escapar lo antes posible de ese extraño momento.

Ginny le dio paso corriendose del lugar.

La castaña sin pensarlo dos veces fue detrás de Evolet. Pero Ginny se interpuso en su camino, no dejándola pasar.

- Harry y Ron te esperan afuera del gran comedor. - avisó la pelirroja en un tono dulce.

- Buen intento, Ginny, pero ya les había dicho que los veía en el salón de transformaciónes. - sonrió falsamente.

Salió de la sala común de Gryffindor dejando sola a la menor de los Weasley.

Cuando alcanzó a Evolet, ya estaban en el salón de transformaciónes, o mejor dicho en la puerta.

- Llegan tarde Señoritas.

Decía de brazos cruzados La profesora Mcgonagall. Evolet estaba por hablar, cuando ella la interrumpió.

- Estaba buscando mi tarea, la que dejó la semana pasada, no podía venir sin ella, y por mi culpa Kaine se atrasó. Lo siento mucho profesora.

La profesora las miró seria, respiró ondo y las dejo pasar. No sin antes decir:

- Que no se vuelva a repetir, Granger.

Solo asintió tomando a Evolet del brazo y arrastrándola hasta el fondo de aula. No le gustaban esos asientos, pero eran los únicos que quedaban.

Dejó sus cosas en el piso y se sentó. Acto seguido Evolet le copió.

- ¿Hiciste la tarea? - le preguntó a su compañera, que no había notado que estaba roja.

Ella solo asintió con la cabeza desviando la mirada.

- Gracias a la señorita Granger, que me hizo recordar, Saquen ahora sus tareas. - ordenó la profesora.

Algunos la miraron mal y otros - que de seguro habían hecho la tarea - solo hicieron caso a la orden, sacando sus pergaminos y plumas.

Ron, que estaba en la mesa de al lado, las miró con suplica.

- No te pasaremos la tarea, Ronald - Habló también por Evolet, la castaña.

Él solo rodó los ojos con fastidio. Al parecer Harry la hizo y no se la quería pasar. Escucharon como de parte de Ron se escuchaba: "ya me pedirán algo traidores".

Evolet a su lado soltó una risa ante tal comentario. Todos sabían que él se iba a vengar de ellos, pero por el momento era gracioso.

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