Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

🌺 CAPITULO 1 🌺

.

.

.


El ambiente estéril de la sala estaba impregnado por el inconfundible aroma a medicina, un olor que siempre había puesto nervioso a Jimin. Sin embargo, en esta ocasión no era el ambiente lo que lo inquietaba, sino lo que estaba a punto de suceder. Su corazón latía con fuerza, golpeando contra su pecho como si quisiera escaparse. Acostado en la camilla, con el vientre descubierto, observaba a la radiante mujer frente a él, una profesional cuya calidez parecía diseñada para calmar a cualquier paciente.

—¿Listo? —preguntó ella con una sonrisa llena de confianza y ternura.

Jimin asintió lentamente, esforzándose por contener el temblor en su voz.

—Sí.

La mujer tomó un frasco de gel transparente y lo vertió sobre su vientre. El contacto frío lo hizo estremecer; un escalofrío recorrió su columna vertebral, pero no apartó la mirada de la pantalla junto a él. Respiró hondo, intentando relajarse mientras la mujer colocaba el transductor sobre su piel y lo deslizaba con cuidado.

—Muy bien, aquí vamos —dijo ella, concentrándose en la pantalla mientras las imágenes comenzaban a formarse. El silencio que siguió fue tan profundo que Jimin podía escuchar el eco de su respiración mezclado con el suave zumbido del aparato.

De pronto, la mujer señaló un punto en la pantalla, su sonrisa ensanchándose con una alegría contagiosa.

—Aquí está. Felicidades, Jimin. Ahora eres padre.

El mundo pareció detenerse a su alrededor. Su respiración quedó atrapada en su pecho y sus ojos se llenaron de lágrimas al instante. Varias de ellas comenzaron a descender por sus mejillas, formando rastros húmedos que no se molestó en limpiar.

—Ahí está... —murmuró con la voz temblorosa, como si apenas pudiera creer lo que veía.

En la pantalla, un pequeño punto destacaba entre las sombras. Insignificante para otros, pero para Jimin significaba todo. Era el inicio de una nueva vida, una etapa que siempre había soñado y que, hasta ese momento, parecía inalcanzable. Ahora, ese sueño estaba justo frente a él.

—Gracias... —susurró emocionado. Su mano temblorosa se posó sobre su vientre, justo donde sabía que crecía esa pequeña vida.

La mujer le sonrió con calidez, comprendiendo la profundidad del momento. Mientras Jimin seguía mirando la pantalla, las lágrimas continuaron rodando por su rostro, pero esta vez eran de pura felicidad. Por un instante, olvidó por completo el engaño de su ex pareja y se permitió enfocarse únicamente en la vida que crecía dentro de él.

Sin embargo, el momento se vio interrumpido cuando la mujer frunció el ceño al observar algo en la pantalla. Con una mueca de sorpresa, se levantó bruscamente de su asiento y caminó hacia el refrigerador donde guardaba las muestras.

—¿Sucede algo malo, Meli? —preguntó Jimin, levantándose un poco, la inquietud se reflejaba en su rostro.

La pelinegra abrió los ojos con incredulidad, llevándose una mano a la boca al leer el nombre de la muestra.

—Jimin, ¿te gustan los hombres lobo?

El pelirosa la miró con desconcierto.

—No, los detesto.

En un lujoso edificio, un pelinegro de presencia imponente revisaba unos documentos de suma importancia. A su lado estaban Namjoon y Taehyung, quienes observaban en silencio, al hombre a su lado.

De repente, la puerta se abrió con brusquedad, rompiendo la calma. Por el umbral entró una joven de cabello negro, sus manos temblorosas sujetaban una carpeta y su rostro reflejaba una mezcla de miedo y urgencia.

—Lo... lo siento —balbuceó con voz temblorosa—, pero... pero nos hablaron de la clínica y parece que hubo un error.

El pelinegro levantó la mirada, su expresión se endureció al enfocarse en la joven.

—¿Qué clase de error? —preguntó con frialdad, su tono de voz helado fue suficiente para hacerla retroceder un paso.

La joven tragó saliva con dificultad, esforzándose a sí misma por no derrumbarse.

—Inseminaron a uno de los pacientes... por error.

El silencio que siguió fue sofocante. De pronto, un gruñido profundo escapó de los labios del pelinegro. Se levantó bruscamente, arrojando los documentos al suelo en un movimiento cargado de furia, mientras la joven retrocedía aterrorizada.

—Yoongi, tranquilízate —intervino Namjoon, su voz estaba cargada de preocupación.

—¿Tranquilizarme? ¿Estás bromeando? —bramó Yoongi furioso.

—Estás asustando a tu secretaria —añadió Taehyung, quien observaba la situación con seriedad.

Al escuchar esto, Yoongi dirigió su mirada hacia la joven, que temblaba visiblemente de pies a cabeza. Sin decir una palabra más, comenzó a caminar hacia ella con pasos firmes, su aura intimidante crecía con cada movimiento.

Antes de que pudiera acercarse más, Taehyung dio un paso al frente, colocándose entre Yoongi y la joven.

—Quédate ahí —ordenó el castaño, su tono de voz fue firme mientras extendía una mano hacia adelante para bloquear el paso de Yoongi.

El ambiente se tensó aún más, como si el aire se hubiera vuelto más denso. Los ojos de Yoongi ardían con ira, pero Taehyung no mostró señales de retroceder si no por el contrario. La joven, aún detrás del castaño, apenas y podía contener las lágrimas.

Yoongi desajustó el cuello de su camisa con un gesto brusco, sus ojos aún fijos en la joven que se refugiaba detrás de Taehyung. Su mirada era afilada, llena de una mezcla de furia contenida y frustración.

—Cancela todas mis citas de hoy y cuando regrese no quiero verte —ordenó con voz firme antes de girarse y salir de la oficina, cerrando la puerta con un golpe seco.

La chica permaneció inmóvil, clavando la mirada al suelo mientras murmuraba débilmente.

—Sí...

Taehyung se giró hacia ella, intentando suavizar el ambiente con un tono más relajado.

—No te preocupes, está enojado, pero no es contigo directamente —dijo con calma, su expresión fue más comprensiva.

La joven simplemente asintió, incapaz de articular una respuesta y rápidamente salió de la oficina, dejando a los dos alfas a solas.

Namjoon soltó un largo suspiro, llevándose una mano a las sienes para masajearlas en un intento de aliviar la tensión.

—Esto va a ser un caos —comentó con resignación.

—Ni que lo digas —respondió Taehyung mientras se dejaba caer en un sillón cercano.


—Meli, ¿por qué me preguntaste si me gustan los lobos? —preguntó Jimin, su ceño se frunció mientras observaba a la castaña, quien apretaba nerviosamente el frasco entre sus manos.

Antes de que ella pudiera responder, la puerta se abrió de golpe, haciendo que ambos se sobresaltaran. Un hombre alto, de cabello negro y mirada intensa, irrumpió en la sala, irradiando autoridad. Meli dio un paso atrás, murmurando sorprendida.

—Señor Min...

El recién llegado no le prestó atención. Su mirada se clavó directamente en Jimin, evaluándolo con intensidad.

—¿Ese es el chico que lleva a mi cachorro? —preguntó, su tono fue bajo pero cargado de firmeza.

Jimin lo miró perplejo, incapaz de procesar lo que acababa de escuchar.

—¿Qué? —balbuceó, sus ojos parpadeando rápidamente.

El hombre dio un paso adelante, acercándose al pelirosa.

—Llevas en tu vientre a mi cachorro —afirmó, su voz se escuchó más profunda de lo habitual, como si fuera una declaración irrefutable.

Jimin abrió y cerró la boca varias veces, completamente sorprendido. Finalmente, logró responder con la voz temblorosa pero firme.

—Está equivocado. No llevo a su cachorro, ¡es mi hijo, ¿entiende?!

El ambiente en la sala se volvió tenso, como si el aire mismo esperara el desenlace del inesperado enfrentamiento. Meli permanecía inmóvil, sus ojos alternando entre ambos hombres, temerosa de intervenir.

—El feto que está dentro de ti es mío. Puedo olerlo, no hay ninguna duda —exclamó Yoongi, su voz estaba cargada de enfado mientras sus ojos centelleaban con intensidad.

Jimin negó con la cabeza, negándose a aceptar lo que acababa de escuchar. Sus manos temblaban mientras giraba la mirada hacia la doctora, quien estaba prácticamente estaba paralizada por el miedo. Meli tragó saliva, incapaz de sostener la mirada de Jimin. Apretó el frasco entre sus manos con más fuerza, como si eso pudiera calmar los nervios que amenazaban con paralizarla. Finalmente, respiró hondo y con voz temblorosa, empezó a explicar.

—Hubo... un error en los registros de la clínica. Las muestras de ADN fueron intercambiadas por accidente durante el procedimiento de inseminación. La muestra que debía ser utilizada no coincidía con la que finalmente se aplicó.

Jimin sintió que el aire abandonaba sus pulmones. Su mente se esforzaba por procesar cada palabra, pero el significado era claro.

—¿Estás diciendo que... el padre biológico de mi bebé no es quien debería ser? —preguntó, su voz salió en un susurro cargado de incredulidad.

Meli asintió lentamente, evitando el contacto visual mientras continuaba.

—La muestra que se usó... pertenece al señor Min. Su nombre estaba en el registro equivocado. Y ahora... el bebé que llevas en tu vientre es suyo.

El silencio que siguió fue ensordecedor. Jimin miró a Meli con los ojos abiertos de par en par, luchando por controlar las emociones que lo invadían: confusión, incredulidad, rabia y, sobre todo, miedo.

Yoongi, por otro lado, permanecía inmóvil, pero sus ojos seguían fijos en Jimin, como si cada palabra de Meli solo confirmara lo que ya sabía.

—Te lo dije —interrumpió Yoongi con voz grave—. Lo supe en cuanto entré aquí. Puedo olerlo. Ese cachorro es mío, no hay error en eso.

Jimin giró hacia él, su mirada llena de una mezcla de desafío y desconcierto.

—Esto no puede estar pasando —murmuró, más para sí mismo que para los demás.

Meli intentó intervenir, con voz débil.

—Jimin, yo... lo siento mucho. No fue algo intencional, pero... entiendo que esto es difícil de aceptar.

—¿Difícil? —replicó Jimin con un tono que empezaba a quebrarse—. ¡Esto no es solo difícil, es una pesadilla! —el pelirosa apretó los puños con fuerza, tratando de mantener la compostura mientras su mente se llenaba de preguntas y emociones contradictorias. —¿Cómo pudo suceder algo así? —exclamó, dirigiéndose a Meli con una mezcla de frustración y desesperación—. ¡Esto es tu culpa! ¡Deberías haberlo revisado!

Meli retrocedió un paso, claramente afectada por las palabras de Jimin.

—Lo sé... lo sé, Jimin. No hay excusas para lo que pasó. La clínica ya está investigando cómo ocurrió, pero ahora lo más importante es asegurarnos de que tú y...  el bebé del señor Min este bien.

—¡El bebé es mío! —gritó Jimin, girándose hacia Yoongi, cuya expresión permanecía impasible pero intensa—. No tienes derecho a reclamar nada.

Yoongi cruzó los brazos a la altura de su pecho, su postura era firme y dominante.

—No me interesa discutir tus derechos o los míos. Los hechos no cambian. Ese cachorro es mío, y no voy a dar un paso atrás en esto.

El pelirosa sintió que su respiración se aceleraba. Toda su vida se estaba desmoronando en un instante y ahora tenía que lidiar con un extraño que afirmaba tener derechos sobre su hijo.

—No necesito tu ayuda. No quiero nada de ti —dijo Jimin, tratando de sonar firme, aunque su voz temblaba ligeramente.

Yoongi arqueó una ceja, avanzando un paso hacia él.

—Esto no es una cuestión de lo que tú quieras. Se trata de lo que es correcto. No voy a ignorar a mi cachorro y no importa lo que digas, estaré involucrado en esta situación.

—¡No soy un lobo, no entiendo cómo funcionan tus... tus cosas! —gritó Jimin, dando un paso atrás—. Solo quiero que me dejes en paz.

—Eso no va a pasar —respondió Yoongi con un tono bajo pero decisivo—. Te guste o no, ahora estás ligado a mí.

El pelirosa sintió que las lágrimas amenazaban con salir, pero se negó a mostrar debilidad frente a ellos. Tragó el nudo en su garganta y levantó la barbilla, tratando de mantenerse firme.

—Retírate. Necesito hablar con él a solas —ordenó Yoongi a la doctora con un tono autoritario que no admitía discusión.

Meli asintió rápidamente, con los ojos aún llenos de preocupación y salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí. Ahora, Jimin y Yoongi estaban solos.

El silencio inicial era opresivo, cargado de tensión, hasta que Yoongi, con una expresión fría y calculadora, habló.

—¿Cuánto quieres por el cachorro?

Jimin abrió los ojos de par en par, la incredulidad se reflejaba en su rostro.

—¿Disculpa? —su voz sonó casi como un gruñido, una mezcla de rabia e indignación.

Yoongi suspiró, como si estuviera lidiando con un capricho infantil.

—Dije que cuánto quieres. No importa la cantidad. Lo que pidas, lo pagaré.

La declaración fue como una bofetada para Jimin. Su cuerpo entero temblaba, pero no de miedo, sino de coraje. Dio un paso hacia el pelinegro, sin apartar la mirada.

—Mi bebé no está a la venta. No me importa quién seas ni cuánto dinero tengas. Este bebé es mío, ¿entiendes? Mío.

Yoongi arqueó una ceja, sorprendido por la intensidad de la respuesta, pero su rostro permaneció impasible.

—Deja de jugar, niño y di una maldita cantidad —espetó, su tono de voz fue un poco más grave, como una advertencia de que su paciencia estaba llegando al límite.

Jimin cerró los puños a los costados, su pecho subiendo y bajando con fuerza mientras intentaba controlar su temperamento.

—Ya te lo dije, mi bebé no está a la venta —repitió, con cada palabra cargada de veneno—. Y no soy ningún niño. Soy Park Jimin.

El nombre resonó en la habitación con una determinación que no se podía ignorar. Yoongi lo observó detenidamente, como si estuviera evaluándolo, buscando debilidades en esa fachada desafiante.

—Park Jimin —repitió seco y sin emoción—. No entiendes en qué te estás metiendo. Ese bebé es mío también y no voy a permitir que lo críes tú solo.

—¿Mío también? —Jimin soltó una risa sarcástica, pero sus ojos brillaban con rabia—. ¡Tú no tienes ningún derecho sobre este bebé! Pedí que me inseminaran, pero yo no te elegí, que lo hayan hecho fue un error. Así que, si tienes algún problema, arréglalo con la clínica, pero no te voy a dar a mi hijo.

Yoongi avanzó un paso, acortando la distancia entre ellos. Su presencia imponente parecía llenar la habitación.

—Escúchame bien, Jimin. No me importa cómo pasó esto ni quién cometió el error. Lo único que importa es que ese cachorro lleva mi sangre y no voy a quedarme de brazos cruzados mientras lo crías tú solo.

—¡No necesito tu ayuda! —gritó Jimin, dando un paso atrás, aunque su voz no perdió fuerza—. Este bebé es lo único bueno que ha pasado en mi vida y no voy a dejar que alguien como tú lo arruine.

La dureza en sus palabras hizo que los ojos de Yoongi brillaran momentáneamente, como si algo en su interior hubiera cambiado. Pero rápidamente volvió a su máscara fría e inquebrantable.

—Esto no es una negociación —dijo con un tono firme—. Más vale que te acostumbres a mi presencia, porque no voy a desaparecer.

Jimin apretó los dientes, su mirada fija en el hombre frente a él. No estaba dispuesto a ceder, no cuando se trataba de su bebé.

—Y yo no voy a permitir que interfieras en mi vida. Así que haz lo que quieras, pero mi respuesta no va a cambiar. Este bebé es mío.

Ambos permanecieron en silencio, sus miradas eran como cuchillas chocando en un duelo por quien saldría victorioso. Finalmente, Jimin se dio la vuelta y salió de la habitación. Yoongi sacó rápidamente su celular del bolsillo. Su mandíbula estaba tensa y cada movimiento que hacía reflejaba su furia contenida. Marcó un número con precisión, esperando solo un par de tonos antes de que una voz familiar respondiera al otro lado de la línea.

—¿Qué pasa? —preguntó un pelirrojo, su voz sonaba despreocupada, pero sabía que algo andaba mal.

—Escucha con atención, Hoseok —ordenó Yoongi, su voz tan fría como el hielo—. Necesito que investigues todo lo que puedas sobre Park Jimin. Absolutamente todo: sus registros médicos, financieros, familiares... No dejes ninguna piedra sin voltear.

—¿Park Jimin? —preguntó Hoseok, intrigado.

—Exacto —confirmó Yoongi—. Y una vez que tengas toda la información, asegúrate de borrar cada rastro de su existencia como humano. No quiero que quede ninguna evidencia.

Hoseok se quedó en silencio por un momento, procesando las órdenes inusuales de su jefe.

—¿Borrar toda la evidencia? —repitió, su tono ahora más serio—. ¿Por qué querrías hacer eso?

Yoongi apretó los dientes, su paciencia estaba a nada de reventar.

—Porque ese humano lleva a mi cachorro en su vientre —soltó, su voz cargada de enojo y frustración—. No necesito que nadie más lo descubra, especialmente mis enemigos.

Hoseok dejó escapar un silbido bajo, impresionado por la revelación.

—Entendido —respondió finalmente—. Pero esto no será fácil. Los registros humanos no son simples de manipular.

—No me importa cómo lo hagas, te pago bastante bien, como para que puedas hacerlo —cortó Yoongi—. Y asegúrate de hacerlo rápido y bien. No puedo arriesgarme a que alguien se entere de esto antes de que lo controle.

—Lo haré.  Pero te cobrare más.

Yoongi miró por la ventana, sus pensamientos revolviendo su mente como una tormenta. Sabía que estaba entrando en un terreno peligroso, pero no le importaba. Ese cachorro era suyo y no iba a permitir que nada ni nadie lo pusiera en peligro y mucho menos un tonto humano.

—Hazlo, Hoseok. No importa el dinero, solo no quiero que haya errores —dijo finalmente antes de colgar, dejando al otro alfa con la palabra en la boca.

Guardó el celular en su bolsillo y respiró profundamente, intentando calmarse. Sus pensamientos regresaron a Jimin, a la intensidad de su mirada y la férrea determinación que había mostrado.

 "No será fácil," pensó Yoongi, "pero tampoco imposible."



.


.


.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro