Prólogo.
12 de enero del dos mil veinticuatro.
Actualidad.
—¿Y entonces cómo va todo, hombre? ¿Necesitas otros pasaportes falsos o algo? Sabes que puedo obtener la documentación.
Un bufido se escuchó desde la otra línea, Yugyeom sonrió con burla. Se imaginaba a la perfección la cara de perro gruñón que tenía Jeon en esos instantes.
—Joder, ya no más. Taehyung y yo hemos decidido quedarnos un tiempo aquí en Francia.
—¿Así que Taehyung y tú? ¡Diablos, Jeon! Nunca pensé que ese niño pudiera controlar tus bolas.
Jeongguk gruñó desde la otra línea.
—Oh, chúpame la polla. No digas estupideces, a él le encantó el país y sabes que me gusta cumplir sus caprichos.
—Tus palabras se traducen como: sí, ese niño me domina. —Rió Yugyeom caminando hacia la cocina, frunció el ceño en cuanto notó la cerradura abierta de la puerta hacia el jardín así que se apuró a cerrarla. —No puedo creer lo blando que te has vuelto, eh. Incluso te has jodido el cabello por él.
—Mierda, cierra tu asquerosa boca de una vez o te arranco la lengua. —Le exigió Jeongguk con un tono filoso entre sus palabras, después hizo una ligera exhalación y procedió a seguir. —Me jodí el cabello porque casi nos pillan en el aeropuerto, al menos con esta apariencia somos más discretos.
—¿Rubio? ¿De verdad?
—¡Ya cállate!
—¿Y el niño? ¿Cómo está?
—Taehyung ya no es un niño, tiene veintitrés y está como para follarlo tres veces al día.
—¡Mierda, Jeon! No quería saber eso, sólo te pregunté por él. —Se quejó Yugyeom por el teléfono, se recargó en la mesa de la cocineta mientras seguía soltando groserías.
—Él está bien, es un maldito desgraciado y demasiado caprichoso pero nada más. —Respondió el contrario con tranquilidad, unos chillidos se escucharon en la línea de Jeon. Yugyeom supone que es Taehyung quejándose de sus palabras. —¿Cómo estás tú? Ah, dame el estatus de todo.
—Yo estoy bien, soy el maldito mejor abogado en Seúl.
—Abogado corrupto. —Corrigió el mercenario, Yugyeom rodó los ojos con fastidio.
—Ya. ¿Te mantengo al margen sí o no?
—Habla, bocazas.
—Todo está tranquilo. Sabes que Min salió hace unos meses de prisión por buena conducta, lo último que supe de él fue que se mudó a su natal Daegu y que ahora tiene una licorería que apenas prospera. ¿Puedes creer lo mucho que se jodió? Tanto dinero que le sobraba por el culo y ahora no tiene ni en que caerse muerto.
—Bien, no me importa lo que haga ese imbécil. —Aclaró Jeon áspero, Yugyeom asintió con seriedad. Sabía de antemano que su compañero tenía enemigos de sobra y era mejor que ninguno supiera de su paradero. —Lo único que me interesa es que no venga a intentar algo en contra mía o Taehyung.
—Dudo que Min intente algo de nuevo, la policía aún lo ronda a veces. ¿Quieres saber de Park?
—Vaya. ¿Ese sopla pollas sigue vivo?
—Cerró su restaurante y abrió uno nuevo en New York, ese idiota huyó en cuanto supo que Min salió de la prisión.
—Park, todo un cobarde como siempre.
—Eso era todo, creo que puedes estar tranquilo un buen tiempo más.
Jeon suspiró desde su línea.
—Eso espero, no quiero que nadie joda lo poco que he construido fuera de la maldita red oscura.
—Bueno, Jeon. Ahora tengo que colgar. —Avisó Yugyeom dirigiéndose ahora a la gran sala, su atención se centró ahora en la cerradura abierta de la puerta principal. ¿En verdad dejó todas las puertas abiertas o qué? —Luego te llamo, hombre.
Y colgó la llamada.
Caminó con lentitud hacia la puerta, observó afuera y estaba absolutamente vacío. Luego de comprobarlo, cerró con seguro e iba dispuesto a caminar a su habitación pero se vió interrumpido nuevamente al ver la puerta del jardín abierta por segunda vez.
—¿Qué mierda está pasan-
Un disparo lo hizo callarse abruptamente, sus ojos fueron directo a la zona en donde la bala impactó y jadeó alarmado.
Una gran mancha de sangre crecía alrededor de su pecho, podía jurar que perforó su pulmón o otra mierda de órgano.
—¿T-Tú?
—¿De verdad pensaron que sería tan fácil deshacerse de la red oscura? Oh, nunca podrán vivir en paz.
Y disparó de nuevo acabando con la vida de Yugyeom, ni siquiera lo dejó hablar ni un minuto más.
El cuerpo del abogado cayó al suelo en un charco de sangre y después de eso, la puerta fue azotada con violencia.
Era el inicio del infierno para todos.
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