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Capítulo uno.

❝ Voy a cazarlos a todos así que corran mientras el cazador alista su escopeta, pequeñas aves. ❞

14 de enero del dos mil veinticuatro.

Francia, Toulouse.

Jeongguk frunció el ceño observando a su pequeño amante perseguir las blancas palomas que residían en aquel enorme parque, exhaló el humo del cigarrillo entre sus labios y segundos después tiró la colilla al suelo antes de reprender al joven.

—Taehyung, creí que fui claro cuando te dije que no te alejes tanto.

El joven ahora de cabello oscuro alzó su vista hacia Jeongguk dedicándole una mirada intimidante, maldita sea la hora en que le enseñó el truco de intimidar con los ojos.

—Tampoco me veas así, sabes que no funciona conmigo, muñequito.

—Tú no me mandas más, ¿lo olvidas, amor?

—No estés tan seguro, aún te doblegas bajo mi mando. —Se burló el rubio tomándolo del brazo, Taehyung no se quejó y se dejó. Incluso, él mismo se aferró al fuerte brazo del mayor cuando un grupo de chicas lo observaron.

—Bésame ahora.

El ex mercenario puso su atención en él y le miró sin entender, Taehyung alzó una de sus cejas y chasqueó la lengua expectante a que el mayor obedeciera.

—¿Y por qué?

—Porque yo te lo estoy ordenando, ¿Vas a darme el jodido beso sí o no?—Murmuró el pelinegro sin dejar de observarlo a los ojos, no puedo resistir más el ardor de celos en si mismo y lo jaló del cabello para robarle un brusco beso.

Jeongguk no quiso quedarse atrás y con la misma furia, apretó las caderas de Taehyung mientras su lengua hacía todo el trabajo en la boca del menor.

La intensidad de los besos subió, de pronto ambos ya estaban frotándose en medio de la calle rompiendo la regla uno.

No llamar la atención.

El grito de una de las chicas los hizo salir de su burbuja, parecía estar demasiado consternada con lo que veía. Jeongguk se separó con brusquedad y empujó al otro lejos de él, el pelinegro gruñó con molestia.

—No vuelvas a empujarme a menos de que quieras la misma brusquedad, ¿oíste? —Susurró Taehyung nuevamente cerca del rubio, su lengua húmeda y caliente se pasó por el lóbulo de su oreja sin ninguna pizca de vergüenza. —¿Qué? ¿Te comieron la lengua?

—Sólo cierra tu maldita boca sucia y vámonos, hemos llamado la atención suficiente.

El menor rodó sus ojos frustrado y siguió al rubio que caminaba a grandes zancadas, ya lo había molestado por quinta vez en el día.

Seguramente volverían a gritarse y luego terminarían arreglándose a su propia retorcida su manera.

..

—¿Por qué te molestas tanto? Sabes que Yugyeom puede conseguirnos documentación falsa y pasaríamos desapercibidos de nuevo en cualquier país.

Jeongguk lo ignoró rotundamente y siguió con su rutina de ejercicio, el sudor corría por todo su cuerpo. Podría jurar que la camiseta estaba perfectamente pegada a su torso trabajado, después se daría una ducha.

—¿Vas a ignorarme para siempre? Creí que el infantil aquí era yo. —Le dijo con un toque de diversión en su gruesa voz, se acomodó de una manera más cómoda en el sofá y sus ojos vagaron por todo el cuerpo de aquel rubio enfadado. — Jeongguk, házme caso o te duermes afuera con tu hermana la basura.

—Necesito que sigas las putas reglas, Taehyung. —Respondió tosco, alzando aquellas fuertes pesas, su mandíbula estaba apretada y su ceño fruncido delatando su cólera. —Si nos ven, los cerdos de los policías corruptos no dudarán antes de entregarnos o vendernos con nuestros enemigos. ¿Tu estúpida cabeza lo entiende?

—No creí que algún día tuvieras miedo de algo, me decepcionas.

—Yugyeom no me responde desde hace dos días, puede que este exagerando pero estoy comenzando a imaginarme que alguien lo pilló.

Taehyung se levantó del sofá y bajó al cachorrito de su regazo, caminando hasta donde se encontraba el ex mercenario.

—Deja esas imaginaciones, Ggukie. Han pasado años, ¿por qué crees que alguien nos atacaría justo ahora y no antes?—Expresó subiéndose encima del rubio, le quitó aquellas pesas y las dejó a un lado para poder besarlo con suavidad. —Sólo cállate y vamos a dormir, me estresas demasiado.

—No eres nadie para darme órdenes.

Taehyung se rió cínico y mordió la piel de Jeongguk con fuerza, sabía que pronto tendría una gran hematoma en su cuello.

—En realidad soy tu todo para tu jodida suerte, Jeongguk.

Cuando ambos estaban a punto de pelear de nuevo, el sonido de un teléfono los interrumpió. El ex mercenario bufó molesto y tomó la llamada llevándose el teléfono al oído.

—¿Hasta ahora atiendes tu teléfono? Creí que alguien te había fusilado las pelotas, Yugyeom.

Una risa melódica y distorsionada sonó desde la otra línea, Jeongguk frunció su entrecejo y de inmediato miró a su joven amante.

Sabía que seguías vivo por ahí, al igual que tu bonita puta.

¿Y quién carajos eres tú, pequeña mierda?

No creo que sea importante para ti, mercenario.

Taehyung notó como su mayor apretaba el teléfono entre sus manos y estaba tenso, tragó saliva antes de acercarse y tomar la mano de Jeongguk para apretarla en un intento por tranquilizarlo.

—¿En dónde está Yugyeom?—Soltó tosco el rubio, su paciencia estaba al límite y pronto estallaría por completo. — Habla ahora.

lo diré una cosa, voy a cazarlos a todos así que corran mientras el cazador alista su escopeta, pequeñas aves.

La risa de aquella persona sonó una última vez antes de que la llamada se diera por finalizada y el celular probablemente apagado o destruido, el tipo era listo y no se dejaría encontrar.

Jeongguk respiró agitado intentando controlarse, corrió hacia el pequeño sótano de su casa y sacó una enorme caja con todas sus cosas.

Sabía que algo así pasaría, nunca se libraría de la red oscura.

Taehyung llegó después sin saber que estaba ocurriendo, apretó al cachorro entre sus brazos y lo miró impaciente.

—Alístate, Taehyung. Tenemos que irnos.

Y sacó el arma que hace tanto tiempo dejó de usar.

Por los viejos muertos.

Y por los viejos tiempos.

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