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BEATING HEART
el monstruo del príncipe.

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Las miradas que disponía el príncipe de la oscuridad sobre mí, me hacían sentir halagado.

Pero el frío silencio de su arma de doble filo me mantenía alerta, si bien no me consideraban un aliado, me necesitaban. Nyx era el niño de su padre, tan importante para él porque sería su heredero, aunque este no estuviera enterado aún que su lazo con la princesa de hielo, su agradable reina, no estaba ni cerca de florecer. La oscuridad lo consumiría mucho antes que lograra sentir esa corona de cristal sobre su cabeza. Nyx Archeron nunca sería Alto Señor.

── ¿Así que papi te perdonó? ──pregunté divertido.

El príncipe gruño, tomando por la camisa con fuerza. Temblaba,

──Cállate.

── ¿Por qué? ¿A tu chica le excita?

Nyx tensó la mandíbula, sin embargo, el ambiente cambio a uno más helado. Decidí guiar mi mirada hacia la perfecta princesa, recordando cada centímetro de su cuerpo, recordándome a la hermosa figura congelada que se encontraba en ese paisaje invernal escondido luego de la furiosa pelea contra la propia Viviane, si tan solo supiera lo que ocurrió, en verdad, ese fatídico día.

Quizás los vería diferente, quizás nos verían diferente. 

──Lo único que me va excitar es tu cabeza rodando por ahí ──aseguró Demetria mientras apartaba a Nyx de mi, lo agradecí mentalmente.

── ¿Entonces, qué dices? ──volví a preguntar, en lo que arreglaba mis ropajes. 

Había sido claro con mi oferta: conocimiento, a cambio de poder.

──No lo necesito, tengo lo que deseo. 

Reí a carcajadas mientras escuchaba la respuesta de ambos, seguramente pensaban que su grupo de investigadores élficos estaban de acuerdo con aquello, pero sabía perfectamente como llegar a los brazos de la pequeña estrella fogosa que terminaba en brazos del hijo del cantor. Eran débiles, y sin duda, sufrirían por sus actos. Un error que a todos nos cuesta aceptar hasta el día de hoy aunque posiblemente nadie crea las palabras que brotan de mi boca, ¿qué puedo decir? Los que tenemos el alma podrida, quizás no mostremos tan directamente nuestro corazón, pero de que tenemos conciencia, la tenemos. 

Demetria, esa era la gran debilidad de Nyx. 

¿Tristemente cierto, verdad? Demetria era como un copo de nieve, afilado, pero demasiado desconfiado. Su mirada se apagó de repente, podía escuchar a Nyx susurrándole que se detuviera, pero ella avanzó hacia a mi, deleitándome con los mismos pasos que su adorada sestra. Estaba dando pasos en falso, soltando sus hilos, tal cual una marioneta siendo controlada por su creador, pero Nyx reconocía la ayuda cuando era bien recibida, sin embargo, Ryder pretendía sacar provecho de la aclamada situación. Con solo ver a ese hermoso cofre cubierto por lazos de energía permanentes unidos al hijo de la propia Noche, era extraordinario. No era necesario desviar su mirada, porque la princesa, no, la Vasílissa del macho ilyrio tenía su mirada glacial en su persona. 

Algo mucho más glorioso, había ganado solo con eso. 

── ¿Qué tanto ves, Ryder? ──amenazó con sus ojos los míos, sin embargo, solo reí provocando confusión en ambas personas que se encontraban a mi delante.

«Así que tenemos el mismo objetivo, no es así... ¿Vasílissa?», sonrió  para sus adentros el vil ladrón de sueños, porque por mucho trabajo que tuviera, sabía perfectamente que no caería en la trampa del león.

──Bien, entonces les deseo dulces sueños. 

──Vete a a mierda ──siseó ella, Nyx sonrió.

Pero, ¿yo? Solo desaparecí, pronto necesitarían mi consejo. 

──El amor no sobrevive al fuego de la pasión, recuérdalo Archeron ──susurré desde la oscuridad. ──Antes debes entender que el miedo tomará el control más rápido que la coronación de tu amada en aquella cárcel de cristal donde descubrirá una verdad que ni su amor bastará para frenar a su dolido corazón.