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𝟭𝟯. Nyx.


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BEATING HEART
el monstruo del príncipe.

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Volvía a soñar despierto, una, dos, quizás era la tercera en la semana. 

Una semana. Esa era la cantidad de días que llevaba lejos de mis padres, y no podía estar más seguro de ello desde que esconderme o hacerme pasar otro había sido lo más beneficioso ante las sombras de mi propio tío, aunque se que las cosas empeoraron, entre ellas, que mi cabeza tiene el máximo total de siete búsquedas en esta semana. ¿Algo más para sumar a la lista de cosas que no deben hacer por hacer enojar a sus padres? Huir de casa sin decirles que estás en el refugio que tus amigos construyeron para escapar del trabajo, ni siquiera sería tan creíble. 

──Debes decirles donde estás ──me señaló mi dulce copo de nieve. 

¿Ya mencioné lo hermosa que es? Debo de estar dormido como para escucharla en estas circunstancias, aunque lo más posible es que ella tenga razón, pero nunca lo admitiría. 

── ¿Nyx? ──ella volvió a hablarme, rabiando ──. ¿Podrías escucharme?

──Por favor, dime que estoy soñando ──susurré.

──No, tonto. ¿Por qué estarías soñando? ──preguntó enfadada.

──Porque me has dicho «por favor», amor.

──No soy tu «amor».

──Eso no me decías cuando mencionabas arrancarte el vestido para que mis manos siguieran explorando tu cuerpo, copo de nieve ──susurré contra sus labios. 

Demetria no me aparto de su cuerpo, pero sin duda el aire comenzaba a faltarme porque mi sangre parecía estar fragmentarse en millones de pedazos, logrando así tensar mis músculos. Ella estaba convirtiéndome en una estatua para su colección, aunque no era mi problema más grande, admitía en estos momentos que regresar para volver a ver a mi madre no era mala idea. Pero la cara de Rhysand ─mi padre─, no se me apetecía en lo más mínimo. Demetria me había hablado de como debían desarrollarse mis poderes, según los libros de la Corte de Día. Sin embargo, nadie me aseguraba que cuanto más viviera en la oscuridad, esta me encarcelara como los recuerdos de un ilyrio en la guerra. 

──Estaré contigo ──afirmó tomando mis manos, el hielo comenzó a disiparse por lo que pude respirar ──. Pero debes hablar con él, Nyx. 

Era fácil decirlo, pero temía por mí cabeza.

──Es...

──Nada es difícil para ti, chico murciélago.

Sonreí.

──No, pronto nada, copo de nieve ──aseguré.

──Hay veces que te odio, idiota. 

──Que aburrida eres ──resoplé de mala gana──. Lo juro, ¿contenta?

── ¿Qué juras? ──preguntó.

──Juro solemnemente que hablaré con mi padre, aclararemos la situación y te invitaré a salir. 

──Agh, tonto. 

VELARIS.

──Bien, he aquí...──susurré en la parte oculta de la biblioteca.

"¿Asustado, príncipe?". Bryaxis se movía por la zona más oscura, moviendo los libros como un tintineo sonreí de solo pensar que lo hacía para asustarme, pero la presencia cercana de Azriel me mantenía tan alerta como él.

──No, eres el menor de mis problemas.

"No hablaba de mi, príncipe". Repitió. 

──Ah claro, se me olvidaba ese gran detalle ──susurré ──, deséame suerte. 

"No la necesitas, príncipe". Susurró la bestia sonriente. 

Avancé por los pasillos, colándome con cuidado por cada lugar sin obviar el pasaje por donde las sombras podrían estar, decidí seguir mi camino hasta encontrar la única puerta de madera decorada con estrellas pintadas recientemente por mi madre que solía decir que para ellas solo se necesitaba soñar ─pero mi padre siempre solía hablar del esfuerzo─, así que reconocía que para alcanzar una estrella. 

«Respira Nyx, respira», susurré para mi misma.

Seguí mi camino, entré por la gran puerta por la cual logré cerrar con suavidad, sin provocar una ráfaga de viento, logrando así sentarme en el sillón que daba justo con el escritorio de mi padre. Decidí cruzarme de brazos, pero los bajé rápidamente, alisé mi cabello con la mano izquierda, para luego alzar la mirada al hombre que estaba metido entre el millón de papeles que había en su escritorio. Sonreí. Nunca cambiaría.

── ¿Sabes? ──susurré dejando que mi propia voz se llevara el crédito ──. Si ordenaras todo por carpetas o colores, sería más sencillo, o al menos eso lo era para...

Un par de manos se apoyaron en mis hombros, levanté la mirada para toparme con esos orbes obsidianas que eran como los míos, sin embargo, temblé al pensar que Rhysand usaría su fuerza de voluntad contra mi persona. No lo merecía, o tal vez un poquito por exagerar.

──Nyx...

──Si, solamente deberías separar lo importante, darle la mitad a mamá ──aseguré señalando el escritorio ──, esta bien que sea tu esposa, pero con el debido respeto, Alto Lord, ella también debe hacerse cargo de «esto»

──Nyx...──volvió a repetir, mirándome. 

──Si me permites, puedo hacerme cargo de las voces del pueblo, digo, soy bueno allí...

── ¡Nyx! ──llamó con fuerza, volviendo a verlo, temblando por la nueva emoción.

── ¿Qué? ──pregunté con indiferencia ──. ¿Qué vas a decirme ahora? ¿Qué te deshonre porque hui de la casa? ¿Por qué no cumplí tus expectativas? ¿O por qué..? 

──Lo lamento ──se disculpó.

¿Qué acababa de decir?  Ese no es mi padre, Rhys era... Rhys. Escribir muchas veces que era el mejor papá del mundo en un cuaderno cuando me enseñaba a leer fue suficiente para mi.

── ¿Escuché mal? ──murmuré.

──Lo lamento mucho, hijo. 

──Entonces aclararme las dudas papá, ¿por qué debo quedarme encerrado, entrenar hasta morir, pero debo aguantarme su mirada de lástima?

──Es una historia larga ──declaró al verme, mientras tomaba asiento a mi lado, observándome como si buscara un rasguño.

──Estoy bien, soy capaz de auto mantenerme a salvo, tuve un buen maestro de niño.

Él sonrió.

──Hablaba del tío Azriel, el me enseñó al mismo tiempo que Aster y Mihai. 

──Un buen maestro ──susurró mí padre.

──No cambies el tema, y explícate ──exigí.

──Esta bien ──dijo con una sonrisa, para luego acercarse a la puerta y trabarla con un toque de su poder. Ahora quería aprender eso ──. Pero, está relacionada a mi pasado. 

──Papá, solo confía en mí.

Rhysand me vio a los ojos, como si estuviera tratando e confirmar algo. 

──Confío en ti, hijo ──afirmó ──, pero no confío en mi mismo.

Entonces todo cobró sentido. 

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