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𝟭𝟬. Demetria.


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𝐁𝐄𝐀𝐓𝐈𝐍𝐆 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓
el cuento de la princesa.

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Ryder Frost.

Aster me había mencionado que él y Nyx eran enemigos. No importaba que hiciera para entender sus razones, al parecer el príncipe solo deseaba enterrarlo debajo de la tierra sin consecuencia alguna. Concordaban en algo, al parecer Ryder es el típico «tiracañas», pero un presentimiento llenó mi mente de adjetivos para el ilyrio que estaba intentando recuperarse.

──Estará bien, chiquita ──aseguró el rubio apartando sus mechones más largos de su rostro──. El chico murciélago es demasiado fuerte para mi gusto, pero como el dicho dice "hierba mala nunca muere". 

──Ten mucho cuidado como lo llamas ──amenacé por lo bajo.

── ¿Por qué? ──el contrario se giro a verme──. ¿Eres una arrastrada que va detrás de un lugar junto a su familia?

Mi sangre comenzó a hervir. Para ser un sanador tenía una lengua demasiado larga.

──Estás hablando de Nyx ──siseé mientras me colocaba a su delante, bajo esa atenta mirada que tenía la pinta de desnudarme con solo segundos ──. Por lo tanto, mientras yo este aquí, te morderás tus mejillas, a menos de que quieras que te enseñe una lección.

Una sonrisa forzada fue suficiente para escuchar un quiebre constante dentro de él, si tenía que convertirlo en una estalactita, lo haría. ¿Pero por qué estaba haciendo esto?

──Como diga la reina ──hizo una reverencia, llevando su mirada a mis labios, hice una mueca.

── ¿Y si mejor te largas de aquí? ──la chica pelirroja que había llegado junto conmigo dejo el libro que leía en una pequeña mesita, sonriendo sin emoción alguna, decidió señalarlo ──. Lárgate, sanador de cuarta. 

──Siempre tan amable, Siri.

──Solo mí compañero me dice así, basura. 

──Oh, ¿todavía sigues con esa cosa? ──se burló.

──Claro, es mi cosita hermosa ──sonrió orgullosa, como su padre, digna de ser una Vanserra.

En cambio, evitando los problemas de otros, me escabullí en la recamara de Nyx.

── ¿Él te tocó? ──preguntó mirándome, estaba tensó, podía verlo en sus brazos, aunque su agarre fuera de lo más gentil. Nyx Archeron era muchas cosas, sin embargo, tenía que practicar otras. 

──No, pero si te hace sentir orgulloso, casi termina siendo una de mis estatuas para mi colección privada.

Nyx me miró, una mezcla de orgullo y decepción al mismo tiempo.

── ¿Entonces lo hubieses preferido a él? Creo que comienzo a entender nuestro vínculo...

Lo miré curiosa. ¿De qué estaba hablando?

── ¿Nuestro vínculo?

──Si, copo de nieve ──sonrió──. Nuestro vínculo se basa en mis aportaciones de caridad, mientras tu me cambias por el cubo de hielo.

Reí. 

── ¿Cuál es el chiste que no me enteré? ──preguntó cruzándose de brazos.

Tomando la iniciativa, agarre sus mejillas con mis manos, acariciándolas como él suele hacerlo cuando parecía desear tener el control sobre cada uno de los momentos en los que terminábamos encontrándonos por pura casualidad. Nyx se relajó. Sonreí.

──Lo lamento, copo de nieve ──se disculpo──. Pero la discusión con mi padre sigue latente dentro de mi cabeza, es normal que ahora parezca un adolescente inseguro.

── ¿Más de lo que ya eres? 

── ¡Demetria! ──se quejó.

──Tranquilo, chico murciélago ──lo detuve, ganando su atención ──. Tenemos algo pendiente, ¿te lo recuerdo?

Nyx sonrió socarronamente, llevando sus manos a mi cintura, apegándome más a su cuerpo, provocando escalofríos por todo mi cuerpo, entrelazando uno de los tirantes de mi camisón entre sus dedos, besó mi hombro sin esperar una respuesta de mi parte.

── ¿Viniste a verme en camisón, copo de nieve? 

Negué.

──En mi defensa, Aster me atrapó justo al salir de la ducha ──aseguré sonrojada──. Ahora seguramente no me hablara.

El chico murciélago me observó, intrigado.

── ¿Por qué lo dices?

──Porque le arroje un zapato a la cabeza, y seguro estará días con ese ungüento en la cabeza.

Nyx se echó a reír con fuerza, mientras yo me avergonzaba.

──Oh, mi dulce copo de nieve ──desvíe la mirada, seguramente ahora estaba sonrojada hasta las orejas──. Eres una verdadera caja de pandora, Vasílissa. 

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