𝟬𝟴. Nyx.
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𝐁𝐄𝐀𝐓𝐈𝐍𝐆 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓
el cuento de la princesa.
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──Estaba ocupado ──fue lo último que salió de mi boca al ver a mi madre jugando con sus dedos, como si estuviera ocultándome algo.
Había regresado a Velaris ignorando los comentarios poco frecuentes de los ilirios, o los saludos de mis tíos, seguidos de los gritos de mi padre exigiendo que hablara con él. Pese a tantos pensamientos en mi cabeza, solo pude responder al dulce calor que emitían mis manos, estaba tan nervioso por entender al mismismo hielo en persona. Aster, quien era el principal oído come chismes, solo pudo avisarme que Rhysand estaba molesto, y si antes era una rabieta, ahora era el momento para poner en práctica las enseñanzas de Cassian, aunque fuera totalmente una pésima idea. Papá seguro estaba exigiendo informes sobre mi poder, pero evitaba a Amren y sus criticas por la perfección para reunirme con el monstruo de la biblioteca, sabiendo en secreto que nadie conocía su verdadero paradero o su nueva apariencia.
"Estaba furioso, ni disculpas nos pidió. Ten cuidado, Nyx". Insistió el hijo de las sombras.
──Estaré bien...
"Te esperamos en el fuerte, así que no vengas con el ojo morado, idiota". Aseguró mi otro compañero con una sonrisa que estuve dispuesto a apostar que se trataba de una demasiado preocupada.
──Estaré bien ──repito delante del espejo, revisando mi vestimenta, sin importar que ahora estaba usando harapos de lo menos hermosos, es más, parecía un terrible mal sacado de la calle ──. Le diré... Le diré.
Sin embargo, al parecer no todo era luz y estrellas en la Corte de la Noche.
── ¡Rhysand, basta!
La voz de mi madre fue un grito, quizás un tanto desesperado al ver como su amado esposo estaba tomando a su hijo por el cuello de la camisa, sufriendo del propio sabor metálico de su sangre. Estaba con los pies en la tierra, sintiendo el suelo de madera, sin embargo, juraba que los latidos de mi corazón retumbaban en mi cabeza, una y otra vez, sin parar. Rhysand estaba enfadado, en su mirada obsidiana observaba como la furia lo consumía, mientras que mamá intentaba interceder, en vano.
──Te lo repetiré una vez más, hijo ──amenazó en voz baja ──. ¿En dónde estuviste?
── ¿Ahora te importa con quién?
──Nyx ──advirtió.
── ¿Qué? ¿Vas a golpearme? ──pregunté, incrédulo ──. Adelante papá, golpéame con todas tus fuerzas, pero recuerda que en tu memoria, el abuelo era idéntico a ti.
Caí al suelo, levantándome con esfuerzo, provocando que los tíos tensaran la mandíbula, o soltaran alguna maldición con respecto a la situación, pero no deje que se me acercaran.
──Hablabas de Tamlin, de como puso cadenas en lugares en los que no debía, que aisló ala pájaro de su jaula ──sentía la mirada de mi madre en mi espalda, pero seguía con mi fatídico discurso──. Me hablaste del respeto, que la violencia no era la respuesta... ¡Pero mírate! ¿Quién es el que intenta ponerme cadenas como si fuera su esclavo? ¿Crees acaso que me gusta que Amren diga sus estúpidas palabras halagándote como si fueras la cosa más superior de los tiempos? Se aprecia su esfuerzo, pero mi poder no aparecerá si ella, tú o cualquiera que intenta lamerse el trasero me lo pide, antes prefiero desatarlo para caer en mi propio caos, quizás es algo que debí hacer hace mucho tiempo...
──Nyx...──el poder de mi padre aumentaba, mientras que el mío se retorcía impaciente por salir a enseñarle una lección por meterse con el señor de sus miedos, aquel que estaba dispuesto a terminar con un batallón.
── ¿Sabes por qué no caí aún? ──pregunté apoyándome en la pared ──. ¡Por ti, maldita sea! ¡Solo deseaba que me vieras, o prestaras atención a lo que yo deseaba! Pero estoy tan privado de decidir, que siempre tengo que esperar la aprobación de Feyre ──escupí ──. O de todos ustedes, malditos.
Mi cabeza daba vueltas, el peso de mi cuerpo estaba indicándome que estaba muy herido o que el golpe me dejaría ciego, nada era seguro. La voces de Aster y Rooney estaban gritándome que saliera de allí, y me negué. Si, soy un cabeza dura.
──Sobrino...──susurró Cassian, aún intentando acercarse.
── ¡No! ──espeté furioso, ahora iban a escucharme.
Un aura oscura me cubrió, atravesando mis heridas, dejando mi mente en banco, estableciendo mis propios limites por haber comenzado a utilizar el poder del cual he sido advertido. La sombra se enroscó como una serpiente por mi cuerpo, susurrándome, preguntándome cuales eran las siguientes ordenes. "Mi señor...". Escuché llamarme, por lo que alzando mi mano hacia las ventanas, provoqué el daño más imperdonable de toda mi existencia.
──Deshazte de todo aquel que intente atravesarse en mi camino, Arhem ──mencioné a la sombra, quien se movilizó divertidamente ──, no dejes que alguien de los de aquí, a mi excepción, tenga la salida grata de este lugar al que ya no puedo llamar hogar ──ordené, mientras mi padre intentaba acercarse a mi, intentando cambiar mi opinión ──. Desaparece todo rastro de mi de este maldito lugar, y llévame hasta el ischyrós...
La sombra pareció acatar mi orden, porque lo único que pude escuchar fue a Amren gritándome que tenía razón con respecto a mi poder, mientras mi padre intentaba aferrarse a mí, escuchaba el llanto de otros, la suplica de mamá... Todo quedó absorto en aquel campo destruido, logrando que mi propio yo, desapareciera en último grito que intentaba llegar a mí.
── ¡Sobrino!
Y la oscuridad decidió entregarme en brazos de la trágica desesperanza.
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