𝟬𝟳. Demetria.
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𝐁𝐄𝐀𝐓𝐈𝐍𝐆 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓
el cuento de la princesa.
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Nuestras manos estaban unidas gracias el calor que brotaba de nuestros cuerpos como si deseáramos mucho más de lo que estábamos recibiendo, como si fuera una señal corta, extinta, cerrando por estrechos caminos la poca cordura que no estaba sosteniendo en aquel momento. Nyx decidió trazar caricias en mis manos, separando su rostro del mío, tomando aire, reservándolo, mientras nuestros ojos volvían a encontrarse en una especie de espejismo, uno demasiado real.
──Demetria...──pidió contra mis labios, suplicando por tener otro acercamiento.
──Hazlo ──ordené──, por favor...
Nyx mostró su mejor sonrisa, acercándose a mi como una bestia hambrienta, me tomó por el rostro, pasando sus manos por detrás de mis orejas semi puntiagudas, dejando caricias que causaban escalofríos en mi cuerpo ─dejando a la vista mi piel de gallina─, hasta que el tiempo nos envolvió de nuevo en una guerra donde se debatía quien tendría el control total de la situación.
«Estaba en las nubes, deseando en mi interior que nadie frenara dicho momento, intentando poder disfrutar de mis impulsos», sin embargo, podía sentir los calambres en mi vientre al notar los niveles altos de mi poder subiendo y bajando como la temperatura de la Corte de Invierno.
Poco me importó.
Mis manos estaban en una posición de lo más cómoda ─dejando caricias a lo largo de su pecho, subiendo hasta sus cabellos y tironeando de aquellos para acercarlos mucho más─, alargando la esperada mezcla de gemidos ahogados, de labios hinchados por castigos sin fallos, una locura envuelta en caos e invierno. El cuerpo de Nyx se cernió sobre mí, dejando mis manos en sus hombros, mientras su cabeza bajaba lentamente a mi cuello. Dejaba marcas, imitando gruñidos semejantes a los de alguien que indicaba que solo él tenía la perfecta capacidad para hacer dichas acciones. Gemí.
──Nyx...──llamé.
──Mi dulce copo de nieve ──degustó cada una de sus palabras, sonriéndome ──. No tienes ni la menor idea de lo que pienso provocarte...
Un ronroneo se escapó de su garganta, no entre en pánico, sentía seguridad al tenerlo tan cerca que mis propios límites se estaban yendo por la borda. Lo deseaba, lo necesitaba. Nyx Archeron provocaba algo muy ruidoso, casi podría relacionarlo a la teoría del triángulo del amor. Parecíamos un cinturón de estrellas brillantes que conforman millones de constelaciones.
──Nyx... ──volví a gemir, rozando nuestros cuerpos a un nivel donde la necesidad se había vuelto un deseo carnal ──. Hazlo.
──No, pequeña ──lo mire extrañada.
Un nudo se formó en mi garganta.
── ¿No? ¿Por qué? ¿He hecho...?
──Eres más perfecta de lo que imaginé, Demetria ──aseguró suspirando anonadado ──, pero eso no significa que te llevaré a la cama.
Me sonrojé, al contrario, Nyx tomo mis mejillas uniéndonos lentamente, frente a frente. Siendo cuidadoso, siguió mi mirada hasta perderse en ella, así como yo lo estaba en la suya.
──Así que... ¿Quieres volver a tu hermoso castillo, volando? ──preguntó sin un ápice de broma.
── ¿Y luego hablas de no meterme a la cama? ──sonreí, él río.
──Eres mi Vasílissa, Demetria ──aseguró mostrándome una sonrisa de oreja a oreja ──. Si voy a hacerte el amor, quiero que ambos estemos de acuerdo, y no solo por una calentura del momento.
Mis mejillas se tornaron rojizas, estaba muy segura de parecer un tomate. Definitivamente, iba a cobrarme por esto.
──Oh, ahora resulta que esto es una simple calentura.
Nyx río.
── ¡Ya mujer! ──lo escuché reír, sonreí ──. Al menos sabré que... ──se acercó a mi oído, pegando sus labios a mi oreja ──. Mi amada snowflake, ama que yo sea el que la bese en sus benditos sueños húmedos.
Lo golpeé en el hombro.
── ¡Idiota!
──Eso no decías... Espera, ¿acaso no decías mi nombre, pidiendo a gritos que...?
── ¡Estaba excitada!
── ¿Yo te excito, copo de nieve?
──Argh, cierra la boca ──ordené.
── ¿Y perderme tu rabieta? ──el movió su dedo índice en forma de negación ──. No, Vasílissa, no lo haré.
──Nyx ──volví a llamarlo, está vez un poco más seria ──. Quiero enseñarte algo, rata voladora.
──Haré se cuenta que no escuché la parte de rata, cariño.
Sonreí complacida, había ganado la batalla.
Las alas de Nyx cubrían su rostro, al menos cada vez que se desplegaban por el cielo quedando lisas ante todas las nubes. Eran del tamaño perfecto, o tal vez un poco grandes, aunque los deseos no se cumplieran del todo rápido. Y aunque mi curiosidad se detuvo en memorizarlas para reservarlas en cierta parte de mi memoria, otra parte de mi estaba preocupada por el ceño fruncido que adornaba su rostro.
── ¿Nyx?
──Estoy bien.
──Díselo a tu rostro contraído, rata voladora.
──Me lastimas, Vasílissa ──fingió dolor en su pecho sin soltarme.
──Es tu padre, ¿verdad?
Nyx suspiró profundamente, ya que, tenía entendido que su relación no era como la que tenía con mi padre, pero admitía una sola posibilidad de que esto indicaba mucho más que simples problemas.
── ¿Estarás bien? ──pregunté.
──No te alteres, copo de nieve ──aseguró aterrizando en el balcón que da justo en mi habitación ──. Yo me ocuparé.
──Cuidate, rata voladora ──susurré apoyando una de mis manos en su pecho.
"Eso haré, mi dulce copo de nieve".
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