𝟬𝟱. Nyx.
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𝐁𝐄𝐀𝐓𝐈𝐍𝐆 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓
el cuento de la princesa.
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"Descuida, princesa, nos sacaré de aquí. Lo prometo".
Estar aterrado debería ser un deseo personal, sin embargo, allí se encontraba ─en mis brazos no tan fuertes gracias al impacto de la nieve sobre mi cuerpo─, por lo tanto, solo estaba seguro que la cercanía con la princesa era antinatural. Demetria era una mujer preciosa, creada como el cristal ─teniendo en cuenta cada uno de sus intentos por intentar no caer en los encantos del hielo─. Ella era el ave fénix del clima helado, como una hermosa criatura enrollándose entre las nubes, provocando tormentas en su preciado nombre. Demetria era la segunda hija mayor del Alto Lord, Kallias. La siguiente en su línea de sucesión. Ella sería la Alta Lady de la Corte de Invierno, aunque el único oponiéndose a este cambio sea Otoño, bueno, solo Berón Vanserra.
── ¿Estás bien? ──ella me preguntó.
Raro. Demetria nunca inicia una conversación, a menos de que este evitando hablar de algo en especial. O quizás yo sea la "cosa" que evita.
──En excelente estado ──contesté, inseguro de mi propia respuesta.
Ella pareció notarlo, porque sus orbes cobaltos me observaban como lo haría un depredador, buscando mi punto de dificultad.
── ¿Si sabes que mí madre me enseñó a reconocer un mentiroso? ──preguntó muy orgullosa.
Resignado, gruñí sintiendo la vergüenza en mis mejillas, aunque gracias al frío que nos rodeaba, culparlo me parecía de lo más satisfactorio. Demetria, quien esperaba una respuesta de mi parte, se cruzó de brazos, observando con una mezcla de neutralidad y agonía. Ella también podía sentirlo, aunque fuera un dolor de trasero, ambos podíamos sentir como la magia que cubría la nieve era una fantasiosa trampa mortal. Rhysand, mí padre, me lo había explicado unas tres o cuatro veces, poco era decir que las palabras "cuidado, hijo", provenían más de Feyre Archeron que de él.
── ¿Nyx?
── ¿Parezco un vagabundo, verdad? ──pregunté tomando la por sorpresa.
Demetria negó, aun estudiándome con la mirada.
──Estás perfectamente pálido, no puedes seguir cargándome.
── ¿Por qué no? ──hice un puchero ──. ¿No ves que te ves perfecta en mis brazos?
──Si, pero estarás convertido en una estalactita en menos de tres horas.
Sonreí, sintiendo mi sangre congelarse de a poco. Acercándome a sus oídos, pegue mis labios en aquella zona donde reconocía sentir cosquillas cuando se atrevía a intentar coquetearme en silencio ─sintiendo su respiración agitada, al compás de la mía─, tracé largas caricias hasta tener de nuevo su cercanía en mi campo de visión, susurré palabras que solo ella entendería, y besé su lóbulo sin esperar un accionar de regreso.
──Mientras pueda verte ──declaré tranquilamente ──, cumplirás mis deseos más preciados, snowflake.
Entonces las voces llegaban desde lejos, el peso de mi cuerpo resistía el frío infernal generado por Demetria, acatando los llamados, decidí levantarme mientras la sangre que cruzaba mi cuerpo fluía más rápido que la cascada donde estarían Nesta y Cassian. La princesa observaba mis brazos, su postura erguida, dejándose llevar por la propia cercanía, cerró sus ojos, pero una parte de mi deseaba que al fin pudiera sentir la conexión de la cual e intentado zafarme desde que mi dichoso corazón se estruja con solo pensar en el día que ese macho invernal tocó la mejilla de mi dulce, snowflake.
──Nyx... ──susurró ella.
No lo digas, princesa...
── ¿Podrías llevarme volando? ──preguntó con un leve color en sus mejillas.
Sonreí, exponiendo mis alas, sin embargo, la voz de Aster y Rooney, junto a la de otro sujeto discutiendo fue suficiente para reconocer al soldado entrometido, Jayle.
El maldito candidato al corazón de Demetria.
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