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𝟬𝟯. Nyx.


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𝐁𝐄𝐀𝐓𝐈𝐍𝐆 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓
el cuento de la princesa

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La preocupación de mi padre tendría que ser demasiada para mandarme muchos lazos de energía de golpe, mareándome, solo pude detenerme cerca de la zona del bosque más cercano a la Corte de Invierno. Si Rhysand se preocupaba, su hijo se llevaba las consecuencias. 

O sea, yo cumplía un castigo. 

No mayor a esto, Aster. junto a Rooney se sumaban siendo el mal tercio que acompañaban la única parte de mi auténtica (y aburrida) vida. Eran mis amigos, los apreciaba demasiado como para no cometer un delito, contárselos y esperar pacientemente al que pobre hijo de las sombras tuviera que aguantar la mirada severa de su padre, mientras que el hijo adoptivo del ilyrio bebito mayor, Cassian, me defendiera con archivos secretos. De verdad, ellos necesitaban un pasatiempo, en especial el tío Azriel, aunque "discreto" fuera según el, su palabra favorita. 

Mi caminata se volvió lenta, pausada hasta que una bola de nieve voló a mis alas haciéndome tambalear. 

── ¡Despierta, no seas así de distraído! ──Rooney tenía el pelo corto, su melena castaña restante era peinada hacia un costado, aunque por muchas quejas que Nesta le diera sobre dejárselo crecer, Rooney le recalcaba que no se lo dejaría crecer, y si tenía ganas de exigirlo de nuevo, quien sabe lo que saldría de su boca.

Era un chico ilyrio que había perdido sus alas hace años, bueno, para ser exactos hace unos tres o cuatro años, las heridas le provocaban dolor de vez en cuando, sin embargo, el tío Cass intentaba hacerlo sentir mejor, pero Rooney no necesitaba palabras de aliento, y posiblemente la opinión de pertenecer a la familia le desagradaba bastante, por lo tanto, había llegado a un acuerdo con mi padre. 

El Rito. Esa mierda que a mi madre la dejaba tirada por horas temiendo mi desaparición. 

──Pensé que lo esquivarías, pero se nota que tienes a "tu chica" metida en la cabeza.

Aster. El era el segundo hijo del tío Azriel, claro que su relación no era la mejor, pero ambos eran espías que mantenían bajo perfil. Recuerdo haber visitado la madre de Aster desde que aprendí a volar con ayuda de mis padres, aunque tuviera que pedir ayuda en más de una ocasión por las pésimas indicaciones. Adhara era su primera hija, aun recuerdo a esa chica mitad dragón con una sombra dando vueltas por su cabeza. 

No era de esperarse que el tío fuera demasiado sobreprotector con ella, sin embargo, debido a que su madre tenía demasiado poder dracónico, Adhara llegó a la mayoría de edad de forma temprana. Hacerse la idea de lo que ocurrió después sería muy obvio, ¿no?

── ¡Nyx! ──la voz del castaño se volvió un eco en mi mente ──. ¿Lo perdimos?

El joven de hebras bicolores negó. Aster tenía su cabello de dos colores, otro ilyrios le echaban la bronca por alejarle de sus mujeres, ¿pero que culpa podía tener un chico de que una mujer le viera? Yo quisiera ser invisible, quizá así podría estudiar sobre mi poder sin problemas. 

──Si, lo perdimos. 

──De hecho, sigo aquí ──anuncié moviendo mis manos para luego guardarlas en los bolsillos ──. ¿Qué sigue hoy?

Aster arrojó un bolso al suelo mostrando ropa para cubrir nuestros cuerpos, eso solo significaba que iríamos de infiltrados por ahí, entonces, podría hacerle una visita a la princesa del hielo. Y además podría tomar una muestra para un mini experimento que incluía a mi padre y mis poderes. 

──Recuerden, nada de desafiar a nadie con la mirada o hacerle volar por la ventana ──aseguró mientras nos observaba a mi y a Rooney quien alzó sus pulgares en respuesta ──. Adhara nos cubre hasta terminar el horario.

──Será un gusto volverla a ver ──el castaño sonrió siendo golpeado en la frente por Aster que en estos momentos parecía su padre por los gestos severos en su rostro.

──Vamos, vestíos ya ──ordenó el hijo del cantor de sombras.

Sonreí. El amado ilyrio de alas grandes estaba celoso.

── ¡Quita esa sonrisa de gato de tu rostro, Nyx! ──gritó mientras se escondía para cambiarse.

──Uy, perdón sombritas ──me burlé mientras iba a cambiarme tomando las ropas que había utilizado la otra vez ──. Lo que faltaba, un cantor de sombras celoso, una bestia encantadora y un alado que no sabe que se pone siempre la camisa al revés.

Una carcajada retumbó en mis oídos al ver a los otros dos culpables riéndose de mi error.

Esto iba a quedar así, ya se iban a enterar de quien era. 

──Vamos, no me hagas llamarte por tu apodo, Aster.

── ¿Me estás amenazando solo porque yo salgo a tomar y termino en cama ajena? ¿O solo porque conozco a tu amor platónico?

──Vete a la... ──siseé.

──No, no ──el bicolor movió su dedo índice con diversión ── los niños educados no deben mencionar malas palabras.

── ¿Decir "hueco" es malo? ──Rooney lo miró.

Aster negó, sonrió.

──Vete a lamer el... ──lo miré enojado ── ¡Coño! ──grité al verle.

──Con gusto, espera que salgamos la próxima noche, te daré clases.

Todos nos miramos sonriendo, carcajadas brotaron de nuestras bocas hasta que cierta corriente helada nos cubrió.

Y por eso odio el frío.

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