𝟬𝟭. Demetria.
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𝐁𝐄𝐀𝐓𝐈𝐍𝐆 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓
el cuento de la princesa.
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El castillo, el único lugar en donde la princesa se sentía segura.
El complejo se alzaba delante de todos ella, decorado por flores invernales, aunque fuera de lo menos importante en aquella ceremonia tan brillante. Demetria estaba segura de que sus recuerdos eran fieles a su infancia, aunque por más añorada que fuera, su carácter frívolo y calculador no dejaba muchos misterios sin descifrar. Cubierta por un abrigo de piel de seda blanco, ella paseaba junto a esas botas que le habían fabricado a medida desde que tenía memoria, anotaba cada arbusto, o cualquier cosa que pareciera llamarle la atención.
Simplemente paseaba, revisando detalles, organizando puntos que no cuadraban o huyendo de las suplicas de su padre en pedirle bajar a celebrar junto a su familia. La respuesta era un no, sin justificación. En el jardín encontraba prímulas de tonalidad anaranjada, junto a un ramo perfecto de Matthiolas Incana adornando los centros de mesa, seguido por los gritos de emoción de su hermana menor, quien al parecer pretendía hacer mucho más que solo quedarse observar, sin embargo, Demetria estaba interesada en la única estrella que nadie conocía aun.
Ni su padre, ni su madre, y tampoco su hermana menor conocían de donde provenía esa mezcla tan dulce que albergaba su hogar, pero si de algo estaba segura, era que el invierno acompañaba perfectamente ese aroma.
── ¡Triaaaaa! ──le llamó la menor intentando mover sus manos en aquel inmenso abrigo ──. ¿Ya viste lo hermoso que está el gran salón?
Demetria observó a su hermana, una perfecta mahonia en desarrollo, sonrió por pocos minutos mientras se acercaba a ella dándole una ayudita para subir al primer asiento de la mesa en donde se encontraba.
──Claro que si ──la joven de hebras albinas le dedicó una mirada llena de emoción ──. Pero debo admitir que para nuestro cumpleaños, estaba mucho mejor.
Su hermana hizo una mueca, negó.
──Tu siempre queriendo animar los esfuerzos ajenos, Demetria.
──Hay que hablar con la verdad, florecilla.
── ¡Ten un poco de corazón, por el Caldero!
Demetria negó ante aquella respuesta, claramente era una versión de Kallias que intentaba mejorar su habilidad para hablar con los demás, aunque fuera demasiado difícil para ella.
En algún futuro sería la Alta Lady de la Corte del Invierno, pero aun así, su alma congelada se sentía más en soledad que estresada por todas las ideas que pasaban por su cabeza en ese preciso instante. A pesar de todo, la joven princesa mantenía una distancia constantemente de sus familiares, por más replicas que Viviane le diera, por alguna razón siempre lograba escapar gracias a la presencia de terceros.
"¡Demetria, hija!". Le llamó su madre a lo lejos, pero ella ya estaba lejos para escucharla, así que solamente se dejo llevar por el viento congelado, y una pequeña motita blanca de cuatro patas que amaba seguirla a cada una de sus aventuras.
──Lo siento, mamá ──susurró mientras corría por el bosque congelado por la magia de su padre.
CORTE DEL INVIERNO
CASTILLO, SKY HILL.
Despertó, otra vez.
Suspiró.
En aquella habitación tan poco concurrida, interpretó a sus sueños como un auxilio a terminar con algo o alguien, tan confundida solo pudo caminar descalza por la habitación para presenciar como sus cortinas se movían provocándole un salto hacia atrás, dándose un golpe en el pie izquierdo. ¡Por el Caldero, Helga! Sabía que el castillo tenía vida, magia, sin embargo, cuando este deseaba poner a prueba su despertar, amaba jugar a las bromas de por ahí.
── ¡Helga! ──le llamó viendo el hermoso clima invernal que había fuera ──. No vuelvas a hacer eso, fue muy descortés de tu parte.
La puerta del baño se abrió dándole el paso a donde una gran tina de piedra labrada estaba llena de agua caliente con un bote de aceites y cremas de fragancia a jazmín. Oh, puede que un gran baño recompensara todo el sudor del estúpido sueño que venía atormentándole desde... ¿Siempre? Ya no lo recordaba.
──Te salvaste, Helga ──le susurró al castillo──, ahora se buena y cuéntame todo lo que escuchaste hoy.
En eso las cortinas del baño se cerraron provocando una mini ventisca en el baño, sin embargo, una tablilla de piedra apareció en manos de la albina que solo pudo leer con atención cada palabra anotada por Helga, el alma chismosa de todo ese castillo ambulante. Demetria leyó sin detenerse en absoluto, los detalles parecían encantarle hasta que el último le hizo querer hundirse en el fondo de aquella bañera.
──Todo menos el hijo de ese hombre ──se quejó mientras salía colocándose una bata ──. ¿Por qué mi suerte es tan mala, Helga?
El castillo emitió un silencio sano, que para los gustos de la joven, dispuesta a suplantar a su padre por días en su corte, era mucho mejor que observar esos ojos oscuros que le prometían... ¡NO! Estaba prohibida decir esa palabra.
── ¡Cariño, el desayuno! ──gritó su madre desde el piso de abajo.
──Caldero, ¿por qué me haces esto? ──susurró.
Dar pasos en falso eran mi especialidad, pero cuando reconocía la manera en la cual me basaba para justificar mis encuentros en el bosque el invierno azulado, amaba recomponerme de su energía calmante, en cambio, solo me disponía a recoger flores para adornar mi cuarto con su luz. Si tan solo mi padre supiera que estas flores son las luces que se convierten en mis linternas para leer por las noches, son las que me escuchan tocando el piano o cualquier instrumento de viento. El Hydraulis era mi favorito, aunque siempre tenía poco tiempo debido a que la temperatura de afuera afectaba al instrumento, pero el Órgano, ¡oh santo caldero! Ese era un instrumento precioso que la tenía encantada.
"Cánticos de luna llena". Le susurraron las flores.
Ella sonrió, observó el lugar nevado con paz para comenzar a cantar.
Quizás se quedaría un rato más.
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