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𝐂𝐚𝐩. 𝟏: 𝐒𝐞𝐦𝐩𝐢𝐭𝐞𝐫𝐧𝐨

"𝐃𝐮𝐫𝐚𝐫𝐚́ 𝐩𝐨𝐫 𝐬𝐢𝐞𝐦𝐩𝐫𝐞, 𝐡𝐚𝐛𝐢𝐞𝐧𝐝𝐨 𝐭𝐞𝐧𝐢𝐝𝐨 𝐩𝐫𝐢𝐧𝐜𝐢𝐩𝐢𝐨, 𝐧𝐨 𝐭𝐞𝐧𝐝𝐫𝐚́ 𝐟𝐢𝐧".

"Esa fragancia, esa maldita fragancia", piensa algo incrédulo aunque está consciente de que sus sentidos no lo engañan, ésta no es otra de sus alucinaciones provocadas por el consumo del alcohol, no, no lo es.

Este no es un sueño, ni mucho menos una pesadilla en la que su recuerdo es el único protagonista.

Park Sunghoon, de veintidós años de edad, reconoce inmediatamente la exquisita fragancia de sándalo mezclado con delicadas notas de cedro, "Independiente , determinado, un espíritu que decide su propio destino. Simples artilugios de marketing", repite en su mente volteando los ojos con molestia.

Es una fragancia que ha percibido en diferentes ocasiones al ser la elegida y favorita entre hombres y mujeres de clase alta.

Sin embargo, es esta particular fragancia la que se diferencia de todos sus portadores, esta es fruto de la mezcla con su elixir natural, la única que enciende cada fibra de deseo en su cuerpo y la única que se apodera totalmente de su mente convirtiéndolo en un ser irracional, siempre formó parte de su piel y ahora, ahora vuelve a su vida para atormentarlo al percibirla..."Chanel Bleu".

—¿Será posible? —se pregunta con una sonrisa ladina, después de tantos años el momento que tanto ha deseado parece haber llegado, todo su sacrificio y trabajo duro por cuatro interminables años será finalmente recompensado.

Su oportunidad de reivindicar su nombre empieza hoy, su venganza inicia ahora y no hay fuerza natural o sobrenatural que pueda detenerlo.

No tiene nada que perder, pues fue gracias a él que lo perdió todo cuando era un adolescente abriéndole las alas a la vida.

Ingresa con paso firme a lo que parecería ser un lujoso e impresionante salón de juegos; la excentricidad de la élite Coreana jamás dejará de sorprenderlo, el espacio central se encuentra ocupado por una mesa de billar tallada en la más costosa madera de cerezo y lleva detalles innecesarios en mármol, levanta la mirada y no necesita buscar más al portador de la fragancia que lo controla y lo enloquece, pues lo encuentra en ese preciso momento y lugar, parado frente a él.

Su silueta está cubierta por los últimos rayos del sol que ingresan por un amplio ventanal y que acarician su perfecta piel acaramelada.

Su rostro, aún refleja la simbiosis perfecta entre lo sensual y encantador, la única diferencia es que ahora ha alcanzado la madurez de edad.

Sus inocentes gruesos labios color cereza, han pasado a estar cubiertos por un tono rojo borgoña que los hace resaltar aún más haciéndolos ver incluso más atractivos, como si estuviera en presencia del fruto prohibido.

Sus dorados mechones de cabello caen delicadamente sobre su rostro de facciones etéreas y angelicales que parecería haber sido extraído de un cuento de príncipes y hadas; pero no, esta vez ese rostro no logra embrujarlo, lo conoce demasiado bien para su mala suerte.

Ese rostro refleja la perdición, ese rostro sólo es prueba en vida de que la belleza mata, la belleza envenena tu alma y la consume hasta despojarte de tus sueños e ilusiones y te convierte en su prisionero, te convierte en su esclavo.

—Sim Jaeyoon ¿Han pasado, cuatro años desde nuestro último encuentro?

—¿Fueron tan pocos? —le responde con total desinterés y sin dignarse a mirarlo, como si jamás hubieran tenido algo, como si jamás lo hubiera conocido; su indiferencia no logra afectarlo, sólo aviva la llama de odio y desprecio que siente por un ser tan vacío y sin corazón como él.

—Algo así. —Sunghoon arremete controlando sus reacciones y sus impulsos de no estrellarse contra él y lastimarlo, de no reclamarle por desaparecer, de no pedirle explicaciones del porqué lo utilizó y abandonó en las puertas del infierno.

—¿Quieres jugar? Sólo un tiro cada uno que ya estoy aburrido, el ganador podrá pedirle al otro lo que quiera

—Está bien, juguemos.

Quince años atrás.

—Hoonie, necesito que me acompañes al trabajo, se un buen chico y date una ducha por favor.

—Pero me duché esta mañana. —El niño de cabellos plateados de siete años de edad, responde a su hermana mayor haciendo un puchero y cruzando los brazos.

—Hueles a pescado fresco y a mi jefa le desagrada ese olor. —Mina le contesta mientras plancha su "camisa de domingo", esa que solía vestir cuando iban a la iglesia, cuando aún podían considerarse "una familia convencional".

—Entonces no iré contigo, estoy cansado y tengo que hacer mis tareas.

—Estás en vacaciones de verano Park Sunghoon, no tienes ninguna tarea pendiente, además siempre quisiste conocer la "Mansión de la Costa".

—Está bien —Suspira derrotado, su hermana tiene razón, siempre quiso conocer la alejada mansión que parece un palacio escondido—.Te acompañaré al trabajo pero no quiero utilizar esa tonta camisa, me recuerda a mamá.

La adolescente de quince años respira profundo tratando de contener la desesperación que le genera el constante tic tac del reloj de su humilde cocina, un viaje de cuarenta tediosos minutos los separa de su destino y no se siente con ganas de discutir con su pequeño hermano.

—No hables de ella, si Donghae nos escucha, nos dará un sermón y nos recordará porqué nos abandonó.

—No le digas Donghae a nuestro padre.

—Ese hombre no es ni la sombra de quien fue mi padre, ahora métetete a la ducha por favor, que me incomoda llegar tarde, vestirás esta camisa porque no quiero que te miren con desdén por parecer pobre.

—Pero somos pobres.

Sentados en un antiguo bus público, los hermanos Park emprenden su camino hacia la zona residencial de la paradisíaca isla que conocen como su hogar, la isla de Jeju; conforme se alejan de la zona pesquera, observan cómo la fachada de las casas se va modificando según la zona por la que atraviesan, el humilde y descuidado paisaje, cambia poco a poco por uno más limpio e incluso moderno.

—¿Nervioso?

—Un poquito, siempre quise conocer la "Mansión de la Costa" y ahora que tengo la oportunidad no sé que pensar. ¿Por qué hoy? ¿Por qué ahora? Nunca quisiste que te acompañe, todo esto es muy, pero muy sospechoso y no me agrada nada.

—Eres tan dramático, mi jefa me preguntó si tenía hermanos menores, le hablé de ti y eso fue todo, me pidió que me acompañes, quizás tenga un trabajo de verano para ti.

—Pero tengo siete años y estoy de vacaciones, se supone que no debería trabajar.

—Y yo tengo quince y no me quejo Hoonie, debes entender algo, nuestra vida y nuestro futuro están en nuestras manos, si piensas que Donghae hará algo para ayudarnos estás equivocado, él prefiere perderse en el alcohol para adormecerse y escapar de nuestra realidad; es un cobarde, es un maldito cobarde, si no velamos por nosotros mismos nos pudriremos en vida en esta isla como él planea hacer.

—¡Mina! No me gusta que hables así de nuestro padre.

—Y a mi no me gusta que nos golpee y nos descuide descargando sus frustraciones y cobardía.

La magnitud de la "Mansión de la Costa" no se compara a cómo el pequeño Sunghoon se la imaginó, es mucho más grande ahora que puede ingresar a ella, sus verdes jardines están decorados por innumerables tipos de flores con distintas fragancias, llevan caminando unos minutos y con cada paso, parece hacerse aún más extensa.

—Tienen cuatro piscinas externas y una interna que es la principal, las pequeñas réplicas de la mansión que observas a los costados, son sus casas para invitados.

—¡¿Tienen casas dentro de la casa?! —el pequeño niño de cabellos plateados exclama asombrado— . Es mucho más grande de lo que imaginé, es gigante, debe ocupar al menos la mitad de la isla.

—No seas exagerado Hoonie, aunque la excentricidad de la élite Coreana no tiene limites hermanito, mucho más si se trata de familias adineradas y que tienen un nombre reconocido y respetado en el país.

—¿Tu trabajo es limpiar todo esto? Eso es abuso infantil.

—No seas tontito, tienen todo tipo de sirvientes, mi trabajo es cuidar y atender a la señora Naeun, la dueña de casa, fue una suerte que haya aceptado que tome el lugar de mamá después de que decidió escapar con su amante.

—¿Y éstas habitaciones?

—Son habitaciones para la servidumbre, ahora espérame unos minutos que debo cambiarme de ropa, la señora Naeun es muy buena conmigo, me lleva de compras y puedo dejar todo lo que me compra en esta habitación.

—¿Por qué no llevas esta ropa a casa?

—Porque Donghae enloquecería, esta ropa tiene un costo más elevado que nuestra educación, si logras impresionarla y decide darte un trabajo de verano, también podrás comprar lo que quieras.

—Esa señora parece demasiado buena o... Demasiado loca.

—No vuelvas a decir nada malo sobre ella, debo admitir que es un poco extraña, pero como mamá decía, eso es producto de la soledad y su edad; prométeme que te portarás bien y serás un buen niño, no debes hablar si no es con su permiso, no puedes tocar nada sin su autorización.

—Entonces mejor no me muevo, ni respiro.

—Prométemelo Hoonie.

—Está bien, lo prometo en la medida de mis posibilidades Mina.

Los hermanos Park finalmente ingresan a la mansión principal, "Parece un museo", Sunghoon piensa  al recordar uno de sus viajes escolares cuyo fin era visitar los museos de arte e historia en la ciudad de Seúl, no puede evitar maravillarse al observar  los distintos cuadros y figuras que decoran cada espacio; a lo lejos, una desconocida pero atrayente melodía es el único sonido que puede ser percibido en su interior.

—Que extraño, la señora Naeun no toca el violín —Mina le comenta buscando con la mirada—. Iré a preparar su habitación de oxigenoterapia, la señora Naeun tiene problemas pulmonares por haber fumado toda la vida, no toques nada por favor y no te muevas de este lugar hasta que vuelva.

Decirle a un niño de siete años que no debe o que no puede hacer algo, en la mayoría de los casos, genera el efecto contrario.

¿Cómo puede su hermana pedirle que se resista a su natural deseo y necesidad de satisfacer su curiosidad?

Está bien, Sunghoon puede evitar tocar cualquier objeto, aunque sus colores y formas  llamen completamente su atención.

Sunghoon no es un animalito salvaje que no puede controlar sus impulsos y no puede evitar romper algo a su paso.

Pero definitivamente, Sunghoon no podrá evitar moverse y explorar este nuevo territorio que tanto ha deseado conocer, mucho más cuando esa desconocida melodía se apodera de sus sentidos y lo invita a buscar su origen, al diablo con las reglas que están hechas para romperlas.

Aproximadamente veinte escalones lo guían hasta el primero de cuatro pisos de la enorme mansión, los pasillos que se encuentran frente a él parecen interminables y cada habitación se encuentra con la puerta cerrada; sin embargo, esto no evita que el sonido de esa atrayente melodía se haga cada vez más claro conforme se permite seguirla hasta llegar a una habitación que se encuentra con la puerta entre abierta.

Ingresa con el mayor de los cuidados y observa una imagen que quedará gravada en su memoria por la eternidad, los rayos de sol que ingresan por los ventanales iluminan la pequeña y delicada figura de un pequeño niño tocando el violín.

Sus rubios cabellos caen con delicadeza sobre su rostro pero, esto no logra desconcentrarlo, su piel acaramelada parece haber sido besada por el sol, tiene los labios rojos al igual que las más exquisitas cerezas y puede notar que éstos son gruesos, esponjosos y cuyo arco de cupido forma un pequeño corazón.

Sunghoon no puede evitar sonrojarse al verlo, pues, parecería que se encuentra frente a una criatura celestial que sólo puede ser encontrada en sueños, su corazón late frenético como si quisiera escaparse de su pecho.

—¡Pero qué maravilloso momento sempiterno! —esa extraña voz lo conecta nuevamente con la realidad y hace que ponga los pies en la tierra—. Jaeyoonie puedes dejar de tocar cariño.

—¿Un momento qué? —el niño de cabellos plateados cubre inmediatamente su boca al recordar que no podía hablar sin la autorización de la jefa de su hermana.

Avergonzado, camina frente a la anciana que lo mira con una extraña sonrisa y hace una formal reverencia de noventa grados. —Lo siento señora, es que no entiendo el significado de esa palabra.

La anciana vestida de manera elegante y decorada con llamativas joyas asienta e inmediatamente solicita.

—Jaeyoonie cariño, deletrea la palabra sempiterno por favor.

—S e m p i t e r n o.

—¿Cuál es la definición?

—Mmm, que durará por siempre.

—Buen intento cariño, pero lo correcto sería "Durará por siempre, habiendo tenido principio, no tendrá fin" ¿Ahora entiendes pequeño? Este preciso momento y lugar, ha iniciado tu propio momento "Sempiterno".

El niño de cabellos plateados asienta sin poder dejar de mirar al rubio que los ignora y retoma con un suspiro su práctica de violín.

—Aún no lo sabes, pero ya te ha convertido en su esclavo, lo siento mucho pequeño, probablemente termines con el corazón destrozado.

—¿Cómo dice?

—No me prestes atención pequeño, sólo soy una vieja soñadora que aún cree en los cuentos de príncipes y hadas, ¿Te gustaría terminar de escuchar el ensayo de mi sobrino nieto Jaeyoon?

—Sí por favor, me encantaría.

—Entonces ven, siéntate a mi lado que sólo faltan unos minutos para que termine, yo soy la dueña de casa, puedes llamarme señora Naeun, imagino que eres el hermano menor de mi querida Mina. —Sunghoon asienta con una sonrisa manteniendo la mirada fija en el niño llamado Jaeyoon—. ¿Cómo te llamas pequeño?

—Sunghoon, me llamó Sunghoon.

Desesperada, Mina inicia la búsqueda de su hermano menor, "Le dije que no se moviera, parecería que tiene hormigas en el pantalón, ya verás pequeño traidor", piensa molesta al notar que esa melodía en violín ha cesado, sube hasta el primer piso y se encuentra con una situación que buscaba evitar desde el inicio.

—Lo siento mucho señora Naeun, le pedí a mi hermano que no se moviera, pero supongo que no me escuchó con claridad.

—Tranquila mi pequeño cisne negro, Sunghoon es un niño encantador al igual que tú, te presento a mi sobrino nieto Sim Jaeyoon, pasará este verano con nosotros ¿No es eso maravilloso?

—Lo es, es un gusto Jaeyoon, mi nombre es Mina y él es mi hermano menor Sunghoon.

El niño de cabellos rubios, guarda con paciencia su violín en su fino estuche de fibra de vidrio e interior de terciopelo y se acerca al par de extraños, los saluda con una reverencia formal y luego observa a su tía abuela esperando su autorización para poder hablar, ésta asienta con una sonrisa y Jaeyoon se dirige a ellos.

—Es un placer conocerlos, me llamo Sim Jaeyoon.

—Bueno, bueno ya es suficiente de tantas formalidades, Mina por favor iniciemos mi oxigenoterapia, niños ustedes pueden empezar a conocerse mejor que, a partir de hoy, pasarán el verano juntos— Naeun los interrumpe y jalonea del brazo a Mina así como si fuera una colegiala—. Dejémoslos solos —susurra en su oído mientras de retiran a paso apresurado de la habitación.

Nervioso, Sunghoon se acerca a Jaeyoon que parece un poco confundido con toda la situación.

—¿Quieres que juguemos algo? —le pregunta ansioso por una pronta respuesta.

—Podemos jugar ajedrez.

—¿Ajedrez? Pero yo, yo no sé jugar ajedrez.

—Yo te enseñaré.

—¿Sin hacer trampas?

—Sin hacer trampas.

—¿Lo prometes?

Sunghoon le muestra el dedo meñique y le regala una dulce mirada, sus negros orbes decorados con largas pestañas brillan ilusionados como si en su interior existieran galaxias desconocidas.

El rostro indiferente de Jaeyoon se ablanda y se ilumina con tan inocente imagen dibujando en sus gruesos labios una sonrisa cómplice, entrelazan sus delgados dedos meñique y ambos asientan en señal de haber llegado a un acuerdo, en señal de haber realizado su primera promesa.

—Lo prometo.

—Está bien Yoonie, juguemos.

Sé que siempre digo esto pero, esta historia me tiene muy emocionada, si tuviera tiempo la acabaría en un par de semanas pues ya tengo toda la trama pensada.

Espero que la disfruten, muchas gracias por leerla y apoyarla, hasta una próxima actualización ❤️🌻🥰

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