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❪𝟲𝟵❫ ; 𝘀𝘁𝗶𝗰𝗵𝗲𝘀.

❪ARC THREE; DEMONS
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CAPÍTULO SESENTA Y NUEVE:
PUNTADAS
❛contra la reina❜

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©Shanxlabyx
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¿QUÉ ES LO QUE REALMENTE SENTÍA CON EL MUY probable retiro de All Might, el símbolo de la paz y el héroe número uno, luego de la ardua batalla que dio contra All For One?

En realidad, parecía aún sumida en lo que había sucedido técnicamente en la madrugada. Su mirada estaba totalmente fija en la ventana de la habitación donde se encontraba; una habitación de hospital. Se mantenía en completo silencio y sin expresar verdaderamente como se sentía, pareciendo serena, aunque en su interior no sentía eso, totalmente alejado a la serenidad y tranquilidad que parecía expresar. Sus ojos estaban un tanto entrecerrados, sintiendo la frescura de aquellas cuatro paredes donde yacía sentada en aquella gran cama, teniendo un deja vu de manera inevitable de cuando escapó de Nakano.

Recordó en un flashback el momento donde continuaba con sus amigos y se reencontraron junto con Shōto y Momo para poder llevarla a ella y a Katsuki con la policia cuando ya el sol estaba en alto, dando por comenzada la mañana de aquel dia; su primo la terminó por cargar a pesar de la leve aunque silenciosa negación del rubio y luego fue llevada al hospital por sus heridas. No objetó nada ni dijo nada, ni ella ni Bakugō Katsuki dijeron nada.

Volviendo al presente, jugó un poco con las sábanas de la cama, cubriendo hasta su cintura mientras estaba semi sentada. Tenía su cabeza vendada luego de una revisión ante los golpes que había recibido en medio del chequeo, tenía una fractura en el cráneo y una herida en su cabeza, teniéndole que hacer algunos puntos, al igual que su pantorrilla donde fue atravesada de un lado a otro. Por ahora tenía que reposar y descansar en lo que Recovery Girl fuera a atenderla con su quirk para que su sanación fuera más rápida.

❛Todo es tan... silencioso❜ los párpados de Hatsulin caen hacia abajo dejando ver una mirada casi cansada, según los doctores necesitaba dormir pero no era capaz de cerrar los ojos para poder entrar al mundo de los sueños. Simplemente no era capaz a pesar de que le hayan dado anestesia en medio del tratado a la herida, abriendo casi de inmediato los ojos cuando la alojaron en aquella habitación.

—¡Oigan, no pueden entrar tantos a la vez! ¡La paciente debe descansar!

Hatsulin escuchó la voz algo inquieta de parte de la enfermera quien se haría cargo de ella, miró hacia la dirección de la puerta en donde justo en la ventanilla de esta se veía unas rápidas sombras. Se enderezó un poco mientras ladeaba su cabeza por la confusión del pequeño escandalo que estaban haciendo, no escuchando sólo su voz.

—¿No te dijimos que somos su familia? ¡Hazte a un lado! —la adolescente se enderezó un poco más cuando escuchó aquella singular voz, siendo la voz de su hermana mayor; Tsubomi Gie.

—¡Oi, esperen! ¡No todos a la vez...! —la puerta fue abierta con cierta brusqueda en donde se veían varias cabelleras rojizas, de diferentes tonos y estilos, pero que podía distinguir bien.

Pudo ver allí en medio a su madre preocupada y algo fatigada, a su lado estaba su hermano Takeshi quien vestía de forma casual al igual que su hermana Gie, esta sostenía a su pequeña sobrinita en brazos la cual estaba atenta a las miradas fulminantes que su madre le lanzaba a la enfermera; una bella y alta mujer morena de potente ojos verdes, pareciendo los ojos de una serpiente. Bastante intimidante. Y aún así, Gie no evitó darle una brusca mirada de advertencia para que se quitara del camino y así toda su familia entrar a la habitación.

Los ojos de la aspirante a heroína estaba extendidos ligeramente por el leve escandalo que estaban haciendo sus familiares, pestañeando un par de veces. Su atención fue luego hacia su progenitora quien inmediatamente fue hacia ella y tomó su rostro entre sus manos, sintió una vez más un pequeño deja vu por su expresión llena de preocupación y alivio. Observó como sus orbes temblaron y comenzaron a cristalizarse conforme la miraban.

—De verdad estás aquí... —Hatsulin escucha la temerosa y baja voz de Todoroki Eiko, ella sonrió con una mezcla de dolor y felicidad para abrazarla contra su pomposo pecho, colocando una mano en su cabeza—. Gracias a Dios... Estás aquí, mi niña... M-Mi solecito.

Las pupilas de la pelirroja se agrandan ligeramente al escuchar aquel singular apodo, quedándose paralizada una vez más como lo ha estado desde que ellos llegaron. Gie y Takeshi se acercaron a la escena con cierto apremio, al menos por parte de la pelinaranja, para poder confirmar con sus propios ojos que su hermanita estaba allí y estaba bien (en teoría). La expresión del casi héroe profesional se suavizó ligeramente con una mirada gentil y algo aliviada mientras la madre jóven veía con atención.

—Me alegra mucho que h-hayas vuelto... —Eiko acaricía con suavidad la cabellera rizada y a su vez algo esponjada de Hatsulin, soltando un tembloroso suspiro. Sus ojos estaban llenos de lágrimas que resbalaban por sus mejillas. Se separó con suavidad de su hija más pequeña, rozando sus mejillas en una suave caricia—. Estoy muy feliz. Me alegra verte una vez más. —dice mientras que colocaba una sonrisa, Hatsulin la veía un poco consternada mientras se separaba.

Cerró luego sus ojos con ligereza cuando sintió la presión de la mano de su hermano mayor que empujó con suavidad su cabeza hacia abajo, sintiendo como revolvía su cabello ligeramente y con delicadeza, cuidando de no rozar las puntadas que tenía a un costado cubiertas por las vendas.

—Estoy feliz de que estés bien y estés devuelta, Nii-chan lo estará igualmente cuando se entere al verte bien. Bueno, más o menos bien. —dice con tranquilidad el pelirrojo para formar una sonrisa de lado, viendo con cariño hacia su hermanita quien lo observaba en silencio.

—¡De verdad no puedes quedarte quieta! Mira nadamás, tienes el cabello hecho un desastre. —Gie, por otro lado, se acercó con apremio hacia ella para tomar uno de sus cabellos y jalarlos juguetonamente. Hatsulin formó una pequeña mueca para luego quejarse cuando le jaló la mejilla—. ¡Espero que sanes rápido, HatsuHatsu! No voy a permitir que te la pases en cama todo el verano.

—¡Gie! Está en plena recuperación. —le regaña Eiko por escuchar las quejas de su hija más pequeña quien ahora se sobaba la mejilla con un leve mohín.

Gie frunció su nariz e hizo una mueca mientras veía a su progenitora, puso la mano que usó para jalarle la mejilla a Hatsu en su cadera, usando la otra para sostener a una curiosa bebé en sus brazos quien ahora miraba fijamente a su tía. La pelinaranja miró con reproche hacia la adolescente que se sostenía su propia mejilla en silencio, sobándose aquella zona ante el ligero dolor que sentía por el jalón a su piel.

—Tenías a mamá muy preocupada. —dice con un poco de molestia la de ojos rojizos, apretando sus labios. Luego, mordió su labio inferior, mirando hacia un lado—. Nos tenías a todos preocupados...

—Sobre todo a Nee-chan. Se puso a llorar cuando se enteró de lo sucedido. —agrega Takeshi con las manos en sus bolsillos, haciendo parpadear varias veces a la menor. Ella luego vio como Gie se sobresaltaba y ruborizaba hasta las orejas.

—¿Q-qué dices? ¡No reveles mis momentos privados, tonto! —replica con enojo y cierta vergüenza.

—Estabamos todos presentes cuando sucedió. Hasta la vieja te vio. 

—¡Cállate!

Hatsulin continuó observando la mini discusión entre sus dos hermanos mayores, viéndose un poco sorprendida aún con una de sus manos sobre su mejilla. Sus ojos se entrecerraron ligeramente para desviarlos hacia las sábanas que cubrían sus piernas, apretando la tela con un poco de fuerza. No dijo nada al respecto mientras que se escuchaba aún las quejas de parte de su hermana más grande, el segundo mayor sólamente la ignoraba haciéndola enfadar aún más. Mientras tanto, la pequeña en brazos comenzó a verse inquieta entre la tonta discusión de su madre y su tío, luego mirando hacia la pelirroja hospitalizada quien veía perdidamente hacia las sábanas.

Comenzó a abultar sus labios hasta dejar salir uno de estos hacia afuera en un tembloroso puchero que cada vez comenzaba a notarse más, sus grandes ojos negros comenzaron a brillar y a cristalizarse mientras miraba hacia la dirección de su tía. Hatsulin miró hacia la niña cuando percibió un sentimiento de angustia venir de ella, conectando sus ojos azules con los oscuros aunque vivos ojos de su sobrina. 

Casi al instante, la bebé no pudo aguantar y estalló en llanto, sorprendiendo a los mayores.

—¡Ay! ¿Qué pasa? —se conmocionó la madre de la infante mientras la sostenía mejor y arrullaba, meciéndola con suavidad. Podía escucharse claramente su fuerte llanto—. ¿Qué pasa, pequeña? ¿Por qué lloras? Shh, shh...

—Creo que por tus gritos comenzó a llorar. —comenta con tranquilidad Takeshi, provocando inmediatamente enojo hacia su hermana mayor.

—Cállate. No es por eso, desde hace días a estado muy irritable —se defiende la pelinaranja para luego suavizar su mirada hacia su pequeña niña quien lloraba a mares, a pesar de ser mecida por su madre—. Miráme, linda, mira a mami...

La pequeña pelirroja sólo intensificó su llanto con fuerza casi como si hubiera echado un grito, sobresaltando a los presentes, aunque Hatsulin miraba un poco desconcertada la repentina reacción de su sobrina, aunque lo que más le llamaba la atención era la potente angustia que venía de ella. Le confundía un poco que una bebé de su edad (teniendo a lo mucho cuatro o cinco meses) esté sintiendo una angustia así de fuerte, como si fuera una adulta. Aunque también sentía un miedo venir de ella.

Se sorprendió cuando observó como entre gordas lágrimas la pequeña estiró sus manos hacia su dirección mientras Gie continuaba buscando como calmarla, todos miraron sucesivamente hacia la dirección de la adolescente de orbes azules al ver hacia donde se dirigía la bebé. Hatsulin miraba con atención y algo de inquietud hacia la bebé quien la miraba casi con súplica y desesperación en sus grandes ojos negros, estirando insistentemente sus manitas hacia ella. Miraba con sus ojos extendidos las lágrimas gordas de la bebé resbalando por su rostro.

—¿Quiere ir con HatsuHatsu? —se cuestiona confundida la pelinaranja para seguir intentando con el arrullo—. No, bebé, no creo que deberías ir... —y casi como si la pequeña hubiera respondido, intensificó su llanto, sobresaltándola—. Por Diosito que está en el cielo. Está bien, está bien. Ve con la tía Hatsu. 

La aludida se muestra atenta hacia la pequeña bebé quien continuaba llorando con sus manitas extendidas hacia su dirección, no objetó ni se negó cuando la acercaron a ella, cargándola en brazos con ciudado y suavidad. Miró fijamente hacia la bebé que se aferró a la camisa azul de hospital que usaba y la menor no tardó en mirar hacia arriba con un enorme puchero en sus labios, aún sollozando y lagrimeando constantemente, sus ojitos se fijaron en la venda alrededor de su cabeza y de su cuello -lo tenía lastimado debido a las cadenas que tenía alrededor- y se llenaron con más lágrimas para ocultarse entre el pecho suave y algo pomposo de la pelirroja.

Hatsulin continuó en total silencio por la reacción de la menor de edad, siendo la más pequeña presente. Su familia la miraba de manera expectante; Eiko mostraba preocupación y desconcierto a la bebé, Takeshi las miraba en silencio y Gie tenía una pequeña mueca en sus labios. Los tres totalmente atentos a lo que sucedía enfrente de sus ojos. Se podía escuchar aún el llanto de la pequeña que se ahogaba contra el pecho de la adolescente, hasta que despegó un poco su rostro cuando sintió una delicada y amorosa caricia justo en su cabellera semi rojiza.

—Nee, nee, Kiki-chan. ¿Por qué estás tan angustiada? —canturrea la pelirroja de orbes azules con un tono cantarín, atrayendo aún más la atención de la llorosa bebé quien ahora sollozaba. Sorprendentemente, con la expresión casi nula que tenía antes, ahora tenía una amorosa y linda sonrisa en sus labios, mirando con cariño a la niña—. ¿Por qué estás llorando, linda Kiki? Te ves mucho más adorable cuando sonries. Tú sonrisa en muy preciosa, al igual que tú. 

No sorprendiendo demasiado a los demás presentes, sobre todo sabiendo que la pequeña siempre parecía calmarse con ella, Kiki comenzó a dejar de lloriquear tanto y a ver con suma atención a la de orbes azules, sorbiendo su ahora roja nariz. Pestañeó ligeramente cuando sintió un suave y delicado roce en sus mejillas en donde Hatsulin comenzó a limpiar con gentileza el resto de las lágrimas que aún quedaban en su redondo rostro.

—No debes poner esa cara, Kiki-chan. No debes preocuparte, ¡todo está bien! —suelta risueña la única poseedora de ojos azules mientras le daba una gran sonrisa a ojos cerrados a la bebé quien comenzó a mostrar menos angustia que antes, viéndose curiosa—. ¡Sonrie como la tía Hatsu!

La pequeña Kiki observaba algo ensimismada y hasta casi confundida la gran sonrisa que estaba colocando la de bellos y grandes ojos azules, observó como extendió su boca y mostró una linda y gran sonrisa, reluciendo sus dientes blancos y los pequeños colmillos que tenía, apenas notables. La menor musitó un «¿Huh?» como si aún no comprendiera que quiso decir, aunque por lo menos ya había dejado de llorar como lo había hecho rato atrás. Gie observaba con atención a la criatura que estuvo ocho meses dentro de su vientre con cierta aflicción y preocupación, algo obvio, era su hija y le preocuparía el porque de su llanto, sobre todo siendo una bebé bastante tranquila.

—Sonrie, Kiki-chan. ¡Muestra tú bella sonrisa! —Hatsulin la elevó hacia arriba como su fuera a volar, moviéndola de arriba abajo. La pequeña pelirroja comenzó a pestañear consecutivamente hasta que una inevitable sonrisa comenzó a asomarse en sus labios—. ¡Si, así! ¡Sonríe y sé feliz, pequeña Kiki! —canturreaba de manera animada y dulce para atraer a la bebé hacia ella, juntando y frotando su cálida mejilla con la regordeta de la bebé quien comenzó a carcajearse—. ¿Quién tiene una bella sonrisa? Yo sé quien es~, es una niña muy bonita como su mamá llamada Kiki-chan. ¡Sonrie, sonrie!~

Eiko miraba con cierta sorpresa la manera en la que su hija logró calmar a su nieta más pequeña, sus risitas comenzaron a inundar la habitación provocando un ambiente casi ameno a pesar de la situación en la que terminaron allí. Comenzó a suavizar su mirada de manera enternecida por ver lo amorosa y cariñosa que era su hija pequeña con la bebé a pesar de como se encontraba, Kiki carcajeaba por los mimos de la de orbes azules y aún más cuando comenzó a darles dulces besos por sus regordetas mejillas. Gie suspiró con ligereza al ver a su hija sonriendo mientras Takeshi sonrió de lado por la escena.

❛Definitivamente HatsuHatsu tiene encanto con los niños...❜ pensaba la pelinaranja con una pequeña gota de sudor resbalando por el costado de su rostro, pero mientras miraba lo dulce que era su hermanita quien alzaba y mimaba a su hija, provocó que una sonrisa de lado apareciera en sus labios, viéndose nostálgica. ❛Así que se trataba que se asustó al verla con vendas... Al menos, ya está feliz❜ cruzó sus brazos con un leve atisbo de alivio, tanto por ver a su hija calmada como ver a su hermana allí con ellos.

—¡Que linda, que linda! Linda Kiki-chan~. —continuaba la ojiazul mientras dejaba un dulce beso en la mejilla regordeta de su sobrinita quien se carcajeó de manera risueña, animada por el amor de Hatsulin—. Si, Kiki-chan es muy linda. Una linda princesa.

—Ya veo de donde viene el favoritismo. Imōto la consiente mucho. —dice Takeshi con una expresión relajada en su rostro mientras veía a su hermana menor cargando a Kiki—. Ella sólo quiere acostarse encima de mi o siempre meterse debajo de la camisa que use. Nee-chan la malinfluenció ya.

—Cállate. —responde Gie inmediatamente con cierto fastido. Eiko suspiró un poco por la forma en la que su segundo hijo varón molestaba a su hija mayor a propósito, sobre todo sabiendo lo temperamental que era. Miró a su hija más pequeña y luego sonrió de manera enternecida y dulce, podían relucirse la hinchazón previa de sus ojos, dándole una mirada cansada y apagada, pero ahora realmente se sentía bastante feliz por tener a su hija con ella.

La sóla idea de que le arrebataran de su lado a Hatsulin una vez más, justo como la vez en donde ella sólo era una niña pequeña de apenas un dígito de edad, la asustaba y carcomía demasiado. No había podido pegar el ojo en los días donde ella estuvo desaparecida junto con Bakugō Katsuki de quien se enteró también fue entregado a la policía y llevado con sus padres desde la mañana. Le aliviaba saber que ambos estaban a salvo, y que su pequeña hija estuvo lo más pronto posible en sus brazos, pareciendo bastante feliz.

Al menos, eso era lo que se veía.

—Veo que realmente la rescataron.

Todo el ambiente ameno que tenían se esfumó cuando se escuchó aquella voz, los pelirrojos miraron directamente hacia la puerta en donde pudieron observar como se adentraba una figura femenina de cabello color celeste que vestía de manera pulcra, notándose a simple vista en que estatus estaba. Tsubomi Atsuko se había hecho presente mientras levantaba los lentes oscuros que ocultaban su mirada azulada la cual estaba fija en todos los presentes en la habitación, la misma enfermera que había tratado de evitar que ellos entraran estaba molesta en la puerta, aunque nerviosa por la presencia de la mujer de cabellera azulada.

Hatsulin no tardó en verla también, quitando de inmediato la sonrisa que tenía en sus labios, aunque aún así Kiki estaba contenta en sus brazos, aferrándose a la camisa de hospital. Los orbes de la aspirante a heroína se conectaron con los ojos de la mayor que se fijaron en ella en silencio, se pudo ver claramente la similitud en el color, incluso casi en el mismo tipo de mirada, a excepción de que los ojos de Hatsulin eran un tanto más intensas en cuanto a tono, pero era más claro que habían similitud.

—Atsuko... No creo que debas estar aquí. —emula Eiko de manera tensa, la aludida la volteó a mirar con atención y afiló su mirada.

—Tengo a derecho a saber si es verdad o no. No me exijas que hacer o no, mujer insolente. —escupe con dureza y crueldad la peliazul provocando tensión en la pelirroja mayor. Hatsulin tuvo un pequeño temblor en su ceja, sin cambiar su expresión—. Sabiendo al respecto que Hatsulin y el chico Bakugō fueron capturados y la noticia del retiro probable de All Might, supe que tenía que venir. Un verdadero escándalo y una verdadera desgracia.

—¿A qué viniste, Atsuko? —luego de haberse mantenido en silencio un par de segundos, sintiéndose tensa, Eiko tomó la palabra. Quería saber en concreto la razón del por qué estaba allí, la verdadera razón.

La matriarca de los Tsubomi volteó a mirar en silencio hacia la Todoroki de sangre, se mantuvo sin decir nada hasta cruzar levemente sus brazos y ver a su nieta más pequeña, a excepción de la pequeña Kiki en brazos de esta misma quien estaba absorta en la calidez que desprendía el cuerpo de su tía. Hatsulin miraba fijamente hacia la mujer de cabello azul quien hizo una mueca, frunciendo sus labios.

—A verla. —responde con sencilleza y dureza la única de cabellera azulada, como sus ojos. Estos mismos mostraron una mirada sombría, fija en los ojos de Hatsulin—. A verla y saber como se encuentra por provocar nuevamente la caída de un héroe. Al menos esta vez no provocó que muriera, por poco.

El cuerpo de la chica de la cicatriz se tensó imperceptiblemente al escuchar esas atrevidas palabras, sabiendo muy bien a que se refería. Pero no dijo nada, su expresión se veía igual de expectante a comparación de sus madre y sus hermanos, estos colocaron una expresión de incredulidad mientras Eiko mostraba una de cierta aflicción.

—¿En serio viniste a decir eso? —cuestiona Takeshi con un tono de voz grave y molesto, sus manos se hicieron puños y su mirada rojiza se afiló, endureciendo su expresión—. ¿De verdad puedes ser tan descarada?

—Cierra la boca. No te atrevas a hablarme así otra vez. —vociferó ligeramente la mayor, mirando de forma algo fulminante hacia el pelirrojo de la bandana. Este movió y arrugó su nariz, apretando un poco la mandíbula—. Técnicamente ella lo provocó por ser tan incompetente por dejarse secuestrar así. Si hubiera sido más inteligente, nada hubiera pasado. —mira hacia Hatsulin con dureza y a su vez resentimiento—. Pensé que desde lo de mi esposo y lo de Nakano aprendería. Veo que no lo hizo, y ya vimos lo que sucedió; el retiro de All Might.

La pelirroja continuaba mirando fijamente hacia su abuela, sus manos inevitablemente comenzaron a calentarse mientras sus pupilas se mantenían estáticas en su lugar, casi teniendo el atisbo de apretar lo que tuviera en manos, teniendo un impulso de apretar con fuerza a Kiki quien ya había alzado la mirada hacia la escena hasta ver hacia su tía cuando sintió como afianzó levemente sus manos en ella, sin moverse y casi sin parpadear.

—Deja de decir esas cosas. Ella no tiene la culpa, no insinues que si. —Gie también toma la palabras colocándose casi protectora enfrente de su hermanita, caminando un par de pasos hacia Atsuko quien no doblegaba su mirada o su postura—. Ya supera lo sucedido con Hoshi. Que culpes a HatsuHatsu no lo traerá devuelta, ni tampoco a All Might.

—Técnicamente es su culpa. —con una mirada amarga, Atsuko volvió a hablar, entrecerrando sus ojos con crueldad—. Si hubiera sido más fuerte, nada, ni con Hoshi, ni con All Might, ni todo este escándalo hubiera sucedido. Estoy completamente segura que no estuvo atenta y por eso sucedió lo que sucedió. Desde que entró a la U.A. ha estado en las nubes. Todo por acercarse a la gente que no le correspondía. —mira devuelta hacia la hija menor de Eiko quien continuaba con sus ojos en ella—. Y sé perfectamente quien es el que la tiene así.

Hizo contacto visual con Hatsulin por varios segundos, pareciendo casi una batalla de miradas. Kiki miró devuelta hacia ella cuando sintió una vez más la tensión de su agarre, pensando que la estaba sosteniendo mejor; Hatsulin de alguna manera se estaba controlando al no desatar su fuerza y la interna rabia que tenía en su interior y que sólo Tsubomi Atsuko le estaba provocando, pero a su vez eran unas palabras que ella misma pensaba, dándole de alguna manera la razón. No obstante, a pesar de eso, no podía evitar sentir rabia, sentir molestia, sentir impotencia.

«—Un enojo que deberías desquitar hacia Tsubomi Atsuko porque... sientes enojo hacia ella, ¿no? —recordó las palabras de Dabi, aquel villano lleno de quemaduras.»

—Si te hubieras mantenido lejos de aquellos mocosos, quizás hubieras estado más capacitada para defenderte y nada de esto podría no haber pasado. —Atsuko continuó hablando con una mirada despreciable dirigida hacia ella, Hatsulin comenzó a portar una mirada diferente, oscureciéndose poco a poco—. Tanto tú como el mocoso de Bakugō Katsuki fueron incompetentes y débiles, ambos provocaron el retiro de All Might por ser unos estorbos. Los dos fueron unos inútiles. 

Y por esas simples palabras, Hatsulin no aguantó finalmente hablar.

—No digas eso... —murmuró la de orbes azules, provocando cierto desconcierto de parte de la peliazul y atención de los demás.

—¿Qué dijiste? —cuestiona Atsuko mientras mantenía su mirada afilada.

—Que no digas eso. Eso fue lo que dije. —alzó la voz para que se escuchara más claro, para que Atsuko la escuchara. Esta misma mostró un poco más de perplejidad, notando como alzaba su mirada fija en ella—. No continues hablando así de Bakugō-kun. No voy a dejar que hables así de él.

Atsuko mantuvo sus ojos un tanto extendidos por las palabras de la Tsubomi menor, mantuvo sus ojos azules fijos en ella, notando su mirada de manera casi voraz pero a su vez sombría, como si estuviera viendo un lado oscuro en ella, diferente a lo obediente que llegaba a ser. Aunque, desde antes, parecía ya no tener la misma reacción. Frunció su ceño y agachó el rostro, una sombra apareció en medio de sus ojos, viéndose intimidante. 

—¿Osas hablarme de esa manera todavía? Sabes muy bien lo que sucede si me respondes así. —fueron las palabras frías de la matriarca. Los demás pelirrojos veían fijamente hacia la menor de su familia, sintiéndose sin palabras; por sí mismos, era la primera vez que la escuchaban así, que la veían así. Aunque Takeshi ya había visto esa mirada sombría antes—. ¿Y qué harás que hable de él? Es la verdad, él es un maldito inútil y salvaje. Parecía tener un poco de potencial en habilidades pero terminó siendo secuestrado. Un incompetente con temperamento, un salvaje es lo que es Bakugō Katsuki. Te lo dije antes y lo digo otra vez; aléjate de él. Es un obstáculo para tí.

—No vuelvas a hablar así de Bakugō. —la voz de Hatsulin optó un tono mas grave y casi igual de frío que el de su abuela, esta misma chasqueó su lengua, sintiéndose tensa—. Él no es así. Él no es un inútil.

—¿Y tú que sabes? Yo digo las cosas por algo. Sabes que siempre tengo razón, quieras o no. —Atsuko avanza varios pasos hacia la hija menor de Eiko, esta no quitaba sus ojos de ella, manteniendo la misma mirada afilada—. Deja de una maldita vez de contestarme. Ya hablé, y cuando yo hablo, tú obedeces. ¿Escuchaste? debes ser obediente, debes ser perfecta. Y desde que conociste a esos inútiles, a ese salvaje, tú-

—Él no es un salvaje. —una vez más Hatsulin endureció la voz dejando sin habla hacia la peliazul, ahora veía perpleja hacia la de la cicatriz—. Bakugō-kun no es nada de lo que tú piensas. Deja de hablar así de él o insinuar que mis demás compañeros son débiles e inútiles. Ninguno de ellos lo es. Son mucho más que eso.

—Si fueran mucho más que eso, no hubiera ningún herido ni mucho menos dos estudiantes hubieran sido secuestrados. Lo más mediocre de todo es la misma academia U.A. que haya permitido esto, se supone que es la número uno de todo Japón y permitieron esto. —el ceño de la pelirroja de orbes azules comienza a fruncirse cada vez más en una mirada casi fulminante, apretando levemente su mentón—. Realmente, esto me está llevando a pensar, que esta generación es una inútil que no sabe hacer...

—¡Cállate! —todos quedaron en silencio, impactados por escuchar la forma en la que había alzado la voz. Atsuko se quedó en shock, extendiendo sus ojos en grande—. ¡Ya basta! ¡Deja de decir eso! ¡Basta!

El ambiente comenzó a subir de temperatura apenas Hatsulin explotó ante todas las palabras de su abuela, podía verse claramente como en los hombros de ella aparecía una pequeña bruma de fuego, incluso algunas hebras de su cabello se alzaron mechas de fuego, demostrando efectivamente lo inconforme, lo alterada, lo cansada, lo molesta que estaba. La de cabello rizado quitó con una de sus manos las sábanas encima de sus piernas para mover estas al borde, se pudo ver claramente como incluso sus tobillos estaban vendados. Se levantó dando a Kiki hacia Gie quien estaba con el mismo shock que su hermano, que su madre, que su abuela; esta estaba petrificada.

—Deja de hablar así de mis compañeros, ¡de mis amigos! ¿Por qué hablas así de ellos? Incluso de la U.A.. —Hatsulin, a pesar de no poder apoyar muy bien una de sus piernas, se levantó, caminando con ligera cojera hacia la peliazul que estaba totalmente paralizada. Los ojos de la pelirroja se veían airados y a su vez dolidos—. ¡La U.A. no es ninguna incompetente ni mediocre! ¡Es genial, es increíble y honorable! A pesar de los golpes que recibe, sigue levantándose. A pesar de que sea criticada, ¡sigue estando de pie! ¡A pesar de lo que suceda con los villanos, sigue buscando una solución! ¡La academia U.A. y todas las personas que están allí son lo más honorable e impresionante que hay! ¡Entiéndelo de una maldita vez! 

Atsuko continuaba en shock por ver la manera en la que su nieta estaba reaccionando, era la primera vez en toda su vida desde que la había visto hablarle o expresarse así, incluso descontrolándose su lenguaje. Nunca la había escuchado ni visto así. Ni una sola vez. Se quedó en silencio, totalmente sin palabras; tuvo justo a sus narices a la más baja de todos quien alzó su mirada de manera indomable, pero había un sentimiento detrás; un sentimiento de coraje, de rabia.

—Todos mis compañeros, todos los maestros, todos mis amigos, Bakugō-kun. Todos ellos son las personas más impresionantes que pude haber conocido alguna vez. Ninguno se rinde a pesar de todo. —frunció su ceño mientras bajaba la mirada, apretando una de sus manos contra su pecho. Podía sentir su corazón palpitar fuertemente, abrió su palma cuando observó las leves y agitadas flamas que tenía en las puntas de sus dedos, comenzando a quemar el vendaje—. Todos ellos son mucho mejor que yo, son mucho más de lo que yo puedo llegar a ser. Todos tienen un corazón fuerte, todos tienen fortaleza. Algo que yo en realidad no tengo... —su tono de voz bajó considerablemente, un nudo apareció en su garganta—. Mi corazón esta apuñalado, está herido, está roto. Sin importar las puntadas que yo misma traté darle, sigue doliendo. Desde que... desde lo que le pasó a mi abuelo, no ha dejado de doler...

»—Pero, desde que conocí a todos los de la clase A, la B. Todas las personas con las que conviví en estos meses en la U.A., hacen que duela un poco menos... —su voz comienza a temblar un poco, mientras apretaba la zona de su corazón encima de la camisa del hospital. Las flamas que habían encima de sus hombros comenzaron a apaciguarse, dejando parches quemados en la tela—. Yo no quería convivir o al menos, no quería hacer estrechas relaciones con nadie para evitar que sucediera todo lo que pasó en Nabu, lo que sucedió con Yūta-kun. Y aún así, todos se acercaron a mí y encontraron un camino a mi lastimado mi corazón con sus personalidades, con sus habilidades. Con todo de su ser, pudieron hacer un lugar importante en las grietas de mi corazón... —líquido comenzó a resbalar por sus mejillas desde sus ojos, una vez más estaba soltando lágrimas. La comisura de sus labios comenzó a alzarse en una triste sonrisa—. Yaomomo, Kaminari-kun, Kirishima-kun, Ochako-chan, Kyōka-chan, Tsuyu-chan, Midoriya-kun, Sero-kun, Hitōshi-kun, Shotō-kun con quien ahora puedo convivir más y ser una verdadera familia... Bakugō-kun... Todos ellos lograron hacerse un espacio en mi corazón, todos me hicieron admirarlos, quererlos, apreciarlos.

Caminó un par de pasos más hacia Atsuko que continuaba con su mirada completamente fija en la de cabello rizado, notando los parches quemados en su ropa de hospital, incluso las vendas que cubrían sus heridas se habían quemado. La que estaba alrededor de su cuello, cayó hecha tirones y aún quemándose, dejando ver las cicatricez a los costados, aquellas marcas que significaban todo el sufrimiento que llegó a vivir hace casi diez años pero que aún perduraba, incluso su propio pasado, su propio infierno seguía persiguiéndola.

—Por eso, no voy a permitir más que hables así de ellos. De ninguno, no voy a permitir, en sus nombres, que hables así o los insultes. Nada. No voy a dejar que lo hagas. Ni a ellos, ni a la academia, ni a mis hermanos, ni a mi madre. Es algo que sé que mi abuelo querría. —la voz de la chica de la cicatriz tomó un tono casi triste pero a su vez firme, sus dedos agarraron las vendas que estaban alrededor de su brazo derecho y las arrancó, escuchándose perfectamente el sonido del desgarre. Hatsulin alzó y extendió su brazo hacia la matriarca de la familia quien se tensó por eso, pronto sus perlas azuladas se conectaron con las perlas de su nieta, estas a pesar de derramar lágrimas mostraban una mirada dura—. Castigame como siempre lo haces, insultame, golpeame, encierrame. Haz eso conmigo. No me importa. Ese dolor es mucho mejor que el dolor que hay justo ahora en mi corazón, por todo lo que sucedió. Pero no permitiré más que hables así de nadie, sin importar lo que hagas conmigo.

Los ojos de Eiko estaban brotando una gran cantidad de lágrimas que resbalaban por sus mejillas, totalmente en shock mientras veía el brazo de su hija. Podía verse claramente como la piel pálida de su antebrazo descubierto estaba lleno de marcas de un tono más oscuro, dando a entender que eran cicatricez, marcas permanente que nunca se irían, y aunque lo hicieran, la herida emocional era la que perduraría por siempre. Su corazón palpitaba con conmoción, y no era la única. Takeshi estaba con sus ojos completamente abiertos y una expresión llena de sorpresa, Gie estaba conmocionada mientra sostenía a la pequeña Kiki en brazos quien miraba confundida la escena, mirando a su tía por observarla tan seria, sobre todo al ver las lágrimas que caían sin detenerse de sus ojos.

—Eso es lo que es ser un héroe para mi. Sacrificarse, aguantar por otros. —la mirada de Hatsulin estaba brillando con un brillo idescrifrable pero a su vez optó un tono más oscuro. Cuando frunció su ceño ligeramente, su piel emitió calor y las lágrimas que resbalaban por su rostro, se evaporaron inmediatamente—. No me importa qué golpes, qué insultos, que caídas tenga. Yo voy a aguantar todo de tí. Hasta el final, hasta que me muera, hasta que no pueda más. Así como mi abuelo, así como... Así como All Might. 

Atsuko perdió el aliento por un par de segundos mientras continuaba observando la mirada indomable de su nieta, a quién creía tener aún control sobre ella. Ahora mismo observaba sus penetrantes ojos azules miraran sin tacto alguno, sin sumisión, sin temor; la miraban con molestia, con determinación. Un sentimiento indomable que la dejaba sin palabras. Por un sólo instante, su imagen se vio difuminaba, cambiando, lo único que no cambiaron fueron los ojos de Tsubomi Hatsulin, ahogó un leve jadeo cuando vio a Tsubomi Katashi en su lugar, mirándola de la misma manera, en la misma posición, con la misma mirada aunque recordaba la de su hijo más diferente, más sombría. Agitó un poco su cabeza para tratar de sacarlo de su mente y apretar su mandibula, soltando un pequeño «tks» en el proceso.

Ambas continuaron viéndose fijamente por varios segundos mientras Hatsulin continuaba alzando su brazo totalmente cicatrizado hacia ella, esperando que hiciera algo pero a su vez era una manera de que viera todo lo que ha aguantado todo lo que le ha hecho, sin mostrarle las marcas que también poseía en toda su espalda. Las manos de Atsuko temblaban ante la impotencia que sentía, a la vez de un sentimiento indescifrable que le provocaba el que la mirara así. Su mandíbula apretada tembló ligeramente mientras mostraba sus dientes, pareciera aguantar algo.

En eso, sus ojos se dirigieron hacia la dirección de una mano fina que sostuvo con suma delicadeza el brazo de la Tsubomi enfrente de ella; observó a Eiko siendo la persona que sostuvo aquella extremidad de su hija menor quien no evitó mirarla también, mostrándose un poco desconcertada en lo que la pelirroja mayor sostenía con delicadeza su brazo con ambas manos. Su mirada se suavizó, observando la expresión algo conmocionada pero a su vez firme de su progenitora, mirando fijamente hacia la mayor presente.

—Será mejor que te vayas, Atsuko. —emuló Todoroki Eiko con su mirada afilada y hasta un punto de intimidante hacia Tsubomi Atsuko quien la miró de inmediato—. No quiero que sigas molestando a mis hijos. Hatsulin debe descansar de todo ahora. 

Los ojos de la peliazul se mantuvieron fijos en la mirada oscura y rojiza de la Todoroki, teniendo que elevar un poco la cabeza para poder verla directamente al rostro debido a su alta estatura, se mantuvo totalmente en silencio para mirar por el rabillo de su ojo a sus demás nietos; estos se mantenían en una mezcla de sorpresa y a su vez seriedad, observando la escena. Atsuko miró una vez más hacia Eiko para mirar una última vez más hacia Hatsulin quien miraba hacia su dirección con atención, pero sosteniendo su ceño fruncido.

Atsuko ahora fue quien frunció el ceño, carraspeó luego y colocó las gafas oscura sobre sus ojos para ocultar su mirada; respiró profundamente por su nariz y acomodó su bolso para darse la vuelta y comenzar a encaminarse hacia la puerta, dejando su mano en el marco por algunos momentos. Giró un poco su rostro en donde alcanzó a verse detrás sus ojos, mirando en silencio hacia todos los pelirrojos presentes para luego girar su rostro y encaminarse fuera, cruzándose en el camino con una mujer de baja estatura que se dirigía hacia la habitación.

Hatsulin miraba en silencio hacia la dirección en donde se había ido su abuela con firmeza, ya sin ninguna palabra que decir. Parecía absorta en alguna otra parte mientras su madre tomaba su mano y le daba una gentil caricia para luego colocarla en su hombro, agachando la mirada cuando sintió una delicada caricia en la zona de su mejilla, como si quisiera darle un gesto de amor. No respondió a pesar del amoroso y delicado abrazo que le dio, sólo ocultando la mayoría de su rostro en su hombro debido a que la mayor tuvo que inclinarse, acariciando su cabellera rizada.

—Todo va a estar bien, solecito. Lo estará ahora. —susurraba en un tono tranquilizador mientras acariciaba suavemente su cabellera rizada y algo esponjada, los ojos de la menor se entrecerraron un poco y sólo ocultó su rostro por completo, sin corresponderle el abrazo, pero no la separó.

Ella realmente necesitaba un abrazo.

—Veo que eres casi igual de terca que Midoriya.

Todos miraron inmediatamente hacia la voz que se había hecho presente de manera repentina, las cejas de Hatsulin se alzaron cuando miró hacia abajo en el marco de la puerta y observó la pequeña estatura de Recovery Girl sosteniéndose con su mano tomando aquella jeringa gigante que usaba como un bastón a la hora de caminar. La ancianita mantenía una expresión seria y casi severa dirigiéndose principalmente a la que estaba internada en aquel hospital; Takeshi miró disimuladamente hacia otro lado mientras que Gie comenzó a buscar arrullar a Kiki para que durmiera un poco. Eiko había soltado a su hija más pequeña para revelarla por completo.

El ceño de Shūzenji se frunció inmediatamente cuando observó de arriba a abajo la apariencia de la adolescente; tenía varias partes de su ropa de hospital con parches quemados, también habían pequeñas partes de vendas en sus brazos y así. Alzó la mirada directamente hacia la pelirroja de la clase A quien pestañeó varias veces por la severidad con la que se dirigía hacia ella.

—Si no fuera porque tienes puntadas en la cabeza y hay que dejar descansar esa herida, te daría unos buenos golpes por no descansar como se debe. —regañó Chiyo mientras levantaba con su bastón las vendas casi quemadas que habían caído al suelo, luego bufó con pesadez y negó con su cabeza—. Ve a sentarte, Tsubomi-chan. Debo usar mi quirk en tí. Así podrás irte hoy mismo a casa. —suaviza un poco su expresión mientras le hacía un pequeño gesto a la de orbes azules.

Esta misma asintió con cierta lentitud como si dudara un poco, pero no objetó lo contrario, sólo obedeció sin decir absolutamente nada. Verdaderamente lo que más quería en ese momento era descansar. Cerrar los ojos y olvidarse de todo.

«—¿¡EN SERIO TE DIERON DE ALTA TAN RÁPIDO!? ¿¡DE VERDAD YA estás aquí!?»

—Uhum, estoy aquí. —respondió con simpleza mientras formaba una ligera sonrisa, mirando perdidamente enfrente de ella.

Su sonrisa se extendió un poco al momento que tuvo que separar un poco el télefono de su oído al momento que escuchó a Mina prácticamente chillar al otro lado de la linea, en señal de lo tan feliz y animada que se encontraba. Había tenido que usar el telefono de su hermano Takeshi para poder contestarle, agregando que él por alguna razón terminó con el número de Ashido Mina y también el de Uraraka Ochako. Y la razón era simple; por insistencia de su propia amiga de cabellera y piel rosácea tuvo que darle el número. Takeshi no sabía que lo tenía hasta que ella misma le escribió preguntando por Hatsulin.

Ella había perdido su télefono. No recuerda donde o cuando fue, estaba segura que habrá sucedido en toda la conmoción del campamento o incluso en el incidente de Kamino. El dónde estaba su télefono era el menor de sus problemas ahora.

Esperaba a que Mina dejara de gritar y cuestionar entre varios chillidos. Desde la técnicamente cirugía que tuvo con los puntos en la cabeza, le daba jaqueta con facilidad ante los ruidos fuertes. De por sí desde la discusión con su abuela le dolía a horrores.

Su mirada perdió el poco brillo que tenía al recordar esa discusión. Por alguna razón, lo que menos temía ahora era lo que le hiciera su abuela luego de eso. Pero, también por algún motivo, no sintió venir de ella aquellas intenciones de hacer algo en su contra como suele hacerlo. 

«—¿Hatsu-chan? ¡Hatsu-chan!»

—Oh, si, si. Te escucho. Lo siento. —habló una vez más al teléfono de forro oscuro de su hermano mayor cuando logró percibir la voz de la de piel rosácea llamarla. Suspiró un poco—. Estoy algo distraída y... cansada. Lo lamento. ¿Qué decías?

«—¡No te disculpes! La que debería disculparse soy yo. Como dices, debes estar cansada y no tengo ni idea de en que estado estés. Es que... no soporte llamarte y confirmar de verdad que tanto tú como Bakugō están a salvo. Preferí llamarte a tí. No sé tampoco como estará él y dudo que me llegara a contestar.»

Sus ojos se entrecerraron con ligereza al recordar a Bakugō Katsuki, por varios segundos su imágen apareció en su cabeza. Su corazón se apretujó con fuerza y retuvo un suspiro, jugando un poco con sus pies mientras se trasladaba en aquel auto, ya con otra ropa completamente diferente con la que llegó al hospital. Continuó pensando en el chico rubio y si no fuera por su propia consciencia al hablar, hubiera seguido sumida en sus pensamientos.

—Está bien. Sé que él está bien. Al menos, físicamente. Creo. —dice con brevedad mientras miraba hacia el techo del auto, miró por la ventana de este mismo y terminó por mirar hacia detrás de ellos en donde estaba una patrulla de policia—. Sé que ya lo llevaron a su casa. 

«—Ya veo, ya veo.» —dice la de esclerótica oscura, desde su lugar se mordió el pulgar con ligereza, algo ansiosa. Aunque aún así, sonrió—. «No espero el momento para poder ir a visitarte. Ya Kyōka despertó hace poco. Acordaré con las chicas para ir a visitarte cuando puedas. ¿Te parece?»

Hatsulin se quedó en silencio varios segundos, perdiéndose en sus pensamientos por lo dicho de Kyōka de quien supo estaba inconsciente prácticamente desde el día del ataque al campamento cuando fue afectada por una clase de humo somnifero venenoso, varios de sus compañeros, principalmente de la clase B, fueron afectados por este mismo. No sabía bien los detalles, pero si le dijeron algunas cosas.

Emuló un pequeño sonido algo dudoso por las palabras que le diría a su amiga, volviendo a mirar hacia la dirección de la patrulla que seguían el auto manejado por Sosuke; no sólo estaba ella, si no también sus hermanos, Kiki y su madre. Incluso en otro auto iba Yuu.

—No sé si pueda ser pronto... —murmuró la pelirroja lo suficientemente audible como para que la escuchara. Efectivamente lo hizo, emitiendo una pequeña pregunta del por que—. Yo no puedo salir por ordenes de la policía, pero creo que si pueden visitarme. La cosa es que tengo que instalarme bien. Es algo repentino para mi...

«—¿Instalarte? No entiendo.» 

—Me iré junto con mi mamá y mis hermanos a otro lugar. —respondió de manera clara. Inmediatamente Mina reaccionó.

«—¿¡Te mudas!? No puede ser, ¿tan de repente? No me digas que te vas a ir tan lejos o te irás de Japón.»

Una pequeña risita salió de entre los labios de la ojiazul ante la idea algo alocada de parte de una de sus amigas más cercanas en la academia, y quizás de toda su vida. Recostó su cabeza en el cristal mientras observaba las tiendas, las residencia, la gente a la que el vehículo pasaba al estar avanzando. Su expresión se relajó, teniendo una ligera sonrisa en sus labios, aunque aún así tenía una mirada cansada.

—No, no me iré de Japón. Sólo me iré a otra casa. Así que no te preocupes.

Mantuvo una sonrisa mientras escuchaba las palabras de alivio de Ashido como si fuera la gran cosa, al menos, eso era lo que Hatsulin pensaba. Aquel gesto facial lentamente comenzó a caer hasta tener una expresión algo sombría, aunque manteniendo una sonrisa algo forzada y casi falsa, mirando directamente por la ventana hacia la dirección en donde sería probablemente su nuevo hogar. Sintió como su madre tomaba su mano restante con suavidad sobre su rodilla y le daba un suave apretón.

Sus ojos azulados se reflejaron casi como en un espejo en la ventana del auto, pero podía notarse claramente un cambio. La diferencia que ahora había. Sus ojos ya no parecían chispear como antes, parecían ya no tener brillo suficiente como para destellar tanto.

Aún así, hizo su mayor esfuerzo por sonar tranquilizadora.

—Voy a estar bien... —dijo mientras alejaba su mano del agarre de su madre, refugiándose en el pequeño refugio en la esquina del auto.

❪📚❫',·shane's glosary

❪📙❫Kiki: Kiki (キキKiki ? ) es la única hija de Tsubomi Gie, tiene alrededor de cuatro meses de edad, casi cinco. Su nombre significa "doble felicidad", Gie le puso ese nombre en referencia de que Kiki le traería el doble de felicidad que le quitó su padre biólogico y ex pareja. Su padre es coreano y mucho mayor a la madre de la bebé, Gie tiene diecinueve años en la actualidad. Kiki no lo ha visto desde que nació, su madre prefiere que nunca lo conozca. Toda su familia quiere alejado a ese hombre, principalmente Tsubomi Hatsulin.

→S H A N X L A B Y X←

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