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❪𝟰𝟮❫ ; 𝗻𝗮𝗸𝗮𝗻𝗼.

ARC THREE; DEMONS
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CAPÍTULO CUARENTA Y DOS;
NAKANO
❛todo lo que provocó❜

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©Shanxlabyx
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—¿COMO ES POSIBLE QUE ESTA NIÑITA haya sacado los ojos de él? Con los míos se hubiera visto mejor.

Hatsulin sonrió ante su queja, alzando su cabeza de su libreta en dónde estaba haciendo una tarea de cálculo y la cual apenas estaba empezando hace unos minutos atrás. Una chillona risita se escuchó justo en la cama en dónde Gie estaba acostada con total libertad y comodidad como si ella fuera la dueña de aquel colchón, pero estando bien informada de que no era su habitación ni tenía derecho ahí. Pero poco o nada le importaba, si quería acostarse lo haría. Cómo justo ahora.

Mirando a la bebé de cabellos semi rojizos quien estaba balbuceando mientras estiraba sus manitos hacia arriba, abriendo y cerrando sus palmas, como si fuera capaz de alcanzar el techo.

—No, Yuuchin, no te subas. Eres capaz de meterte su pequeña cabeza en el osico. —Gie pavoneó su mano en el aire hacia el Husky siberiano quien estaba moviendo su cola, mirando curioso hacía donde estaba acostada a su par que su nariz olfateaba el aire. Sus movimientos ansiosos le indicaban que tenía intenciones de subirse.

Repiqueteó el lápiz contra la mesa de madera un par de veces pensando en cómo resolver aquel ejercicio de cálculo, pensando detenidamente en cómo podría continuarlo. Escuchaba claramente como su hermana mayor estaba negándose a qué Yuu se subiera a la cama con su enorme tamaño por la pequeña niña que estaba allí acostada. Era capaz de aplastarla sin querer o incluso comérsela de un mordisco ante lo pequeña que era.

—Y cuéntame. ¿Ya te interesa algún chico de tu clase? —a pesar de sus advertencias hacía el Husky, le habló Gie colocando una postura relajada de lado provocando que la bebé aferrara sus pequeñas manos a su blusa y jalara, dejando ver el inicio de su busto y su brasier. Gie se agitó un poco moviendo su pierna para cuando el canino le mordió el calcetín—. A ver; no. —volvió a reprender al curioso y ansioso Husky siberiano, para volver a su posición, embosando una sonrisa—. ¿Alguno está bien guapo? He visto que están bien entrenados varios chicos de la A. ¿Quien tiene lindo trasero?

—No te escucho... —farfulló de manera distraída Hatsulin al estar concentrada en resolver el ejercicio que le estaba haciendo doler la cabeza. La bebé balbuceó, metiendo su manito cubierta de un guante celeste en su boca.

—¿Y que me dices de tu sensei; Aizawa-san? —Gie colocó una de sus manos en su mentón mientras sonreía y entornaba sus ojos con malicia—. No está nada mal... Mm...

—Sigo sin escucharte.

La de cabellera anaranjada bufó con frustración al ver que Hatsulin no le prestaba la suficiente atención como para reaccionar a lo que le había dicho y contestarle a su duda. Realmente sólo a visto de lejos a los chicos de su clase, específicamente en la televisión, en el Festival Deportivo que ya había sido algunas semanas atrás cuando aquel famoso evento era una gran tendencia, aunque ahora la audiencia había disminuido un poco. No obstante, todavía estaba flotando por allí lo sucedido.

Continuó observando a su hermana menor que seguía bastante concentrada en su tarea, viendo sus cabellos rojizos hechos en un moño suelto y mal hecho que caía por uno de sus hombros, observando como ella estaba golpeando el lápiz contra su escritorio y después retiraba los cabellos de su frente que se volvían estorbosos y los echaba hacia atrás, o pasaba detrás de su oreja para poder tener una clara vista de la libreta que tenía enfrente sus narices.

❛Ahora está estudiando más que otros días❜ fue lo que había pensado la de ojos rojizos aún estando de costado pero sosteniéndose y apoyándose en uno de sus codos para poder tener levantado su cuello y su cabeza. Hizo un gesto algo pensativo tratando de recordar a sus hermanos varones en la U.A.. ❛¿Cuando fue que Takeshi-kun y Kazuto-kun se colocaron así?... ¿Los exámenes?❜

Los balbuceos de la bebé contra ella la sacaron de sus pensamientos provocando que mirara hacia aquella dirección, agachando su mirada sin mucho interés al estar metida en sus pensamientos hacia la pequeña niña de cabello rizado semi rojizo y ojos oscuros quien estaba entretenida jalando su blusa como si fuera lo más interesante que hay, pero al momento de agachar la cabeza, varios de sus cabellos cayeron hacia ella haciendo que le hiciera cosquillas en el rostro y se quedara en silencio para usar sus pequeñas manos cubiertas de guantes celestes para tomar uno de sus cabellos y apartarlos aunque después no los soltó.

Gie siguió observando con atención como aquella niña de tan sólo unos tres meses de nacida jugaba con su cabello apretándolo en su diminuta palma, jalando muy levemente. Cuando vio intenciones de meterse su cabello en su boca, levantó su mano y metió su dedo índice entre su manito y su cabello para que lo soltará y apretara su dedo provocándole una chillona risa.

Arrugó ligeramente su nariz al ver la extraña emoción que colocaban los bebés por cosas tan pequeñas como esa. Seguía sin entenderlos a pesar de que pasó de ser hermana mayor de Takeshi y Hatsulin a ser mamá y seguía sin entender nada de eso. Aunque, después de todo, tenía apenas diecinueve años. Aún era nueva en eso a pesar de tener experiencia con niños pequeños por sus hermanos.

Su ceño se frunció por ver los ojos oscuros y grandes de la niña que había estado ocho meses en su vientre (había nacido casi un mes antes) y que ya podía tener contra ella como justo ahora viendo la gran atención que usaba para observarla recordando perfectamente que cuando Hatsulin abrió sus ojos por primera vez también se le quedaba mirando de esa manera, y eso que la bebé no heredó los ojos de parte de su familia, si no del ausente (y para ella, infeliz y maldito) padre.

Fue suavizando poco a poco su mirada al recordar la primera vez que tuvo a Hatsulin cerca, recordando lo pequeña que era. Cómo a la niña que tenía con ella justo ahora.

«—Mira, Gie, ella es tu hermanita. Ahora eres su hermana mayor.

—Es muy pequeña, como Tachin, pero es aún más pequeña que él... —comentó la pequeña de tres años quien veía con atención a la pequeña niña recién nacida que le había mostrado su mamá.

Los ojos rojizos de Gie vieron con detenimiento a la pequeña mientras se acercaba y sostenía de aquella cama para ver de cerca a su hermanita. Vio como tenía sus manos aferradas a la blusa azul de la Todoroki de sangre, apretando ligeramente aquella tela entre sus muy pequeñas manos totalmente cubiertas por unos guantes de una suave y delicada tela para su suave y sensible piel de un color blanco, haciendo destacar aún más su apariencia que la hacía ver como una muñeca. Al menos eso pensaba la primogénita femenina mayor de la familia.

La de cabello anaranjado y mirar rojizo observaba los rasgos de aquella bebé. Inevitable hizo una mueca por ver que casi no tenía cejas o pestañas. Tenía muy poco vello, sobretodo en su cabeza (eso parecía) en dónde tenía un gorro y apenas sobresalían algunos cabellos crecientes de un color rojizo como el de su madre, aunque en este caso parecían ser de un tono más brillante por la manera en la que destacaba, sobretodo por su piel que era tan blanca como la nieve, junto con sus mejillas regordetas y rojizas, aunque casi todo su rostro estaba teñido de un rubor rojizo.

Se quedó mirando fijamente hacia la bebé quien había bostezado contra el pomposo y suave pecho de Eiko, acurrucándose en su lugar viéndose bastante cómoda con la calidez que desprendía el cuerpo de la mujer de cabello rojizo. Gie siguió viendo su carita esperando que abriera sus ojos que se mantenían cerrados con ligereza, como si en cualquier momento pudiera abrirlos y mirarla. Se preguntaba de que color serían sus ojos.

Escuchó unos pasos dirigirse a su dirección, suponiendo que se trataría de su hermano mayor ya que su padre estaba dormitando en uno de los sofás de aquella habitación de hospital junto con su hermano menor Takeshi quien estaba recostado en sus piernas con tranquilidad, roncando muy ligeramente con la mano de su papá en su espalda como siendo un soporte para evitar caer. La primogénita mayor levantó su mirada hacia su hermano de diez años.

Observó como él pedía amable y con cuidado el poder cargar a la bebé, cosa que sin problema le permitieron, admirando el cuidado y la delicadeza que Kazuto usaba para sostenerla entre sus manos y acunarla en sus brazos como si pudiera haber el riesgo que con el más mínimo roce se quebrara como una muñeca de porcelana. La bebé sólo se removió arrugando su rostro ante el cambio de posición y de la persona que la sostenía, aunque poco después fue tranquilizándose.

—Mira, Gie-chan. —llamó Kazuto dándole una tranquila sonrisa mientras se agachaba con todo el cuidado del mundo para evitar hacer algún brusco movimiento y alterar a la niña, ya que había la gran posibilidad de llorar a mares—. Si le acercas tu mano, ella la agarrará.

La de ojos rojizos levantó la mirada sorprendida y a su vez ingenua de aquella revelación, para después mirar hacia la pequeña bebé que se apretaba contra el pecho de su hermano mayor cómoda por la calidez que había en su cuerpo, casi igual que con su madre sintiendo lo familiar a pesar de que sólo hace unos segundos atrás había estado recostada en su esponjoso pecho. Aún así, seguía pareciendo que estaba despierta a pesar de sus ojos cerrados, debido a que no había presión alguna en sus párpados, moviendo ligeramente sus pequeños pies y manos.

Algo dudosa, Gie levantó su mano la cual observó para después mirar hacia su hermana menor y acercar poco a poco su extremidad, esperando que lo que dijo Kazuto fuera verdad y no una vil mentira o broma. Había dejado extendida su mano encima de la niña de mechones rojizos, y esta misma al sentir su cercanía, tanteó un poco el aire y atrapó en su pequeña palma dos de sus dedos, y al instante los apretó, agitándose en su lugar repentinamente al flexionar y estirar sus piernas con fuerza. La primogénita mayor de los Tsubomi se exaltó y sorprendió por ver su reacción.

En cambio, Eiko y Kazuto (al ser los únicos conscientes en la habitación) rieron al instante por la reacción de la pequeña de la familia, como mostrando lo feliz que estaba de sentir a alguien conforme cerca de ella.

—Se puso contenta. Al parecer le agradaste. —murmuró entre risas el muchacho de cabellos pelirrojos y blanquecinos viendo como la bebé que era el centro de atención ese día dejaba de moverse, pero no soltaba los dedos de Gie.

—¿Le agradé a Nee-chan? —cuestionó con gran curiosidad la pequeña de tres años mientras alzaba su cabeza hacia el primogénito Tsubomi mayor, mostrando atención y curiosidad por sus palabras.

—En realidad, ella no sería «Nee-chan». —aclaró con una sonrisa mientras se sentaba con cuidado en el suelo cuidando sus movimientos. Gie ladeó su cabeza confundida por sus palabras. ¿Cómo debería llamarla entonces?—. La forma correcta en la que debes llamarla sería «Imōto» ya que tú eres la hermana mayor y ella tu hermana menor. Así como con Takeshi-kun, en su caso él sería «Otōto» al ser también tu hermano menor, no «Nii-chan» como sueles llamarlo.

—Nii-chan o Tachin suena mejor que Otōto. —se excusó Gie haciendo una mueca a su par que fruncía el ceño mirando unos segundos hacia Takeshi a quien llamaba «Tachin» ya que enredaba con su nombre—. ¿Y como se llama itōto? —preguntó mirando a su mamá y luego a la bebé, ansiosa de su nombre.

—Imōto. —corrigió Kazuto soltando otra ligera risa por aquella confusión.

—Eso. ¿Como se llama Imōto?

—Su nombre es Hatsulin... —contestó la Todoroki de sangre con una afable sonrisa, expresándose con parsimonia y viendo en tranquilidad la escena.

—Hatsu... Hatsu... —farfulló la de cabello anaranjado mirando a la bebé que seguía sosteniendo su dedo índice y del corazón con suavidad. Gie frunció el ceño mientras trataba de pronunciar su nombre—. Hatsu... Hat-hatsul... irn... H-hatsu... —se quejó frustrada por no ser capaz de pronunciar el resto de su nombre sin enredarse—. Hats-su... Hats-... Hatsu-Hatsu, ¡ah! HatsuHatsu.

Kazuto observó en silencio como Gie, luego de zafarse suavemente del agarre de Hatsulin, se cruzaba de brazos firme y a su vez resignada de llamarla de esa manera, ya cansada de no ser capaz de pronuncia su nombre como se debe. El de mechas blancas parpadeó varias veces y no evitó carcajearse, aunque intentando no hacerlo tan fuerte como para alterar a su hermana. Cuando entraron a la habitación el simple golpe de la puerta la hizo llorar.

Hatsulin simplemente volvió a fruncir el rostro mientras se quejaba muy vagamente por sentir como el lugar en donde se encontraba recostada se agitaba aunque de cierta forma la tranquilizó sentir la vibración de sus carcajadas.

—Bien, puedes llamarla de esa manera. —decía animado Kazuto por la tierna reacción de su hermana más grande. Sostuvo mejor a Hatsulin atrayendo la atención de la de cabello anaranjados—. Ella en algún momento será capaz de hablarte y dirigirse hacia ti como la hermana mayor que eres, algún día te llamará Nee-chan. »

—¿... bien, Nee-chan?

Gie parpadeó saliendo de su burbuja y sus pensamientos, levantó algo perdida la mirada hacia la dirección en dónde escuchó la voz de Hatsulin llamarla. Esta misma había girado su silla ligeramente para verla, mostrando una expresión confundida y a su vez preocupada por el hecho de que la había llamado ya varias veces y no le contestaba, y cuando la observó, notó claramente por su mirada que estaba en su propio mundo.

La adolescente continuó analizando con sus orbes azulados fijos en su cuerpo recostado de la misma manera que en un principio, aunque vio como se reincorporaba un poco y sobaba su brazo distraídamente, pensó que quizás era porque se le estaba durmiendo por la posición en la que estuvo varios minutos y ya le cortaba la circulación. Confirmó eso al ver la mueca que ella hacía constantemente cada vez que se le dormía alguna extremidad y buscaba despertarla, así que pudo relajarse un poco cuando vio su mirada más clara que antes, suspirando.

Miró luego hacia la pequeña bebé de cabello rojizo y rizado, viendo como estaba observando y admirando entre sus manos el dije del collar que usaba constantemente su hermana mayor, inspeccionándolo con sumo cuidado, viendo sus grandes ojos oscuros brillando en fascinación. Fascinación de querer llevárselo a la boca.

—¿Que decías? —cuestionó la primogénita femenina mayor quien se acomodó en una posición más cómoda mientras que con cuidado le retiraba aquel accesorio a la de rizos quien había abierto y cerrado sus boca simulando morder el aire, para después pestañear confundida—. ¿Que tú sensei está muy bueno? Entonces estoy de acuerdo.

Hatsulin se quedó en total silencio viéndola con una expresión en blanco, aunque poco a poco fue cambiándola por una de incredulidad y aburrimiento ante los comentarios que decía ella sobre su profesor. Si bien, era guapo, ciertamente le cansaba que Gie lo dijera tan a su manera. Pero no había nada que hacerle, ya era parte de su personalidad.

Lentamente fue haciéndole movimiento a las ruedas de su silla para volver a centrarse en su hora de estudio, dejando salir un largo suspiro en el proceso para ver con atención su escritura y como el ejercicio con el cual estaba batallando ya hace un rato seguía igual que dónde lo dejó, viendo algunos rayones en dónde trató de resolverlo y luego lo borraba al no convencerle el resultado. Respiró profundamente para colocar su concentración al cien por ciento, tomando una vez más el lápiz y seguir intentándolo.

De la nada, estornudó apenas pegó la punta del lápiz con el papel. Levantó su mano contrarios para frotar su nariz con sus ojos cerrados, sorbiendo esta misma cuando sintió una ligera mocosidad aparecer en sus fosas nasales apenas dió aquel estornudo. Escuchó la carcajada de la bebé ante su accionar, haciéndola reír ligeramente.

❛Seguro es por el polvo en la habitación. Tendré que limpiarla❜ pensó Hatsulin sobre una razón de haber estornudado. Suspiró con una sonrisa tomándole poca importancia para concentrarse en lo suyo.

—YA LE DIJE QUE NO VOY A HABLAR NADA sobre Hatsulin. No tengo por qué.

Shōta suspiró con cansancio por sexta vez en aquellos minutos ante la respuesta continúa de Senshi quien se negaba rotundamente a responderle al cuestionamiento que intentaba hacerle pero recibía las mismas negaciones. Estaba tratando de mantener intacta la poca paciencia que tenía masajeando el puente de su nariz en un intento de pacientarse con este chico viendo como estaba acariciando la cabeza de un felino blanco, viéndolo de manera fulminante.

—En realidad debes contarme lo que sepas de ella. Tu y yo sabemos que estuvieron cautivos juntos. —aclaró con un tono estoico Aizawa mientras miraba con atención y fijación hacia el muchacho quien simplemente se le quedó mirando.

Senshi bajó ligeramente la mirada mientras su expresión cambiaba por algunos segundos, pareciendo recordar algo (cosa que no pasó desapercibida por el maestro y héroe profesional) pero después agitó su cabeza y volvió a mostrarse a la defensiva, viéndolo acusador.

—Usted cállese, no sabe nada como para decir las cosas de esa manera. —escupió agresivo el moreno desviando la mirada hacia sus manos en donde aquel animal felino se frotaba, ronroneando en el proceso. La mirada del apellidado Ichirō cambió y se volvió más doloroso, impotente—. No es mi deber. Yo no voy a decir nada en la que la implique a ella porque estoy seguro que va a provocarle problemas y yo no quiero eso. No quiero provocarle problemas a ella... —bajó el volúmen de su voz. El apellidado Aizawa vio alzando sus cejas al antigüo vigilante ante sus palabras—. Prefiero ser el único en problemas antes que ella termine lastimada o perjudicada. Así que ¡deje de molestarme! ¡En primer lugar; ¿para que diablos quiere que le hable de ella y lo que pasó en Nakano?! ¡No tiene derecho de saber nada!

Y volvió a su actitud arisca y agresiva.

Aizawa se quedó en completo silencio, analizando las palabras que el adolescente le había dicho. Se quedó observándolo fijamente y después desvió la mirada al suelo, sintiendo una fuerte presión en su pecho y una tensión en sus manos. Resopló con cansancio masajeando su rostro con una de sus manos, dejando esta misma en su frente para ver hacia arriba.

—Quiero que me hables de eso para saber si Hatsulin y también tu están del lado de Asahi Kaito o no. —reveló llamando la inmediata atención de Senshi quien se quedó perplejo y hasta espantado de su aclaración—. Que te pida que me hables de ella es porque la joven Tsubomi estudia aquí y el hecho de que haya estado en las garras de Asahi, al igual que tú, provoca repercusiones en su presencia. Ya había visto en dos ocasiones actitudes extrañas y me había llamado la atención, y al saber que ella fue cautiva por Asahi, pude entender porque. Y ahora —hizo una pausa mirando hacia el menor de cabello oscuro y piel ligeramente morena—, necesito saber de qué lado está, al igual que tú. Del lado de Asahi Kaito o del de nosotros.

El Ichirō continuó observando con atención y a su vez perplejidad hacia el azabache quien lo veía de la manera más firme posible, pero sintiendo una leve tensión en sus manos por lo que estaba hablando, sintiéndose inquieto y ansioso por lo que fuera responderle. El adolescente siguió con la misma expresión, viendo como sus orbes se volvían de repente más opacos, mientras su ceño se frunció y apretaba sus puños al punto de que sus nudillos se volvieron pálidos.

—¿De que... lado?... De verdad ustedes son unos imbéciles. —murmuró con rabia y remordimiento mientras su cuerpo estaba totalmente tenso levantándose lentamente mientras dejaba al felino antes de terminar apresándolo sin querer en aquel episodio de ira—. ¿De que diablos habla? ¿Acaso Asahi Kaito es un equipo de fútbol y los héroes otro? ¿¡Desde cuándo el pasado define en que bando estamos!? —bramó dando un fuerte paso en el suelo, provocando un leve crujido. Shōta se puso alerta por aquello, teniendo en cuenta que podría ser por su quirk—. ¡Yo por suerte escape de él! ¡Prácticamente he muerto por su culpa! ¡Literalmente tuve que morir para poder sobrevivir! —su voz siguió elevándose, mientras su mirada seguía llena de resentimiento y odio, pero a su vez impotencia y dolor—. ¡Hatsulin seguramente tuvo que pasar por lo mismo! ¡Los tres tuvimos que pasar por lo mismo! ¡Tuvimos que sufrir de la peor manera que pueda imaginarse! —su voz tembló, mientras su rostro era desgarrador a ojos del héroe profesional quien se quedó perplejo por escuchar todas y cada una de sus palabras.

»—¿¡Quiere que le hable sobre ella!? ¿¡Sobre mi!? ¿¡SOBRE LO QUE TUVIMOS QUE PASAR!? ¡BIEN! —escupió con desesperación y a una gran impotencia, podía jurar como aquellos ojos que reflejaban odio y dolor puro se volvían más opacos, opacados por el dolor que podría estar sintiendo ante el simple hecho de hablar sobre eso—. ¡Nos golpearon hasta el cansancio, hasta rompernos los malditos huesos del cuerpo! ¡Nos hicieron sangrar hasta terminar desangrandonos y no saber que sucede hasta abrir los ojos y ver la gran cantidad de vendas en nosostros! ¡Nos insultaron, nos lastimaron, nos torturaron por mera diversión! ¡Nos obligaban a hacer cosas que no queríamos como lastimar a otra persona! ¡NOS AMORDAZARON COMO MALDITOS ANIMALES! —zarandeó su brazo en un brusco movimiento, mientras frunció su rostro en una mueca de dolor—. ¡Hatsulin era la más pequeña entre nosotros y era a la que más lastimaban! ¡La torturaban peor que a nosotros por defendernos! ¡La hacían gritar y agonizar del dolor, la hacían llorar de la peor forma que podría ser!

Agachó su rostro con fuerza mientras flexionaba sus brazos, temblando y apretando su mandíbula. Una gota cayó al suelo seguido de otras mientras que un ahogado y vergonzoso quejido salió de entre sus labios.

Él levantó luego su mirada con una expresión desgarradora, una mezcla de dolor y desesperación, impotencia y resentimiento mientras unas rebeldes lágrimas estaban en su rostro y resbalaban con dificultad por su cara, haciendo pequeños hipeos al estar aguantando sollozar con fuerza. Aizawa se quedó en silencio, y con sólo escucharlo, un inesperado nudo en su garganta apareció, paralizado por ver esas expresiones y por escuchar lo que estaba diciendo.

—¡ELLA NO ESTÁ AL LADO DE ASAHI! ¡ELLA NO ES UN MONSTRUO COMO LO ES ÉL! —declaró tembloroso mientras que su voz salía con dificultad pero a su vez con gran desesperación, sollozó muy débilmente, limpiando con brusquedad su rostro—. ¡Sé que ella pudo escapar de él, como yo! ¡No sé cómo pero lo sé! ¡Pero lo que sí sé era que ella era una de las que más quería irse de allí, de Nakano! ¡Si estuviera trabajando para él tuviera la misma cara que Keizuke, vacía y rota; y no es así! ¡Se ve felíz, está sonriendo, está disfrutando seguir el camino de un héroe como ella tanto quería! —apretó su mandíbula viendo con resentimiento y sufrimiento hacia Shōta quien seguía igual de perplejo que en un principio que comenzó a hablar—. Y-yo... ¡Yo no tuve la misma suerte que ella, me dejaron moribundo en el suelo! ¡Nadie quiso ayudarme, nadie quiso salvarme a pesar de que estaba casi muerto! ¡Habían dos héroes allí y ninguno me vio, ninguno me ayudó! ¡El único que fue capaz de ayudarme fue Stain, fue Chizome! ¡Así que, aunque me hayan apartado del único que me ayudó, no voy a permitir que aparten a Hatsulin de lo que ella anhela! ¡Voy a asegurarme que ya nadie más la lastime! ¡Aunque... !... aunque no sea capaz de acercarme...

El cuerpo de Senshi se volvió pesado pesado mientras sus hombros caían hacia abajo de la nada, como algún peso muerto estuviera apoyándose en ellos, como si hubiera aparecido una carga en su espalda. Aizawa había notado ese detalle, un detalle que había visto más de una vez en Hatsulin, aunque la expresión que tenía Senshi ahora sólo ha tenido la oportunidad de ver en dos ocasiones, pero al menos podía saber que ambos parecían cargar con un peso similar. Tenían una aura similar, pero la de Ichirō Senshi parecía ser de resentimiento mientras que la de Hatsulin... siempre percibía culpa, tristeza.

Suspiró algo tembloroso desviando la mirada hacia un lado, sintiéndose extraño por la escena que había observado minutos atrás en un chico con el cual apenas había interactuado, pero que se había expresado con tanto sufrimiento, con tanto dolor que creyó sentir lo mismo en su pecho. Este mismo se infló con lentitud para desinflarse para poder tranquilizarse (aunque hasta este punto, le parecía difícil) y tomar la compostura, carraspeando un poco mientras veía la postura cabizbaja del menor quien se limpiaba constantemente el rostro.

Shōta siguió observándolo en silencio, analizándolo con la mirada, teniendo esta vez la oportunidad de ver aquella faceta que había provocado todo lo sucedido en Nakano. Comenzó a analizar todo lo que había dicho, sobre lo que tuvieron que pasar, lo que él tuvo que pasar, lo que su estudiante tuvo que pasar; sintiendo un malestar en su estómago al tan siquiera imaginarlo. Se preguntaba si a Senshi le afectaba tanto, ¿como le afectaría a Tsubomi Hatsulin?

Volvió a suspirar, pero con pesadez, para levantar su mano y verla varios segundos. Se sobó la cien por unos instante, para suspirar por cuarta vez luego de la revelación de parte del chico pero que, a su criterio, le había respondido las cosas y más que quería saber.

—Ya veo... —fue lo que dijo Aizawa cruzándose de brazos, escuchando claramente como Ichirō chasqueaba su lengua y se removía en su lugar—. ¿No eres capaz de acercarte a Hatsulin?... ¿Cuando te sentirás capaz para hacerlo?

El apellidado Ichirō levantó la mirada casi al instante ante aquellas preguntas extrañas, teniendo sus ojos aún un tanto aguados pero ya no estaba llorando como lo había hecho hace tan sólo unos momentos atrás. Senshi emitió un «¿Que?» confundido ante su pregunta, inclinando su cabeza totalmente desentendido. Siguió observando la expresión seria y atenta a él, aunque el adulto se sentía personalmente inquieto por todas aquellas declaraciones del adolescente.

Aizawa entrecerró sus ojos para desviar el rostro hacia un lado y después dejó caer sus párpados para abrirlos y ver en algún punto del suelo manteniéndose aún con sus brazos cruzados aún con la atención del muchacho enfrente suyo.

—Puedo pensar que ahora no te sientes listo en hablar con ella, y no hay problema con eso. Primero debes ir estabilizándote y nosotros vamos a ayudarte apartir de ahora con eso. —reveló con bastante calma y aún aquel atisbo de seriedad. Senshi alzó una de sus cejas enderezándose un poco más—. Dentro de poco empezarán los exámenes en la U.A. y luego de eso vendrán las vacaciones de verano. En ese tiempo puedes ir organizando tu cabeza y cuando vuelvan a iniciar las clases, llamaremos a la joven Tsubomi para poder hablar con ella y tú poder hacerlo con ella.

El de cabellera oscura se quedó en silencio escuchando todas y cada una de las palabras del héroe profesional ante aquella propuesta, y a su vez, una opción que era mencionado por él. Agachó la mirada ligeramente mientras sorbía y frotaba su nariz con la palma de su mano para retirar la leve mocosidad que había aparecido. Siguió sintiendo sus hombros pesados, pero en un suspiro asintió ligeramente como aceptando que él mencionara eso.

Quizás en ese tiempo luego del verano podría sentirse capaz y listo de hablar con ella. Estaba bien para él.

—Pero... —el llamado Shadow como vigilante elevó la mirada interesado y a su vez algo nervioso de que sería ese pero, viendo como el azabache levantaba su mirada hacia él—. Dijiste «los tres», por lo que hay alguien más que fue víctima de Asahi Kaito. —dijo más por afirmación que por cuestionamiento. Recordaba los tres incidentes de parte de aquel hombre por lo que era bueno saber sobre el tercero del cual no tenían casi información—.  Lo llamaste... «Keizuke» y dijiste que ya lo has visto. ¿Podrías hablarme de él?

Aizawa había titubeado sólo un poco al respecto de cuestionarle sobre el tal Keizuke. Puede que sea un adulto con un carácter serio y casi de piedra, pero aquellas reacciones con preguntarle sobre cosas leves como las víctimas lo alteraban internamente. Aún se sentía con pesadez ante lo mencionado de su estudiante y él mismo, pero como tarea de Nezu debía hablar lo suficiente con él para aclarar las cosas.

Ichirō se quedó en silencio con una mirada algo perpleja y tensa, hasta que se suavizó por una más seria y a su vez algo melancólica. El de cabellera oscura y ojos color marrón-avellana desvió la mirada hacia el suelo recordando lo que él mismo había dicho y también aquella persona que había mencionado. Hizo una mueca mientras resoplaba, ahora incómodo.

—Si..., lo he visto, no hace mucho. —murmuró el adolescente mientras tocaba con las yemas de sus dedos la cicatriz que tenía en su cuello—. Estaba con un chico de cabello... ¿azul? ¿gris? No recuerdo bien. —Aizawa levantó sus cejas por esa información, llegándole a la cabeza la persona que muy ligeramente había descrito—. De él no sé mucho actualmente, sólo sé que sigue con Asahi... —bufó levantando la mirada con seriedad—. Él es Hideaki Keizuke.

UN ESTORNUDO RESONÓ EN LA HABITACIÓN, PROVOCANDO que el dueño de aquel accionar parpadeara un par de veces por el hecho de que había sucedido tan de la nada. Escuchaba sin prestar mucha atención al grupo de jóvenes que estaban conversando bastante enfrascados en su conversación, sentado cerca del bar con una postura simple, con uno de sus brazos apoyado en la barra y el otro apoyado con su codo para sostener el vaso de vidrio que tenía entre sus manos.

Sus orbes quedaron fijos en el hielo junto con el resto de refresco oscuro que había, viendo como se aclaraba muy ligeramente a un color más marrón ante la mezcla del agua por el hielo un tanto derretido. Movió con vagancia el vaso en círculos escuchando el choque del hielo y el vidrio.

—Salud. —mencionó el hombre de ojos destellantes quien limpiaba con un trapo un tarro vacío, viendo con atención al adolescente quien seguía perdido en ver cómo el hielo se derretía minuto a minuto—. ¿Estás bien? ¿Pescaste un resfriado?

El joven se quedó en total silencio ante el cuestionamiento del hombre neblina quien mantenía sus orbes brillosos y dorados en forma de onix como siempre suele tener fijos en él aunque luego miraba hacia la dirección en dónde estaban los demás presentes, escuchando la voz quejosa del peliazul quien conversaba ciertos asuntos.

Kurogiri suspiró con cierta pesadez para volver a mirar hacia el de cabellera blanca despeinada, viendo con atención su rostro lleno de cicatrices apagado y perdido, casi sin prestarle atención a su cuestionamiento pero supo que le iba a responder cuando tomó una pequeña bocanada de aire para después dejarla salir con pesadez.

—No debe ser nada... —farfulló con un tono bajo aunque lo suficientemente audible para el villano enfrente suyo quien continuó se había volteado a dejar el tarro limpio en la alacena de madera para mirarlo de costado, con el trapo en su mano—. Estoy bien. Gracias.

—¿Mm? —musitó Kurogiri volteándose más a él luego de dejar el trapo en la barra, curioso de aquel agradecimiento del chico de ojos amatistas bastante opacos.

—Por decirme salud.

El hombre neblina soltó un muy bajo «oh» ante su aclaración, para entornar sus orbes y simplemente asentir ante su agradecimiento y volver a lo suyo, mientras que el adolescente bebía el resto de fresco en el vaso y se llevaba a la boca un pedazo de hielo para hacer que se deshaciera en su boca. Haciendo presión entre sus dientes para escuchar como crujía y comenzaba a partirle poco a poco, exhalando por su boca un aire frío

❛¿Será que...? ❜ el peliblanco quiso pensar la razón (si es que había, pensaba una parte de él) sobre estornudar ya que muy pocas veces lo hacía y pata creer que era un resfriado, tampoco lo creía. Agitó su cabeza un poco para llevar su mano libre y agitar sus cabellos, dejando caer medio torso en la barra, acomodando sus brazos como almohada aunque aún sosteniendo su vaso. ❛No debe ser nada❜

→S H A N X L A B Y X←

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