Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

❪𝟯𝟳❫ ; 𝗻𝗼 𝗱𝗶𝘀𝗮𝗽𝗽𝗼𝗶𝗻𝘁𝗺𝗲𝗻𝘁𝘀.

ARC TWO; WINGS❫
*╔═══❖•ೋ°💙°ೋ•❖═══╗*

CAPÍTULO TREINTA Y SIETE;
SIN DECEPCIONES
❛muchas emociones por digerir❜

┍━━━━╝✹╚━━━━┑
©Shanxlabyx
━━━━━━━━━━━

TERMINÓ DE ABROCHAR EL ABRIGO DE SU uniforme. Mantenía una mirada pensativa luego de adentrar el botón dentro de su lugar correspondiente en aquella vestimenta, percibiendo el gran silencio mañanero al ser una de las muy pocas despiertas en aquella gran casa. El sol apenas estaba asomándose por la ventana, vilumbrando apenas el gran y peludo cuerpo de Yuu quien se estaba revolcando boca arriba en la cama de su dueña, soltando pequeños gruñidos y sonidos de satisfacción ante la suavidad en la que estaba. Agregando que sentía su olor y era algo que le gustaba mucho.

Hatsulin miró al gran canino y sonrió a labios cerrados de costado. Sus ojos se entrecerraron encaminándose hacia su amigo canino y poder tocar su pelaje un poco y llamar su atención, cosa que hizo ya que el Husky siberiano se detuvo de su revolcón para ver a su dueña con sus ojos celestes con atención. No tardó en comenzar a agitar su larga cola de un lado a otro, cómodo y a gusto con su gesto y con su presencia.

—Muy cómodo, Yuu-chan. Llenándome de pelos la cama. —comentó con suavidad pero a su vez cierta diversión recibiendo sólo una pequeña lamida en su palma. Sonrió pero retiró su mano cuando comenzó a lamer más. Le iba a dejar la mano oliendo a feo. Seguidamente se sentó en el borde de la cama luego de atraer un peine hacia ella y comenzar a cepillarse el cabello—. Que frío hace... ¿estará así todo el día?...

Vagó en sus pensamientos al sentir el ambiente en baja temperatura, pasando las hebras rojizas de su cabello por los dientes de aquel cepillo que ayudaban a densenredar sus cabellos ahora húmedos y algo enredados debido a que el agua de aquel baño que siempre se da todas las mañanas apaciguó lo descabellada que estaba. Miró sus pies cubiertos por las pantuflas blancas que siempre usa, moviéndolas un poco de lado a lado hasta juntar las puntas, abultando sus labios aún metida en su cabeza.

—No. Sólamente es el frío de la mañana y porque te bañaste. Muy temprano.

Resolló dando un brinco en su asiento al escuchar esa voz de la nada. Su corazón se había acelerado como loco, sosteniéndoselo al apretar su camisa en la parte izquierda en su pecho. Incluso el Husky también se sobresaltó sentándose de golpe para ver al intruso que se había colado en la habitación. Viendo inmediatamente hacia la ventana en dónde estaba el chico semi rubio sentado en el borde, teniendo sus piernas dentro de la habitación mientras el resto de su cuerpo estaba colgando del borde de la ventana.

El chico pudo observar y admirar el nerviosismo que colocó la de baja estatura que incluso casi se le cae su peine. Se tropezó con sus propios pies cuando se levantó y lo volteó a mirar con exaltación, teniendo sus ojos abiertos con desmesura y sus pupilas reducidas, mostrando así que realmente se había dado un gran susto. Mantuvo su rostro algo aburrido pero no pudo evitar mostrar una pequeña sonrisa y reírse entre dientes, pareciéndole gracioso su reacción considerando que es demasiado difícil asustarla. A no ser que esté demasiado sumergida en sus pensamientos o cuando está pensando mucho en algo.

—¡Rōnin-kun! —chilló la Tsubomi menor aún alterada por su repentina (aunque tampoco debería sorprenderse mucho. Siempre se pasa apareciéndose mágicamente en su ventana) aparición. Vio con acusación a su medio hermano y sin aguantar le lanzó con fuerza el peine en la cabeza, atinándole. Rōnin se fue momentáneamente hacia atrás por el choque, cubriéndose al segundo la cabeza—. ¿¡Que te he dicho de aparecerte así!? ¡Te dije que a la próxima te lanzaría algo! ¡Dije que sería una pesa pero no la tenía a la mano! —lo acusó agitando sus brazos de arriba abajo observando a su medio hermano bajar de la ventana sobándose.

—Ay, ay... —continuaba quejándose el teñido mientras sobaba su frente. Levantó la cabeza mostrando sus azulados ojos entrecerrados por la molestia del dolor. Chasqueó su lengua con aburrimiento—. Agh, ya sé, ya sé. Me gusta asustarte. Gusto culposo. —y se encogió de hombros bajando sus manos, mostrando un leve chichón en su frente que lo cubría su flequillo rubio.

—Aquí es donde dices «Lo siento, no lo volveré a hacer, Hatsulin, porque te quiero mucho. Ya no te asustaré más». —dijo la de cabello rojizo mientras colocaba sus manos en jarra en su cintura, expectante a que él dijera aquellas mismas palabras y se disculpara.

—¿Mm? ¿esa es una foto nueva?

—¡Onii-chan!

Hatsulin colocó ahora sus manos en su cintura en puños en una postura inconforme al ver cómo la había ignorado ante la petición e insinuación de que se disculpara y dijera que no volvería a asustarla. Ahora el de raíces oscuras estaba observando distraídamente una pequeña fila de fotografías colocada sin un lugar en específico en su espejo. Pudo reconocerla a ella por sus ojos, y vio como estaba con otros tres chicos; cada uno en una foto y al final una en dónde uno rubio estaba forzado a estar en la foto. Rōnin parpadeó. ¿Serán nuevos amigos?

La más pequeña infló sus mejillas haciendo un sonido de enojo dejando caer sus puños hacia abajo, vigilando como el de mirada aburrida y algo cansada caminaba hasta el espejo para sostener aquella cinta de fotos hecha en alguna cabina de fotos. La tomó entre sus manos de forma lenta y a su vez analítica. Hatsulin ladeó su cabeza por su curiosidad ante la fotografía, pero continuó alistándose para su ida a la academia.

Por su parte; Rōnin analizaba aquel pedazo de papel especial con el que hacían las fotografías impresas. Observó cada uno de los espacios en dónde habían fotos diferentes; en la primera estaba ella sonriendo un poco distraída junto con uno chico rubio de ojos dorados quien estaba acomodándose frustrado su camisa; en la siguiente estaba ahora un chico pelirrojo al parecer adentrándose con energía y una gran sonrisa a la cabina provocando espanto en el del mechón eléctrico y que Hatsulin mirara confundida hacia ellos. El pelirrojo parecía estar jalando a alguien con él, viéndose apenas un brazo cubierto de una manga de alguna chaqueta gris y ese brazo hacía fuerza. Bajó la mirada viendo el otro espacio en dónde se veían más apretujados tratando de acomodarse y como un cuarto era jalado por el pelirrojo de dientes puntiagudos, se mostraba altamente enojado que incluso salió medio borroso en aquella foto.

Levantó ligeramente sus párpados a la par que la comisura de su labio se elevaba en una queda sonrisa al ver lo entretenida que era la secuencia de las imágenes. Vio el rostro de su media hermana estando con un rostro curioso al principio (cabe decir que se veía perdida), después sorprendida, después más animada sonriendo un poco más...

Miró la última secuencia de aquella fila de fotografías observando la última foto; Hatsulin estaba abrazada con alegría mientras sonreía en grande con sus ojos cerrados, el chico al que abrazaba era el del mechón eléctrico que se mostraba nervioso y ruborizado sin saber que hacer, el pelirrojo entusiasta sonreía en grande mientras atraía con su brazo en los hombros al cenizo quien estaba mostrando sus dientes con rabia y parecía en una posición de forcejeo. Cabe decir que se veían apretujados por el seguro pequeño espacio de la cabina.

❛Se ve perdida en las primeras fotos... ❜. Rōnin analizó las expresiones y las miradas de Hatsulin con seriedad, aunque su mirar se suavizó al ver las últimas dos fotos en dónde estaba más despierta, observando que estaba más alegre en la última. O eso parecía, realmente no sabía cuáles eran los momentos en dónde está realmente feliz. ❛Por lo menos se divierte...❜

—Esta foto no la había visto antes. —escuchó un fuerte y claro «¡ajá!» de Hatsulin quien estaba buscando su cargador distraídamente. Rōnin seguía sosteniendo en una mano con aburrimiento aquella cinta de fotos—. ¿Quienes son? Los medio recuerdo del Festival Deportivo, ese con cara de querer matar a alguien fue al que encadenaron. —señaló presionando con su pulgar la cara borrosa de Bakugō en la primera foto que salió. Cabe decir que en la última salía más claro—. ¿Alguno es tu novio? —cuestionó sin pudor, aunque curioso—. ¿O los tres lo son?

Hatsulin se había alzado rápidamente provocando que se golpeara en la cabeza con el cajón (ya que se había agachado a recoger una de sus colitas que se le cayó), quejándose ahora al exclamar un «¡Ay!». Se levantó sobándose su cabeza entre pequeñas maldiciones para ver confundida y algo exaltada a su medio hermano ante su suposición, mientras que él con dos puntitos azulados y entrecerrados (como si tuviera la mitad de sus párpados caídos) en su cara en vez de ojos la volteó a mirar con su boca medio abierta.

—Claro que no ¿Por qué crees eso? ¡Siempre que me ves con algún chico crees que es mi novio! —chillaba echando humos por las orejas más por incomodidad y vergüenza que por estar ruborizada. Rōnin parpadeó expectante—. Una vez dijiste lo mismo cuando hablaba con Shōto-kun por videollamada... —susurró en un tono algo molesto y acusador.

—¿Y no lo es?

—¡No, es mi primo!

—Ah.

Y la ignoró a continuación dejando la foto distraídamente en dónde estaba para caminar hacia algún otro lado de la habitación. Hatsulin bufó por la nariz dejando salir perfectamente un notorio humo ante el leve enojo y la incomodidad que le provocó, justo como un toro molesto. Negó con la cabeza mientras se hacía rápidamente y con experiencia sus coletas en sus hombros para poder tomar su bolso con todas sus cosas necesarias y pasarlo por sobre su cabeza para colgarlo como debía.

—Bueno, deja eso ya. —agitó su mano en el aire revisando su bolso en seguridad de que nada se le quedaba. Yuu se bajó de un hábil salto sacudiéndose para caminar hacia el intruso mientras movía contento su cola—. Debes irte, Onii-chan. Yo igual tengo que irme a la escuela. Comenzaré mis primeras pasantías.

El de cabello teñido en rubio levantó la cabeza de espaldas al momento que escuchó a la perfección aquellas palabras de parte de su media hermana. El aro en su oreja se movió ante su gesto volteándose algo interesado en su revelación, agregando de querer hablar pero se quedó mudo cuando Hatsulin se acercó a rápidos pasos a él para abrazarlo con cariño.

Seguidamente ella se agachó para acariciar a su can número uno tomando su rostro para agitarlo de forma juguetona, escuchando unos divertidos jadeos y leves gruñidos del canino con la prótesis quien mordió sin fuerza algunos dedos de su dueña.

—Nos vemos, Yuu-chan. Volveré en una semana. —le habló al de peludo pelaje blanquecino quien ladró en respuesta haciéndola soltar unas risitas. Se levantó para poder despedirse con la mano de su medio hermano, confiando en que él se iría apenas ella se retire de la habitación—. ¡Yo te llamaré, Onii-chan! ¡Bye-bye!

Y al instante se fue de la habitación cerrando la puerta, dejando al muchacho en medio de la habitación con una mirada seria. Metió las manos en sus bolsillos ocultando como se habían apretado en puños, agachó la mirada provocando que sus cabellos cubrieran sus ojos unos segundos. Todo en su campo de visión era el suelo y sus zapatos.

—Ten... cuidado...

Hatsulin caminaba con estabilidad por los pasillos por dónde podría llegar a su habitación y a demás zonas en aquella casa. Se apretó un poco más la corbata queriendo estar lo más presentable que pudiera, incluso había dado saltos momentáneos en una pierna cuando aseguró los broches de sus zapatos marrones para poder pasar por la gran sala de estar y dirigirse a la puerta. No iba tarde, pero era alguien que llegaba siempre temprano y ya se había acostumbrado a hacerlo.

Sostuvo el cinturón de su bolso mirando distraídamente sus uñas unos segundos caminando a pasos más lento hacia la gran y lujosa puerta, en dónde esperaba una humilde señora. Cuando Hatsulin estuvo lo suficientemente cerca, abrió la entrada dejando entrar primero una pequeña abertura de sol hasta mostrar la mañana. Ella apenas sostuvo el borde de la puerta para poder salir cuando una voz la detuvo;

—No te atrevas a decepcionarme. —había dicho su abuela a unos metros de ella. Cómo siempre, imponente y elegante, pero a su vez intimidante. Miraba como a una cucaracha hacia la más pequeña quien se quedó observando el suelo detenida—. Haces el ridículo con aquella heroína o algo, y juro que la pagarás bien caro ¿entendido?

Hatsulin continuó dándole la espalda, su mirada era algo perdida. La entrecerró sin oportunidad de voto o voz que no sea responderle a la matriarca de los Tsubomi lo que quería. Agachó un poco la cabeza para después moverla de forma pequeña pero precisa.

—Entendido, abuela.

—TODOS TIENEN SUS TRAJES, ¿VERDAD? —DIJO SU MAESTRO Aizawa con seriedad, enfrente de todos sus estudiantes—. Recuerden, no pueden usarlos en público. No los boten.

—¡Si! —Ashido Mina se alzó más que contenta. Emocionada de poder ir a tener sus primeras pasantías. Aunque aquella forma tan espontánea y a la ligera en la que había respondido, no pareció gustarle al maestro guía de la 1-A.

—¡Habla claramente! —elevó su voz regañando a la pelirrosa quien se paralizó ante su tono, sobresaltándose en el proceso—. Es «si», Ashido.

—Si...—murmuró la regañada agazapada y sin los ánimos con los que había respondido al principio.

Se rascó la mejilla distraída. Aizawa dijo que todos tuvieran modales con los héroes a los que recurrirían en esas pasantías, pero aquello lo tenía muy en claro así que no sentía que debía prestar mucha atención al ambiente. Todos sus compañeros de la clase A estaban allí con los maletines en dónde estaban impresos sus números de estudiantes y tenían por dentro sus trajes de héroes. Hasta ahora todo iba bien, sólo que cada uno debía esperar su tren correspondiente hacia la estación a la que irían.

Respiró profundo sacando su teléfono para encenderlo, desbloquearlo y meterse en cualquier aplicación, para ver las redes sociales en espera. Su otra mano sostenía con fuerza su maletín en espera del tren que la llevaría con la persona que había elegido, la emocionaba pero también la inquietaba. No sabía que tan bien le iría. Dejó caer unos segundos sus cejas ante esos sentimientos pero después meneó su cabeza y siguió viendo las redes sociales, bajando la pantalla al deslizar su dedo.

—Hey, Hatsulin-san. —escuchó una dulce y delicada voz haciéndola levantar la mirada de aquel aparato eléctrico para prestarle atención a la persona a la quien se había dirigido a ella.

Una sonrisa se apareció en sus labios al ver a Yaoyorozu enfrente suyo, guardando su teléfono en su mochila. Sostuvo con sus dos manos el maletín y le volvió a sonreír a la azabache quien mantenía una educada y linda sonrisa en sus labios.

—¡Yaoyorozu-chan! —canturreó contenta como una niña ahora teniendo y levantando uno de sus brazos con una afable sonrisa, dirigiéndose hacia la vicepresidenta de la clase para abrazarla ganándose un sobresalto y un resollo de su parte.

Debido a la diferencia de estatura, tuvo que apoyar su mentón en su esponjoso pecho para verla. Las mejillas de la azabache estaban ruborizadas a más no poder con una expresión entre perpleja y nerviosa, sus manos estaban levantadas (al menos una de ellas debido a que la otra estaba ocupada sosteniendo su propio maletín) en señal de sorpresa y sin saber que hacer muy bien por el repentino gesto de cariño de la más pequeña. Hasta ahora sabía que daba repentinas muestras de afecto, pero la tomó por sorpresa.

Sus mejillas estaban tan rojas como el cabello de Hatsulin quien se había reído como una pequeña niñita. Por su parte era ante lo cómoda que se sentía... en varios sentidos. Tanto por su presencia ya que la compañía de Momo era una que disfrutaba bastante como por su suavidad.

—Ay~, hueles muy rico. Parece que hueles a vainilla... —murmuró Hatsulin con sus ojos cerrados sintiéndose en una nube por lo relajada que estaba. Abrió sus ojos con una gran sonrisa—. ¡Me gusta!

—A... a-ah... —balbuceó aún desprevenida la apellidada Yaoyorozu pero al ver la actitud que estaba teniendo no pudo evitar reír ligeramente (aún manteniendo un toque de nerviosismo ya que fue demasiado inesperado, agregando que no estaba acostumbrada)—. G-gra... gracias, Hatsulin-san. Me alegra que te guste mi p-perfume. También es de mi agrado... —titubeó aún nerviosa por su cercanía.

Hatsulin se separó suavemente de su compañera más alta quien permanecía aún ruborizada por aquel gesto de su compañera. Realmente no era la primera vez, ya con anterioridad ya la había sorprendido con un abrazo en la academia. Le sorprendió fue de lo demasiado repentino que había sido. No se lo esperó, sobretodo cuando observó lo seria y pensativa que estaba antes de acercarse. No iba a olvidarse de que le avergonzó esa cercanía, pero bueno. Había que ser comprensiva en la razón de que haya terminado allí, debido a que le ganaba por más de diez centímetros. No era sorpresa que terminara allí.

—Dime, Yaoyorozu-chan ¿cómo estás? —cuestionó Hatsulin atenta y curiosa, haciendo que la aludida parpadeara desconcertada viendo como le sonreía—. ¿Como te sientes ahora?

—¿Ahora?... —murmuró pensativa la de ojos negros y brillantes haciendo una expresión pensativa. Agachó luego la mirada rascando suavemente su mejilla con su dedo, mostrándose un poco tímida y aún ruborizada—. U-un poco sorprendida todavía...

Hatsulin fue la que ahora se quedó procesando unos segundos su respuesta hasta soltar un «¡Oh!» al comprender por qué lo dijo. Se rió un poco, agitando su mano. —¡No, no, me refiero a lo de las pasantías! —aclaró provocando que la contraria entendiera por completo—. Lamento haberte abrazo tan de repente, fue simplemente por saludar y también... que... ¡estoy inquieta! Lo siento, lo siento... —e hizo unas rápidas reverencias.

—¡Oh, no, no! ¡No te disculpes, Hatsulin-san, no es necesario! —dijo Yaoyorozu ahora nerviosa por sus disculpas, agitando sus manos en negación como queriendo detenerla—. Sólamente me tomaste desprevenida, pero no me molesta que me abraces. Es un lindo gesto de aprecio. —y sonrió más tranquila, con un suave rubor en sus mejillas. Luego suspiró profundamente, volviendo a pensar—. Pero... respecto a las pasantías, me siento muy... nerviosa.

La pelirroja tarareó a su par que movía ligeramente su cabeza de arriba hacia abajo en el leve gesto de asentir, analizando su respuesta. Luego de eso levantó su mano y le dió unas gentiles palmaditas en la cabeza a la más alta provocando que ella cerrará los ojos ante el pequeño impacto sin fuerza en su cabeza.

—Son comprensibles tus nervios ¡pero no te preocupes! Sé que te irá bien en tus pasantías y aprenderás muchas cosas. ¡Ánimo, ánimo! —musitó en busca de que alejara aquellos nervios pero era más que entendible. Ella también estaba nerviosa; primera vez que estaría una semana entera con un héroe para vivir el día a día como uno. Era demasiado inquietante.

La más alta se quedó mirándola varios segundos levantando sus cejas, luego dejó caer su mirada hacia el suelo junto con sus cejas que descendieron a los lados. Aquello llamó la atención de Hatsulin porque sintió un fuerte sentimiento de inseguridad en ella, agregando su expresión y mirada dudosa. La analizó por un pequeño rato ante esa expresión de dudas que poseía. Desde el Festival Deportivo que estaba así.

La observó expectante queriendo alguna señal y respuesta de porque estaba tan dudosa. Hasta ahora a podido ver que era alguien decidida y analítica, una de las personas más inteligentes que conocía, así que se le hacía algo confuso verla ahora tan insegura, distraída y dudosa. No sabía de su vida como para suponer que había pasado algo con sus padres, pero de qué algo le había sucedido como para estar tanto en las nubes, le había sucedido. Pero no preguntaría por mucho que su curiosidad la carcomiera.

Momo por su parte se encogió un poco por sentir la penetrante mirada de Hatsulin en ella. La colocaba más nerviosa de lo que de por sí ya estaba. Su cabello hecho en una perfecta coleta se balanceó un poco al momento que el tren apareció, anunciando su llegada, abriendo sus puertas para dejar salir a las personas que bajarían en esa estación y permitiéndoles a los que subieran un momento. Cerró sus ojos cuando sintió unas palmaditas suaves y reconfortantes en su cabeza, levantando la mirada. Sus ojos vilumbraron una sonrisa de su contraria.

—Ten confianza, Yaoyorozu-chan. Tu eres grandiosa. —dijo para su sorpresa provocando que expandiera sus ojos en perplejidad por sus palabras que si habían tenido impacto. Se quedó estática cuando pasó a su lado despidiéndose con la mano—. Yo aquí me subo ¡nos vemos!

Dejando atrás a una estática Momo, sostuvo mejor su maletín para procurar que no se le perdiera porque eso si que sería un gran problema y una gran irresponsabilidad de su parte. No podía ni imaginarse el regaño de su maestro, ni el castigo de su abuela. Le recorrió un escalofrío cuando intentó pensarlo, sintiendo sus pelos de punta y provocando que apretara con fuerza involuntaria la cinta de su bolso esperando un poco para poder entrar a su vía de transporte que la llevaría a la ciudad en donde se ubicaba la ubicación de la heroína que había escogido. Ella no tenía una agencia como tal, pero le había mandado una solicitud de pasantía.

❛Todo estará bien. No perderás tu traje de héroe, no serás maleducada con ella, harás todo lo mejor posible para aprender, no decepcionarás a la abuela...❜ se decía en su cabeza absorta de su alrededor, pero en espera de que las puertas se abrieran. Sus pupilas se movieron ligeramente, volviendo a apretar sus palma. ❛Debes ser... perfecta...❜

Y cuando iba a dar un paso hacia la puerta que ya había dado indicio de abrirse, sintió una presión en su antebrazo, una que se convirtió en una punzada y se extendió por toda su extremidad. No pudo aguantarse y se quejó en un tono un poco audible, siseando por el dolor y zafándose de inmediato del agarre que habían ejercido en su brazo, retrocediendo varios pasos.

La persona quien había tomado su extremidad se quedó paralizada mientras una de sus manos estaba caída en un gesto de alejarse. Su rostro mostraba preocupación y nervios, agregando de la confusión y extrañeza. El más alto bajó sus manos titubeante.

—L... lo siento, Hatsu-chan. —se disculpó Denki aún perdido y confundido por su reacción. La mirada de cierto espanto que colocó Hatsulin se fue, aunque no dejó de sostener el brazo que le sostuvo—. No s-sabía que tu brazo estaba lastimado. Sólo quería despedirme de ti... Si hubiera sabido... yo... —agachó la mirada aún impactado por lo sucedido.

—¿Hum? ¿que pasó? —se acercó Kirishima quien estaba a unos pasos lejos de ellos. Miró al del mechón eléctrico y luego a la chica de la cicatriz varias veces, sin información de lo sucedido. Tambíen se dirigía a despedirse, aunque Denki se le adelantó.

Hatsulin parpadeó un par de veces y después soltó su propia extremidad como si nada, riéndose mientras cerraba sus ojos y sonreía. Su risa atrajó la confusa atención del chico del quirk eléctrico y el del quirk de endurecimiento (este último estaba más perdido que nada), seguidamente sintió unas palmadas en su hombros como si fuera una broma.

—¡No te preocupes, Kaminari-kun! ¡Las cosas pasan! —agitó su mano en el aire, restándole importancia. El rubio enfrente suyo parpadeó también soltando un vacío «¿Eh?», mientras que Eijirō miró confundido a la chica—. No es nada, no te disculpes.

Kaminari miró aún sorprendido y arrepentido a la linda pelirroja enfrente suyo, aún arrepentido por haberle lastimado o algo. Había pasado demasiado rápido; simplemente al ver cómo ella se estaba dirigiendo al recién llegado tren, se dirigió junto con Kirishima y muy vagamente con Bakugō aunque este se quedó varios pasos lejos, más pendiente de lo suyo que de despedirse (agregando que dijo que ni en sueños lo iba a hacer), y cuando la detuvo, sintió como se tensó y pues, reaccionó así.

Suspiró algo tembloroso por los nervios, agitando los cabello de su nuca con levedad. Kirishima seguía más que confundido porque no supo que pasó al no llegar de inmediato.

—Bueno... Está bien, creo, si tú lo dices... Pero, ¿estás segura? —preguntó por precaución Denki mirándola con un poco de insistencia en su mirada creyendo que aún así la lastimó—. No es correcto hacer sentir dolor en una dama. —y trató de aligerar muy levemente el ambiente, mientras sonreía quedamente, pero manteniéndose con un toque apenado.

—No estoy seguro de lo que sucedió, pero eso es verdad. No es de hombres lastimar a una mujer. —comentó Eijirō sonriente confundido aunque seguro de sus palabras, colocando su maletín con su traje de héroe detrás de su espalda al pasarlo por su hombro.

Hatsulin rio un poco y negó con ligereza, desviando la mirada hacia otro lado por unos segundos, evitando las miradas de ellos. Cómo sintió ya de hace unos segundos la puerta detrás de ella abierta, les sonrió, sacudiéndoles el cabello a ambos en un gesto cariñoso.

—¡Bueno, me tengo que ir! Deseo y espero que les vaya muy bien en las pasantías. Les deseo mucha suerte. Adiós, Kaminari-kun, Kirishima-kun. —retrocedió unos pasos con sus dos manos tomando su maletín cerrando sus ojos sonrientes, después agitó hacia arriba su mano—. ¡A ti también te deseo suerte, Bakugō-kun! ¡Nos vemos!

Se despidió también del cenizo a unos metros de ellos, quien estaba mirando con cierta atención (aunque manteniendo su ceño fruncido) la anterior conversación de ellos. Se tensó seguidamente por las palabras de la chica, levantando sus hombros de golpe y colocando sus ojos rabiosos, fulminando a la chica.

—¿¡Y eso a mí que!? —exclamó con su tono tosco y de enojo. Sus ojos se habían colocado blancos del enojo y había dado un paso amenazante hacia ella—. ¡Por mi mejor no verte otra vez, maldita pirómana! ¡Muérete!

Hatsulin se volteó para poder adentrarse a el tren y buscar algún asiento para ella, asignado para ella. Escuchó las puertas cerrarse por lo que eligió un asiento vacío justo al lado de la ventana, vio a sus compañeros a través del cristal y sonrió agitando su mano en despedida cuando vio a las chicas igualmente despedirse. Rio un poco cuando vio a Mina dar saltos animados despidiéndose eufóricamente, causándole gracia.

Respiró profundo cuando sintió como el tren comenzó a moverse, mirando todavía a la ventana y como sus amigos poco a poco desaparecía de su vista a la distancia. Dejó su maletín encima de sus muslos y colocó sus manos sobre él, usando la derecha para sostener la manecilla y dejando la otra libre, libre de sostener y apretar un poco su antebrazo, en dónde sentía un punzante dolor que aguantaba y disimulaba.

❛Sólo cálmate. Debes estar tranquila...❜

MIRÓ LA PANTALLA DE SU TELÉFONO CON ATENCIÓN, observando el GPS para después observar el edificio enfrente suyo, echando su cabeza hacia atrás para tratar de ver el final de este. Hizo un pequeño gesto de dudas con sus labios, volviendo a mirar el GPS y también la información de en dónde se encontraba la heroína con quién pasaría las pasantías. No era una agencia como otras, era un edificio bastante lujoso que suponía que meramente tenía su zona de trabajo allí. Tuvo que preguntarle a su maestro guía donde podía encontrarla, teniendo como respuesta que la heroína misma le había dado la dirección de dónde buscarla por si la elegía.

Una gran suerte.

Guardó su aparato telefónico en su mochila una última vez para respirar hondo, sosteniendo con firmeza el maletín de su uniforme y poder posicionar su mano en el cristal de la puerta y abrirla hacia adentro, adentrando su cuerpo en él luego de cerrar detrás suyo la entrada. Sintió un pequeño aire frío en el lugar por lo que supuso que se trataba de algún aire acondicionado para mantener fresca aquel establecimiento.

Un pequeño «Huh» salió de entre sus labios observando con atención el lugar, inspeccionándolo con la mirada y quedándose allí parada, siendo atrapada en su lugar por la inmensa curiosidad que sentía, agregando los nervios de estar allí, en lo que parecía ser el departamento de trabajo de una de sus heroínas favoritas.

—Buenos días. ¿Se te ofrece algo? —una voz la sacó de sus pensamientos, girando su cabeza vagamente a su dirección para observar a una muchacha detrás de una computadora. Parecía ser la recepcionista.

—Uhm... ¿Yo?... bueno... —balbuceó en un tono bajo manteniéndose expectante a aquella muchacha quien la observaba con curiosidad y a su vez algo de extrañeza por su presencia.

Aunque poco después la observó de arriba hacia abajo con detenimiento, observando su apariencia, su uniforme y su maletín. Se quedó observándola extrañada hasta que mostró asombro.

—¡Oh! Tu debes ser la estudiante estudiante de la que ella ha mencionado sobre tal vez darte pasantías. Debes ser Tsubomi Hatsulin —exclamó en entendimiento volviendo a acaparar la atención de la pelirroja. Esta asintió firmemente junto con un sonido de afirmación—. No sé cómo no me di cuenta antes, debí hacerlo por tu uniforme de la U.A.. Anda, puedes seguir adelante al ascensor, está esperándote. Me avisó que apenas llegaras te hiciera pasar, así que adelante. —y le hizo un gesto en dirección de lo que parecía ser el ascensor.

—Oh, ¡muchas gracias! —agradeció la apellidada Tsubomi más contenta y animada de que no se haya equivocado de lugar. La recepcionista le sonrió amable así que se encaminó hacia el ascensor con más confianza.

Cuando se adentró en él se quedó quieta en aquel compartimento de metal viendo todos los botones fijamente. Levantó dudosa uno de sus dedos, sin idea de cuál debería tocar.

—Es el último... —escuchó nuevamente a la heroína en la recepción con una sonrisa y haciendo un gesto con su mano como si le dijera un secreto.

—¡Gracias! —agradeció nuevamente con su voz animada provocándole una risa a la mayor.

Sin más, presionó el último número de los pisos del ascensor, pensando simplemente para matar el tiempo que podrían ser los otros establecimientos. Pero bueno, quizás si y quizás no averiguaría con esa semana allí. Las puertas del ascensor se cerraron para comenzar a sentir como se movía dando a entender que aquel cubículo estaba subiendo hacia el lugar en donde se encontraba aquella heroína con la cual haría las pasantías. Respiró profundamente con una sonrisa sintiendo sus dedos cosquillear ante los nervios.

Siguió metida en sus pensamientos en que tan bien le iría en esa ocasión, rascando unos segundos el lóbulo de su oreja. Un pequeño y reciente recuerdo le vino a la cabeza, haciéndola quedar en un más largo silencio del que tenía.

—¿La señorita dijo que «tal vez» haré las pasantías con ella?

Su pequeño recorrido terminó cuando las puertas se abrieron dejándole paso a una inmensa habitación que era súper lujosa pareciendo ser una sala ante los muebles negros que habían. Todo era elegante, se quedó pensando en el hecho de que en vez de llegar a un pasillo de habitación, llegó directamente a una habitación. ¿A caso todo ese último piso era suyo? pensaba ella aún dentro del elevador, de dónde asomó su cabeza  dudosa y con lentitud buscando indicios de la heroína pero sólo vio una gran soledad, aunque su vista se fijó en una entrada que estaba abierta y había una luz dentro, agregando que sentía perfectamente una presencia allí.

—Bienvenida, niña. —se sobresaltó en su lugar cuando escuchó de repente una voz. Venía justo de esa dirección—. Pasa de una vez y ven aquí. ¡Se te va a cerrar el ascensor si no sales!

Pestañeó confundida por sus palabras, pero al ver la intención de las puertas cerrarse se alertó y rápidamente salio de él, adentrándose a aquel lujoso lugar. Apretó la manija de su maletín por inercia, mientras sus ojos brillaban un poco más ante los nervios a pesar de que su expresión no demostrara eso. De verdad estaba allí.

Comenzó a encaminarse hacia allá lo mas lento que pudo al principio pensando en que decirle al verla, apenas dándose de cuenta que ya estaba enfrente de la puerta en dónde estaba una de sus heroínas favoritas y podría decirse que hasta una de sus inspiraciones. Tragó saliva mientras respiraba para calmarse y tomó la perilla para abrirla y poder observar la oficina, la cual estaba pulcramente ordenada, con estantes, unas dos plantas en las esquinas, un escritorio con una lámpara, una computadora y algunos papeles encima, agregando un portalápices y de más, teniendo detrás del escritorio una gran silla de cuero, la cual estaba a espaldas de su persona.

Miró fijamente aquella superficie observando los detalles de la costura y como brillaba por su material y el impacto del bombillo luminoso que había. Estaba algo reclinada hacia atrás (al menos eso le parecía), así que se quedó absorta al sentir una presencia allí, dando a entender que realmente estaba ella allí. Escuchó un leve sonido de curiosidad venir de allí, y no pudo más que quedarse estática en su lugar.

Unas largas orejas se asomaron por arriba de la silla de cuero en un gesto de escuchar con atención, y al instante, la silla giró de un sólo movimiento (dando a entender que era una giratoria) y se detuvo cuando la persona lo quiso, apoyando sus pies en el escritorio con total libertad, teniendo una postura confiada y relajada, y a su vez, teniendo en su campo de visión a su persona quien respiró demasiado profundo a su par que sus ojos brillaban.

La adversa inclinó su cabeza con seriedad pero a su vez bastante interés en sus ojos rojizos. Levantó su mano retirando algunos de sus largos cabellos blancos de su rostro para cruzar sus brazos con superioridad. Soltó un pequeño «tks» en diversión sonriendo y levantando su rostro.

—Pensé que me seguirías haciendo esperar. —soltó clara y fuerte, dejando salir una pequeña risa de ironía pero seguía mostrando aquel porte de confianza y superioridad, agregando su gran y brillosa mirada de interés.

La espalda de Hatsulin tuvo un pequeño calambre aún estando paralizada por la emoción y los nervios, teniendo sus labios un poco entreabiertos aguantando la emoción y demostrando su asombro. Su voz tembló cuando trato de hablar, pero después se iluminó con una gran sonrisa.

—¡Mirko! —no evitó y soltó con ánimo y entusiasmo, con sus ojos más brillosos que nunca. De verdad estaba aguantando dar saltos como una niña, pero aún así sus pies se movían un poco provocando que su cuerpo tuviera el movimiento de ir de abajo hacia arriba—. ¡Es un gran gusto, Mirko-san! ¡Es un placer conocerla! —saludó con entusiasmo haciendo varias reverencias.

La heroína Mirko inclinó su cabeza hacia la izquierda, casi dejándola caer hasta su hombro curiosa y después volvió a sonreír con cierta diversión aunque con un toque de interés. De un leve salto se levantó de su asiento, mostrando ahora sí su traje de heroína y mostrando mejor su largo cabello blanquecino y portando con orgullo sus orejas de conejo. Mantuvo sus brazos cruzados rodeando el escritorio, caminando hacia la estudiante.

—Es interesante tu gran energía, ¡eso me gusta! —exclamó Mirko descruzando sus brazos para colocar una de sus manos en su cintura y después hacer un gesto de fuerza, pasando de lado a Hatsulin, saliendo de su propia oficina—. Pero aún así, no muestres mucha felicidad, ¡que te haya mandado una oferta de pasantía no significa que te acepte del todo! —levantó su mentón dándole la espalda a la menor al caminar al lado contrario.

Hatsulin reaccionó y rápidamente se giró para poder seguir sus largos pasos, dando unos demás para alcanzarla, quedando detrás de ella y caminando un poco torpe al principio ya que la desconcertó sus palabras. La miró con confusión y a su vez gran curiosidad.

—¿Eh? —soltó Hatsulin caminando detrás de la impotente heroína conejo, parpadeó bajando la mirada para verla otra vez, logrando posicionarse casi a su lado—. No comprendo bien, Mirko-san. ¿A qué se refiere en concreto que no me acepta del todo?

—Bueno, ¡tengo que ver por mis propios ojos tus habilidades! —aclaró mirándola de soslayo con sus ojos rojizos, viendo su gran atención—. Te ví en el Festival Deportivo de la U.A. y no lo puedo negar, acaparaste mi atención, chica. Pero, debes ganar mi completa disposición a aceptarte como mi pasante. —reveló mientras caminaban al ascensor—. Así que, no te confíes. Aunque tuviste un poco de mi atención, tendrás que impresionarme al cien por ciento.

Hatsulin parpadeó tratando de analizar sus palabras y sus insinuaciones, sus mejillas se ruborizaron cuando mencionó que la vio en el festival aunque era algo obvio. Si no fuera así, no le hubiera mandado una oferta de pasantía así por así. No obstante, sus palabras la andaban confundiendo.

—¿Impresionarla?... —repitió sus palabras pensativa.

—¡Así es! —elevó su voz con convicción, cruzando sus brazos una vez más. Cuando Hatsulin vio su mano extendida hacia adelante hacia ella, se detuvo porque estaba con la palma en alto, haciendo un gesto de detenerse—. Ponte tu traje de heroína y ve al techo ¡tendrás que impresionarme de verdad para aceptarte! ¡No me hagas esperar otra vez!

Hatsulin se quedó paralizada observando primero su maletín, luego la mano morena de la fornida heroína para verle su rostro. Apretó sus labios unos momentos y después colocó una expresión determinada, junto con una sonrisa. Asintió firmemente.

—¡Si, Mirko-san!

El arco de Las Pasantías han comenzado finalmente.
¿Que creen que suceda?
Se viene algo grande para Hatsulin y para todos👀


→S H A N X L A B Y X←

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro