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❪𝟯𝟮❫ ; 𝘄𝗵𝗮𝘁 𝘀𝗵𝗲 𝗳𝗲𝗮𝗿𝘀 𝗺𝗼𝘀𝘁.

ARC TWO; WINGS❫
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CAPÍTULO TREINTA Y DOS;
LO QUE ELLA MÁS TEME
❛A sus órdenes❜

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©Shanxlabyx
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OBSERVABA CON ATENCIÓN Y A SU VEZ PREOCUPACIÓN el cuerpo todavía inconsciente del chico en la camilla de la enfermería; Recovery Girl estaba en la misma habitación terminando de vendar el hombro y el brazo de la pelirroja menor que no le quitaba los ojos de encima. No mostraba ningún signo o gesto de dolor, en general, no mostraba más que una expresión bastante paralizada y fija, casi sin pestañear al estar al tanto de su primo.

La ancianita estaba en silencio cortando la venda con unas tijeras y bajándole la manga del crop top que tenía. No había evitado mirar ligeramente a su espalda baja al ser descubierta desde la mitad, se quedó viendo las marcas que tenía y frunció el ceño para suspirar con pesadez. Tomó una nueva camisa del uniforme, ya que la manga de la anterior prenda se le destrozó más que nada por la cortada de su hombro y la sangre brotando, y se la extendió.

—¡Gracias! —como si nada Hatsulin le agradeció hacia la ancianita sanadora con dulzura y entusiasmo, tomando la camisa para abotonarsela. Recovery Girl asintió para guardar sus cosas.

—Sobrino... —inmediatamente levantó los ojos cuando iba a mitad de los botones de su camisa, vio como su madre sostenía la mano de Shōto el cual estaba ya abriendo sus ojos—. Hey, Shōto...

—¿Tío Eiko...? —balbuceó todavía algo somnoliento el recién despertado, pestañeando un par de veces para despertarse por completo, mostrándose desorientado.

La pelirroja mayor sonrió suavemente mientras envolvía entre sus manos la mano derecha de su sobrino, sentada a un lado de él, recibiendo una mirada confundida y desconcertada de él; no había aguantado el ir a ver como se encontraba. Le había tenido que dar una explicación a Atsuko cuando se levantó, ella le había dado una mirada fija y fría pero solamente asintió sin decir ni una palabra más. Eiko había pedido no encontrarse con su hermano, no quería aguantar la molestia y tensión que le provocaría.

La pelirroja menor terminó de acomodarse la camisa para levantarse y acercarse hacia donde estaba el ya consciente heterocromatico. Cruzó sus brazos sobre su pecho con una mirada algo seria pero a su vez atenta hacia el chico. Él siguió mirando a su tía con levedad hasta voltear a mirarla, Hatsulin ladeó su cabeza y le sonrió, cerrando sus ojos.

El chico se le quedó mirando unos segundos y después a su tía, viendo como eran tan similares en el rostro, incluso en la mirada, al menos en el sentido de ser opacos, aunque los de Hatsulin eran de cierta manera perdidos. Miró lentamente hacia el techo y entrecerró su mirar hasta suspirar con pesadez. Sentía cierta pesadez en su cuerpo pero ya más que nada por cansancio, e igualmente dolor, le dolía el pecho por los golpes de la chica, incluso ahora que se fijaba también el rostro. Levantó su mano libre y tocó con la yemas de sus manos, sintiendo una gasa.

—¿No ha venido el viejo? —murmuró en una pregunta mirando de nuevo a su tía con cierta tranquilidad, aunque su voz se endureció en el momento que mencionó a su papá.

—No, ni que venga. —contestó de manera algo tosca Eiko frunciendo su ceño mientras su mirada se volvía un poco más fría; así se mostró la gran similitud con Todoroki Enji. Aún así suavizó su mirada y le sonrió a labios cerrados, dándole unas palmaditas al dorso de su mano mientras lo sostenía con la otra—. No debes preocuparte ahora por eso. Tu sólo debes estar tranquilo y descansar luego de esta pelea. Me siento orgullosa de ti, Shōto, pudiste usar tu lado izquierdo. Me alegro por ti, sé que podrás lograr muchísimas cosas más adelante.

El chico la había volteado a mirar apenas escuchó sus últimas palabras, mostrándose una vez más sorprendido. La segunda persona que le decía eso, le provocaba que su corazón se apretujara en un sentimiento que no conocía o al menos no reconocía, pero se sentía cómodo. Le gustaba. Suavizó su mirada y miró hacia el techo una vez, mientras que sus hombros dejaron de estar tan tensos. Aguantó levantar las comisuras de sus labios y sólo respiró hondo, volteando a mirar a Hatsulin quien lo veía con atención, todavía de brazos cruzados.

—Pasaste a la final —murmuró el Todoroki menor mientras se iba levantando hasta quedar sentado en la camilla haciendo que su tía soltará su mano. Miró a esta misma con aquella mirada monótona y a su vez pensativa—. La otra pelea es entre Bakugō y Tokoyami. El que gane irá a la final y peleara contra ti. —divagó apretando su mano un poco, después la miró—.  Suerte.

La de orbes azules pestañeó un poco por sus palabras pero después sonrió sin mostrar sus dientes, inclinando hacia el lado contrario su cabeza de nuevo. Asintió un par de veces y después descruzando uno de sus brazos llevó su mano hacia la cabeza de su primo y le dió un par de palmaditas, revolviendo su cabello en un gesto amigable y cálido. Shōto se quedó con una mirada un poco ida ante su acción, quedándose mirando a la más baja quien metió las manos en sus bolsillos y se volteó, saliendo de la enfermería bajo la mirada de su familia, y una de reojo de la enfermera de la U.A..

Shōto la observó fijamente irse por varios segundos hasta que la perdió de vista. Miró sus manos y después vio a su tía, quien se veía angustiada, con una de sus manos en su pecho.

—Tía Eiko. —llamó y la aludida lo volteó a mirar inmediatamente, un poco perdida. Aunque sus ojos se habían aclarado—. ¿Hatsulin está bien?

Los ojos de la pelirroja mayor se extendieron un poco de manera sorprendida hasta que colocó una mirada afligida y angustiada, incluso llena de dolor. Desvió sus ojos al suelo viendo una de sus manos, notando aquel anillo de oro con un pequeño diamante en él. Apretó ambas manos encima de sus muslos subiendo sus hombros.

Tenía bastante en claro que Hatsulin no estaba bien, que su hija no estaba bien en ningún sentido. Era su madre después de todo, siempre sabía cómo se sentía realmente su hija menor. Aunque ella fuera alguien que supiera a la perfección mostrar que "estaba bien", su mirada, a sus ojos, era clara; opaca, apagada a pesar del manto brilloso que llegaba a haber en sus orbes azulados. Aunque mantuviera un pequeño brillo, sabía que su mirada demostraba que no estaba bien. Sabía a lo que se refería su sobrino, sólo que no supo que responderle exactamente.

—Lo digo por qué... —había continuado a hablar Shōto al notar su silencio. Pensó que debería haber aclarado el por qué en su pregunta—.... porque se fue sin decir nada. Usualmente hubiera comenzado a hablar de cualquier cosa al azar... —finalizó, rascando su nuca.

—Mm... —Eiko apretó sus manos encima de la otra agachando su cabeza y alzando sus hombros. Un hondo respiro se hizo presente en ella para subir su rostro, sonriendo un poco perdida—. Sólamente... tiene mucha presión encima. Es todo.

Shōto se le quedó mirando con atención por lo que dijo. Algo le dijo que no era verdad, bueno, que no era la verdad completa. Pensó un poco en Hatsulin y frunció su ceño al no convivir lo suficiente con ella como para poder tener en claro como actuaba ella en cualquier situación. Aunque ahora que lo piensa, recuerda haber visto la misma mirada con la que se fue hace minutos atrás cuando habían chocado rato atrás al bajar de las gradas. Así que estaba sintiéndose presionada.

Asintió un poco y después vio sus manos, se veían bastante intactas. Más que nada era su rostro el que mostraba que tenía algunos hematomas.

—Ya veo... —murmuró el Todoroki de sangre apretando sus manos. Pensaba en lo que estaría pasando por la cabeza de Hatsulin justo ahora.

Aunque dudaba llegar a saberlo, nunca nadie sabía que pensaba.

SUBÍA UNA VEZ MÁS A LAS GRADAS, ESCUCHABA como Present Mic estaba exclamando ante la pelea de Bakugō y Tokoyami. Seguía con sus manos en los bolsillos y con una mirada algo ida pero a su vez pensativa, se quedó en el marco de la entrada en dónde estaba su clase atenta a la pelea, trató de ver por encima como el rubio y el de cabeza de cuervo andaban peleando entre si, viendo aquella criatura oscura salir de aquel chico.

Seguía observando el cuadrilátero con atención, viendo como de un momento a otro Fumikage había sido apresado y Katsuki usando sus explosiones obligó a la sombra de su contrario a encogerse y mostrarse pequeño, dejándolo inmóvil y así terminando con aquella pelea, siendo Bakugō el ganador. Seguía escuchando aquellos aturdidos gritos que hasta ese punto ya se acostumbraba poco a poco luego de un rato. Ahora tenía que pensar en su pelea con aquel chico explosivo.

Sabía que no sería fácil, él era demasiado obstinado, y eso sería un problema. Tragó en seco al sentir sus manos temblar ante la presión que sentía ahora.

—¡Tsubomi-chan va a pelear contra Bakugō! —exclamó Mina saltando en su asiento eufórica. Casi al instante la atención de sus compañeros fueron a ella, haciéndola pestañear algunas veces.

—Me pone de los nervios ver esa pelea; los dos son intensos. A su manera, pero son intensos. —bromeó Hanta con sus brazos cruzados detrás de su espalda y una sonrisa de lado.

—Tienes razón. —secundó Kaminari quien estaba a su lado, asintiendo repetidas veces.

—¡Me entusiasma ver su pelea! ¡seguro será una batalla muy varonil! —exclamó el pelirrojo de dientes puntiagudos apretando sus manos en puños en una pose efectivamente entusiasmada.

—Da todo de ti, Hatsu-chan, Kero —animó Tsuyu con sus manos inclinadas hacia adelante, como suele tenerlas, y una sonrisa en su rostro, manteniendo su lengüita afuera.

—¿¡Ah!? ¿Tsuyu-chan te llama por el nombre? ¡Que envidia, yo también quiero! —se quejó Mina agitando sus brazos de arriba hacia abajo en protesta, en el campo de visión de todos y enfrente de la pelirroja quien estaba un poco perdida en la conversación—. ¿Me dejarías llamarte así también? ¡Tu también puedes llamarme por mi nombre! ¡Por favor, por favor, por favooor! —y se acercó con sus manos juntas en súplica.

La de orbes azulados volvía pestañear un poco confundida por aquella conversación un poco trivial y revuelta; primero hablaban de que ahora tenía que pelear contra Bakugō, luego sobre que tal sería la pelea entre ambos -lo cuál, sinceramente la colocaba más que nerviosa porque sabía que sería más que complicada-, después de algunos animándola y ahora Ashido pidiéndole llamarla por el nombre. Inclinó su cabeza hacia un lado y sonrió sin mostrar sus labios, pensando en lo trivial que era esa conversación, aunque algo confusa.

—Claro, llámame como gustes... —hizo una pequeña pausa como pensando en que podría decir, sonriéndole a ojos cerrados a su compañera—... Mina-chan. —el alrededor de la aludida se convirtió en brillos rosados mientras se movía feliz, sacándole una risa. Después miró a sus compañeros y les sonrió—. Todos pueden llamarme Hatsulin, si gustan. No me molesta que me digan por mi nombre.

—¿Eh? —algunos se mostraron desconcertados y sorprendidos por su petición, mostrándose bastante segura de lo que estaba diciendo—. ¿Estás segura de eso? ¡El llamarse por el nombre es un acto de gran confianza entre dos individuos! ¡no llevamos mucho conociéndonos! —habló Iida haciendo sus acostumbrados movimientos robóticos. Aunque cuando iba a seguir hablando con aquel tono elevado y estricto, tosió al sentir ardor y presión en su garganta, ante la trauma anterior del golpe que había recibido.

Hatsulin se le quedó viendo fijamente al ver su reacción y su gesto. Su ceja tuvo un pequeño tic nervioso, uno algo imperceptible y que ella sólo supo que tuvo. La secuela de su golpe, el cual le había dejado una gran secuela en las paredes internas de aquella área en particular. Tuvo que cruzar sus brazos para no rascarse el cuello al sentirse horriblemente inquieta y todavía culpable por haberle hecho ese daño. Disimuló esos sentimientos y sonrió en grande.

—Ya dije que no me molesta —cerró sus ojos con seguridad, sonriente y afable. Manteniendo sus brazos cruzados, levantó una de sus manos junto con su dedo índice—. Después de todo, somos compañeros y amigos. Yo confío en ustedes. —apretó su puño, animada.

Uno que otro sonrió por lo dicho de la chica, teniendo una reacción por cada uno. Hatsulin no sabía cómo se tomarían aquel "atrevimiento" cada uno de ellos, pero era cierto que podía tener la suficiente confianza como para que la llamaran por el nombre, el que quiera, claro está. No era necesario que la llamaran así, pero de cierta forma se sentía más cómoda que personas con las que ha convivido lo suficiente como para poder sentir que podía confiar en ellas sean las que la llamen por su nombre. Algo en ella se removía porque la llamaran por el apellido, al saber que era el apellido de su abuela y con el que siempre se dirigían.

En otras palabras, no le gustaba su apellido paterno. Pero no tenía opción, le guste o no, debía usarlo.

—¡Ánimo, Hatsu-chan! ¡Yo sé que puedes ganar! —la de aspecto alienígena volvió a tomar la animada palabra, estando con su cuerpo medio inclinado hacia ella con los puños a la altura de su pecho. Justo a su lado -aunque no se dió de cuenta en qué momento se apareció- estaba Uraraka con la misma postura y expresión determinada y animada que Mina—. ¡Gánale a Bakugō! ¡Gana por todas nosotras!

—¡Nosotras seremos tus ōendan! ¡te animaremos desde aquí! —habló la de mejillas regordetas -aunque una de ellas tenía una gasa cubriéndola. Agregando que tenía la parte superior del uniforme desabrochado- con brillos en sus ojos, agitando sus puños entusiasmada.

—¡Ánimo, Tsubomi-chan! ¡Derrotálo! —animó de igual manera Kaminari haciendo una pose heróica en su asiento.

—¿Por qué nadie anima a Bakugō-kun?

Todo se quedó en un abrupto silencio ante la pregunta de Hatsulin, luego de habersela pasado en silencio al escuchar todas aquellas palabras de aliento de sus compañeros. Estos mismos quedaron estáticos por la repentina pregunta de su parte, viendo como estaba cruzada de brazos observándolos fijamente y con su cabeza inclinada hacia un lado, agregando que no tenía una sonrisa en su rostro, aunque no se expresaba mucho en su expresión. No podía descifrar que estaba pensando o sintiendo justo ahora.

La expresión de todos se volvió desconcertada y sorprendida por el hecho de que haya dicho algo como eso. No parecía burlona o divertida, no se escuchó ni en sus sueños algún tono de ese tipo, por lo que estaba hablando en serio. Su pregunta iba en serio y estaba en una larga espera de que le respondiera.

—Porque... bueno... —balbuceó Kaminari al ser uno de los que estaban animándola principalmente a ella. Rio un poco—. ¿Porque si? Si fuera tu, me sentiría halagado de recibir tanto apoyo.

—Eso no responde a mi pregunta. —inclinó su cabeza hacia el lado contrario con una expresión bastante expectante y en espera de que alguien le diera una expresión en concreto—. Si fuera con otra institución, estaría bien, pero me están pidiendo que derrote a un compañero. Ni siquiera de otra clase, de la misma clase. No le veo sentido a eso —miró hacia arriba al murmurar lo último, con un tono muy ligeramente irónico en su voz—. No me parece adecuado que me respondan "por su carácter, merece perder" o algo por el estilo. Ese tipo de respuesta no tiene fundamento.

—¡Pero también es demasiado cruel! —chilló Mina con una expresión un poco exaltada, todavía mostrándose confundida—. ¡No fue para nada delicado con Uraraka, fue demasiado despiadado! ¡No tuvo piedad! —la nombrada se sobresaltó por escuchar su nombre, mirándola nerviosa.

—Porque no la subestimó. Peleó contra ella como una igual, sin importarle que sea mujer. Eso le permitió a ella dar todo lo que tiene y sorprender a todos con lo estratégica y fuerte que es sin ser subestimada por un oponente como Bakugō-kun. —respondió mirándola al momento que habló, usando un tono bastante... normal, de cierta manera un poco severa, pero siendo oculta por la cierta neutralidad al expresarse. Después, se encogió de hombros al verla callarse—. Sólo digo. No estaría mal hacerlo.

Descruzó sus brazos bajo la mirada de varios compañeros de su clase, mientras que Mina estaba con sus mejillas infladas sintiéndose regañada por el argumento considerable y cierto de Hatsulin, Uraraka estaba un poco consternada en su lugar y a su vez un tanto ruborizada al ser halagada y reconocida entre el leve regaño que hizo su compañera un poco más alta. Vieron como levantó sus manos a la altura de su pecho, manteniendo aquella expresión un poco perdida, aunque poco después mostró una pequeña sonrisa.

Seguidamente, sus manos se juntaron en unos bajos aplausos, siendo casi silenciosos, siendo exactamente tres, mientras hablaba en ritmo en cada número que decía;

—Ánimo, ánimo, Bakugō-kun. —dijo de forma animada y sonriente, dejando en blanco a la mayoría. Con cierta suficiencia cruzó sus brazos, cerrando sus ojos sonriendo—. Justo así.

—Me siento regañado y humillado... —Kaminari dejó caer su cabeza un poco en su asiento, mientras que Mina tenía una expresión similar a la que él tenía, justamente sentada a su lado, aunque manteniendo sus mejillas infladas—. No entiendo porque incluso anima a su contrincante. Estoy confundido...

—Yo también. —murmuró Mina.

Unos ojos destellantes miraban la escena, siendo más que nada de reojo. Takeru observaba a Hatsulin sonreír con calidez y sencillez, viendo las auras de vergüenza alrededor de Ashido y Kaminari, "los dos tontos tontos de la clase" como pensaba que eran. Bufó silenciosamente con su cabeza volteada de lado al notar una mirada peculiar en los ojos de Hatsulin. Estaban especialmente... sin brillo alguno, apagados, aunque pasaba bastante desapercibida. Entrecerró sus ojos y volvió a mirar el cuadrilátero que era un poco preparado para la siguiente pelea ante los leves daños que provocó la reciente pelea de Bakugō con sus explosiones contra Tokoyami.

—¡Bakugō gana! —exclamó Midnight con una sonrisa en sus labios, estirando su látigo hacia el efectivo ganador.

—¡Con esto, el combate final será entre Tsubomi y Bakugō!

La chica siguió observando hacia la dirección de su próximo contrincante, fijándose en él cuando Present Mic había dado aquella exclamación respecto a la, como dijo, pelea final. Sus ojos observaron con atención sus cabellos cenizo, con una expresión atenta y a su vez algo inexpresiva, ocultando la inquietud y ansiedad que sentía justo ahora, junto con la presión que comenzaba a caer con más fuerza sobre sus hombros. Sus cejas se levantaron ligeramente al momento que Bakugō desde abajo volteó a mirar hacia la dirección de las gradas en dónde estaban todos ellos, su mirada y su rostro mostraba desprecio y enojo.

Un instantáneo e inevitable escalofrío recorrió de manera imperceptible su espalda por el hecho de que habían cruzado miradas, parecía que la estaba viendo fijamente a ella... No, no parecía. Si la estaba viendo a ella, con un rostro intimidante y despreciable, bajando su cara un poco provocando que una escalofriante sombra cubriera de su nariz hacia arriba. Ella lo observó fijamente de igual manera, intercambiándolas en una pelea silenciosa.

Lo observó sin demasiados sentimientos reflejados en sus ojos, mostrándose opacados y oscuros mientras levantaba el mentón ante la filosa mirada que le estaba lanzado. Siguió manteniendo esa pequeña conexión y batalla de miradas, hasta voltear su cabeza sintiendo su cabello moverse al hacer aquel gesto. La comisura de sus labios se levantaron en una sonrisa a labios cerrados, aún con sus ojos opacados, pero sonriéndoles a sus compañeros mientras inclinaba un poco su cabeza hacia un lado.

—Ya debo bajar, como han dicho, ya será mi batalla contra Bakugō-kun. Tengo que prepararme ¡Nos vemos después, compañeros! —sin dejar decir a nadie algo más, más que continuos ánimos -de las chicas y de Mina quien diciendo que aún así la iba animar-, se volteó agitando su mano en el aire para comenzar a caminar un poco detrás de la pared de las gradas de su clase.

Unos curiosos y apresurados sonidos se hicieron presentes, a la par que unos cabellos verdosos y revoltosos se asomaron en la entrada de las gradas seguido de que una mano totalmente vendada se sostuviera del marco de la puerta. Hatsulin caminó un poco más metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón, hasta que escuchó una voz llamarla.

—¡Tsubomi-san! —sus pasos se detuvieron inmediatamente al escuchar la voz de Midoriya. No tardó en voltear a ver quién la llamó, se quedó plasmada en su lugar cuando vio el drástico estado de su compañero,

Viendo una de sus piernas enyesadas al igual que su brazo, mientras que el otro parecía movible pero totalmente vendada. Por el hecho de la posición del brazo enyesado, tenía que usar la camisa del uniforme por encima de los hombros, mostrando la mayoría de la parte superior de su cuerpo teniendo el torso y pecho vendado. Un amargo sabor cruzó su boca mientras sus ojos estaban un poco abiertos por la familiar pero horrible sensación que la recorrió verlo así de lastimado.

Siguió algo absorta con sus ojos perdidos, hasta que dejó caer sus párpados levemente y después sonrió con levedad, en una expresión relajada y a su vez algo indiferente. Por dentro de ella estaba ocultando la mala sensación que la recorrió por verlo de esa manera. Aún así, no pudo evitar que una pequeña capa de melancolía cubriera sus orbes azulados.

—¡Hey, Midoriya-kun! —saludó alzando una de sus manos viendo como se acercaba a ella lo suficiente, pero manteniendo espacio personal—. ¿Cómo estás? ¿Qué tal te sientes?

—A-ah, bueno... —balbuceó primero mientras miraba hacia el suelo, mostrándose apenado, como ha notado que es—. Me siento... ¿bien? Estoy casi intacto físicamente, voy a sanar después de todo, aunque terminaré con varias cicatrices, sobretodo en la mano y el brazo —se miró a si mismo y levantó su mano.

—Es normal, considerando la gran imprudencia y determinación al usar tu quirk sin parar —respondió la pelirroja mientras lo veía fijamente y sin dejar de sonreír—. Espero que no termines con algún problema más adelante.

—B-bueno... en realidad... —Midoriya suspiró, viendo todavía su mano. Sus cejas se cayeron un poco mostrándose ahora desanimado y de cierta manera impotente—. Según Recovery Girl, si sigo usando mi quirk de esa manera, es posible que terminaré sin la movilidad en mis articulaciones. De verdad... me asusta demasiado eso. Cuando vea esas marcas recordaré la enorme consecuencia que tendré si sigo así... —respiró hondo viéndose a si mismo. Hatsulin lo veía fijamente, notando sus sentimientos de frustración e impotencia—. Venía a... agradecerte por haberme dicho esas palabras antes... pero termine contándote esto. Lo siento, Tsubomi-san...

El rostro inexpresivo de Hatsulin seguía fijo en las facciones del peliverde, el chico se mostraba y sentía angustiado. El chico se sintió un poco inquieto por el silencio de ella, sobretodo por sentir aquella mirada tan penetrante en su cuerpo, aunque algo en sus retinas lo hizo levantar poco a poco su mirada, vio como ella había levantado su brazo y su mano contraria se aferraba a las largas mangas de su crop top oscuro. Vio como sus dedos titubearon pero girando su brazo un poco y después bajó la manga con firmeza.

Los ojos de Midoriya se extendieron al ver su piel pálida llena de marcas, observando la parte trasera de su antebrazo y mostrando el dorso y nudillos; cicatrices delgadas y variadas y eso que se escondían en la demás tela, llegando hasta el comienzo de su codo, teniendo en su muñeca aquella usual y particular pulsera de cuero. Tragó saliva inevitablemente sintiendo un escalofrío por ver esas cicatrices de parte suya, lo que más lo inquietaba era su rostro serio, aunque había algo indescifrable en ella.

—Siempre se puede cambiar el significado de las cicatrices. —dijo la pelirroja de manera bastante seria, cerró sus ojos mientras que Midoriya veía estupefacto las marcas en sus brazos y su mano, aunque reaccionó por sus palabras—. Pueden significar tanto una experiencia dura o que has ganado una pelea... —contrajo aquella extremidad hasta la altura de su pecho; seguidamente volvió a levantar sus párpados viendo su mano y su brazo; la levantó un poco hasta que rozó con la yemas de sus dedos su mejilla derecha, delineando un poco su cicatriz, pero después una sonrisa se asomó en sus labios y apretó su puño, mostrándose determinada. Extendió su puño había él, chocándola sin fuerza alguna contra su pecho—. ¡Tanto tú cómo yo hemos ganado la pelea de sobrevivir!

Siguió observando de manera estupefacta, sintiéndose conmocionado. Veía fijamente sus gestos y su postura, sintiendo una sensación bastante inexplicable pero cálida, le recordaba de alguna manera a... su mamá, incluso se sentía como una hermana mayor por la manera cálida y a su vez segura con la que se dirigía hacia él, haciéndolo sentir tranquilo, seguro, como si le subiera el ánimo, sobre todo con esas recientes palabras de cambiarle el significado a las cicatrices. Se dió de cuenta de que se sentía preocupado y angustiado, pero ahora pensaba inevitablemente en sus cicatrices. Así que por eso usaba esas mangas...

El chico pestañeó un poco y al instante sus ojos destellaron un poco, sintiendo otra vez ganas de llorar por la conmoción y a su vez enternecimiento. Bajó la mirada y asintió apretando sus labios y aguantando el llorar, la chica levantó su mano y sintió como revolvía su cabello, pero antes de decirle algo más (aunque no sabía que más podría decir) vio como se volteó y comenzó a encaminarse lejos de él, vía a el cuadrilátero en dónde sería su próxima y feroz pelea.

De verdad era un completo misterio.

TERMINÓ LLEGANDO EN AQUEL "TÚNEL" POR DÓNDE entraba al cuadrilátero, seguía manteniendo sus manos metidas en sus bolsillos con un rostro sereno y a su mismo tiempo pensativo. ¿En qué pensaba? Pues era claro, sobre la presión que ahora cayó encima de su espalda como una cruz que tenía que arrastrar hasta donde le dijeran, destrozando sus músculos sin poder objetar nada al respecto. Estaba nerviosa en todo sentido. Cómo pensó antes; su oponente era Bakugō Katsuki; era alguien agresivo y feroz para pelear, sabía hasta la médula con ver sus peleas que no sería una pelea fácil. La inquietaba porque tenía que ganar, y tenía miedo de no poder hacerlo.

Se quedó viendo el final en dónde seguían resonando los gritos emocionados ante la pelea final de los de primer año, en dónde se revelaría quien era el más fuerte de dicho año y quien se llevaría la victoria. De verdad todo era demasiado tenso para ella.

Se quedó mirando algún punto ciego esperando impaciente -aunque físicamente se veía lo contrario- a qué su pelea empezará. Tenía miedo de que llegara aquella persona que temía volver a encontrarse, con tener una demasiado vaga conversación de en donde sólo uso la ley del buen oyente, había reaccionado mal. Sabía lo que tenía que hacer a como de lugar, pero no quería lastimar nadie en magnitud. No quería...

—Hatsulin. —lo que más temió. Sus hombros se tensaron hacia arriba de golpe junto con los músculos de su espalda cuando aquella voz tersa y fría resonó detrás de ella. Podía escuchar el inquietante sonido de los tacones, un sonido que odiaba—. Esta vez no debes fallar ni dejar que te toquen; es la pelea final. No puedes dejarnos en ridículo.

La chica siguió mirando hacia aquella luz al final del túnel, había querido correr y simplemente dar todo de si y disfrutar el desempeño que diera, ganando o perdiendo, quería alcanzar aquella luz en aquel oscuro túnel y alejarse del demonio que era su abuela. Pero no podía, ella la tenía presa entre sus garras afiladas, la tenía atrapada con sólo hablarle. No quería voltear a mirarla, a mirar directamente al demonio mismo a los ojos. Era lo que más temía.

—Voltea a mirarme cuando te hablo, Hatsulin.

Sus orbes estaban extendidos y perdidos en algún punto en aquella cercana luz que no podía alcanzar. Sus manos salieron de sus bolsillos quedando caídas a sus manos y después sus pies giraron poco a poco hasta ver a su abuela con su ceño fruncido y sus labios color rojo intenso curveados en una fina línea, mostrándose impotente mientras que su rostro estaba... sometido, ahora estaba vacío y perdido, pero a su vez nervioso y temeroso. Aunque no quisiera, veía directamente a aquellos ojos tan similares a los suyos que no hacían más que verla sin tacto.

Trató de sostenerle la mirada pero ver cómo tenía un pequeño tic en su nariz al arrugarla hizo que su cabeza se agachara y viera directamente al suelo, sintiendo sus fijos ojos en ella. Su expresión era algo vacía y a su vez angustiada, temerosa por lo que sea que le fuera a decir. Sus manos se fueron apretando en puños pegados a los costados de sus muslos.

—Bakugō Katsuki... —una vez más sus hombros se tensaron y sus pupilas se reducieron. No era buena señal, no lo era si pronunciaba su nombre—. Es contra quién te enfrentarás. Es un chico de un quirk bastante interesante y fuerte, se ve que no tiene compasión con nadie y es un gran contrincante. —Atsuko provocó un silencio sepulcral, las manos hechas en puños de Hatsulin comenzaron a temblar por la tensión, clavando sus uñas en las palmas de sus manos—. Es un problema —su cuerpo dejó de temblar de golpe, incluso retuvo la respiración—. No debes permitir que gane. Tu deber es ganar, ser perfecta, ser una ganadora. Sin importar que. No me interesa como, no me interesa que lo dejes incapacitado un largo tiempo o si incluso muere en la camilla, no debes tener piedad, ni compasión. Nada. Acabálo, destruyelo. Déjalo al borde de la muerte si es necesario.

Se quedó totalmente quieta, sus hombros seguían totalmente tiesos y tensos, sus manos seguían temblando ante la tan fuerte presión que ejercía en aquellas extremidades. Podía sentir el ardor y la presión de sus uñas clavarse en su piel y como se abría unas pequeñas heridas que sangraban suavemente y a su vez con tal lentitud que sentía el dolor. Sus cejas estaban curveadas de manera temblorosa.

Una vez más escuchó el inquietante y odiado sonido de los tacones chocar contra el suelo. Un escalofrío la recorrió cuando le llegó el penetrante y fuerte perfume de su abuela cerca de ella, pudo ver su vestido de más de cerca.

—Después de todo, para ti no es un problema dejar a alguien herido de gravedad. —sus hombros se tensaron con fuerza y una invisible capa de lágrimas cubrieron sus ojos, pero estos poco a poco se volvieron apagados y perdidos, sin sentimiento alguno. Su cuerpo dejó de estar tenso cuando sus hombros cayeron, y siguió mirando al suelo. A los segundos sintió una mano posarse en su hombro, esta comenzó a apretar, justo en el hombro dónde Shōto le había clavado un pico de hielo, provocando más daño en la fresca herida vendada—. No me decepciones. —y una vez más hizo más presión, pero haciendo un ligero movimiento que provocó el sonido de «crack».

Hatsulin siguió con la cabeza agachada, mientras sus manos dejaron de ser puños y estaban sueltas, pero de entre ellas resbaló un fino hilo de sangre que cayó directamente al suelo. Había un inmenso dolor en su hombro, para cualquiera sería un dolor agonizante por haber sido en una herida fresca, agregando que hizo crujir su hueso. Cualquiera lloraría pero ella... no mostraba gesto alguno. Estaba vacía.

Atsuko retiró su mano del hombro de su nieta, quien como siempre con ella tenía su mirada agachada y opaca, totalmente perdida. Siguió mirando desde arriba a Hatsulin, como una reina, enfrente de su súbdito. Cómo el jugador negro en un juego de ajedrez moviendo a su peón.

Los brazos de Atsuko se cruzaron y levantó su mentón, viendo con desprecio, frialdad y superioridad a la pelirroja menor enfrente suyo. El ambiente era tenso mientras que el fondo estaba inundado de gritos de emoción, al contrario de aquel escenario.

—Sabes lo que sucederá si eres desobediente —volvió a murmurar la de hebras largas, cuidadas y azuladas, mientras que sus ojos esmeraldas brillaban de crueldad—. Si debes dejarlo en un estado de gravedad, si debes dejarlo al borde, lo haces. ¿Entendido?

Hatsulin no contestó, no quiso contestar. No quería acatar a esa orden que tanto le daba miedo, no quería hacerlo en ningún sentido porque sabía que al final debía obedecer y no quería, no quería lastimar a nadie de la manera que insinuaba y ella misma sabía y temía que era capaz de hacer.

—¿Entendido? —volvió a hablar con más severidad y de manera penetrante, haciendo agitar un poco su muñeca con aquellos peculiares cascabeles—. No te quedes callada. Contéstame e inclínate ante mi si no quieres que esto termine mal.

La pelirroja se mantuvo en silencio, poco a poco su postura se volvió firme, sus movimientos robóticos y casi controlados. Sus manos fueron juntándose y sosteniéndose detrás de ella, medio cuerpo fue inclinándose hacia abajo, en una firme reverencia con medio cuerpo hacia abajo mientras que su cabello en una coleta alta se dividía hacia los lados de su rostro. Su mirada seguía estando opaca, vacía.

—A su órdenes, abuela.

→S H A N X L A B Y X←

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