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❪𝟭𝟭❫ ; 𝗯𝗹𝗼𝗼𝗱 𝗮𝗻𝗱 𝘁𝗲𝗮𝗿𝘀.

ARC ONE; THE ECLIPSE❫
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CAPÍTULO ONCE;
SANGRE Y LÁGRIMAS
Un fuerte y duro impacto

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©Shanxlabyx
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SU VISTA ESTABA MAYORMENTE PEGADA EN EL TECHO de su "habitación". Sus ojos estaban bastante ¿tranquilos?. La verdad estaban más bien aliviados por el enorme cansancio que recorría su cuerpo y le pedía con exigencia acostarse para dormír. Tenía una cama, aunque estaba en el suelo, no tenía su soporte pero por lo menos era cómoda.

Sin embargo, la hacía sentirse como un perro.

Literalmente durmiendo en una cama en el suelo, con cadenas y un bozal, ni los perros merecen algo así. Suspiró con cansancio contra el metal del bozal, notándose claramente el aliento que había soltado salía por los agujeros que poseía. Agradecía en cierta parte que ahora pocas veces se la colocaban, la verdad desde un principio no había entendido porque lo hicieron -bueno, en general se preguntaba porque sucedía todo esto- si no era un animal o tenía un quirk necesario a eso.

Aunque sea como sea, ningúna persona merece ser amordazado como un animal. Eso sólo la llenaba de dolor, de tristeza, ver a alguien de la misma manera que estaba ella, sentía dolor por ver a Senshi quien tenía más cadenas en su cuerpo que ella, sabía que se trataba de su quirk pero tampoco era un animal rabioso o algo así. Tan sólo quisiera poder hacer algo por él, por Keizuke, por Hiroshi y salir de aquel infierno en el que estaban.

Se acurrucó en su lugar como si fuera una niña buscando el confort y el calor corporal de su madre, técnicamente lo hacía por eso; ya que necesitaba a su madre, anhelaba estar otra vez con ella de una vez por todas. Quería estar con su familia, con sus hermanos, lo único que quería era volver a casa, con Yuu.

—Me pregunto —susurró levemente la pelirroja de forma apenas audible por el bozal. Lo decía mas para si misma—, si estarán buscándome...

EN OTRO LADO, SE PODÍA VER CLARAMENTE EN las noticias como anunciaban efectivamente la desaparición de Hatsulin, junto con el asesinato cruel y despiadado del héroe Hoshi, el abuelo de Hatsulin, que aún así conservaba su nombre siendo un héroe y ahora era uno de muchos que ahora existían en la memoria. Todo esto se enteró por periodistas chismosos. A varios les afectó, más que nada a los conocidos y familiares de ambos apellidados Tsubomi, Atsuko por mucho que sea fría y cruel, le dolió la muerte de su marido.

Eiko lloró demasiado ese día, incluso fue de forma desesperada al lugar donde sucedió todo eso y poder buscar por si misma a su hija; lo que encontró fue la escena del crimen del asesinato de Hoshi y ningún rastro de su hija o del pequeño canino Yuu. Cayó en desesperación allí mismo, casi quema varios árboles cuando se dejó llevar por su quirk. Por suerte le colocaron un tranquilizante los paramédicos que estaban allí para llevar el cuerpo frío de Hoshi, y pudieron controlarla

Pero aún así, estuvo desesperada por un gran rato. Aún lo está, en realidad.

Sus hermanos tuvieron una reacción bastante similar a la de su madre; Kazuto se quedó en shock varios segundos y luego explotó en preocupación diciendo «eso no es verdad», Gie se quedó paralizada sin decir nada y Takeshi lloró en silencio de que su hermana haya desaparecido de esa manera. No se sabía aún del estado o paradero de Hatsulin. No se podía saber cómo estaba, si seguía viva o estaba muerta. Nada.

—Gie se ve igual que siempre. No pareciera que le afectará lo sucedido. —dijo una voz chillona seguido del "splot" al explotar una pequeña burbuja de chicle, cambiando junto a la nombrada de cabello anaranjado quién estaba callada y seria.

—Ella es así, nunca se preocupa por alguien más. Como si no le importara —rió ahora otra chica que iban con ellas, negando con su cabeza. Ninguna notó como el cuerpo de la ojiroja se tensaba al escuchar esas palabras que, aunque no sean en intención de molestar, lo estaban haciendo—. Dudo que le importe su hermana. Después de todo, esa pequeña era muy-.

—¡Cállate, ya! ¡cierra la maldita boca! —exclamó inmediatamente la de ojos rojizos mientras se detenía, sus amigas a su lado quedaron en shock por su acción. Más fue el asombro por ver los ojos de la más alta cristalizados, reflejando rabia e impotencia, incluso dolor—. ¡HatsuHatsu me importa! me importa demasiado y claro que me preocupo como esté ¿okey?, yo quiero verla sana y salva, quiero verla viva. Claro que me preocuparé por ella ¡es mi hermana! —exclamó con dolor y lágrimas para después seguir el camino a paso acelerado.

Sus compañeras habían quedado en shock por aquella exclamación e imagen que se les mostró ahora, era la primera vez que la veían y escuchaban de esa manera. No hicieron más que quedar paradas en el mismo lugar viendo a la pelinaranja irse casi corriendo, se veía molesta pero ninguna se daba de cuenta que limpiaba sus lágrimas con brusquedad. Odiaba mostrarse débil y llorar pero no podía evitarlo, llorar ahora era su manera de demostrar su dolor y miedo de que su hermana nunca vuelva; y que si volviera, no estuviera con vida.

Cada una de las personas conocidas para Hatsulin tenían diferentes reacciones, la mayoría eran impotentes y tristes. Shinsō por su parte quedó en shock varios segundos y no dijo nada, sin embargo, sin que su madre se diera de cuenta, había comenzado a llorar en negación de que eso sucediera. Le dolía y daba rabia que sea real, que su amiga estuviera en un estado crítico y que no podía hacer nada al respecto que no sea llorar y sentirse deprimido por su paradero desconocido.

Todos sufrieron a su manera

—Y hasta ahora ese a sido el caso. La hija menor de la familia Tsubomi, y de la gran heroína Hikarimeki, llamada Hatsulin está en un paradero desconocido. No sé sabe nada de ella, según los investigadores lo único que se encontró de ella fue una mochila y unos mechones de cabello.

—¿E-eso es verdad? ¿Hatsulin-chan está desaparecida?

—N-no puede ser... p-pero... debe ser una mentira, ¿verdad?... primero Tōya y a-ahora...

—¡N-no digas eso, no debe ser así! ¡Padre! ¿¡eso es verdad!? ¿¡La tía Eiko te ha dicho algo!? —el mayor no supo que responder. Aún se mantenía en el marco de la puerta de su hogar con una mirada igual de potente e intimidante que siempre, pero se veía pensativa, confundida, incluso en shock por esa noticia que escuchó en las noticias desde su lugar—. ¡L-llamaré a la tía Eiko!

E inmediatamente Fuyumi fue hacia el teléfono de la casa al no recibir respuesta de Enji, que si hubiera sido negativa iba a tomar valor y no hacerle caso en no llamar a su tía pero que de cierta manera le dejó en claro que se estaba enterando también. Natsuo se acercó hacia su hermana impaciente de saber si eso era verdad, su mirada era de total angustia y miedo. Incluso cualquier tensión que había aparecido al sentir la presencia de su padre llegar no le importaba por la nueva tensión que había en el aire. Una tensión sofocante.

Unos ojos bicolores miraban aún fijamente la pantalla del televisor, se mantenían abiertos totalmente dejando la mirada apagada que mantenía la mayoría del tiempo. Por suerte ya estaba sentado en el tatami, porque quizás hubiera caído al suelo o se hubiera tropezado. Su cuerpo tembló levemente en su lugar mientras que poco a poco su mano fue a parar en su frente, en una acción de angustia.

—¿Hatsulin.... desaparecida?... —susurró con dificultad y angustia Shōto aún sintiendo el brillo de la pantalla impactar con su rostro y su cicatriz. Podía sentir como su corazón estaba palpitando fuertemente pero no de una forma buena, una forma de susto, miedo. Aquel sentimiento que llevaba tiempo sin percibir de esa manera tan intensa.

Tenía miedo, estaba asustado y angustiado. Todos lo estaban.

Unos ojos azules veían con cierto asombro a la pantalla del televisor de aquella tienda, habían varios aparatos que pasaban mayormente la misma noticia de la desaparición de aquella jovencita pelirroja y de la muerte del héroe Hoshi. Las personas comenzaban a amontonarse a su lado mientras murmuraban angustiadas y asustadas de aquella fuerte noticia.

El joven revolvió su cabello levemente, echando sus flequillos hacia atrás dejando ver mejor sus ojos que estaban abiertos en par en par. Pestañeó algunas veces mientras veía con atención la pantalla a través del cristal del ventanal. Su orbes temblaron levemente al mirar a cada pantalla que había, mantenía sus labios ligeramente abiertos por la sorpresa. Observó la pequeña foto que aparecía en el noticiero, una niña de cabello rojizo y grandes ojos azules, como una muestra de su apariencia.

—¿Hatsulin?...

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SU GARGANTA DEJÓ SALIR VARIOS SOLLOZOS JUNTO con pequeñas bocanadas de aire mientras sus manos apretaban con fuerza su abdomen. Era una prueba de que había recibido un golpe, una patada, en toda aquella área. Fue tan fuerte que parecía que se le había bajado la presión e iba a ahogarse, pero lo que sucedió es que tosió bruscamente dejando salir varias gotas de sangres seguidos de un chorro que cayó hasta abajo al seguir tosiendo.

—¡Vamos vamos, Meinu! —bramó Iyassu de una forma bastante sonora y a su vez cínica. Sus ojos estaban casi blancos, apenas mostrándose sus orbes oscuros que estaban tan afilados como los ojos de un gato en plena caza—. ¿No me digas que ya te cansaste? ¡aún falta bastante!

Y al decir aquellas última palabra, su pierna se levantó con brusquedad y le asentó con fuerza una patada en todo su hombro que la mandó hacia un lado junto con un ahogado quejido seguido de más sollozos. Se escuchó casi su pequeño crujir al impactar de esa manera contra el suelo, ahora se sostenía la zona afectada entre unos dolorosos quejidos.

—Calma, Iyassu, así la vas a dejar sin capacidad de seguir —habló la fría y monótona voz de Areri quien sostenía con una de sus manos del cuello al pequeño moreno de colmillos que parecía paralizado pero no dejaba de gruñir. La pelivioleta movió uno de sus dedos contra su cuello, escuchándose algo crujir y casi al instante cierta cantidad de líquido carmesí salió sin más de la cavidad bucal del pelinegro para que después, dejar caer como un muñeco a Senshi quien trataba de recuperar el aire entre gruñidos—. La vas a terminar matando.

—¡Para eso está el socio de Asahi-sama! Si se muere alguno, él se encarga y ¡pop! estarán como nuevos o al menos vivos —exclamó usando una de sus manos como si explotara una burbuja al abrir sus dedos de golpe. La sonrisa en sus labios era maliciosa—. A la bestia y al flash ya les sucedió lo mismo. Y ahí están, agonizando en el suelo. 
Si le sucede a Meinu, no importa, era la única que faltaba.

La de ojos color púrpura suspiró pesadamente mientras veía al suelo, a sus pies, observando al pequeño moreno teniendo su mandíbula sangrante y una mirada llena de odio y dolor. Las lágrimas no faltaban entre la sangre que había, era claro que estaba sufriendo por dentro pero por su bien, y el de los tres, no podía quejarse.

—M-maldita... —murmuró Senshi con dificultad teniendo uno de sus ojos débilmente blanquecino y el otro mostrando su tonalidad avellana. Areri lo miró con frialdad levantando levemente su pie para postrarlo en su abdomen con fuerza, escuchándose claramente el casi grito de dolor que soltó.

—S-senshi... —ahora se escuchó el débil y dificultoso murmuro del de ojos amatistas. Uno de sus párpados se mantenía caído dejando ver apenas su ojo izquierdo al estar casi cerrado, el derecho estaba abierto con impotencia y molestia observando todo aquello. Un hilo de sangre sobresalía hacia abajo desde su nariz.

Los tres, estaban en una apariencia dolorosa para cualquiera.

—Oye. oye, Meinu ¿por qué miras hacia allá? —la gutural voz del peliazul resonó como taladro en sus oídos. Un grito salió de entre sus labios cuando la tomaron del cabello y jalaron hacia arriba, usando sus manos para sostener la gran mano que jalaba su cabello. Sentía su cuero cabelludo estirarse y eso dolía—. No debes distraerte nunca, Meinu. Malas cosas sucederán si te distraes.

Los ojos de Hatsulin estaban apretándose entre si, trataba de mantenerlos abiertos pero el enorme dolor que sentía en su cabeza no se lo permitía. Dolía demasiado, podría arrancarle el cabello de un tirón. Iyassu la siguió observando para dejar salir una baja y cínica risita que no hizo más que erizarle la piel.

Su obligación era resistir a sus ataques, esquivarlos y tratar de devolverlos pero no podía, por mucho que sea un entrenamiento para "fortalecer" su cuerpo, no podía. Apenas podía esquivarlos, apenas podía resistirlos, y sólo era doloroso tratar de hacerlo. Con su quirk, pues, justo ahora le estaba quemando la piel por dentro de tanto uso de él porque si, lo ha usado y lo maneja mejor -dolorosamente mejor- pero era demasiado para ella, incluso ahora tenía experiencia en combate pero era claro que no ganaba, no estaba ganando. Lo único que quería es que todo se acabara, no le importaba como, pero quería que esta pesadilla terminara de una vez.

—No hemos terminado. —dijo con brusquedad mientras que tiraba con fuerza su cuerpo al suelo nuevamente sacándole el aire de golpe y haciéndola retorcerse. Cómo pudo apoyó sus manos en el suelo de forma temblorosa, tosió unas dos veces para dejar salir sangre de nuevo
Tosió con fuerza y escupió aquel líquido carmesí que impacto con los zapatos y los bordes de su pantalón.

Iyassu no se dio de cuenta que la sangre sobrepasó aquella superficie de tela.

—¡Vamos! ¿¡no vas a responderme!? ¿¡no te levantarás!? —exclamó Iyassu extendiendo sus brazos los cuales apenas tenía míseras heridas y quemaduras. Hatsulin no respondió, ella trataba de regular su respiración por el dolor e igualmente por el calor que sentía y la estaba sofocando. Iyassu se aclaró la garganta—. Así que no responderás ¿eh?... Creo que necesitas un intensivo. —y chasqueó sus dedos.

—¡Senshi-kun, Keizuke-kun, Hatsulin-chan!

Sus ojos se abrieron en par en par por escuchar aquella exclamación, su cabeza se alzó rápidamente volteando hacia la dirección de donde venía esa voz. Hiroshi era el que entró a la instalación de entrenamiento al apenas haberse abierto la puerta, Melly y el rubio que siempre estaba a cargo de Keizuke estaban allí pero sorprendidos.

—¡Hiroshi, no seas suicida! —exclamó el rubio de forma preocupada y molesta. La pelinaranja a su lado tenía una mirada impotente y estaba temblando en su lugar, era clara su preocupación.

—¡Vuelve acá, Hiroshi! —chilló la pelinaranja de una forma exaltada y preocupada.

Los ojos de Hatsulin estaban abiertos de par en par: el miedo no tardó en recorrer su cuerpo de pies a cabeza. Hiroshi estaba en riesgo de que Areri o el mismo Iyassu le hicieran daño por el simple hecho de haber intervenido en el entrenamiento que tenían. No quería que le sucediera algo; él junto con Melly y Kiyama -el rubio- han sido personas agradables -de cierta forma- y más buenas de ese lugar, más Hiroshi.

No quería que saliera herido.

—¿H-hiroshi?... Agh, vete para allá. No necesitamos de tu ayuda. Saldrás herido, idiota —dijo Senshi, con dificultad. Le dolía demasiado el cuello, milagro y no terminó rompiéndose o algo por el estilo pero eso sí, tenía heridas internas. Tuvo que escupir la sangre que se acumulaba para no ahogarse—. Y-ya... vete...

—¿¡Estás tonto o algo!? ¡no me iré! ¡no me iré del lado de ninguno de los tres! —exclamó con impotencia. Las lágrimas estaban amenazando en salir de sus ojos por la impotencia que sentía. Ayudó a levantar a Senshi apenas logrando que se sentara, casi al segundo volvió a escupir sangre, salpicando al suelo y al mayor.

—Hiroshi... —susurró como pudo Keizuke mientras estaba a tan sólo un metro de él, sosteniéndose con su rodilla. Hiroshi como pudo lo atrajó para poder protegerlo—. V-vete de aqui, por favor, saldrás dañado.

—¡Y-ya deja eso! ¡dije que no los iba a dejar, menos en un entrenamiento como este! ¡yo los voy a proteger con mi vida si es necesario! ¡A ustedes y a Hatsulin-chan!

En la cabeza de la nombrada resonó fuertemente aquellas palabras encima del pequeño pitido que había en sus oídos, su pulso se aceleró aún más por lo que había dicho. Pero lo que sentía era una gran preocupación, una enorme preocupación y miedo de que Hiroshi saliera lastimado por querer detener ese horrible entrenamiento que estaban teniendo.

En silencio también quería que lo detuvieran, pero no al costo de una vida.

—Daizuke Hiroshi, si no mal recuerdo tu nombre —todos los vellos de su cuerpo se erizaron. Este mismo comenzó a temblar por oír y ver a Iyassu dirigirse hacia aquella dirección, quedando justo enfrente del ojiverde junto con los infantes que miraron impotente e igualmente espantados hacia el peliazul de ahora ojos oscuros. Hiroshi se tensó en su lugar y luego, levantó su mirada como pudo. Sus ojos verdosos se encontraron con unos oscuros y malévolos ojos negros. Poco a poco mostró una sonrisa torcida—. Ara, ara, así que tú eres la alimaña que consiente a estos mocosos.

❛No... n-no le hagas daño...❜ pensaba de forma intensa y asustada la pelirroja, sus manos estaban apoyadas aún en el suelo, sosteniendo su cuerpo en un débil temblor. Miró de un lado a otro asustada; en la puerta seguían Kiyama y Melly asustados y preocupados, de alguna forma sentía que querían ir a ayudar. Areri estaba a unos metros de los masculinos con una expresión seria y atenta. ¿Que podría hacer?

—H-hiroshi-san... —susurró con voz débil la de grandes ojos azules, no tardó en derramar una gran cantidad de lágrimas por el miedo. Sus pupilas podrían saliese de sus cuencas en cualquier momento de lo abiertas y asustadas qué estaban, incluso temblaban y se movían ligeramente a los lados.

Una grave y burlona risa resonó por el lugar seguido de algunas fuertes carcajadas que en vez de contagiar a alguien, podría asustar o atemorizar de lo rasposa y escalofriante que era. Los niños miraban con miedo y cautela al peliazul, por inercia se aferraron a el moreno mayor, inclusive Senshi. —¡Que maravilla! Será mucho mejor —Hatsulin jadeó sorprendida en su lugar; esas palabras le daban mala espina—. Supongo que Meinu te tiene cariño de alguna manera ¿no es así? Por eso está tan preocupada... ¡ahora probemos su preocupación!

Y seguidamente levantó su brazo derecho de forma intensa, mostrando una clara imagen de que lanzaría un ataque con la monstruosa fuerza que tenía. Hiroshi había abierto sus ojos con asombro al igual que su boca, los infantes a sus lados quedaron en un total shock por aquello; parecía que el ambiente se había paralizado por completo. Hatsulin sintió un vacío en todo su abdomen al apretar su mandíbula, ver aquella acción la hizo soltar lágrimas inmediatamente por el miedo que había recorrido todo su cuerpo, haciéndola temblar.

Pero no se quedó paralizada.

Sus dedos fueron los que se apoyaron en el suelo al igual que la planta de sus pies; como una pose de un corredor de forma fugaz, ya que al instante, corrió con todas sus fuerzas hacia allá sin que nadie lo notará aparte de Areri. Ésta abrió sus ojos ligeramente por eso, apenas dando un paso hacia adelante por pura inercia. Kiyama y Melly también mostraron cierto asombro, pero Iyassu junto con Hiroshi, Keizuke y Senshi seguían en lo suyo.

¡VAS A MORIR, DAIZUKE HIROSHI! —exclamó fuertemente el peliazul con una sonrisa casi maniática, incluso sus ojos parecían fuera de si.

Hiroshi apenas pudo aferrar ligeramente los cuerpos lastimados de los infantes hacia él, sus rostros eran los mismos por ver aquel golpe que estaba apunto de lanzar el más alto y robusto. El ojiverde ya se había preparado como escudo para los niños, esperando el golpe y poder al menos protegerlos de esa manera.

Antes de que Iyassu tan siquiera pudiera lanzar el golpe, Hatsulin se lanzó a su brazo agarrándolo con fuerza y brusquedad desde su cuello y hombro, desviando básicamente el golpe que mandaría por el movimiento que había hecho. Todo el tenso aire es esfumó por ver aquello, casi al instante Iyassu abrió sus ojos de par en par con una mueca en sus labios algo aterradora.

—¿¡Que mierdas haces!? ¡quítate, maldita perra! —bramó de una forma alterada agitando su brazo al igual que su cuerpo, como un león rabioso al sentir a un animalito encima. Hatsulin rodeó su cuello con brazos de forma fuerte y una de sus manos tapó sus ojos y a su vez los lastimó por la presión, incluso rasguñando parte de su mejilla—. ¡Maldita!

—¡No dejaré que le haga daño a Hiroshi-san! ¡no dejaré que le haga más daño a Senshi-kun y a Keizuke-kun! —chillaba de forma determinada pero a la vez nerviosa, apoyando sus pies temblorosamente en su gran espalda para no caer—. ¡Hiroshi-san h-ha sido muy bueno conmigo! ¡soportaré tus insultos y golpes pero no soportaré que le hagas daño a una buena persona, no soportaré que sigas haciéndole daño a buenas personas!. ¡Yo los p-protegeré de una vez por todas, Iyassu!

—¡Maldita sea, suéltame!

Hiroshi veía asombrado hacia Hatsulin e Iyassu, veía como este mismo se pavoneaba de un lado a otro para quitársela, había rasguñado ahora su brazo. Los infantes como podían veían eso, sintieron asombro y a la vez impotencia de que hiciera ella eso en su estado y ellos no hicieran nada. El cuerpo de Hatsulin fue jalado hacia adelante al agarrarle la cabeza y terminó cayendo al suelo con brusquedad, sacándole un quejido.

—¡Ugh, casi me arrancas el ojo! —dijo Iyassu con una rabia que daba gran miedo, sobretodo por la gran sonrisa que tenía. Con una de sus manos sostenía su ojo izquierdo—. ¿¡Te quieres hacer la heroína!? ¿¡eh, Meinu!? ¿¡quieres salvar a Daizuke de su muerte!?

Y se acercó de una forma impotente hacia Daizuke devuelta pero Hatsulin rápidamente se reincorporó y activó su quirk, estirando sus manos de golpe hacia adelante y al instante hacia los lados, como un avaniqueo, lanzando una pequeña pared de fuego que hizo retroceder al peliazul. Sus ojos mostraban cierta sorpresa.

—H-hatsulin-chan... —murmuró el pelinegro aún en shock por la protección que estaba haciendo Hatsulin, podía ver sus piernas temblar en su lugar al igual que sus manos que trataban de seguir extendidas. Podía ver un hilo de sangre rondar por su boca hacia abajo, estaba lastimada, pero trataba de mantenerse de pie al tratar de protegerlos—. ¿Eh?

Casi al instante algo lo agarró sin problema de la camisa, apenas viendo las hebras violetas de Areri quien lo lanzó fuertemente hacia atrás y a distancia cayó contra Kiyama y Melly al suelo. Él se levantó para entrar de nuevo pero la puerta había sido cerrada al instante.

—¡No, no le hagas nada! —exclamó entre lágrimas y desesperación Hiroshi, golpeando la puerta de metal con fuerza e impotencia—. ¡Déjalos!

Iyassu sólo se carcajeó por aquello, mirando hacia dónde estaba Hatsulin tratando de sostener la barrera de flamas que había hecho. Sin embargo su cuerpo se debilitó luego de un jadeo y la barrera se fue, sus piernas fallaron y cayó, Keizuke y Senshi apenas la lograron atajar pero tuvieron que soltarla -ya en el suelo- en un quejido al sentir unas quemaduras en sus manos por tener un mínimo contacto con su piel. Incluso su ropa parecía quemarse.

—Oye, oye, Meinu, ¿de verdad creíste que te librarías de tu intento de heroína? —habló incrédulo y molestó el peliazul, estaba limpiándose la mejilla mientras avanzaba hacia ellos—. ¿Pensaste que no tendrías un castigo?

Hatsulin abrió sus ojos asustada y como pudo, sintió como si Senshi la sosteniera levemente y se encogía junto a ella, incluso Keizuke hizo lo mismo. Los tres comenzaron a temblar y jadear de forma asustada ante su cercanía. Su expresión molesta era totalmente aterradora.

—¿Quieren que les diga algo? —habló tranquilo el peliazul, sonriendo de lado, de manera macabra—; no hay lugar para los héroes aquí.

ENCÁRGATE DE ESTO. SE SUPONE QUE ESTE es tu trabajo.

—Si, si, Kaito... No te pongas exigente conmigo.

Tosió con fuerza mientras sus manos apretaban apenas el pavimento del suelo tomando la tierra en ella al cerrarlos de esa manera. Dios, su cuerpo dolía demasiado, más que otros días en aquel entrenamiento. Su cara ardía de verdad, y estaba calurosa, tal vez sea por la cantidad de sangre que tenía encima que bajaba por una herida en su rostro y su nariz también. Las lágrimas también resbalaban por sus mejillas, mezclándose con aquel líquido carmesí.

—Q-que... suerte... Estás c-c-consciente... —dijo una voz débilmente, con alivió—. O-oh, vaya... parece que tu sangre está deshaciendo tu camisa...

Sus ojos fueron inmediatamente hacia el lugar de donde vino la voz de Keizuke, estos se abrieron como platos al ver la mitad de su rostro contra el suelo y su cabello casi tapando su ojo apenas visible, estaba en una tonalidad apagada. Lo que más le dolía era ver las lágrimas que apenas salían de ese ojo junto con el charco de sangre debajo de su cara, tembló con ver que tenía una enorme herida en su rostro.

—K-keizuke-kun... —susurró asustada, apunto de llorar nuevamente del susto y a la vez alivió que sentía. Sin embargo antes de decirle algo, un estruendoso y sangriento sonido se hizo presente cerca de ella, incluso unas dos gotas de un líquido caliente impactaron con su brazo.

No quiso voltear, para nada quiso, menos con ver la cara de espanto de Keizuke ver hacia la dirección del sonido. El único ojo que se le veía en ese ángulo estaba abierto totalmente, inyectado de sangre por el espanto que sentía ahora mismo. Parecía querer hasta vomitar por lo que mucho menos quiso voltear, las lágrimas involuntariamente bajaron por sus mejillas llenas de sangre, dándole ardor debajo de su ojo derecho.

Otro sonido se hizo presente pero seguía sin querer voltear para ver lo que sea que estuviera sucediendo ahora, sabía que se trataba de Senshi, al ser quien estaba en esa dirección. —Que extraño, no muestra reacción o signos vitales.

Hizo un sonido ahogado por aquello, estaba hablando de Senshi. Sabía que estaba hablando de él y le dolía demasiado porque sabía que significaba y no quería voltear, la cara de Keizuke era suficiente para saber qué tan espantoso era. Su mirada daba escalofríos por lo asustaba que estaba, también daba lastima por las gordas lágrimas que comenzó a soltar.

Eso no puede ser, de verdad no puede ser.

Cerró sus ojos con fuerza, sus manos volvieron a apretar la tierra. Al instante tosió varias veces soltando nuevamente sangre interna, respirando agitadamente por eso y el enorme calor que sentía su cuerpo justo ahora, sentía que iba a derretirse del calor que tenía.

—Me salpicaste —sus ojos se apretaron con fuerza al escuchar otra voz. No quería abrir sus ojos, menos por oír lo serio que había hablado—. Mm... por lo menos podré desquitarme contigo por eso. Odio la suciedad, sobre todo la sangre.

Tembló como un cachorrito asustado, no quería abrir los ojos pero lo pesados que se habían puesto de tantas lágrimas la obligaron a abrirlos, viendo bastante borroso por la humedad que poseían sus perlas azuladas. Apenas pudo distinguir una silueta bien vestida, luego unos ojos dorados que la veían de una forma atenta y aterradora.

El chico ladeó levemente su cabeza, parecía estar viéndola a ella pero estaba viendo al borde de su pantalón negro, notando como si se tratara de una vela quemando una hoja, se quemó y deshizo unos centímetros, justo donde cayó una salpicadura de su sangre.

—Iyassu tenía razón. Tu sangre es extraña, está quemando o derritiendo lo que toca. No como si fuera ácido, si no como el magma —sus ojos no hicieron más que seguir mirándolo aterrorizada. Keizuke desde su lugar trataba de levantarse, pero no podía—. Es peculiar, le dejaste unas feas quemaduras en sus brazos con sólo unas salpicaduras. Tal vez es parte de tu quirk, algo curioso y útil.

¿De que habla? ¿sangre, magma?. No entendía nada, no sabía que pensar ante sus palabras sobre su sangre, estaba casi paralizada temblando en su lugar, las lágrimas de dolor y tristeza no dejaban de caer por sus mejillas. Senshi era lo que pasaba por su cabeza ahora, no podía dejar de pensar en algo como eso. Ni fue capaz de ver su cuerpo tieso y herido a unos metros de ella.

Se sobresaltó al ver al mayor levantar levemente una de su manos que estaba sin los guantes que la última vez observó que tenía. Tembló y ahogó un grito por verlo acercar su mano de esa forma hacia ella, pero no podía hacer nada, le dolía mucho las extremidades, quizás hasta sus huesos le dolían directamente de tanto "castigo" que había recibido por parte de Iyassu. Lo admite de verdad, le duele mucho más que las anteriores veces que lo ha hecho.

—Tu sangre puede ayudarme en algún futuro; puedo investigar que propiedades tiene exactamente o que grados de daño puede tener —murmuró bastante serio acercando su mano desnuda hacia ella. Escuchó a Keizuke exclamar su nombre pero no pudo responder. Estaba paralizada—. Así que, tengo que tomar cierta cantidad de ella.

Luego de esas palabras, sintió una presión en todo su pecho y luego, todo se oscureció para ella.

SUS OJOS SE ABRIERON DE FORMA LENTA COMO si se le fuera difícil mantenerlos abiertos, cosa que era verdad, le pesaban bastante pero por lo menos podía abrirlos. Poco a poco pudo abrirlos lo suficiente, sentía cada extremidad de su cuerpo cosquillear demasiado, con inquietud, como si llevarán sin moverse cierto tiempo. Se sentía de verdad rara, sentía algo enrollando sus brazos, incluso su rostro estaba con vendas, aunque no sentía el bozal.

Trató de levantarse de una superficie suave y a la vez algo áspera, se sentía aún bastante somnolienta. Bostezó sin evitarlo mientras quedaba sentada en la cama, las sábanas cayeron hasta sus piernas dejando ver mejor sus brazos vendados en su mayoría, las vendas parecían recientes ya que estaban aún blancas. Se quedó mirando varios segundos sus brazos y manos, abrió y cerró sus dedos varias veces como si verificara algo aunque no podía ver sus manos al seguir teniendo los guantes.

Ladeó levemente su cabeza y luego suspiró con pesadez dejando sus manos apoyadas en sus muslos. Movió las sábanas hacia un lado para poder colocar sus pies descalzos en el suelo de la misma habitación donde dormían, miró más vendas haciéndola colocar una mirada algo triste y a la vez resignada. Con lo último que recordaba de forma vaga era por el castigo que les había dado a ella y a Keizuke y a... Senshi.

Las lágrimas no tardaron en caer por sus mejillas, humedeciendo levemente en su lado derecho donde tenía una gasa sostenida por más vendas. Su corazón se estrujó levemente por pensar en el nombre del moreno, sintió dolor y tristeza, una muy intensa que la hizo caer lentamente en el suelo sentada y cerca de la puerta: no podía creer que había sido cierto lo que escuchó del desconocido de ojos inquietantes; no tenía reacción o signos vitales. ¿Era de verdad eso?... ¿será que Senshi había...? su interior quemaba de dolor por pensar en eso.

Sintió calor en sus manos vendadas y aún cubiertas por aquellos guantes, apretó aquellas extremidades con fuerza mientras las lágrimas caían con intensidad y sin fin por sus mejillas. Sorbió su nariz comenzando a tratar de limpiar aquel líquido salado que no paraba de caer desde sus perlas azuladas. Se sentía horrible justo ahora, sentía culpa, sentía dolor en su corazón.

—¿P-por qué... sucede esto?... —susurró apenas audible y de forma rota. Le ardía la garganta incluso, haciéndola toser levemente. Bajó su cabeza con pesar y tristeza.

¿Oíste eso? ¡hay una niña aquí!

Su cuerpo pegó un salto al escuchar esa voz desconocida en la puerta, levantando inmediatamente la mirada de forma espantada y asustada por escuchar esa voz. Por la ventanilla que había en la puerta de un material casi indestructible se asomo un rostro desconocido, que tenía una máscara... ¿máscara?

Abrió sus ojos como platos mientras se colocaba de rodillas: ¡una máscara! ¡era una máscara! ¡era un héroe! Su corazón se aceleró con velocidad y fuerza, sus ojos temblaban mientras seguía mirando hacia allí, por inercia usó sus guantes para poder golpear levemente contra la puerta metálica de forma dudosa. Luego con desesperación comenzó a golpear para poder llamar totalmente su atención.

—¡Si es una niña! ¡era verdad lo que decían de este lugar! —el mismo tipo de la máscara se apegó contra la ventanilla mirando hacia abajo como podía a Hatsulin, ella estaba soltando lágrimas—. ¡Demonios, que bien! está viva, aunque toda vendada. No te preocupes, pequeña, ya te vamos a sacar de ahí. —dijo con una sonrisa hacia Hatsulin quien seguía llorando con fuerza.

—Bien, puede fundirse está puerta con un soplador. Que suerte que tengo uno aqu... —la otra voz se calló de golpe luego de escucharse un sonido húmedo seguido de un corte. La mirada de Hatsulin se exaltó por aquello, juró escuchar algo caer al suelo de golpe.

—¿¡Eh!? ¡Yoshi...! —seguidamente el héroe a la vista de Hatsulin se había alejado y se escuchó el mismo sonido junto con un golpe y algo chocar contra la puerta donde estaba Hatsulin.

—N-no... no no... —comenzó a susurrar con desesperación Hatsulin, más que nada por el estado del héroe. Comenzó a golpear la puerta con sus grilletes como si aquello fuera de ayuda—. ¡No, n-no! ¡Déjalo, por favor!

—¡No te dejare salir con la tuya, villan...!

Y se escuchó el sonido de algo salpicar con brusquedad, había sido primero un corte limpio. Hatsulin se paralizó mientras retrocedía hacia atrás, sus ojos se abrieron como platos al notar algunas gotas de algo rojizo haber entrado ligeramente por debajo de la puerta. Se escuchó un sonido seco, como de algo caer sin cuidado al suelo. Tembló a más no poder, su cabeza comenzó a negar de un lado a otro mientras se cubría el rostro como podía.

—N-no... no... por qué... —susurraba nuevamente Hatsulin en un hilito de voz.

—No será tan fácil... —escuchó aquella voz apagada y seria al otro lado de la puerta, sabía quién era, el mismo psicópata despiadado que asesinó a su abuelo, sabía que era él—. No será tan fácil que te saquen aqui unos héroes, los héroes no pueden salvarnos siempre...

Sus ojos no dejaban de soltar lágrimas, sentía su cuerpo temblar con fuerza por el miedo que sentía. Sentía su corazón palpitar y apretujarse con fuerza por el miedo y la desesperación que había sentido, la pequeña esperanza que tenía se había esfumado totalmente y con eso la vida de dos héroes también se fué. No logró reconocer a alguno, pero eran héroes y ahora ya no estaban allí.

—Oye —escuchó un metálico golpe en la puerta, pero no subió la mirada—, te diré algo, Hatsulin —se estremeció por escucharlo decir su nombre con esa seriedad, tragó saliva mientras lloraba en silencio—; apartir de ahora, nadie podrá protegerte ya que, cada persona que te proteja o te ayude, terminará igual.

Sollozó con fuerza mientras cubría su cabeza y usaba sus piernas para poder hacerse bolita en el suelo. Estaba llorando con fuerza y a la vez en silencio, era un tipo de grito silencioso, un lamento que nadie podría oír ni podrían acudir, cosa que le daba mucho más miedo que antes. Esas simples palabras que había dicho el ajeno quedaron pegadas en su cabeza, repitiéndose una y otra vez.

Será como una maldición para ti, aunque así es la vida. Si te protegen o te ayudan, morirán.

Por eso dije, luna mala

→S H A N L A B Y X←

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