❪𝗢𝟲❫ ; 𝗻𝗼 𝗺𝗼𝘁𝗶𝘃𝗮𝘁𝗶𝗼𝗻, 𝗼𝗻𝗲 𝗳𝗲𝗮𝗿.
❪ARC ONE; THE ECLIPSE❫
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CAPÍTULO SEIS;
NINGÚNA MOTIVACIÓN, UN MIEDO
❛Goodbye❜
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©Shanxlabyx
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POCO A POCO DEJÓ DE SENTIR TAN PESADOS SUS párpados por lo que comenzó a abrirlos lentamente, siendo cegada casi de inmediato por la luz de la habitación en la que estaba. Levantó uno de sus brazos para cubrirse la vista con la mitad de esta extremidad y tratar de que su vista se fuera acostumbrando poco a poco. Por aquella acción pudo darse de cuenta que tenía un pañuelo en su frente y estaba húmedo aunque un poco caliente.
Sus dedos atraparon ligeramente aquella tela con un poco de desconcierto de su parte. ¿Porque tenía un pañuelo en su frente? ella no estaba enferma... ¿verdad?. Retiró lentamente y con cuidado el pañuelo de aquella superficie para dejar que cayera justo al costado de su cabeza, encima de la almohada en la que anteriormente tenía su cabeza recostada. Pudo notar al instante que la almohada igualmente estaba húmeda.
Pero la cosa era: esa humedad era sudor.
Más desconcierto no podría estar en ella. Era su sudor aparentemente. No sudó de forma muy intensa pero si evidente para dar a ver la mancha húmeda debajo de su cabeza que sobresalía por la almohada. Su cuerpo seguía recostado en una superficie suave en lo que parecía ser una camilla grande, bueno al menos para ella. Sus orbes azulados prevalecieron en el techo unos segundos mirando casi fijamente el bombillo.
Aparto la vista apenas sintió aquella molestia en su mirada y como ahora veía manchitas a su alrededor por ver tan fijamente una luz. Poco a poco comenzaba a escuchar voces que no estaban demasiado lejos, al parecer al otro lado de la puerta que había en la habitación.
Entrecerró un poco sus ojos para suspirar pesadamente en un pequeño sonidito. Volteó su cabeza con lentitud hacia el suelo y después a un costado suyo; sentía su cuerpo raro, cada poro que tenía cosquilleaba en una sensación rara, justo como la del momento en el parque de juegos.
Un momento.
Cerró ahora sus ojos con fuerza por aquel pequeño diálogo de su conciencia, haciendo una pequeña mueca cuando recordó perfectamente que sucedió. Sintió una pequeña opresión en su pecho por aquello, por lo que después una de sus manos se levantó y se aferró a lo que parecía ser una camisa nueva y diferente.
—Espero... que todos se encuentren bien... —murmuró en un tono débil y bajo sobretodo arrepentido de lo que había provocado.
Aunque se haya sentido asustada y triste de haber provocado algo como miedo a las demás personas, nunca evitaría sentir igualmente preocupación. En las peores situaciones seguiría preocupándose por alguien más.
Escuchó nuevamente aquel eco de las voces que se oían aún afuera del lugar a lo que siguió manteniendo sus ojos en aquella dirección en espera de que alguien apareciera. Podía sentir la zona de sus pómulos, mejillas y nariz algo calientes. Aquella zona estaba teñida de rojo en un ligero rubor por la ligera fiebre que aún poseía.
Sentía de igual manera pesadez en cada extremidad de su cuerpo junto con la molestia de poseer calor. Le parecía muy incómodo esa sensación que le arruinaba la poca tranquilidad que tenía, ahora se sentía de una manera intranquila por como se lleguen a encontrar los ciudadanos e igual Otani. En serio quería saber como se encontraba luego de que sin intención la lastimara.
—Lo siento mucho, Otani-san... —susurró en un tono bajo apretando sus ojos al cerrarlos. Sabía que le había hecho daño; aún le ardía un poco su mejilla pero tampoco podría tenerle rencor de esa manera, menos al saber que era lo que le había hecho sólo por tratar de saber que le sucedía aunque había terminado lastimándola aún más que antes.
Lo más seguro es que le dejaría una marca en todo su brazo.
Sus ojos se dirigieron por donde venían aquellos sonidos de personas hablando, y ahora que escuchaba con atención eran tres voces de las cuales sólo dos de ellas podía distinguir vagamente pero suponía quienes eran; sus padres. A pesar de que notara que Katashi decía cortas palabras y hasta silabas sólamente, podía reconocer su tono de voz. Una sonrisa fue formándose entre sus labios por aquel hecho, un pequeño pero alegre gesto de saber que sus padres estaban ahí así que podría estar más tranquila que antes ya que lo único que quería era un abrazo de Eiko y alguna palmadita de su papá.
Unas pequeñas lágrimas volvieron a asomarse por sus pestañas al notar como sus progenitores se adentraban a la habitación aún hablando con quién parecía ser un enfermero que suponía era el de la feria o simplemente estaban en un muy rústico y sencillo hospital. Sea como sea, se aliviaba que sus padres estuvieran allí para poder darle confort luego de aquella aterradora y horrible experiencia que había vivido y no quería volver a vivir.
—Papá, mamá... —la pequeña peliroja llamó débilmente a sus padres pero de forma necesita y sobretodo aliviada. Sus labios se abultaron en un tembloroso puchero en indicios de que quería llorar.
—Hatsulin... —Eiko con una mirada preocupada y aliviada fue rápidamente hacia su pequeña niña quién ya soltaba pequeños sollozos para aferrarse a los brazos de su madre cuando la abrazó contra ella. Katashi se había quedado mirando hacia ellas junto con el enfermero y a cargo de pequeñas heridas y demás, aunque extrañamente para él la niña no tenía ningúna herida.
El albino metió sus manos dentro de sus bolsillos con una mirada bastante fija y a la vez desinteresada en su esposa e igualmente en su pequeña hija. No mostraba algún gesto preocupado o aliviado por Hatsulin sinceramente, sólo observaba la preocupación que si mostraba la pelirroja más oscura quien no hacía más que abrazar a la menor y darle besos en la cabeza, notando como se aferraba y lloraba con miedo y alivió al mismo tiempo, demostrando que aún estaba asustada y arrepentida de todo el alboroto que había ocurrido a causa de haber desarrollado su quirk.
En alguna otra situación se hubiera alegrado -también asustado obviamente- de por fin haber manifestado su poder ya que podría no llegar a desarrollar alguno, pero como sucedió ese día no podía alegrarse; sólo sentirse mal consigo misma y totalmente preocupada. No sabe con exactitud si llegó a lastimar a alguien más aparte de Otani pero si ese fuera el caso sólo se sentiría totalmente arrepentida por ello. Ahora le daría más temor ir a la guardería nuevamente y que todos la alejen por creer que ella les haría daño, pero no le haría ¿verdad?; ella no lo haría o hizo intencionalmente. No era capaz de lastimar a alguien con verdadera intención.
—P-perdón, mamá... Los asuste a todos, dañé el parque, l-lastimé a Otani-san sin querer... —susurraba entre hipeos la de grande ojos azules mientras sorbía una y otra vez la mocosa que avecinaba sus fosas nasales al humedecerse con sus lágrimas—. P-perdóname...
—Shh, cariño. No te disculpes. —la pelirroja mayor comenzó a acariciar suavemente sus cortos cabellos carmesí para tratar de calmarla con una mirada dulce y tranquila, observando unos segundos a su esposo quien no hacía más que mirar.
—Yo no he encontrado ningúna herida hasta ahora. Pensé que tendría alguna quemadura externa en su cuerpo pero al parecer su piel esta perfectamente bien, aunque aún posee algo de fiebre —comentó aquel hombre que no pasaba de los cuarenta—. Disminuyó luego de diez minutos la gran cantidad que tenía. Antes de que ustedes llegaran tenía un poco más, al parecer tiene la fiebre más estable y menos alarmante.
—Mhm... —Katashi simplemente asintió en una aclaración de garganta muy leve y poco interesada pero la había sonado de tal forma que se escuchara algo de falsa atención. Fuera de eso, no dijo nada más.
—Podrían ir con un mejor especialista, yo sólo trató heridas leves —el mayor frotó un poco su nuca al hacer una pausa.—, aunque su hija no tiene ningúna pero uno nunca sabe. Puede que físicamente no tenga quemadura o daño alguno pero tal vez de forma interna si haya alguna herida, sobretodo quemadura. Si van a un hospital podrían tener una información exacta de su estado y de paso saber de qué se trata completamente su quirk. —finalizó mostrando una sonrisa de lado, observando como el más alto presente se acercaba hacia la niña quién seguia lamentándose entre jadeos y sollozos junto con la mujer que sólo buscaba consolarla.
Katashi miró hacia abajo notando a Hatsulin subir su gran mirada azulada y cristalizada aún con lagrimitas cayendo por sus rojas mejillas. La Tsubomi menor abrió levemente sus labios de forma muy leve soltando simplemente ahora balbuceos sin sentido y sollozos haciendo a Katashi simplemente bufar un poco al notar ya la consecuencia de tanto llorar pero no dijo nada, sólo sacó una de sus manos de su chaqueta para darle unas muy leves palmaditas en su cabeza de forma vaga siendo aquella su forma de consuelo.
—No hay que confirmar con nadie de que se trata su quirk —dijo el albino en un tono normal en él pero de forma algo hostil para el doctor quien quitó su sonrisa—; fuego. Si ella demuestra esos claros indicios, se trata del fuego. Lo único que haría el doctor es confirmar que si se trata de fuego y tal vez nos aclare otras cosas.
El albino dejó su mano en la cabeza de Hatsulin quien aún hipaba y soltaba sollozos pero de cierta manera más tranquila por tener a su dulce madre abrazándola y a su padre dándole palmaditas que era un gesto normal en el Tsubomi de sangre pero que aún así ahora era algo reconfortante para ella, porque era un gesto que le recordaba que él estaba allí al igual que su madre; que ambos estaban con ella a pesar de lo que había sucedido.
Katashi dejó su gran palma en la cabeza de su hija unos segundos para retirar aquella extremidad y voltear a ver por sobre su hombro al doctor. —Es algo innecesario saber que quirk tendría, pero bueno. Es normal que alguien inútil e idiota como usted se dé de cuenta de lo obvio. —se encogió de hombros mientras colocaba una sonrisa "risueña" en sus labios como si lo que le dijo al contrario fuera la mejor cosa del mundo.
—¿Eh? —musitó el encargado de enfermería algo indignado por lo dicho del mayor de ojos azulados sobretodo por la manera en que lo dijo.
—¡Katashi! —exclamó sorprendida y en regaño Eiko por lo que había dicho su esposo hacia el enfermero. Hatsulin miraba un poco más tranquila -a la vista- y con un poco de sorpresa lo que dijo su padre, aferrando un poco sus manos a la blusa de la pelirroja que la había traído a la vida.
La verdad sabía que su padre era de una forma algo tosca al hablar, sobretodo directa sin embargo no ha llegado a ver o escuchar en persona como podría llegar a ser su forma de hablar hacia un contrario y justo ahora, había presenciado eso. Podía notar un ligero descontento en el encargado en medicina hacia su padre quien segundos después no hizo más que ignorarlo para volver a mirar hacia su dirección y de igual manera hacia su madre de quien no notaba la mirada de desaprobación de ella hacia su padre.
—Vámonos, Eiko, Hatsulin-chan.
HABÍAN PASADO YA CASI TRES AÑOS DESDE QUE Hatsulin finalmente había desarrollado su quirk. Las cosas se habían vuelto distintas y complicadas para ella sobretodo cuando había tenido que ir a la guardería nuevamente, claro que fue casi dos semanas después debido al temor que aún poseía en su cuerpo esos días de lastimar a alguien más. Aún recuerda a sus compañeros alejados y asustados de ella el día que volvió, y más que nadie Otani quién al apenas tener algún pequeño contacto visual la miraba con unos ojos que la estremecían y seguidamente salía corriendo como si fuera algún villano.
Fue demasiado difícil acostumbrarse a eso.
Ni siquiera el primer día de entrar a la guardería fueron así ya que en ese entonces aquellos niños desconocidos para ella querían buscar alguna amistad con ella, ahora la mayoría no. Así todos se mantenían alejados de ella aunque otros simplemente interactuaban con su persona con normalidad. Shinsō igualmente seguía interactuando con ella con normalidad aunque podía notar su esfuerzo para animarla ya que podía admitir su actitud en ese entonces; totalmente insegura. Puede recordar todavía que él se disculpó por usar su quirk en ella pero no le importó ya que era necesario.
No había querido para nada provocar daño ese día, no fue intencional, sólo no supo calmar sus sentimientos para calmar el fuego. Por protección y anticipación ha preferido no usar su quirk, no quería que su fuego provocara destrucción y daño. Quizás podría aprender a controlar su concentración y sus sentimientos al igual que su quirk si se da la oportunidad de usarlo nuevamente...
Pero ella no es su madre o su tío Endeavor, no tiene la fuerza o resistencia como ellos.
La última vez que había tratado de hacer el intento con su madre de usar una vez más su quirk, casi quema el patio de su casa al asustarse de ver a su hermano mayor Kazuto llegar a aquel lugar, rozando las flamas al no fijarse al entrar corriendo. Fue muy aterrador ese día por casi lastimar a su hermano o al menos un poco, no quería soportar ver heridos a personas cercanas.
No quería usar su quirk si sólo provocaba daño y destrucción a otros, de ninguna manera la ayuda o beneficia a ella. Ni siquiera puede usarlo menos de diez minutos porque ya su cabeza está demasiado caliente hasta casi desmayarse. Odia que pase todo eso, no quiere que pase.
No quiere ser una heroína si lo que hace es lastimar a otros.
Suspiró un poco mientras miraba por la ventana de su recamara con cierta nostalgia y tristeza al seguir pensando cada día sobre aquel asunto de su quirk. Si, exiten múltiples quirks muchísimos más peligrosos que el suyo y lo sabe pero para ella su poder es destructivo, ya que no puede ver lo bueno en él, no puede ver la luz que podría mostrar.
Entrecerró ligeramente sus ojos azulados, tomando levemente entre sus pequeños dedos su cabello aún corto que muy miseramente había crecido unos muy leves centímetros en aquellos casi tres años que pasaron. Con pensar en la palabra "año" inevitablemente el recuerdo de la vez que se supo su estado y el de su quirk apareció en su memoria.
«—Sólo habría que mantenerla con algún trapo mojado en su frente por ahora, luego ir a un ambiente frío para que su cuerpo se vaya adaptando. No recomiendo que inmediatamente tenga contacto con temperaturas bajas. Su cuerpo podría reaccionar negativamente —habló una mujer rubia y de ojos anaranjados, especialista en quirks. Ahora miraba el porta papeles que tenía sus manos, pasando cada tanto las hojas que eran sostenidas por aquel broche en su parte posterior—. Internamente no está demasiado grave. Como ya dije, su temperatura cambió y subió a otro nivel, si hay quemaduras internas pero no graves ya que simplemente su cuerpo se acostumbrara con el tiempo y sanarán.
—Ya se entendió que quiere decir. Está con cambios pero no graves, nada de frío directamente. Recibido, sólo cambie de tema. —bruscamente el albino tomó la palabra de la doctora quien lo volteó a mirar con atención para suspirar sin darle tiempo a Eiko de regañar nuevamente a su esposo.
La pelirroja menor no hacía más que escuchar. Estaba de una forma similar y a la vez diferente a su padre, sólo escuchando la conversación sin decir nada, pero simplemente era porque no encontraba que pudiera decir para integrarse a la conversación que prácticamente era "una conversación de adultos".
La rubia especialista en medicina y quirks frunció ligeramente su ceño por la osadía que a usado el albino para dirigirse hacia ella pero no refutó ante su grosería ya que tenía que seguir siendo profesional. Suspiró un poco después de cerrar sus ojos, acomodando levemente los lentes que usaba sobre sus ojos y justo encima de algunas pecas en sus pómulos.
—Como iba diciendo, señor y señora Tsubomi: su hija está bien —concluyó la rubia cruzando sus brazos mientras recostaba muy ligeramente la parte trasera de sus muslos en el borde de la mesa. —. Ahora, hablando de su quirk es algo usual sobretodo por el elemento que posee —comentó cerrando un poco sus ojos—. Hasta ahora se demostró que heredó prácticamente el quirk de la madre... —hizo una pequeña pausa.
—Hell Flame. —habló Eiko cuando notó que la especialista quería recordar el nombre de su quirk. Pudo ver cómo asintió levemente para proseguir:
—Hell Flame; el cual es derivado del fuego, un elemento usual y no muy llamativo. Aunque claro, dependiendo de como se desarrolle —mostró un pequeño gesto con la mano para volver a suspirar—. Con lo que me han dicho respecto a los usos de su quirks y también dependiendo del quirk suyo y el señor Tsubomi, se considera que se trataría del mismo Hell Flame de otra forma desarrollada considerando el quirk de él igualmente. Podría llamarse...
La rubia miró finalmente al albino, luego a la pelirroja ligeramente oscura y por último a la niña quién levantó su mirada para ver con cierta timidez pero curiosidad de que fuese a decir respecto a su quirk y de como podría nombrarse.
—Hell Fire. —reveló la de ojos anaranjados provocando que Eiko asistiera, Hatsulin mostrara bastante sorpresa y Katashi que alzara su ceja por aquel nombre, agregando que era casi idéntico al de su esposa quien ahora acariciaba su cabeza con suavidad, siendo que la menor miraba aosmbrada a la señora de cabellera rubia—. Hasta ahora, puedo ver que su quirk es como el suyo, señora Eiko, no se ha visto alguna similitud al de su esposo pero quie sabe, más adelante puede desarrollar algo con Hell Fire que tenga que ver con el quirk del señor Katashi. Los quirks de fuego son muy comunes, pero también pueden ser problematicos. No obstante, pequeña, no debes asustarte —la especialista le da una sonrisa relajante a la niña quien ya había puesto una mirada dudosa por sus palabras—. Con esfuerzo, puedes llegar a ser muy poderosa y asombrosa.»
Sus hombros se encogieron levemente por recordar aquellas últimas palabras. No creía para nada en aquello -o al menos no se daba el esfuerzo en creer- ya que lo único que ha provocado es dolor y miedo; eso no es para nada poderoso o asombroso, sólo algo lúgubre y aterrador para todos o al menos ella lo ve así. No podía tener algún escenario en su cabeza dónde su quirk ayude.
—Sólo sirve para dar miedo. —murmuró la pequeña de ya casi siete años con una mueca en sus labios, mirando hacia un lado suyo al pequeño canino que estaba durmiendo acurrucado a su lado. Llevó sus manos hacia su pelo blanquecino, acariciando suavemente aquella textura suave y con aroma a pelusa que ha mantenido desde hace cuatro semanas desde que su padre lo trajo repentinamente un día.
Ese perro era en serio un confort para ella a pesar del poco tiempo que llevaba conociéndolo pero que aún así había formado un lindo lazo con él. Sólo tenía que acariciar su pelaje o abrazarlo para sentirse tranquila de una vez por todas. Ese canino era como un amigo muy cercano que cada vez que la vea deprimida pareciera que dijera; aquí estoy, para ti.
Sonrió con sólo pensar e imaginarlo literalmente hablar y decir esas palabras justo ahora. Aunque fuera una niña que ya dejaba de pensar en cosas tan imaginativas, aquel pensamiento de que el Husky siberiano de pelaje blanco e igualmente peludo hablara fue por impulso, y de que de por si a veces seguía imaginando cosas así de locas pero normales para un niño de su edad.
—Nee, nee, Yuu-chan —lo llamó con aquel tono chillón pero suave hacia el canino de género masculino moviéndolo un poco, viendo como casi de inmediato abría sus ojos azulados -aunque de un tono más azul cielo que el color de sus ojos- para mirarla al levantar su cabeza—. ¿Por qué tener miedo es tormentoso?... ¿por qué no puedo tener alguna motivación para alejar ese miedo?
Sabía bastante bien que Yuu no le iba a contestar por obvias razones, pero le era inevitable no decirle esas palabras como si fuera a contestarle. El de raza siberiana ladeó un poco su cabeza hacia su lado mientras su peluda cola se movía levemente como en un gesto de curiosidad, Hatsulin igualmente lo miró varios segundos hasta reírse y sonreír levemente con suavidad y a la vez amargura y nostalgia.
—Yo tampoco lo sé, Yuu-chan —dijo acariciando nuevamente su pelaje, como si él le hubiera dado a entender con aquella mirada que no comprendía. Total, ella tampoco comprendía porque el miedo era tan necesario pero abrumador al mismo tiempo—. Quisiera saber porque el miedo no deja de atormentarme...
En serio quería averiguar porque el miedo la atormentaba tanto a ella o si sólo era la única a la que le sucedía eso ya que era algo agobiante para ella que el miedo le impida hacer tantas cosas que había pensado antes en hacer. Porque aunque había decidido no usar su quirk y viceversa; en el fondo de su corazón quería ser heroína.
Pero hasta ahora, aparte del miedo, no tiene alguna motivación.
NO DEJABA DE VERLA FIJAMENTE DESDE SU lugar, sus codos seguían apoyados en sus rodillas al estar sentado en aquel banquillo que de alguna manera estaba soportando su peso, aunque de todas maneras llevaba menos de un minuto allí sentado al pensar profundamente al ver a su hija dormir en su gran cama con cobertores de un rosa suave.
Elevó levemente su antebrazo para apoyar su mejilla en su palma ahora en una postura pensativa al igual que su mirada que estaba de igual manera, aunque parecía totalmente ida. No había nada más que atención en aquellos fogosos pero opacos ojos azules, parecían que brillarán en la oscuridad pero de una forma algo estremecedora.
Respiró hondo unos segundos cubriendo unos segundos su boca con aquella mano que estaba en su mejilla para no despertar a su hija más pequeña ya que sabía muy bien que ella ya estaría asustada y acusadora por verlo aparentemente para salir. Recargó totalmente su espalda en la silla provocando un leve rechinido que hizo que la pequeña de cabello rojizo se removiera entre sus sábanas a lo que se quedó completamente quieto sin expresión alguna en su rostro, casi como una estremecedora estatua.
—Mm... —se aclaró levemente la garganta en un tono demasiado bajo que nadie podría escucharlo o tal vez si, pero en una cercanía bastante masiva. Sus brazos simplemente se cruzaron enfrente de su pecho de una manera interrogante—. Ahora eres una inútil.
Entrecerró levemente sus orbes azulados los cuales tenían una ligera sombra bastante fija. Tenía una expresión para nada que ver con la que tiene al estar con su familia, pero ahora era una situación bastante diferente y aparte, no había nadie despierto ya que era extremadamente tarde y de cierta forma temprano al no pasar de las 3:45 AM. Su cabeza se ladeó hacia un lado con lentitud para levantar la comisura izquierda de sus labios en una sonrisa muy leve.
Luego de unos segundos se levantó de su lugar al usar fuerza con sus piernas para acercarse hacia su pequeña hijita que dormía bastante tranquila y acurrucada entre las sábanas. Una de sus manos fue hacia su cabello rojizo en una muy leve caricia, una demasiada lenta provocando que Hatsulin se removiera haciendo una mueca pero Katashi siguió acariciando suavemente llegando a su hombro y brazo, el cual le dió una palmadita como a cualquier animal. Claro que de una forma leve para que ella no se despertara.
La siguió mirando unos segundos con la misma mirada que ha tenido desde hace cinco minutos o más. Dejó nuevamente su palma en la coronilla de la pelirroja quien seguía teniendo una pequeña mueca de inconformidad pero que se había relajado levemente al sentir un roce en el costado de su rostro, siendo nuevamente los dedos de su padre dándole pequeños gestos que casi nunca hace pero que ahora le ve innecesariamente correcto en hacer para que al menos su hija siguiera durmiendo; tenía el presentimiento de que cuando salga de la habitación ella despierte de repente y lo busque.
Volteó un poco su mano acariciando levemente su rostro con sus nudillos cañosos y con unas imperceptibles cicatrices que casi no se notaban por los guantes sin dedos. Detuvo aquellos gestos de un padre a su hija que nunca hacía para poder mirar a Hatsulin quién había relajado su expresión por lo menos, como si lo que hizo había sido el clavo para calmar lo inconforme que se había colocado de repente.
Sus ojos siguieron viéndola varios segundos con una expresión seria y muy fija, dejando su mano unos últimos segundos en su cabeza para alejarla con lentitud, notando como unos cabellos se enredaban en sus dedos. —Quizás nos veremos, espero que sí y espero que no... —susurró para alejarse totalmente de ella en unos pasos suaves e imperceptibles para el oído humano aunque Yuu desde su camita podía escucharlo y verlo más no se movía al estar somnoliento. Katashi siguió dando unos pasos más hacía atrás llegando a la puerta que estaba abierta.
Como un susurro que se llevó el viento, se alejó de allí a la par que colgaba una mochila totalmente negra de cuero al igual que su vestimenta en su hombro, colocándose un pasamontañas en sus rebeldes y albinos cabellos a la par de unas gafas oscuras que dejó en el puente de su nariz. Miró hacia su pequeña niña unos segundos.
—Goodbye, Hatsulin-chan... —susurró terminando su oración para cerrar la puerta con lentitud y así, comenzar a dejar la casa, sin dejar que nadie se entera aparte de Yuu de su despedida.
SE ESCUCHÓ CLARAMENTE EL SONIDO DEL VAPOR del café en aquella tarde de un sábado, su dedo índice y del corazón hacían rodar ligeramente su lápiz del número 2 contra la mesa de madera del comedor, de una forma callada y decaída. Sólo podía ver y escuchar como su madre comenzaba a servirse un poco de café en silencio.
Era algo bastante claro el desánimo que había en esa casa o al menos por parte de la pequeña de cabello rojizo quien no hacía más que hacer gestos muy pequeños o sólo mirar perdidamente algún punto como si tratara de encontrar algo que le hiciera falta. Pero realmente si le hacía falta algo; su padre.
Ya habían pasado semanas desde que su padre se había ido por alguna razón aparente sin dejar rastro. Llamaron a sus conocidos y nadie vió nada, igualmente llamaron a la familia de Katashi para saber si tenían conocimiento de su ubicación y la respuesta fue la misma, agregando que también hubo alteración de su parte. Habían estado buscando varios días, su madre se la ha pasado -cuando no está trabajando- yendo a buscar una y otra vez a los lugares que podría frecuentar aquel albino pero que no podría encontrar algún rastro suyo.
Eiko tenía poco conocimiento de los compañeros de trabajo de su aún desaparecido esposo. La verdad se ocupaba sólo en su familia y trabajo que no le prestaba conscientemente atención a lo que trabajaría su esposo, sabe que es de investigación unida con los héroes para dar información de villanos y buscados, etc etc. No hay rastro de él en ningún lado, como si se hubiera desaparecido de la faz de la tierra o como si algún villano se lo hubiera llevado bajo tierra.
Hatsulin levantó la mirada al escuchar aquel distinguido sonido de un timbre telefónico, viendo vibrar levemente aquel teléfono de casa de color grisáceo dando a entender la llegada de una llamada. Para no causarle molestias a su pensativa y triste madre que hacía la merienda de la tarde. Hatsulin de un pequeño saltó se colocó en pie para contestar usando un banquito para alcanzar y tomando la llamada, llevando el teléfono a su oído.
—¿Hola? ¿quién habla? —preguntó curiosamente la pelirroja y con esperanzas de que sea su padre, aunque sólo se confundió por no oír nada mas que una leve respiración—. ¿Hey?.
Seguidamente escuchó una risa en un suspiro confundiendola un poco para apegar el teléfono mas a su oreja. —¡Tiempo sin hablar, pequeña nieta!
→ S H A N X L A B Y X←
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