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❪𝗢𝟭❫ ; 𝗼𝗿𝗶𝗴𝗶𝗻𝘀: 𝘁𝘀𝘂𝗯𝗼𝗺𝗶 𝗵𝗮𝘁𝘀𝘂𝗹𝗶𝗻.

ARC ONE; THE ECLIPSE❫
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CAPÍTULO UNO;
ORÍGENES: TSUBOMI HATSULIN
El comienzo de una pequeña chispa❜

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©Shanxlabyx
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HUBO UN DÍA EN EL QUE UN INFANTE RECIÉN nacido resplandecía de luz pura, un fenómeno bastante impresionante en ese entonces hasta que poco a poco mientras las nuevas generaciones surgían, más peculiaridades fueron apareciendo, unas más asombrosas que las anteriores.

Y llegó hasta el punto, que tener un rasgo peculiar, un poder, se volvió la normalidad para todos.

Surgiendo los poderes, surgieron sus nombres, siendo estos los quirks. Habían de todo tipo, hasta la actualidad, incluso unos heredados y más desarrollados que de los anteriores portadores porque mientras más y más va pasando la generación, más avanza el quirk.

Sólo el 80% de las personas en el mundo poseen algún quirk, los que no logran poseer algún poder son llamados como quirkless, los simples y corrientes aunque eso no significan que no ayudaban a la sociedad, claro que lo hacían, siendo maestros, policías, detectives, doctores y demás profesiones, estando entre estás, la profesión de héroes y heroínas.

Muy genial ¿no?, algo que sólamente era ficticio se volvió la realidad al punto de ser un trabajo.

Para muchos es una pura bendición poseer un quirk, otros no logran poseerlos pero buscan una manera de ser héroes de otra manera, ayudando a los ciudadanos de otra forma, y lograndolo a pesar de ser "corrientes quirkless", pero ellos logran muchas cosas con su esfuerzo.

Dan todo de si para ser héroes, con o sin quirks.


LAS RISAS SE ESCUCHABAN EN EL LUGAR debido a los niños de la guardería yendo y viniendo: niños de varias apariencias distintas junto con sus padres o familiares. Entre ellos había una pareja junto con sus dos hijos menores, un niño de ya seis años con su quirk desarrollado y la más pequeña, una niña quien apenas cumplió sus cuatro años, por lo que aún no ha desarrollado su quirk, pero si logra obtenerlo, no le falta mucho.

Ambos tenían cabello rojizo, con la diferencia del estilo y de la obviedad de que uno era un niño y otro una niña, pero en rasgos de cabello también habían, uno lo tenía más alborotado y más oscuro, mientras que la otra lo tenía un poco más liso, pero a la vez ondulado y revoltoso. Se veía de lejos que ellos dos son hermano y hermana.

La pequeña de cabellos rojizos y unas perlas azuladas se aferró levemente al cuerpo de su padre quién era el que la cargaba a ella, con un brazo, sacándole una sonrisa curiosa al mayor quién poseía cabello albino y ligeramente revoltoso, pero teniendo los mismos ojos que su pequeña niña, sólo que más opacos.

—¿Asustada, Hatsulin-chan? —habló el de perlas del mismo color que su hija, con un timbre de voz ligeramente grave y con un tono algo interesado y burlón, pero en buenas intenciones. Como respuesta la más pequeña volvió a aferrar sus manitas a la chaqueta de Katashi, para seguidamente esconder su rostro entre el hombro y cuello de su padre de cabellera blanquecina.

—S-sí, papá —su voz chillona hizo protagonismo en la pareja y el otro niño presente, de su sangre, quién desde el suelo la miró con curiosidad—. No quiero estar aquí, quiero seguir en casa con mis hermanos y con Shō-chan, a ellos los conozco, aquí no conozco a nadie —dijo la niña con temor y dudas reflejados en su chillona voz. Se avergonzó ligeramente cuando escucho claramente las risas de su padre—... No seas malo, papá, no te rías de mí.

—Sí, sí, no me reire de ti, Hatsulin-chan, sólamente no entiendo porque te da miedo estar con otras pulgas como tú. —se burló nuevamente el albino riéndose de forma relajada,hablando de forma vaga y desinteresada, hasta inclinar su cabeza levemente hacia adelante por el golpe que recibió.

Katashi. —habló la voz de su esposa en forma de queja quién sostenía la mano de su hijo Takeshi, quien luego de escuchar la razón del temor de su hermanita miró con desinterés a su alrededor. El nombrado de cabellera blanquecina se sobó con su otra mano su nuca, mirando al suelo.

Eiko, sólo bromeaba —dijo sin ningún signo de culpa su esposo, sonriendo de forma socarrona, recibiendo nuevamente un gesto de la otra pelirroja presente, siendo una mirada, haciéndolo reír levemente por aquello hasta que sintió unos dedos apretar su mejilla y jalarla, no le dolía: sentía su piel estirarse, pero no le dolía—. ¿Tú también, Hatsulin-chan? Ya saben que siempre bromeo.

—Katashi, sabemos que no lo dices en malas intenciones, pero recuerda que es el primer día en la guardería de Hatsulin, hay que entender que obviamente va a estar temerosa. —dijo ahora la voz femenina de Eiko suspirando un poco,usando de igual manera su mano restante para acariciar suavemente la cabellera rojiza y llamativa de su hija, quién tenía su cabello ligeramente corto, le llegaba encima de sus hombros.

—Más si sólo convivió con nuestros hermanos y nuestros primos. —ahora la voz de Takeshi se hizo presente siendo quien veía aún sin desinterés su alrededor, bostezando. No veía nada nuevo, no era su primer día en la guardería, más bien él ya comenzaba primaria, sólamente que en un establecimiento diferente.

—Onii-chan, no me pongas más nerviosa con recordarme que conviví sólo con ustedes mis hermanos y nuestros primos en toda mi vida, yo estar nerviosa. —habló en reproche la pequeña de la familia levantando su rostro del cuello de su padre para ver a su hermano igualmente pelirrojo que sólamente bostezó.

—Hatsulin-chan, se dice "yo estoy nerviosa" no "yo estar nerviosa". —rápidamente le recalcó nuevamente el Tsubomi de sangre riendo levemente por la confusión de las palabras de Hatsulin, después de todo, hasta apenas hace poco cumplió los cuatro años, seguía siendo muy pequeña y se confundía con una que otra palabra.

—La cosa es que tengo nervios, papá.

—Bueno, solecito, no debes estar nerviosa, ¿sí?, no pasará nada malo —habló dulcemente Eiko mirando hacia su pequeña niña y posando su mano suavemente en el costado del rostro de la menor, acariciando suavemente su pómulo y su mejilla, que era levemente rojiza. Pudo apreciar como llamaba la atención de la menor siendo observada con aquellos grandes y llamativos ojos azules—. Vas a conocer niños nuevos, seguramente harás amigos, las maestras y maestros te ayudarán en lo que necesites y más, podrías pensar en lo bueno que podría pasar.

La hija menor de la familia Tsubomi la miró unos momentos con aquellos orbes azulados para bajar un poco la mirada con nervios, curveando levemente sus cejas hacia sus lados en señal de su inseguridad.

No ha convivido con algún otro niño o niña de su edad que no sean sus hermanos o primos, los cuales sólo le llevan unos cuantos años, la mayoría no tienen su edad exacta, sólo se acercan.

Aunque también hay de su edad en familia.

—Pero... mamá, ¿y si sale algo mal?, ¿y si no les agrado como soy?, ¿y si nadie se quiere acercar a mí? —había preguntado Hatsulin con un tono de voz asustado y confundido. No sabía que pensar, pero lo que si sabía era que estaba asustada por lo que llegase a suceder.

Cualquier niño pequeño se va a asustar en su primer día de escuela, por el temor y la inseguridad de que nadie se le acerque o no sepa cómo socializar con algún ajeno o ajena: incluso siendo ya niños grandes o adolecentes entrando en la escuela o secundaria, a pesar de ya haber crecido o, de cierta forma, madurado, tendrían esa presión en su interior de no lograr interactuar así sea con un niño o niña.

—Ya verás que sí se van a acercar a ti, pero no tanto, principalmente los niños; que socialicen pero que no tomen tanta confianza: no, que estén un metro de distancia de ti —hablaba con una sonrisa Katashi mientras miraba a la nada con la mirada de su esposa y sus dos hijos menores en él por lo que decía. El mayor ladeó levemente su cabeza hacia un lado sin mirar algún lugar en específico—. ¿Sabes qué?, que no se te acerquen los niños, las niñas sí, pero niños no y si se aprovechan, patéale justo en sus pequeñas bo-

—¡Todo va a salir bien!, ya verás, Hatsulin, sólo piensa en que lograrás hacer amigos y que te irá bien. —Eiko rápidamente había interrumpido a su esposo por lo que estaba diciendo con muchos niños presentes, más con dos de esos con ellos, ¡mucho más cuando eran sus hijos más pequeños! Tsubomi Katashi suele ser un lengua suelta, no le importa decir cualquier tipo de cosas, esté o no esté en público o con menores.

Pero bueno, sólo habría que saber tratarlo.

—No estoy segura papá, mamá, aunque me digan eso seguiré sintiendo nervios... Seguiré sintiendo miedo... —dijo Hatsulin en un hilito de voz volviendo a aferrarse levemente a la chaqueta de su padre, mirando con miedo su alrededor.

Notó como su padre se agachaba con ella en brazos hasta que sus pies tocaron el suelo, miró confundida y atenta hacia él quien seguía agachado en cuclillas enfrente suyo. Miró hacia un lado viendo a su hermano Takeshi ver con una expresión aburrida hacia ellos, pero podía verse el interés en sus ojos rojizos. La menor volvió a mirar a su padre hasta cerrar sus ojos sintiendo la gran mano de Katashi colocarse en su cabeza, hasta comenzar a moverla levemente.

—Hey, hey, Hatsulin-chan, ¿acaso te dijimos que dejaras de tener miedo? —había cuestionado de forma retórica el poseyente de ojos iguales a los de su hija menor, los cuales eran ligeramente más brillantes y con aquel brillo inocente de infantes—. Es normal tener miedo en alguna ocasión, somos humanos, nos sentimos de muchas maneras, sobre todo asustados, incluso con la cosa más insignificante como con una cucaracha con alas. —dijo el mayor entre ellos sonriendo de lado, dándole leves palmaditas a la cabeza de Hatsulin con el costado de su mano, escuchándose el ligero sonido de "tap tap" al golpear, sin nada de fuerza realmente

—Tu padre tiene razón, Hatsulin, sólamente te estamos diciendo que las cosas saldrán bien, con o sin miedo —dijo ahora su madre Eiko quien se agachó junto con su esposo y padre de sus hijos, siendo uno de ellos que veía atento a su conversación, viendo a su hermanita bajar la cabeza con cada "golpecito" que recibía—. Como dijo tu padre, es normal tener miedo, pero ese miedo en algún punto nos da la fuerza para ser capaces de hacer las cosas.

Hatsulin miraba a sus dos padres sucesivamente mostrando total fascinación y curiosidad en sus ojos, abriéndolos ligeramente viéndolos seguros. Su padre, Katashi, aquel hombre de cabello blanco, ojos azules y piel igual o más clara que la suya. Junto con esta misma, su madre, Eiko, una bella mujer de cabello rojizo un poco más oscuro y piel menos clara que la suya, ambos tratando de darle ánimo para que siguiera con aquel pequeño paso, pero que era uno grande para ella.

Y eso la alegraba, saber que, a pesar de todo, sus padres la apoyaban de esa manera, a pesar de la "insignificancia" de su miedo, porque aunque ella supiera que en algún momento entraría a la guardería y estaría rodeada de más niños y niñas de su edad, no evitaba el temor de aquello porque como se dijo; no ha pasado de la interacción de sus hermanos, de edades más grandes que ella o sus primos, los cuales no con totalidad ha convivido, pero básicamente sus únicos cercanos y amigos son su familia.

Su primer día de guardería era hoy que pronto sería su primer día de primaria, luego de secundaria y después preparatoria en dónde escogería su camino a seguir en su vida, la razón de que se levante y se esfuerce cada mañana en su adultez.

Aún tenía muchos pasos por delante, demasiados, apenas estaba comenzando con su largo camino en la vida, apenas ha comenzado a recorrer en pequeños pasos siendo uno de estos la guardería, convivir con otros ajenos y ajenas de su edad, y tal vez, sólo tal vez, hacer algún lazo de amistad con alguno de ellos.

A pesar de su miedo, ella quería, en serio quería, hacer algún amigo.

Sus manos subieron ligeramente hacia la altura de su plano pecho, sosteniendo la tela de su camisa hasta apretarla y arrugarla, estaba luchando internamente por agarrar un poco más de voluntad y dar aquel gran paso en su vida. Quería aceptar y usar los ánimos que le daban sus padres y aunque su hermano no dijera nada, con sólo notar su mirada sabía que él también le daba ánimos.

Y la hacía sentirse feliz y tranquila, saber que tenía su apoyo en este pequeño y a la vez gran paso en su crecimiento.

—Trataré... trataré de dar mi mayor esfuerzo, mamá, papá. — Hatsulin habló finalmente, tomando la palabra en aquel silencio en medio de sus únicos conocidos por el momento.

Subió su mirar, sus pupilas temblaban levemente al igual que sus manos, pero a pesar de eso trataba de mostrar decisión, de mostrar determinación. En aquel reflejo de temor en sus perlas brillantes y azuladas, se podía distinguir como ahora un brillo de determinación trataba de tomar protagonismo encima del miedo.

Trataba de ser valiente.

—Puede que no sea mucho, pero mamá y papá tienen razón, todo saldrá bien —nuevamente Takeshi había tomado la palabra, estirándose un poco para llevar una de sus manos hacia la cabeza de su hermanita, dándole igualmente unas palmaditas—. Te irá bien. Plus Ultra.

Los ojos de Hatsulin se abrieron levemente, pero de emoción mientras poco a poco una sonrisa iba apareciendo en sus labios, junto con el brillo creciente de determinación y ahora emoción por las palabras alentadoras de su hermano mayor.

—Bah, no vayan a empezar con eso. —habló Katashi estirando sus labios a la par que volvía a levantarse, llevando sus brazos hacia detrás de su cabeza, en una postura desinteresada y aburrida.

—Katashi. —dijo Eiko llamándole la atención para imitar su acción de levantarse con sus manos en su cintura recibiendo sólo un gesto perezoso de su esposo, por lo que rió levemente para mirar con dulzura a su pequeña niña—. Ese es el ánimo, Hatsulin, seguramente saldrán las cosas bien, ¿sí?, ¡ten emoción! —Eiko levantó ligeramente sus puños de forma entusiasmada, tratando de contagiárselo a su pequeña niña.

Cosa que pasó porque nuevamente aquel brillo singular de emoción se reflejó en sus ojos azulados para seguidamente apretar sus labios los cuales se ensancharon en una sonrisa de emoción, apretando sus puños.

—¡Sí, mamá, seré valiente! —había hablado con un poco más de seguridad, pero sobretodo emoción, aquellos dos sentimientos luchando por ganarle a los nervios y al miedo, estando en una gran y difícil batalla de ver quién dominaba.

Era un ambiente lindo, ver a unos padres tratar de animar a su hija menor en su primer día de guardería, al igual que su hermano que a su manera la apoyaba ya que podría comprender sinceramente que eran los nervios del primer día, no lo negaba, él lo vivió y la entendía.

Por lo que la apoyaría al entenderla.

—Oh, miren, una cucaracha con alas. —había dicho de repente Takeshi, rompiendo cualquier burbuja entre su hermana y sus padres y mirando hacia la distancia mientras algo volaba y se acercaba.

—¡Kya, una cucaracha! —chilló Hatsulin, mientras se esfumaba cualquier sentimiento de valentía para correr rápidamente hacia su madre y buscar escondite, pero ésta se exaltó un poco cuando vio a aquel animal volar cerca.

Oh shit!, ¡rápido, vámonos! —había dicho ligeramente exaltado Katashi para mover sus manos por la espalda de su esposa haciéndola caminar con su hija casi aferrada a su pierna.

—Esperen, era una mariposa con alas oscuras —habló Takeshi con su mano levantada y su dedo ligeramente extendido en dónde se apoyaba dicho animal, quién tenía unas oscuras pero hermosas alas—. Mi error.

—¡Onii-chan, rápido, rápido! —llegó rápidamente Hatsulin para agarrarlo del brazo, espantando a aquella peculiar mariposa por la presencia algo exaltada de la de cabello rojizo quien se llevó al mayor que ella, por lo que sólo se dejó llevar.

Sinceramente, fue un comienzo bastante peculiar y divertido.


BUENO NIÑOS, EL DÍA DE HOY TENEMOS a una nueva amiga, quién se integrará y se convertirá en un nuevo miembro de nuestra familia.

Hatsulin escuchaba atentamente la voz de aquella maestra quien hablaba con dulzura y tranquilidad hacia quienes serían sus nuevos compañeros y compañeras y lo que esperaba, sinceramente, también amigos.

No lo niega, a pesar de tantas palabras de aliento y emoción de parte de sus padres, hermanos e incluso ella misma, los nervios y miedos volvieron, invadiéndola de nuevo con un montón de malas posibilidades que lograrían pasar apenas pase aquella puerta.

❛¿Y si cuando entre me tropiece, y me lastimo?, ¿y si se burlan de mí?, ¿y si creen que soy muy pelirroja?❜. Sí, ese tipo de cosas era lo que pasaba por la mente de aquella joven y pequeña niña de tan solo cuatro recién cumplidos años, pensaba verdades y tonterías, siendo productos de su inseguridad de lo que fuera a pasar las cuales nublaron su emoción y valentía antes de que sus padres se fueran al ya haber dejado primero a Takeshi en su salón.

Estaba que se iba hacia el salón de su hermano, pero no recordaba por dónde era y también temía perderse.

Un montón de inseguridades estaban flotando a su alrededor que no escucho cuando su nueva maestra había terminado aquella "charla/aviso" que siempre dan los maestros cuando hay algún alumno o alumna nueva al ya empezar las clases.

—Tsubomi-chan, ¿quieres pasar a conocer a tus nuevos amigos? —la de ojos azules miró finalmente a su profesora estando detrás de la puerta de su pequeña aula, viendo a aquella chica que tenía cabello castaño corto con reflejos rubios, se veía joven.

La nueva estudiante y nombrada la veía con nervios, para negar rápidamente con la cabeza, escondiéndose rápidamente detrás de la puerta, escuchándose la ligera risa de la joven castaña junto con la de los niños, ya que lograron notar una silueta esconderse detrás de aquella puerta.

—Vamos, Tsubomi-chan, todos son agradables y quieren conocerte y ser tus amigos. —dijo nuevamente la maestra y encargada de los niños de la guardería, tratando de brindarle confianza a la pequeña niña de cabello rojizo.

Esta misma asomó medio cuerpo por detrás de la puerta, mostrando sus ojos algo dudosos por sus palabras, colocando sus manos en los bordes de la entrada.

—¿Esta segura, sensei...? —murmuró algo temerosa de creerle o no Hatsulin: después de todo, aparte de que esa mujer prácticamente era una desconocida, estaba nerviosa y aún temerosa por los sucesos que sucedieran.

La castaña había cerrado sus ojos junto con una sonrisa que mostraba dulzura y cariño, mostrándole aquellos sentimientos hacia la pelirroja quién por su gesto se relajó ligeramente. Vió algo sorprendida y nerviosa como la maestra extendía su mano hacia ella.

—Sí, Tsubomi-chan, seguramente les agradarás a todos —Hatsulin nuevamente había visto a la maestra quien le sonreía con dulzura, ahora mirándola con unos achinados ojos cafés sin dejar de extender su mano, la cual miró de igual manera con cierta curiosidad y dudas, para ver a su maestra—. Todo estará bien, Tsubomi-chan.

La nombrada por el apellido la volvió a mirar saliendo un poco de su "escondite" con una de sus manos hecha puño contra su camisa, mostrando su nerviosismo, aunque nuevamente estaba tratando de mostrarse valiente, como rato antes.

Con dudas fue estirando su otro brazo poco a poco hasta que sus dedos hicieron contacto con los de la maestra hasta agarrarlos levemente, mirando hacia el suelo algo nerviosa y apenada pero dispuesta y tratando de estar también valiente para dar aquel paso, comenzando su vida escolar.

La castaña le acarició un poco su cabellera rojiza en señal de que todo saldría bien para darse la vuelta de nueva cuenta hacia el aula, sin soltar su mano que clara y obviamente era más pequeña que la suya.

—Bueno, pequeños, les presento a Tsubomi Hatsulin, desde ahora será otra amiguita y hermanita para ustedes. —habló nuevamente la maestra con tranquilidad, jalando ligeramente la mano de Hatsulin quién al entender la señal dio unos pequeños y tímidos pasos hasta quedar dentro del aula, sin soltar la mano de su maestra y cuidadora e igualmente sin dejar de ver el suelo.

Podía sentir claramente la mirada de todos posada en ella, haciéndola temblar ligeramente en su lugar. Aunque se haya preparado mentalmente, ¡no se preparó físicamente a qué fueran tantos y que la miraran fijamente! Esto para ella era tan temeroso, pero a la vez emocionante.

—¿Por qué no levanta la cara? ¿Está muy asustada o qué?

—¡Cheng-kun, entiéndela, es nueva!

—Tiene cabello rojo...

—¿Habrá desarrollado su quirk?

—¡Qué bien, una nueva amiga!

Escuchó varias voces con diferentes comentarios y diferentes acciones, sólo podía removerse ligeramente en su lugar, usando su mano libre para apretar levemente la camisa de color rosa, que era parte del "uniforme" de aquella guardería, rosa niñas, azul niños, toda con el distintivo de aquel lugar junto con unos pantalones cortos hasta las rodillas de color azul marino.

Hatsulin no dejaba de estar nerviosa por su entorno, levantó ligeramente la mirada para observar disimuladamente el lugar, había alrededor de trece niños de su edad, pudo apreciar las diferentes apariencias de todos, como los rasgos distintivos, uno tenía la piel azul, uno tenía la cabeza y patas de un perro, ¡incluso una niña tenía unas bellas alas de mariposa y antenas!: seguramente ese era su quirk, cosa que la emocionó, siendo sincera.

Siguió observando a su alrededor con timidez y a la vez curiosidad, había a la derecha un gran ventanal que daba vista hacia el patio de juegos con césped y varios tipos de juegos, como columpios, sube y baja, una rueda, pequeños toboganes y demás juegos para niños. Sonrió levemente viendo aquellos juegos, sintiendo igualmente ansias de poder jugar ahí.

Volvió a observar hacia el aula, había varias hojas con todo tipo de dibujos en la pared o colgados en hilos, había carritos, árboles con las típicas nubes y sol con caras, un perro, un gato, un extraño dibujo de un pato con cola de cocodrilo y cuello de jirafa y demás dibujos, bastantes creativos, sin olvidar los dibujos de los héroes. Habían de varios o al menos pudo reconocer a algunos: no podían faltar dibujos de All Might, con exagerados músculos o cuerpos raros; Fat Gum, el cual era fácil de hacer al ser redondo; un tipo que estaba vestido todo de negro con una peculiar bufanda en su cuello y unos lentes en sus ojos, no lo reconoció o no sabía quién era, también estaba Endeavor -sólo vió dos dibujos de él- ; algunos de Gang Orca y demás héroes.

Era un lugar lindo, incluso había unos adornos encima de ellos colgados como las decoraciones de navidad, con la diferencia de que eran figuras de todo tipo, sin olvidar los baúles de juguetes en el fondo y con la alfombra de colores y de letras.

Una guardería bastante colorida.

Comenzó a pensar en lo bueno como había dicho su madre y su padre, pensar en las cosas buenas que pasarían e, igualmente, en las que habían, podía ver varios niños, posiblemente prontos amigos, había juegos, dibujos, ¡juguetes!, cosas que le gustan mucho a los niños pequeños y ella no era la excepción.

Quizás, sólo quizás, sí podría hacer amigos e irle bien ahí, sólo debía esperar a poder hablar con alguno y convivir, como hace con sus hermanos o primos, ¡seguramente será muy fácil! Si podía hablar con facilidad con sus familiares, podría hacerlo con estos niños y niñas, los cuales no le quitaban la mirada de encima y ya la estaban colocando muy nerviosa.

Levantó un poco más la mirada, aferrándose ligeramente a la pierna de su maestra al volver a sentir nervios por tantos ojos encima de ella pero trataba calmarse, por mucho que esté nerviosa y asustada debía calmarse así sea un poco, sintió unas suaves caricias en su cabeza que pertenecían a la maestra, a la cual miró recibiendo una sonrisa de su parte por lo que miró nuevamente a sus nuevos compañeros y compañeras, todos la miraban y preguntaban un montón de cosas, unos no tanto, otros sólo miraban y demás, había diferentes y de todo tipo de reacciones y apariencias, pero lo que ya le colocaba los nervios de punta era que todos ellos no dejaban de mirarla.

Suspiró hondo, buscando la calma en su cuerpo, mirando hacia el suelo un momento para levantar la mirada, buscando que decir; era prácticamente su primera vez entre tantas personas de su edad que no sean familia, por lo que no sabría que decir o algo, no sabía prácticamente socializar con totales desconocidos.

—U-uhm... hola... —fue lo único que pudo pensar y decir la menor, aferrándose nuevamente a la pierna de su maestra, captando la atención de sus compañeros, encogiéndose en su lugar por escuchar nuevamente un montón de preguntas por todos, cosa que la colocaban muy nerviosa.

De nueva cuenta se aferró a la falda de su maestra algo temerosa, mirando hacia otro lado con nervios, ¿qué niño no estaría nervioso?, un montón de niños y niñas desconocidos no dejan de lanzarle un millón de preguntas, con un montón de reacciones: sólo se abstenía a ocultarse o aferrarse a la mayor que solo reía levemente, acariciando su cabeza.

❛Me está dando nervios tanta atención... Pero son interesantes, algunos tienen rasgos o apariencias curiosas...❜ Había pensado la pelirroja, levantando un poco la mirada con cierta curiosidad para seguir analizando su alrededor, unos se veían comunes, pero con algún rasgo distintivo, otros se veían claramente llamativos, y algunos sólo se veían comunes; pero lo que si era un hecho era su emoción, porque a pesar del miedo seguía sintiendo emoción de interactuar con otros niños de su edad.

Siguió viajando levemente su mirada con timidez por cada uno mientras una pequeña sonrisa se formaba en sus labios, apenas notable, que mostraba una mezcla de nervios, pero a la vez emoción al ya haber dado el primer paso en esta etapa de su vida.

❛Estoy nerviosa y emocionada al mismo tiempo. Espero poder dar este primer y gran paso para mí.❜

Seas bienvenidx al primer capítulo de la historia de Tsubomi Hatsulin, nuestro pequeño ángel ♡
Damos comienzo con el primer arco, el arco de Sus Orígenes y Su Vida.
¿Que creen que suceda en todo este transcurso?

→S H A N X L A B Y X←

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