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❪𝗢𝗩𝗔❫ ; 𝘀𝗲𝗻𝘀𝗵𝗶 𝗶𝗰𝗵𝗶𝗿𝗼, 𝗼𝗿𝗶𝗴𝗶𝗻𝘀.

CHAPTER OVA; SPECIAL❫
*╔═══❖•ೋ°🍃°ೋ•❖═══╗*

CANON!OVA;
ICHIRŌ SENSHI, ORÍGENES.
❛En dónde la calma, provoca la peor tormenta❜

;(🌒);

advertencia o aviso de escenas fuertes.

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©Shanxlabyx
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SUS ORBES SE MANTENÍAN ATENTOS A LOS MOVIMIENTOS DE su progenitora, escuchando de igual manera su dulce y bella voz haciendo que una gran sonrisa se plasmara en sus labios, brillando en emoción por ver el inmenso potencial que tenía su mamá y la facilidad con la que se movía. Era tan asombrosa que su cuerpo se erizaba por los escalofríos cada vez que ella alcanzaba unas magníficas y perfectas notas altas. Se removió inquieto en su asiento del productor en medio de la grabación de una de las nuevas canciones que iba a lanzar.

Sus mejillas se ruborizaban sintiendo su corazón agitarse y sus pupilas dilatarse aún temblando, hipnotizado por la dulce voz de su mamá quien hacía movimientos suaves, provocando que su larga y sedosa cabellera naranja se balanceara con gracia en medio de aquel escenario tan delicado como lo era ella.

—Y... ¡Corte! —exclamó el director apenas la famosa cantante concluye con aquella interpretación que hacía Tsukeshi, quien soltó un largo suspiro abriendo sus ojos y mostrando una orgullosa sonrisa—. ¡Perfecto, Tsukeshi-san! —y el productor dió un par de aplausos.

La cantante soltó una pequeña y cantarina risa, colocando una de sus manos en su cintura y alzando la otra echa en un puño. Uno de sus ojos guiñó con una expresión de determinación y superioridad, mostrándose igualmente contenta por la buena escena que había hecho.

—¡Claro que lo es! Sería algo mediocre si no fuera maravilloso. —habló con una humildad y usual autosuficiencia, apoyando ambas manos en su cintura en una postura de jarrón—. ¿Verdad, Senshi?

El niño presente asintió con rapidez provocando que sus cabellos negros se despeinaran dejando de estar bien peinado por su madre. Sus ojos ligeramente rasgados y de un color café brillaban más que nunca con una resplandeciente sonrisa que podría iluminar el lugar, pero ahora iluminaba el corazón de Tsukeshi quien sonrió enternecida y feliz, sintiendo su corazón apretujarse por lo tierno que era su pequeño niño.

Senshi no tardó en bajarse de un salto de aquella alta silla para correr rápidamente a la figura alta y delgada de su madre, abrazando sus largas piernas apenas ella se bajó del escenario y llegó con su persona. La de cabellera color cobrizo soltó varias risas ante la enorme emoción de su primogénito, colocando una de sus manos en su cabellera oscura.

—¡Estuviste grandiosa, mamá! ¡Siempre lo haces genial! —halagó con mucha sinceridad hinchando el pecho de Tsukeshi y a su vez su ego por saber eso. Aunque siempre hiciera algún error al grabar o dijera mal una nota o palabra, su hijo decía que era asombrosa. Eso era lo que más le importaba—. Y el que diga que no, le pateo en dónde más le duela... —y aún abrazado a las piernas de su mamá, fue volteando su cabeza de manera tétrica con una expresión amenazante, agachando su rostro un poco provocando que sus despeinados cabellos provocarán sombra en sus orbes y se viera más amenazador.

Varios de los presentes, que en un principio habían mostrado ternura por las palabras de ese pequeño niño, se tensaron apenas vieron la aura que les estaba mandando aquel niño de cinco años. Sus ojos cafés estaban sin brillo alguno dando una mirada más aterradora. Incluso el mismo director tragó algo de saliva apenas vio la forma en la que los observaba a todos.

Sin embargo, a Tsukeshi le provocó gracia y ternura por ver cómo aquella pequeña bolita de cabellos negros se mostraba tan a la defensiva hacia los demás. La cantante no pudo evitar carcajearse suavemente por ese hecho, negando con su cabeza para simplemente acariciar los cabellos de su hijo para poder tranquilizarlo, cosa que pasó, ya que Senshi se había volteado a mirarla desde abajo, quitando de inmediato su expresión por nuevamente la emocionada y entusiasmada que tenía anteriormente.

—Bueno, supongo que ya terminas por hoy. ¿No es así? —la Ichirō de cabellera anaranjada volteó a mirar hacia el director que estaba mirando la grabación previa que había ejecutado aunque luego de eso levantó la mirada al escuchar la voz de su estrella presente.

El profesional en producción pestañeó un par de veces y después hizo un gesto pensativo, deliberando sobre si ya concluir aquel día de trabajo o continuar haciendo otras tomas ya que a penas iban por la mitad de la composición. Llevó una de sus manos en su mentón emitiendo un «mm» de manera pensativa, entornando sus ojos muy ligeramente para chasquear su lengua jovial y sonreír hacia la femenina.

—Si, no hay problema, Tsukeshi-san. Lo hiciste perfecto el día de hoy. Mañana podemos continuar y agregar más cosas o seguir con la idea principal. —señaló encaminándose hacia la cantante y su hijo de orbes cafés quien seguía atento y feliz con su progenitora—. Aunque a este paso dudo que haya que cambiarse algo en especial. Te puedes retirar. Cualquier cosa te contactaremos.

La de cabellera anaranjada sonrió ligeramente, satisfecha por sus palabras, luego asintió y miró a su pequeño hijo quien ahora estaba mirando con atención y fijación al director, teniendo una mirada algo acusatoria haciéndola soltar una ligera risa por la manera de actuar de Senshi pero lo dejaría ser. Después de todo seguía siendo un niño.

—¡Mami!

La pelinaranja levantó la mirada apenas escucha aquella otra voz, en esta ocasión más femenina y chillona haciéndola sonreír todavía más grande para luego mirar hacia la dirección en dónde vino aquella voz. Senshi no tardó en hacer lo mismo y él fue quien se adelantó, sonriendo en grande para soltar a la bella mujer que le había dado la vida para comenzar a dirigirse rápidamente hacia donde estaba su hermana junto con su padre el cual estaba cargando a la niña que anteriormente había llamado a Tsukeshi.

El hombre que la cargaba sonrió con un atisbo de diversión, viendo y riendo apenas el pequeño moreno chocó contra sus piernas al darle un rápido abrazo y luego estiró sus manos a la pequeña de dos años quien entre risas hizo lo mismo para ser cargada por Senshi, quien le dió un cariñoso abrazo y luego le dió un beso en su mejilla, sacándola más risas a la niña y provocando que Tsukeshi quien era la persona que se acercaba sonriera con ternura, enternecida por lo cariñoso que podía ser su hijo mayor.

—Hola, cariño. ¿Que tal todo? —preguntó con tranquilidad el hombre alto de cabello negro mientras sonreía un poco mostrando unos ligeros colmillos ya usuales en él. Tsukeshi le sonrió, dejándole un breve beso en los labios mientras se apoyaba en su hombro, acariciando unos segundos su brazo.

Hello, sweety. Estuvo de maravilla. Muchas gracias por preguntar, espero que tú estés bien, Takeo. —dijo con bastante confianza mientras se colgaba a su cuello y le sonreía, provocando que el pelinegro repitiera su acción y tomara en este caso su cintura, sin quedarse atrás.

—Ahora ya lo estoy, Tsuke... —murmuró sacándole una pequeña risita a la femenina al ver la sonrisa que había hecho y dedicado su esposo.

—Ew, no hagan eso.

Ambos soltaron una risa ante el comentario que se esperaron de parte de su hijo mayor, quien los veía con el ceño fruncido y un puchero en sus labios, a comparación de la niña quién estaba entretenida jaloneándole el cabello con diversión sin recibir más que leves gruñidos de dolor de parte de su hermano mayor que a pesar de reaccionar a sus acciones, seguía mirando con asco lo empalagosos que podrían ser sus padres en público.

La pelinaranja se soltó de su marido, y luego se dirigió hacia sus dos hijos para poder sostener a la menor quien había sonreído en grande dando a relucir más sus ojos que se habían iluminado para mostrarse contenta al tener cerca a su madre, volviendo a reír feliz mientras que su mamá comenzaba a repartir varios besitos en su mejilla, dejando la marca de sus labios rojizos en su piel.

—Hola hola, mi pequeña Mai. —dejó un último beso en la frente de su niña quién no tardó en volver a reír. La pelinaranja miró hacia su hijo mayor con dulzura y después hacia su esposo—. ¿Y si vamos por unos helados? ¿Que opinan? ¡Papá invita!

—¿Cómo? —dijo Takeo alzando sus cejas sorprendido por las repentinas palabras de su esposa, perdido sobre la conversación.

—¡Si, helado! —exclamó entusiasmado el moreno de cabellera negra alzando sus manos. Mai se quedó mirando a su hermano y repitió su accionar alzando sus pequeños brazos.

—¡Hado! —dijo en una palabra algo farfullada al no tener la suficiente capacidad para hablar con claridad. Takeo suspiró un poco ante aquello pero después sonrió resignado en cumplirles ese deseo a sus dos hijos.

—¡ATRAPEN AL VILLANO! ¡NO HAY QUE DEJAR que escape de la justicia!

—¡Nunca me atraparán! —rio con malicia y manera malvada mientras comenzaba a correr lejos de los héroes que querían atraparlo.

Las risas y gritos comenzaron a sonar notablemente en aquel patio, mientras que el infante seguía riéndose de manera maliciosa y dando algunas exclamaciones cada que alguno de sus compañeros se lanzaban a él. Jugando aquel icónico juego de los héroes y villanos hechos por aquellos niños de apenas cuatro y cinco años. Las niñas también chillaban adentradas en el juego, escapando del "villano" quien estaba fingiendo pelear con uno de sus amigos que imitaban a los héroes.

—¡Ya cayó tu ley! —Senshi se lanzó desde el tobogán quedando justo enfrente de su rival quien se sobresaltó soltando un grito por su repentina llegada—. Eh, digo... ¡Ya te cayó la ley, villano! —señaló desafiante al niño quien tenía su cabello azul.

—¡Ah, un héroe! —hizo una pose de batalla siento imitado por el de cabellera oscura—. ¡Nunca podrás conmigo, porque soy muy malo!

—¡Eso lo veremos! ¡HAH!

Y comenzaron a simular que estaban peleando dándose muy leves golpes o empujones pero tratando de no lastimar al otro a pesar de jugar un poco bruscos, haciendo exclamaciones ante cada golpe y movimiento que ejecutaban contra el otro apenas provocando movimiento el uno con el otro. Senshi mantenía una gran sonrisa en sus labios mientras que su compañero y amigo mantenía una expresión sonriente pero aún tratando de mantener su expresión de malo.

—¡Y-ya basta, déjenme!

Senshi inmediatamente se detuvo al escuchar aquel chillido, provocando que su contrincante bajara su brazo igual de confundido y sobresaltado por aquel grito, creyendo que al comienzó se trataba simplemente de otro juego, pero al ver a una niña rubia llorando y siendo jaloneada por un infante regordete junto con uno más delgado, se pudo dar a entender que esa escena en realidad si estaba pasando.

Estaban molestando a esa niña.

El moreno se mostró sorprendido al inicio pero luego frunció su ceño, determinado y molesto por ver aquella escena así que no tardó en correr hacia la dirección de ambos siendo llamado por el peliazul pero teniendo el problema de que el apellidado Ichirō lo ignoró olímpicamente al estar más que ocupado en llegar y defender a aquella víctima del regordete agresor. Este mismo se quejaba y le reprendía de que estuviera llorando y chillando, negándose de darle el dulce que tenía en sus manos.

El más regordete gruñó fastidiado y airado por aquella negación, mostrándose caprichoso al respecto como el niño mimado que se notaba que era al mostrarse con arrogancia y también superioridad, mostrando una actitud altanera y opacadora con la niña quién volvió y siguió llorando más fuerte, ahora por que le jaló el cabello.

—¡Agh, niña, danos el dulce ya! ¡Deja de hacerlo tan difícil! ¡Tonta! —reprochó el más flacucho haciendo también el ademán de acercar su mano y arrebatarle el dulce.

—¡N-no, mi hermana me la dió de su viaje a Estados Unidos! ¡E-es importante para mí! —se defendió la rubia de orbes cafés esperando que al menos tuvieran piedad sobre aquel hecho. Su hermana mayor siempre viajaba y en una de sus visitas le trajo aquel chocolate del extranjero.

—¡Pues que te dé más! ¿¡Eres sorda!? ¡Dámelo! —el niño regordete se quejó y amenazó a la rubia con jalarle nuevamente el cabello al levantar su mano hacia ella, quien se abrazó a si misma y al chocolate con fuerza, como buscando protección.

—¡Detente! ¡Ya déjala de molestar! —Ichirō se metió en medio de ambos, tomando el brazo del voluptuoso niño y alejándolo de un empujón, colocándose enfrente de la niña en forma de protección.

El contrario de cabellera castaña se quedó perplejo al sentir el empujón que le había dado y lo hizo retroceder varios pasos hacia atrás. Se miró el brazo que el moreno le había sostenido y zarandeado para verlo de igual manera a él, luego frunció sus pobladas cejas mientras colocaba una expresión de enojo dirigida hacia Senshi quien seguía enfrente de la rubia la cual estaba temblando detrás de él, viendo con temor hacia el niño que la molestaba.

Gruñó mientras comenzaba a resoplar como un toro furioso, inflando su pecho con fuerza y bajando y subiendo sus hombros de manera brusca, viendo con odio y fastidio al moreno de ojos marrones.

—¡Cállate, I-chi-rō! ¡No te andes metiendo! —bramó con enojo embosando una sonrisa amenazadora, enfatizando su apellido de forma burlona mientras daba varios pasos hacia ellos, provocando que por su estatura Senshi retrocediera por inercia, chocando con la rubia, pero aún así trató de sostenerle la mirada—. ¿Y que vas a hacer? ¿Cantarme una de las feas canciones de tu mamita?

El apellidado Ichirō se encrispó por escuchar el tono de voz que usó al hablar de su progenitora y como se refirió a sus canciones, sus pupilas se reducieron y opacaron del enojo y disgusto que le provocó el simple hecho de osar dirigirse y hablar así. Inevitablemente su cuerpo se tensó y le mandó una mirada de ira.

—¡Cierra la boca! ¡te voy a golpear si no te callas! —chilló agresivo mientras sus orbes estaban reducidos y opacos en sus cuencas, flexionando sus brazos de forma de ataque—. ¡Sólo cállate!

—¿O que? ¿De verdad me vas a golpear? —se burló altanero para tomarlo de la cabeza, provocando que despegara sus pies del suelo y colgara unos segundos. Luego, lo lanzó sin piedad hacia un lado provocando que chocara con el suelo e haciendo respingar a la rubia—. ¡Deja de molestar!

Senshi se había quejado mínimamente por el golpe contra el suelo, abriendo sus ojos con cierto dolor mientras observaba fijamente la gran postura de aquel niño quien luego de darle una mirada llena de sorna volvió a voltear hacia la rubia, y repitiendo una vez el ademán de arrebatarle aquel dulce que tenía entre sus manos, aún siendo caprichoso con aquella misión de arrebatarselo. La zarandeó y termino tomando un puñado de su cabello haciéndola gritar.

El pequeño moreno seguía en el suelo viendo perplejo el maltrato que hacía aquel niño hacia la rubia, sintiendo como perdía el aire al ver cómo algo como eso sucedía enfrente de sus ojos. Su respiración se volvió pesada y luego agitada, dando rápidas respiraciones mientras su cuerpo se tensaba, sintiéndose con mucho calor de repente, pero un calor sofocante. Sus manos apretaron el césped debajo de ellas llevándose consigo las mismas plantas del suelo al arrancarlas y también algo de tierra, sintiéndose de verdad sofocado justo ahora.

Pero furioso, muy furioso.

Comenzó a gruñir poco a poco y en un desnivel bastante bajo, siendo casi como un ronroneo, pero a comparación de ese sonido que significaba satisfacción, seguía tratándose de sonidos de enojo venir de él, una furia que no reconocía pero que estaba aumentando cada vez más. Sus pupilas se reducieron y afilaron en sus cuencas mientras que aquel color marrón pasaba a ser más brillante, tomando un tono más avellana, incluso casi dorado.

El flacucho con su amigo se reían al por fin arrebatarle aquel dulce a la llorona niña, mostrándose victoriosos y satisfechos por lo que habían hecho. No obstante, el más delgado comenzó a notar por el rabillo del ojo una figura, un aura intimidante alzarse detrás de su compañero, deteniendo sus risas para observar hacia aquella dirección lentamente, viendo confundido como Senshi se levantaba poco a poco con una postura de ataque demasiado tenso. Se espantó por ver la mirada voraz que estaba lanzando, gruñendo de una manera más sonora casi como un animal salvaje en toda su agresividad. Tembló y ahogó un chillido al ver cómo el moreno entreabría la boca en un jadeo brusco y vio como dos de sus dientes se afilaban, viéndose más aterrador.

—M-megumi... —balbuceó casi sin habla el más delgado, mientras temblaba notablemente.

—Mira lo que tengo, Ōshiro. —el grandulón zarandeó el paquete de chocolate con victoria, viéndolo sonriente. Pero cuando su amigo no le prestó atención, lo volteó a mirar—. ¿Ōshiro, no me estás escuchando o...? ¿Por que tienes esa car-

Y la bestia, atacó.

El grandulón gritó espantado cuando de la nada algo se lanzó a su espalda con una fuerza abrumadora, sacándole lágrimas al sentir algo clavarse en el agarre que habían ejecutado en sus brazos, como si fueran dagas ante lo doloroso que fue. Estuvo a punto de caerse, pero se enderezó de golpe cuando sintió perfectamente como mordían su hombro con tal voracidad que pensaba que le iban a arrancar la piel, pero luego de ahogar otra queja, soltó un sonoro grito que alertó a todos los niños al punto de espantarlos por lo desgarrador que fue, dejando de hacer lo que hacían para ver hacia la dirección en dónde sucedía todo ese escándalo.

Vislumbraron como el grandulón de su clase estaba zarandeándose de un lado a otro, con desesperación, mientras que Ichirō Senshi estaba montado y aferrado con muchísima fuerza en su espalda y estaba mordiendo con tal fiereza su hombro que parecía tener intención de arrancarselo. Lo que más delataba eso era por los sonoros gruñidos y gritos ahogados que hacía el moreno contra su extremidad, pareciendo justo un animal tratando de comerse a su presa.

—¡D-DETENTE! ¡AH, DUELE! —lloriqueó con dolor y desesperación tratando de quitárselo de encima, gritó aún más cuando sintió como agitó su cabeza como queriendo arrancarle el hombro—. ¡B-BASTA! ¡POR FAVOR, A-AYUDA!

Ichirō dando un gutural gruñido, hizo fuerza y lo tumbó, zafándose de él, dando un salto en el aire para caer cerca del grandulón quien lloraba con fuerza sosteniéndose el hombro en dónde le fue arrancada la manga de su camisa y salía gran cantidad de sangre, tratando de retener aquel líquido y el dolor que parecía ser incesante en todas las maneras posibles. La rubia a quien anteriormente molestaba estaba paralizada viendo la escena, observando como Senshi tenía efectivamente el pedazo de ropa faltante en su boca en dónde estaba chorreando sangre, pero no era la de él.

El apellidado Ichirō comenzó a resoplar con rabia luego de escupir con brusquedad aquel pedazo de tela mientras mostraba de manera amenazadora sus dientes, mientras más gruñía y resoplaba, mientras más fruncía su rostro, unas marcas oscuras aparecieron en sus pómulos, haciéndolo ver aún más atemorizante todavía. El pequeño regordete temblaba como gelatina y en sus ojos no dejaban de caer lágrimas, reflejando temor y miedo puro por la forma en la que aquel moreno estaba observándolo, como si quisiera comérselo.

Senshi bramó como un animal al hacer un movimiento brusco con sus brazos y lanzarse hacia Megumi, quien gritó de manera ahogada por ver eso, pero por suerte una alta figura se lanzó hacia el niño para derribarlo hacia un lado. Pudo observar bien que era su profesor quien trataba de retener al Ichirō, este se movía con gran agresividad pavoneándose de un lado a otro mientras sus violentos movimientos provocaban que el mismo adulto se agitara, pero no doblegaba a pesar de sus gritos y bramidos.

—¡GHRRRAH, GHAR! ¡GHRR! —gruñía entre gritos zarandeándose hacia la dirección de Megumi quien estaba paralizado en su lugar, aunque luego fue socorrido por una maestra quien le sostuvo el hombro y lo alejó al igual que los otros niños que habían comenzado a gritar por la escena.

—¡Ume-san, llama a sus padres ya! —exigió el maestro quien tenía preso en sus brazos al niño quien a pesar de su tamaño y su edad, estaba moviéndose con una enorme fuerza, haciéndolo doblegar en ocasiones. El adulto se quejó y ahogó sus quejidos al sentir una fuerte y agonizante mordida en su brazo, sintiendo como Ichirō agitaba su cabeza con violenta, buscando clavar sus dientes en su piel—. ¡I-ichirō, cálmate!

Ichirō-kun... —el aludido volteó a mirar con brusquedad a la otra persona que lo había llamado, soltando el brazo de su maestro en dónde ahora goteaba sangre. Enfrente de él vio a la misma niña quién ayudó, quien a pesar de estar con lágrimas trataba de verse fuerte—. Por favor, ten calma...

❛¿Tener, calma...?❜ repitió a duras penas en su cabeza el moreno mientras se quedaba paralizado, pensando detenidamente en aquello estando aún ausente-presente en aquel momento. ¿Por qué debía estar en calma?...

—C-ca... cal... —balbuceó inteligible el pequeño de orbes ahora casi dorados quien parpadeó un par de veces y dejó de zarandearse viendo confundido y perplejo a la niña enfrente suyo—. C-cal... ma... ¿eh?

Miró hacia los brazos que estaban apresándolo con fuerza contra un cuerpo más grande que él, dándose de cuenta que era su maestro. No obstante, se fijó fue en la sangre que estaba manchando sus pequeñas manos que de por sí estaban ensangrentadas por una sangre que... no era suya. El olor es de alguien ajeno, pero ¿cómo rayos sabe él cuál es la diferencia del aroma de la sangre suya con la de alguien más? No sabía cómo es que tenía conocimiento de eso sí apenas era capaz de escribir.

Fijó sus ojos con atención en sus uñas que estaban clavadas en el abrigo de su maestro y más allá de eso, ya que al ir aflojando su agarre notó como sus uñas estaban más afiladas y un tanto más largas, aunque comenzaron a contrajerse en sus dedos provocando un cosquilleo en aquella zona. Incluso sintió como parte de su cara ardía, pero al instante aquel ardor desapareció dejándolo todavía más desorientado, sintiendo un inmenso dolor de cabeza que lo hizo apretar su mandíbula pero percatándose de algo más.

Tembloroso aún, levantó una de sus manos poco a poco dejándola a centímetros de su boca, apenas tocando uno de los colmillos que ahora sobresalía de su dentadura, sintiendo como algunos de sus dientes estaba ligeramente más puntiagudos que antes, aunque los más destacados eran esos dos que incluso sobresalían ligeramente de su boca. Ahora se fijó en un sabor nauseabundo y metálico en su lengua, haciéndolo saborear por inercia y luego escupir casi de inmediato por el sabor de sangre.

¿Que rayos? ¿Por qué había tanta sangre? ¿Por qué él tenía sangre? ¿Como es que era capaz de distinguir con el sabor y el aroma que no era su sangre? ¿Por que le dolía la cabeza? ¿Por qué le dolía el pecho? Tenía tantas preguntas ahora mismo que sentía su cabeza dar vueltas, si de por sí ya no le dolía y la sentía totalmente mareada.

—Ichirō... Ichirō...

ONII-CHAN ¡ONII-CHAN! —LLAMABAN EN ALGÚN LUGAR FUERA DE SU cabeza mientras miraba sin interés y a su vez, perdido, por la ventana del auto. No fue hasta que recibió un golpe en su pierna que reaccionó—. ¡Onii-chan!

—¿Hah? ¿Que? —Senshi levantó su cara confundido, mirando hacia la dirección de su hermana menor de unos siete años, reluciendo su cabello anaranjado junto con sus orbes marrones y apenas afilados—. ¿Que pasa?

—Te pregunté que si Kurumi-chan irá otra vez a la casa. —cuestionó en un ligero puchero su hermanita de cabello anaranjado, dándole otra vez unas palmaditas a su pierna. Ante el nombre que mencionó, la imagen de su compañera de cabello rubio llegó a su cabeza, tan así que se quedó en silencio, perdido en sus pensamientos—. ¡Deja de pensar tanto en ella al punto de ignorarme! ¡Siempre que la menciono pareces entrar en un trance!

Ante las palabras de Mai, sus mejillas se pusieron bastante rojas y se encogió en su lugar mientras se cruzaba de brazos y hacía una mueca algo molesta de que esté acusándolo de eso, aunque tenía en claro que sí era verdad.

—Uh, que interesante conversación. —pero que su madre usara ese tono de voz, lo apenaba de sobremanera, sobretodo cuando su padre, quien iba conduciendo se rió de forma juguetona.

Su rostro se puso todavía más rojo mientras sus ojos se habían afilado y puesto blancos junto con una expresión molesta, echando humo por la cabeza ante aquellas acusaciones de parte de su familia. Aunque perdonaba y odiaba a Mai por mencionarlo, ya que lo había dicho nomás para decirlo ya que Kurumi, aquella niña con quién ha estado desde la guardería y desde que desarrolló su quirk lo ayuda a calmarse, era frecuente en su casa y su hermana estaba encantada con ella.

Pero si odiaba a su mamá por ser tan... mamá, ya que con la sóla mención de Kurumi comenzaba a darle miradas furtivas y codazos que sabía bien por qué los hacía.

¡Y le molestaba!

—¡YA! ¡Mamá, no comiences con tus cosas raras de mamá! —acusó alterado y avergonzado por la forma en la que su familia conspiraba contra él, aunque su hermana estaba mirando de un lado a otro perdida por el escándalo.

Pero antes de poder abrir su boca, Mai se fijó como unas luces venían a gran velocidad desde al frente, apenas teniendo la capacidad de gritar una sóla y última palabra;

¡CUIDADO!

Y REALMENTE HABÍA SIDO SU ÚLTIMA PALABRA, AHORA yacía en el suelo con su mirada totalmente vacía y apagada, volteada hacia la dirección en dónde se encontraba su hermano, como si pudiera verlo aunque ya no fuera capaz.

—¡SUELTENME! ¡MALDITOS! ¡SUELTENME!

Senshi se zarandeaba con desesperación en los brazos de un hombre corpulento y robusto, de quién apenas le veía una cicatriz en el rostro al estar completamente cubierto de negro. Él gruñía ante sus movimientos, pero aún así no cedía en ningún momento el soltarlo, a pesar de que el niño lanzaba puños y golpes con gran brusquedad, totalmente desesperado con soltarse.

E ir con su madre, con su padre, con su hermana Mai; quienes simplemente estaban degollados en el suelo, desangrándose y ahogándose con su propia sangre.

Con una mirada llena de perplejidad y desesperación, observó como aquel tipo sacaba la guadaña sin delicadeza del pecho de su padre, quien por mera inercia, teniendo aún espasmos, escupió gran cantidad de sangre al toser, mientras que su boca, de sus comisuras hacia abajo estaban llenas de un río de aquel líquido carmesí y vital para todos, manchando su propia piel y el suelo en donde había una gran cantidad, brillando con la luz de los faroles del auto y la luna en su punto más alto y su apariencia más llena.

Quiso llorar, quiso vomitar, quiso olvidar completamente lo que había acabado de ver enfrente de sus ojos. Sólo una de sus peticiones al respecto de lo que quería se cumplió, siendo las lágrimas que bajaron gordas y dolorosas por su rostro rasguñado y con sangre, ya sea suya o la de su familia. Sollozó con rabia casi como si estuviera gruñendo y a su vez ahogándose en su propio dolor. Se quejó en medio de su llanto viendo aquel hombre encapuchado quien se levantaba mientras que su arma goteaba sangre por doquier.

Senshi agachó su cabeza con pesar mientras sollozaba con dolor, con rabia, con sufrimiento, casi cesando por completo sus movimientos desesperados de detener lo que había sido inevitable para su pequeño cuerpo de sólo diez años, el cual había presenciado la emboscada de todos esos hombres al auto y como sacaban con crueldad a sus progenitores y luego a él y a su hermana, dejándolo parcialmente intacto, sólo para ver cómo apuñalaban sin piedad a su hermanita de un sólo movimiento y luego a sus padres.

La peor imagen que nunca pudo imaginar.

Sollozaba con dolor, arrepentimiento, con culpa por no haber podido ser capaz de defender a su familia. Apenas pudo abrir sus ojos viendo como unos zapatos ajenos estaban casi en su campo de visión. Con su mandíbula apretada mientras las dolorosas lágrimas seguían cayendo por sus mejillas, levantó con lentitud su rostro viendo apenas la mandíbula de quién había asesinado a su familia. Vio como levantaba su arma en el mango y luego sentía un fuerte en golpe en su cabeza, que sólo lo hizo ver negro.

Todo fue negro, en una cantidad de tiempo que no se detuvo a analizar cuanto duró así. En dónde sólo quería despertar y que todo fuera una pesadilla.

Un balde de agua fría cayó sobre su cuerpo haciéndolo toser inmediatamente y levantarse con brusquedad ante aquella sensación de ahogo que había tenido. Casi no pudo moverse, soltando un ahogado grito cuando sintió algo retenerlo con fuerza, reteniéndolo con tal firmeza que ante cada movimiento lo apretaba y fijándose de un notorio sonido de las cadenas chocar. Abrió sus ojos inmediatamente viéndose, notando que tenía un bozal y unos tipos de guantes ovalados en sus manos que llegaban a sus antebrazos y estaban unidos por más cadenas.

Los agitó con brusquedad, zarandeándose en el proceso, sintiendo una punzada en su cuello en dónde había un collar de metal sujetado a otra cadena que estaba unida a la pared y no doblegaba para nada a pesar de que comenzó a moverse con desesperación, gruñendo y gritando con fuerza a través del metal del bozal.

—Con que a esto se refería Asahi-sama con que era salvaje. —dijo un hombre alto y rubio quien sostenía un balde ahora vacío y en dónde apenas goteaba agua—. ¿Cuántos años tiene? ¿Diez? Y vaya energía que tiene. Al menos el de cabello blanco sólo se abstuvo a quedarse cabizbajo, ¿no, Hiroshi?

El de cabello castaño sólo se quedó mirando hacia el niño de piel morena y cabello oscuro, quien se agitaba de un lado a otro con rabia y desesperación. Sus orbes verdes se conectaron con unos avellanas por unos segundos, ya que Senshi tuvo la intención de abalanzarse hacia adelante, hacia su dirección, pero ante las cadenas fue retenido hacia atrás, provocando un quejido de parte del infante, pero este no dejó de tratar de lanzarse hacia ellos.

Daizuke Hiroshi desvió la mirada hacia un lado, no queriendo ver más la forma desesperada en la que se movía, escuchando aún sus gruñidos ahogados y sus gritos haciéndolo cerrar sus ojos con frustración mientras suspiraba, sin querer contestar a lo dicho por su contrario. Aún así, sintió como lo medio empujaban, observando como una muchacha de cabello anaranjado se acercaba a ellos, cruzando sus brazos, viendo fijamente hacia el moreno que no dejaba de agitarse.

—Bueno, yo me encargo de este. Kiyama se encargará del peliblanco y Hiroshi de la niña que llegó anoche. —sentenció con firmeza mientras veía la mirada de odio y rabia de Senshi, la cual se la devolvió—. Vaya que estuviste inconsciente bastante, no despertaste por dos días.

—¡GHRAAH! —fue la respuesta de Senshi quien seguía repitiendo la misma acción de querer abalanzarse hacia ellos, aunque ahora a la pelinaranja quien sólo arrugó el ceño.

—Bueno... a trabajar, por Asahi... —escupió en un murmuro serio y a su vez, algo frustrado.

—QUE EXTRAÑO, NO MUESTRA REACCIÓN O SIGNOS vitales.

Duele... su cuerpo duele.

—Llevénselo. Incineren el cuerpo y lancen sus cenizas a cualquier lado en dónde nadie pueda encontrar o tan siquiera saber que se trata de él. —farfulló en una clara orden hacia sus hombres mientras tenía su vacía visión en dirección en dónde estaba su socio y aquella pequeña pelirroja.

El de ojos dorados estaba arrodillado, dando la espalda a su dirección. Vio a esa distancia como flexionaba uno de sus brazos y el cuerpo de la hija de  Hikarimeki, llamada en realidad Todoroki Eiko, Tsubomi Hatsulin tenía un notorio espasmo, apenas viendo sus ensangrentadas piernas en aquel ángulo, observando una gran cantidad de sangre salpicar desde donde estaba su cabeza y sus piernas perdían cualquier temblor, quedando totalmente inmóviles. Vio como uno de sus pies se inclinó hacia un lado dando ver así que su cuerpo perdió total fuerza.

Sus orbes océanicos se levantaron sólo un poco hacia el otro infante, en este caso de cabello blanquecino y ojos amatistas, quien estaba a tan sólo unos metros de distancia, viendo horrorizado la forma en que habían prácticamente asesinado a su compañera de cabello rojizo, a pesar de que segundos después observó como volvía a su estado anterior, más intacto, aunque mantenía sus orbes azulados cerrados con pesadez.

Asahi Kaito desvió finalmente el rostro al observar a su socio levantarse y caminar hacia Hideaki Keizuke quien estaba igual de moribundo que lo estuvo Tsubomi Hatsulin. Escuchó aquel distintivo sonido sangriento del cual ya sabía de dónde provenía, pero no se molestó en mirar ya por mero aburrimiento de saber ya como era ese proceso. Se encaminó a paso leve y a su vez firme, pasando en medio de un hombre corpulento y un tipo delgado, sin mirarlos en ningún momento.

—Que sea rápido... —fue lo único que les dijo Kaito provocando que ambos hombres se enderezaran con una mirada firme, inflando sus pechos de forma determinada.

—¡Si, Asahi-sama!

Sintió con mucha pesadez como levantaban su cuerpo, no teniendo casi fuerza en sus extremidades, provocando que al cargarlo sus brazos y piernas se balancearan y colgaran. Casi no era capaz de abrir sus ojos, se sentía con sueño, sentía mucho dolor. Podía escuchar sus corazón apenas palpitando al igual que su pulso. Apretó apenas sus párpados con pesadez, pensando en lo que apenas había escuchado de aquel tipo bien vestido sobre que no tenía signos vitales.

¿Acaso murió? ¿Estaba muerto?

Sintió apenas el aire fresco del exterior cuando escuchó a duras penas el sonido de la puerta. Escuchaba el crujir de las ramas de árbol y las hojas secas haciéndolo apenas levantar uno de sus párpados el cual tembló por ese esfuerzo. Sentía como su cuello ardía, y como algo caliente resbalaba por él. Vio como en una de las hojas secas en su campo de visión caían varias gotas rojizas y calientes, a la par que se deslizaban por su cuello.

—¿De verdad tenemos que quemarlo? Me parece algo... cruel. —escuchó una voz, una voz que sólo tenía un tono de asco más que de dudas.

—Como si todo lo que le hacen a esos niños no lo fuera. Después de todo, este ya se murió. Por algo nos mandaron a hacerlo. —otra voz, una que escuchaba seca y totalmente firme, mientras aún caminaban.

—¿Y si sólo lo tiramos por allí?

—¿Estás loco? ¿Para que Asahi-sama o su amigo nos maten también? Claro que no. —refutó con un poco de espanto el hombre que lo cargaba—. Sólo hagamos lo que él dic-

¡Oigan ustedes, alto ahí!

¡Mierda, son héroes! —maldijo el más delgado con una postura espantada y nerviosa, viendo a dos tipos con efectivamente trajes de héroes.

—¡Coño, hay que correr! —secundó el más grande totalmente tenso y nervioso, pensando en cómo reaccionaría su jefe con el hecho de que unos héroes los vieron—. ¡Escondamos al mocoso, primero hay que escapar! ¡Volveremos pronto por él!

Lo dejaron en una superficie picosa e incómoda, ¿eran hojas? ¿estaban en un arbusto?

—¡ALTO AHÍ! ¡NO ESCAPEN!

Y luego de escuchar varios pasos apresurados junto con gritos, sólo escuchó silencio, total silencio mientras su cuerpo tenía estremecimientos y pequeños espasmos. Veía con sus ojos algo opacos hacia arriba, en dónde apenas se asomaba el sol entre los árboles y el que lo hacía entrecerrar y volver a cerrar sus ojos, respirando con la boca abierta y con pesadez.

A duras penas fue levantando sus manos, llevándolas a su garganta en donde había una herida abierta que estaba goteando sangre pero no de forma alarmante como para que sea su yugular, pero tenía que tratarlo, cubrirlo antes de que, con aquel mínimo derrame, termine muriendo. Así que llevó de manera temblorosa su palma hasta su brazo en dónde estaba un desgastado vendaje, el cual como pudo desenvolvió para llevarselo de forma torpe a su cuello y envolverlo.

Jadeó con pesadez mientras sus ojos ardían por las vagas lágrimas que querían salir, dejando caer su brazo en su abdomen sintiendo todas sus extremidades pesadas, sin ser capaz de levantarse aunque quisiera. Tenía que hacerlo, debía hacerlo o si no esos tipos volverían y realmente moriría.

¿Por qué los héroes no lo ayudaron? ¿Acaso no lo vieron? ¿No vieron lo mal que estaba? ¿Por qué no lo salvaron como los héroes que eran? De verdad... ¿no lo vieron?. Senshi apretó su mandíbula con cierta rabia y a su vez tristeza pensando en los dos héroes que le pasaron por el lado, sintiéndose molesto, dolido por qué no lo hayan visto. Cerró sus ojos con tristeza, sollozando a duras penas, pensando en que no fueron capaz de ayudarlo.

—¿Que mierda hace un niño aquí?

Una voz... ¿una voz?

A duras penas abrió sus orbes que estaban más opacos que antes. Observó una sombra encima de él, viéndola casi oscura ante la luz del sol que estaba encima de él, pero mientras poco a poco iba aclarando su rostro fue distinguiendo unos orbes rojizos brillantes y un antifaz rojo, que parecía un pañuelo. Vio de forma vacía y opaca a un hombre inclinando hacia su dirección, notando como había dos espadas sobresaliendo de su espada.

Senshi alzó apenas sus cejas viendo como el desconocido hacía lo mismo, pero sólo con una, mostrándose incluso sorprendido al ver cómo reaccionó. Mínimamente pero reaccionó. El más alto y corpulento presente apretó su mandíbula con lo que parecía ser un sentimiento de rabia, alzando su rostro hacia la vereda, mostrando odio a cualquiera.

—Aquí habían dos malditos héroes persiguiéndome y no fueron capaz de verlo... —lo escuchó farfullar, chasqueando con rabia su lengua para volver a conectar miradas con el moribundo niño quien sólo era capaz de verlo en silencio, apenas soltando bajos balbuceos.

—A-a... a-a... —balbuceó Senshi apenas, tratando de articular una palabra en auxilio, pero no era capaz. Su cuerpo estaba pesado, y al parecer el contrario se dió de cuenta, ya que abrió sus ojos con desmesura levantando las comisuras de sus labios, dejando ver sus dientes.

—No, maldición, no cierres los ojos. Joder. —gruñó con exasperación el desconocido quien pareció guardar algo afilado en su cintura para agacharse a él y buscar sostenerlo, pasando con extremo cuidado su brazo izquierdo detrás de su espalda y el derecho debajo de sus rodillas, tratando de levantarlo con mucha preocupación. Senshi apenas pudo quejarse, recostando su cabeza en el pecho del azabache quien tomó una sonora respiración—. Maldita... sea...

El ojirojo bufó con rabia sintiendo el cuerpo algo liviano de aquel niño que no pasaba de los doce años, viéndose más delgado de lo que debería ser y eso que parecía tener peso. Chasqueó su lengua nuevamente y se levantó, pasando ahora su brazo debajo de sus muslos para poder tratar de recostarlo y cargarlo mejor, manteniendo una de sus manos en su espalda, como cualquier persona cargando a un niño.

Senshi balbuceó algo para nada claro, apenas logrando soltar la sílaba de «T-tu...» pero que de alguna manera el hombre que lo cargaba con cuidado y a su vez firmeza pudo comprender, quedándose en completo silencio, entrecerrando sus orbes rojizos. No dijo nada por varios segundos, pero después suspiró con pesadez, comenzando a avanzar y provocando que las suelas de sus botas crujieran las ramas y hojas secas en el suelo.

—No soy un héroe, por si lo piensas. —respondió crudo, en un tono de voz bajo, como si no quiera tensar más al niño—. Mi nombre es Akaguro Chizome.

¡Y aquí, tienen un OVA especial para nuestro niño Senshi!
Aquí relatamos un poco de la vida suya, como fue cuando surgió su quirk y como terminó en las manos de Asahi Kaito.
De verdad sigue siendo duro para mí escribir sobre el arco de Nakano 😿
¿Y que opinan?
¿Cómo se sintieron leyendo parte de su origen?

Desde un principio tuve planeada su "no-muerte" y que él aparecería, supongo que lo he podido ejecutar bien.
Me encanta ver cómo sufren cuando murió, o al menos, eso pareció.

¿Alguien recuerda a los dos héroes de aparecieron?

¡Nos vemos en el siguiente capítulo! ¡Plus Ultra!

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