🐺 Capítulo 9.
09. 𝐄𝐗𝐂𝐔𝐑𝐒𝐈𝐎𝐍𝐄𝐒 𝐀𝐋 𝐌𝐎𝐍𝐓𝐄 𝐃𝐄 𝐋𝐎𝐒 𝐂𝐄𝐋𝐎𝐒.
𝐏𝐀𝐑𝐓𝐄 𝐈𝐈.
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El pronóstico del tiempo mayormente tenía unos altos porcentajes en cuanto a los aciertos del clima, Na-bi creía que a pesar de las abultadas nubes grises que comenzaban a cubrir todo el cielo, el sol saldría y el clima sería tan agradable tal y como lo había dicho la aplicación de su celular.
Escuchó a lo lejos el murmullo de algunas personas que también viajaban en sus respectivos asientos y miró a unos pocos de reojo, lo suficiente como para saber que no serían los únicos que irían a una excursión, pero si eran de los más jóvenes allí y por supuesto, oriundos, porque también había algún que otro turista que hablaba en inglés u otro idioma que no supo identificar.
El monte Dobongsan era una atracción muy hermosa en épocas de otoño, pero tomarse el tiempo de hacer una caminata por aquel gran monte que ofrecía unas vistas hermosas, se podía apreciar en cualquier estación del año.
Na-bi, en sus casi dieciocho años de vida, jamás se había atrevido a hacer tal actividad, solo se había conformado con fotografías de extraños y comentarios de personas que aseguraban una grata experiencia que incluso abarcaba la comida de las tiendas al pie del monte.
Ella estaba tan entusiasmada que no podía evitar mover su pierna de arriba a abajo, mientras veía el recorrido del autobús a través de la ventana con una sonrisa pintada en su rostro.
La mano de Chan se posó suavemente sobre su rodilla mientras seguía conversando animadamente con Ji-sung, pero ahora tenía una leve sonrisa la cual iba dirigida hacia ella.
Suspiró, definitivamente deseaba que el examen iniciara y acabara rápido.
—¡Ah, miren ahí! —exclamó Bo-ra, mientras apuntaba alguna dirección a través del cristal.
Los chicos dejaron de hablar abruptamente y se inclinaron hacia la ventana para apreciar mejor las vistas, mientras las chicas hacían toda clase de comentarios entusiastas.
—¡Woah, el monte es realmente enorme! —señaló Ji-sung con voz jubilosa, mientras apuntaba la base del lugar.
Había filas de autos, carteles con señalizaciones y muchas personas que se aproximaban caminando o en bicicletas.
Desde donde estaban, se podían apreciar algunas pequeñas tiendas de comida y artículos para excursionistas que se decidían por comprar algún equipo nuevo.
Bo-ra y Ji-sung fueron los primeros en ponerse de pie para bajarse del autobús y seguidos de ellos, bajaron Chan y Na-bi, quien seguía anonadada ante la gran montaña. Ni siquiera había subido pero ya podía sentir como la adrenalina recorría sus extremidades, creándole impulsos de correr por el sendero.
—Binnie dijo que estaría llegando pronto al estacionamiento —comentó Chan, mientras mencionaba su apodo y dejaba a un lado su celular para mirar a los alrededores, gesto que sus amigos imitaron—. ¡Oh, allí está! —apuntó en una dirección en el sentido contrario al que estaban.
A lo lejos, observaron como de la camioneta de los padres de Chang-bin, este mismo bajaba rodeando el frente, para abrir cortésmente la puerta del lado del acompañante y de ella, bajaba una chica de cabello corto y sedoso hasta la altura de los hombros, de color castaño oscuro y levemente ondulado.
Inmediatamente, Binnie colgó sobre sus hombros la mochila que la joven llevaba y esta entrelazó uno de sus brazos con el de él como si no pudiese estar ni un segundo alejada.
Bo-ra se removió inquieta en su lugar, Chan y Ji-sung miraron intrigados a aquella chica que nunca antes habían visto ni escuchado hablar de ella, por lo que su presencia era un completo enigma.
La chica, con unos bonitos ojos avellana y piel tan blanca y sedosa como los pétalos de una margarita, hizo una breve reverencia escaneando rápidamente los rostros de cada uno de ellos, sintiéndose un poco sobresaltada ante la mirada penetrante de una de las chicas de aquel grupo.
—Ella es Won-hee, hace poco regresó del exterior, les pido que sean amables con ella… —sonrió mientras hacía una breve reverencia, tomando por sorpresa a sus amigos—... Won-hee, ellos son Chan, Ji-sung, Bo-ra y Na-bi —los presentó uno por uno, los cuales la saludaron algo tímidos.
—¿Alguna vez habías estado aquí? —preguntó Chan con cortesía, tratando de alivianar el momento tenso que se había creado.
Ella negó—Es mi primera vez, me fui de Corea cuando era una niña asique no recuerdo mucho de aquí —dijo algo tímida.
Su voz era melodiosa, suave como un susurro inaudible y muy armoniosa, perfecta para cantar canciones de amor como las que Bo-ra solía escuchar. Era una joven bastante agraciada, con unos labios voluptuosos y brillantes gracias al humectante que se había aplicado momentos antes de asistir. Su silueta era como la de un reloj de arena, con unos hombros un poco anchos al igual que las caderas, pero con una cintura diminuta y unas largas piernas dignas de una modelo.
La sonrisa vergonzosa que se asomaba entre sus labios era el orgullo de cualquier ortodoncista y el pequeño lunar debajo de su ojo derecho le daba un aire de completa ternura que tentaba a cualquier chico.
Bo-ra sintió cólera, hipotéticamente hablando, si ella hubiera elegido a Chang-bin, ahora se daba cuenta de que jamás podría competir contra aquella chica que se ganaba la mirada de varias personas.
Es que simplemente ella parecía brillar.
Na-bi sonrió amablemente, continuando con las intenciones de mejorar el ambiente que Chan se había propuesto y dijo —Estamos de suerte entonces, es mi primera vez también y parece que el clima está a nuestro favor.
—Es la primera vez de todos aquí —comentó Bo-ra, virando los ojos y algo fastidiada por la presencia de la nueva fémina.
Won-hee se encogió en su lugar y mordió el interior de su labio inferior arrancando minúsculos pedazos de piel, mientras miraba de reojo a Chang-bin, el cual hizo un movimiento suave con su cabeza para restarle importancia a la repentina actitud de Bo-ra y tiró de ella comenzando a caminar junto a los chicos en dirección a una de las tiendas que vendía artículos para excursionistas.
Mientras Chan, Binnie y Ji-sung miraban algunas prendas de ropa que habían llamado su atención por uno de los pasillos, Bo-ra y Na-bi se alejaron al final de los mismos para observar los bastones de trekking que querían comprar para facilitar sus movimientos durante el recorrido cuesta arriba.
Disimuladamente o en la medida de lo posible, Bo-ra observaba de manera atroz, deseando devorar a la chica a unos pocos metros de ellas que se encontraba mirando unas botas más acordes para la actividad que estaban a punto de hacer.
—Mírala, parece un ángel allí parada pero estoy segura de que es un diablillo… —siseó Bo-ra.
Na-bi no pudo evitar reír y dejó a un lado el bastón que había llamado su atención y se dedicó a observar a la nueva integrante, realmente Won-hee no lucía como una persona con malas intenciones.
—Ya déjala, no te ha hecho nada —se limitó a decir, sin evitar divertirse ante los celos que su amiga sentía.
—Pero Na-bi, estoy segura de que ella traerá grandes problemas —insistió.
—Sólo admite que estás celosa —posicionó una de sus manos sobre el hombro de su amiga—. Ji-sung es tu novio, no Chang-bin. Eso fue lo que tú elegiste, Bo-ra.
—Auch, Na-bi, si me hubieras golpeado me habría dolido menos —se quejó, provocando la risa de la mencionada.
—Sólo digo la verdad.
Ambas guardaron silencio cuando Chang-bin se asomó por el pasillo en busca de Won-hee y en cuanto la vio, ambos sonrieron mirándose a los ojos para después comenzar una pequeña conversación que las amigas no podían entender desde dónde estaban.
Solo podían ver cómo Won-hee fruncía sus labios y con una mirada de cachorrito, lograba que él asintiera y la tomara del brazo con una mano mientras que con la otra tomaba la zapatilla y dirigía a la chica hacia una de las bancas, para luego doblar una de sus rodillas e hincarse para colocar la zapatilla en el pie de ella de una manera tan delicada, como si fuese una princesa probándose unos zapatos de cristal.
Na-bi tomó a su amiga por los hombros mientras la escuchaba gruñir por lo bajo y las encaminó en dirección a donde estaban sus respectivas parejas.
Después de varios minutos que perdieron al recorrer la tienda, finalmente compraron lo que necesitaban y se marcharon.
Won-hee tomó a Binnie por el brazo y tiró de él con entusiasmo en cuanto visualizó una gran plataforma de roca con un cartel de madera con la silueta de un par de montañas marrones, en las que unas letras corporeas de color blanco decían: “Bukhansan National Park”. Ella le alcanzó el celular para que le tomara fotos posando frente a aquel cartel y este aceptó hacerlo gustoso, para luego voltear y animar a sus amigos a acercarse para capturar en una fotografía aquel momento.
Una pareja de mayores aceptaron animadamente a fotografiar a aquellos jóvenes que hacían caras graciosas para tener unas tomas divertidas de las cuales podrían utilizar luego para reírse de ellos mismos.
—Dinos, Won-hee… —comenzó Ji-sung, mientras tomaba la delantera junto a Bo-ra, comenzando a seguir el sendero después de haber escuchado una pequeña charla de introducción—... ¿vas a quedarte aquí por mucho tiempo? —preguntó finalmente.
Ella sostuvo la mano de Chang-bin para subir un escalón formado por una roca, que estaba algo resbalosa, ignorando la mirada en forma de dagas que recibía por la misma chica de antes. No entendía cuál era su problema y tampoco le interesaba descubrirlo.
—Uhm, la verdad es que no… —respondió—... me iré después de año nuevo.
—Wonnie vino en representación del equipo ruso de natación femenino —explicó Chang-bin—. Primero competirá y luego descansará una semana antes de irse.
—¿Wonnie? —susurró Bo-ra, mientras fruncía su entrecejo, sin que nadie la escuchara—, que ridículo.
—¡Vaya, eso es asombroso! —se detuvo Ji-sung, para caminar a la par de la nueva integrante—, sé que no es lo mismo, pero yo estoy en el equipo nacional de baloncesto. Bueno, apenas he sido seleccionado pero, ¡el próximo año será mi primer torneo! —exclamó entusiasmado.
—Felicidades, Ji-sung —ella sonrió—. Estoy segura de que te irá bien, es una gran oportunidad para tí.
—¡Ah, ten cuidado! —se alarmó él, mientras la ayudaba a estabilizarse, pues se había resbalado con algunas rocas que predominaban en un gran tramo del recorrido.
—¡Lo siento, soy tan torpe! —se disculpó ridiculizada, mientras sus mejillas se tornaban un poco rojas.
No solo por el hecho de sus dos pies izquierdos, sino por la cercanía del rostro de Ji-sung y su cálido aliento chocando en su mejilla, y ni hablar de su fuerte agarre alrededor de su cintura.
—Si eres consciente de lo torpe que eres, ¿no crees que debiste quedarte en vez de acompañarnos? —dijo amargamente, mientras se detenía y giraba sobre sus talones mirándola fijamente.
—¡Bo-ra! —la regañaron Chan y Na-bi.
—¡Es la verdad, solo nos está retrasando! —continuó, sintiéndose como una una olla a presión que silbaba expulsando el aire reprimido—, ¡a este paso, llegaremos a la cima pasado mañana!
—¡Bo-ra! —volvieron a regañarla.
La mencionada abrió su boca como un pez fuera del agua y se quedó estática en su lugar, mientras sentía las miradas desaprobatorias de los que la rodeaban. Quizás se había pasado de la raya pero estaba tan molesta, que ni siquiera se atrevía a pensar en una serie de disculpas hacia la pobre Won-hee que no lograba agradarle en absoluto.
Detestaba tanto su presencia como el sabor amargo del último sorbo de té que se quedaba frío en lo profundo de su taza, siendo descartado inmediatamente por no ser apetecible.
Ni siquiera llevaba más de una hora con su compañía y ya no podía soportar más su presencia.
Tampoco era como si le hiciera fácil soportarla, no le bastaba con tener la atención de Chang-bin que también había acaparado la atención de su novio.
Molesta con todos los presentes, les dio la espalda y comenzó a acelerar su paso para alejarse tan rápido como su resistencia física y su vergüenza se lo permitieran. Ignoró olímpicamente los llamados de sus amigos, lo menos que quería en ese momento era recibir reproches por su actitud, la cual ni siquiera sabía del por qué reaccionaba así.
“Todo es tu maldita culpa, Chang-bin”, pensó de inmediato, encontrándolo como el único culpable.
Una ventisca repentina provocó que su cabello remolineara y se enredara un poco, mientras algunas hojas anaranjadas que aún permanecían levemente unidas a las extremidades de los árboles resistiendo solo un poco más, se quedaran incrustadas en su cabeza sin que ella lo notara.
Ji-sung ni siquiera se inmuto, sintiéndose abrumado por la cercanía de la chica nueva; lo cual provocó un deseo creciente de furia en Na-bi, que estaba punto de golpearlo de no ser porque Chan le había señalado con la cabeza a un costado, indicando que Chang-bin había ido detrás de ella tan pronto como esta se fue.
Binnie trataba de apresurarse para alcanzar a Bo-ra, no creyendo que fuera tan rápida para subir porque después de todo, el camino se volvía cada vez más empinado y tanto ella como él no tenían un estado físico impecable como el de los únicos dos deportistas del grupo.
Escuchó el crujir de algunas ramitas y hojas secas debajo de sus pies, la gruesa capa de hojas en diferentes tonalidades rojas y anaranjadas se sentía acolchonado y eso le causaba cierta inseguridad.
Refunfuño por lo bajo, mientras miraba en diferentes direcciones sin ver rastros de la chica que era como la luz de sus ojos. Quizás no era como Won-hee, pero Bo-ra era hermosa ante sus ojos de una manera que la hacía única entre las demás y se sentía agobiado al no haber podido expresar sus sentimientos semanas atrás debido al respeto que le tenía tanto a él como a ella.
No quería interponerse ante aquella relación que había establecido finalmente su amigo, no quería ser tan egoísta como Ji-sung.
—¡Bo-ra! —gritó, mientras trotaba brevemente hacia ella, tomando su muñeca para detenerla.
Esta se zafó del agarre y lo miró como si fuese un cachorrito asustado con el rabo entre las patas—¡Aléjate de mí!
—Bo-ra… —murmuró, mientras sentía un pinchazo en su pecho.
Los pequeños ojos de ella comenzaron a inundarse en lágrimas retenidas por orgullo, pero en cuanto él volvió a tomarla por los hombros para abrazarla, las mismas cayeron libres por sus redondas mejillas.
Chang-bin acarició con suavidad su cabello, volviendo a peinarlo y quitó aquellas hojas traviesas que se desplazaban por el monte gracias a ella.
—Te odio, Chang-bin… —susurró ella—... odio que provoques sentimientos en mí —fue honesta, sin saber que para él eran las palabras más hermosas que había escuchado de parte de ella.
—Yo te amo, Bo-ra —ella apartó su rostro del pecho de él y lo miró sorprendida—. Me has gustado desde siempre y estoy seguro de que te amo porque todo lo que quiero es respetarte, cuidarte, amarte y verte ser feliz. Incluso si no es conmigo —torció los labios en una sonrisa apenada y a pesar de que quería callarse, ya no podía reprimir sus sentimientos—. Quizás, si no hubiera sido tan cobarde, te habría confesado mis sentimientos mucho antes porque ahora no sirve de nada. Quiero demasiado a mi amigo, Ji-sung es como un hermano para mí y jamás podría traicionarlo —llevó una de sus manos a sus ojos y apretó aquella zona con sus dedos para limpiar sus lágrimas y detener, un poco en vano, que salieran unas nuevas—. Si eres feliz con Ji-sung, entonces también seré feliz.
Bo-ra sintió que su pecho ardía y sin evitarlo, comenzó a sollozar más fuerte, mientras se colocaba en puntitas de pie y se abalanzaba a los fuertes brazos de Chang-bin, que la recibieron de inmediato en un necesitado abrazo.
Ambos lloraban, como los adolescentes enamorados que eran, sin importarles si alguien podía observarlos o no.
Ji-sung, quien se había marchado detrás de ellos al ver que no regresaban y que el grupo avanzaba lento, apretó sus puños a los costados de su cuerpo, presenciando aquella escena.
Se sentía como un maldito desgraciado por haberse interpuesto entre aquellos dos jóvenes que antes de todo eran sus amigos. Estaba enojado consigo mismo y a su vez, se sentía desahuciado porque toda esperanza de que Bo-ra sintiera algo por él se le había esfumado frente a sus narices.
—Creo que se ven bien juntos… —comentó una agradable voz.
Ji-sung miró hacia un costado, apartando la vista de aquella escena tan trágica de dos personas que se amaban y no podían estar juntas.
Porque sí, él tampoco se iba a rendir tan fácil después de aquello.
—Bo-ra es mi novia —respondió, como si eso lo solucionara todo.
Un suspiro a su lado lo incitó a ver a Won-hee, ella miraba algo triste a aquel par, como si comprendiera perfectamente lo que sentían.
—Pero, ¿ella es feliz?
—Puedo hacerla feliz —se cruzó de brazos. Sus ojos se clavaron en ella y frunció su ceño—, ¿no te molesta verlos juntos?
Ella sonrió—Me molesta no ver a Binnie ser feliz —se limitó a responder y luego le dio la espalda marchándose de allí.
Ji-sung se mordió la punta de la lengua sintiéndose aún más atraído hacia ella, también amenazado e incitado a apostar por algo que no tenía idea.
La siguió rápidamente, olvidándose de sus amigos y para cuando llegaron hasta donde Chan y Na-bi descansaban a la espera de que el grupo se reencontrara, Chang-bin y Bo-ra llegaron detrás.
Na-bi abrazó a su amiga y la dejó a solas con Won-hee, mientras todos seguían avanzando para darles privacidad.
—Lo siento —dijo de repente, mientras ambas comenzaban a caminar a la par.
Ella negó—No te preocupes, tenías razón —trató de confortarla.
Bo-ra negó—En absoluto, solo me dejé llevar…
—Bo-ra, ¿cierto? —preguntó interrumpiendo, la mencionada asintió—, si tus sentimientos no son claros no deberías aceptar a ninguno. No conozco a tu novio, pero sí a Binnie y es un chico asombroso, no te atrevas a jugar con él y lastimarlo —dijo con seriedad—. Sé que es difícil pero debes proyectar a futuro lo que deseas y ve a ambos chicos, ¿quién de ellos sería capaz de acompañarte en el proceso?
Dicho aquello, se adelantó con facilidad, dejando de lado su torpeza que era en parte, un poco de actuación.
Bo-ra la miró con la boca abierta y Na-bi llegó a su lado con una sonrisa divertida.
—¿Y bien?
—Tenía razón, ella es un diablillo —comentó sin dejar de verla—, pero es un diablillo muy sabio.
Na-bi comenzó a reír junto a su amiga y tirando de su brazo, la animó a caminar más rápido, uniéndose a los demás.
Aquel grupo de jóvenes comenzaron a ascender cada vez más por la montaña, donde a medida que avanzaban se encontraban con pequeños carteles informativos sobre historia, fauna y flora del lugar.
Llegaron a un pequeño templo, en el cual se tomaron unos minutos para descansar mientras se tomaban fotografías y comían algunos aperitivos antes de continuar, pues el recorrido tenía una duración de entre tres a cuatro horas y a penas iban pasando la mitad.
Na-bi sonrió satisfecha mientras miraba a su alrededor, sintiéndose agradecida con sus amigos por haber planeado aquella actividad que, si bien era agotadora, todos lo necesitaban para despejar sus mentes pues el final del curso estaba llegando y pronto cada uno de ellos tomaría caminos diferentes.
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