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🐺 Capítulo 5.

05. 𝐏𝐀𝐑𝐐𝐔𝐄 𝐃𝐄 𝐃𝐈𝐕𝐄𝐑𝐒𝐈𝐎𝐍𝐄𝐒.

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El tan esperado día del catorce de octubre había llegado semanas más tarde y, mientras Na-bi trataba de esquivar a sus pretendientes, su amiga Bo-ra se sentía entusiasmada por lo que su mente estaba maquinando durante todos los días que habían transcurrido hasta la fecha.

Quizás ella era un fiasco para el amor si se trataba de sus propias relaciones amorosas, pues siendo inexperta en experiencia propia no había tenido muchas oportunidades de tener novio y encontrar a su príncipe azul como ella tanto quería, sin embargo; se había pasado años enteros leyendo libros y viendo series o películas de todo tipo de romances, a tal punto, que se había tomado el derecho de hacérselas de celestina con la chica a la que consideraba su mejor amiga.

Na-bi le agradecería más tarde, estaba segura de ello.

En su país, la mayoría de las personas tenían por costumbre celebrar el día del amor todos los catorce de cada mes, pues consideraban que aferrarse a un solo día al año para celebrar algo tan hermoso como el amor, era demasiado poco para las parejas. 

Aunque ella pensaba que era mejor demostrar amor en cada oportunidad que se pudiera, pues era un sentimiento puro y hermoso en las manos de las personas correctas. Solo que para sus gustos, quizás había nacido en el país equivocado, pues en Corea del Sur, no estaba bien visto dar muestras de afecto en público.

—Bo-ra, ya hice lo que me pediste —comentó Ji-sung, apareciendo a un costado de ella.

La mencionada se encontraba de pie frente a su taquilla, hurgando en el interior en búsqueda de unos sobres que había preparado. Sonrió levemente hacia Han y tomó los boletos que este le ofrecía pero algo extrañada, miró los cuatro rectángulos con el característico diseño colorido del lugar, que tenía en su mano.

—Gracias, pero, ¿por qué son cuatro y no dos? —preguntó mientras sacudía los que ella consideraba que sobraban.

Han infló sus mejillas regordetas y dejó escapar el aire con nerviosismo—Es que, pensé que quizás querrías seguirlos de cerca para asegurarte de que todo marche bien y no lo sé… —rascó levemente la esquina de su ceja—... creí que podría acompañarte. Chan es mi amigo después de todo y también quiero ayudar —sonrió abiertamente.

Bo-ra lo miró impresionada y prácticamente dio brincos en su lugar como una niña entusiasmada—¡Eres un genio! —exclamó mientras daba un pequeño aplauso, pero se detuvo y lo observó fijamente, arrugando su frente y achicando sus ojos como dos pequeñas líneas levemente separadas—, es raro, creí que no te interesaban este tipo de cursilerías.

Ji-sung aclaró su garganta—¡Ya te lo dije, Chan es mi amigo y quiero ayudarlo! —abrió su boca y la apuntó fingiendo sentirse indignado y molesto por su suposición.

Ella observó cómo Han le dio la espalda y se marchó apresuradamente, le restó importancia mientras miraba con cierto brillo de ilusión en sus ojos, aquellos boletos para ir a un parque de diversiones.

Él por su parte, sentía que el corazón le latía desbocado y una leve capa de sudor se formaba en su frente. Era consciente de lo que se decía de él entre la población estudiantil femenina dentro del instituto, él era ese típico chico al que no le importaban los sentimientos de las demás, al que todas querían por sus vibras de chico malo y que podía romperte el corazón de la noche a la mañana.

Pero cuando sus ojos se enfocaron en la simpática e inquieta Bo-ra, su corazón comenzó a latir fuerte dentro de su pecho y cuando menos lo esperó, se encontraba levemente capturado por su singularidad y sencillez. No era como esas niñas ricas que pretendían utilizarlo para llamar la atención de sus padres, ni mucho menos quería ser simplemente una de esas del montón, para nada. Ella ni siquiera se había fijado en él, de no ser por Chan y su insistencia en merodear alrededor de Na-bi.

Agradecía a Na-bi por haberla invitado a almorzar con ellos en los tiempos de descanso, pues de haber sido de otra manera, dudaba enormemente de haberse fijado en ella y de acercarse para hablar. Han parecía ser un extrovertido de primera porque siempre era el alma de la fiesta como algunos solían decirle, pero nada estaba más lejos de la realidad como eso, él era demasiado introvertido y por eso también se había ganado su reputación de chico frío.

Al llegar al salón, tomó asiento hasta lo último, cerca de la ventana y desde allí observó a su mejor amigo Chang-bin, que se encontraba sentado a dos filas hacia la derecha y tres asientos más adelante de él. Suspiró sintiéndose el peor traidor de todos.

Han sabía muy bien que Chang-bin estaba realmente enamorado de Bo-ra desde hace mucho más que él, sin embargo; no quería perder esta vez porque desde que lo conocía, sabía que sin importar lo que fuera, Chang-bin siempre conseguía lo que quería y eso le molestaba. Para él todo era tan fácil, o al menos así parecía pues todo a su alrededor se acomodaba a sus deseos y se cumplían al pie de la letra.

Bo-ra suspiró mientras veía como Na-bi abría su taquilla y algunos sobres caían del interior de esta, sin darle importancia las tomó y cuando estuvo a punto de romperlas, se detuvo al escuchar un chillido de parte de su amiga.

—¿Qué te sucede? —le preguntó Na-bi.

—¿Por qué eres así? —respondió mientras le arrebataba los sobres de diferentes tonalidades rojas—, al menos deberías abrirlos y leerlos, ¿no crees? —inquirió, mientras los sacudía a la altura de su rostro.

Na-bi suspiró derrotada y de un manotazo le quitó los sobres que supo muy bien que se trataría de cartas hechas por los mismos chicos que no se rendían.

Abrió el primer sobre encontrándose con un papel que tenía un poema escrito a mano y demasiado estructurado como para haber sido original, no le gustaba cuando copiaban escritos de otros autores, le gustaba la originalidad. Lo hizo un bollo y lo arrojó dentro de su casillero, luego tomó el siguiente y se encontró con una invitación para cenar en un restaurante de los más caros de la ciudad y también le fastidió, sentía que terminaría en un completo desastre porque la invitación había sonado con demasiado egocentrismo y grandeza innecesaria que el chico había puesto sobre sus hombros. Odiaba la altanería y que refregaran su poder económico frente a sus narices.

También hizo un bollo con la invitación y la arrojó dentro de la taquilla, pensando en que más tarde limpiaría.

Tomó el tercer sobre ya sintiéndose enojada e irritada por la situación, pensando en que otra ridiculez podría encontrarse dentro y de este simplemente sacó dos boletos que captaron su atención pero que al mismo tiempo la confundieron.

—¿Qué es eso? —preguntó su amiga que estaba mirándola atenta, sabía de sobra que al ver los sobres anteriores, su amiga se enfadaría pero que se sorprendería con la simpleza del tercero.

—Son unos boletos, para el parque de diversiones —respondió mientras miraba el interior del sobre—. Pero no hay nada más.

Bo-ra sonrió y le arrebató los boletos—¡Perfecto, hay que usarlos! —exclamó—. Quien sea que halla sido, seguramente quería que los disfrutaras con quien quisieras. Eso es un lindo gesto —alagó.

—¿Quíen sería tan tonto como para regalarme unos boletos que podría usar con otro chico? —se preguntó mientras fruncía los labios y luego miraba a su amiga, quien tenía en sus ojos una mirada de desaprobación —. ¿Quieres ir al parque? —preguntó confundida, a su amiga no le agradaban tanto la mayoría de las atracciones porque las consideraba peligrosas pero, se veía como si anhelara aprovechar esa oportunidad.

—¡Sí, vayamos esta noche! —respondió de inmediato, mientras saltaba en su lugar.

Quizás los planes de Bo-ra habían sido otros desde el inicio, ya que lo que tenía en mente era hacer una carta de un tal admirador secreto y citarla a tal hora en dicho lugar y luego hacer lo mismo con Chan, sin embargo; cuando Han apareció con el par de boletos extra, se le ocurrió que mientras ella persuadía a Na-bi, Han podía hacer lo mismo con su amigo.

«¡Soy tan brillante!», pensó ella, mientras enganchaba su brazo con el de Na-bi y la llevaba a su próxima clase.

La mañana y parte de la tarde había transcurrido rápidamente, por fin había llegado la hora de partir en dirección al parque de atracciones y antes de marchar, Bo-ra se había asegurado de entregarle a Han los otros dos boletos.

Na-bi se encontraba quejumbrosa, le había insistido y prácticamente rogado a su amiga que la dejara regresar a casa y cambiar su ropa pero Bo-ra se lo había impedido, diciéndole que si la dejaba hacerlo, las probabilidades de que Na-bi saliera de su casa, eran escasas. Y estaba en lo cierto.

La idea de asistir a ese lugar con un par de boletos que un desconocido le obsequió no le agradaba, mucho menos si no sabía las verdaderas intenciones detrás de aquello.

Al estar frente al parque, un enorme letrero luminoso con el nombre del lugar iluminaba parte de la entrada, por donde fuese que mirara, había cientos de personas, incluidos niños, y diversos carteles y puestos de comida o juegos de diversos colores.

Algo en el interior de Na-bi se removió, hace muchos años que no había visitado un parque de diversiones de tal manera, que casi no recordaba haber ido a uno de no ser porque tenía una fotografía que su padre había tomado de ella sobre un caballo en el carrusel.

Siguió algo entusiasmada a Bo-ra y ambas entregaron sus boletos en la entrada para ingresar y una vez al hacerlo, comenzaron a caminar juntas por el lugar, mientras se debatía internamente a cual juego quería subir primero, su amiga había soltado su brazo y se encontraba corriendo hacia adelante.

Miró confundida la espalda de su amiga hasta que supo el por qué de su entusiasmo, frente a ella se encontraba Ji-sung y Chan, hablando entretenidos.

Aclaró su garganta y caminó lentamente en aquella dirección en cuanto Bo-ra se giró sobre sus talones y le advirtió con la mirada que se acercara a ellos, obediente y sin ganas de escuchar a su amiga reprochar su actitud un poco reservada, se colocó de pie a su lado.

—Hola —dijo ella, mientras miraba de reojo a Han y luego centraba su mirada en aquellos ojos de cachorrito que brillaban al verla.

—Na-bi, que bueno verte… —murmuró Chan, sintiéndose alegre de que ella estuviese presente.

Ella sonrió tímidamente mientras apartaba la mirada sintiéndose avergonzada.

—¡Ya que estamos aquí, deberíamos estar todos juntos! —dijo Bo-ra, con una radiante sonrisa sobre sus labios.

Tanto Han como Chan se miraron para luego asentir estando de acuerdo. Ji-sung sabía que no debía de esforzarse tanto por su parte porque Chan aceptaría sin dudar cualquier actividad en la que estuviese involucrada Na-bi, pero en cambio ella era un tanto más difícil de tratar y como bien sabía Chan, no obtendría una respuesta de parte de ella hasta después del examen más importante de su vida y lo entendía, pero… no estaba mal si aún así, él quisiera acompañarla en cada momento o salir a divertirse juntos o tener citas.

Bo-ra tomó a Ji-sung del brazo rápidamente y tiró de él en dirección a un puesto de tiro al blanco, donde habían tres hileras de patitos de diversos colores que se movían de derecha a izquierda a distintas velocidades, pero solo uno era amarillo y ese era el que tenía el premio más grande.

—¿Quieres ir? —preguntó Chan, mientras la observaba mirar curiosa aquella atracción.

Na-bi llevó las palmas de sus manos a sus brazos, frotando estos mismos en un intento de darse confort así misma en un tímido abrazo, mientras sus ojos seguían fijos en su amiga que se reía de Han ante sus primeros tiros fallidos y como este volvía a pagar para tener otra oportunidad para ganarse el premio mayor.

Podía ver la química que había entre ellos y aquella mirada melosa que él le daba a su amiga y entonces, no supo si Bo-ra se había dado cuenta de los sentimientos de Ji-sung y estaba fingiendo no saberlo o si realmente no lo sabía porque a su parecer, el chico estaba siendo muy obvio.

Mientras los miraba se preguntaba a sí misma si Chan se veía así de enamorado ante los ojos de otras personas, porque era claro que él a diferencia de Han, no trataba de disimularlo. Era como si esperara la oportunidad perfecta para anunciarles a todos que tenía novia, cambiando su estado civil de Facebook, publicando algún Twitter o simplemente subiendo algún estado de Instagram etiquetándola.

Negó con su cabeza deshaciendo sus pensamientos y al mismo tiempo rechazando su propuesta—Creo que será mejor dejarlos solos, ¿no crees? —preguntó con una leve sonrisa—. Creo que ambos hacen una bonita pareja, jamás había visto a Han sonreír tanto, mucho menos reír.

Chan miró a su amigo por un breve momento—Tienes razón, supongo que Bo-ra de verdad le gusta —comentó asintiendo pero luego miró a la chica a su lado y frunció su entrecejo—. ¿Tienes frío? —preguntó a punto de quitarse su chaqueta rápidamente pero ella negó al mismo tiempo.

—No tengo frío, está bien así —sonrió débilmente como si hubiese algo que le causara mucho dolor, a lo que Chan se preocupó.

—Na-bi, ¿qué ocurre? —preguntó mientras se acercaba más a ella intentando examinarla con la mirada.

Ella dio algunos pasos hacia el costado permitiendo que la aglomeración de personas pudieran avanzar cómodamente pero quedó aún más cerca de él y se sintió un poco nerviosa ante la cercanía. 

Frunció la nariz y miró la punta de sus zapatillas—Me siento incómoda viniendo aquí, es decir, en un principio creí que podría hacer esto pero… —murmuró—... la última vez que visité un parque de diversiones, aún vivía en Incheon y mi madre aún vivía… —hizo una mueca y sintió un fuerte suspiro por parte de él.

—Todos tus recuerdos aquí deben ser tan nostálgicos que te sientes triste —dijo él mientras miraba hacia un costado y tensaba la mandíbula, para luego extender sus brazos y estrecharla entre ellos. 

Na-bi sintió la calidez de su pecho contra su frío rostro y no se dio cuenta de que estaba llorando solo hasta que sintió como sus lágrimas humedecieron la camiseta de Chan. 

—Lo siento, al parecer esto se está volviendo una costumbre… —murmuró apenada mientras su voz era amortiguada por el pecho de él.

Chan dejó escapar una leve carcajada y aspiró el dulce aroma del perfume floral que ella tenía y se apartó un poco mientras la observaba con una radiante sonrisa—¡Debemos darte nuevos recuerdos! —exclamó—, ¿qué juegos querías probar de niña y ni te dejaban subir? —preguntó intrigado.

Na-bi frunció sus cejas mientras pensaba y luego sonreía abiertamente, causando un leve escalofrío en él, quizás no había sido una buena idea preguntarle aquello.

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