Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo Uno: Un pacto con el diablo

Meredith Sullivan se apresuró por la calle poco iluminada; su aliento se percibía en el aire frío de la noche. La ciudad estaba inusualmente tranquila para un viernes; las farolas parpadeaban como luciérnagas moribundas. Se ajustó el abrigo con más fuerza alrededor de su pequeño cuerpo; las lágrimas aún estaban frescas por su crisis anterior. Hoy había sido demasiado.

Verla a ella (Cassie Wilkins, la ex mejor amiga que la había abandonado en la escuela secundaria) había sido la gota que colmó el vaso.

Cassie era todo lo que Meredith no era. Casada. Segura de sí misma. Radiante. Y se había casado con Adam, el chico de cabello dorado por el que Meredith había suspirado en secreto.

Meredith había pasado el resto de su turno en la biblioteca aturdida, ordenando libros en los estantes mientras el mismo pensamiento intrusivo le daba vueltas en la cabeza: Tengo veinticinco años y no tengo nada que mostrar. No tengo novio. No tengo vida social. No tengo logros reales, excepto sobrevivir. Eso no era vivir, ¿verdad?

Su abuela siempre había intentado asegurarle que el universo tenía un plan, pero las crípticas palabras de la mujer mayor eran de poco consuelo ahora.

Cuando Meredith llegó a la tranquila intersección, el peso de sus emociones la derribó. Se desplomó en un banco, sus sollozos resonaron en la noche tranquila. Su corazón dolía con un latido sordo y hueco mientras la vergüenza, la ira y la desesperanza la consumían.

"Solo quiero que algo, alguien, me vea", susurró, con la voz quebrada. -Amarme, por una vez.

El aire cambió.

Al principio fue sutil, como la más leve onda en un estanque, pero luego una brisa sopló por la calle, fría y antinatural. Meredith se quedó helada, con la piel de gallina.

-Es peligroso desear eso, querida.

La voz era suave, profunda y con un encanto sardónico. Meredith levantó la cabeza de golpe, su rostro surcado de lágrimas se encontró con la penetrante mirada azul de un hombre parado bajo la parpadeante luz de la calle. Su apariencia era inmaculada, su traje negro a medida y sus zapatos lustrados contrastaban marcadamente con las calles desaliñadas.

Sonrió, sus labios se curvaron de una manera que envió miedo y algo más que ella no podía nombrar corriendo por sus venas.

-¿Quién...quién eres tú?-balbuceó Meredith, poniéndose de pie pero dando un paso atrás cauteloso.

El hombre inclinó la cabeza, su expresión era de intriga divertida. -Los nombres son cosas poderosas, Meredith. Pero si debes llamarme de alguna manera, puedes llamarme Nathaniel.

Su corazón se detuvo. ¿Cómo sabía su nombre? ¿Era una especie de acosador pervertido y enfermo?

El extraño hombre se acercó un paso más, sus movimientos eran deliberados y depredadores. -Estás sufriendo. Puedo sentirlo. -Hizo un gesto hacia ella con una mano elegante, sus largos dedos adornados con anillos de plata-. Y puedo ayudarte...si me dejas.

Los instintos de Meredith le gritaban que corriera, pero sus pies permanecieron clavados en el suelo. Había algo en él, su presencia, su aura, que se sentía de otro mundo.

-No eres humano..- dijo, con la voz temblorosa pero lo suficiente mente firme como para ocultar el miedo que le arañaba el pecho.

La sonrisa burlona de Nathaniel se ensanchó, revelando unos dientes que parecían demasiado afilados. -Muy astuta. Parece que las supersticiones de tu abuela tienen algo de mérito después de todo.

Se le cortó la respiración. ¿Cómo sabía él acerca de su Nanna?

Nathaniel cerró la distancia entre ellos, sus ojos brillando como el hielo bajo la luz de la luna. -Te ofrezco un trato simple, Meredith. Un deseo. Cualquier cosa que tu corazón desee, y será tuya.

Ella lo miró fijamente, con su mente acelerada. Las advertencias de su abuela sobre criaturas como él resonaron fuerte en su memoria. -Te prometerán el mundo, pero tomarán tu alma a cambio.

-No- dijo Meredith con firmeza, dando un paso atrás.

La expresión de Nathaniel vaciló por un momento antes de que su sonrisa burlona regresara, más siniestra esta vez. -Eres más inteligente que la mayoría. Me gusta eso. La rodeó como un lobo acechando a su presa. -Pero, ¿eres lo bastante sabia para resistir la tentación? Piensa, Meredith. Un deseo para cambiar tu miserable vida.

La ira estalló en su pecho ante su tono condescendiente. -¡No soy miserable!- espetó, aunque su voz se quebró.

-Oh, pero lo eres- ronroneó Nathaniel, inclinándose más cerca-. Lloras por amor, por reconocimiento. Anhelas que alguien te vea, te abrace, te desee. No me mientas, pequeña. Lo veo todo.

Meredith apretó los puños. La audacia de esta criatura la enfureció, pero más que eso, sus palabras la tocaron demasiado cerca de casa.

-Bien- dijo de repente, con voz aguda, su rostro inexpresivo. ¿Quería jugar sucio? Ella jugaría sucio.

Nathaniel arqueó una ceja, intrigado. -¿Bien?

"-Pediré un deseo- dijo Meredith, enderezándose. Sus ojos color avellana ardían con una determinación que no sabía que poseía-. Pero en mis términos.

Nathaniel se rió entre dientes oscuramente. -Dímelo.

Dio un paso hacia adelante, su miedo reemplazado por desafío. -Deseo ser amada.- Hizo una pausa, dejando que las palabras flotaran en el aire-. Por ti.

Por primera vez, la fachada petulante de Nathaniel vaciló. Sus ojos helados se abrieron y la miró como si acabara de hablar en una lengua antigua y prohibida.

-¿Qué?- preguntó, su voz carecía de su confianza habitual.

-Me escuchaste- dijo Meredith, cruzándose de brazos. -No puedes tomar mi alma a menos que me concedas mi deseo. Así que adelante, Sr. Gran Malvado Djinn. Ámame.

La expresión de Nathaniel se oscureció, su mandíbula se tensó. -Eres una pequeña astuta...

-Ah, ah- interrumpió Meredith, con una leve sonrisa burlona en los labios. -Tienes que conceder el deseo. Ese es el trato, ¿no?

El Djinn la miró con enojo, sus rasgos afilados ensombrecidos por la luz parpadeante de la calle. Por un momento, Meredith pensó que iba a arremeter, pero luego se rió, un sonido profundo y escalofriante que le provocó escalofríos en la columna vertebral.

-Bien jugado, querida- dijo, con la voz llena de admiración fingida-. Pero te arrepentirás de esto.

Meredith levantó la barbilla, negándose a dejar que viera su miedo. -Ya veremos.

La sonrisa burlona de Nathaniel regresó, aunque ahora era más fría, sus ojos helados ardían con una intensidad indescifrable. -Oh, de hecho lo haremos.

Cuando el viento se levantó de nuevo, la forma de Nathaniel pareció brillar, sus rasgos afilados se suavizaron por un momento antes de solidificarse una vez más. Él le ofreció una reverencia burlona, ​​sin apartar su mirada oscura de la de ella en ningún momento.

"Tus deseos son órdenes para mí".

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro