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La mañana recién había comenzado cuando el pequeño Zhang abrió los ojitos, parpadeó algunas veces antes de acostumbrarse a la escasa luz que se colaba entre sus cortinas con diseño de gatitos. El silencio invadía su hogar a esas horas, pero eso no duraría demasiado; sentándose sobre el colchón tomó la barandas de su cuna entre sus manos, haciéndolas un puño que le ayudaría a mantener su agarre, y así dando el impulso necesario para poder levantarse, observó un momento la puerta, como si esperara que sus padres entraran por ella a rescatarlo, pero eso no pasaría si él no lo pedía.

"No quiero llorar tan temprano, le hace mal a mi garganta"

Gunwook esperó algunos segundos, los papás lo sabían todo ¿no es así? Ellos podían saber cuando estaba despierto y cuando no. Pero quizás sus papás estaban dañados porque los segundos seguían pasando y no entraban por él.

"Bueno, estos pañales no se cambiarán solos"

—¡Paaaá! —hizo un primer intento, la verdad no tenía ganas de fingir un llanto por el momento.

El silencio seguía presente en el ambiente, quizás no lo habían escuchado.

—¡Papaaaá! —segunda oportunidad.

Había escuchado a tantos adultos desear volver a su infancia, o cuando lo miraban relajarse en el patio dentro de una nueva piscina de plástico, decían querer volver a ser unos pequeños cachorros, ¡pero no! No es tan fácil como piensan, comenzando por ni siquiera poder salir del lugar donde dormían agregando el pañal que comenzaba a pesar; Gunwook ya deseaba crecer.

Los bebés eran guiados por instintos la mayoría de las veces, el puchero del bebé temblando estaba indicándole que alguna de sus reacciones instintivas estaba por acercarse.

"Chale, y yo que quería que se despertaran bonito"

Pero antes de dejarse llevar ante lo que su mente de bebé y cuerpecito le pedían, pensó un poco, ¿cómo era que papi Hanbin llamaba a papá Hao cuándo no lo escuchaba? No perdía nada con intentarlo.

—¡Tontoooo! ¡Toontoo!

Esa vez gritó lo más que podía, cansado de que su esfuerzo no fuera valorado por sus ingratos padres que no entraban de una buena vez para envolverlo en sus brazos y darle su besito de buenos días.

El cachorro miró expectante y finalmente aplaudió feliz cuando la puerta se abrió ante sus ojos, ya era hora de que alguien hiciera caso. Su papi Hanbin entró con un ojo abierto y el otro intentando estarlo, caminando con un poco de lentitud se dirigió hacía su cuna donde este ya le esperaba con los brazos abiertos.

El omega lo tomó, encajando sus piernitas solo un poco arriba de su cintura para tener un mejor agarre.

—¿A caso estabas gritando "tonto"? —preguntó su padre con la voz ronca al recién levantarse.

—No. —respondió con total seguridad el pequeño.

—¿No? —rió un poco el otro por su respuesta, Gunwook nunca dejaba de sorprenderlo.

Abrió la puerta de la habitación para por fin salir del lugar al que Gunwook le huía la mayoría de las veces, sabiendo que allí estaría solito porque solo lo usaba para dormir.

—Feliz cumpleaños mi amor. —dijo el omega, besando su mejilla repetidas veces, a veces su naricita. —Un año se pasa demasiado rápido, a esta hora ya sentía los dolores.

"¿Cumpleaños? Creo que lo escuché antes, ¿pero es mío? ¿es mío 'cumpleaños'?"

—No crezcas tan rápido que a papi le duele el corazón de pensarlo.

Hanbin le hablaba comentandole cada cosa que se supone que pasó hace un año atrás y también sobre el lindo hanbok que le había comprado para lucir más tarde cuando recibiera a todos sus invitados. Entraron al cuarto donde su padre se estiraba entre las sábanas, al parecer ya despierto, el omega se acercó para dejarlo allí sentado al lado del alfa en tanto buscaba las cosas necesarias para cambiarle ese molesto pañal.

Hao pasó uno de sus largos brazos sobre el cuerpo de su hijo, arrastrándolo hasta él para poder dejar un besito sobre su cabeza, esta era su parte favorita de la mañana, no podía faltar un cariño por parte de sus padres.

—Gunwook estaba gritando "tonto", seguro fuiste tú el que se lo enseñó. —le dijo Hanbin a su esposo, tirando del piecito de su hijo, para asi poder recostarlo sobre el colchón y deshacerse de el pantalón amarillo que estaba usando.

Hao apenas bostezó, ignorando las palabras del menor.

—Hey, papá, ¿no hay algo que debas decirle a tu hijo? —siguió hablando el omega.

Hao frunció el ceño, ¿en serio Hanbin pensaba que su cerebro funcionaba tan bien cuándo apenas despertaba? Primero necesitaba sentarse en el borde de la cama, mirar uno de sus zapatos como si hubiera descubierto una galaxia en él, y luego de que ya hubiera reaccionado debía tomarse un sorbo de café frío. Sin embargo intentó recordarlo para conservar la paz mañanera de ese día.

—Oh, Gunwook, felicidades por decidir que ya era hora de despegarse del pecho de papá, créeme que te espera todo un mundo de mejores sabores. —respondió el alfa.

"Gracias viejo, no fue una decisión fácil"

Hanbin cerró el pañal nuevo que le había colocado al bebé que estaba más concentrado en babear su propia manita, y le dirigió una mirada a su esposo, un tanto incrédula.

Hao reaccionó de inmediato, cuando esos preciosos ojos se entrecerraban sabía que su omega no estaba pensando en cuánto lo amaba precisamente.

—¡Sólo juego! —se defendió. —Por supuesto que sé que este terremoto andante se está poniendo más viejo.

"¿Viejo? ¿cómo así?"

Lo siguiente que supo era que estaba en brazos del alfa, recibiendo más de esos besos que decía amar, todos entre palabras que profesaban el amor que ambos de sus padres sentían por él.

Una hermosa etapa daba inicio en su joven vida y ni siquiera estaba al tanto de ello.

—¿Podemos desayunar algo con chocolate solo por esta vez? —pidió el alfa, abrazandose al pequeño, quién al escuchar chocolate hizo lo que su papá Hao ya le había enseñado, puchero y ojitos tristes.

Hanbin seguía sin poder creer como Hao le enseñaba tales cosas, pero debía admitir que esta vez le había llegado al corazón.

—¿Quieren pastel o galletas?

Mientras Hao y Gunwook celebraban se sintió aún más atacado ante su ternura, desde que vio aquella prueba con resultado positivo supo que esto era a lo que estaba destinada su familia, a estar llenos de felicidad, a que cada día fuera una aventura al lado del hombre que amaba y el fruto de tantos años amándose mutuamente.

Caminando los tres juntos hacia la cocina sintió como el mayor tomó su cintura deteniendo su andar solo con la intención de dejar un beso sobre su mejilla.

—¿Y si tenemos otro? Este ya camina y dentro de poco estará reclamándonos porque quiere más privacidad.

Hanbin lo empujó por lo dicho, era un día bastante ocupado como para pensar en ese tipo de cosas.

¿Otro qué? —se preguntó Gunwook.

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