| 𝐄𝐱𝐭𝐫𝐚 | Final alternativo
Ha pasado una semana desde que las cartas llegaron a mi vida, todas y cada una de ellas leídas con minuciosa atención y detalle. Ninguna respondía a lo que me preguntaba, todo lo contrario, me generaban más dudas. ¿Por qué alguien querría que me llegaran este tipo de mensajes? ¿Quién las ha escrito? ¿Quién es?
Le doy vueltas y vueltas, y por mucho que intente rebuscar en el pasado ninguna cara me resulta familiar. Ni siquiera las iniciales que deja al final de cada carta. Es todo tan complicado... Frustrándome no llegaré a nada, necesito más pistas o más pruebas.
─En la facultad no hay nadie que tenga estas iniciales, por lo menos no en este orden. ─se quedó mirando hacia un punto fijo.
Tiene que haber algo que las vincule, además del anónimo. ¡Ni siquiera sé qué clase de apellido podría ser! Un nombre con "L" y un apellido con "V".
Podría preguntarle a mis padres, pero tampoco quiero preocuparles, ya que podrían pensar que estoy siendo acosada. Y ahora que recuerdo hoy no he mirado el buzón, a lo mejor tengo otra pista más.
Salí de mi casa con el chándal puesto y miré en el buzón. Había correo para mis padres, pero nada para mí. Por unos milisegundos me había sentido decepcionada.
─Oh, vaya. ─dijo la chica con desilusión.
No lo entiendo, ¿por qué me siento así? ¿O por qué habré dicho eso? Tampoco es como si fuese a esperar más cartas de él, ni siquiera le conozco. Tampoco sé cómo es él físicamente, en ningún momento me mandó el sobre con alguna foto suya.
Entré a mi casa y avisé a mis padres del correo, lo dejé en la mesa del comedor y me fui a mi cuarto a recoger las demás. Se me pasó por la mente ir a la comisaría de policía para entregarles las pocas pruebas que tenía, aunque no sé qué irán a pensar de una universitaria con unas simples cartas. Seguramente pensarán que les estoy tomando el pelo, pensarán que las habré escrito yo misma.
─Elleire, cariño. ¿Podemos pasar tu padre y yo un momentito? ─tocó la puerta su madre.
─¡Pasen!
Entraron los dos, pero mi padre llevaba en brazos una caja grande y pesada en donde ponía en letras mayúsculas "recuerdos". Supongo que vinieron a dejármela para saber qué es lo que quiero conservar y qué es lo que quiero tirar, típico de mi madre.
Suspiré al ver la caja.
─No, esto no es lo que estás pensando. ─sonríe melancólicamente su madre.
─¿Qué, de qué están hablando? ─preguntó bastante frustrada la muchacha.
─Tu madre y yo tenemos algo que contarte.
Los dos se sentaron a mi lado y pusieron encima de mis piernas la caja, las cuales empezaron a temblar. No bromeaba cuando dije que realmente era muy pesada. La abrí y un millón de recuerdos volaron a través de mi mente, era como nadar entre bellos recuerdos, algunos más opacos y otros más brillantes. Pero me detuve en una foto en particular: era un chico y salía con él abrazados como lapas.
─Un momento, ¿por qué este chico me resulta familiar? Si nunca lo he visto. ─arrugó su entrecejo.
─Porque tú realmente le conoces, Elleire. ─contestó su madre entre pequeñas lágrimas.
─¿Madre, por qué lloras?
─Hija, lo que queríamos decirte es que ese chico se llama Leizhan Vloir. Y es tu mejor amigo de la infancia. ─comenta mientras consuela a su mujer.
No estaba entendiendo absolutamente nada, ¿por qué mi madre está llorando y mi padre está contándome un recuerdo del que ni yo misma era capaz de recordar?
Empecé a temblar y a hiperventilar a medida que iba viendo más y más recuerdos que tenía con él, era una sensación muy cálida pero a la vez desgarradora. ¿Por qué?
Tuve que cerrar la caja de golpe, pues un fuerte dolor de cabeza estaba invadiendo mi mente.
─Ve con calma, no quieras mirarlo todo de golpe, ¡eso te podría afectar más! ─volvió a revelar un pequeño detalle su madre.
─¿Qué, afectarme más?
Me levanté con cuidado y me fui a por un vaso de agua fría, necesitaba regresar al presente y dejar por un rato el pasado. Mi padre me acompañó y me ayudó bajando las escaleras. Cuando llegamos a la cocina, vomité.
─¡Elleire! ─gritó asustado por la reacción de su hija.
─Estoy bien, no es nada. ─dice mientras tose en el fregadero.
─Sabía que no era buena idea hacerte pasar por todo esto, pero ellos insistieron. ─refiriéndose a los médicos.
En ese momento mi madre baja también al comedor y le dice a su marido que era hora de contar todo lo que me habían estado ocultando durante tantos años.
Una vez que me relajé, me cambié de ropa y también limpié el desastre, empezamos una "reunión" familiar. Noté que ambos estaban nerviosos y en sus miradas había culpa, mucha culpa. Eso me ponía más en alerta ante cualquier situación, hasta tal punto de tener un nudo en la garganta.
Mi madre fue la primera en hablar y comentó que ese chico era mi mejor amigo, que nos conocimos cuando éramos críos y que siempre fuimos como uña y carne. Crecimos felices y sanos, puede que con peleas de por medio, pero siempre terminábamos reconciliándonos. Luego mi padre aportó que, cuando ambos entramos al bachiller, él empezó a desarrollar sentimientos hacia a mí.
─Vale, pero, ¿por qué sólo me acuerdo de pequeños trozos y no de él en sí mismo? ─se cruza de brazos.
─Sé paciente, es un tema muy delicado para ti.
─Si ustedes lo dicen...
Resulta que, luego de graduarnos con éxito del Bachillerato Tecnológico, sus padres decidieron mudarse a otra ciudad no muy lejos de la nuestra. Eso significaba que teníamos que separarnos y que las visitas se reducirían a sólo los fines de semana.
Mis padres continuaron contándome, pero hubo un momento de completo silencio. Pensé que ahí se terminaba la historia, pero no. Ahora venía la parte fuerte, el 'boom' de todo esto.
Luego de terminar nuestros estudios para presentarnos a la EBAU (Evaluación de Bachillerato para el Acceso a la Universidad), Leizhan decidió invitarme a una cita para "despedirnos", ya que él al día siguiente ya dejaba la ciudad. Me llevó en su coche, pues él ya tenía la mayoría de edad para ese entonces, y...
─Tuvieron un accidente de coche. ─confesó mi madre luego de romper en llanto.
─Tú sobreviviste al impacto, porque Leizhan te protegió, pero él quedó en estado crítico.
─¡Los médicos nos dijeron que tenías amnesia! ─gritó su madre entre los brazos de su marido─. Y por eso te lo hemos estado ocultando todo este tiempo.
─Por favor, Elleire, sólo queríamos protegerte. No queríamos perder a nuestra única hija. ─confiesa su padre al borde de las lágrimas.
Otra vez ese fuerte dolor de cabeza. Cerré los ojos y me tapé los oídos, pues el dolor iba acompañado esta vez de un pitido ensordecedor. Mi corazón palpitaba cada vez más rápido y mi mente se convirtió en un tsunami de recuerdos con Leizhan, Leizhan Vloir.
Fui corriendo al baño a vomitar de nuevo por los mismos nervios y por la presión. Y fue en ese mismo instante que recordé las siete cartas que tenía en mi cuarto. Fui corriendo a buscarlas y a leer las iniciales.
─Es él, es Leizhan.
Corrí de nuevo junto con mis padres y les enseñé las cartas; no sabía las emociones que estaba teniendo, no sabía si estaba feliz, contenta, triste, enfadada, angustiada. Era todo en uno.
Para mi sorpresa, ellos ya sabían que esas cartas iban dirigidas hacia a mí y que era él. Ahora sí que podía sentir la ira recorriendo mis venas.
─¡¿Por qué no me dijeron nada?! ¡Ustedes no me estaban protegiendo, sino alejándome de él!
─Elleire, cálmate, por favor. ─intentó tranquilizarla su padre.
─¡¿Cómo pretendes que me calme si me habéis estado ocultando mis propios recuerdos?! ─dio un paso hacia atrás.
─¡Él sigue en el hospital! ─espetó la madre cansada de la situación.
Otro silencio incómodo volvió a hacerse presente en el salón. Miré a ambos a los ojos y les pregunté en qué hospital estaba, pero ellos se negaron a decírmelo porque sabían lo que iba a hacer. Pero aun así se los exigí y terminaron cediendo, ya que vieron que era lo correcto y puede que sea la única manera de enmendar el error.
Me volví a cambiar de ropa, cogí las llaves del coche y me fui al hospital donde me dijeron. No pude disfrutar de la música del Spotify por lo ansiosa que estaba, pero apareció un pequeño "flash back" del accidente mientras iba conduciendo, así que por miedo a mi seguridad y a la de otros conductores y pasajeros, decidí ralentizar la marcha.
Llegué al hospital y nada más entrar fui directa a la recepcionista.
─Hola, buenos días. Vengo a hacerle una visita al paciente Leizhan Vloir, por favor.
─¡Buenos días, señorita! Lamento decirle que las consultas no están permitidas hasta las 12:00, así que puede volver más tarde si le parece bien. ─informó junto con una reluciente sonrisa cálida y acogedora.
─Mire, sé que tienen normas muy estrictas, pero es que... Necesito verle, es mi mejor amigo de la infancia y no puedo irme sin saber que él sigue vivo.
─De veras que lamento mucho lo que le ha pasado a su amigo, pero no puedo hacer nada. Así están impuestas las reglas. ─suspiró la trabajadora.
─Se lo ruego, por favor. Déjeme verle por unos minutos, es lo único que le pido. Usted ahora mismo es mi única salvación. ─suplicó a punto de echarse a llorar.
La recepcionista y yo nos quedamos mirándonos a los ojos, ella notó esa desesperación y angustia en mí, así que cedió y me dijo dónde estaba su cuarto.
─Le pido, por favor, que no se entretenga mucho. Y buena suerte.
─Muchísimas gracias. ─dejó escapar un gran suspiro de alivio y echó a correr.
Caminé rápido por los pasillos buscando su cuarto. Tuve que subir una planta más, pero fui por las escaleras para evitar toparme con médicos. Y por fin, había llegado a mi destino.
Me quedé paralizada enfrente de la puerta, reflexionando sobre lo que estaba haciendo y lo que estaba a punto de hacer. ¿Realmente quería o sólo me dejé llevar por mis impulsos?
─Debo hacerlo. ─apretó el pomo con firmeza.
Abrí y cerré cuidadosamente la puerta. Una habitación reluciente, impecable y con tonos suaves. Una preciosa ventana que dejaba entrar la luz natural, varios rayos de luz acariciaban la piel de aquel chico acostado y con los ojos cerrados. ¿Era él, realmente lo era?
Di varios pasos hasta su camilla y ahí estaba. Era como un ser de luz, un humano capaz de brillar hasta en el lugar más oscuro del planeta. Leí el nombre que tenía grabado en la parte delantera de la camilla y, efectivamente, era él.
─Oh, Dios mío, eres tú. Realmente eres tú. ─se acercó y se sentó de rodillas.
Vi el electrocardiograma y ahí estaba su corazón bombeando sangre. Apoyé con mucho cuidado mi cabeza en su pecho y pude escucharle, era lo más bonito que había escuchado en mucho tiempo. Acaricié su mejilla, su pelo, sus brazos y por último sus manos.
─Cómo has crecido, Leizhan. Te has convertido en un hombre. ─comentó con una pequeña sonrisa tímida.
Le di un beso en la mejilla, pues para mí ya no era un desconocido o un extraño. Para mí siempre fue mi mejor amigo y la mejor persona que he conocido en este mundo.
Calculé más o menos el tiempo que podía estar en la habitación, pero decidí quedarme un poco más. Fue la mejor decisión que había tomado.
─Elleire...
─¿Leizhan?
─No te vayas.
─¡¿Leizhan?! ─se tapó la boca, no podía hacer mucho ruido─. Soy yo, soy Elleire. Estoy aquí contigo.
Su ritmo cardiaco aumentó un poco al decirle mi nombre, ¿lo habrá escuchado? No sabía exactamente en qué estado estaba el chico, pero algo me decía que quería despertar de una vez, no quería permanecer en este lugar.
Fue entonces cuando pude contemplar su mirada ámbar, sus preciosos ojos abriéndose a la luz del sol. Sus labios intentando decirme algo, su mano intentando alcanzar la mía.
─Elleire, te quiero. ─formuló débilmente con una pequeña sonrisa dibujada en sus labios.
─Y yo a ti, Leizhan. Yo también te quiero mucho. ─cogió su mano con las suyas y le dio un beso en el dorso.
Le dejé descansar, pues supe que estaba en buen estado. Me fui del hospital, no sin antes prometerle que nos volveríamos a ver.
Cuando llegué a casa les di la noticia a mis padres y ellos corrieron a darme un fuerte abrazo; por fin pude llorar en paz, pero esta vez de la felicidad.
Los meses pasaron y mis padres volvieron a ponerse en contacto con los padres de Leizhan luego de tantos años. Y, por mi parte, no pude esperar a poder reencontrarme con él de nuevo una vez le dieron el alta. Fue como una especie de milagro, aunque no soy para nada creyente en esos cuentos de hadas.
Hoy era el día, el momento que estaba esperando. Aparcaron, bajó del coche de sus padres, caminó un par de pasos y extendió sus brazos. Me puse los zapatos, salí corriendo hacia a él y me tiré en sus brazos. Su aroma hizo que recordara más el pasado que habíamos vivido y que nos quedaba por recordar.
─Me alegra estar devuelta, Elleire.
─Y yo me alegro de que estés devuelta, Leizhan.
Juntamos nuestras frentes y, posteriormente, sentí sus labios posarse sobre los míos. Este momento sí que lo iba a recordar por el resto de mi vida.
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¡Hola de nuevo, wattpaders! Soy yo 𝚈.𝙱.𝙷. (¥u, Moon, como me conozcan). Aquí les traigo un final alternativo a petición de unos poquitos lectores leales y también porque me apetecía darles un final feliz a mis personajes. Así que, muchísimas gracias por haberos quedado hasta el final y ya nos veremos en las próximas mini aventuras. ❤️
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