🥀𝟑🥀
El sonido de la alarma desgarró el silencio matutino, obligando a Jimin a salir del sueño. Parpadeó un par de veces, mirando fijamente el techo de su habitación mientras el pitido insistente parecía taladrarle los oídos. Con un suspiro resignado, extendió el brazo para apagarla. Lentamente, se incorporó, dejando que sus pies encontraran las pantuflas al pie de la cama.
En el baño, el agua fría contra su rostro disipó las últimas trazas de sueño. Frente al espejo, mientras se cepillaba los dientes, evitó mirarse demasiado. Había algo en esas mañanas tan perfectamente estructuradas que lo hacía sentir más como una pieza de una maquinaria rutinaria que como una persona. Apenas acomodó su cabello antes de salir.
El desayuno fue igual de silencioso. Sentado frente a un tazón de cereales, dejó que la televisión llenara el vacío con un video de teorías conspirativas. No estaba realmente prestando atención al contenido; las voces eran un ruido blanco, un consuelo mecánico que lo acompañaba mientras masticaba.
Tras recoger los platos, se permitió una ducha caliente. El vapor llenó el baño, y aunque el agua alivió parte de la tensión acumulada en sus hombros, no logró deshacer del todo el peso que sentía en el pecho. Al salir, el espejo empañado reflejaba una figura que seguía moviéndose con la misma meticulosidad de siempre. Se vistió con cuidado: la bata blanca se deslizó sobre la camisa abotonada, el pantalón negro se acomodó perfectamente sobre sus zapatos pulidos. Ajustó los anteojos en el puente de la nariz, un movimiento tan automático como ritualista, antes de tomar el bolso que había preparado la noche anterior.
En la mesita de la entrada, una nota lo esperaba. El papel estaba ligeramente arrugado, pero el mensaje era claro: "Jimin, te dejo el dinero para que compres la comida y pagues la mensualidad de la universidad. Sabes que no mantengo a vagos."
Rodó los ojos, un gesto que nadie estaba allí para notar, y guardó el sobre con dinero en uno de los bolsillos de su mochila, asegurándose de esconderlo bien.
Cuando cruzó la puerta, el aire fresco de la mañana lo recibió con una ráfaga que erizó su piel. Con los auriculares en los oídos, encendió su lista de música. Melancólica, tranquila, como una compañía ideal para la media hora de trayecto hasta la universidad. Era un momento en el que podía dejar que sus pensamientos fluyeran, lejos del ruido habitual.
El ritmo de sus pasos resonaba en la acera, mezclándose con los sonidos de la ciudad que despertaba. Observó cómo los primeros rayos de sol iluminaban los edificios y, sin querer, su mente comenzó a divagar. ¿Esto es todo? se preguntó mientras su mirada se perdía en el horizonte.
La rutina, tan precisa y organizada como siempre, comenzaba a sentirse opresiva. Por más que intentara ignorarlo, algo dentro de él parecía ansiar un cambio, una señal que lo sacara del patrón monótono de clases, estudio, repetir. ¿Cuándo fue la última vez que hice algo diferente?
Como un reflejo involuntario, el recuerdo del día anterior apareció. Cerró los ojos por un instante, reviviendo la escena: el caos de sus libros cayendo al suelo del bus, esa sensación incómoda de estar en el centro de las miradas... hasta que apareció él. Jeon Jungkook.
Pero incluso mientras intentaba convencerse, una pequeña sonrisa se asomó en los labios de Jimin al recordar el tono juguetón de Jungkook al hablar sobre películas de terror. Había algo en él, algo que parecía tambalear las estructuras cuidadosamente construidas de su vida. Aunque no lo admitiría en voz alta, la idea le resultaba... intrigante.
Al llegar a la parada de buses, Jimin encontró la banca vacía, como siempre a esa hora. Precisamente por eso se levantaba temprano: evitar las multitudes y viajar en calma era parte de su estrategia para aliviar el estrés del primer día. La soledad del lugar, junto con el fresco de la mañana, le daba una sensación de orden, como si todo estuviera saliendo tal y como lo había planeado la noche anterior.
Con los auriculares aún puestos, dejó que la música lo envolviera mientras repasaba mentalmente su lista de pendientes para el día. Pero, como era habitual últimamente, su mente divagó hacia pensamientos menos productivos, como el recuerdo de cierto chico de sonrisa despreocupada. Sacudió la cabeza ligeramente, regresando su atención a la lista de tareas, aunque no pudo evitar que una sensación de expectativa le hiciera cosquillas en el pecho.
El rugido del bus acercándose lo sacó de su ensimismamiento. Subió, pagó el pasaje y buscó su asiento habitual junto a la ventana. El trayecto de media hora transcurrió entre la monotonía del paisaje y el leve murmullo de conversaciones en el fondo, pero su mente seguía en dos lugares a la vez: las obligaciones del día y algo que no podía terminar de descifrar.
Al llegar a la universidad, lo primero que vio fue a Taehyung y Soo Hee esperándolo cerca de la entrada principal. Ambos lucían sus batas blancas impecables, y desde lejos, Taehyung agitaba la mano enérgicamente como si no lo hubiera visto en semanas.
—¡Jimin, por fin! —exclamó Taehyung cuando estuvo lo suficientemente cerca—. ¡Tuve que dejar a Jin durmiendo en casa! ¿Sabes lo difícil que es salir de la cama cuando alguien así te abraza? Pero bueno, él también tenía que prepararse para el trabajo, así que aquí estoy. Por cierto, ¿adivina qué? Habrá un discurso de bienvenida de los decanos en el auditorio. Este año parece que están más emocionados que nunca con el inicio de clases.
Soo Hee, que revisaba algo en su teléfono, levantó la vista con una sonrisa astuta. Sus ojos brillaban con esa chispa de ironía tan suya.
—Y no podemos negar que nuestro querido decano, Kim Namjoon, tiene... lo suyo. —Acompañó el comentario con un gesto ambiguo, como si quisiera decir algo sin decirlo directamente, aunque todos entendieron a qué se refería.
Jimin se detuvo en seco, mirando a Soo Hee con una mezcla de incredulidad y ligera incomodidad mientras ajustaba los anteojos.
—¿Perdón? —preguntó, arqueando una ceja—. Nunca me había fijado en eso... ¡Y ahora que lo mencionas, no voy a poder sacármelo de la cabeza durante todo el discurso! Gracias, Soo Hee. Realmente, gracias.
Soo Hee soltó una carcajada, satisfecha de haberlo sacado de su zona de confort. Taehyung se unió a la risa con una versión más contenida, pero no tardó en cambiar de tema, una chispa traviesa brillando en sus ojos.
—Ah, pero espera, Jiminnie. Los estudiantes de Contabilidad también estarán en el auditorio. Esto podría ponerse... interesante. —La palabra "interesante" salió con un énfasis exagerado que hizo que Jimin rodara los ojos, ignorando deliberadamente la insinuación.
El trío se dirigió al auditorio, donde un gran cartel indicaba la distribución de los asientos. Los estudiantes de Medicina ocuparían un lado, una marea ordenada de batas blancas que reflejaban su disciplina y dedicación.
En el lado opuesto, los estudiantes de Contabilidad, con sus trajes impecables y corbatas ajustadas, presentaban un contraste elegante y estructurado. El ambiente estaba cargado de una mezcla de entusiasmo y formalidad propia del primer día.
Los ojos de Jimin vagaron brevemente por el auditorio, y fue entonces cuando lo vio. Jungkook. Sentado entre sus compañeros, destacaba de alguna manera. Llevaba una camisa blanca perfectamente planchada y una corbata que, aunque ligeramente desajustada, parecía más un acto deliberado que un descuido. Su postura relajada, con un brazo descansando sobre el respaldo de la silla, daba la impresión de que estaba completamente ajeno al ambiente tenso que los rodeaba.
Jimin apartó la mirada rápidamente, sintiendo cómo su respiración se aceleraba de manera traicionera. Se sentó junto a Taehyung y Soo Hee, dispuesto a concentrarse en el evento y dejar a un lado cualquier distracción.
A su alrededor, el murmullo de los estudiantes fue apagándose gradualmente cuando Kim Namjoon subió al escenario. Alto, confiado y con una presencia que imponía, capturó de inmediato la atención de todos los presentes. Su voz resonó con una autoridad calmada que llenó cada rincón del auditorio.
—Bienvenidos, estudiantes. Este nuevo ciclo es una oportunidad para recordarles que la dedicación y el esfuerzo no solo son valores esenciales en sus carreras, sino también en sus vidas. Como futuros médicos y contadores, ustedes no solo deben destacar en sus conocimientos técnicos, sino también en su humanidad y empatía. Cada uno de ustedes representa un futuro brillante para nuestra universidad y para la sociedad.
El auditorio se llenó de aplausos educados. Mientras que posteriormente el decano de Contabilidad tomaba el relevo, Jimin intentó mantener su atención en el escenario. Pero algo insistente lo inquietaba: esa sensación, persistente y molesta, de que alguien lo observaba.
Jimin trató de ignorarlo. No es nada, se dijo a sí mismo, esforzándose por centrarse en las palabras del nuevo orador. Pero la sensación no desaparecía. Era tan fuerte que su concentración comenzó a tambalearse. Finalmente, incapaz de resistir más, giró la cabeza con disimulo, fingiendo que buscaba algo al azar en el auditorio.
Y ahí estaba. Jeon Jungkook.
Apoyado con aparente desinterés en el respaldo de su silla, su postura relajada parecía completamente ajena a la formalidad del evento. La ligera curva de sus labios le daba un aire de confianza despreocupada, como si todo esto no fuera más que un entretenimiento pasajero. Pero lo que realmente atrapó a Jimin fue la mirada de Jungkook. Directa. Intensa. Como si estuviera disfrutando de un secreto compartido que Jimin no sabía que existía.
El impacto fue inmediato, como si el tiempo se hubiera detenido entre ellos. Jimin sintió el calor subir rápidamente por su cuello, y con un movimiento apresurado, desvió la mirada hacia el escenario. Ajustó sus anteojos con un gesto automático, como si esa acción pudiera devolverle el control. Concéntrate, Park Jimin. Es solo otro estudiante, se repitió mentalmente. Nada fuera de lo común.
Pero su intento de ignorarlo duró poco. Apenas había decidido enfocarse de nuevo cuando un suave zumbido en el bolsillo de su bata interrumpió sus pensamientos. Sacó el teléfono con discreción, y la pantalla iluminada reveló un mensaje que le hizo contener la respiración.
Jungkook: ¿Siempre estás tan concentrado en los discursos o este esfuerzo especial es solo por hoy? 😏
Jimin parpadeó, luchando contra la sonrisa que amenazaba con asomar en sus labios. Soltó un pequeño suspiro, apretando los dedos alrededor del teléfono como si quisiera apagar el efecto que ese mensaje tenía sobre él. Pero, aun así, sus dedos comenzaron a moverse casi por reflejo, escribiendo una respuesta breve.
Jimin: Intento escuchar, pero parece que alguien no ayuda mucho con eso. Otro mensaje y te bloqueo.
Con un rápido movimiento, guardó el teléfono de nuevo en su bolsillo y levantó la vista hacia el escenario, decidido a no dejarse distraer más. Pero cuando sus ojos vagaron brevemente hacia el otro lado del auditorio, los de Jungkook ya lo estaban esperando. La ligera sonrisa del chico, apenas perceptible pero cargada de picardía, derrumbó cualquier intento de Jimin por mantenerse serio.
El discurso continuó. Palabras como "responsabilidad", "dedicación" y "profesionalismo" flotaban en el aire, pero para Jimin eran poco más que un eco distante. Lo único realmente tangible era la sensación de esa mirada ocasional cruzando el espacio entre ellos, como una corriente silenciosa que no podía ignorar.
Cuando terminó el evento, el bullicio habitual del primer día tomó el control del auditorio. Pasillos repletos, risas, y conversaciones llenaban el espacio con una energía vibrante. Jimin, junto a Soo Hee y Taehyung, intentaba abrirse paso entre la multitud, disfrutando momentáneamente del cambio de ambiente. Sin embargo, no tardó en notar las miradas cómplices de sus amigos. Y lo que siguió fue inevitable.
—Jiminnie... —comenzó Soo Hee, entornando los ojos con picardía mientras se cruzaba de brazos—. ¿Soy yo o Jeon no dejó de mirarte durante todo el discurso?
—No fue solo ella quien lo notó —añadió Taehyung, llevándose una mano al mentón con fingido dramatismo—. Y, por cierto, ¿qué fue eso de revisar tu celular en medio del discurso? ¡Tú, que casi nos das charlas de etiqueta académica! Jimin, amigo, esto no es normal.
Jimin resopló, un suspiro exasperado que intentó en vano ocultar su incomodidad. Ajustó sus anteojos y desvió la mirada, buscando algo en el corredor que pudiera servir como excusa para cambiar de tema. Sin embargo, sus amigos no iban a soltarlo tan fácilmente.
—Están viendo cosas donde no las hay, chicos —respondió, esforzándose por sonar firme, aunque su tono no convencía ni a él mismo—. Había mucha gente en el auditorio. Seguro que estaba mirando a alguien más.
Soo Hee alzó una ceja, claramente incrédula, mientras un destello divertido iluminaba su expresión.
—Claro, Jiminnie, claro... —replicó, alargando las palabras con evidente sarcasmo—. Pero, mira, lo que vi fue a Jungkook mirándote como si fueras el último café disponible en una guardia de 24 horas. No te hagas.
Jimin abrió la boca para protestar, pero antes de que pudiera articular palabra, un cambio en el aire lo hizo detenerse. Esa sensación familiar. La misma presencia que lo había puesto nervioso durante el discurso. Antes de girar la cabeza, ya sabía quién estaba allí.
—Vaya, delegado. —La voz de Jungkook rompió el momento, baja, suave, pero con ese matiz juguetón que parecía intrínseco a él. Su sonrisa traviesa era casi una constante, y su camisa blanca, con las mangas arremangadas y la corbata desajustada, completaban esa imagen despreocupada que parecía haber perfeccionado—. La bata te queda bastante bien. Aunque no sé si impresionarás más al decano Kim... o a mí.
El comentario lo tomó por sorpresa. Jimin levantó la mirada, sus ojos encontrándose con los de Jungkook, que parecían observarlo más allá de lo superficial. La respuesta salió de sus labios antes de que pudiera detenerla:
—¿Y tú? —replicó, arqueando una ceja mientras su tono se volvía apenas desafiante—. No sabía que en Contabilidad tenían su propio desfile de moda. Aunque con esa corbata desajustada, parece que no tomas muy en serio el código de vestimenta.
Jungkook dejó escapar una risa breve, llevando la mano al cuello para "ajustar" la corbata de manera deliberadamente torpe, lo que solo añadió a su aire de despreocupación.
—Toqué un punto sensible, ¿eh? —bromeó, inclinándose apenas hacia él con esa cercanía que siempre lo descolocaba—. Pero si vas a criticar, asegúrate de cumplir todas las normas de tu propia carrera.
Aunque intentaba mantener su tono neutral, Jimin no pudo evitar que una chispa de diversión cruzara sus ojos. Decidido a no dejarse intimidar, respondió con una calma que casi logró sonar genuina.
—Quizás tienes razón —concedió, cruzándose de brazos y adoptando una postura más segura—. Aunque tú tampoco pareces particularmente interesado en reglas, ¿verdad?
—Touché. —Jungkook inclinó la cabeza, como si aceptara la observación, pero la sonrisa que acompañaba su gesto sugería lo contrario—. Lo formal no me queda tan bien como a ti lo profesional. Aunque... —bajó un poco la voz, lo justo para que sus palabras fueran exclusivas de Jimin—, debo admitir que te ves impecable.
El halago inesperado lo desarmó por completo. Jimin sintió el calor subir rápidamente a sus mejillas, y aunque trató de disimularlo ajustándose los anteojos, el rubor era inconfundible. Soo Hee, que había estado observando la interacción con creciente interés, no pudo resistirse a intervenir.
—¡Oooh! Esto se está poniendo muy interesante, ¿no crees, Tae? —comentó, dándole un ligero codazo a su amigo.
Taehyung no perdió la oportunidad de sumarse, llevándose una mano al pecho con fingido dramatismo.
—Interesante es quedarse corto, Soo Hee. Jungkook, ¿esto es una estrategia para conquistar al delegado más brillante de Medicina? Porque, déjame decirte, tendrás que enfrentarte a nosotros primero.
Jimin apretó los labios, rodando los ojos con evidente frustración. Dio un paso adelante y colocó una mano en el hombro de Taehyung, apartándolo suavemente mientras lanzaba una mirada de advertencia a ambos.
—Ustedes son imposibles —murmuró, esforzándose por recuperar algo de compostura. Luego, giró hacia Jungkook, que seguía observándolo con esa sonrisa ladina que parecía permanente—. Tenemos clases, así que será mejor que nos movamos.
Jungkook dio un paso atrás, alzando las manos en un gesto de inocencia fingida, pero sus ojos seguían fijos en Jimin.
—Nos vemos luego, delegado. Y prometo que la próxima vez arreglaré la corbata. —Guiñó un ojo antes de alejarse con su característico andar relajado.
A medida que se alejaba, podía sentir la mirada de Jungkook clavada en él, ligera pero imposible de ignorar. Había algo persistente en esa sensación, como si quedara atrapado entre la irritación y un cosquilleo inexplicable que no lograba sacudirse.
Del otro lado del pasillo, Jungkook seguía observando. Sus ojos seguían la figura de Jimin, notando cómo su espalda rígida parecía un escudo contra el desorden que había dejado en él. La sonrisa de Jungkook, ligera pero cargada de intención, se mantuvo intacta mientras jugueteaba con su corbata desajustada, la misma que Jimin había mencionado. No hizo ningún esfuerzo real por arreglarla; en cambio, el recuerdo de su respuesta —esa mezcla de ironía y desafío— seguía arrancándole una risa silenciosa.
—¿Qué acaba de pasar aquí? —La voz relajada de Yoongi rompió su momento de introspección. Él y Eunwoo se acercaban, ambos con expresiones que oscilaban entre la curiosidad y una burla apenas contenida.
Jungkook giró la cabeza ligeramente hacia ellos, sus amigos lo miraban como si acabaran de descubrir el inicio de una película que prometía ser interesante.
—Déjame adivinar —continuó Yoongi, cruzándose de brazos mientras arqueaba una ceja—. ¿Estás practicando tus habilidades de coqueteo con delegados de Medicina ahora?
Jungkook soltó una risa breve, recargándose contra la pared y cruzando los brazos en un gesto deliberadamente relajado.
—¿Coqueteo? —repitió, fingiendo incredulidad mientras una sonrisa juguetona se asomaba en sus labios—. Solo estoy conociendo a alguien nuevo. ¿Acaso eso es un crimen?
Eunwoo dejó escapar un suspiro dramático y colocó una mano en el hombro de Jungkook, como si compartiera una preocupación sincera.
—Jungkook, Jungkook... Sabemos que tienes tus aventuras, pero ¿un delegado? —Alzó las cejas, una chispa de diversión brillando en sus ojos—. Eso está un poco fuera de tu zona habitual, incluso para ti.
Yoongi asintió con fingida gravedad, señalando con un leve movimiento de cabeza hacia el pasillo por donde había desaparecido Jimin.
—Y para colmo —añadió con su característico tono arrastrado—, es de Medicina. ¿Sabes lo intensos que son esos tipos? A menos que quieras que te hablen sobre la importancia de mantener un horario de estudio perfecto, disciplina estricta y, quién sabe, las maravillas de la anatomía.
Jungkook se enderezó ligeramente, metiendo las manos en los bolsillos mientras sacudía la cabeza con una risa suave.
—Ah, veo que mi vida amorosa se ha convertido en su tema del día —dijo, rodando los ojos pero sin perder el brillo divertido en su expresión—. Pero, ¿sabes qué, hyung? Tal vez deberías preocuparte más por lo que pasa con Hoseok que por mi vida social.
—Touché —respondió Yoongi con una sonrisa ladeada, aunque sus ojos dejaban claro que no pensaba soltar el tema tan fácilmente—. Pero hablando en serio, ¿qué planeas con él?
Antes de que Jungkook pudiera responder, Eunwoo levantó una mano, adoptando una pose exageradamente reflexiva.
—No seas tan intenso, Yoongi. Claramente, Jungkook está explorando nuevos horizontes... o algo así. —Hizo una pausa, evaluando sus propias palabras antes de añadir con una sonrisa maliciosa—. Aunque debo admitir que su "nuevo amigo" es interesante. Y, siendo completamente honesto... bastante guapo.
Jungkook dejó escapar una carcajada, sacudiendo la cabeza con incredulidad.
—Están sacando conclusiones de la nada —dijo, aunque no podía evitar que su sonrisa se ampliara ligeramente al recordar el rubor en el rostro de Jimin—. Solo estoy conociéndolo, nada más.
Yoongi lo miró con escepticismo mientras hacía un gesto hacia Eunwoo.
—¿Tú le crees?
Eunwoo se llevó una mano al mentón, fingiendo deliberar como si estuviera analizando algo de suma importancia. Finalmente, se encogió de hombros, su sonrisa tranquila pero llena de picardía.
—No lo sé... pero si sigue mirándolo como lo hizo hace un rato, creo que no nos está contando toda la verdad. —Luego, añadió con una risa burlona—. Si yo fuera Jimin, ya le habría preguntado "qué somos".
Jungkook rió entre dientes, negando con la cabeza mientras los empujaba suavemente por los hombros para que comenzaran a caminar.
—Dejen de actuar como si fueran detectives de novela romántica, ¿sí? —dijo, con diversión evidente en su tono—. Relájense un poco y encuentren algo mejor que hacer que monitorear mi vida social.
Yoongi soltó una carcajada mientras pasaban junto a un grupo de estudiantes de Contabilidad.
—Solo digo, Jungkook: si terminas escribiéndole poemas al delegado, avísanos. Quiero ser el primero en leerlos.
Eunwoo alzó una mano al pecho con un gesto solemne, como si estuviera jurando algo importante.
—Y yo me encargaré de que reciba flores decentes. Nada de esas cosas baratas que venden afuera del campus.
Jungkook negó con la cabeza, todavía con esa sonrisa persistente en los labios. Aunque intentaba mantener la indiferencia frente a las bromas de sus amigos, el recuerdo de Jimin seguía rondando su mente: su bata impecable, su expresión decidida, y ese leve rubor que había tratado de ocultar sin éxito. Había algo en él, algo que lo intrigaba más de lo que estaba dispuesto a admitir.
Mientras tanto, en otro punto del campus, Soo Hee y Taehyung compartieron una mirada cómplice mientras caminaban hacia el salón. Cargados de intenciones claras, avanzaron rápidamente para alcanzar a Jimin, que iba unos pasos por delante, ajeno a la tormenta que estaba por desatarse. No tardaron en rodearlo, sincronizados como siempre.
—¿Nuevo amigo, eh? —soltó Soo Hee, arqueando una ceja con evidente picardía mientras miraba de reojo a Jimin—. ¿Y dices que fue pura coincidencia? Porque, Jiminnie, esa química se podía sentir desde el otro lado del auditorio.
—No fue solo ella quien lo notó —intervino Taehyung, llevándose una mano al pecho con un dramatismo que rozaba lo teatral—. Pero, dime, ¿tenías que empezar con alguien tan famoso? ¿Es que no había delegados en nuestra carrera que fueran menos... peligrosamente encantadores?
Jimin soltó un suspiro, rodando los ojos mientras intentaba mantener la calma. Aceleró el paso, como si pudiera escapar de las miradas inquisitivas de sus amigos, aunque el rubor que subía por sus mejillas era imposible de disimular.
—Ya les dije, solo lo conocí de casualidad —respondió, ajustando la mochila sobre su hombro con fingida indiferencia—. Apenas hablé con él ayer en el bus. Están exagerando.
Pero sus amigos no tenían intención de dejarlo escapar tan fácilmente. Soo Hee se colocó a su lado con una sonrisa traviesa y añadió en un tono que no dejaba lugar a dudas:
—Oh, claro, "solo alguien". —Hizo comillas en el aire, enfatizando las palabras—. Entonces no te importará si le preguntamos directamente cuáles son sus intenciones, ¿verdad? Porque, siendo honestos, Jimin, conocerte ya es raro. Solo hablas con nosotros o con otros delegados porque consideras a los demás una distracción.
Taehyung, que venía detrás, rió con fuerza antes de añadir su propio toque a la conversación.
—Seguro que Jungkook diría algo como: "Estoy aquí para robarme al delegado de Medicina". Y, sinceramente, no lo culparía. Eres bastante codiciado, Jiminnie. Eres el único que no se da cuenta.
—¡Tae! —protestó Jimin, deteniéndose en seco para fulminarlo con la mirada. Su tono intentaba ser severo, pero el leve temblor en su voz y el creciente rubor en sus mejillas solo alimentaron las risas de sus amigos.
—Vamos, Jiminnie, no te pongas así —dijo Taehyung, levantando las manos en señal de rendición, aunque su sonrisa amplia traicionaba su falta de arrepentimiento—. Solo decimos que no es cualquier chico el que se atreve a bromear contigo sobre tu bata. Eso significa algo, ¿no crees? Además, más allá de lo que digan de él, tienes que admitirlo: el tipo tiene su encanto.
Jimin abrió la boca para responder, pero Soo Hee lo interrumpió alzando una mano y señalando el reloj que colgaba del pasillo.
—Bueno, delegado perfecto, si no quieres que tus "admiradores" nos distraigan, será mejor que vayamos a clase antes de que llegue el profesor.
Jimin dejó escapar un suspiro aliviado, aprovechando la pausa para cambiar de tema.
—Por fin algo razonable —murmuró, aunque su mente seguía volviendo a la imagen de Jungkook. Esa sonrisa confiada que parecía tener la capacidad de desarmarlo sin esfuerzo.
Cuando entraron al salón, el bullicio de los estudiantes llenó el espacio. El ruido de las sillas arrastrándose y las conversaciones cruzadas creaban un fondo animado, pero nada de eso lograba distraer a Jimin del caos en su mente. Se sentó en su lugar habitual, sacó su cuaderno y dejó escapar un suspiro.
Todo lo que había ocurrido en esos últimos minutos—las miradas, los comentarios de sus amigos, y, sobre todo, esa sonrisa que parecía tan peligrosa como cautivadora—seguía rondando su cabeza. Por mucho que intentara concentrarse, la imagen de Jungkook persistía, desafiando la lógica y rompiendo el orden que tanto esfuerzo le había costado construir.
Había algo en Jungkook que lo desconcertaba. Su despreocupación, su confianza casi insolente... todo lo contrario a la disciplina y el control que Jimin había instaurado en su vida. Y, sin embargo, esa misma diferencia era lo que lo hacía tan intrigante. Como si, de alguna manera, su caos ofreciera algo que a Jimin le faltaba.
Acomodándose en su asiento, respiró hondo e intentó convencerse de que el resto del día le traería claridad. Pero, en el fondo, sabía que nada sería tan sencillo. Si algo había aprendido en esas horas, era que Jeon Jungkook tenía la habilidad de quedarse en su mente mucho más de lo que cualquier distracción debía permitirse.
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