
🥀𝟏𝟖🥀
Cuando llegaron a casa de Jungkook, la madrugada aún envolvía la ciudad en su manto de quietud, aunque el cansancio y la adrenalina hacían que el tiempo se sintiera extraño, como si la noche se estirara indefinidamente.
Ninguno estaba borracho, pero la sensación de estar demasiado conscientes de todo lo que había ocurrido los mantenía en ese limbo entre la risa fácil y el nerviosismo contenido.
Entraron intentando hacer el menor ruido posible, pero fracasaron estrepitosamente. Las risas quedaron atrapadas entre sus labios, medio sofocadas por el intento de no despertarle a nadie, pero escapando igual en pequeños estallidos ahogados.
La puerta se cerró con un leve clic detrás de ellos, y por un instante se quedaron congelados, mirándose con los labios apretados, luchando por contenerse.
—Shhh —susurró Jungkook, su sonrisa torcida brillando incluso en la oscuridad—. No sé qué es más fuerte, tus zapatos o tu risa.
—¡No estoy haciendo ruido! —protestó Jimin en el mismo tono, ofendido pero aún riendo, las palabras vibrando con la emoción residual de la noche—. Agg, necesito sacarme esta pintura de la cara de una vez por todas.
Se deshizo del saco violeta, dejándolo caer sobre una silla con movimientos algo torpes. Jungkook lo observaba desde su posición, la media luz recortando su silueta contra el pasillo. Sus ojos oscuros se fijaban en él con esa intensidad que parecía buscar algo más allá de lo evidente.
—Llevas quejándote de eso todo el camino. ¿Estás seguro de que tu amigo usó maquillaje de calidad?
—Él me aseguró que sí, pero ya la siento pesada... y no quiero entrar a tu baño sin preguntar.
Jungkook inclinó la cabeza apenas, la sombra de una sonrisa traviesa dibujándose en sus labios.
—Jimin... —pronunció su nombre en ese tono bajo y cargado de intención, ese que Jimin ya había aprendido a reconocer demasiado bien. Un escalofrío le recorrió la espalda, haciéndolo erguirse instintivamente-. Acabamos de besarnos como si no hubiera un mañana... ¿y crees que tienes que pedirme permiso para usar mi baño?
El aire entre ellos pareció comprimirse de golpe. Jimin sintió un nudo formarse en su estómago, pero no era incomodidad. Era otra cosa.
Jungkook estaba ahí, en ese maldito disfraz de prisionero que resaltaba demasiado su cuerpo, con esos tatuajes temporales que hacían que su piel pareciera más áspera, más real. Jimin sintió su mirada recorrer cada línea de tinta falsa sobre su piel, como si pudiera memorizarla con solo verla.
Ambos se observaron sin hablar, en ese espacio donde las palabras sobraban porque ya sabían.
"Luego hablaremos mejor."
Fue el pensamiento que flotó en la mente de ambos. Pero no ahora. Ahora solo querían dejarse llevar.
El contacto fue breve, apenas un roce en la muñeca, antes de que Jungkook se girara y lo guiara por el pasillo. Jimin lo siguió en silencio, su respiración aún inestable, el eco de sus propios pasos resonando en el apartamento silencioso.
El baño estaba iluminado con esa luz blanca y fría que hacía que el cansancio fuera más evidente. Frente al espejo, Jimin tomó un algodón, lo empapó en agua tibia y comenzó a frotarse la piel. Pero el maquillaje no se iba.
Frunció el ceño, insistiendo con más fuerza.
—¿De qué demonios está hecha esta pintura? —murmuró, sintiendo la frustración crecer.
Jungkook, apoyado en el marco de la puerta, observaba la escena con evidente diversión.
—Tal vez tu amigo te odia en secreto.
Jimin rodó los ojos.
—No tiene sentido. Estas pinturas están formuladas para retirarse fácilmente, incluso con agua y jabón. De hecho, la mayoría tienen base de aceites para que...
—Jimin. —Jungkook lo interrumpió con la voz de quien ya ha escuchado suficiente—. Déjame hacerlo.
Jimin parpadeó.
Espera... ¿hacer qué?
La frase era completamente inofensiva. Nada de raro. Absolutamente nada.
Pero algo en la forma en que Jungkook lo dijo, en la cadencia pausada de sus palabras, hizo que su cerebro se descarrilara por una décima de segundo.
Se aclaró la garganta y sacudió la cabeza, intentando sacarse la idea absurda que acababa de atravesarlo.
—¿Perdón? —logró decir, tratando de sonar como si su mente no hubiera ido a lugares en los que no debía estar.
Jungkook lo miró con una mezcla de diversión y exasperación.
—El maquillaje, Jimin. Déjame quitarte el maquillaje.
—Ah. Sí. Claro. —Asintió rápidamente, ignorando el calor que subió por su cuello—. No vayas a arrancarme la piel.
—No prometo nada. —Jungkook sonrió con esa maldita confianza que parecía venirle de fábrica. Pero cuando alzó la mano y presionó suavemente el algodón contra su mejilla, su toque fue sorprendentemente suave.
Jimin tragó en seco. Oh, esto iba a ser un problema.
Y lo peor... o mejor de todo es que no quería detenerlo.
Jungkook pasó el algodón sobre la mandíbula de Jimin, lento, como si estuviera explorando en lugar de limpiar. Pero entonces llegó a su boca.
Y ahí se detuvo.
Jimin sintió el pulso en su garganta cuando el algodón, apenas húmedo, rozó su labio inferior. No sabía por qué, pero la sensación lo dejó helado y ardiendo a la vez.
Jungkook no dijo nada. Solo inclinó la cabeza ligeramente, su mirada enfocada en la tarea... o en la excusa perfecta para tocarlo más de la cuenta.
El algodón descendió con movimientos suaves, trazando la curva de su boca con un cuidado casi intolerable. Jimin sintió un escalofrío recorrerle la nuca cuando los dedos de Jungkook se deslizaron por su barbilla, sosteniéndolo con más firmeza.
Eso no era necesario.
Pero Jungkook lo hizo de todas formas.
Y cuando su pulgar, apenas, rozó la comisura de su labio para quitar el último rastro de maquillaje, Jimin tuvo que morderse la lengua para no maldecir en voz alta.
Jungkook lo notó. Claro que lo notó.
La sonrisa que apareció en su boca fue mínima, pero afilada, peligrosa.
—¿Siempre te pones tan nervioso cuando te toco la cara? —murmuró, su voz baja, casi rasposa, como si estuviera saboreando cada palabra antes de soltarla.
Jimin parpadeó, su respiración apenas entrecortada.
—No me pongo nervioso —soltó, rápido, casi atropellado.
Jungkook dejó el algodón a un lado y se apoyó en el lavamanos, sin apartarse un milímetro.
—Claro que no.
Jimin abrió la boca para responder, pero Jungkook hizo algo peor. Se quedó mirándolo.
Fijo.
A los ojos.
A los labios.
De vuelta a los ojos.
Y no se movió.
El aire se volvió tan denso que Jimin sintió que podía tocarlo. Su pecho subía y bajaba con una cadencia irregular, y la certeza de que Jungkook estaba disfrutando demasiado con esto lo hizo apretar los puños.
—Dios, entonces deja de mirarme, idiota.
Pero Jungkook no se movió.
No solo eso.
Se acercó un poco más.
—¿Y si no quiero?
Jimin sintió un vértigo inexplicable en el estómago, como si estuviera parado en el borde de algo peligroso. Como si Jungkook lo estuviera esperando para saltar.
Y por un momento, Jimin pensó en hacerlo.
Pero no iba a ceder todavía.
Así que inspiró hondo y decidió romper la tensión, pasándole un brazo por los hombros en un gesto que intentó ser casual, aunque nada en ese instante tenía algo de casualidad.
El peso de Jungkook sobre él era sofocante y delicioso a la vez, envolviéndolo en su calor, en su proximidad, en ese maldito aroma a menta y algo más fuerte, algo que lo estaba volviendo loco.
—Creo que es hora de dormir —susurró Jimin, sintiendo su propia voz tambalearse un poco.
Pero antes de que Jungkook pudiera moverse, como si recordara algo, Jimin se detuvo y lo miró.
—¿Puedo... quitarme también el verde del cabello? —preguntó, con una ligera sonrisa que no era del todo inocente—. Es pintura artística, así que con un lavado se va...
El silencio se alargó. Jungkook lo observó con una mirada lenta, evaluadora, su lengua asomándose apenas para humedecer sus labios antes de soltar una risa baja.
—Solo no ensucies el lavamanos, Ricitos. —Su tono volvía a ser desenfadado, pero su mirada seguía diciendo otra cosa. Algo que se quedó en el aire cuando le guiñó un ojo y se alejó un poco—. Hay shampoo y acondicionador a tu izquierda. Cuando el agua salga limpia, puedes usar la toalla que está colgada.
Dio un paso hacia atrás, preparándose para salir del baño, pero antes de cruzar la puerta, inclinó la cabeza apenas, lanzándole una última mirada de reojo.
—Te espero en mi cuarto.
Y luego se fue.
Jimin soltó el aire que ni siquiera sabía que estaba conteniendo, su pulso latiendo con fuerza contra sus costillas.
Mierda.
Esto iba a ser un problema, pero ya era demasiado tarde para arrepentirse.
Jimin dejó escapar un suspiro mientras empapaba sus manos y frotaba su cabello con fuerza sobre el lavamanos. La espuma teñida de verde caía en remolinos por el desagüe, pero él apenas lo notaba.
Bien. Ahora sí, de vuelta a la normalidad.
Excepto que nada se sentía normal.
Apoyó ambas manos en el borde del lavamanos, inclinando la cabeza mientras respiraba hondo. No debería estar sintiendo esto. No debería estar tan consciente de la presión todavía presente en su pecho, de la sensación fantasma de los dedos de Jungkook en su mandíbula, en su boca, en su maldito espacio personal.
Negó con la cabeza, apretando los ojos con frustración. No iba a pensar en eso.
Pero entonces, sin previo aviso, su propio cuerpo lo traicionó.
Porque cuando sus dedos rozaron la línea de su mandíbula, sintió un escalofrío recorrerlo de arriba abajo.
Jimin se quedó quieto.
Fue un segundo. Un puto segundo, pero fue suficiente.
Porque, de golpe, recordó con demasiada claridad el roce del algodón contra su boca.
La forma en que Jungkook había pausado antes de pasarlo por sus labios. La intensidad con la que lo había mirado. La tensión en su mandíbula cuando se contuvo de hacer algo más.
Mierda.
Jimin soltó el aire con un resoplido, inclinando más la cabeza, dejando que el agua corriera por su nuca para intentar enfriar algo que ya no tenía solución.
¿Por qué su cuerpo estaba reaccionando así?
No iba a ceder. No iba a caer en esto.
Apretó los ojos con fuerza. Contó hasta tres.
No pasó nada.
Contó hasta cinco.
El maldito nudo en su estómago seguía ahí.
Levantó la vista y cometió el peor error posible.
Se miró al espejo.
Ahí estaba él. Con el cabello todavía húmedo, con el aliento ligeramente entrecortado, con la piel enrojecida por haberse frotado más de lo necesario.
Y, por un segundo, en vez de verse a sí mismo, vio a través de los ojos de Jungkook.
Como si estuviera viéndose desde la perspectiva de él.
Como si entendiera, por primera vez, cómo lo había estado mirando Jungkook todo este tiempo.
Y eso lo jodió aún más.
Jimin apretó la mandíbula, bajando la mirada de golpe. No. No iba a pensarlo más.
Mañana.
Mañana pensaría en todo.
Mañana, cuando la sensación de su piel contra la suya no estuviera tan fresca.
Mañana, cuando su cuerpo no lo traicionara de esta forma.
Mañana...
Jimin se rió un poco para sí mismo.
Como si dormir fuera a cambiar algo.
Jimin entonces salió del baño y una vez que llego hacia la habitación de Jungkook abrió la puerta sin esperar nada más que el silencio.
Pero al entrar, lo vio ahí.
Jungkook estaba recostado en la cama, una mano sosteniendo el celular, la otra descansando sobre su abdomen, la camiseta ligeramente arrugada.
En cuanto Jimin cruzó el umbral, él apagó la pantalla con un movimiento casual, pero su mirada ya estaba fija en él. Relajado, pero con ese aire peligroso de alguien que había estado esperando exactamente este momento.
Jimin sintió cómo la tensión volvía a instalarse entre ellos, como si nunca se hubiera ido del todo.
—Mañana no vas a dejar de molestar con esto, ¿verdad? —murmuró, intentando sonar ligero mientras cruzaba la habitación. Su voz salió más temblorosa de lo que esperaba.
—¿Molestar? —Jungkook ladeó la cabeza, fingiendo inocencia, aunque la arrogancia en su tono era evidente—. Ricitos, no sé de qué hablas. Soy un caballero. Solo voy a recordarte lo guapo que te ves.
Jimin se detuvo en seco.
Giró lentamente la cabeza hacia él, con una mezcla de incredulidad y resignación. ¿Por qué carajo le decía esas cosas así de fácil?
Sin pensarlo, agarró una almohada de la cama y la lanzó sin dudar.
—¡Cállate! —exclamó, aunque el rubor que subía por su cuello traicionaba su supuesta molestia—. Porque limpiarme la cara con un algodón es lo más caballeroso que existe.
Jungkook atrapó la almohada sin moverse, su sonrisa intacta, como si lo estuviera disfrutando demasiado.
—Con gusto me callo para ti —murmuró, su voz más baja, más ronca.
Jimin apenas tuvo tiempo de procesarlo antes de que Jungkook se incorporara.
La distancia entre ellos desapareció en dos pasos.
Para cuando su cerebro reaccionó, Jungkook ya estaba inclinado sobre él.
El beso fue rápido. Intenso.
El calor de Jungkook lo envolvió por completo, como si todo lo demás se desdibujara en el fondo.
No hubo espacio para dudas o pensamientos.
Solo el roce firme de sus labios, la manera en que Jungkook lo atrapó en su órbita sin previo aviso.
Cuando se apartó, lo hizo solo lo suficiente para que sus respiraciones se mezclaran. Jimin seguía con los ojos entrecerrados, el aire aún atrapado en su pecho.
Jungkook sonrió, satisfecho.
—Ahí está. Silencio total.
Jimin parpadeó, aturdido.
—Eres un... —Intentó hablar, pero las palabras se desvanecieron antes de salir. Su cerebro todavía estaba intentando arrancar después de ese maldito beso. Frustrado, masculló: —¡Idiota!
—Idiota, pero efectivo. —Jungkook sonrió con autosuficiencia y se dejó caer de nuevo en la cama como si nada hubiera pasado.
Como si no lo acabara de besar de esa manera.
Antes de que Jimin pudiera reaccionar, lo abrazó sin previo aviso.
Lo acopló contra su cuerpo con la misma naturalidad con la que respiraba.
Jimin debería haberse apartado.
Después de ese beso, después de varios besos, lo lógico habría sido crear distancia, dejar las cosas en un punto seguro antes de que todo se saliera de control.
Pero la lógica y Jungkook nunca iban de la mano.
Soltó un suspiro y dejó caer su peso contra él, rindiéndose ante la calidez de sus brazos.
A fin de cuentas, la conversación podía esperar.
Lo que pasaría después...
—Duerme aquí conmigo —murmuró Jungkook contra su cabello, su voz arrastrada por el sueño—. Hace frío y ya estás acá.
Jimin entreabrió los ojos, aturdido.
—¿Y si no quiero?
Jungkook sonrió contra su piel.
—Mentiroso —susurró, su brazo afianzándose un poco más en su cintura—. Ya te acomodaste.
Jimin abrió la boca para protestar, pero no encontró argumentos.
Porque, efectivamente, su cuerpo lo había traicionado.
Su pierna estaba enganchada sobre la de Jungkook.
Su rostro encajaba perfectamente contra el hueco de su cuello.
Su respiración seguía entrecortada, pero más por lo que acababa de pasar que por el cansancio.
Soltó un suspiro, cerrando los ojos.
—Esto es una mala idea.
—Mmh. Seguro. —Jungkook sonaba a segundos de quedarse dormido, pero su agarre no cedía ni un poco—. Mañana lo resolvemos.
Jimin rodó los ojos en la oscuridad, pero no dijo nada.
Mañana.
Sí, mañana.
Jimin se obligó a cerrar los ojos.
No podía seguir en esto. No podía dejar que Jungkook siguiera jugando con él como si nada.
Pero entonces, sintió el peso de una mirada.
Abrió los ojos con cautela, y ahí estaba.
Jungkook lo observaba en la penumbra, su expresión diferente. Algo más pesada, más seria.
Su respiración era lenta, medida, pero la tensión en su mandíbula lo delataba.
Jimin tragó saliva.
No había razón para que estuvieran tan cerca. Ninguna.
Podía sentir el calor de su cuerpo, la leve presión de su brazo aún sobre su cintura, la forma en que el espacio entre ellos se reducía con cada segundo que pasaba.
Y entonces, Jungkook se movió.
Lo hizo con una lentitud exasperante, como si esperara a que Jimin lo detuviera.
Pero Jimin no se movió.
No podía.
Solo lo miró, atrapado en esos ojos oscuros y pesados, en una expresión que lo tenía completamente prisionero.
La mano de Jungkook subió lentamente por su costado, deslizándose por la tela de su camiseta con un roce apenas perceptible.
No lo apartó.
No lo jaló.
Solo dejó sus dedos ahí, esperando.
Jimin sintió su propia respiración entrecortarse.
—Si seguís mirándome así... —murmuró, su voz ronca y arrastrada—, no me voy a controlar.
Un escalofrío recorrió la espalda de Jimin.
Podría haberse apartado.
Podría haber desviado la mirada, pero no lo hizo.
No supo si fue él quien se acercó o si fue Jungkook.
Solo sintió cuando los labios de Jungkook atraparon los suyos.
Esta vez no hubo titubeos ni pausas.
El beso fue inmediato.
Firme.
Hambriento.
Jungkook lo besó como si quisiera memorizarlo, como si lo hubiera estado conteniendo toda la noche y al fin se hubiera permitido soltarlo. Su mano se deslizó desde su cintura hasta su cadera, un agarre firme pero sin urgencia, solo lo suficiente para asegurarse de que Jimin no se apartara.
Y Jimin no lo hizo.
Jungkook gruñó bajo contra su boca.
Su agarre en la cadera de Jimin se tensó, presionándolo contra él sin pudor.
Sus labios se abrieron más, profundizando el beso con una seguridad que lo dejó sin aliento.
La lengua de Jungkook apenas rozó la suya, provocando un jadeo ahogado que él atrapó con facilidad.
La mano de Jungkook bajó lentamente, deslizándose por debajo de su camiseta.
Su palma estaba tibia, fuerte, rozando su piel desnuda con un movimiento tan ligero que lo hizo estremecerse.
Sus dedos se quedaron en la curva de su cintura, indecisos por una fracción de segundo antes de apretar con más confianza.
Jimin inhaló bruscamente.
Era demasiado.
Pero al mismo tiempo, no era suficiente.
Jungkook pareció notarlo, porque su otra mano subió hasta su cuello, sosteniéndolo con firmeza mientras su boca bajaba a su mandíbula, dejando un beso abierto ahí.
—Jungkook... —El nombre salió en un susurro tembloroso antes de que pudiera retenerlo.
Jungkook sonrió contra su piel.
No dijo nada.
Solo lo miró, como si estuviera tratando de descifrar qué carajo acababa de pasar.
Jimin también quería saberlo.
Pero lo que definitivamente sabía era que no podía seguir así.
Aún sentía la respiración de Jungkook chocando contra su piel, la sensación ardiente de sus labios aún grabada en la suya.
Así que hizo lo único que pudo hacer para salvar lo que le quedaba de autocontrol.
Lo retó.
—Si no planeás hacerme dormir con un beso cada cinco minutos, deberías cerrar la boca y dormir de una vez... aparte... tengo sueño.
Jungkook parpadeó.
Después, sonrió. Lento, peligroso.
—¿Así que ahora ponés condiciones?
Jimin alzó la barbilla con falsa arrogancia.
—Sí. Dormir ahora. Molestarme, mañana.
Jungkook rió bajo y volvió a recostarse, pero no lo soltó.
Jimin sintió el peso de su brazo alrededor suyo, el ritmo de su respiración estabilizándose junto a la suya.
Podía engañarse y decir que todo seguía igual, pero ya era tarde para eso.
Más teniendo a Jungkook a su lado...
Sería una noche en la que no muy fácilmente podría dormir.
🌟
Diosss la tensión entre estos dos es tremenda capítulo tras capitulo, no es así? 👁👁
Para ser de mis primera vez que escribo más algo de este estilo me esta re gustando lo admito jiji estoy así a cada rato mientras escribo:
Igual si bien, he escrito momentos "tensos" en otras historias, no se solían dar tanto como en esta que es tension a cada rato que respiran cerca del otro, por ende, cualquier critica constructiva es suuper bien recibida 💞
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