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🥀𝟏𝟕🥀

La semana transcurrió como un crescendo constante, lenta al inicio, como si el universo le diera a Jimin tiempo extra para asimilar lo que venía. Intentó llenarse de tareas pequeñas: ordenar su cuarto (otra vez), leer libros olvidados, revisar apuntes que no necesitaban revisión. Pero incluso con su amor por la rutina, el silencio de las vacaciones hacía que cada día se sintiera más largo, como si el sábado lo estuviera esperando al final del pasillo, agazapado y sonriendo.

Taehyung y Jin se encargaron de que no lo olvidara, enviándole mensajes cada mañana-"¿Listo para deslumbrar al mundo, Jiminnie?" aquí, "Recuerda que tu vida social depende de esto" allá-, mientras Soo Hee, más paciente, solo le recordaba que todo iba a estar bien. Jimin quería creerles, pero la idea de destacar, de exponerse, aún hacía que un nudo le apretara el estómago.

Por otro lado, Jungkook no mencionó la fiesta en toda la semana, pero Jimin podía sentir que estaba en su cabeza. Sus horas en el gimnasio se duplicaron, su habitación estaba más ordenada que nunca y pasaba las noches abriendo el chat de Jimin solo para escribir mensajes que terminaba borrando. Lo único que se mantenía constante era ese eco imposible de ignorar: "Contigo no siento que tenga que fingir."

Y así, sin que ninguno de los dos se diera cuenta, el sábado finalmente llegó.

La luz tenue del espejo iluminaba el rostro de Jimin, reflejando a un desconocido que, al mismo tiempo, era él mismo.

Jin había hecho un trabajo impecable con el maquillaje, trazando con precisión quirúrgica las líneas que recreaban la icónica sonrisa del Joker. La pintura blanca cubría su piel con una uniformidad casi irreal, resaltando los detalles verdes y morados alrededor de sus ojos y labios. La boca, pintada en una sonrisa amplia y teatral, tenía algo de hipnótico.

"Caos con clase," había dicho Jin al terminar, con la satisfacción de un artista firmando su obra.

Ahora, Jimin estaba solo frente al espejo, estudiándose con una mezcla de fascinación e incredulidad. El traje que Jin había armado le encajaba con una precisión sorprendente. La camisa verde oscuro y el chaleco ajustado contrastaban con el violeta del abrigo, haciendo que todo pareciera perfectamente calculado. Su cabello, peinado hacia atrás con un toque de gel, le daba un aire de sofisticación desordenada.

No estaban sus gafas. Ni su bata. Ni las sudaderas holgadas que lo envolvían como una armadura.

Esta noche, Jimin se sentía... expuesto. Vulnerable, pero en una forma que lo emocionaba.

Se inclinó ligeramente hacia adelante, observando cómo la pintura blanca acentuaba la línea recta de su nariz, el arco de sus labios y los ángulos de su mandíbula. Se preguntó cómo lo verían los demás. Por primera vez en mucho tiempo, quería ser visto.

-Bueno... al menos no me veo tan mal, ¿cierto? -murmuró para sí mismo, su voz apenas un susurro que se disipó en la habitación.

-¡Te ves increíble!

La voz de Taehyung rompió la calma.

Jimin giró la cabeza justo cuando su amigo asomaba la cabeza por la puerta con una sonrisa demasiado orgullosa, como si fuera él quien había diseñado el disfraz.

-Aunque ese Joker necesita más actitud -continuó Taehyung, entrando sin esperar invitación-. Anda, practica una risa malvada.

Jimin rodó los ojos, aunque el brillo divertido en ellos traicionaba su intento de ser serio.

-Ni en un millón de años, Tae.

-¿Seguro? Podrías ser el villano perfecto en un K-drama. -Taehyung entrecerró los ojos, evaluándolo con exagerada intensidad-. ¡No! Espera... en realidad podrías ser un ceo frío y misterioso que esconde un pasado trágico.

-Dios, Taehyung...

-¡Conquistaría audiencia mundial! -insistió, ignorando la expresión resignada de Jimin.

Pero entonces, su rostro se suavizó, como si un interruptor invisible se hubiera apagado. Dio un par de pasos hacia adelante, su voz bajando hasta casi un susurro.

-Ahora en serio... si Jungkook te deja solo, o si en algún momento sientes que esto es demasiado, me llamas. No importa la hora.

Jimin levantó la mirada, sorprendido por el cambio en su tono. Por un instante, la sonrisa teatral desapareció de su rostro maquillado, dejando solo su expresión real: vulnerable, nerviosa... agradecida.

-Lo sé -respondió, su voz más sincera de lo que pretendía-. Pero todo va a estar bien. Es solo una fiesta.

Taehyung frunció los labios, no del todo convencido, pero no insistió. En cambio, retrocedió unos pasos justo cuando Jin hizo su gran entrada.

-¡A ver, a ver! -dijo Jin, irrumpiendo en la habitación con la energía de un director evaluando a su actor principal-. ¿Cómo está mi obra maestra?

Colocó ambas manos sobre los hombros de Taehyung y observó a Jimin de arriba abajo, su sonrisa satisfecha creciendo con cada segundo.

-Perfecto. Simplemente perfecto.

-Relájate, Jimin -añadió, esta vez sin exageración en su tono-. Esto no es un examen. No tienes que probar nada esta noche. Solo pásala bien, ¿sí?

Jimin miró a sus amigos y sintió algo aflojarse en su pecho. El nudo de ansiedad aún estaba ahí, pero ya no se sentía tan opresivo. Suspiró y asintió, dejando que una sonrisa, pequeña pero genuina, se dibujara en sus labios.

-Está bien.

Jin chasqueó los dedos, radiante.

-¡Eso es! Ahora vámonos, chicos. Nuestra estrella no puede llegar tarde a su debut.

Taehyung rió, dándole una palmada en la espalda a Jimin antes de encaminarse hacia la puerta.

Jimin echó un último vistazo al espejo antes de seguirlos. Su reflejo le devolvió la mirada, y por primera vez en mucho tiempo, no sintió que era alguien que debía esconderse.

Ajustó los guantes blancos que completaban el disfraz y tomó su teléfono de la mesa antes de salir de la habitación. Una notificación iluminó la pantalla en el último segundo.

Taehyung: "¡Recuerda disfrutar, Jiminnie! Pero si algo va mal, llámame 🃏."

Jimin sonrió con suavidad, guardando el teléfono en el bolsillo interior del saco. Al salir de casa, el aire nocturno lo envolvió con su frescura invernal, y con cada paso que daba, la noche parecía desplegarse ante él como un telón que se abría lentamente.

Al otro lado de la ciudad, Jungkook terminaba de colocarse los tatuajes temporales que decoraban sus brazos y cuello, completando su disfraz de prisionero rebelde.

El traje naranja resaltaba contra la oscuridad de su cabello, que caía en mechones desordenados sobre su frente. Las mangas remangadas dejaban a la vista los detalles de tinta falsa en sus antebrazos, diseños que, sorprendentemente, le quedaban bien. La camiseta blanca bajo el traje y las botas negras desgastadas añadían el toque final: casual pero peligroso.

Eunwoo, sentado en el borde de la cama, lo observaba con una mezcla de diversión y resignación.

-Definitivamente, todos te van a mirar -comentó, cruzando los brazos con expresión crítica-. ¿No te parece injusto?

Jungkook, que estaba ajustando el último tatuaje en su muñeca, levantó la vista con una sonrisa despreocupada.

-¿Injusto? -inclinó la cabeza con fingida inocencia-. No puedo evitar que todo me quede bien.

Eunwoo rodó los ojos, pero no pudo evitar reír.

-Modestia nivel Jungkook. -Lo miró de arriba abajo antes de añadir-. Aunque debo admitir que el naranja nunca había visto la luz del día hasta ahora. Literalmente.

-¿Te preocupa parecer una calabaza? -preguntó Jungkook con burla.

-Digamos que tú lo haces ver como alta costura. Yo parecería la mascota de Halloween.

Desde el sofá, Yoongi soltó una carcajada baja y seca, sin levantar la vista de su teléfono.

-El problema no es el disfraz, Eunwoo. Es la actitud. No podrías competir con ese ego.

Eunwoo suspiró dramáticamente.

-Es cierto. No tengo el don de caminar como si el mundo me debiera algo.

Jungkook se encogió de hombros, entretenido, pero la diversión en el rostro de Yoongi se tornó más afilada.

-Aunque, si somos sinceros... -Yoongi alzó la vista, su expresión tan tranquila como calculada-. Me pregunto si esta elección de disfraz no tendrá algo que ver con el delegado de Medicina.

La frase cayó como un chasquido en la habitación.

Jungkook detuvo su movimiento por una fracción de segundo. No demasiado, pero suficiente para que Eunwoo y Yoongi lo notaran. Sus dedos aún presionaban el tatuaje contra su muñeca, aunque su atención estaba en otro lado.

-¿Qué? -preguntó alzando una ceja, fingiendo desinterés-. No tiene nada que ver con Jimin. Es solo un disfraz.

Eunwoo sonrió de lado.

-Oh, claro, nada que ver con él. -Su tono era ligero, pero la mirada que le lanzó decía otra cosa-. Entonces no te molestará si me acerco a él en la universidad, ¿verdad? Tal vez para invitarlo a un café. O, quién sabe, a estudiar juntos.

El efecto fue inmediato.

Jungkook entrecerró los ojos en una advertencia silenciosa, la mandíbula marcada por una tensión que antes no estaba ahí.

-No empieces, Eunwoo -dijo, su voz baja y sin esfuerzo, pero con ese filo que solía usar cuando alguien cruzaba un límite.

-¿Por qué no? No eres su novio -replicó Eunwoo con inocente diversión, inclinándose hacia adelante-. Técnicamente, está soltero y disponible.

Jungkook soltó el aire lentamente, como si estuviera decidiendo si valía la pena seguir la conversación.

-No eres tan encantador como crees -murmuró al final, negando con la cabeza.

Eunwoo chasqueó la lengua.

-Eso es subjetivo.

Yoongi, que había estado observando la interacción con una expresión impasible, sonrió apenas.

-Si tanto te molesta la idea, Kook, podrías hacer algo al respecto.

Jungkook no respondió. En su lugar, cogió el casco de su moto del escritorio y se lo colgó del brazo con un movimiento fluido.

-Nos vemos luego -dijo, ignorando las miradas de sus amigos mientras se dirigía a la puerta-. Traten de no pensar demasiado en mi vida amorosa mientras estoy fuera. Sería patético.

Eunwoo puso una mano sobre su pecho, fingiendo escándalo.

-¡Dios nos libre! -exclamó, pero su sonrisa burlona no se borró-. Solo quiero el chisme de primera mano cuando regreses.

Jungkook negó con la cabeza, sonriendo de lado mientras abría la puerta.

-Sigue soñando.

El sonido de la puerta cerrándose resonó en la habitación.

Yoongi miró a Eunwoo, quien se encogió de hombros.

-No lo va a admitir pronto, ¿verdad?

-No -respondió Yoongi, tomando su café-. Pero está escrito en su cara.

Eunwoo rió suavemente.

Yoongi bufó, pero su mirada brillaba con diversión mientras observaba a Jungkook salir.

-¡Que te diviertas, Casanova!

Jungkook levantó una mano en un gesto despreocupado antes de cruzar la puerta.

El aire de la noche lo golpeó de inmediato: fresco, nítido, cargado de esa expectativa que solo las horas tardías parecen traer consigo. Bajó los escalones de dos en dos, ajustando el casco contra su cadera, sintiendo una energía extraña vibrar en su pecho. No era adrenalina, no era emoción por la fiesta.

Era algo más.

Encendió la moto con un movimiento automático, los dedos apretando el manillar con precisión. El rugido grave del motor resonó en la calle vacía, un eco profundo que rompió la quietud. La ciudad dormía, pero dentro de él todo estaba despierto, latiendo rápido, anticipando.

No lo admitiría, pero lo único en lo que podía pensar era en Jimin.

Se humedeció los labios, una sonrisa apenas perceptible asomándose.

-Apuesto a que se ve increíble.

El pensamiento lo golpeó con más fuerza de la que esperaba.

Jimin, por su parte, esperaba en la acera, sus manos enguantadas aferrándose a los bordes de su saco con más fuerza de la necesaria. El aire nocturno era fresco, pero el ligero temblor en sus dedos no tenía nada que ver con el frío.

El rugido de la moto irrumpió en la calle antes de que siquiera pudiera prepararse.

La máquina negra se deslizó hasta detenerse frente a él, los faros iluminando el pavimento con un resplandor momentáneo. Jungkook se quedó ahí, sentado sobre la moto, el casco aún cubriendo su rostro. Solo su mano libre se alzó en un saludo casual antes de llevarse los dedos a la correa y soltarla con un movimiento fluido.

El casco salió, y Jimin sintió cómo su respiración se atascaba.

El cabello oscuro de Jungkook cayó en un desorden que parecía hecho a propósito, sus mechones enmarcando el rostro con una facilidad que rozaba lo injusto. Su piel, iluminada por la luz tenue de la farola, contrastaba con la viveza del traje de prisionero. Pero fueron sus ojos los que lo atraparon. Oscuros. Intensos.

Recorrieron a Jimin lentamente. Desde los zapatos negros, pasando por el pantalón y el chaleco ajustado que delineaba su figura con una precisión peligrosa. Cuando llegaron a su rostro, pintado con la sonrisa caótica del Joker, la expresión de Jungkook cambió apenas.

Le brillaron los ojos.

-¿Qué pasó con mi delegado de Medicina? -su voz sonó grave, rasposa, con una pizca de diversión, pero también algo más. Algo más denso, más tangible-. ¿Y quién es este criminal que decidió aparecer esta noche?

Jimin mantuvo la compostura. Apenas.

Curvó los labios en una sonrisa pequeña, la pintura roja acentuando el gesto.

-Solo por esta noche, el Joker no sigue las reglas.

Extendió la mano, esperando el casco.

Jungkook no se movió de inmediato.

Por un instante que se sintió eterno, solo lo observó. Sujeta el casco con una mano, pero su mirada se demoró en la línea de la mandíbula de Jimin, en la sombra de su cuello apenas visible bajo la luz tenue. La noche parecía más silenciosa de repente, como si incluso el viento se hubiera detenido para no interrumpir.

Entonces, sonrió.

Lenta. Intensa.

-Perfecto -murmuró, entregándole el casco finalmente-. Vamos a causar problemas juntos, entonces.

La voz de Jungkook, más baja de lo necesario, hizo que el estómago de Jimin se apretara con fuerza. Pero no dejó que eso lo traicionara. Con un movimiento seguro, se colocó el casco y se subió detrás de Jungkook, sus manos encontrando su lugar en la chaqueta del otro con menos vacilación que antes.

El motor rugió bajo ellos.

Cuando Jungkook aceleró, Jimin sintió cómo el mundo se volvía un borrón de luces y viento. Pero entre toda esa velocidad, lo único real era el calor que emanaba del cuerpo frente a él, la solidez de los músculos bajo sus palmas y el eco persistente de la sonrisa de Jungkook.

Cada curva, cada aceleración, cada movimiento parecía diseñado para probarlo. Para desafiar la calma que intentaba mantener.

Así que Jimin decidió dejarse ir.

Apoyó la barbilla en el hombro de Jungkook, apenas un roce, pero suficiente para que el otro lo sintiera. Lo supo porque la postura de Jungkook cambió por una fracción de segundo, como si su cuerpo hubiera escuchado antes que su mente.

Jimin bajó de la moto con cuidado, el peso del casco en su mano más ligero que la sensación extraña en su estómago. Se sacudió el cabello en un intento de devolverle algo de orden, pero apenas lo hizo, captó cómo varias miradas cercanas se dirigían hacia ellos. Algunas con curiosidad, otras con admiración.

No era difícil adivinar por qué.

Jungkook, con su traje de prisionero, el cabello despeinado cayendo sobre su frente y los tatuajes temporales recorriendo su piel, destacaba sin esfuerzo. Y lo peor de todo era que lo sabía.

-¿Siempre llamas tanto la atención, o es por el traje de preso esta vez? -preguntó Jimin, cruzándose de brazos con fingida indiferencia mientras observaba cómo un grupo de chicas en la entrada lanzaba miradas furtivas hacia Jungkook. Y, de reojo... también hacia él.

Jungkook terminó de ajustar uno de los tatuajes en su muñeca antes de alzar la mirada hacia Jimin con una media sonrisa, la clase de sonrisa que siempre escondía algo detrás.

-La atención viene gratis. -Su tono era despreocupado, pero sus ojos... Sus ojos se quedaron en él un poco más de lo necesario-. Aunque esta noche, claramente, es por mi compañero de crímenes.

Jimin sintió la piel de su cuello arder bajo la pintura blanca del maquillaje.

Y entonces, como si no fuera suficiente, Jungkook dejó que su mirada recorriera cada detalle de su disfraz. No fue un vistazo rápido, no. Fue una observación lenta, intencionada. Se detuvo en la forma en que el chaleco marcaba su silueta, en la camisa verde que resaltaba la palidez de su piel, en los guantes blancos que cubrían sus manos. Y cuando llegó a su rostro, con el maquillaje perfectamente trazado, sus labios rojos curvados en una ligera sonrisa...

Sonrió.

-Debo admitir que el Joker nunca se había visto tan... bien.

Jimin sintió su corazón dar un vuelco, su cerebro trabarse por un segundo. Pero no iba a darle el gusto de verlo reaccionar. Así que hizo lo único que podía hacer en ese momento: fingir que no lo había escuchado.

-¿Vamos a quedarnos aquí toda la noche o qué? -dijo, desviando la mirada hacia la entrada.

Jungkook rió suavemente, una risa baja y grave que le hizo cosquillear la piel.

-Tienes razón. Es hora de causar un poco de caos. -Se inclinó apenas, acercándose a su oído como si estuviera compartiendo un secreto-. Prepárate, Ricitos. La noche apenas empieza.

Jimin resopló, intentando ignorar el escalofrío que recorrió su espalda cuando su aliento rozó su piel.

La música retumbaba bajo sus pies cuando ambos avanzaron hacia la entrada, hombro a hombro, como si el mundo entero se redujera a la electricidad silenciosa que vibraba entre ellos.

El portero, vestido de vampiro con un maquillaje dramático, les abrió la puerta con una reverencia teatral recibiendo sus entradas.

-Bienvenidos, criaturas de la noche. Pasen a su reino de caos.

Jungkook soltó una carcajada, y Jimin le lanzó una mirada de incredulidad.

Pero cualquier respuesta mordaz murió en su garganta en cuanto puso un pie en el interior.

Luces teñían el ambiente de rojo y negro, mientras una neblina artificial se enroscaba alrededor de los tobillos de los asistentes. Murciélagos de papel colgaban del techo, entrelazados con telarañas falsas, y las calabazas iluminadas parecían vigilar desde cada rincón.

La gente ya llenaba la pista de baile, moviéndose al ritmo de la música vibrante. Otros se congregaban en pequeños grupos alrededor de mesas decoradas con tumbas falsas y aperitivos que parecían sacados de una película de terror: cupcakes en forma de cerebros, cócteles oscuros que burbujeaban con hielo seco, bandejas de galletas con forma de esqueletos.

Jimin tragó saliva, sintiéndose momentáneamente fuera de lugar.

Mientras ajustaba instintivamente los guantes de su disfraz, su mirada se desvió hacia Jungkook, que parecía completamente en su elemento. Saludaba a las personas con una naturalidad que Jimin envidiaba. Un gesto casual, una broma rápida que provocaba risas y miradas cómplices.

Era como si la atención gravitara hacia él sin esfuerzo.

Jimin se cruzó de brazos.

-Es como si siempre supieras qué hacer -murmuró más para sí mismo.

-Vamos, Joker. -La voz de Jungkook lo sacó de sus pensamientos. Jimin giró la cabeza y lo encontró a su lado, señalando una mesa con aperitivos-. No puedes venir a una fiesta así y quedarte parado como una estatua. Al menos prueba algo.

Jimin dudó, pero la mirada expectante de Jungkook lo hizo avanzar.

Tomó un cupcake decorado con un ojo sangrante, girándolo entre sus dedos. Se veía repugnante, pero al darle un mordisco, descubrió que el sabor era sorprendentemente dulce, con un toque de frambuesa.

Jungkook sonrió al verlo.

-¿Ves? No está tan mal.

Tomó un cóctel oscuro con hielo seco, el humo blanco envolviendo sus dedos. Levantó la copa en un brindis improvisado, con sus ojos fijos en Jimin.

-Por una noche fuera de la rutina.

Jimin lo observó por un segundo antes de levantar el cupcake como si fuera una copa.

-Por no hacer el ridículo.

-Demasiado tarde para eso. -Jungkook le guiñó un ojo antes de dar un sorbo a su bebida.

Jimin negó con la cabeza, pero una sonrisa se formó en sus labios.

Solo que, esta vez, no pudo evitar pensar que la forma en que Jungkook lo miraba... No podía ser la forma en la que se miraba a un amigo.

La música cambió, y con ella, el ambiente se volvió más denso. El bajo grave latía como un pulso compartido entre todos los que se movían en la pista, los cuerpos pegándose y separándose al ritmo del beat. Luces estroboscópicas tintaban el espacio de rojo y violeta, reflejándose en los rostros, en la piel sudorosa, en las miradas cargadas de intensidad.

Jimin observó de reojo la multitud que se balanceaba bajo las luces parpadeantes, la energía vibrando en cada rincón del lugar.

-No puedes dejar que el Joker sea el más rígido de la fiesta. -La voz de Jungkook llegó cerca, su tono bajo y provocador, casi un desafío disfrazado de broma. Le dio un empujón suave en el hombro-. Vamos, intenta seguirme.

Jimin lo miró alarmado, sintiendo el corazón darle un vuelco en el pecho.

-¿Qué? No... No sé bailar.

-Perfecto. -Jungkook sonrió, extendiéndole una mano. Su palma, marcada con los tatuajes temporales, se veía fuerte, segura-. Entonces nadie tiene expectativas. Solo sígueme.

Jimin abrió la boca para protestar, pero se encontró atrapado en el brillo travieso de los ojos de Jungkook. Su mano seguía allí, esperándolo. Y en ese instante, con el bajo resonando en su pecho y la intensidad de la música en el aire, supo que no podía decir que no.

Así que respiró hondo y colocó su mano en la de Jungkook.

-Esto es una mala idea... -murmuró, aunque la sensación de su piel contra la ajena hacía que no sonara del todo convencido.

Jungkook entrelazó sus dedos por un segundo antes de tirar de él hacia la pista, sumergiéndolos en la multitud. El calor humano, la vibración de los cuerpos en movimiento, el juego de luces y sombras los envolvieron casi al instante.

Al principio, Jimin se movió torpemente, tratando de imitar a Jungkook, con los labios apretados en una mueca de concentración. Pero cada vez que pisaba el suelo con rigidez, Jungkook le daba un empujón suave en la cadera, obligándolo a soltar la tensión.

-Relájate, Joker. No estás haciendo una cirugía.

Jimin le lanzó una mirada frustrada, pero poco a poco, sin que se diera cuenta, su cuerpo empezó a responder al ritmo de la música. Sus pasos se volvieron menos calculados, más instintivos. El latido grave de la canción le enseñó a moverse, y pronto dejó de pensar en si lo hacía bien o mal.

Jungkook lo observaba con atención, sus propios movimientos fluidos y despreocupados, pero con una intensidad en los ojos que no había tenido antes.

En algún momento, la distancia entre ellos se redujo.

Fue sutil, apenas perceptible al principio. Un giro, un roce de manos, un instante en el que los cuerpos casi se tocaron antes de separarse de nuevo. Pero la tensión estaba ahí, latiendo bajo la piel, acumulándose como electricidad en el aire.

Jungkook acercó su rostro apenas un poco, inclinándose para que su voz pudiera alcanzarlo entre la música.

-Eso es. No lo pienses tanto.

Jimin sintió su aliento caliente rozarle la piel, y por un momento, todo lo demás pareció desvanecerse.

Sin darse cuenta, Jimin se movió un poco más cerca, lo suficiente para que sus cuerpos casi se rozaran. Jungkook lo notó. Por supuesto que lo notó. Y en lugar de retroceder, dejó que la distancia entre ellos siguiera reduciéndose.

Jimin sentía el calor irradiando de la piel de Jungkook, el aroma ligero de su loción mezclado con algo puramente suyo. Sus miradas se encontraron bajo las luces intermitentes, y en ese instante, algo invisible, algo indescriptible pasó entre ellos.

No era solo el baile. No era solo la adrenalina.

Era todo.

Jimin sintió su respiración acelerarse, pero no por la música, no por el movimiento. Era la forma en que Jungkook lo miraba, la manera en que su sonrisa se tornaba más lenta, más afilada, como si supiera exactamente lo que estaba haciendo.

Jungkook inclinó un poco la cabeza, su nariz casi rozando la de Jimin.

Jimin entreabrió los labios, listo para decir algo, pero la música cambió y, de repente, el momento se rompió.

El Joker y su cómplice se separaron, sus respiraciones entrecortadas por razones que ninguno estaba dispuesto a admitir todavía.

Jimin se giró hacia otro lado, tratando de recuperar el control de su pulso, mientras Jungkook se pasaba una mano por el cabello, como si eso pudiera disipar el calor que aún sentía en la piel.

-Vamos por algo de beber. -Su voz sonó un poco más grave de lo normal, pero Jimin fingió no notarlo.

Ambos se dirigieron a un rincón más tranquilo, lejos de la pista de baile. Jimin respiraba rápido, sintiendo cómo su piel ardía bajo el maquillaje blanco.

Jungkook, apoyado contra una pared decorada con telarañas falsas, lo observaba con una sonrisa satisfecha.

-¿Ves? Sabía que podías divertirte. -Le lanzó una mirada de complicidad-. No eres tan aburrido como pensaba al principio.

Jimin resopló, rodando los ojos.

-Gracias... creo. Aunque, si te soy honesto, nunca pensé que estaría en un lugar así contigo.

Jungkook arqueó una ceja.

-¿Y eso por qué?

Jimin dudó un momento antes de responder.

-No lo sé. Simplemente... somos muy diferentes.

El silencio entre ellos pareció cargarse de algo más.

Jungkook sostuvo su mirada, el reflejo de las luces tintineando en sus pupilas.

-Eso nunca ha sido un problema para mí.

Jimin tragó saliva. Su corazón aún latía rápido, pero ya no sabía si era por el baile o por la forma en que Jungkook lo estaba mirando.

Finalmente, tomó aire y extendió una mano hacia él.

-¿Quieres ver si puedes seguirme ahora?

Jungkook soltó una risa baja, esa que siempre sonaba como si supiera más de lo que decía.

-¿Estás seguro de que puedes manejarlo, Joker?

-Vamos a averiguarlo. -Jimin sonrió, esta vez con más confianza, y juntos se perdieron entre las luces y caos de la fiesta.

El primer bajo de A Little Death de The Neighbourhood retumbó en el aire, grave y vibrante, colándose bajo la piel como una corriente eléctrica.

Era el tipo de canción que no solo se escuchaba, sino que se sentía en cada fibra del cuerpo. El ritmo lento y envolvente, la sensualidad encubierta en cada acorde, el juego peligroso de las voces mezcladas con la instrumentación... Todo en esa melodía gritaba algo inevitable.

Jimin lo sintió al instante.

El mundo a su alrededor se volvió borroso, las luces rojas y violetas parpadeando en la periferia, el murmullo de la gente convirtiéndose en un eco distante. Solo había dos cosas que parecían reales en ese momento: el latido intenso de la música y la forma en que Jungkook lo miraba.

Oscuro. Fijo. Intenso.

La clase de mirada que exigía una respuesta sin necesidad de palabras.

Jimin sintió que su garganta se cerraba, que el aire pesaba en sus pulmones mientras su propio cuerpo decidía por él. Antes de que pudiera detenerse, antes de que pudiera racionalizar lo que estaba a punto de hacer, su saco violeta resbaló de sus hombros y cayó al suelo. La tela se deslizó como un último escudo que se desmoronaba.

Jungkook sonrió apenas, esa sonrisa ladeada, cargada de algo peligroso.

-No es necesario ser el mejor bailarín para esto, Ricitos. Solo... siéntelo.

Jimin no pudo evitar notar cómo la voz de Jungkook se hundía en su piel, enredándose con el ritmo de la canción, con la expectativa que flotaba en el aire entre ellos.

El espacio entre sus cuerpos se redujo en un segundo.

No estaba seguro de quién se acercó primero. Tal vez fue Jungkook, con su forma descarada de invadir su espacio, con la facilidad con la que colocó una mano en su cintura, dedos presionando apenas, como si estuviera tanteando el límite de lo permitido.

O tal vez fue Jimin, quien dejó que la atracción lo arrastrara sin resistencia, que el deseo contenido en cada mirada no dicha lo empujara hacia él.

Sus cuerpos se movieron juntos con una precisión casi instintiva. No había torpeza esta vez, no había barreras. Solo la música, el calor, y esa tensión que había estado latiendo bajo la superficie durante demasiado tiempo.

Jungkook lo guiaba con movimientos seguros, sin prisa, como si estuviera disfrutando cada segundo de esa cercanía. Como si supiera exactamente lo que estaba haciendo con cada roce, con cada sutil presión de sus dedos en su cintura.

Jimin sintió cómo la respiración de Jungkook chocaba contra su piel cuando se inclinó apenas, su boca peligrosamente cerca de su oído.

-¿Quién lo diría, Joker? -su voz fue un murmullo bajo, cargado de algo más profundo, más espeso que la simple diversión-. Parece que tienes un lado que no quería salir hasta ahora.

La piel de Jimin se erizó por completo.

No era por el frío.

No era por la música.

Era por él.

Por la forma en que su tono descendió una octava más grave. Por la forma en que el pulgar de Jungkook trazó círculos lentos y distraídos sobre la tela de su camisa, justo sobre la curva de su cadera.

El aire entre ellos se volvió denso.

Y justo cuando Jimin creía que no podía acercarse más, Jungkook inclinó la cabeza ligeramente, sus ojos oscuros llenos de una pregunta muda. Como si estuviera esperando algo. Como si quisiera que Jimin fuera quien cruzara la última línea.

Jimin no supo qué lo empujó a hacerlo.

Tal vez fue el eco de la música, la letra arrastrándose por sus venas como una advertencia. Tal vez fue la forma en que Jungkook no parpadeó ni una sola vez, no apartó la mirada ni por un segundo.

O tal vez fue simplemente el hecho de que ya no podía evitarlo.

-¿Y si lo tengo...? -Jimin escuchó su propia voz antes de darse cuenta de que había hablado-. ¿Qué vas a hacer al respecto?

La sonrisa de Jungkook se ensanchó, lenta, casi peligrosa.

Pero no respondió con palabras.

No necesitó hacerlo.

En un movimiento fluido, como si hubiera estado esperando el permiso, como si lo hubiera querido desde hace mucho más tiempo del que estaba dispuesto a admitir, Jungkook inclinó la cabeza y presionó sus labios contra los de Jimin.

El primer beso fue firme. Seguro.

Pero al mismo tiempo, fue una pregunta.

Una pregunta que Jimin respondió sin dudarlo.

Su corazón golpeó contra su pecho con una fuerza casi dolorosa, y todo en su cuerpo pareció encenderse de golpe. Jungkook besaba como alguien que sabía lo que hacía, como alguien que no tenía miedo de dejarse llevar.

El beso comenzó lento, exploratorio, un roce que se transformó en presión. Pero en cuanto Jimin cedió, en cuanto sus labios se separaron apenas y dejó que la calidez se filtrara entre ellos, Jungkook no perdió el tiempo en profundizarlo.

La urgencia se filtró como un incendio.

Jungkook dejó escapar un leve suspiro contra su boca cuando Jimin se aferró a la tela de su traje, sus dedos crispándose sobre su pecho. Fue un sonido bajo, gutural, que lo estremeció hasta la médula.

Jimin sintió cómo los dientes de Jungkook rozaron suavemente su labio inferior antes de atraparlo entre los suyos, tirando con una suavidad peligrosa que le robó un pequeño gemido.

Jungkook sonrió contra su boca al escuchar el sonido, y ese gesto, esa mezcla de seguridad y juego, hizo que Jimin se aferrara aún más a él.

El mundo alrededor se desdibujó por completo. Ya no existían las luces de colores, ni el humo que los envolvía, ni siquiera la música que seguía latiendo en el fondo. Todo lo que Jimin podía sentir era el calor de las manos de Jungkook, la presión de sus labios, la forma en que su respiración se entremezclaba con la suya.

Cuando finalmente se separaron para tomar aire, el alrededor se sintió espeso, difícil de inhalar. Jimin respiraba con dificultad, su pecho subiendo y bajando rápidamente mientras aún se aferraba al chaleco de Jungkook, sus dedos crispados, como si soltarlo pudiera deshacer todo lo que acababa de pasar.

Jungkook mantuvo su mano en la cintura de Jimin, sus dedos trazando círculos lentos, casi perezosos, pero con una firmeza que hacía evidente que no planeaba dejarlo ir.

Sus ojos se deslizaron lentamente por el rostro de Jimin, deteniéndose en sus labios hinchados y entreabiertos, antes de subir de nuevo a su mirada, donde aún ardía el eco del beso.

Jimin, con la cabeza todavía dando vueltas, con el aire aún atrapado en su pecho, apenas pudo susurrar:

-Entonces así se siente estar fuera de sí...

Jungkook rió. Baja. Grave.

-Exactamente.

-Supongo que este será mi crimen favorito de la noche -murmuró Jungkook, su voz áspera, como si el beso hubiera dejado huellas en cada palabra.

Jimin soltó una risa nerviosa, su respiración todavía irregular. Sus dedos, temblorosos pero atrevidos, subieron desde el chaleco hasta la base del cuello de Jungkook, rozando la piel expuesta con una caricia ligera que hizo que el cuerpo del otro se tensara apenas, como si no lo esperara. Como si no estuviera preparado para la electricidad que ese simple roce desató.

-¿Por qué siento que esto va a ser un problema? -murmuró Jimin, con los labios curvándose en una sonrisa apenas visible, mientras intentaba controlar el temblor en su voz.

Jungkook entrecerró los ojos, inclinándose lo suficiente para que sus alientos volvieran a encontrarse. La sonrisa en sus labios no tenía nada de inocente. Era peligrosa. Calculada.

-Porque ya lo es. -Sus dedos en la cintura de Jimin se apretaron ligeramente, provocando un leve jadeo que escapó sin permiso de los labios del otro-. Pero también sabes que no podrías haberte resistido.

Jimin no pudo evitar morderse el labio. El calor que irradiaba Jungkook, la manera en que su cuerpo apenas se movía, pero lo hacía sentir como si todo él lo envolviera... Lo estaba volviendo loco.

Pero lo peor era que no quería alejarse.

La música seguía rodeándolos como un eco lejano, pero la voz del cantante entonando "Darling, your looks can kill, so now you're dead" lo atravesó como una bala.

La frase resonó dentro de Jimin como si hubiera sido escrita para él. Como si la noche misma le estuviera gritando una verdad que no se atrevía a aceptar. Su mirada se encontró con la de Jungkook, que lo observaba con una mezcla de intensidad y expectación.

Ese hombre tenía el poder de desarmarlo, atraparlo, destruirlo y reconstruirlo en un mismo movimiento.

Jimin tragó saliva. El aire se sentía espeso, pesado, difícil de inhalar.

Podía retroceder. Fingir que nada había pasado. Devolverle la sonrisa burlona y seguir con su vida como si este instante no lo estuviera cambiando todo.

Pero entonces, Jungkook inclinó ligeramente la cabeza.

No era solo la mirada en sus ojos oscuros. Era el lenguaje completo de su cuerpo, la manera en que cada línea de su silueta gritaba "ven".

Y Jimin entendió que no tenía escapatoria.

Algo dentro de él cedió. No fue un derrumbe. No fue una derrota. Fue una aceptación.

-Solo prométeme que no te arrepentirás después -susurró Jimin, su voz temblorosa pero firme. Sus dedos rozaron la mano que Jungkook le ofrecía, dejando un rastro de calor que lo quemaba.

La sonrisa de Jungkook fue distinta esta vez. Suave. Peligrosa. Como si estuviera sosteniendo un secreto en la punta de la lengua, disfrutando el momento antes de soltarlo.

Sus dedos rozaron la muñeca de Jimin, prolongando el contacto con una lentitud intencionada, como si supiera exactamente lo que estaba haciendo con cada segundo de espera.

-¿Arrepentirme? -murmuró Jungkook, con esa risa baja y ronca que parecía acariciarle la piel-. ¿De ti? Nunca.

Jimin dejó escapar una risa suave, temblorosa pero llena de algo nuevo. Pasó una mano por su cabello, desordenándolo aún más, sus ojos aún fijos en Jungkook.

Lo que fuera que estuviera pasando entre ellos... no quería detenerlo.

-Por una vez, no quiero pensar en las consecuencias... sino en repetir lo que acaba de suceder, muchas veces. ¿Quizás? -Su voz era baja, casi un susurro, pero cargada de una intensidad que incluso él mismo no esperaba.

Jungkook inclinó la cabeza apenas, su sonrisa tan suave como peligrosa. Sus ojos se entrecerraron, evaluándolo.

Por un momento, pareció debatirse entre besarlo de nuevo o jugar con él un poco más.

En lugar de eso, extendió su mano.

El gesto era tranquilo, casi inocente. Pero Jimin lo supo. Supo que no había nada de inocente en lo que estaba ocurriendo entre ellos.

-Entonces, Joker... -murmuró Jungkook, con un tono que era más un desafío que una invitación-. ¿Quieres seguir rompiendo algunas reglas conmigo esta noche?

Jimin miró la mano extendida.

Había visto esa misma mano sujetarlo en momentos de vulnerabilidad, cuando lo empujaba a probarse a sí mismo, cuando lo desafiaba con bromas y sonrisas arrogantes.

Pero esta vez... esta vez le ofrecía algo más.

Un paso hacia lo desconocido. Hacia algo que lo asustaba y lo hacía vibrar al mismo tiempo.

Finalmente, la tomó.

El contacto fue breve, apenas un roce. Pero suficiente para encender la chispa una vez más.

Jimin no sabía a dónde los llevaría esto. No sabía si terminarían arrepintiéndose cuando el amanecer pintara el cielo de azul y la realidad los alcanzara de golpe.

Pero por primera vez en mucho tiempo, no le importó.

-Solo si prometes que esta vez no terminarás en problemas, preso -bromeó, su tono intentando mantener una ligereza que traicionaba la emoción ardiendo en su interior.

Jungkook rió suavemente, apretando su mano con una firmeza que decía más de lo que cualquiera de los dos estaba dispuesto a admitir.

Sus ojos brillaron con un destello travieso mientras lo guiaba hacia el bullicio de la fiesta.

Pero su atención nunca abandonó a Jimin.

-No prometo nada -respondió con una sonrisa que parecía capaz de destruir cualquier muro que quedara entre ellos.

La noche seguía siendo joven.

La música continuaba retumbando, pero para ellos, el resto del mundo había desaparecido.

Solo existía este instante.

Una decisión tomada.

Y el abandono total a lo que la noche les tenía preparado.

Por primera vez, estaban dispuestos a dejar que todo se quemara.




🌟



Bueeeno ya publique todo lo que estuve escribiendo estos días je
Ya lo que sigue voy a tener que ponerme a seguir escribiendo pero con las fiestas de por medio va a estar complicado, así que no podía tener la historia sin llegar a ESTA PARRRTEEE POR FINNN

Un dato de color, el momento en que Jimin se saca el saco morado y empieza a bailar con Jungkook es el que está en la portada ji

Dije que iba a llevar unos capítulos pero bueno, ese era el punto que la tensión entre ellos se acumulada por DÍAS y explotara 👀

Nos vemos en próximas actualizaciones y felices fiestas gente bonitaaaaa 💞💞

Les dejo las imágenes inspo que use para crear los disfraces de los chicos:


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