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𝟏𝟎


<<CONFIANZA>>


Residencia Ford, BA (CA).
Noviembre 21, 2024

08:15 AM

En cuanto le notificaron lo acontecido, el pastor alemán se mostró escéptico.... y molesto. Después de todo, no estaba para bromas de mal gusto. Y mucho menos en estos momentos, en el que la seguridad y tranquilidad de la ciudad a la que juró proteger y servir, dependían de un hilo bastante fino. Pero tras haber arribado a la escena y luego de ver personalmente los pocos restos chamuscados de lo que alguna vez fue la majestuosa residencia Ford, Chase quedó desconcertado.  

Se pasó los siguientes 3 minutos examinando la escena con detenimiento, tratando de asimilar el hecho. 

Poco después, dejó escapar un suspiro leve. Y, seguidamente, giró en redondo, dirigiéndose ahora donde su hermana, quien se mantenía ocupada entrevistando a los vecinos cercanos. 

Durante el trayecto, el can echó un vistazo a su derecha, hacia lo que solía ser la entrada de la cochera. En cuanto vio los tres cuerpos incinerados (que yacían cubiertos por un par de lonas azules, por cierto), el sentimiento de la ira volvió a invadirle nuevamente, incrementándose a mayores magnitudes. Su ceño fruncido volvió a formarse. 

—¿Has descubierto algo? —preguntó Chase tras llegar con su hermana. Esta última despidió a los testigos—. ¿Y bien? —insistió. 

—Lo lamento, Chase —respondió ella finalmente, volviéndose hacia él—. He entrevistado a todos los vecinos. Pero nadie vio nada. 

Esta respuesta hizo que el ceño fruncido del pastor alemán aumentara. Simultáneamente, se dio media vuelta. Y con todas sus fuerzas, pateó un mediano trozo de madera. Luego, soltó un juramento. 

Tales actos (sobre todo el último) no pasaron desapercibidos por los curiosos allí presentes, siendo en su mayoría miembros de los medios de comunicación. 

—¡Oye! —le gritó Avery, frunciendo el entrecejo—. Mira.......entiendo. Sé que te duele. Pero en este momento debes mantener la objetividad y la calma........ 

—No me digas que me calme —espetó Chase, volviéndose hacia ella, sin cambiar su expresión—. No entiendes por lo que estoy pasando. ¡No lo sabes! Harrison Ford era mi segundo al mando. Mi amigo, y mi compañero por casi dos años. Y esto....—dijo señalando los restos de la residencia—.....no es algo que él merecía. Ni él ni su familia. 

Una vez dicho eso, un muro de silencio se alzó entre ambos hermanos. Se observaron fijamente, manteniendo sus respectivas expresiones. 

A continuación, Chase Schülze se calmó y bajó la mirada. Suspiró. Y en un tono casi bajo, rompió el silencio. 

—Lo siento........—dijo él—. No quise gritarte, Avery. Es sólo que......estoy frustrado con toda la situación. No esperaba esto. 

—Ni tú ni nadie, Chase.

—Pero debí hacerlo —agregó—. Con todo lo que ha pasado, debí haberlo esperado. Debí haber presagiado este desastre. 

Tras terminar, guardó silencio por segunda vez, dándose media vuelta, mirando ahora hacia el vacío. Avery se le acercó, cambiando su expresión seria por una comprensiva. Luego, colocó una pata sobre el hombro derecho de Chase. 

La atraparemos, Chase. Ten por seguro que lo haremos. 

—¿Y cómo lo haremos? —inquirió, observándole nuevamente a los ojos—. Ella siempre está a dos pasos adelante de nosotros. Halló la forma de atacarnos sin exponerse o siquiera alertarnos. Hizo que alguien más perpetrara sus ataques, ataques que tuvieron un impacto retardado, pero bastante fuerte y destructivo al final. Y ahora esto........no dejó testigos. Y la evidencia que podría habernos ayudado quedó totalmente hecha cenizas. Es más lista que nosotros. Y ya nos demostró que no comete errores. 

Pero no por eso quiere decir que se saldrá con la suya por segunda vez —añadió Avery—. Escucha, hermanito. Durante el largo período de nuestras carreras, nos hemos enfrentado a criminales como ella. Incluso peores. Y aún así, a pesar de la alta inteligencia que todos ellos poseían, siempre logramos capturarles y encerrarles. Y es exactamente lo que haremos con July —aseguró, pero Chase aún tenía sus dudas sobre lograr aquello—. No la dejaremos ganar de nuevo, Chase. Pero para eso, debes mantenerte firme y centrado en la misión. Así que te pregunto, ¿podemos contar contigo?

Chase le miró brevemente. Tras el pasar de unos cuantos segundos, recuperó la confianza y asintió. 

—Ese es el Chase que conozco —dijo orgullosa—. Y por cierto, te equivocaste en algo. 

—¿Ah, sí? ¿En qué?

—En lo de July —respondió casi al instante—. Ella no es tan lista como crees. ¡Es más! Ella ya cometió su primer error. 

—¿Y cuál es ese error? 

—Pues éste —dijo, señalando los restos de la residencia Ford—. Con esto ya nos demostró que quiere atención. Quiere que todos sepan sobre su regreso. Eso me dice que se está volviendo más osada, y arrogante. Y esa arrogancia le hará fallar. 

Pero de querer dar a conocer su regreso, ¿no crees que July habría dejado algo para confirmar ante los medios que esto fue obra suya? Además, de tantos blancos en la ciudad, ¿por que hizo explotar la casa de mi oficial?

Antes de que pudiera decir algo, Jhonny, quien había estado recorriendo el área en busca de posibles testigos, regresó a la ubicación de ambos canes. En su lomo, cargaba un pequeño objeto. Era un mochila, de color azul. En cuanto Chase la vio, quedó atónito. Más hizo un esfuerzo por no demostrarlo. 

—¿De dónde has sacado eso? —preguntó el pastor alemán. 

El Corgie cogió la mochila. Y se la entregó al can.

—Estaba ocultado tras unos arbustos. A unas dos calles abajo —respondió—. Debes ver su contenido. 

Sin objetar, Chase Schülze abrió la mochila. Tras ponerse un par de guantes de látex, procedió a retirar el contenido. 

—Son recortes de diarios......—dijo Chase mientras cogía los pedazos de papel—. Y todos ellos hablan sobre los ataques de July en el 2020. 

—Y no sólo eso —agregó Jhonny—. Hay algo más ahí dentro. Revisa más a fondo. 

Siguiendo su consejo, el pastor alemán introdujo su pata en la mochila, sacando del fondo de esta última una nota de papel doblada. Sobre ella, yacía escrito con rojo lo siguiente:


PARA CHASE


Rápidamente, el líder de la decimocuarta estación desdobló el papel. Y en voz alta, se apresuró en leer el siguiente mensaje. 


Hola, Chase. 

¿Qué tal les está yendo con mi bacteria come carne, eh? ¿Cuántas personas han muerto hasta el momento? ¿100? ¿200? ¿300? ¿500? Espero que 500 sea el aproximado. 

Y si crees que me detendré ante tal cifra, pues déjame decirte que te equivocas. 

No me detendré hasta verlos morir. A ti y a todos los mediocres de Bahía Aventura. Pero sobre todo, deseo verlos morir a ti y a tus colegas. Después de todo, los Paw Patrol tienen una deuda pendiente conmigo. Y ten por seguro que me lo voy a cobrar.  

Pero por el momento, debo encargarme de otras cosas. Pero eso no implica que podrás descansar. Esta ola de destrucción, y la muerte de tus oficiales, son sólo el principio de lo que tengo planeado.

El mundo jamás me olvidará. Ni a mí y a mi causa. Mi motivación primaria. 

Nos veremos muy pronto. 

P.S. Saluda a Skye de mi parte. 


Tras leer esto último, el pastor alemán arrugó la misiva y la arrojó hacia el suelo con furia. Posteriormente, se calmó y miró a su hermana y a Jhonny. 

—En la carta, dijo: "la muerte de mis oficiales". ¿A qué se refería con eso?

En ese momento, el collar de Chase se encendió. Y una voz dijo:


¿Chase? Responde, Chase.


El pastor alemán atendió la llamada. 

—Aquí Chase. Dime, Ryder, ¿qué sucede?

—Sucedió algo terrible  —comenzó a decir—. Poco después de que te fuiste de la estación, llamaron y nos notificaron sobre otras tres detonaciones más en casas de tus oficiales. Pensé que era una broma. Pero ya visité las escenas. Era cierto. 

En cuanto dijo esto, Chase guardó silencio brevemente. Luego habló.

—¿Sobrevivientes?

—Negativo  —respondió Ryder—. Y lo que es peor; según Rocky, acaban de notificar otras 9 detonaciones más en otros puntos de la ciudad. Al parecer, alguien acabó con todos los oficiales. 

Y así sin más, Chase cortó la llamada. Luego, miró a Avery y a Jhonny. Ambos estaban boquiabiertos por lo escuchado. Por consiguiente, Chase giró sobre sus patas traseras y, velozmente, se dirigió hacia su vehículo patrullero. 

—¿A dónde vas, Chase? —preguntó Avery a toda voz. 

¡A la estación. A por la única ventaja que tenemos! —respondió casi en el mismo tono. Luego, se subió a su auto. Y a todo dar, partió de la escena, solo para ser seguido por las camionetas de las cadenas de televisión.

El Corgie, por su parte, se volvió hacia Avery. Y en un tono vacilante, preguntó:

—¿P-Por qué July atacó a los oficiales? ¿Qué busca lograr con eso?

—Busca sembrar inseguridad y miedo —respondió la fémina sin titubear—. CréemeYa he visto situaciones similares. Sin los oficiales de policía, esta ciudad se sentirá desprotegida. Y no solo eso, sino que ahora es vulnerable......—pausó. Luego, prosiguió—. Y con base en la misiva, es claro que July planea algo mucho mayor. Y no quiere que nadie le estorbe.

—Pues en ese caso, ¿qué vamos a hacer?

—Tengo una idea —respondió ella. Sucesivamente, dejó escapar un suspiro leve—. Pero primero, debo llamar a alguien.

.............

A unos 13 kilómetros de ahí, y a sólo unos dos kilómetros al oeste de la montaña "Pico Nevado" (casi cercano a la Montaña de Jake, por cierto), yace ubicada una enorme fábrica. 

A mediados del 2017, dicha infraestructura había sido la sede central de "PixtonFoods". Una próspera compañía en ascenso. Fundada por un egresado inglés, además. Y cuyo objetivo primario estaba centrado en comercializar alimentos esenciales, los cuales a su vez, serían alterados genéticamente.  

—"Nuestros productos cambiarán al mundo" —dijo una vez a la prensa el director y fundador Joseph Angellus, estudiante de ingeniería genética de 22 años—. "Con la ciencia de nuestro lado, nuestros alimentos tendrán la capacidad no sólo de saciar el hambre de la población, sino que también, alargarán su longevidad. Y fortalecerán sus sistemas inmunes a tal punto, que quedarán libres de sufrir cualquier enfermedad; desde un simple resfriado hasta el cáncer pulmonar". 

En los días próximos, tras haber oído tal declaración, el gobierno de los EE.UU, seguido por unas empresas comerciales locales e inversionistas independientes, decidieron apoyar esta noble causa, aportando una suma de diez millones de dólares cada uno. Después de todo, si el plan tenía éxito (y todo parecía indicar que así sucedería) recuperarían el monto de su inversión. Incluso más. 

Pero desgraciadamente, sucedió lo imprevisto. Dos semanas después de la apertura de la fábrica, el director J. Angellus fue hallado muerto en su oficina. Según las autoridades, le habían estrangulado. 

Como consecuencia, un gran número de personas perdieron sus empleos. Y el lugar fue declarado como: "CERRADO PERMANENTEMENTE". Desde entonces, tras siete largos años, el lugar permaneció vacío. O al menos, lo estaba hacía un par de horas. 

Dada la ubicación aislada, a July Harris le pareció el lugar adecuado para establecer una de sus dos bases secretas. 

La West Highland Terrier se encontraba en lo que alguna vez fue la oficina de Angellus. Yacía sentada sobre una silla retráctil, y sobre la mesa que tenía enfrente, descansaba un enorme aparato. July Harris lo estaba revisando. 

El objeto en sí mismo era negro en su totalidad. De gran tamaño, y con un par de ventiladores pegados a los laterales (dos por cada lado).  

Entonces, una de las centinelas, Jesse Pierce, ingresó al lugar. 

—Estamos listos para actuar —dijo ella directamente. 

—Perfecto —convino July, sin apartar la vista de su invento—. Ya pueden ir yendo al lugar. Y no olviden de llevarse el paquete. 

—Vale, ¿pero y tú?

—¿Yo qué?

—Bueno....—vaciló—. ¿Ya estás lista?

—Por supuesto que sí —respondió la fémina de pelaje blanco—. Solo estoy perfeccionando el mecanismo del aparato. Es todo. 

—Entiendo, ¿y te falta mucho?

Ante tal incógnita, July dejó sus instrumentales. Levantó la vista, y la clavó directamente en los ojos de Pierce. 

—Claro que no —respondió sin tapujos. 

—Okey —añadió—. Pero si crees que no terminarás a tiempo, podemos espe......

—De eso nada —le interrumpió, incrementando el tono de su voz—. La máquina estará lista y punto. Ahora ve con el resto. Y diles que se dirijan al lugar establecido. 

Jesse Pierce asintió. Y tras girar sobre sus talones, procedió a abandonar el lugar. 

—Espera......—le dijo July. Jesse se detuvo y se volvió hacia ella—. Tengo una misión diferente para ti.

Jesse asintió, limitándose a escuchar. La West Highland Terrier retrocedió, y de su bolsillo derecho sacó una pequeña llave. Se la alargó a su centinela. Esta última la cogió. 

—¿Y esto? —inquirió con desconcierto. 

 —Abre ese armario —dijo señalando a su derecha, hacia un viejo mueble—. Dentro hay un uniforme. Tómalo. Póntelo. Y ven aquí cuanto antes para explicarte el resto. 

—Ehh....Okey.

Y así sin mas, procedió a acatar la orden. 

.............

La puerta se abrió con fuerza, causando un fuerte estrépito. El dálmata se despertó de golpe. 

—¿Chase? —inquirió Riley con extrañeza—. Amigo, ¿qué sucede?

—Nada de amigo. Y escucha......—espetó Chase, manteniendo su expresión seria—. Estamos en serios problemas. July regresó. Esta aquí en la ciudad. 

En cuanto oyó eso, el dálmata se quedó helado. Luego, su expresión mostró una clara angustia. Tragó saliva y, en un tono vacilante, dijo:

—E-Eso no.....no es cierto, ¿verdad?

—Pero lo es —reiteró Chase. Guardó un corto período de silencio antes de proseguir—. Hace unos minutos, hicieron explotar las casas de mis oficiales. Y en todas las escenas, se hallaron un par de mochilas azules. 

Ante tal declaración, la mirada de Riley mostró desconcierto. 

—¿Mochilas azules? No te entiendo, ¿eso qué.....?

—En los crímenes originales del 2020.......—le interrumpió Chase, dejando la pregunta a medias—, July colocó sus bombas dentro de mochilas azules. De ahí, la prensa le dio su apodo: "La bombardera de la mochila azul". Es claro que las dejó allí para notificar al público sobre su regreso. Los recortes y cierta misiva que hallamos dentro de una de las mochilas reiteran aquello. 

El dálmata seguía sin creérselo. 

—No puede ser.......—comentó secamente. Luego, miró a Chase—. No tiene sentido. Verás. Antes de que llevara a cabo estos ataques, July me pidió que lo hiciera discretamente. No quería que nadie supiera que los contagios eran obra de alguien, o al menos, eso es lo que me dijo. Creí que quería seguir oculta. ¡¿Por qué tanto esfuerzo sólo para luego exponerse así?!

—Aún no tengo todas las respuestas —respondió el pastor alemán—. Ni siquiera tengo un as bajo la manga para manejar ésta situación. Estamos en desventaja con respecto a July. Pero con lo de los contagios, no diría lo mismo. Tenemos una ventaja, y tú eres parte de ella. 

El dálmata le miró extrañado. Guardó sus comentarios y se limitó a escuchar. 

Antes, cuando hablaste con mi hermana, habías dicho que sabías como frenar las infecciones por la bacteria que July modificó. 

—Y es cierto lo que dije —confirmó él—. Cuando estaba en la isla, July me obligó a ayudar a un médico, ruso creo yo, a modificar la morfología de la bacteria. 

Así que si sabes tanto sobre el patógeno, ¿podrás crear alguna vacuna que frene el progreso de la bacteria en los infectados?

No sólo eso......—agregó con seguridad—. La vacuna que tengo en mente, no sólo eliminará todo rastro de la bacteria. Sino que también, arreglará cualquier daño que la bacteria haya causado en los cuerpos de los pacientes. 

En el momento que oyó aquello, Chase Schülze se quedó perplejo. 

—No sé si oí bien, pero acaso dijiste que la vacuna......

—Has oído bien —le apremió velozmente—. La vacuna que se diseñó destruirá la bacteria. Y a su vez, restaurará los tejidos dañados. Es capaz de acelerar el proceso de cicatrización y restauración tisular. 

—Eso ya me suena a ficción barata —comentó el pastor alemán sin pensárselo dos veces—. P-Parece imposible crear algo como eso. 

Pero no lo es —afirmó el dálmata—. La vacuna es fácil de crear. Sólo necesitaría un laboratorio, equipo especial, algunos instrumentales y una muestra de la bacteria.

—Pues en ese caso......—comenzó a decir, mientras le quitaba las esposas—, te llevaré al Hospital Marshall Memoriam. Allí tendrás todo lo que necesitas. Pero antes.........

En ese momento, Chase salió de la habitación. Y en un dos por tres, regresó al mismo, trayendo consigo un aparato electrónico. Riley miró el objeto, y quedó atónito. Se trataba de un collar de electrochoques. 

Tras colocar el aparato en el cuello del dálmata, este último preguntó:

—¿Y esto?

—Por seguridad —respondió Chase sin tapujos—. En caso de que intentes escapar, el collar te frenará. 

—Creí que ya habías depositado tu confianza en mí. 

—No del todo —admitió—. Pero estoy desesperado. Y no tengo más opciones. Así que andando. 

Riley se levantó. Y se bajó de la silla. Poco después, se detuvo. Chase le miró y preguntó:

—¿Qué sucede?

—Si voy a ayudarte.......—comenzó a decir—, tendrás que hacer algo por mí. 

Al oír aquello, Chase resopló. 

—Vale, ¿qué quieres? —le preguntó de mala gana. 

—Necesito ver a Skye.......

—¡Ah, no! De eso nada —respondió tan rápido en cuanto oyó la petición—. No permitiré que la veas. 

—Si quieres que te ayude, esa es la condición —reiteró Riley. Chase seguía mirándole con molestia—. Por favor, Chase.....—prosiguió—. Estamos hablando de mi amiga. Y de la única familia que tuve desde que perdí a mis padres. Tú lo sabes. Por favor, necesito verla. Sólo te pido eso. 

Chase se le quedó viendo. Al mismo tiempo, se puso a pensar en la situación actual. 

<<No hay más opciones>> —se recordó. Tras tomar una decisión, miró a Riley y asintió. 

—Está bien. Pero vámonos ya. 

.............

La cadena de la BBC es una de las cadenas de televisión más importantes e influyentes en todo el mundo, que cuenta además con diferentes transmisiones en 27 idiomas (incluido el Inglés) y con una audiencia de más de 300 millones de personas. 

Su oficina central yace ubicada en Londres, justo al oeste de Piccadilly Circus. 

Antes de que la secretaria veinteañera, Pamela Clark, pudiera abandonar su puesto, el teléfono sonó. Ella actuó a toda prisa.  

—BBC —dijo ella educadamente. 

La voz que sonó a continuación era dulce. Del tipo juvenil. Con acento norteamericano. Se trataba de una fémina.  

Poseo algo que a su cadena podría interesarle. 

La joven sacó su libreta y su bolígrafo. Y procedió a tomar nota. 

—¿De qué se trata?

—¿Ha escuchado de Bahía Aventura?

La joven se lo pensó por uno segundo. Luego, sonrió y respondió:

Sí, he oído de esa ciudad. De hecho, uno de nuestros reporteros está allí ahora mismo para transmitir la reapertura de Adventure Beach. 

—Perfecto —dijo la interlocutora—. Póngame en contacto con ese reportero. 

Lo lamento. Pero no puedo hacerlo si no me dice que.......

—Sólo diré, que Bahía Aventura será atacada. 

La joven secretaria seguía tomando notas. Se sorprendió un poco en cuanto oyó esa respuesta. Más hizo un esfuerzo por no demostrarlo.

—¿Cuál es su nombre?

—Eso no es relevante. Ahora, proporcióneme el número......

—Antes de hacerlo —le interrumpió—, ¿tiene pruebas que demuestran lo que dice?

—Sí —respondió—. Pero sólo se las daré al reportero. Así que deme el número.

—Una vez más, lo siento. Pero nuestra política dicta que......

—Comprendo. Llamaré a otra cadena. Tal vez a ABC NEWS. Gracias por concederme un poco de su tiempo. Adiós........

—Espere.....—le dijo—. No cuelgue, ¿vale? Espéreme un momento.

Pamela Clark dejó el teléfono a un lado. Tras encender su ordenador, procedió a buscar el número de contacto del reportero. 

En otros casos, ella no habría cumplido con las órdenes de un llamante anónimo. Después de todo, la mayoría que llamaban a su línea eran chiflados de escasa inteligencia que querían molestar y nada más. Pero la interlocutora con la que había hablado no parecía demostrar ser ese tipo de individuo. 

Se había negado a dar su nombre. Y estaba ansiosa por colgar, queriendo llamar a la competencia además. Estas señales eran claros indicadores de que la voz al teléfono hablaba con verdad. Y si le ignoraba, y si se ejecutaba la amenaza, y si era algo de mayores proporciones desde el 11 de Septiembre, la BBC habría perdido una gran oportunidad.

En cuanto encontró lo que buscaba, esbozó una sonrisa. Poco después, cogió el teléfono y retomó la llamada.

—Tengo el número. Tome nota. 

.............

De regreso al Hospital General Marshall Memoriam, en la sala de reuniones del segundo piso, Avery se encontraba frente a su laptop, mirando la pantalla con indecisión. 

<<No pensé que volvería a hacer esto —se dijo a sí misma—, ¿pero qué otra opción tengo?>> 

Dejó escapar un suspiro antes de dirigirse hacia el aparato. Lo encendió y se apresuró a teclear a la velocidad de la luz. Sucesivamente, en la pantalla chica, apareció el ícono de un teléfono. Por debajo de éste, se leía lo siguiente:


OFICINA DE LA BASE FORD MEADE (MARYLAND)


Tras tres largas tonadas, la llamada fue contestada. 

A continuación, un Labmatian (una raza de can, mitad labrador y dálmata), de aproximadamente 9 años, apareció en la pantalla chica. Vestía un uniforme militar. Y estaba chequeando unos archivos. 

—Oficina de.......—pausó al ver a la pastor alemán. Levantó la vista completamente—. ¿Avery? ¿Eres tú? —preguntó.

—Sí, Unai. Soy yo —respondió ella, manteniendo su seriedad—. Oye, necesito un f......

—Hace mucho que no te veía —le interrumpió el can, regalándole una sonrisa cálida—. ¿Ya pasaron cuanto? ¿Tres años?

—Cuatro años, en realidad. Mira, sé que estás ocupado, pero......

—He oído que trabajas para el FBI. Mis felicitaciones. Siempre quisiste ese puesto. Y al final lo conseguiste. Te hubiera llamado, pero.....

—¡Unai! —le interrumpió, el Labmatian calló—. Mira, me gustaría charlar y todo eso. Pero ahora necesito de tú ayuda. 

El can le oyó, y asintió. 

—¿De qué se trata? —le preguntó, mostrando seriedad. 

—Necesito que tu brigada venga aquí a Bahía Aventura. Cuanto antes, mejor. 

En cuanto oyó la petición, el can se le quedó mirando, extrañado. No estaba seguro de si había oído bien. 

—¿Qué cosa dijiste?

—Lo que has oído —le contestó—. Necesito que tu gente venga a Bahía Aventura. 

—¿Y se puede saber para qué?

—Es una situación crítica —comenzó a explicar—. Tengo razones para creer que una sospechosa extremadamente peligrosa ha regresado. Y dado a lo acontecido hace un par de minutos, creo que no se detendrá.

Pero si es tan peligrosa como dices, ¿por qué no te coordinas con la policía local y establecen un plan para capturarle?

¡Ese es el problema! La sospechosa acabó con todo el departamento de Policía. Ahora me están ayudando los Paw Patrol. Pero eso no será suficiente. Por favor, Unai. Estas personas.....personas inocentes, están desprotegidas. Ayúdame, ¿si?

Hubo un breve momento de silencio. El can se le quedó viendo por un largo rato antes de responder:

—De acuerdo. Mi gente y yo llegaremos allí en media hora. 

La fémina dejó escapar un suspiro de alivio. 

Te lo agradezco. Los estaré esperando en....... Espera, ¿dijiste "Llegaremos"?

—Por supuesto —respondió, mientras se ponía su chaqueta—. Yo también pienso ir. 

—No, descuida. Eso no será necesario.....

—No está a debate, Avery. Acompañaré a mi brigada y punto. 

—Pero......

Sin previo aviso, el Labmatian cortó la llamada. Pero antes de que esto sucediera, a Avery le pareció que dicho can (y antiguo colega de trabajo con el que mantuvo una relación por casi cuatro meses) le había sonreído nuevamente. 

.............

De todos los lugares al que uno puede ser enviado, Bahía Aventura (la ciudad más tranquila de todo Norteamérica) era la última opción pensada. Y la menos codiciada, además.  

El reportero de la BBC, Michael Grenger (y de raza Border Collie. De 10 años, por cierto), yacía dentro de su camioneta, sudando exageradamente. La temperatura afuera era de casi 36º C. Según le había dicho su jefe, su misión era cubrir la reapertura de Adventure Beach, que se llevaría a cabo ese mismo día a las 9:00 AM.

Dicho evento tuvo lugar hace no más de quince minutos. Grenger llegó puntual. Había cumplido con su trabajo. 

Ahora estaba desocupado, y aburrido. Sentado al volante, sin nada que hacer. A continuación, la puerta del copiloto se abrió, y una gatita montes (de aproximadamente 8 años) ingresó al vehículo. Con ayuda de una mochila especial, de la que sobresalían dos garras metálicas, sujetaba un par de helados con facilidad. 

—Es de Vainilla.....—le dijo la felina, mientras le ofrecía el helado. El Border Collie lo aceptó. Pero aún así, seguía con su expresión seria—. ¿Qué sucede?

—Nada —dijo secamente, mirando al helado, sintiendo la textura fría del cono—. Ese es el problema. 

—¿Cómo? No te entiendo.

—Ese es el problema, Yaneth. Nadie lo entiende. Y si te dijera, tampoco entenderías —resopló. Y comió un poco del helado—. En vez de cubrir las elecciones presidenciales en España, el lanzamiento del Apolo 58 en Cabo Cañaberal, el suicidio en masa de Warren Valley, o siquiera el último gran partido que se está llevando entre Rusia y Brasil en el enorme estadio de Brasilia, tuve que ser enviado aquí. A éste pueblucho ordinario, a cubrir una playa ordinaria con gente ordinaria jugando en ella. 

—¿Y qué hay de malo en eso? —le preguntó Yaneth Low, sin borrar su sonrisa. Su inocencia era evidentemente clara. 

—¿Que qué hay de malo? —pausó. Y comió otro bocado—. Renuncié a mi trabajo en el diario de Londres para trabajar con los grandes. Con los peces gordos. Como sabes, mi sueño desde pequeño fue dejar mi huella en el mundo de la televisión. Y ser reconocido como un gran periodista a nivel mundial, al igual que mi padre. Pero por cada día que pasa, estoy más lejos de lograrlo. 

—Venga ya. ¿Por qué te quejas? Si ya lo estás logrando. 

—Ah, ¿en serio? —le dijo con sarcasmo, arqueando una ceja—. Ni siquiera con este reportaje, pasaré más de veinte segundos en la televisión. 

—De hecho, sólo grabamos quince segundos. 

Grenger gruñó y apartó la mirada. La felina notó esto y trató de animarle. 

¿Qué tal si vamos a la playa, rentamos unas tablas y surfeamos un poco? Oí por una de las chicas en la oficina que eras todo un experto. 

—No, gracias —respondió. 

—Por favor. ¡Será genial! 

—¿Sabes qué sería genial para mí? —dijo volviéndose hacia ella, sin mostrarse feliz—. Desearía que por una vez, aunque sea por una maldita vez, una buena historia llegue a mí. Una historia única, jugosa e inigualable. Y que me dará justo lo que quiero: El eterno éxito.

Antes de que la felina (y camarógrafa de la BBC) pudiera decir algo, el móvil de Michael Grenger vibró. El tema de los Rolling Stones se hizo audible poco después. 

—Con suerte será la redacción.......—musitó sin ganas. Sacó el móvil y lo contestó—. Michael Grenger. BBC, en directo desde Bahía Aventura. 

La fémina que habló a continuación tenía acento norteamericano. 

—Escuche con atención —dijo la West Highland Terrier—. Estoy a punto de cambiar su vida.

............. 

En cuanto vio a Skye en su estado actual, Riley sintió una punzada profunda en el corazón. 

Abatido, y herido emocionalmente, el dálmata cerró los ojos. Y en un intento por escapar de la realidad, se puso a pensar, y a recordar tiempos felices. Pero en ese momento (y para su desdicha), comenzó a visualizar cierto recuerdo de su niñez que lo dejó más abatido de lo que ya estaba. 

Había sido llevado al Refugio. Tenía 3 años otra vez. Y a su lado, en esa pequeña cama sobre la que se encontraba, yacía Skye, entonces de 2 años. Ambos juntaron sus patas. Luego, se miraron directamente a los ojos. Y casi al unísono, comenzaron a decir lo siguiente:

Sin importar que, nos cuidaremos mutuamente. Jamás haremos nada que dañe al otro. Y nos apoyaremos en las buenas y en las malas. 

El ruido del motor del respirador artificial trajo al dálmata de regreso a la realidad. Se tocó una mejilla, y sintió algo húmedo. Había llorado inconscientemente. 

<<He roto mi promesa —se dijo mentalmente, mientras observaba detenidamente el rostro de su amiga, del que destacaban las inconfundibles manchas negras—. Perdóname, Skye>>

A continuación, se volvió hacia su izquierda, hacia el pastor alemán. Este último mantenía su total atención clavada en la cockapoo. 

—Espero que tu vacuna sea tan efectiva como dices.......—dijo secamente el pastor alemán. Riley se limpió las lágrimas. 

—Ahora mismo me pondré a trabajar en ello. 

—Pues entonces vamos. 

Una vez dicho eso, ambos canes giraron en redondo. Y abandonaron la habitación. Ahora se hallaban caminando por un largo pasillo, cuyo final terminaba con una puerta negra. 

A mitad del trayecto, el dálmata se detuvo. 

—¿Qué sucede? —le preguntó Chase. 

—Necesito algo de ti —respondió. 

Al oír aquello, el pastor alemán se le quedó mirando. 

<<¿Qué más podría querer éste desgraciado, al que alguna vez llamé amigo y hermano?>>

—¿Qué quieres? —dijo finalmente, sin cambiar la expresión seria de su rostro. 

El dálmata tardó un momento en hablar. 

—N-Necesito un litro de tu sangre. 

En cuanto dijo aquello, el líder de la decimocuarta estación se quedó perplejo. 

<<¿Para qué rayos querrá mi sangre?>> —pensó.

—De seguro te estás preguntando para que quiero tu sangre, ¿no?

<<¿Qué comes que adivinas?>>

Dado que no respondió, el dálmata sólo prosiguió. 

—Es esencial para la creación de la vacuna. Verás, en la sangre de los Pastores Alemanes......—comenzó a explicar—, sobre todo si son de raza pura, se puede encontrar el Gen HA13. Un gen sumamente raro pero especial, capaz de ayudar al Sistema Inmune a crear un número sin fin de anticuerpos. Es por eso que ese tipo de canes raras veces se enferman.......—pausó. Luego continuó—. También, dicho gen permite una aceleración en el proceso de cicatrización. Básicamente, acelera la restauración tisular.

Mientras más hablaba, el escepticismo de Chase crecía dentro de sí. Había oído hablar sobre ese gen, más no lo creyó nunca. O al menos, no lo hizo hasta ahora.

Dadas las situaciones que había vivido mientras aún era miembro de los Paw Patrol, en las que había descubierto que las Sirenas Can existían y que los dinosaurios aún caminaban sobre la tierra, supuso que aquello podía ser posible también. 

—No me crees, ¿verdad? —le preguntó Riley al terminar. 

—Tendré que hacerlo por el bien de todos. Y por el bien de Skye —dijo Chase. 

Y así sin más, ambos canes retomaron el trayecto. Llegaron al final del pasillo. Tras abrir la puerta gris (que en cuya parte superior yacía una placa dorada que ponía: Laboratorio), ambos ingresaron al lugar. 

.............

En el tercer piso del Hospital, en la habitación 314, el labrador descansaba sobre una pequeña cama. Le habían conectado a un respirador. El médico a cargo, el Dr. Harold Shipman, fue a verle, y en cuanto le vio el rostro, le reconoció casi al instante. 

Seguidamente, sacó su teléfono móvil y marcó al 911. 

—Operadora, ¿cuál es su emergencia? 

—Soy el Dr. Harold Shipman —comenzó a decir—. Necesito que me ponga en contacto con el líder de los Paw Patrol, por favor. Es urgente. 

.............

—No lo vas a creer —dijo Michael con emoción, mientras se apresuraba en encender su pequeño ordenador portátil—. Me han dado un soplo. 

—¿En serio? ¿Y sobre qué? —inquirió Yaneth, curiosa. 

—No puedo decirte. Al menos no ahora —respondió, mientras tecleaba—. Pero es gordo. Bastante gordo. 

Hmmm. Y con base en tu expresión, parece ser lo que estabas solicitando hace un par de segundos, ¿no?

El Border Collie asintió con impaciencia, sin poder dejar de sonreír. Aún podía recordar lo que la interlocutora le había dicho.


<<Una amenaza se acerca. Y créame, usted querrá estar en el centro de todo. Las imágenes que capturará le harán famoso>>


Sin dejar de pensar en aquello, el reportero decidió buscar un par de artículos para poder confirmar lo que le había dicho la llamante. 

Según ella, respondía al nombre de July Harris. Y hacía un par de días, había perpetrado una serie de "bio-ataques" en Bahía Aventura. Y que cuatro años atrás, había orquestado ataques con bombas en la misma ciudad. Y mucho antes de eso, había ejecutado crímenes en serie. 

Al inicio, cuando la fémina le dijo quien era y sobre sus acciones en el pasado, el Border Collie se mostró escéptico, y pesimista. Después de todo, no era la primera vez que recibía llamadas así. Pero conforme la interlocutora le daba más detalles, cada uno más escabroso que el anterior, supo que aquella fémina hablaba con verdad. 

Tras haberse conectado a la red Wifi Local, escribió el nombre "July Harris" en el buscador. Y lo que salió a continuación, acrecentó su emoción. 

Una larga lista de artículos podía verse en la pequeña pantalla. La mayoría titulaban diferentes cosas: 



[MUERTES EN BRADERSFILLE FUERON LOS PRIMEROS CRÍMENES] 2020


[ATAQUES CON BOMBA EN BA] 2020


[EL FBI SE UNE A LA INVESTIGACIÓN] 2020


[TRES ATAQUES. MUEREN MÁS DE 50] 2020


["LA BOMBARDERA DE LA MOCHILA AZUL" SIGUE PRÓFUGA] 2020



<<No lo creo. En serio está aquí —se dijo mentalmente, sin apartar la vista de la pantalla—. La cachorra más buscada por el FBI está aquí. Y me ha llamado a mí. ¡A mí! Este es mi día de suerte>>

Por consiguiente, y sin borrar la sonrisa de su rostro, buscó en el buscador noticias referentes a "posibles bio-ataques" perpetrados en la ciudad costera. Poco después, se encontró con lo siguiente:



[EXTRAÑAS MUERTES EN BA] 2024


[HEMORRAGIAS MASIVAS SIN CAUSA APARENTE] 2024


[¡¿POSIBLE ENFERMERDAD?! ¿HAY RIESGO DE EPIDEMIA?] 2024



Tras terminar de socavar en toda esa montaña de información, y luego de haber leído los últimos tres artículos, el Border Collie entendió por qué July Harris le había llamado. En ellos, la prensa local hablaba sobre muertes en masa posiblemente causadas por una bacteria, y que (según el último artículo) habrían sido ejecutados por un can. Pero en ninguno de los artículos se mencionaban a la West Highland Terrier en lo más mínimo.

<<Quiere atención —concluyó—. Quiere acreditarse la autoría de todo. Para que el mundo jamás le olvide>> 

En ese momento, recordó algo más que July Harris le había dicho durante la llamada. Tras cerrar su ordenador, se volvió hacia su derecha, hacia su camarógrafa. Y tras captar su atención, le dijo:

—Alista tu cámara. Tenemos trabajo que hacer. 

.............

En la carretera 54, a unos dos kilómetros al norte de "Adventure Beach", conducía una vieja furgoneta. Era negra en su totalidad. Sin ningún logo o matrícula. 

Al volante estaba Sarah Lewis. Y en el área del cargamento del vehículo, estaban todos sus amigos (los 12 centinelas). Cada uno de ellos, incluida ella misma, cargaban sus propias armas, que mantenían ocultas bajo sus chaquetas. 

Estaban ansiosos por llegar a su destino y darles un uso finalmente.

Deseaban causar daño. Uno irreparable e inolvidable, tal como su padre adoptivo, el ex-alcalde Humdinger, habría querido realizar por mano propia. 

Hacía cinco años, todos los socios actuales de July (los 14 centinelas y "El Ejecutador") vivían en las calles de Fondo Nuboso. Y en sus respectivas etapas de juventud, cada uno conoció al corrupto J. Humdinger. 

En esa época, el infame líder de Fondo Nuboso estaba ansioso por derrocar a la alcaldesa Goodway en las elecciones, para ser elegido como el nuevo líder de Bahía Aventura y dar inicio a su propio reinado. Y gracias a un pequeño, pero complejo plan (que fue elaborado por su sobrino Harold, además), estuvo cerca de lograrlo. Más no tuvo éxito. Y como resultado, fue encerrado y condenado a una sentencia de 20 años. 

Antes de que fuera enviado a la prisión de máxima seguridad Max Canion, el alcalde fue visitado por sus "hijos". Y, a cada uno, les hizo jurar que acabarían con Bahía Aventura a como de lugar. Todos ellos, sin excepción, estuvieron de acuerdo con el pacto. 

Para fines del 2020 (en la primera Semana de Diciembre) este grupo se topó con la West Highland Terrier. La reconocieron casi al instante. Pero en vez de delatarle y entregarle a las autoridades, decidieron unírsele. July les aceptó sin dudar. 

Tras volver a la realidad, Sarah Lewis miró al espejo retrovisor. Y tras ver a su grupo de "hermanos de calle", recordó algo: Faltaban dos miembros. Sabía con certeza lo que le había pasado al "Ejecutador", cuyo cuerpo se había quedado en el edificio que empleaban como calabozo en la isla Nublar. Pero no sabía nada sobre el paradero de Jesse Pierce. 

<<¿Cuál habrá sido esa misión de la que no pudo contarnos nada?>> —se preguntó.

.............

De regreso en el Hospital General, Ryder, Rubble, Rocky y Everest se encontraban en la habitación de Zuma. Todos, y cada uno de ellos, estaban consternados por su situación. Y a su vez, estaban llenos de preguntas. Chase, por su parte, estaba en el laboratorio junto a Riley, ayudándole a preparar (y sintetizar) la vacuna que pondría fin a las infecciones. Jhonny, que pasaba por ahí, decidió unírseles para terminar la labor más rápido.  

Mientras tanto, en el área de la Recepción, Avery hablaba con Rachel. Y con todo lujo de detalles, comenzó a narrarle los recientes acontecimientos (y descubrimientos) sucedidos en el caso. La enfermera canina se quedó atónita. 

—¿Y ahora qué haremos? —inquirió la Samoyedo, mostrando cierto grado de consternación en su voz—. En cuanto se sepa del regreso de esa........esa cachorra —habló más bajo—, el caos y el pánico se armará en toda la ciudad. Y ahora que no tenemos policías, ¿cómo lo iremos a manejar?

—Descuida —le dijo la pastor alemán en un tono sereno, tratando de calmarle—. Ya pensé en eso. Sin mentirte, se armará el caos. Pero podremos manejarlo en cuanto suceda. Sólo debemos esperar. 

—¿A qué cosa? 

—A que lleguen nuestros refuerzos —respondió en el mismo tono—. Verás. Contacté a un viejo amigo, es líder de su propio ejercito. Le pedí que viniera con su gente para que nos ayuden a controlar la situación. 

Tras oír aquello, la Samoyedo sintió algo de alivio. 

—¿Y cuando vendrá tu amigo? —preguntó. 

—De hecho, ya estoy aquí —dijo una tercera voz. Poco después, nadie dijo nada más. 

Lentamente, Avery se volvió hacia atrás. Y en cuanto vio al Labmatian, quedó extrañada. Y un poco antes de que pudiera saludarle, este se adelantó.

—Hola, Avery —le dijo alegremente, mientras se quitaba sus gafas oscuras.  

—¿Unai? —dijo la pastor alemán finalmente, mientras arqueaba una ceja—. ¿Cómo llegaste tan rápido? Creí que tardarías en venir aquí.

—Y así era —confirmó él, mientras se le acercaba—. Pero afortunadamente, gracias a una fuerte ráfaga de aire, mi vuelo logró llegar antes de lo previsto. 

—¿En serio? —le preguntó Avery. 

—¿Qué te digo? Sólo pasó y ya —agregó, sin borrar su sonrisa—. Y bueno, ya que estoy aquí, hay que ponernos a trabajar —dijo mientras erguía su postura, mostrando seriedad—. Debemos elaborar un plan ya mismo.

—Vale, pero primero iré a por mi hermano. Él está a cargo de la investigación. 

—Ahora mismo iré a llamarle —dijo la Samoyedo, mientras daba media vuelta y se dirigía hacia los ascensores. 

Avery se volvió hacia el Labmatian y siguió con la charla. 

—¿Y tu tropa? —le preguntó—. ¿En donde están?

—Pues a tu disposición, ¿no?  —le respondió, volviendo a sonreír. 

—No bromees, Unai. Esto es en serio. 

—Yo también lo digo en serio —agregó. Avery se le quedó mirando—. Está bien, vale. Mi tropa está en el estacionamiento. Te están esperando a ti y a tu hermano. 

—Okey, entiendo —asintió ella—. Pues sólo hay que esperar a que venga Chase. 

—En lo que esperamos......—comenzó a decir, haciendo una breve pausa—, quería disculparme por.......

—No sigas —le interrumpió, adivinando lo que él le quería decir—. Eso quedó en el pasado. 

—Pero..........

—No insistas, por favor ¿vale? —el Labmatian sólo asintió—. Además, tú no tienes por qué disculparte. Fui yo la que terminó con lo nuestro. 

—Lo sé.....—añadió—. Pero aún así, siento que debí haber luchado por ti. No debí haberte dejado ir tan fácilmente —Avery se le quedó mirando, pero no dijo nada en respuesta—. Y por cierto, ¿no has considerado.....?

—¿....retomar la relación? —dijo ella, terminando la incógnita—. Lo siento, pero no.

—Entiendo. Y bueno, ¿qué has hecho en estos años? ¿Cómo te ha ido en el trabajo? 

—Me ha ido bien —respondió sin tapujos. 

—¿Y en tu vida personal? —preguntó abiertamente—. ¿Estás en una relación?

—Ehhhh.....no. Para nada.

—Hmmmm ¿Y no has considerado salir con alguien más?

Ante dicha incógnita, la agente federal se lo pensó por un momento. Luego se volvió hacia él y meneó la cabeza. 

—Mi trabajo está primero —mintió sin titubear. Al mismo tiempo, comenzó a jugar con sus dedos.  

El Labmatian notó esto último. Y tras verle directamente a los ojos, le arqueó una ceja. Su sonrisa se mantenía intacta.

—Por favor, Avery. No me mientas. Sabes muy bien que no puedes hacerlo. Dime la verdad, ¿cómo se llama?

En ese momento, la pastor alemán guardó silencio y, mentalmente, maldijo su acto inconsciente, aquel que le había delatado. Poco después, siendo guiada por su código moral, se retractó de su mentira, pero antes de que pudiera decir algo más, al lugar llegó el líder de la decimocuarta estación.  

—Buenos días......—dijo Chase mientras alargaba la pata al Labmatian—. Soy Chase Schülze. Capitán de la decimocuarta estación de policía. Y estoy a cargo de esta búsqueda y captura.

—Mi nombre es Unai Abad Tercero, pero sólo llámame Unai. Y descuida, ya sé quien eres —dijo el Labmatian con profesionalismo, mientras estrechaba la pata del can—. Tu hermana me habló mucho de ti. 

Chase se volvió hacia su hermana. Luego, el apretón de patas cesó. 

—Entiendo que puedes ayudarnos a capturar a July Harris y a controlar la situación—agregó Chase. El Labmatian asintió. 

—Mi gente los está esperando en el estacionamiento —añadió Unai—. Son los soldados más capaces y entrenados de todo Maryland. Sólo esperan sus órdenes. 

—Perfecto, entonces vamos para explicarles lo que haremos. 

Mientras el trío de canes se apresuraba en salir del lugar, Unai, por su parte, se acercó hacia Avery, y en un tono casi bajo, le dijo:

—Esta conversación no ha terminado. 

La pastor alemán sonrió. 

—Yo creo que sí —contestó en el mismo tono. 

—Al menos, ¿podrías decirme como le conociste? —inquirió él con curiosidad. 

En ese momento, la pastor alemán se puso a recordar los recientes sucesos que le habían traído al Hospital General Marshall Memoriam, donde, curiosamente, había conocido a cierto Corgie. 

—¿Qué te digo? Sólo pasó y ya. 

.............

En cuanto ocultaron la furgoneta en un callejón, los centinelas, con Sarah Lewis al mando, se dirigieron hacia el estacionamiento de "Adventure Beach". Tras llegar, se situaron en medio de dos vehículos.

—Sepárense —ordenó Sarah Lewis a sus compañeros—. En cuanto July actúe, será nuestra señal para atacar. 

Los muchachos asintieron. Y con bastante disimulo, procedieron a alejarse, situándose en sus respectivas ubicaciones elegidas: La entrada principal de la Playa, y la entrada este y oeste. 

Al mismo tiempo, dentro de la playa, casi cercano a la torre salvavidas, cierto Border Collie estaba situado delante de la video-cámara que manejaba su camarógrafa, y con ayuda de su propia mochila (de la que salía una garra metálica), sujetaba un pequeño micrófono. 

Él y su camarógrafa (la gatita Yaneth Low) estaban listos para lo que se venía. Pero minutos antes, el primero tomó la decisión consciente de llamar a las autoridades y de dejar un mensaje sobre el próximo ataque. 

<<Al menos así —había pensado Grenger—, no podrán acusarme de complicidad por guardar información>>  

Poco después, un enorme objeto, negro en su totalidad, comenzó a sobrevolar por encima de "Adventure Beach". Y dada a su prominente sombra, y al intenso ruido que producían sus cuatro ventiladores, no fue pasado desapercibido por los allí presentes. 

Los espectadores se levantaron y, lentamente, siguieron al extraño objeto. Este último, tras captar la atención de todos, comenzó a atraerlos hacia la torre del salvavidas. Simultáneamente, Michael Grenger comenzó a transmitir el hecho en vivo.  

<<Menudo dron>> —pensó Yaneth Low mientras grababa al Border Collie y veía de reojo al objeto que yacía a unos cuantos metros sobre él. 

La maquina en sí era manejada por July Harris desde su ordenador portátil. Y con ayuda de una cámara (que yacía situada delante del dron) podía ver todo con facilidad. Al ver que había reunido (y atraído) a una gran muchedumbre, sonrió y apretó un botón. 

Por consiguiente, el dron comenzó a emitir un ruido ensordecedor. Los allí presentes se taparon las orejas con las manos y exclamaron de dolor. Segundos después, de debajo del dron se abrieron unos dos compartimentos, de los que salieron dos armas automáticas. 

Antes de que alguien pudiera reaccionar, el dron comenzó a disparar. Entonces, estalló el caos.

Desde sus respectivas ubicaciones, los centinelas escucharon los gritos de pánico y miedo. Era hora de atacar. Tras sacar sus propias armas (que mantenían ocultas debajo de sus chaquetas), se adentraron a la playa. Y, sin dudarlo, comenzaron a disparar contra cualquier persona que tratase de huir. 

Michael Grenger transmitía todos los hechos. Yaneth Low, por su parte, trataba de mantener la calma. Pero se le dificultaba hacerlo. Aquello parecía ser un campo de guerra. Y estaba justo en el medio. 

Pasado un par de minutos, el grupo de centinelas (al igual que el dron) procedió a abandonar el lugar. Todos excepto Adam Lee. El centinela de rasgos asiáticos sacó un pequeño aparato y una carta del interior de su chaqueta. Dejó ambos objetos sobre uno de los cientos de cuerpos sin vida. 

Luego, y antes de volver con sus amigos, se dispuso a mirar (y contemplar) la terrible escena por una última vez.

<<Perfecto —pensó—. Y eso que esto es solo el inicio>>.


[7274 PALABRAS]

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