End
𖣔 And here it is, our final night alive
As the Earth burns to the ground
Oh, boy, it's you that I lie with
As the atom bomb locks in
Oh, boy, it's you I watch TV with
As the world, as the world caves in. 𖣔
Las huellas de cada paso dado se marcan en la mullida alfombra. Con una lentitud, que en algún momento en el pasado le habría parecido torturadora, el menor se acerca al inicio de aquella cama que pronto sería testigo del más profundo acto de amor entre aquellos cuerpos ardientes de pasión. Almas destinadas a estar juntas, hombres valientes llenos de sentimientos.
La tenue iluminación reinaba en ese espacio donde el ambiente se sentía colmado de amor.
YoonGi ve, ante la luz de las velas, la silueta de quien ama con cada pedacito de su existencia y se permite adorar cada trozo de aquel brillante ser frente a él.
El hueco de la cadera, las fuertes piernas, la curva de la nariz y el arco de cupido, todas locaciones que exploró tantas veces en su vida y que en ese momento quiere volver a hacerlo. Disfrutar de la belleza de aquel cuerpo, llenarse de lo que le hace sentir y otorgarle el placer que se merece.
Se encuentra de pie en esa habitación anaranjada, náufrago, solitario a la orilla de la cama, esperando a que ese ente de ternura, belleza y pasión que se asemeja a un ser celestial en este espacio terrenal se acerque a él como tantas veces lo hizo.
Al estar cara a cara deja una caricia en la regordeta mejilla y de repente el recuerdo de la primera vez en que lo vio aparece en su mente: El negro cabello sobre la frente, los labios fruncidos y aquellas manos que adora, sosteniendo un lápiz. Agradece al destino el haber decidido pasar por aquella biblioteca y, aún más, agradece el haber topado su mirada con aquellos oscuros ojos tan llenos de vida. La sonrisa que le fue dedicada al percatarse de ser observado fue lo que terminó por hacerlo caer y lo supo, supo que aquel muchacho sentado en aquel escritorio sería el amor de su vida. JiMin es para él lo que el agua para los peces. Necesario para vivir, para desplazarse, para existir.
El bullicio de la televisión se escucha en el fondo de la habitación, insonoro para los oídos de ambos, pues los latidos acompasados retumban en sus pechos, tan fuertes y conmocionantes como la noticia de que el fin está cerca.
Las prendas de ropa olvidadas a un costado y la danza discreta de caricias colmadas de la paciencia que describe el profundo sentimiento que comparten, trazan figuras sin forma en sus pieles. Como artistas se dejan llevar por la inspiración del momento creando así aquella obra llamada Amor. Uno arriba del otro enfrentan sus miradas, contacto que se corta cada que JiMin deja delicados besos de mariposa en el blanco cuello de su amado que suspira ante el simple acto.
Conoce de memoria cada rincón de ese esbelto cuerpo que se encuentra bajo él y se dedica a repasar con sus labios cada espacio con el fin de adorar todo lo que considera precioso.
Besar cada lunar, lamer y morder en los lugares correctos otorgándole placer al tiempo que trata de saciar su interminable sed de pasión a eso se dedica. Lo que desea es que su amor sea grabado en la piel de YoonGi de manera delicada e íntima. Inolvidable.
Al llegar al hueso que sobresale en forma de V inhala profundo llenándose del aroma que despide naturalmente la piel del pálido. Le excita y le incita a dejar una mordida que provoca una queja que pronto es reemplazada por un gemido ahogado, pues ahora la boca de JiMin succiona con suavidad el rosado glande que anteriormente brillaba gracias al presemen producto de las caricias y besos que recibió.
El corazón le late fuerte y la respiración es agitada, empuña en sus manos los pliegues de la sabana que rodea al colchón, no puede pensar en otra cosa pues la lengua de su menor acaba de presionar aquella vena que se marca en su extensión; Lucha contra el impulso de tomar los negros cabellos y embestir aquella caliente boca que tanto le atrae.
Cerrar los ojos hace que su cuerpo perciba más, pero le es inevitable cuando su punta choca contra el paladar de JiMin.
Sabe que si esa felación sigue, explotará en la boca de su amado y no es lo que desea.
Pronuncia su nombre, claro que lo hace, y en su ronca voz se puede percibir la súplica colmada de excitación.
—JiMin...
El susodicho saca con suavidad aquel delicioso trozo de carne de su boca, le mira con aquella expresión de total inocencia que le enloquece y YoonGi no hace más que echar su cabeza hacia atrás y soltar una maldición. Aquel ángel lo estaba llevando al infierno y él, como todo pecador, se entrega a este sin rechistar.
La TV anuncia que sólo quedan dos horas.
El menor retoma su posición principal, colocando sus rostros frente a frente, dejando sus codos apoyados en el colchón justo a los lados de la cabeza del otro e inicia un lento beso dejando que YoonGi probase de su propia esencia.
El pálido intercambia las posiciones y ahora aquellos angelicales ojos lo miran desde abajo llevándole nuevamente a recordar el pasado. La primera cita, su confesión, el primer beso, la primera vez que se amaron con el cuerpo...
Y lo besa, lo besa con toda esa emoción retenida. No se arrepiente de su decisión, amar es lo que le hace humano, JiMin es quien lo define, quien lo complementa y sentirse completo es lo que importa en ese justo momento.
Era su turno de amar. Desliza con suavidad sus manos por el acaramelado torso y se detiene en sus caderas, allí en donde le gusta perderse y encontrarse. Se inclina para probar de aquella suave piel, el tatuaje en las costillas le remueve viejos recuerdos y lo puede visualizar... Ahí estaba, bailando con tanta pasión y entrega, las lágrimas cayendo por sus mejillas expresaban el dolor y la impotencia que sentía al saberse rechazado por su propia familia justo el día en el que su gran presentación sería exhibida ante un público importante.
Se puede ver también a sí mismo, emocionado, deslumbrado por el talentoso chico que en ese momento dejaba todo de sí en aquel escenario, las lágrimas le nublaban la vista pero rápidamente se las quitaba pues frente a él estaba la pieza de arte más bella jamás vista. Poco le importó saber que sus suegros le odiaban y mucho menos le importaba aquel moretón en su ojo derecho resultado del puñetazo que el padre de JiMin le había propinado en aquel desastroso almuerzo horas antes. No, lo único que pasaba por su mente era el sentimiento de incredulidad ante la suerte que poseía al tener de novio a JiMin y la incógnita de cómo es que le había hecho caso, si solo era un flacucho ingeniero musical.
Recuerda que a la salida de aquel teatro, luego de que a JiMin le hubieran llamado para consolidar una entrevista con una de las mejores academias del país, se dirigieron a un estudio de tatoos donde el menor había decidido escribir en su piel lo que sería su lema de vida ante lo que para él serían sólo nimiedades, personas, momentos y objetos prescindibles. NEVERMIND.
Muerde con suavidad el pezón izquierdo y la espalda de JiMin se encorva con gracia, como todo lo que hace. Su mano se desliza y aprieta con fuerza una de las voluminosas nalgas logrando que su menor libere un gemido ahogado.
Su pene, erguido, se roza con el de JiMin enviando espasmos a todo su cuerpo. La humedad de su lengua y el calor de su aliento recorren el estilizado cuello hasta llegar al lóbulo de la oreja, donde deja una lenta y tortuosa mordida que impulsa al otro a embestir como reflejo de su placer, logrando que ambos miembros se amasen en un delicioso movimiento. Ambos gimen.
Decide llevar sus besos hacia los hombros y dejar una que otra mordida, sabe que sus zonas erógenas se centran en esos lugares y pretende explotar cada sensación porque siente que su amado se lo merece. Y, mientras su boca provocaba estragos en su cuello, clavículas y hombros, una de sus manos se encamina al sur de su cuerpo encontrando ambas erecciones; las toma con delicadeza y comienza el vaivén. Arriba, abajo, arriba, abajo.
El exterior se sume en caos, mientras la habitación lo hace de calor. Ambos aumentaban en grandes cantidades, pero los amantes estaban muy ocupados para notarlo.
El lubricante se derrama en los largos dedos de la mano izquierda del pálido y son llevados al palpitante músculo que se contrae deseoso de ser llenado.
Un dedo.
JiMin gime y sonríe al ver que su amado lo mira para comprobar su estado.
Ama eso. La paciencia, la delicadeza, la dedicación y la suavidad con la que es tratado, le dice que lo que siente es correspondido, que YoonGi le ama tal y como él lo hace. Aunque admite que cree que su amor es más grande. Pues todavía no asimila lo inmenso de su sentir. ¿Cómo se mide el amor? ¿El sentimiento es el mismo para todos? Él sabe que siente mucho, es como una bola gigante que arrasa con todo. Pues le ama con todo lo que significa amarlo, a pesar del odio por parte de su propia familia, a pesar de perder su empleo por descubrir su orientación sexual, a pesar de no soportar el maldito aroma del café por las mañanas aunque a YoonGi le fascine esto; le ama con todos sus defectos y hasta con la estúpida manía de levantarse a las 6 a.m. todos los domingos.
Ama cada parte de él y ama aún más el poder compartir su espacio, su vida y su muerte con él. Un recuerdo feliz es el de cuando compraron la casa donde viven, recuerda haber hecho el amor la primera noche y utilizar cada espacio de ella.
Un gemido retumba en la habitación y ya se siente listo para recibir todo lo que su amado quiera ofrecer.
El miembro de YoonGi se desliza dentro y ambos retienen la respiración en un intento de alargar aquel sentimiento de unión que los conecta más allá de lo físico, más allá de lo espiritual, más allá de todo. Ahí, en ese lugar donde las almas se disponen a ser lo que quieren ser, con la libertad de no verse rodeados de los prejuicios de la sociedad, allí donde su amor es lo único que importa.
Al sentirse listos, por inercia, por placer, por necesidad, inician aquella danza de amor acompañada de un coro de gemidos de satisfacción y placer.
Afuera, el caos comenzó.
Las piernas de uno rodean las caderas del otro y sus manos se entrelazan con fuerza para sostenerse en un intento de no perder la cordura pues con cada segundo el cuerpo pedía más, más de todo, más de esa deliciosa fruta prohibida que con cada embestida se derretía aún más, amenazando con desbordar.
El pene de JiMin roza el estómago de su novio y su estímulo es mayor cuando este muerde su cuello.
Los jadeos en su oído le incitan a seguir el despiadado ritmo que profana el ano de su amor y las uñas que se clavan en el dorso de su mano son la firma de quien disfruta lo que recibe.
—Más... Más...
La súplica fue hecha.
Las manos se soltaron para que el mayor pudiera enderezar su cuerpo y, tomando las piernas de quien ama, las eleva y retoma las embestidas que se habían detenido segundos antes.
Llegando cada vez más profundo, siendo intérpretes de una melodía de gemidos descontrolados, acercándose cada vez más al cielo, rozando con los dedos la cúspide del placer y cayendo de ella para volver intentarlo una vez más, hacen el amor con vehemencia.
El deseo los lleva a convertirse en animales que se desenvuelven sin control en busca de la propia satisfacción. Cada empuje, cada beso dejado en las pantorrillas del menor, cada caricia y apretón eran pequeñas gotas de miel que prometían llenar de a poco aquel cuenco de placer hasta lograr rebasar en un exquisito orgasmo.
Envueltos en su nube de pasión, ignorantes de los gritos de terror, los sollozos de desesperación y la alarma que retumbaba en el exterior; besaban sus pieles con devoción y entrega.
Y mientras pronunciaban en son el último te amo de su existencia, el estruendo se oyó, los gritos cesaron y la luz, el calor y la avasallante onda expansiva se llevó consigo todo rastro de vida.
La bomba cayó, y con ella, el mundo calló.
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Y este es mi especial por el cumple de Mimi✨
×.𝓑𝓵𝓾𝓮.×
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