
𝓘𝓘
Tzuyu preparaba el desayuno escuchando a su novia tararear una canción mientras se bañaba, ella apenas y se levantaba, pero Sana trabajaba estos días, después de las sesiones pasadas, consiguió unas nuevas con un estilo diferente para promocionar el verano.
Sí sabía que era la época favorita de la castaña así que posar para cámaras en este tiempo era tener a Sana en su momento de gloria. Además de promocionar marcas importantes con mensajes importantes como lo era la belleza en las Omegas Mujeres.
Dejó la manzana y las fresas de la menor en la mesa, bebiendo su café camino.
Le vio salir secando su cuerpo frente al espejo, muy concentrada en su imagen que lo se dio cuenta de la mirada llena de lujuria que Tzuyu le dedicaba desde un lado de la habitación.
Y pensar que esa escultura de chica era solo para ella.
Su historia de amor fue algo extraña, llevaban dos años viviendo juntas, justo después de terminar la universidad, Sana se mudó con ella. Pero antes de eso, eran conocidas, teniendo de amiga en común a Momo.
Apenas cruzaban palabras y no parecían interesarse por la contraria. Fue un día en el gimnasio, cuando Sana estaba entrando a las duchas para retirar los restos de sudor en su cuerpo. Tzuyu no tenía intenciones de verle desnuda pero las duchas eran abiertas y digamos que ella se metió justo en la de enfrente, al cabo de dos minutos se giró por curiosidad y Sana le veía sonrojada y con cierto problema en su entrepierna.
Sí, tuvieron sexo en las duchas de un gimnasio.
Se puede decir que fue la única vez que no utilizaron ningún tipo de protección.
—Te he dejado tus cosas en la mesa de la cocina —Habló dejando la taza en la mesita de noche y caminando hasta el menor— Uh... te ves muy bonita así...
—No llevo nada —Dijo observándose en el reflejo.
—Exacto —Rodeó la cintura de su novia, pasando sus manos por su plano abdomen— ¿Serán muchas horas? —Su nariz se adentró en sus castaños cabellos, disfrutando de la cercanía con su novia.
—Creo que sí...
Se despidieron con un largo beso, donde no había dobles intenciones, solo era la necesidad que tenían una por la otra que era difícil pasar tiempo separados.
Sana salió primero, unos minutos después Tzuyu y el departamento se quedó totalmente vacío.
Unas horas más tarde, Tzuyu fue la primera en regresar, buscando rápidamente algo para cocinar y que su Omega no tuviera que ponerse a ello, sabía que algunas marcas eran jodidamente exigentes y no era de extrañar que le hicieran repetir una foto cuarenta veces hasta que quedara de su gusto.
Algunas veces veía llegar a su Omega con los ojos rojos, algunos moretones en su cuerpo o marcas de ropa remarcadas en su piel morena. Y eran cosas del trabajo, Sana entendía así que casi nunca se quejaba de ello. Pero sí con Tzuyu, quien sin pararse a pensar hacía en su cuerpo el mapa entero de Rusia.
Después de cocinar y tener todo listo para comer con su pareja, se dio un merecido baño, destensando sus músculos y relajándose. Vaya día de mierda había tenido, pero sabía que, con la llegada de su Omega, todos esos nudos en la cabeza se disolverían y dormirían acurrucadas en la cama recordándose lo mucho que se aman.
Salió de la ducha con una camiseta ancha y unos pantalones holgados, sin calcetines y con el pelo algo húmedo. Podían ser las diez de la noche, pero el calor comenzaba a apretar.
Si Sana le veía así, probablemente le obligaría a calzarse y le secaría ella misma el cabello, luego una larga sesión de besos contra la pared.
Llegó a la cocina sin rastros de su novia, volviendo a la habitación con el ceño fruncido y algo preocupada. La hora límite para su llegada eran las diez y media, y estaban a dos minutos de esa hora. Una pequeña vena se marcó en su frente, llamando a la Omega.
Al estar enlazadas podía sentir algo de angustia, tal vez molestia y... ¿miedo? O eso si que no, por encima de su cadaver alguien toca a Sana.
Le importó poco ponerse unas zapatillas algo viejas, cogiendo sus llaves salió del departamento. Mataría a quien fuera, podía ser el presidente, pagaría por tocar a su más preciada ser querida.
Pero su sorpresa fue enorme cuando vio a la castañita sentada en las escaleras frente al portal, con la mirada perdida y restos de lágrimas en sus mejillas. Gracias a los supresores no podía acertar con su aroma, pero estaba seguro de que era uno tristón.
Tal vez le volvieron a regañar o le obligaron a usar algo.
—Sana —Llamó en un suspiro de alivio por saber que su menor estaba a salvo, la castaña giró su rostro, viéndole con sus ojos vacíos, tan diferente a lo que ve día a día al despertar, bajó la cabeza jugando con sus dedos unos segundos antes de ponerse de pie.
—Tenemos que hablar... —Fue lo único que dijo, no le dirigió la mirada, caminó firme hasta el ascensor, sus manos temblaban levemente y su cabeza asimilaba poco a poco la situación que le estaba comiendo el alma.
Tzuyu entendió el mensaje, sin decir nada entró al ascensor junto a la menor, pero ella misma se quedó en una esquina, con los brazos cruzados y la mirada fija en el suelo.
Al entrar en el departamento Sana se apoyó en la puerta, quitando sus zapatos con sus pies y retirando la chaqueta fina que le cubría del viento en la noche. Lo dejó en el perchero, caminando con pasos lentos hacia el comedor.
Con tristeza, observó lo que había preparado su Alfa, no tenía hambre, no después de vomitar en horas del trabajo, donde le descontaron gran parte de su sueldo por los daños que causó a las prendas que llevaba en ese momento.
La mayor algo nerviosa se sentó frente a ella, esperando alguna queja de su trabajo, tal vez una nueva mala experiencia.
—¿Ocurre algo? Te noto rara... —La castaña le vio por cortos segundos, asintiendo con la cabeza suspiró dándose fuerzas a sí misma para decir aquello que nunca se planteó decir a tan temprana edad. A los veinticuatro años no te planteas eso si tienes un futuro por delante.
—Es algo muy serio y... la culpa es de las dos... —Tzuyu frunció el ceño, endureciendo la mirada, Sana se preparó por una hora esa misma mueca, luego vendrían algunos gritos...
—¿Culpa? ¿A qué te refieres con eso? —Su tono de voz era más duro de lo que quería aparentar, asustando a la Omega que se abrazó a sí misma para protegerse por instinto.
—Hoy en el trabajo, dos o tres horas después de planificar la ropa, sesiones, contratos, firmas y permisos, procedimos a hacer algunas tomas antes de sellar con las más preparadas...
—Te estás yendo por las nubes, ve al grano.
—Empecé a sentirme mal, me mareé y unos minutos después vomité —Relamió sus labios aún sin ver a Sana— Me dieron algunos minutos libres para que me recuperara...
—¿Quieres que vayamos al médico? —La Tzuyu modo preocupada y protectora salió a la luz, pero en este momento Sana no podía reír enternecida.
—Llamé a Momo... —Mordió su labio y subió por primera vez su cabeza, conectando sus ojos— Me dijo que era síntomas comunes cuando mi celo se atrasa, el problema es que mi celo acaba de ser hace unos días... Y me dijo que, si quería algo más acertado, comprara una prueba de embarazo.
El rostro de Tzuyu se volvió pálido, sudando ahora en frío. No podía ser cierto. Ellas se cuidaban de todas las formas posibles.
—No sé qué tan cierto sean esos pedazos de plástico —Continuó ahora sacando una cajita rosita, sacando la prueba la dejó sobre la mesa y la acercó a Tzuyu despacio— Pero Momo dijo que a ella le funcionaron perfectamente y que fueron muy precisos...
—¿D-Dos semanas y media? —La Omega asintió entrelazando sus dedos para empezar a jugar con ellos sobre su regazo.
—Entiendo que estés molesta conmigo, que quieras terminar nuestra relación, que tires todo lo que está en esta mesa, incluso que me grites que me odias... —Murmuró con sus ojos inundados de gruesas lágrimas— Pero no voy a abortar...
Tzuyu no supo qué decir, le vio por largos minutos, un nuevo y enorme sentimiento se instaló en su pecho, su lobo revoloteaba de un lado a otro feliz, pero a la vez más estricto.
—Hay tiempo ahora para hacerlo —Dijo Tzuyu dejando la prueba en la mesa otra vez— Es un procedimiento rápido y barato, no tienes que preocuparte por ello...
—Creo que escuchaste o entendiste mal —Habló retirando sus lágrimas— No voy a abortar... Tal vez tú al ser una Alfa no puedas sentir claramente lo que está pasando en mi cabeza. No es bonito. Yo también pienso en el aborto, pero no puedo hacerlo... Estoy... ¿feliz? ¿Entusiasmada? No sé... es algo raro que me impide pensar en sacarlo, me impide pensar como tú... T-tengo la necesidad y obligación de cuidarlo y protegerlo...
Tapó sus labios para no sollozar en alto, sus ojos dejaron libres muchas lágrimas, sin ser capaz de ver a su Alfa.
—Vamos a pensar con calma, ¿si? Tal vez sea porque es tu primer día con esa idea, puede que mañana estés decidida a borrarlo de tu interior-
—Te vez muy estúpida —Dijo divertida, veía por donde iban las cosas— Cuando entras en celo, tus pensamientos son claros, el apareamiento es necesario, no esperas hasta el siguiente día para pensar mejor, ¿cierto?
—Sana, no está entre nuestros planes tener un niño, no ahora. —Declaró fuerte y claro.
—Lo tendré yo, no tú —Musitó inhalando— Puedo entenderte, sé que yo diría eso sí fuera una Alfa, pero mírame, soy una Omega y estoy experimentando algo nuevo, algo que no planeé pero que ahora me toca asumir. Solo quería saber si... nuestra relación seguiría adelante con un bebé, si lo criaríamos juntas y si...
—Sabes mi respuesta —Cortó a la menor. La castaña tragó duro, viéndole directo a los ojos, un dolor en su pecho le obligó a retorcerse en la silla, pero Tzuyu no hizo nada.
Esperó a que se le pasara, ella también sentía un fuerte tirón en su abdomen, su pecho dolía también pero lo podía soportar, claro que sí.
Pasaron unos cinco minutos hasta que Sana dejó salir el primer sollozo, destrozando el corazón de Tzuyu.
—M-me iré mañana... —Dijo poniéndose de pie, dejando en la mesa a Sana, quien muy adolorida cayó al suelo de rodillas, deshaciéndose en un fuerte llanto.
Sí, pensar durante horas en las escaleras del edificio le hizo dar en el clavo con la reacción, las palabras y todo, acertó en todo, Tzuyu daba por terminada la relación, dejándola sola con un cachorro en camino.
No quería rendirse tan rápido.
Fue a su habitación dando cortos pasos, abrió la puerta y se sentó en la cama, Tzuyu estaba del otro lado.
—¿Te das cuenta de lo que haces? —Cuestionó con miedo, Tzuyu meditó la respuesta, tomándose algunos segundos para comprobar que no haría mucho daño.
—Pensé que fuimos claras cuando tocamos ese tema hace años, Sana.
—Y mírate, me vas a dejar después de casi tres años viviendo juntas, con un cachorro en camino y con un departamento para pagarlo yo sola... Pensé en la pequeña probabilidad de que aceptaras esto... No sé, tal vez hacerte la idea y pensar en lo que me estás haciendo...
—Tú me haces daño también...
—¿Qué pasó con el preservativo la última vez que lo hicimos?
—¿Me vas a echar la culpa? —Preguntó indignada.
—Tiene más sentido porque no bebí la pastilla, tengo una Omega que mantener saludable y me han dicho muchas veces sobre los efectos secundarios que tiene beber muchas de esas pastillas...
—No lo recuerdo, Sana. No es como si me parara a revisar un condón lleno de semen después de follar...
—Pues mira la sorpresa que tenemos ahora...
Un tenso ambiente había entre ambas, ninguna se dignaba a verse directamente, Sana sabía que sí le veía le iba a suplicar que no le hiciera esto.
—¿Qué quieres que haga? ¿Se suponía que debía estar súper feliz por la noticia?
—Se suponía que me ibas a abrazar, me ibas a decir que todo iba a estar bien, que saldríamos adelante con él, que estaríamos juntas en esto. Pero pasó justo lo contrario. Joder, pensé que me amabas por lo menos un poquito...
—Sana...
—¿Acaso no recuerdas a Dahyun cuando Momo le dijo que esperaban su primer hijo? Le tengo una envidia ahora mismo... —Mordisqueó su labio con fuerza— Yo solo quería un poquito de comprensión...
Tzuyu pensó en ese entonces, Dahyun no paraba de sonreír, casi gritando que sería Madre con la persona que más ama. Incluso soltó lágrimas de alegría mientras se abrazaba a su Omega. Y eso que Momo se embarazó a muy temprana edad, dejó sus estudios algunos meses y perdió su trabajo de medio tiempo, pero eso no le hizo querer sacar a su primer cachorro.
—¿Quieres que te diga que todo irá bien cuando sólo tendremos problemas encima?
—D-deja de tirarme mierda encima... —Un aullido suave salió de la loba de la menor, Tzuyu bufó incapaz de ir hasta ella y hacer lo que le pedía— Dime, ¿por qué fuiste tan linda todos estos años? ¿Dónde está la Tzuyu dulce y amable que me seguía para enamorarme? explícame dónde está la persona a la cual le entregué todo de mi para que aparecieras tú...
—¡Se fue con la Omega que decía querer un futuro libre de hijos hasta los treinta y cinco!
—¡Sorpresa! Llegó diez años antes... Tzuyu... si no vas a ayudar en esto, si estás decidida y no hay ninguna manera de arreglarlo que no sea el aborto, te invito a que sí, me dejes sola. Pero quiero jurarte que nunca serás llamada Madre de verdad. Cuidaré a mi cachorro, lo alimentaré, le daré amor, una educación, saldremos adelante juntos. Y si me pregunta, el solo tiene una Mamá y fue la única que se hizo responsable. Porque lamentablemente la gran alfa que tenía como pareja resultó ser una cobarde... Que gran historia...
—Deja por favor de soltar tantas estupideces... —Suspiró fuertemente, tenso caminó hasta quedar frente a la castaña, quien con el rostro rojo y húmedo por las lágrimas mantenía su mirada en el suelo, se veía tan nerviosa e indefensa cuidando a su bebé con sus manos.
—Haremos lo siguiente... —Dijo arrodillándose frente a ella, cogiendo sus manos temblorosas— Estaré contigo, me quedaré aquí contigo... —Un brillo se apoderó de los luceros contrarios, retiró con delicadeza sus lágrimas— ¿Te haría feliz eso? —La Omega asintió entrecerrando sus ojos, con su vista nublada por las lágrimas— Entonces probaremos esto, me informaré más sobre embarazos, intentaré hablar con algunos Alfas que sean ya padres para consejos... No sé, me sentaré con Dahyun a hablar... Intentaré que esto me agrade, lo hago por ti... tengo unas inmensas ganas de abrazarte, pero... ese sentimiento de que estés embarazada ahora me hace sentir mal. Todo lo que habíamos planeado ahora se desmorona y... no sé me siento perdida...
La Omega bajó la mirada, sus manos tenían un temblor que no podía controlar, ya no tenía ganas de seguir discutiendo esto. Quería dormir con el aroma de su Alfa, acurrucadas y calentitas sin pensar en nada.
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