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Jimin abrió los ojos al sonido tenue de su celular vibrando en la oscuridad de la habitación. El parpadeo rojizo de los dígitos digitales del reloj mostraba las primeras horas de la mañana; apenas había logrado dormir unas pocas horas y se sentía abrumado por la fatiga. La noche había transcurrido en un limbo incómodo, como si estuviera en un estado de alerta constante incluso con los ojos cerrados, y el sueño se había convertido en un lujo esquivo. Las manecillas del reloj en la mesita de noche avanzaban incesantemente, marcando el implacable paso del tiempo, y cada tic-tac resonaba como un recordatorio constante de la situación.

La preocupación por Somi seguía latente en su mente, y al cerrar los ojos podía visualizarla, atrapada en un lugar desconocido y sombrío. Un peso angustiante se posaba en su pecho al imaginar el dolor que podría estar soportando o lo que podrían estar haciéndole. La impotencia se aferraba a él, como un nudo apretado en su garganta.

Sin perder un segundo más, se levantó de la cama con un suspiro cansado y se arrastró hacia el baño. El agua caliente de la ducha parecía atravesar su piel, devolviéndole un poco de claridad a su mente embotada por la falta de sueño. Miró su reflejo en el espejo empañado; las ojeras profundas contrastaban fuertemente con la palidez de su tez. Era evidente que no estaba bien, y no tenía intención de fingir lo contrario.

Mientras se secaba el rostro con una toalla, se detuvo un momento para contemplar sus propios ojos en el espejo. Parecían opacos, sin el brillo y la vitalidad que solían tener. Había estado perdiendo peso en los ultimos días, y su aspecto físico reflejaba la tensión constante que lo mantenía en vilo.

Al salir del baño, se encontró con su madre, Park Doyeon, en la cocina. La luz tenue iluminaba su rostro, destacando las arrugas que marcaban los años que habían pasado. Las bolsas debajo de sus ojos eran como sombras que revelaban sus noches sin dormir. A pesar de su propia angustia, Jimin no podía evitar sentir admiración por la fortaleza de su madre, quien había estado soportando la agonía de la desaparición de su hija con una entereza asombrosa.

Las miradas de madre e hijo se encontraron en un instante de silenciosa comprensión, y los brazos de Doyeon se extendieron hacia él como un refugio. Jimin aceptó el abrazo con gratitud, sintiendo la calidez de su madre envolviéndolo como un manto protector. En ese momento, las palabras parecían superfluas, y el abrazo se convirtió en un lenguaje más profundo de consuelo y conexión. Las inquietudes y los miedos quedaron suspendidos en el aire, como si el acto de abrazarse pudiera conjurarlos.

—En momentos así, las palabras parecen insuficientes —murmuró Doyeon con una voz suave y melódica, cargada de un amor que trascendía el espacio entre ellos. La confusión y la tristeza resonaban en su tono, reflejando el torbellino de emociones que todos compartían. El abrazo se apretó, como si ese simple gesto pudiera transmitir lo que las palabras no podían.

La cabeza de Jimin encontró un reposo fugaz en el hombro de su madre, y cerró los ojos por un instante, buscando refugio en su presencia. La seguridad que emanaba de ella era como un faro en medio de la tempestad, una guía que lo anclaba al presente y lo alejaba del abismo del dolor.

—C-comprendo, mamá —susurró Jimin con una voz quebrada, como una canción que oscilaba entre la tristeza y la esperanza. El abrazo se convirtió en un lazo que los unía, un abrazo que hablaba más allá de las palabras. Había tantos sentimientos que atormentaban su corazón, tantos secretos que el alma guardaba celosamente.

Con un movimiento suave, Doyeon se separó lentamente del abrazo, sus ojos llenos de amor y comprensión encontrándose con los de su hijo. Con un gesto lleno de ternura, limpió las lágrimas que habían comenzado a trazar surcos en las mejillas de Jimin. Cada caricia era un eco de su amor maternal, un bálsamo que sanaba heridas invisibles.

—No pierdo la fe en que la encontrarán, querido —declaró Doyeon con una convicción inquebrantable en su voz, como un eco de la determinación que ardía en su corazón de madre. Sus palabras eran un voto de esperanza que había resistido las embestidas de la incertidumbre.

—Es solo que... temo dejarme llevar por las ilusiones, mamá. En este asunto delicado, no quiero que las esperanzas se conviertan en espejismos que se desvanecen.

Doyeon posó una mano suave en la mejilla de su hijo, su mirada llena de comprensión y empatía. Su tacto era un recordatorio de que no estaba solo en su lucha, un recordatorio de que siempre tendría su amor y apoyo inquebrantables.

—Somi es una guerrera, igual que nosotros. Una luchadora incansable que no ceja en su empeño. Puedo sentirlo en lo más profundo de mi ser. Donde sea que esté, está librando una batalla para regresar a casa.

Las palabras de Doyeon eran un susurro confiado, como un eco de su fe en la fortaleza de su hija y en el vínculo que compartían.

—Ojalá tengas razón, mamá —suspiró Jimin, sus palabras llevando consigo una mezcla de anhelo y consuelo. Las palabras de su madre eran un faro de luz en la penumbra, una promesa que aferraba con fuerza en medio de la incertidumbre que los envolvía.

Jimin se dirigió hacia la puerta de su casa, sintiendo el suave roce del viento en su piel. Antes de salir, agarró un vaso de agua de la cocina, una manzana reposaba en el mostrador, y decidió llevársela como tentempié. Mordisqueó la fruta con una mezcla de apetito y ansiedad, consciente de que el día sería largo. Mientras saboreaba cada bocado, colocó su mochila al hombro con un gesto de costumbre, como si llevara consigo no solo sus pertenencias, sino también sus responsabilidades.

—Campeón, ¿no vas a comer algo más? —la voz de su padre llevaba una preocupación tácita, lo observó sentado mientras el mencionado desayunaba antes de irse a su trabajo.

—Hmm, no te preocupes, papá. En el edificio del canal tomo más café del que crees. —Sonrió con una mezcla de gratitud y ligereza—. Nos vemos luego.

La puerta se cerró tras él con un suave clic, y Jimin se adentró en la mañana, dejando atrás su hogar y los pensamientos que lo habían acosado durante la noche o al menos, trataba de hacer el intento.

A bordo del autobús, buscó un asiento junto a la ventana. Se ajustó los auriculares con cuidado y apoyó su mentón en su mano izquierda, mientras observaba el paisaje que se desvanecía y cobraba vida con el amanecer. El ronroneo del motor y la música en sus oídos creaban una especie de burbuja, separándolo del mundo exterior mientras se perdía en sus propios pensamientos.

Cada vez más, se daba cuenta de cómo el tiempo avanzaba inexorablemente, como las manecillas del reloj que marcaban el ritmo constante de la vida. Su preocupación por Somi seguía presente, como una sombra en su mente que nunca se disipaba por completo. Cerraba los ojos y podía verla, vulnerable en algún lugar desconocido. Un peso opresivo se apoderaba de su pecho al imaginar su sufrimiento y las posibles adversidades que enfrentaba.

La impotencia, ese sentimiento que parecía arraigarse más profundamente cada día, lo dejaba sin aliento en ocasiones. Quería hacer más, tener respuestas, pero a veces parecía que las respuestas eran aún más esquivas que las preguntas.

El bus se detuvo con un ligero chirrido, y Jimin bajó de él con pasos decididos. La ciudad se extendía ante él, un escenario familiar pero en constante movimiento. A medida que avanzaba por la acera, notó cómo las luces del tráfico parpadeaban y las voces de la gente se mezclaban en un murmullo constante.

Sus padres, que alguna vez habían sido su fortaleza, ahora parecían más frágiles con cada día que pasaba. Las tareas cotidianas se habían convertido en un desafío, y había momentos en que se sentía como si las responsabilidades del mundo recayeran sobre sus hombros. Sin embargo, esta carga, aunque abrumadora, también era una fuente de motivación. Cada paso que daba en su educación y su carrera era un paso hacia un futuro mejor, un futuro en el que podría ser el apoyo que su familia necesitaba.

En su segundo año de carrera, había asumido un compromiso serio con su educación. Las noches sin dormir se habían convertido en su compañera constante, y cada libro que abría parecía llevarlo un poco más cerca de su objetivo. La pasantía en el canal de noticias era un paso importante, y aunque el trabajo era intenso, Jimin lo valoraba como una oportunidad para contribuir y marcar la diferencia.

Con su celular en la mano, capturaba instantes de la vida que se desarrollaba a su alrededor. Fotografiaba el flujo constante de autos y la energía de las calles llenas de personas que tenían sus propias historias por contar. Cada imagen capturaba un momento efímero, un pedazo del tiempo que nunca volvería.

Sin embargo, incluso en medio de su rutina y sus sueños, había momentos en que las sombras del pasado se alzaban ante él. Un vistazo a una camioneta blanca en movimiento lo dejó inquieto. Había sido un destello, una impresión fugaz, pero la visión de una puerta trasera moviéndose había quedado grabada en su mente.

Nunca había sido de los que dejaban algo al azar. Se detuvo a examinar las fotografías que había tomado. En una de ellas, la camioneta estaba presente. Observó la imagen de la patente borrosa, como una pieza de rompecabezas que no encajaba del todo. Decidió guardarla, un pequeño fragmento de evidencia que podría resultar útil en el futuro, si no estaba mal en la imagen la patente figuraba HY-8664 o HY-8659, no distinguía muy bien los últimos números.

Con el edificio del canal frente a él, la mezcla de emociones dentro de Jimin se intensificó. Una especie de torbellino en su estómago que no podía controlar del todo se hacía presente. No sabía si se debía a la falta de un desayuno adecuado o a los nervios que siempre lo acompañaban en la transmisión del día. Cada vez que se enfrentaba a la cámara, se sentía expuesto y vulnerable, como si su voz resonara en los oídos de miles de espectadores, pese a que tenía que estar en las noticias de la tarde, su presencia era necesaria temprano inclusive.

Intentó tomar respiraciones profundas, pero la ansiedad persistente en su pecho no se disipaba fácilmente. Respirar profundo se convirtió en un ritual para calmar sus nervios, pero la agitación en su pecho persistía como un latido impaciente. Una mano en su hombro lo hizo sobresaltarse.

Era Yoongi, su amigo y colega, quien había sido su apoyo desde que había comenzado su pasantía en el canal. Lo miraba con ojos llenos de preocupación, y Jimin se dio cuenta de que su propia mano estaba sobre su pecho, como si tratara de contener la tormenta de emociones que lo asaltaba.

—Jimin, no tenías que venir hoy al canal. El jefe entiende tu situación, y todos aquí comprendemos. No eres una máquina; eres una persona, y todos respetamos tus sentimientos. Nadie te culpará si decides priorizar a tu hermana antes que al trabajo, es más, es lo que cualquiera de nosotros haría.

La voz de Yoongi era suave y llena de comprensión, como versos de consuelo, una canción de comprensión que lo envolvía como un abrazo cálido. Jimin asintió con gratitud, agradecido por tener a alguien en el trabajo en quien podía confiar y que lo entendía.

Antes de que Jimin pudiera responder, un eco distante llenó el aire. Era su teléfono, un recordatorio de que la realidad persistía incluso en los momentos más íntimos. Con una mano temblorosa, respondió a la llamada.

—¿Hola?

—¿Jimin?

—¿Oficial Jeon? —La sorpresa y el alivio se entrelazaron en su voz al escuchar la voz del oficial del otro lado del celular, no tenia ilusiones de recibir noticias tan rapido, penso que llevaria mas tiempo, quizas semanas o meses—. Me alegra escuchar que es usted quien está comunicándose conmigo.

—Me da gusto saberlo, Jimin. Olvidé pedirte tu número de teléfono, pero finalmente lo obtuve, compaños de trabajo del canal donde trabajas nos lo otorgaron. Necesito que vengas a la estación de policía. Creemos que hemos descubierto información relevante relacionada con el caso de tu hermana, y quiero informarte en persona.

—Estaré allí. Muchas gracias por avisarme.

—Te estaré esperando.

La llamada concluyó, y Jimin volvió la mirada hacia Yoongi, quien aguardaba paciente por una respuesta.

—El oficial Jeon me llamó. Tiene información para mí sobre la investigación de Somi. Quiere que vaya a la estación.

—De acuerdo. Te llevaré. Luego me ocuparé de informar al jefe. Vamos, si te llamaron es porque debe ser importante.

Jimin asintió, agradecido por la solidaridad de Yoongi. Juntos, se dirigieron hacia la siguiente etapa del día, sin saber que la información que les aguardaba podría cambiar el curso de los acontecimientos.

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Jungkook esperaba impaciente en el recogimiento de su oficina, la lapicera giraba inquieta entre sus dedos. Si sus sospechas eran ciertas, él y sus compañeros podrían estar al borde de desentrañar no solo el misterio detrás de la desaparición de Somi, sino de otras mujeres también. El aire mismo parecía cargar con la tensión que flotaba a su alrededor.

A través de los años, el trabajo nunca había presentado un desafío inalcanzable para él. Tanto sus padres como él habían sostenido con diligencia la economía familiar. La filosofía de Jungkook era simple pero inquebrantable: enfrentaría las adversidades con decisión, superándolas y dejando una huella más allá de las expectativas.

Dos golpes discretos marcaron el umbral de su concentración. No obstante, la mente de Jungkook estaba a kilómetros de distancia, como un espíritu errante.

—¿Oficial Jeon?

—Sí, Namjoon. ¿Qué sucede?

—Jimin ha llegado, y parece estar acompañado de un amigo cercano. —Un gesto fugaz elevó una de las cejas de Jungkook ante el término "cercano". Su cabeza inclinada dejó escapar un leve crujido de cuello. Aunque su semblante permanecía en una máscara de seriedad, una sonrisa incipiente amenazaba con brotar, pero la disfrazó bajo su expresión seria. Las excéntricas ideas de Taehyung comenzaban a filtrarse en su perspectiva personal y profesional.

—¡Vamos, Jungkook! Nunca das tu número de teléfono personal a nadie, con suerte Hoseok y yo lo tenemos.

—Está bien. Diles que pasen.

Recobrando su seriedad y compostura, Jungkook se preparó para recibir a sus visitantes. La puerta se abrió de par en par, permitiendo la entrada de Jimin y un hombre al que Jungkook no conocía. Observó con atención cómo el amigo rodeaba el hombro de Jimin, llevándolo hacia un asiento. El vaivén de su silla indicaba la inquietud que sentía, mientras analizaba cada movimiento en silencio.

—¿Usted es...

—Min Yoongi. Trabajo con Jimin y somos amigos. Es un placer conocerlo, oficial Jeon.

—¿Conocía a Somi, joven Yoongi?

—Sí, bueno, la vi un par de veces mientras trabajaba con Jimin een su casa, pero no mantuve muchas conversaciones con ella. Es terrible lo que está ocurriendo.

Los ojos de Jungkook buscaban el rostro de Yoongi, anhelando leer más allá de las palabras. Cada matiz de su expresión era un indicio, no era la primera vez que tendría sospechas de un familiar o cercano, pero afortunadamente, no tenía nada de lo que sospechar.

—Entiendo. —La respuesta de Jungkook fue un suspiro contenido. No podía evitar sentir que la desgracia de Somi trascendía a los involucrados, tejiendo una red de tristeza que envolvía a todos—. Bien, con todo el respeto, las preguntas necesarias ya han sido formuladas. Ahora, si me lo permiten, requiero hablar a solas con Jimin. Considerando la confidencialidad de la situación, y por respeto a la familia, es necesario.

—Por supuesto, oficial. Lamento cualquier intrusión. Me retiraré. —Incluso mientras partía, Yoongi rozó los cabellos de Jimin, desatando en Jungkook una exhalación sutil. No había sido su intención reaccionar de tal forma; mantener la compostura era esencial aparte que, sería poco profesional.

La puerta se cerró tras la salida de Yoongi, dejando a Jungkook y Jimin en un silencio cargado. Un ajuste sutil de su postura, una renovada intensidad en su mirada, y la profunda atención de Jungkook se posó exclusivamente en Jimin quien lo miraba ansiosamente, sus ojos reflejando la inquietud que latía en su pecho mientras aguardaba las palabras de Jungkook,

—Comprendo tu impaciencia, Jimin. Ahora puedo compartirte lo que hemos desentrañado. Parece que estamos ante una trama oscura y lúgubre. Contamos con la destreza de Yerim, nuestra experta en tecnología. Por más de un año, hemos tejido hilos en las sombras, siguiendo los pasos de esta red elusiva. Sin embargo, como el agua entre los dedos, escapan de nuestras manos al momento de cerrar el cerco. Es por ello que permanecemos alerta, infiltrados en su red, esperando el momento propicio para atraparlos.

—¿Infiltrados en su red?

—Así es, Jimin. Estos individuos tienen su guarida en las profundidades de la red oscura o mejor conocida como dark web. Allí donde las sombras se congregan y los secretos se urden, publican a las jóvenes que son arrancadas de sus vidas y forzadas a un oscuro destino. Vendidas como mercancía en un mercado de almas sombrías. El mundo guarda rincones sombríos, y tristemente, estos individuos son su expresión más siniestra.

—Es indignante que estas jóvenes sean tratadas como objetos, carentes de voluntad y valor. Pero dime, ¿cómo se cruza mi hermana en este laberinto de atrocidades?

—Hasta ahora, todo parece apuntar a que tu hermana lleva aproximadamente cuatro días desaparecida. La última vez que se la vio, el reloj marcaba las siete de la tarde, mientras ella salía de sus clases de baile. Sus compañeras de clase fueron entrevistadas por mis colegas. Ahora, ¿tenía alguna relación sentimental?

La voz de Jungkook era suave, llevando consigo la comprensión de un confidente dispuesto a escuchar y entender.

—No una relación tradicional. Conversaba con un chico en las redes, ansiando un encuentro en el mundo real, pero eso era todo.

—Comprendo... esta red tiene un modus operandi singular. Tejen un hechizo, seducen a jóvenes y bueno, una vez que se ganan su confianza hacen lo que ya sabes.

—¡No puede ser! Estoy seguro de haber leído sobre esto anoche. En el último año hubieron casos de mujeres que desaparecieron después de terminar relaciones con sus supuestos novios. Hace meses, Somi dejó atrás una relación que se tornó asfixiante. El chico se volvió insistente, ejerciendo presión hasta que decidió dar fin a la historia. Después de eso, no volvimos a saber de él.

La mirada de Jungkook era empática, reflejando su comprensión hacia el dolor de Jimin. Cada palabra era elegida con cuidado, como si quisiera suavizar el impacto de la verdad.

—Exactamente, Jimin. Tu hermana ha caído en las garras de esta red. A primera hora, me comuniqué con Yerim para ver si tenía alguna novedad. Lo tenemos confirmado: lamento informarte que Somi fue publicada en el sitio para ser vendida. Sabemos que estos criminales la tienen en su poder. Pretendieron hacer parecer que eligió el camino del suicidio, pero descubrimos su paradero real, al menos por el momento sabemos que ellos la tienen, pero no su ubicación.

—¿Y dónde estaban la última vez que lograron escapar?

—Fue en los márgenes de Gyeonggi, hace aproximadamente tres meses. Huyeron en una camioneta blanca, con la placa HY-8664, aquí tengo una imagen de esa camioneta. —Jungkook tomó su tablet y se la extendió a Jimin, haciendo que su mente se transportará al momento donde se encontraba en el bus que lo llevaba a su trabajo y había visto a esa sospechosa camioneta.

—¡Un momento!

Jimin extrajo su teléfono y escudriñó la imagen de la camioneta blanca que capturó en el camino. Incansablemente, rastreó hasta dar con la placa HY-8664. Las piezas se alinearon, y el asombro se mezcló con la autocrítica, pues la imagen no se distinguía con claridad en algunos números.

—Oficial Jeon, vi esa camioneta temprano hoy. Creí haber visto movimiento en la puerta trasera, pero antes de que pudiera ver bien, aceleró y perdí el rastro. Mi hermana podría haber estado allí, y yo...

El rostro de Jungkook estaba lleno de seriedad, pero también había un atisbo de gratitud y admiración en sus ojos. Admiración por la valentía de Jimin al enfrentar la oscuridad y la incertidumbre.

—¡Jimin, esta podría ser una clave! Has capturado una instantánea que acerca a tu hermana, quizás a otras almas desdichadas. No puedes lamentar lo que no pudiste hacer. Enfrentamos a un peligroso enigma, un laberinto de hombres armados sin reparos. No podías saberlo entonces, ni podías detenerlo. No debes llevar esa carga. Ahora, enviemos la imagen a Yerim y aguardemos. Estoy aquí a tu lado, como un faro en la tormenta.

—¡Pero... no hice más que tomar esa foto! Siento que no actué como debía en ese momento. Yo podría haber...

—¿Podrías qué, Jimin? —interrumpió Jungkook suavemente, inclinando la cabeza con una expresión reconfortante—. Estas personas son peligrosas, incluso para nosotros. No puedes culparte por no haber hecho más en ese instante. Tu seguridad y la de tu hermana son lo primordial. El coraje no siempre reside en la acción instantánea, sino en el compromiso con la búsqueda de la verdad.

El corazón de Jimin latía en sus oídos, cada latido resonando con las palabras de Jungkook. Sus ojos se encontraron, y en ese instante, Jungkook sintió un vínculo, una conexión que iba más allá de ser un simple oficial. Era un compañero en esta búsqueda, un protector en esta travesía oscura.

—Lo sé...

Jungkook sonrió con suavidad, como si admirara la determinación que brillaba en los ojos de Jimin. Era un gesto cálido, lleno de complicidad.

—Jimin, estamos juntos en esto. Ahora, ¿qué te parece si enviamos esta imagen a Yerim? Su análisis podría revelar más de lo que imaginas. Y mientras esperamos, estaré a tu lado

El alivio llenó los ojos de Jimin, una sensación de gratitud que no necesitaba palabras para expresarse. En ese momento, Jungkook dejó de ser simplemente un oficial y se convirtió en un aliado, un confidente y un amigo.

—Eso significaría mucho para mí, oficial Jeon. Gracias por estar aquí.

Las palabras de Jimin eran sinceras, llevando consigo la gratitud que fluía desde lo más profundo de su ser. En medio de la incertidumbre, había encontrado un punto de apoyo en la presencia del oficial Jeon, y eso hacía toda la diferencia.

Ambos se pusieron de pie, emergiendo de la atmósfera cargada de la oficina. Jimin pasó su celular a Jungkook, quien lo tomó con una sonrisa tranquilizadora, y avanzaron juntos hacia el área donde Yerim trabajaba en su análisis minucioso. A medida que se alejaban de la oficina, Jimin no pudo evitar sentir un nudo de nervios en su estómago.

En ese momento, Yoongi se acercó a Jimin con una expresión de preocupación. La voz suave y cálida de Yoongi sonó como un bálsamo en medio de la tormenta emocional que lo agobiaba.

—¿Hay noticias, Jimin?

—Las hay, tal vez tome un tiempo, pero si los oficiales actúan con prontitud, podría haber avances.

—Eso es una gran noticia, Jimin-ah.

—Ve al canal, Yoongi. Estaré bien aquí. Además, debo esperar un tiempo considerable. Mañana hablaré con el jefe sobre el asunto.

—¿Estás seguro? No me importaría quedarme a tu lado.

—Insisto, ve y dile al jefe que nos veremos mañana.

—De acuerdo, buena suerte en todo esto.

Jimin avanzó hacia donde Jungkook estaba esperando, encontrándose con su mirada y el celular en la mano. Las palabras de Jungkook eran una mezcla de profesionalismo y cercanía, lo que tranquilizaba a Jimin en medio de la incertidumbre.

—Yerim ya tiene la imagen, Jimin. Pronto podremos tener algún análisis, aunque tomará un tiempo.

—¿Cuánto tiempo podría llevar?

—No demasiado, pero no lo suficiente como para que tengas que regresar mañana. A propósito, ¿te gustaría un café?

—No quisiera ser la razón de que se retrase en su trabajo, oficial Jeon. Sé que tiene responsabilidades aquí.

—Oye, ¿me estás llamando una mala compañía sin darme la oportunidad?

—¡Oh, no, por supuesto que no! Es solo que no quisiera ser una distracción para usted mientras tiene tantos deberes importantes.

La mirada de Jungkook se iluminó con una chispa juguetona mientras mantenía un equilibrio delicado entre su papel profesional y la conexión que estaba comenzando a desarrollarse entre ellos o que al menos, él sentía.

—El caso de tu hermana y esta investigación son mis responsabilidades actuales, Jimin. No hay problema en tomarnos un momento. ¿Qué opinas?

—Bien, pero solo si es un capuchino.

—Está decidido entonces. Te llevaré a la cafetería con gusto, Jimin.

El intercambio de miradas entre ambos era un juego sutil de emociones. Un entendimiento mutuo se forjaba en ese momento, una conexión que trascendía los roles y las circunstancias. Jimin comenzó a sentir una confianza creciente en la figura del oficial Jeon, como si estuviera siendo guiado por alguien que estaba dispuesto a ser su apoyo en esta búsqueda desafiante, mientras que Jungkook no comprendía el motivo por el que su corazón seguía aceleradose por un joven el cual —insistía— había conocido la noche anterior y esta investigando a su hermana.

En el encanto silencioso de la cafetería, Jungkook se encaminó hacia la majestuosa máquina de café, su semblante en un estado de concentración casi artístico. Mientras las ruedas de la maquinaria comenzaban su danza laboriosa, Jimin observaba con asombro, encontrando en cada movimiento.

Finalmente, los aromas ricos del capuchino se alzaron en el aire, y Jungkook presentó las tazas con una caballerosa sonrisa, un regalo de la estación y de su propio corazón. Jimin asintió en agradecimiento, contemplando los capuchinos con ojos iluminados por la gratitud.

—Es un gesto muy amable de su parte, oficial. ¿Cuánto tiempo ha estado trabajando aquí? —Preguntó Jimin con intriga evidente.

—He dedicado tantos años a este servicio que parece como si mis propias estaciones hubieran encontrado un refugio aquí, mis veinte se pasaron volando. Mi alma se ha entrelazado con esta noble tarea, forjando una conexión que trasciende el tiempo. Aunque no está exento de peligros, al igual que un caballero que defiende su reino, no puedo sentir más que un deber sagrado hacia la protección de los indefensos —expresó Jungkook, su mirada reflejando la seriedad de un caballero en una cruzada noble.

—No muchos oficiales ven la carrera del mismo modo que usted, es realmente admirable su postura ante el trabajo, oficial —admitió Jimin, con un respeto genuino por el sentido de deber de Jungkook.

Jungkook aceptó las palabras con una modestia gentil, como un noble caballero que acepta un halago con humildad. Sus ojos reflejaron una mezcla de fortaleza y vulnerabilidad, como un guerrero que ha enfrentado adversidades sin perder su esencia benevolente.

—Gracias, Jimin. Pero no te creas que todo es color de rosa. Amaré mi trabajo, pero muchas veces he tenido ganas de rendirme, pese a que no soy la clase de hombre que baja los brazos. Es solo que hay veces que... es difícil ver tanta maldad y sentir que haces poco aunque te desvivas por tu trabajo. Es como si el mal fuera imposible de erradicar por mucho que lo intentes. Pero un día entendí que, por más triste que sea, el mal también forma parte de este mundo y al menos los compañeros que vemos este trabajo como protección a las personas, aportamos seguridad a ellas... ¿Y que puedes decirme de tu trabajo?

—Hmmm, lo admito, bastante cómodo. Pese a que es una pasantía, realmente me gustaría que sea un trabajo fijo. Pero tampoco puedo pedir tanto, estaré conforme con lo que sea, con tal de ayudar económicamente a mi familia —comentó Jimin con un suspiro, revelando su deseo de contribuir al bienestar de sus seres queridos.

Jungkook escuchó atentamente, sus ojos contemplando a Jimin como si fuera una joya preciosa revelada por la luz de la luna. Y cuando las palabras tomaron un giro inesperado, su risa acarició el aire como una suave brisa que susurra secretos antiguos.

—Pero espere ¿Usted está en sus treinta? —Jimin preguntó con sorpresa, evaluando a Jungkook con una mirada curiosa.

—Algo así... los cumpliré dentro de tres meses. —Nuevamente, aquella mirada sarcástica acompañada de drama se hacía presente, Jimin la distinguió nuevamente, tanto que sonrió mientras intentaba tragar su café y oyó:

—¿En verdad creías que tenía menos estaciones de las que mi corazón ha vivido? ¡Cumpliré años en el plenilunio de tres meses! —reveló Jungkook, como si estuviera confesando un misterio de los tiempos pasados, fingiendo algo de drama en sus palabras, sarcasmo que saco una pequeña sonrisa por parte de Jimin, desde que su hermana había desaparecido, no reía con facilidad.

El momento los envolvió en una intimidad rica y profunda, como si fueran dos protagonistas en una historia de tiempos antiguos, tejiendo su destino juntos en las páginas de la eternidad. Las tazas de capuchino reposaban en sus manos, como símbolos de una conexión que iba más allá de las palabras.

—Wow, y yo pensaba que era más joven. Igual es bastante alto en comparación conmigo. ¿Cuánto mide?

—Un metro ochenta y dos, mido, Jimin.

—Oh vaya, con razón. Es cinco centímetros más alto que yo. Pero parece que me lleva más. Debería hacer más actividad física.

—Mi estatura es solo un reflejo exterior, Jimin. Lo que verdaderamente importa es la altura de nuestro espíritu y la profundidad de nuestra compasión —aseguró Jungkook con una sonrisa, sus ojos reluciendo como dos luceros en la noche, Jimin volteo sus ojos junto con una risa ante el sarcasmo dramático del oficial haciéndose presente nuevamente. —Pero hey, no estás mal así —dijo Jungkook con sinceridad, su tono cálido y su contacto casual generando un cosquilleo en su estómago. La mirada tierna de Jimin solo intensificó sus emociones.

La mano de Jungkook se posó en el hombro de Jimin con un gesto que resonó como un toque amistoso y alentador, como si estuviera compartiendo un secreto entre caballeros. Jimin sintió cómo el calor ascendía por sus mejillas, esa chispa única que solo podía inspirar un encuentro.

—¡Jungkook, digo, oficial Jeon! —Jungkook retiró rápidamente su mano del hombro del joven y observó a Yerim frente a él.

El ambiente en la cafetería parecía cobrar una suave luminosidad, como si los destinos de ambos hombres se hubieran entrelazado en ese instante. Jungkook sostenía ahora la taza de capuchino entre sus manos con elegancia, mientras que Jimin se perdía en la intensidad de su mirada profunda.

—Por favor, Yerim, dime que tiene buenas noticias. —suplicó Jimin, sus ojos reflejando una mezcla de esperanza y ansiedad.

Jungkook observaba atentamente a Jimin, su corazón latiendo con una cadencia acelerada. Había algo en la forma en que Jimin sostenía la taza, como si estuviera aferrándose a un atisbo de esperanza en medio de la oscuridad.

—Tengo buenas y malas noticias. —respondió Yerim, manteniendo el suspenso.

Jimin apretó los labios, su expresión fluctuando entre la incertidumbre y la determinación. Jungkook pudo notar cómo Jimin luchaba por mantener la calma mientras esperaba las palabras de Yerim.

—La imagen que proporcionaste coincide con la camioneta que investigamos en relación a la red de trata. —anunció Yerim, capturando la atención de ambos hombres.

Jimin dejó escapar un suspiro de alivio, su pecho sintiendo un poco menos de presión. A su lado, Jungkook sintió un impulso inexplicable de apoyar su mano sobre la de Jimin, pero se contuvo a tiempo, recordando las normas de profesionalismo.

—Sin embargo, la mala noticia es que aún no hemos logrado localizar la ubicación exacta de la camioneta. Estamos trabajando en ello, pero estos criminales son hábiles en el arte de la evasión —continuó Yerim, su voz reflejando frustración.

Jimin asintió lentamente, sus ojos mostrando una mezcla de gratitud y determinación. Jungkook podía sentir el deseo ardiente de Jimin por encontrar a su hermana, y admiraba la fuerza que emanaba de él.

—No te preocupes, Jimin. No descansaremos hasta encontrarla. —aseguró Jungkook, su tono lleno de determinación.

Jimin levantó la vista para encontrarse con los ojos de Jungkook, y en ese momento, ambos hombres compartieron una conexión silenciosa, una promesa implícita de que harían todo lo posible por traer justicia y encontrar a Somi.

🌟

Lo que me da risa de escribir a este Jungkook tan enamoradizo, es que Jimin en lo más mínimo lo ve de esa forma, si obviamente siente admiracion y respeto por él pero no romanticamente hablando... al menos por ahora, ya que obviamente esta la investigación como punto principal de la historia, como dije la parte romántica de ellos iba a ser lenta, inclusive Jungkook si siente que hay algo raro en él pero como que no se da la idea al 100% de que puede estar interesado en Jimin, pero como dicen uno cae primero pero el otro más fuerte, no es así? Ejem ejem 😮‍💨

Pero no puedo evitar ser apasionada a la hora de narrar momentos entre estos dos aunque se conozcan re poco jdjs

Lo que me emociona escribir esta historia juro que no tiene nombre, lleva su tiempo sí, pero es bastante emocionante, aunque creo que este capítulo me quedo medio aburrido xd

Espero que les este gustando y, cualquier crítica constructiva al igual que corrección siempre se acepta con gusto! 💞

Pd: mientras escribía a Jungkook y Jimin hablando mientras se tomaban el café imaginaba a Jungkook mirando a Jimin tipo:

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