06
"Pero quien sabe en realidad lo que sucede entre los dos"
YoonSul observó la pantalla de su computadora con una sonrisa: su hermano había publicado una foto abrazando a Jimin junto a solo unos emojis de corazones. Ellos siempre eran muy tiernos.
Por error entró a la casilla de comentarios en la publicación, sorprendiéndose de la cantidad de mensajes. Algunos eran graciosos, burlas de otros amigos del colegio en plan "Soy fan de su relación" o "Yo también quiero un mejor amigo"; otros, demasiados, diciendo cosas horribles que YoonSul hubiera preferido no leer.
La pequeña no entendía bien los significados de algunas palabras como "maricones", ni comprendía la razón de porqué usaban frases como "son una abominación para nuestra sociedad" si YoonGi y Jimin solo estaban abrazándose sin hacerle daño a nadie, ¿qué tenía de malo que dos amigos demostraran su cariño? ¿el problema era, en realidad, porque se trataba de dos hombres?
No, el problema eran los demás, sabía que solo era gente maliciosa.
Contestó algunos comentarios que le parecieron malos en demasía, y apagó la computadora para ignorarlos. Se había sentido tan contenta de ver a sus dos personas favoritas siendo felices, pero leer aquellos comentarios hacía a su corazón sentirse triste.
Si tan solo esas personas que comentaban cosas hirientes supieran cuánto sufría YoonGi en silencio cuando cruzaba el umbral de la puerta, si supieran que tener a Jimin en su vida era un rayo de esperanza, quizá se quedarían callados.
—¿YoonSul? ¿Todavía estás despierta?
Oh, YoonGi había regresado.
La niña salió corriendo de su habitación a encontrarse con su hermano en el pasillo, lo observo: lucía mejor que más temprano cuando había decidido marcharse por un rato. YoonSul abrazó con fuerza a su hermano por la cintura, escondiendo el rostro en su pecho.
El perfume de YoonGi que entraba en sus fosas nasales era relajante, se sentía como... Su hogar. Él era su hogar, donde fuera, si estaba a su lado, ella se sentía en casa.
» —¿Sullie? ¿Qué pasa? —Preguntó mientras con una mano acariciaba su cabello con suavidad.
—Oppa, y-yo te extrañé mucho.
YoonGi conocía a su hermana al derecho y al revés, la había criado. Y sabía que algo estaba mal, pero no podía insistirle porque terminaba cerrando la coraza que en algún momento había construido para protegerse.
—Oh, pequeña —Susupiró. —Siento mucho haberte dejado aquí... Pero mira, Jimin me dió esto para tí.
La niña se alejó un poco de su hermano, curiosa. Sus ojos se agrandaron al ver aquello que YoonGi sacaba del bolsillo de su pantalón.
YoonSul siempre había querido una barbie sirena, en la publicidad televisiva mostraban que si sumergias en agua tibia la cola de la muñeca, esta cambiaría de color. Su madre decía que era un gasto innecesario y la niña en algún momento había dejado de insistir.
—¿P-para mí?. —Preguntó, sonriendo sin poder salir de su asombro.
YoonGi asintió con la cabeza y le entregó a su hermana el juguete. Su amigo la había encontrado en aquella casa que frecuentaban e inmediatamente pensó en la pequeña YoonSul. Tal vez, en realidad, ella ya no era tan pequeña o había dejado de jugar hace mucho con esas cosas, pero en el fondo, los dos chicos sabían que ella estaría muy feliz con el regalo.
—No olvides darle las gracias. —Le recordó.
—¡Le enviaré un mensaje por facebook!
—Está bien, ve. Después, a la cama señorita. Mañana tienes escuela.
Sul tomó a su hermano de la mano y sin decir nada lo llevó a su habitación e hizo que se sentara en su cama. YoonGi no objetó, solo obedeció. Todavía en silencio, la niña encendió su computadora mientras tarareaba la melodía de una canción que había oído más temprano en algún lugar.
Al ingresar a la página de facebook, la primer publicación que apareció en la pantalla fue una foto similar a la que YoonGi había compartido antes, pero ahora desde el perfil de Jimin.
YoonSul sonrió, dándole me encanta al post.
—¿Oppa?. —Llamó con voz calmada, mientras redactaba un pequeño mensaje privado para Park.
El mayor bostezó, recostandose en la cama con los pies en el suelo. Estaba cansado, necesitaba dormir un poco para callar su cabeza, todavía no procesaba muchas cosas que habían pasado en tan corto tiempo.
—Te escucho.
Las ruedas de la silla giratoria donde la menor estaba sentada crujieron cuando ella se volteó un poco, esa silla tenía años acumulados y mucho óxido en sus articulaciones, pero había sido un regalo de navidad de su madre, en algún momento donde le importaba ver felices a sus hijos.
—¿Tú y Jimin oppa... se gustan de verdad?. —Preguntó, casi susurrando. Como si tuviera miedo de que alguien más pudiera oir aquella pregunta tan íntima, sentía que si lo decía más alto su voz llegaría a lugares donde no debía.
YoonGi se ahogó con su propia saliva. Tosió un par de veces, sintiendo todo su rostro enrojecer, acompañado de un escalofrío que hizo temblar levemente su cuerpo. El silencio volvió a reinar en la pequeña habitación por algunos minutos, y tambien, la oscuridad regresó cuando la menor apagó su computadora.
Una vez que recuperó un poco la compostura y estuvo seguro de que la voz no le temblaría, YoonGi se dignó a hablar.
—Creo que no es algo que deberíamos... —Antes de que pudiera terminar la frase con la que pretendía huir del tema, YoonSul le interrumpió.
—Una cosa es que sea pequeña, y otra muy diferente, que sea una idiota. —Un poco ofendida, agregó: —¿Podrías, por favor, no tratarme como una idiota?. Soy tu hermana, y los conozco a los dos. Te pido que seas sincero.
Oh, vamos. Aunque YoonGi quisiera negarlo, era obvio que YoonSul sabía desde mucho antes que entre él y Jimin pasaban cosas... Cosas que los amigos no hacían.
—Yo... Sí. Nos gustamos, de gustar. Pero es complicado. —De repente, el chico se alarmó. Se enderezó en la cama y atrajo la silla giratoria de su hermana hacia el de la nada, la pequeña muy por el contrario no se asustó. —¡No se te ocurra decirle a nadie sobre esto! Las fotos, simplemente somos amigos. No es la primera vez que publicamos así de la nada. Pero Yeo-Jeong no puede enterarse, ¿me oyes? Ella... Ella podria hacernos algo malo.
La niña pensó que el hecho de que su madre les provocara miedo con solo pensar en una situación donde ella era partícipe, ya era demasiado malo. Pero no diría algo como eso en voz alta. En cambio, abrazó con fuerza a su hermano por debajo de los hombros, apoyando su cabeza donde podía oír los latidos de un corazón ajeno.
YoonSul no conocía otra manera de darle consuelo en una situación como esa, pero era lo mismo que él hacía con ella.
—Tranquilo, oppa. Sé guardar secretos. —Sul recibió un beso en la coronilla de la cabeza por parte de su hermano, claro que confiaba en ella y su eterno silencio, aun si sus temores no se apaciguaban. -Solo, ¿podrías prometerme algo?.
YoonGi asintió. De inmediato sonrió, ella no podía verlo desde su posición.
—Mh, ¿qué?.
Una brisa suave entró por la ventana, acariciando la poca piel descubierta de los hermanos. Era fría, casi helada, posiblemente estaba lloviendo algunos kilómetros al norte, pero por alguna razón, generaba cierta satisfacción. El aire frío hacia contrastar el calor de sus cuerpos juntos.
—Por una vez en tu vida, promete que no cederás ante el miedo. Pase lo que pase.
Oh, pequeña Sullie.
—Lo prometo.
Por más cansado que se sintiera, no podía faltar un día más a su trabajo. La señora Lin le estaba ayudando demasiado con el solo hecho de permitirle trabajar siendo menor de edad, no podía seguir fallandole.
Además, ni siquiera era un trabajo tan pesado. YoonGi solo tenía que vestir un delantal, tomar pedidos y entregarlos, el resto del trabajo era de sus compañeros de la cocina.
Ese sábado la confitería estaba colmada de gente, habían tenido que llamar al personal que tenía el día libre porque no daban a basto con las dos plantas del local. YoonGi por lo general se encargaba de atender la plata baja, le gustaba más porque no debía subir y bajar la escalera caracol que lo mareaba un poco.
Sin embargo, se vio obligado a subir a la planta alta de la confitería para salir al balcón a tomar un poco de aire fresco. Les daban media hora de descanso a cada uno, y justo cuando YoonGi estaba a punto de desmayarse de calor le tocó su momento de libertad.
Al llegar a el balcón, con mucha memos gente porque a las seis de la tarde comenzaba a sentirse más el frío a pesar de que aún el sol no se escondía, notó a dos personas sentadas en una esquina. Sin meditar nada se apresuró a llegar hasta ellos, y se plantó frente a su mesa con los brazos cruzados.
—¿Qué se supone que hacen ustedes dos aquí? —Preguntó, pero ambos fingieron no oírle, mirando hacia el otro lado tras la baranda que les separaba de, básicamente, la nada misma. —¡Respondan!.
Jimin y YoonSul se miraron entre si, y volvieron a poner sus ojos sobre YoonGi, encogiéndose de hombros con desinterés. Solo querían colmar la paciencia del peli-menta, eso estaba muy claro. Y, oh, sí. Lo estaban logrando.
—Te observamos. —Respondió el peli-naranja, haciendo ruido a propósito al chupar el sorbete plástico de su vaso de soda casi vacío.
Sul, por su parte, se acomodó hacia atrás un mechón de cabello que le caía sobre el hombro y se subio los lentes para el sol del puente de la nariz hasta un poco antes de su coronilla, en su rostro se leía un "¿qué me ves, perra?".
No, seguramente ella no le diría algo así a su hermano jamás. No por idea suya, obvio. Tal vez, dejar que YoonSul se juntara tanto con Jimin no era una buena idea. Pero tampoco tenía más opción, no quería que se quedara sola en casa mientras estaba trabajando.
—Les pedí que me esperaran en la casa, no que me siguieran al trabajo. —Los reprochaba a ambos, pero miraba solo a Jimin. Claro, él era mayor que Sul y tenía la responsabilidad de hacer las cosas bien. —¿Y esa ropa que traes puesta, Sul? Te vez muy bonita con el vestido, pero parece ropa cara...
Ropa que el no le había comprado, ni podría con lo poco que le sobraba cuando recibía su paga. La niña sonrió, negando con la cabeza, y tomó una silla que sobraba en otra mesa vacia para que su hermano se sentara con ellos.
—Mamá Park me regaló algunas cosas que solían ser de ella, antes de venir, cuando me dejaste allá después de la escuela, le ayudamos a limpiar su habitación y sacamos muchas cosas.
—Oh, ya veo... Luego cocinaré algo dulce para ella, siempre nos está ayudando.
—¿Y para mí nada?
YoonSul se rió, mirando otra vez hacia el vacío entre la confitería y el edificio de al lado, como si de esa manera sus oídos dejarán de escuchar.
—¿Tú qué miras?. —Frunció el ceño, confundido. Le tomó unos segundos captar a lo que se refería, pero no era tarde para darle una advertencia con su pie por debajo de la mesa. —Estoy molesto contigo, no me hables.
—Oh, vamos, hyung. —Se quejó. Intentó poner una mano disimuladamente en la rodilla del mesero, pero el chico cruzó una pierna sobre la otra para alejarse. —Mamá nos dejó aquí mientras iba a la peluquería, nos va a recoger pronto...
Aún con la explicación, YoonGi decidió hacer como que no le importaba su presencia y jaló a su hermana para preguntarle sobre algo, pero nada relevante en realidad. Cuando Jimin se levantó en silencio, brusco, y caminó hacia los baños, YoonSul miró con reproche a su hermano.
—¿Ahora tú, qué me ves, tonta?
—Oppa, el tonto eres tú. —Ella lo golpeó en la frente, suave, pero no tanto. -Mamá Park nos trajo porque él estaba inquieto, según ella desde hace tres días se comporta así cuando te vas.
Tres días. Eso fue... La noche que estuvieron en la casa. Ahora tenía sentido porqué sus despedidas en ciertos rincones de la escuela eran tan largas, o si de casualidad se encontraban un rato en la casa del peli-naranja.
—No te vayas a ningún sitio, y no hables con nadie. —Advirtió a su hermana, como si ella no supiera eso, mientras se quitaba el delantal, y en cuánto ella asintió con la cabeza, corrió hacia los baños.
La luz general, que iluminaba por sobre todo a los lavabos, estaba apagada, pero de todos modos no se molestó en encenderla y caminó directamente hacia los cubículos en el fondo. No se hacia idea en cuál podía estar Jimin, pero sus dudas quedaron resueltas cuando sintió que alguien lo jalaba de la ropa hacia dentro. Su espalda golpeó no tan fuerte contra la pared de metal al mismo tiempo que la puerta se cerraba con traba, y aún en la penumbra, YoonGi veía los ojos brillantes del menor y el como sus cabellos anaranjados se movían levemente sobre sus cejas.
—Estás siendo brusco como un animal.
—Y tú un insensible de mierda.
¿De verdad así iba a ser su primer pelea siendo...? Cierto, ellos no eran novios. Contaba como una de las tantas discusiones que había tenido antes.
YoonGi tiró del menor por la ropa de su cintura, acercándolo un poco más. Tenía las piernas algo separadas, por lo que el cuerpo de Jimin encajaba perfecto con el suyo.
—Esta bien, lo siento. No quería ignorarte.
—Y yo no quise golpearte, perdón. ¿Estás bien?. -Susurró apoyando las manos en los hombros contrarios. Sentía la respiración caliente del peli-menta chocar con la propia.
YoonGi sonrió.
—Si me besas quizá...
Pero mi siquiera le dejó terminar. La boca de Jimin cubrió por completo la suya, con cierta desesperación, chupando su labio inferior con determinación. El mayor lo mordisqueó un poco, le gustaba hacerlo porque sus labios eran gorditos y suaves como un caramelo de gelatina.
—¿Así?. —Susurró, sin despegarse totalmente de sus labios. El peli-menta besó su nariz —Sé que no es el mejor lugar, estamos dentro de un baño, pero yo... ¿No quisieras hacerlo oficial?
—¿C-cómo?.
Jimin tragó saliva.
—¿Quieres ser mi novio, Yoon?
No hizo falta respuesta, porque el mayor volvió a disponer de los labios de Jimin, con cierto tinte de hambre. YoonGi iba aprovechar muy bien los minutos restantes de su tiempo de descanso.
Ahhh, hace mucho no andaba por acá. Espero les guste <3💗🙈
© ʏᴏᴏɴɴɪᴇxᴊɪᴍɪɴɪᴇ5
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