Ringo siente que está volviendo sobre pasos que nunca ha tomado.

Él no es exactamente un creyente de eso, pero salir de su clase de cálculo parece un deja vu, o al menos lo que ha escuchado al respecto.  Después de que suena la campana para el almuerzo, sale de inmediato, solo para encontrarse con una multitud de estudiantes que corren de manera similar hacia la salida del edificio.

Va a su casillero, deja algunos libros de texto y se toma un breve momento antes de decidirse a comenzar a repasar.  Saca un cuaderno.

De repente, siente un silbido de viento detrás de él, seguido de ecos de risas estridentes.  Lo hace girar y sus ojos inmediatamente se posan en un grupo de estudiantes que caminan hacia el final del pasillo.  Capta una voz aguda que grita "¿qué pasa con Johnny aquí, eh?"  antes de que su charla se desvanezca.

Ringo frunce el ceño, tratando de recordar por qué le suena, hasta que se da por vencido y se encoge de hombros.  Tal vez es sólo un truco de su mente.

Una vez que llega al camino de ladrillos, trata de comprar algo para almorzar en los puestos de comida rápida, pero las largas filas llenas de gente lo hacen alejarse.  Afortunadamente, ve un café pintoresco y espacioso cerca, así que opta por eso.

Ringo es recibido por una ráfaga acogedora de aroma cervecero cuando entra, disfrutando de la decoración dispareja pero hogareña del lugar.  Con la intención de estudiar un poco, elige una mesa en el extremo más alejado de la tienda, y desea que su estadía no sea perturbada.

Cuando va al mostrador, un cliente con una larga lista de pedidos se adelanta a la cola, pero ya lo atiende un barista.  La placa con el nombre en el uniforme del barista dice George, y por lo que parece, Ringo supone que está más que complacido de charlar con la joven mientras espera.  Otros dos baristas en la parte de atrás están preparando las bebidas, discutiendo mientras terminan perfectamente cada pedido con facilidad, para sorpresa de Ringo.

Cuando es su turno, Ringo mira el menú y escucha a uno de los baristas gritar acerca de su hora de almuerzo.  Así como cuando mira al cajero, uno de los baristas también se vuelve hacia él, y al ver su rostro, el corazón de Ringo se detiene.

"Hola, bienvenido a– eh".

Mechones de cabello cobrizo se asoman de su sombrero, y sus estrechos ojos marrones lo miran entrecerrando los ojos, igual de estupefactos que Ringo.  Sus anteojos redondos no están a la vista, y su fuerte nariz está arrugada por la confusión.  Una mirada rápida a la placa de identificación del hombre es lo que lo hace para Ringo;  en negrita, se lee John.

Después de un momento, John se aclara la garganta, rompiendo el trance de Ringo.  "Eh, ¿te conozco?"

"Um", tartamudea Ringo.  Sus manos se vuelven sudorosas, y un murmullo roba todas las palabras en su cabeza.  Avergonzado, se queda inmóvil.

Sin embargo, John lo maneja con más tranquilidad, ya que procede a recomendar una bebida y un sándwich que le podrían gustar a Ringo.  Ringo solo asiente en respuesta, completamente agradecido por el gesto.

Una vez que marca la orden, John le habla de nuevo, ahora menos incómodo.

"Perdón por tomarte con la guardia baja" se disculpa John, riéndose.  "Es solo que... estoy seguro de que he visto a alguien como tú antes, pero no puedo ubicarlo por mi vida".

Te conocí en mis sueños, Ringo quiere decir, pero se contiene. Sonríe cortésmente, aunque es vagamente consciente de que parece más una mueca.

"Bueno, no creo que se viera tan guapo como yo entonces, ¿no?"  Cada palabra sale ansiosamente de su boca, ya que ya no tiene un guión que seguir.

Aún así, hace que John se ría.  "No te preocupes, estás mucho más en forma que él, especialmente con esos ojos tuyos".  Él guiña un ojo.

Sonrojándose, Ringo le dedica una mirada a George, el otro barista detrás de John, quien pone los ojos en blanco ante su intercambio.  Cuando sus ojos se encuentran, George suelta una carcajada y continúa masticando su chicle, recostándose contra la pared.

Mientras John prepara su pedido, Ringo se las arregla para entablar una pequeña conversación con él, mientras apaga los petardos que revolotean en su pecho.  Pero, antes de que Ringo haga un movimiento para volver a su mesa, John lo detiene.

"Oye, espera", dice John, dudando un poco.  "¿Estás ocupado esta tarde? ¿O estás..." Él juguetea con las manos, sin palabras.

Ringo sonríe.  "No, en realidad no. Solo me quedaré ahí".  Señala su mesa.

"Genial", John suspira aliviado.  "Mi turno termina en unos minutos, así que ¿te importa si me siento contigo? Realmente quiero averiguar por qué eres tan familiar, pero está bien si no quieres. Entiendo..." no continúa, sus cejas fruncidas por la frustración.

"No suelo divagar estúpidamente así, lo prometo", continúa, y los dos se ríen suavemente.

"Sí", responde Ringo.  "Está bien, no me importa".  Tenemos todo el tiempo del mundo.

Cuando John le devuelve una sonrisa cautivadora, recuerda sorprendentemente todas las viñetas de él que Ringo ha recopilado, las instantáneas que Ringo había tomado de él en sus sueños antes de que desaparecieran.

Pero, esta vez, sabe con seguridad que John es real, y que esto, justo frente a él, es real.