Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo IX: El declive de sueños.


"Una vida sin sueños, es una vida sin propósito "

Canto I "Estrellas pérdidas "


Las ultimas luces del atardecer se hacían presentes en la cuidad de Æsir, todos se preparaban para el ciclo nocturno, los veleros alumbraban con lamparas de aceite y antorchas en las avenidas principales, el cielo no estaba sumido en la oscuridad, los carruajes con lamparas luminiscentes tirados por pegasos se desplazaban en la zona central de la cuidad, el mercado estaría a disposición del pueblo hasta la medianoche.

Cuándo el sol se ocultaba por completo, las féminas ciudadanas regresaban a sus hogares vestidas de la cabeza a los pies en compañía de sus protectores masculinos, por lo tanto, ninguna mujer que no se trata de una Sacerdotisa de Alqadys podía transitar de noche libremente.

El ciclo nocturno de la casa sacerdotal tenía sus propias reglas, las mujeres sagradas podían vagar por los terrenos hasta que la hora de la cena terminara, y la máxima sacerdotisa debía ofrecer incienso y mirra en el templo.

La princesa Aladed después de la visita de su padre, se había abstenido de cruzar palabra con algún miembro, e incluso su mejor amiga se mostró preocupada por la actitud distante de la doncella. Después de terminar sus salah antes del ocaso, con el corazón amargado se había dirigido a los establos de la casa de las sacerdotisas, bien iluminados por seis antorchas.

Allí se alojaban dos Pegasos, pertenecientes a la familia de Fisón de los equinos normales, se llamaban Aglibol y Uzza, eran especiales para la joven, además de ser los animales que tiraban de los carruajes personales de las doncellas siervas de Alqadys, se trataba de un obsequio de madre a hija.

Los corceles alados compartían el mismo parentesco, el macho de nombre Aglibol poseía un pelaje negro obsidiana, robusto, crines rizadas y unas enormes alas oscuras, similar a las de un cuervo, en cambio, su hermana era una Pegaso con un resplandeciente pelaje blanco como la nieve y unas alas emplumadas blanquecinas. Esos singulares equinos eran demasiado orgullosos, y solo se dejaban montar por el Indah que les brindaba su mayor confianza y respeto.

—Está sera la ultima vez que los vea, mis queridos amigos —dijo la princesa con melancolía, mientras acariciaba las hermosas alas de Aglibol.

Los pegasos daban relinchos como si de alguna forma entendieran las palabras de su ama.

«No puedo hacer esto ,renunciar a todo lo que logre por años solo para contraer matrimonio con un sádico,nunca quise esto, él no me dejo elección,nunca me amo,por alguna razón, con solo siete años, solo veía odio en sus ojos »

Medido Aladed en su corazón, mientras intentaba alejar la simple idea de ser una extranjera en tierra salvaje, futura reina de un continente en guerra, esposa de un hombre que no amaba y no le interesaba amar.

—Veo que te estas despidiendo —habló una voz femenina, de espaldas a la princesa.

La princesa Aladed se giró rápidamente encontrándose con los grandes ojos oscuros de su tutora personal, llevaba puesto su velo y una abaya* de color marrón.

—¡Eh! —expresó con asombro la princesa —, buenas noches madre Rahab, no esperaba encontrarla por aquí.

Rahab se colocó junto a su antigua aprendiz.

—La señorita Divya me informó que mañana temprano estarías en el puerto, rumbo a el continente Iøunn —comentó con tranquilidad, al igual que las íntimas pláticas de maestra/alumna que tenían en medio de los bosques hace algún tiempo.

—Así es, mí señora —reconoció la joven, agacho la cabeza, no podía mirar a su guía a los ojos.

—Hablé con la Sacerdotisa máxima —dijo la  maestra de Aladed, sus palabras titubeantes —, ella me explico todo, lo lamento mucho princesa.

La madre sacerdotisa Rahab trato de intervenir de alguna forma. Sin embargo, se le fue aclarado toda la situación detalle por detalle y ella con total fatalidad concluyó que la única salida definitivamente se trataba de una unión sagrada entre un Joven Iøunnadiano y una doncella Rhiannadiana. No estaba de acuerdo con esa unión, con solo ver el rostro de su aprendiz conocía detalle por detalle su decisión, aun así, sabia que la situación no permitía la negación.

—No, yo lo lamento —replicó Aladed, acariciando el suave pelaje blanco en la frente del pagaso —. Quise resistir a tal orden pero...mis intentos fueron en vano.

—No puedo ni imaginar la enorme responsabilidad que estas cargando sobre tus hombros —murmuró la sacerdotisa, sentándose sobre un pedazo de tronco cortado.

Un incómodo silencio surgió entre las dos mujeres, solo roto por los cascos de los cabellos alados y sus relinchos

—Se supone que debería sentirme honrada, ¿No es así? —expresó la joven sacerdotisa con melancolía, tocó el emblema que pendía del collar alrededor de su cuello —. Siendo el selló que garantiza una nueva unión entre territorios rivales.

—Pero no te sientes así, ¿Verdad?—inquirió la anciana mujer.

—No tengo la menor idea de lo que debería hacer, es decir, toda mi vida luche por cumplir con mi grande sueño y ahora ...los ladrillos de mi construcción se convierten en polvo que lleva el viento. Me siento el ser mas desdichado de toda la creación.

Aladed presionó con mucha fuerza el emblema de su collar, creía que si lo hacia le traería suerte, era una rosa azul tallada en un zafiro, una magnificencia de joyería.

—Cuando era pequeña presencie la muerte de mi madre, yo sostuve su mano fría, percibí sus últimos latidos, observe sus cálidos ojos escudriñando mi alma, sentí como su espíritu dejaba el cuerpo para volverse parte del mismo cosmos, antes de fallecer sus labios resecos pronunciaron mi nombre una y otra vez, mi dijo que me amaba y las últimas palabras dirigidas a su hija única fueron: "La vida tiene sentido si tú le das un propósito, cuando cultivas un sueño, ese se convierte en tu propio corazón y alma, nunca lo dejes morir, pelea por el, derrama hasta la última gota de sudor y de lágrima para convertirte en aquello que amas"  —la princesa se atoró con las palabras, rememorar todo eso, el desprecio de un padre ausente que tal parece nunca la amo y una madre fallecida en plana flor de vida,provocaba que úlceras ardientes emergieran en su alma —. Nunca olvidaré esas palabras, a partir de ese día me prometí a mi misma desafiar la muerte, sembrar las semillas de esperanza en tantas personas que creen que el camino llegó a su final, salvar la vida de ciudadanos a los que les queda tanto por hacer, debido a eso, ya no se quien soy, mi propósito siempre fue convertirme en la mejor sanadora que existió, ¿Qué se supone que haga?. Este lugar es mi hogar, jamás fue el frío palacio de paredes doradas, recuerdo que el semblante de mi madre se llenaban de tristeza en compañía de mi padre, conmigo era diferente, ella encontró el propósito de existir en su hija, yo lo hallé brindando ayuda espiritual y física a Indahs, después de todo, escalar la montaña no sirvió de nada.

Los ojos avellana de la princesa iluminados por las antorchas, dejaban ver las lágrimas que se negaban a caer.

—¡¿Por qué?! —exclamó la doncella llena de coraje —. ¡¿A caso mis esfuerzos fueron en vano?!, ¡¿Soy una mujer egoísta ?!, ¡¿Soy una impía a los ojos de Dios?!

—¡Mí niña! —exclamó la mujer alzando sus manos al cielo —, que una piedra bloque el sendero no significa que ya no puedas dar ningún paso en el camino. Nuestro señor Todopoderoso nunca atormenta a sus hijas con una carga que no pueden llevar. Hace mucho tiempo, pase por la misma situación que tú, hija mía —la mirada de Rahab se llenaron de un brillo especial, como si buscara en su memoria recuerdos que se cuestionaba sacar —. Esos ojos cargados de incertidumbre y miedo los he visto en mi misma, a diferencia de ti, nunca conocí la identidad de mis padres, fui criada en un Burdel, esas mujeres fueron piadosas con una bebé recién nacida a la que su joven madre abandonó a su suerte en la puerta de semejante sitió _Rahab hizo una pausa, trago grueso y prosiguió —, durante varios años en mi niñez odie a mi madre, por traerme al mundo y luego desecharse, me preguntaba porqué me creo si mi destino era ser insignificante en su vida, le guardaba un rencor igual de oscuro e incluso mayor a mi desconocido padre.

La princesa se sentó en cuclillas sobre el fresco pasto junto a su maestra, estaba incrédula ante sus palabras, nunca se le vino a la cabeza que la mujer que tanto había admirado por años hubiera tenido esa clase de pasado oscuro.

—Mi adolecencia tampoco fue la mejor —murmuró en tono monótono —, a tu edad comencé a practicar ese espantoso negocio, no te mentiré, mi niña, obtenía buenas ganancias, pero eso no borraba lo que sentía no sólo percibía repulsión por cada hombre en una cama desconocida toda noche, yo misma me asqueaba, una y otra vez sentía como mi alma gritaba desesperaba, el sonido de las monedas no borraba mi dolor, pasando el tiempo comprendí que las heridas no provenían de mi cuerpo, estaban en mi alma, planeé ahorrar lo suficiente como para tener el camino libre a una nueva vida, aun así, sabía que eso nunca borraría la imagen que tenían los que me rodeaban, esa desesperación me ahogó por años y cuando creí que mi vida acabaría, una oportunidad única surgió delante de mi. No se si se trato de una casualidad o fue obra de Dios pero la suma sacerdotisa que había salido del templo para dar consulta a un distinguido cliente, atendió a una de mis compañeras, ella fue receptora de una enfermedad grave, todas en el burdel supusimos que se trataba del contagio causado por alguno de los clientes masculinos y la sanadora hizo lo imposible, logró curar mi compañera, yo colabore un poco al administrar la dosis de medicina estrictamente controlada por la sacerdotisa. Cada vez que lo recuerdo, todo me parece menos probable, esa anciana mujer vio algo en mi, una cualidad que estaba siendo invisible a mis ojos, observo como el terror y el desprecio por vivir sin un propósito me consumieron hasta transformarme en una sobreviviente.

Rahab se seco los ojos húmedos, las lágrimas estaban intentando escapar de sus ojos al recordar esas cortas escenas que por treinta años creyó olvidar.

El tintineo de monedas al caer, el sabor metálico de sangre, manos desconocidas que la arrastraban a pozos de inconsciencia, el fuerte aroma de alcohol mezclado con el fuego intenso de esa roja habitación en las noches. La mas grande calamidad cruzo su puerta cuando sólo era una niña de doce años, la muerte la toco, marco su esencia en ella, partió su mente en pedazos, los cuervos llegaron y devoraron la carroña sobrante, empezaba a rememorar, los llantos de una niña, la sangre... ¡No!, eso paso hace años, ya no le era imposible recordar con detalle, se negaba a tener que revivir esa atrocidad. De nuevo, quería mirar atrás sin sentirse culpable de nada, sin sentir vergüenza.

—Cuando caminaba bajo ese techo —musitó, sentía un dolor agudo en el pecho  —, y esas paredes rojas, cuando me recostaba en una cama ajena, cuando me tocaban manos desconocidas... —cerró los ojos alejando las imágenes en su cabeza —. Simplemente no lo miraba, contaba en mi mente los segundos, los minutos, las horas, para que todo terminara, y al salir de mi trance encontraba cerca de mi cuerpo profanado unas monedas, eso se convirtió en el valor de mi vida.

Aladed contempló el semblante de su maestra, ahora la miraba de una forma diferente, ella sufrió las mayores atrocidades de las que puede tolerar un Indah o Humano, era una sobreviviente.

—Muchas veces imaginaba a mi desconocida madre envolviendo sus jóvenes brazos en mi, rescatando a esa niña del infierno, no conocía su rostro, pero en mis sueños, lucía como un ángel misericordioso que no le importaba darle amor a una prostituta sin elección —Rahab se quitó la parte del velo que cubría su cabeza, dejando al descubierto su melena desgastada llena de mechones de pelo blanco y uno color verde —. Aunque, todo cambio cuando la sacerdotisa máxima, Leila Assad, me encontró, por una acción tan noble, nuestro señor la ha recompensado en el mas allá, de eso estoy segura. Ella me dio un propósito, no le importo que yo fuera una mujer callejera que había vendido su cuerpo a cualquier extraño que le diera unas pocas monedas, Leila me prometió un hogar, la maestría en una vocación física y espiritual, me crio como a su hija y todas las mujeres que viven y residieron en este lugar se convirtieron en mis hermanas de fe y Alqadys el sabio en el padre que nunca conocí.

—Madre Rahab, ¿Por qué me cuenta todo eso? —le preguntó Aladed, mirando los misteriosos ojos sufridos de su maestra. La muchacha lo pudo más que sentir gran compasión por su maestra y la imagen de admiración, al ser una mujer que había pasado por todo y resistido a todo.

—Para que te des cuenta de que incluso en la mas grandes de las tinieblas siempre se puede encontrar luz, no importa lo de afuera si no tus emociones claras y armoniosas, por años sentí que ni vida tenia el mismo valor que la de un esclavo, logre romper las cadenas que me ataban, nunca me sentí una inútil. Habla, hija mía, ¿Crees que tu maestra es una inútil ?

La joven sacerdotisa se puso de pie de un salto.

—¡Desde luego que no, mí señora! —exclamó, indignada por la poco favorable idea que tenia su tutora sobre si misma —. Usted es la mejor sanadora que pueda llegar a existir en este continente, si no fuera porque usted tiene menos años de antigüedad sería nombrada máxima sacerdotisa, es decir, es especialista en diferentes áreas de estudio médico, y la mas influyente que casi nadie a logrado tener el talento de dominar por completo es la neurocirugía, usted es una genio en eso, a salvado millares de vidas con su talento. Además es la mas devota a nuestro Dios, siempre a tenido fe inquebrantable.

—¡Y pensar que hace treinta años la gente me consideraba una basura y ahora para ellos soy una mujer santa!  —canturreo Rahab con ironía, intentando con el humor sacar el susodicho pesar que sentía, mientras sus mejillas enrojecían de complacencia por la adulación de su alumna. —. Princesa Aladed, por seis años te he entrenado en las artes medicas, te he enseñado todo lo que estaba en mis manos, y aunque entre maestros esta prohibido cualquier clase de favoritismos, no pude evitar maravillarse por tu notable capacidad de aprendizaje. Se que crees que tus servicios a nuestro Dios y a tú comunidad fueron extintos, sin embargo, yo creo que solo serán trasladados.

La princesa se removió algo incomoda, una de las verdaderas razones por las que no quería desposar a ese príncipe conllevaba una relación estrecha con las costumbres de Iøunn.

—¿Creé que los Iøunnadianos me dejaran ejercer mi labor como sanadora?, ¿Me permitirán seguir siendo una "Amat Alqadys"?

—Iøunn es un continente repleto de poderosos guerreros, serian tontos si desperdician el talento de buenos médicos como tú. Cumple los mandatos de nuestro señor todopoderoso, conserva la fe en tu corazón.

—¿Y si lo hacen? —indagó la muchacha, acomodándose el velo sobre su cabeza.

—Hija mía, pase lo que pase, recuerda lo que tu madre te dijo, si este es tu sueño no lo mates, matarlo seria similar a atentar contra tú propia vida. No deberías ver a este unión como un martirio, deberías verlo como una reto que debe ser superado.
En el extranjero, no existen damas que se dedican a la labor médica, allí tu marcaras la diferencia, y si ellos quien arrebatar tu fe. ¡Dios los maldiga eternamente!

No entendía cual era la razón ,las palabras de esa sufrida mujer le acariciaban el alma, ella le dio el mas grande de los obsequios. Tal vez, se podría decir que fue recíproco, Rahab por muchos años nunca había sacado lo que guardaba dentro, cuando hablo voluntariamente, a pesar del líquido pinchazo que dolía, recibió cierta gratificencia, pudo hablar libremente con una de las personas que más quería con toda libertad y ella no se sentía avergonzaba realmente, y Aladed tampoco, todo lo contrario, los ojos avellana de la princesa se llamaron de compasión, afecto, y admiración.

—Amat Alqadys Rahab, usted ha sido mi mas leal y poderosa maestra, agradezco al celestial Alqadys por sus enseñanzas, no sabe la dicha que me provoca saber que... tal vez mi esperanzas no desfallecerá para siempre.

—Pase lo que pase, hija, quiero que sepas que estoy muy orgullosa de ti, demostraste ser una discípulo maravillosa.

«Fuiste la hija que nunca pude tener. El sol naciente de una niña que sigue los pasos de su madre ». Reflexiono Rahab, su corazón era lacerado nuevamente al imaginar tener que separarse de esa muchacha.

«No se me permitió tener un hijo, llevarlo en mi vientre, cargarlo entre mis brazos, escuchar su dulce voz, criarlo con todo mi esfuerzo, mi pasado me arrebató lo que tal vez, en el futuro, podía ser mi mejor regalo, aun así, él todopoderoso se apiado de mi sufrimiento y me obsequió una hija verdadera » meditó la mujer, temía decirlo, pues haría que viejas heridas se abrieran de nuevo.

—Madre Rahab, muchas gracias.

Sin poder evitarlo Aladed se abalanzó a los brazos de la sacerdotisa adulta dándole un cariñoso abrazo, así como el de una madre en soledad anhela ser recibida con ese fuerte amor a su hija sumergida en pantanos de penuria.

—¿Maestra Rahab? —preguntó la joven doncella, saliendo de los brazos de su tutora.

—¿Si?

—Quiero pedirme un favor.

—Lo que este en mis manos, lo haré —dijo sonriendo, ella se iba de su lado, calmar de alguna forma sus ansías era lo menos que podía hacer.

—Usted sabe muy bien que la señorita Yggdrasil para mi es mucho mas que mi guardaespaldas y asistente. Le tengo un enorme cariño a esa muchacha, es como la hermana que jamás se me fue otorgada. Se que su estadía en la casa sacerdotal se debe a sus servicios hacia mí, quisiera que cambiará eso, quiero que se le permita vivir libremente en este lugar.

_Entiendo — Rahab se frotó la barbilla —. Ella es muy importante para ti, no es la primera vez que le otorgamos refugio a una joven mujer, después de todo eso fue parte de mis inicios.

—Algo más —de sus ropajes, la princesa extrajo una bolsa de tela repleta de monedas y bien atada con hilo de cuero —.Tomé, esto pertenece a mis ingresos mensuales como miembro de la realeza, hace mucho que renuncie a ellos, no sabia que hacer con tanto dinero así que solo mande a que sea guardado en los depósitos bancarios en el centro de administración, en esta bolsa solo hay una pequeña parte de mis ganancias, pero es lo suficiente como para que Sahiba Divya cubra todas sus necesidades por mas de cuatro años, estoy segura de que lo invertirá en ser comerciante, las ganancias son mayores que las perdidas, (con una buena administración desde luego ) y quiero darle esa oportunidad, el que pueda valerse por si misma.

—Eres una niña muy noble, hija mía. Siempre tendré grabada en mi memoria el día en el que sacaste a esa muchacha de las calles.

—También quiero que Aglibol y Uzza no sean vendidos o regalados, si necesitan obtener ingresos para renovaciones en la casa sacerdotal o indumentaria, pueden obtener la ganancia correspondiente de mi fortuna personal. Estoy segura de que mi padre no se opondrá a esta decisión —Aladed apretó los dientes intentando no imaginar lo que su progenitor haría con ellos —. Me ha quitado muchas cosas, no quiero perder una vez mas.

—Así será hacho. No debes preocuparte —Rahab le dio unos cariñosos golpes en la cabeza —, si me disculpas debo marcharme a mis aposentos privados para descansar.

—¿Tan temprano?

—En efecto, mañana con las primeras luces del alba debo marcharme de la cuidad e ir a un poblado humilde pero vasto que esta a mas de 200 millas de Æsir, mis habilidades son requeridas, debo atender a un paciente en estado crítico, tal parece que el problema radica en su corazón, rezó al señor todopoderoso que mis atenciones den fruto.

La sacerdotisa ignoró un par de datos que no planeaba confesarlos, planeaba salir de la cuidas por un largo tiempo, no quería regresar a la casa y al templo. Lamentarse por dejarla ir y llorar su perdida.

—Tengo fe en que así será, maestra y le deseo un sueño tranquilo y placentero.

Rahab sonrió, esa niña nunca cambiaba y si es posible rezarían día y noche para que el todopoderoso Alqadys la protegiera.

—igualmente, pequeña. Mañana te espera una larga jornada.

«Ten fe en nuestro dios y en ti misma joven princesa, tal vez te sientas un cordero pero yo veo que en el fondo eres una verdadera leona que hará lo que este en tus manos para defender tus sueños » dijo la maestra de Aladed para sus adentros.

La princesa continuó acariciando el lomo y las alas emplumadas de los pegasos, soñando despierta en ser bendecida con tal libertad.

Glosario

🌟Abaya: Vestido femenino suelto y simple parecido a una bata.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro