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𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑰𝑰𝑰

—Bien, supongo que eso fue… algo –aunque el tono desganado de Vito se notaba, intentó ser positivo para su gente.

Volteó a verlos, no debían verlo derrumbado, el público aquel día no fue el mejor ni el más grande pero debía ser fuerte por ellos. Así que intento darles la mejor de sus sonrisas que su rostro viejo con aquel bigote blanco les podía entregar.

—¿Qué les parece si cerramos temprano y hacemos algo en familia?

—Uhh hace mucho no nos juntamos para unas buenas historias de terror –Agathe apoyo a la noción abrazada del brazo de su esposo.

—Me parece bien, esta mujer barbuda aun se sabe unas cuantas que no han escuchado –se señaló Celine con orgullo.

—Si me permiten –Ranjit, el adivino y espiritista del circo llamó la atención de todos–. La luna esta en un bellísimo punto menguante, y está debajo de nuestro circo, siento unas buenas vibras aptas para unas sesiones de tarot, adivinanza o espiritismo si desean intentarlo –terminó con una modesta reverencia para los presentes.

—A mi me parece una buena idea –decía Travis mientras ayudaba a la peli-__ a bajar de su aro tomándola por la cintura–. ¿Qué dices ______? ¿No tienes miedo? –retó.

Eso solo la hizo soltar una risa nasal, con manos en la cadera, apartándose con un leve golpe en el pecho del castaño.

—Pff, ya quisieras, me paseo de una cuerda a otra sin red, y crees que le tendré miedo a una leída de mano y cartas –miro a todos–; estoy dentro, déjenme ir a comprar algo para compartir y regresaré.

—Por favor cuídate mucho en el camino _____ –Agnes, la mujer pequeña, venía siendo cargada por la madre de Travis–. Oí que por esos barrios una enfermedad aterra a todos.

—Quizá debas volver al campamento –sugirió Selene.

—Es una enfermedad que curiosamente solo afecta a los niños y jóvenes, también he oído los rumores –analizo con una mano en el mentón–, pero no solo a los pobres les pasa, se dice que también los ricos han perdido niños, pero no se sabe aun la causa –miro a la mujer de cabellos cobrizos–. Pero yo ya estoy un poco grande para que me afecte, tendré cuidado aun así Selene, te lo prometo.

—¿Gustas que te acompañe ______? –se ofreció Belmont–. Tal vez una enfermedad no te pegue pero si esos locos de izquierda que andan sueltos por ahí.

—Hmpf –bufó la mujer tatuada–. No me sorprendería que también ataquen a jovencitas. Hazle caso a mi marido ______, una compañía no estaría tan mal.

—Se que se preocupan, y aprecio mucho que hagan eso, pero si llegue a salvo en la mañana, también ahora.

Oh si, ______ era muy obstinada y decidida, era un milagro hacerla cambiar de opinión, siempre intentando no darle molestias a los demás.

Con una mano en el pecho firmemente colocada, y con el ceño levemente fruncido, vaya que igualaba a su madre cuando se enojaba.

—Esta bien, si te quieres ir sola, adelante, ¿pero considerarías llevarte uno de mis cuchillos? –pidió como último recurso Travis.

Fue apoyado por los demás, y viéndose arrinconada por ellos aceptó soltando un suspiro derrotada.

—Uno pequeño, no quiero que me tomen por loca –condicionó.

—¡Preparen algo rico! –dijo antes de irse–. Traeré algunas galletas, baguettes y queso.

Ah si, su familia, su querido circo, como la protegían.

A veces pensaba que ellos estaban exagerando, ¿o era que había cosas que ellos veían y ella no? Aun así, apreciaba los gestos. ¿Por qué hacían todo aquello? Quizá, aparte de porque es la única miembro del circo que no vivía en el campamento, también era el hecho de la promesa que le hicieron a su madre, la última de sus padres que murió.

Aun recuerda esos días de pesadilla, ver a su madre débil, en cama todos los días, verla escupir y toser sangre, ver sus ojos con ojeras, ya cansados, y su piel palideciendo a tal punto de que con el más mínimo toque sobre este, pareciera que tenía rasguños, o marcas de una bestia salvaje.

Eso y la demencia ocasional de su madre, que fue el primer síntoma de su decadencia años atrás. Gritaba a mitad de la noche, con su difunto esposo en pesadillas, quien difunto de la guerra, reclamaba por ella.

¡Él esta aquí! ¡Viene por mi! Perdóname mon coeur, ¡perdóname!

Se culpaba por la guerra, se golpeaba el pecho de una manera tan aterradora, que cuando eso ocurría, y los varones del circo intentaban calmarla o atarle las manos para no rasguñarse ni herirse, ______ se ocultaba en el pecho de Amelia; como una niña pequeña, se refugiaba en sus brazos, pidiendo consuelo de aquello que creía una pesadilla, llorando amargamente por el estado de su madre.

Aquella gran depresión pudo con ella, ese jueves negro la golpeó horriblemente, peor que a Vito, casi tanto como el difunto hermano de este, Jaques.

Agradecía al cielo que por lo menos su madre no hizo lo mismo que Jacques, y no se lanzó desde lo alto de la cuerda floja. Saltando sin una red, sin agarrarse de nada.

Durante un tiempo ella y su madre se sentían con las manos o sus pies con sangre, le tenían miedo a sus acrobacias por el miedo a pasar lo de Jacques. Amelia estuvo ahí para ambas, pero su madre le mintió descaradamente cuando intento practicar aquel truco en el trapecio con ella.

Ya estoy bien, y mejorare pronto, ya veras mon amour […] Tu tranquila, no tendrás que hacer tu show sin mamá en un largo tiempo

—Mentirosa…

El pensar en aquello casi la hace ser atropellada por un auto que pasaba en la calle, el claxon le abrió los ojos a tiempo. El aliento se le fue y regresó a la misma velocidad que le había abandonado.

—Concéntrate ______, ¿quieres que te maten? –se cuestionó a si misma en voz baja con la mano en el pecho.

Siguió con su camino hasta su inmueble, donde al mismo tiempo, que ella subía las escaleras y abría la puerta de su hogar, Amelia llegaba por igual.

—Oh ______ querida, ¿paso algo malo ? Iba a ir por ti.

—No, no, Amelia no es eso, simplemente acabé temprano –se escucho el *click* de su puerta finalmente abriéndose–. Haremos algo entre todos y solo vine a cambiarme, ¿quieres venir y acompañarme?

—Es 28 del mes querida.

—Oh, ya veo…

—Aun así diviértete corazón, ¿planeas quedarte allá para dormir?

—Si tal vez –tanteo–. Así que no te preocupes por mi –se acercó para besar su mejilla con cariño antes de entrar a su departamento.

Los 28 de cada mes Amelia se quedaba en su hogar a puerta cerrada. ¿Qué era lo que hacía? Intentó recordar, ¿rezaba? Si algo así era. Era indudable la fe en Jesucristo que aquella mujer tenía.

¿Pero por quien rezaba? Ya no se acuerda bien, pero lo hacía desde que ella tenía memoria, incluso cuando sus padres seguían vivos. ¿ Algún marido difunto era? No, no imposible, nunca se casó, eso creía.

Suspiro cansada, la verdad era que la vida de Amelia fuera de que era una amiga de sus padres y como una madre para ella, era muy misteriosa. Era ahí donde notaba el poco conocimiento de aquella que la cuidaba en su actualidad.

—¡Ah ______! Que bueno que nos visitas.

—Hola Daphne –escucho el sonido de un tintineo y bajo la mirada al suelo–. Y hola a ti también William –saludo al pequeño que jugaba enfrente del mostrador, quien la recibió con una sonrisa.

—¿En qué momento- ¡Oh William! ¿Cómo es que tan fácilmente te escapas de tu corral? –la madre lo cargo con todo y juguetes adentro nuevamente.

—Es un juguete muy curioso ese que tiene ahí –habló refiriéndose al ratón pintoresco con ojos de botón.

Parecía un montón de pedazos de tela cocidos juntos para hacer a un singular ratón de juguete. Aquel diseño asimilaba a el conejito que vio en la juguetería del centro, ¿lo habrá hecho la misma persona?

—Ogh, Gastón se lo compro cuando lo llevo de paseo, y desde que lo tiene no piensa en soltarlo –habló con el bebé de un año en brazos.

—Hum, me imagino –respondió acariciando las mejillas del pequeño para volver su atención a la madre de pecas–. A lo que venía, ¿tienes baguettes y algunos postres o dulces? Quiero comprarte algunos Daphne.

—Oh si, de inmediato, los tengo atrás porque son recién salidos del horno –chisto la lengua–. Si tan solo Gastón no hubiera salido por más harina, ______, ¿me sostienes a William en lo que voy por tu orden?

—Por supuesto, ven aquí William –acepto cargando ella ahíta al bebé castaño de ojos miel.

Jugo y cargo a William mientras la madre del niño iba de aquí para allá con su pedido. Mientras le hacía cosquillas y le sacaba adorables risillas, noto una inusual cosa en el cuerpo del niño. Unas manchas rojas agregadas de unas protuberancias extrañas para un infante fe su edad.

—Son… ¿forúnculos? –susurro para sí misma–. Oye Daphne, ¿y esto que tiene Will? –preguntó alzando la voz para ser escuchada.

—Gastón y yo creemos que es un sarpullido, ya se que se ve muy extraño, pero cuando él regrese lo llevaremos con un médico.

—La verdad es que si es un tanto extraño –murmuró examinándolo.

Oyó a la castaña soltar un suspiro.

—Solo pedimos al cielo no sea grave, una infección o algo por el estilo, me moriría sin mi niño. Finalmente Dios nos bendice con un hijo y la enfermedad nos lo quiere quitar.

—¿Sabes cuando lo empezó a tener?

—Desde que Gastón le compró ese juguete maso menos –respondió acercándose con su pedido en bolsas que dejó en el mostrador, para chistar nuevamente–. A mi se me hace que es por ese juguete, se lo quitaría sino fuera porque lo quiere mucho.

______ le entrego el pequeño a su madre, viéndolo llorar levemente cuando la dicha le intentó quitar el ratón.

Realmente es muy extraño, ¿forúnculos con sarpullido? ¿Y mas por un juguete? Pensó. Pero… ¿y si así es como se enfermaron los demás niños?

Un reloj cercano sonó haciéndola soltar un jadeo del susto, y solo así se percató de que ya casi anochecía, el atardecer se vislumbraba desde ahí. Debía apurarse.

—Ya me voy –rápidamente pago su monto y tomó sus cosas–, nos vemos Daphne, adiós William –se despidió tocando la mano del Infante.

—Hasta pronto ______.

Se maldecía y regañaba internamente, ¿pensar que así era la enfermedad que atormentaba a los niños? Y peor aún, ¿pensar que un bebé tan pequeño como William podría tenerlo? ¿Acaso quería hacer caer el mal augurio sobre una buena familia de panaderos?

No, por supuesto que no, es un dolor inexplicable ciertamente el perder a sus padres. Pero no quiere ni imaginarse el suplicio que es para un padre el enterrar a su hijo.

🖋️༆━━Muy buenos días, tardes o noches, dependiendo de la hora en la que lean esto.

Miss Writer no olvidó una novela como esta, se los juro que no, solo necesitaba recordar el rumbo que esta tomaría.

Quiero agradecer a S0MNI4_- relojitosegurity_ Arbella3 y a Hoshiuu  por pedírmelo. Me recordaron el porque decidí escribirlo en primer lugar.

De hecho lo mas seguro es que el próximo capítulo salga mañana o pasado.

Gracias por leerme, estoy eternamente agradecida por la espera.

Se despide

🖋️༆━━Miss Writer
💋

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