
Capítulo XXII: El verdadero origen de Zhang Jian Yu.
Las cosas no marchaban bien últimamente, y eso hasta un ciego podría notarlo. Para Zhang Vi Zhing, el matrimonio lejos de ser un juego, para él, era más bien algo sagrado, muy significativo; sus padres se divorciaron cuando tenía cuatro años y fue muy doloroso, sobre todo, por qué en esa relación existía de todo excepto amor y lealtad. Su padre le fue infiel a su madre y ésta, lejos de sentirse ofendida y rota, lo celebró hasta con una fiesta, firmó los papeles del divorcio con una sonrisa y le deseó lo mejor a su ex marido, un mes después, ella resultó embarazada de un CEO y se mudaron a un lujoso apartamento en el centro de Shanghái.
Lu Jian Min, la nueva pareja de Jing Tong, su madre, no era una mala persona, pero desde el principio hizo diferencias entre él y su primogénito por nacer, sembrando resentimiento en él lentamente y sin darse la menor cuenta. Cuando Zhuo Cheng nació y un año después Lu'er llegó al mundo, él quedó completamente relegado de quién, se suponía, era su familia.
Se independizó ni bien cumplió la mayoría de edad y gracias a la señorita Xuan Lu, su primera jefa, conocio al amor de su vida.
—El amor de tu vida, ¿es enserio, Vi Zhing? —se echó a reír Yibo—. En dado caso que lo hubiese sido nunca me harías lo que me hiciste, que por cierto, fue muy cruel de tu parte.
—Perdón, Yibo —se disculpó con el corazón en la mano, deseando sostenerla entre las suyas pero se contuvo, a sabiendas que sería rechazado—. Y sí, eras, eres y continuarás siendo el amor de mi vida aunque te cueste creerlo, yo aún no...
—Me olvidas —concluyó por él, negando con la cabeza, divertido—. Haré como que no escuché eso y, por favor, comienza desde nuestro tiempo, lo demás no me interesa.
—De acuerdo. Esa mañana yo...
El estruendoso sonido de una fotografía del Delta siendo arrojada sin un gramo de piedad directamente a su cara, y que apenas logró esquivar, haciéndose añicos bajo sus pies, aumentó la ira del Gamma de veintidós años que echaba chispas por los ojos y fuego por la boca debido a su nueva jugarreta.
Tan imperdonable para él.
—¡Te detesto!, ¿por qué no puedes entenderlo? Si te dije que no tendré hijos ahora es porque no voy a tener, así que no me importa si me tiras las píldoras, si llego a embarazarme, ¡abordaré! —decretó con el rostro sofocado por el disgusto y la desilusión.
Agradecía infinitamente que su sobrina durmiera profundamente o se horrorizaria al presenciar una discusión de tal magnitud; llena de palabras dolientes, gritos y agresiones, leves, pero a fin de cuentas, agresiones.
—¡Estás loco, Wang Yibo! —. Vi Zhing se llenó de cólera e incredulidad. Su pareja no podía cometer semejante barbaridad, se lo prohibia. Pateó los restos de vidrio en el suelo con odio y lo señaló, amenazante—. Si quedas en estado no vas a abortar, ¡no a mí hijo!
Yibo se echó a reír como un demente.
Ya no soportaba esta situación, este tira y afloja le estaba llevando al límite, su amor por él ya no parecía ser suficiente, y el tema del hijo lo embargaba de sentimientos agrios y autodestructivos con los que ya no deseaba lidear constantemente.
Pero allí se encontraba Zhang Vi Zhing, su pareja y el amor de su vida defraudando a su confianza después de gritarle mil veces a la cara que no deseaba tener un hijo.
No ahora.
No obstante, como siempre, éste se hacía la víctima y razonar con él era como hablar con una pared, pero no iba a dar su brazo a torcer.
La maternidad definitivamente quedaba suspendida aunque su pareja se opusiera.
—Es mi cuerpo, mi vida, mi decisión, abstente a meter tus narices en mis asuntos, ¡No eres nadie para decirme qué o no hacer! Ni a mi padre se lo consiento.
—Soy tu pareja desde hace más de cinco años, Yibo, no puedes decirme que no soy nadie, porque lo soy. ¡Lo soy! —gritó perdiendo la paciencia y si, la cordura también porque en un movimiento inesperado, lo agarró del brazo, tan fuerte e hiriente que Yibo soltó un chillido lastimero y lo empujó hacia atrás con todas sus fuerzas, provocando que trastabillara y volviese en si.
—¡Vete al infierno! ¡No voy a darte un hijo, me reuso! —sentenció, pasándose las manos por el pelo, totalmente desaliñado pero no le importaba su apariencia ahora.
Trás una breve pausa en la que el silencio reinó, Vi Zhing apretó los puños queriendo romper algo y se obligó a controlar a su lobo que exudaba feromonas agrias como nunca.
—Entonces... no me culpes por querer tener uno, aunque no sea contigo —argumentó con una convicción que dejó sin aire momentáneamente al Gamma.
Giró sobre sus talones y empezó a caminar hacia la puerta principal.
—¿Qué mierda has dicho, Zhang Vi Zhing? —inquirió, atonico con lo que había oído, ¿quién rayos se creía que él era para permitir que tal cosa pasara?—. ¡Atrévete a decirlo en mi cara y no cuando te dé la espalda!
—Me voy, contigo no se puede.
—Zhang Vi Zhing, ¿a dónde vas? Zhang Vi Zhing, ¡son las once de la noche! —gritó enloquecido, entrando en pánico al seguirlo y ver que, efectivamente, se marchaba después de una discusión más.
Jamás hizo tal cosa, y ello lo embargó de miedo.
Miedo a perderlo para siempre por su oposición a darle un hijo, ¿había llegado demasiado lejos? No, desde luego que no, él solo defendía su postura, y como su pareja, Vi Zhing debía apoyarlo no meterle el pie para hacer su sueño de ser padre una realidad.
—¡A quién le importa eso! —hizo un ademán de manos a la distancia, casi parecía que cortaba el aire.
Atravesó el portón y se perdió en la oscuridad de la noche, dejando atrás a un Gamma que se derrumbó en el suelo ni bien lo perdió de vista.
Con miles de sentimientos asesinos murmurando en su mente, Vi Zhing tomó un taxi y fue a parar directamente a un pub. Jamás estuvo en uno pero siempre existía una primera vez, e iba a ser esta.
Al llegar, el bullicio de cientos de personas buscando divertirse, liberar el estrés o simplemente olvidar los problemas lo recibio al igual que las luces multicolor y las bellezas exóticas complaciendo a más de un despechado.
Su sencilla vestimenta distaba mucho del lugar pero no le importó y se dirigió directamente a la barra.
—Un whisky doble por favor —pidió amablemente, tamborileando los dedos al son de la música seductora.
—Enseguida —contestó el barman, un Alfa de alrededor de treinta y tantos años; alto, musculoso, cabello negro y con los ojos chocolate más expresivos que haya visto en uno—. Aquí tiene.
—Gracias.
El barman siguió con lo suyo luego de darle una sonrisa que no supo identificar, ¿estaba coqueteando con él o era su imaginación? Agitó la cabeza, aunque su intención fuese esa, él no era gay.
Cerrando los ojos mientras se empinaba la copa a los labios sin tacto alguno, recordó las constantes discusiones con Yibo y su negación a embarazarse de él. Una parte suya, lo entendía; Yi Xung era una responsabilidad muy grande y aprendió a amarla como una verdadera hija puesto que prácticamente la educó desde bebé pero, por el otro lado, su animal interior le exigía reproducirse y tener un hijo biológico, con Wang Yibo como madre por supuesto.
Tenía treinta años, ya iba siendo hora de centar cabeza y tener hijos pero, tal vez, el motivo real por el que Yibo se negaba a darle un hijo se debía a que aún no se habían casado.
Pero con las peleas y desacuerdos, tomarse el matrimonio a la ligera por cumplir sus deseos era lo peor que podía hacer.
Estaba en contra del divorcio, pero Yibo lo valía por que lo amaba y lo amaría hasta su último aliento; su lobo lo eligió como su pareja de vida y él lo aceptó más que gustoso, pero no debía apresurar las cosas. Acorralarlo no era su intención, así que debía pensar en algo más, ¿pero qué?
Quizás, si acudía a una clínica en reproducción y entregaba su semen, pudiera tener la oportunidad de engendrar un hijo únicamente si Yibo también asistía.
Rentar un vientre con el NDA de los dos resolvería una gran parte del problema; Yibo no deseaba hijos ahora no por falta de ganas, si no por falta de tiempo, embarazarse cuando ambos tenían que trabajar arduamente para pagar las cuentas y los gastos personales de los tres sería caótico.
Con aquella idea en mente, pidió una copa más para darse valor, pero no sirvió de mucho, su resistencia al alcohol no le ayudó en lo absoluto, así que pidió una tercera, cuarta, quinta y hasta sexta.
Cuando abrió los ojos, se topó con la mirada burlona del barman muy cerca de él.
—Ya tienes que marcharte, casi amanece y tenemos que cerrar.
—Eh, ¿qué? —desconcertado, se incorporó con las manos en la cabeza mientras emitía quejidos de dolor.
La cabeza le martillababa horrible, ¿en qué inste se durmió? No lo recuerda con exactitud pero a juzgar por una minoría de clientes en peores condiciones que él, desparramados por aquí y allá, inclusive desnudos, corrió con bastante suerte de no ser bolceado. O al menos eso creyó, al comprobar sus bolsillos notó que su cartera había desaparecido, maldijo por lo bajo.
—Que ya debes marcharte, estamos a punto de cerrar —repitió ayudándole a incorporarse y arrastrándolo como un vil borracho, que lo estaba, hacia la salida—. Por cierto, ten.
—¿Me robaste? —exigió saber, apuntándole con el dedo cuando le entregó su cartera en sus propias manos, su visión se volvía más clara.
Dormir valió la pena.
—Un gracias habría sido suficiente. Y solo para aclarar, tú mismo me pediste que te la guardara, no me taches ahora de ratero y desaparece de mi vista —dijo, disgustado mientras lo empujaba fuera y cerraba la puerta en su cara.
Al llegar a casa a las seis de la mañana se encontró con un silencio escalofriante y un Yibo sentado en el living con los brazos cruzados; ojeroso y visiblemente marchito, como si no hubiera dormido en toda la noche.
Parpadeó, sin saber que decir para excusar su actitud.
—Buenas noches —fue todo lo que Yibo pronunció, tan gélido como un iceberg e indiferente como un robot, poniéndose de pie y encaminándose a la habitación sin decir más nada.
Su enojo por no llegar a dormir se prolongó a cinco días, y solo porque Yibo entró en celo y le pidió pasarlo con él con tal de limar asperezas. Efectivamente, funcionó, los reclamos y desacuerdos quedaron olvidados luego que accediera a acompañarlo a la clínica de reproducción una vez terminó su calor.
—¿Estás seguro? No quiero hacerte sentir presionado ni nada por el estilo —expresó Vi Zhing entrando con él a la clínica tomados de las manos.
—Tranquilo, no lo haces. Además, no es mi primera vez aquí.
—¿Cómo dices? —se mostró consternado, incluso dejó de caminar.
Yibo también se detuvo y le soltó la mano, temiendo su rechazo por haber echo algo así, y aunque las circunstancias eran semejantes, no había excusa que valiera pero él la tenía.
Envolvió sus brazos alrededor de su delgado cuerpo y posó sus ojos negros y nostálgicos en un cartel pegado a la pared, donde se promovía la donación de material reproductor para las parejas que no podían concebir naturalmente.
—Sí. Hace más de seis años estuve aquí por problemas económicos, vendí mis gen reproductor, sabes. No me siento muy orgulloso de mi decisión, pero está hecho y no hay vuelta atrás.
—Yibo, yo... no sé que decirte —una revelación de ese tamaño lo desconcertó de sobremanera, pero no era quién para jugarlo.
Sencillamente no imaginó algo así, no viniendo de él. Un Gamma trabajador e independiente pero con costumbres reservadas.
—Simplemente abrázame fuerte, no quiero recordar esa experiencia dolorosa. Después de todo, en alguna parte de este mundo, puedo tener un hijo, quizás más. No lo sé —argumentó con una expresión lastimera en el rostro, buscando su calor, su compañía y solidaridad—. Al menos, alguien se benefició de mi decisión y cumplió su sueño de tener un cachorro biológico.
—Si te sientes muy mal será mejor que regresemos a casa, deseo tener un hijo contigo pero no a costa de tu sufrimiento —lo abrazó con todo el amor existente en su corazón y besó la cima de su cabeza pero éste negó, limpiándose las lágrimas y mirándolo con firmeza.
—Bin Bin, quiero hacerlo, por favor, déjame —suplicó, tomándolo de las manos desesperadamente.
Él hizo lo mismo, cubrió las suyas y las apretó, inspirándole seguridad.
—Nunca pidas mi aprobación A-Bo, la última palabra siempre la tienes tú —decretó para confort de Yibo que no podía entender como alguien de un corazón tan noble como Zhang Vi Zhing pudo fijarse en él y elegirlo de entre mejores prospectos.
—Gracias.
Abrazados y más unidos que nunca permitieron que les extrajeran el material genético con un sentimiento de felicidad en sus corazones. La selección de la madre que cargaría a su hijo por nueve meses fue hecha meticulosamente ese mismo día, sin embargo, en el momento del procedimiento, una semana más tarde, Yibo se arrepintió y Vi Zhing lo apoyó y lo consoló cuando salió corriendo de la habitación por los pasillos de la clínica, echo un mar de lágrimas.
—No puedo, Bin Bin. No puedo hacerlo —se lamentó con el rostro sofocado por el llanto en tanto se aferraba a él con todas sus fuerzas, estremeciéndose debido al dolor que representó para él ver a un Omega tendido en una camilla; a solo segundos de ser inceminado, con su hijo y el de su pareja.
Su lobo no soportó tal humillación y acabó escapando, histérico. Esa tarea era suya, nadie más podía ocupar su lugar o sentía que su existencia no valía nada.
—A-Bo, respira conmigo, no pasa nada, todo estará bien —intentó calmarlo liberando una cantidad de feromonas y eso pareció bastar.
—Pero añorabas tanto tener un hijo —objetó sintiéndose un verdadero inútil—, te lo impedi y esta fue la única solución frente a nosotros, sin embargo, también te la negué. No merezco tu amor.
—Te prohíbo rotundamente que digas eso —le reprochó el Delta, cogiéndolo de la mandíbula y dándole una mirada mordaz que lo hizo encogerse—. A-Bo, te amo, eres y serás siempre el amor de mi vida, ¿no lo entiendes? Sin ti yo no soy nadie.
—Mentiroso —murmuró en un quebradizo hilo de voz. Inhaló hondo y pudo sentirse menos mareado y horrorizado que en un principio, bajó la cabeza y Vi Zhing liberó sus dedos de su barbilla—. Eres un Delta, si algún día rompemos te será fácil volver a enamorarte, todo lo contrario a mi. Soy un Gamma.
La forma tan despectiva y resignada en que dijo eso, llenó de enojo a Vi Zhing.
—¿Qué si soy un Delta? —le increpó con dureza, Yibo levantó la mirada de golpe, aturdido por su arranque—. La jerarquía no tiene nada que ver con los deseos del corazón, Wang Yibo, y no te encasilles tú tampoco en lo que quiera o no tu lobo solo por ser un Gamma. Si un día te rompo el corazón, que espero no hacerlo nunca o me arrepentiré toda la vida, deseo, desde el fondo de mi ser, que conozcas a alguien que si te aprecie y te ame sin reservas.
—Bin Bin, ¿por qué me dices eso? Acaso... ¿Acaso piensas dejarme? —se llenó de pánico rápidamente, el cambio brusco en su aroma lo delató.
Vi Zhing negó fuertemente con la cabeza.
—Eso es absurdo —dijo con tanta simpleza que, lejos de disipar los miedos de su pareja, los incrementó. Se pasó una mano por el pelo y colocó un mechón castaño detrás de su oreja izquierda, sonrojando a Yibo. Hacía mucho que él no tenía esos detalles con él, la monotonía los atrapó sin preeverlo, pero aún quedaba tiempo para repararlo todo—. No Yibo, no pienso dejarte.
—Eso me deja más tranquilo —casi ronroneó sobre su cuello cuando se aferró a él con uñas y dientes—. Bin Bin.
—Mm.
—Sabes, no es que no desee tener hijos contigo —inició sin salir de sus escondite, embriagándose de su aroma a Lirios del Valle—, es solo que aún no es el momento indicado. Pero si vamos a tener hijos no será así, no en un vientre que ni siquiera es mío.
Zhang Vi Zhing se regodeó al igual que su lobo; Yibo no había dicho solo que quería tener hijos naturalmente, él dijo «vamos a tener hijos», eso significaba que su intención estaba concentrada en tenerlos únicamente con él.
De la euforia, lo rodeó de la cintura y lo levantó en el aire ante las miradas asombradas de las personas y personal médico, la expresión de Yibo era un poema y lo amó aún más.
—¡Por supuesto, A-Bo! Nada me haría más feliz, pero respetaré tu postura y será solo cuando tú así lo desees —decretó para alivio de Yibo, ya le dolían las mejillas de tanto sonreír.
—Por eso te amo, Zhang Vi Zhing —le acarició la cara con dulzura infinita, los ojos brillantes como un enamorado empedernido, ¡por que lo era!
—Te amo más, Wang Yibo.
Pavoneándose una vez estuvo de vuelta en el suelo, Yibo rodeó su cuello con una sonrisita de petulancia.
—¿Así? ¿Y como me lo vas a demostrar? —quiso saber, delineando su labio inferior con la punta de su nariz. Cuando el Delta se aproximó a su oído y susurró muy quitado de la pena, enrojeció cuál camarón hervido y saltó hacia atrás, espantado de su desfachatez—. Zhang Vi Zhing, eres un guarro.
—Así me amas, ¿no?
Yibo rodó los ojos y empezó a caminar hacia la salida, con el Delta siguiendo su cola como un fiel cachorro.
—Sí.
Ambos abandonaron la clínica de reproducción entre besos y caricias, sin tomarse la molestia de volver sobre sus pasos y dejar en claro que definitivamente no continuarían con él procedimiento. No obstante, alguien más si lo hizo, dando su autorización para la continuación del procedimiento. Un grueso fajo de dólares le dio la victoria para sobornar a los médicos y mantener el secreto por lo que parecieron ser más de nueve meses.
—¿Qué estás diciéndome, Vi Zhing? Alguien más se quedó con nuestro hijo, ¿es eso? —. Yibo enfureció, completamente shokeado con tal revelación y pálido como una vela.
De todas las explicaciones de su ex esperó de todo, excluyendo esto. Esto tan... descorazonador.
Era imperdonable cuando se dio sin su legítima autorización y la del Delta, la clínica no era clandestina entonces, ¿qué pasó? ¿quién se beneficiaba de esto?
Qué cruel e inhumano debió ser esa persona para autorizar un procedimiento que involucraba a un ser vivo; un bebé que nacería en otro vientre que no era el de su madre biológica, pero allí no acababa todo, que esa persona no se tentara el corazón para que el cachorro creciera en un entorno completamente apartado de sus progenitores, desconociendo su origen, lo embargó de sentimientos asesinos.
Empezó a llorar inevitablemente, temblando de la ira y el desconsuelo, ¿cómo habían podido apartarlo de su hijo?
Su hijo.
—Sí, Yibo —respondió Vi Zhing, igualmente afligido, pero contrario a él, sintiendo una enorme responsabilidad por lo que sucedió. Si él no hubiese empujando a Yibo a una clínica de reproducción con la finalidad de tener un hijo mediante la maternidad subrogada, nada de esto estaría aconteciendo. Extendió una de sus manos y quiso tocar el hombro del Gamma pero fue esquivado fríamente, le dolió pero ese era su castigo—. No lo supe hasta después de nuestra ruptura, cuando comencé a vivir con Dilireba.
Yibo lo fulminó con la mirada ante la mención de la responsable de destruir su felicidad.
—La Beta arrastrada con la que me pusiste los cuernos, no me interesaba saber su nombre, sin embargo, de mi hijo quiero saberlo todo, ¿sabes dónde está, Vi Zhing? —en un arranque de desesperación, lo tomó del cuello de su camisa con ojos asesinos.
Tragó duro.
—Nuestro hijo está en un sitio seguro, Yibo. Dentro de lo que cabe.
Torciendo aún más su gesto, con una aura terrorífica, Yibo lo sacudió varias veces y solo se detuvo cuando casi lo asfixia, pero no se apartó demasiado.
—Como que dentro de lo que cabe, ¿está o no seguro? ¿es feliz? ¿cómo se llama? ¿quién lo tiene? Necesito conocerlo y decirle que no fue internacional abandonarlo porque desconocía su concepción —el torrente de preguntas embargó de pena al Delta. Yibo temió lo peor y en un arranque, se trepó sobre él sin pensarlo, sacudiéndolo como un muñeco de trapo—. ¡Respóndeme con un carajo, Zhang Vi Zhing! No puedes seguirmelo ocultando, soy la madre de ese niño, ¡por favor!
—Yibo, sé dónde está nuestro hijo, ¿quieres conocerlo? —le preguntó, conociendo la respuesta.
—Por Dios santo, Vi Zhing, si. ¡Claro que sí! Ahora mismo si es posible —se maravilló, con el corazón latiendo cuál tambor, saliendo sobre de él y volviendo a su asiento con un sentimiento extraño en el pecho.
Una mezcla de nerviosismo y euforia, no podía explicarlo bien. Su hijo, él tenía un hijo y lo conocería sí o sí, como que su nombre era Wang Yibo.
—De acuerdo, solo... solo no me odies —tartamudeó Vi Zhing y él enarcó una ceja.
—¿Más?
—Hablo enserio, Yibo —recriminó pero luego suspiró derrotado—, pero que más da. Andando, Jian Yu estará feliz de conocer a su madre.
Ante la mención del niño, y la obvia afirmación en esa frase, Yibo boqueó con los ojos desencajados, la conmoción le impidió articular palabra alguna, tan bloqueado que era comprensible.
Vi Zhing le apretó la mano que descansaba sobre él asiento del copiloto y puntualizó por si aún lo dudaba:
—Sí, Yibo. Zhang Jian Yu es nuestro hijo.
El auto arrancó deprisa segundos después, dejando atrás a Yi Xung y a Xiao Zhan, pero por primera vez en su vida, eso a Yibo no le importó.
Su hijo. Todo lo que importaba ahora era su hijo.
Su cachorro Jian Yu al que amaría hasta el alma y daría todo de si para verlo feliz, con él; ya no iba a permitir que nadie lo apartara de su lado un minuto más, ni Zhang Vi Zhing, su padre, ni Xiao Zhan, el Alfa del que estaba enamorado hasta los huesos.
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Hola, aquí con un capítulo nuevo. Yibo tiene un hijo con Vi Zhing y es nada menos que Jian Yu, y va a conocerlo. Nos leemos en otro capítulo.
Besos.
☪Yessie
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