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Capítulo XXI: Un asunto pendiente.

Como se lo supuso, el teléfono sonó y sonó sin parar pero Vi Zhing no atendió a ninguna de sus llamadas. No le quedó otra opción más que aceptar con resignación que no lo haría, al menos, no ahora.

Estaba muy exhausto para tomar una ducha así que se acostó a dormir con la misma ropa y, quizá, debido al insomnio de los últimos días, cayó como piedra sobre la cama y no se despertó hasta pasado el medio día.

Al despertar, tomó una larga y refrescante ducha, cuando terminó, salio limpio y perfumado, envuelto en un albornoz y una toalla alrededor de su cabeza, sin embargo, un sentimiento de añoranza en su pecho de la mano de una agonizante culpa que definitivamente no pertenecía a él lo asaltó y respiró pesaroso.

Deshizo el nudo del albornoz y lo dejó caer al suelo en un charco bajo sus pies y se miró en el espejo de cuerpo completo, donde podía ver las marcas pasionales que Vi Zhing le hizo apenas ayer, cuando él se le fue encima producto de otro maldito afrodisíaco que de no haber sido por la interrupción de Zhuo Cheng respecto a los pros y contras de aquel contrato que debía hacer firmar a Xiao Zhan lo quisiera o no, ellos habrían acabado haciéndolo.

Responsabilizar a su ex de casi tener intimidad nuevamente sería infantil, y eludiéndole toda la responsabilidad cuando él también estaba bajo los efectos del afrodisíaco, mucho más.

—Hubo un leve cambio de planes, mi estimado Yibo. Pero quiero recordarte algo muy importante; liberarlos no significa que haya cambiado de opinión y mucho menos, que te sientas seguro bajo el cobijo de Xiao e intentes traicionarme o te pesará —si su intención fue infundirle miedo, lo logró.

Yibo se estremeció y no supo porque lo hizo, tal vez se debía a la droga en su organismo, pero se refugió en los brazos de Vi Zhing y no quiso saber nada de las amenazas de Lu Zhuo Cheng.

—Déjalo en paz, Zhuo Cheng, basta de martirizarlo, lo asustas —lo regañó Vi Zhing ya más lúcido, rodeando con sus brazos al Gamma y soltando feromonas con tal de transmitirle serenidad.

A juzgar por la manera en que Yibo se aferraba a él y casi le rompía la camisa, no estaba funcionando.

—Esa es mi intención. No quiera intentar pasarse de listo conmigo porque no le va a funcionar. Según sé, Zhao Yi Xung no es la única a la que proteges, ¿no es así, Yibo? —le cuestionó pero él no respondió y solo se escondió más en el cuello de su ex, el afrodisíaco le impedía defenderse como siempre.

Lo odiaba.

—Zhuo Cheng —gruñó enojado, sintiendo una ola de calor insoportable en su vientre y mordiendo su labio inferior para controlar las ganas que tenía de poseer a Yibo.

—Cierra la maldita boca, Vi Zhing, que de estar en mi posición harías exactamente lo mismo, ¿o me equivoco?

—Lo haces —no dudó en responder—. Mi yo de hace ocho años seguramente lo haría pero he cambiado, hermano. Ya no quiero ser el mismo bastardo egoísta, mentiroso y desleal del pasado —decretó con firmeza para gracia de su hermano menor.

—Que mal por ti, me recuerdas a mamá queriendo redimirse, y ya vez como acabó —se echó a reír, como si de alguna manera fuese ajeno al dolor de perderla para siempre a causa de su suicidio.

—¡Con nuestra madre no te metas, Lu Zhuo Cheng! —gritó totalmente fuera de si, lanzándose sobre él en un parpadeo y estrellándolo contra la puerta mientras lo ahorcaba, con los ojos completamente rojos, su animal interior casi saltando en la superficie.

No obstante, debido a que no se encontraba en las mejores condiciones y el afrodisíaco aún prevalecía en su cuerpo; un fuerte pinchazo en la ingle lo desorientó lo suficiente para darle la ventaja a Zhuo Cheng y que acabase por derribarlo de un certero puñetazo en la boca del estómago y una más en la cara.

—Te lo advertí, Zhang Vi Zhing, nunca debiste hacer eso —espetó irascible, masajeándose el cuello. Abrió la puerta y dos de sus hombres entraron—. Llevénselo de aquí y arrojenlo en las puertas de su apartamento —sin un gramo de piedad ordenó, pero antes de que salieran, añadió despectivo—. Y denle una buena paliza, se la merece por golpearme.

—Así será, señor —respondieron al unísono los dos Deltas llevándose a rastras a un Vi Zhing que quedó prácticamente noqueado.

Cuando los ojos profundos y tenases de Zhuo Cheng se posaron en los suyos, atonicos de semejante escena, soltó un chillido de terror. Sin Vi Zhing a su lado, sus posibilidades de permanecer a salvo se reducían.

Necesitaba de su pareja... la pareja que lo había marcado pero éste resultó ser tan débil como él mismo, ¿se merecía a alguien incapaz de defenderlo y más aún, defenderse así mismo?

—En tres horas saldrán todos de aquí —fue lo último que le escuchó decir antes de acabar desmayado en la cama y despertar horas después en un automóvil en movimiento, con Yi Xung y Yi Fei como compañía.

Saliendo de su ensimismamiento, se llevó una mano detrás de su cuello, dónde la marca que dejó Vi Zhing todavía relucía; fresca, limpia y vigorosa, sin planes de querer borrarse.

Su desarrollado olfato detectó de inmediato el aroma a Cilantro y Vodka respirando en su nuca y se sobresaltó tanto que casi se cae para atrás. Los ágiles brazos de Xiao Zhan rodearon su cintura y él contuvo la respiración; en una posición de escena chiché, permanecio reclinado hacia atrás con todo su peso, una pierna al aire y sostenida graciosamente por su excelente equilibrio, sus ojos... sus ojos no paraban de brillar y perderse en los profundos y misteriosos del Alfa.

Ya nada más faltaba que se dieran un beso y los fuegos artificiales comenzarán a explotar detrás de ellos, sin embargo, Xiao Zhan fue el primero en reaccionar y llevarlo de vuelta a la realidad.

—¿Por qué?

Desconcertado por esa pregunta de lo más seca, Yibo descubrió que todo este tiempo estuvo completamente desnudo y, sonrojado como nunca lo había estado, se agachó a recoger el albornoz y colocarselo con premura.

—¿A qué viene esa repentina pregunta, Zhan? —quiso saber, mirándolo con impaciencia.

—No me llames así y, por favor, abstente a tocarme hasta que no me aclares la razón detrás de esa maldita marca en tu cuello, Wang Yibo.

Sintiendo que le faltaba el aire, Yibo cerró los ojos por un breve instante y se frotó la cara para, seguidamente, recoger la toalla que se le cayó de la cabeza hace un momento y tener una excusa para evadirlo de cierta forma.

—¿Qué quieres que te diga si ya sé lo que estás pensando? —lo confrontó sin darle la cara, sonando más antipático de lo que hubiera querido—. Xiao Zhan, no eres quién para pedirme explicaciones cuando tú no me las das a mi.

—Es completamente diferente —respondió él, sin dejar de mirarlo, como si quisiera devorarlo vivo y plasmar su huella en él, pero siendo un Alfa, marcar a Yibo garantizaba suicidio.

—¿En qué sentido? ¿En qué tú eres el que manda y yo él que obedece? —se rió secamente, dándole una mirada desdeñosa que erizó todos los vellos en el cuerpo del Alfa. Dio un paso adelante pero Yibo retrocedió—. Lo siento mucho por ti, pero esto me está cansando.

—Yibo, conoces mis sentimientos, esto ya no es solamente un estúpido contrato y lo sabes mejor que nadie —dijo desesperado, sintiendo de alguna forma que lo perdía, lo agarró por el brazo con pasión y ojos fúricos—. Me enferma ver y oler esa marca en tu cuello; sus aromas no están fucionados y no predominan así que debo suponer que no han ido más allá.

—¿Cómo sabes que estuve con alguien? —. Yibo tembló de miedo.

—Estuviste con tú ex, Wang Yibo, a mí no se me escapa nada —le respondió con infelicidad, ejerciendo más presión en su brazo sin darse cuenta.

—¿Así? Pues debería de, al menos, en cuanto a mi se refiere. Centra tu atención y toda tu paranoia en Yi Xung, quién por cierto, es tu hija y la misma por la que fuimos secuestrados por estar ligados indirectamente a ti. Muchas gracias, Xiao Zhan —soltó con fanfarroneria antes de zafarse bruscamente, huyendo en dirección al baño y azotándole la puerta en la cara.

—¿¡Al menos impediste que te tocara!? —exigió saber, golpeando la puerta con la cabeza incontrolables veces, enfurecido.

Yibo tomó una respiración profunda.

—No pude, estaba drogado —murmuró, creyendo que no lo escucharía, pero lo hizo.

—¡Jodido infierno! Pero esos infelices se van a enterar —prometió, completamente fuera de si, alejándose a zancajadas con la intención de tomar cartas en el asunto de una buena vez.

Respirando tranquilo una vez se hubo retirado, Yibo salió y se vistió con lo primero que encontró. Bajó a desayunar o, mejor dicho, merendar algo y ver cómo estaba su sobrina antes de salir, una lástima que esto último no pudo hacerlo.

Xiao Zhan dio la orden de que nadie pusiera un pie fuera durante el resto del día.

Y así fue.

Siguió insistiendo en comunicarse con Vi Zhing pero continúo siendo ignorado y ello lo frustró mucho más. Dos días después, el contrato le llegó a su correo pero Zhuo Cheng había sido capturado no solo por lavado de dinero si no por portación de armas y secuestro en primer grado, que estuviera involucrada una menor solo acabó por condenarlo todavía más.

Pero, ¿realmente podía estar tranquilo con su captura? ¿Que sucedía con su hermana, la otra Lu quién no había estado involucrada pero era evidente que haría su aparición tarde o temprano? Definitivamente no podía confiarse, pero, por el momento, mantendría bien escondido ese archivo en su móvil y resguardado por una contraseña indescifrable hasta para él mismo.

Ocho de febrero. El cumpleaños número siete de Yi Xung finalmente había llegado. Con todo los recientes sucesos, organizar una fiesta a lo grande era lo que menos se necesitaba pero, al ser el primer cumpleaños junto a su hija, Xiao Zhan hizo lo que le dio la gana e invitó una cantidad exorbitante de invitados a la fiesta que tuvo lugar en un salón exclusivo.

Al menos, Yi Xung parecía estarse divirtiendo y eso fue todo lo que necesitó Yibo para relajarse; la seguridad se duplicó y no emitió queja alguna, sin embargo, pocas veces perdía de vista a su sobrina, inclusive cuando Xiao Zhan estaba junto a ella.

A Yi Xung le fascinaba Frozen así que la temática del cumpleaños giró en torno a esa caricatura animada que, si le preguntaban a él, la detestaba.

¿Por qué Anna tuvo que encontrar el amor tan rápido y tan fácil y Elsa no? ¿Qué de divertido tenía eso? Según él, nada.

Con ganas de retirarse el antifaz de los ojos, Yibo se distrajo un segundo con la mujer sonriente a unos pasos de Yi Xung que no se percató de alguien acercándose a él sigilosamente.

—Es bueno volver a verte, Yibo, ¿cómo has estado? —le preguntó con un antifaz de Kristoff al igual que la mayoría de los dominantes, él portaba uno de Elsa.

—Vi Zhing, ¿qué estás haciendo aquí? —le reprendió al verlo tan tranquilo, como si su sola presencia no desatara una serie de problemas—. Xiao Zhan podría verte y se le ha metido en la cabeza que estuviste involucrado en todo lo que pasó. Desconozco cómo supo que también estabas allí.

—Y no se equivoca —dijo con una sonrisa afectuosa, admirándolo disimuladamente.

Esos pantalones negros, entallados  y que sobresaltaban sus largas piernas y su cintura estrecha le quedaban como un guante, ni que decir de esa camisa azul marina ligeramente abierta y esa chaqueta roja que asentuaba su belleza y lo hacía resaltar sin darse cuenta entre todo el tumulto. Su maquillaje suave y ese delineador de ojos líquido hicieron que su respiración se agitada al igual que su lobo, y aunque lo disimuló muy bien, la marca le impidió pasar desapercibido.

—Vi Zhing, aún no comprendo lo que realmente pasó ¿Qué motivo profundo te llevó a ayudar a Zhuo Cheng aún en contra de tu voluntad? Necesito explicaciones —argumentó contundente, fingiendo que nada sucedía entre ellos.

Porque realmente no lo hacía, tenía una marca en la nuca sí, pero no significaba nada y era cuestión de tiempo para que así como fue plasmada de la nada, con esa misma rapidez desapareciera.

—¿Realmente quieres que te las de? —inquirió, posando brevemente su atención en Yi Xung, a quién logró amar como una hija.

—Por favor.

Asintiendo, Vi Zhing le hizo una seña con la mirada.

—De acuerdo, pero no aquí. Acompáñame a un lugar menos aglomerado —su solicitud causó vértigo en el Gamma, los ojos petreos de Xiao Zhan estaban fijos sobre ambos, pulverizándoles, más específicamente, al Delta.

—Pero Yi Xung... —dudó, sudando de nervios al vislumbrar la dura advertencia en la mirada de Xiao Zhan.

—Xiao está con ella, no va a pasarle nada —lo tranquilizó Vi Zhing, acariciándole sutilmente el hombro.

Yibo se echó para atrás enseguida al simple contacto, en un respingo que entristeció de sobremanera al otro.

—Muy bien, pero más te vale que seas breve, no puedo desaparecer por mucho tiempo —le advirtió seriamente, sintiendo que hablar con él ya estaba dándole problemas, a solas solo lo haría aún peor pero se la jugó.

Necesitaba respuestas y solo él podía dárselas, no tenía otra opción.

—¿Por xiao-Yi o por Xiao? —le cuestionó Vi Zhing de repente.

Rodó los ojos, dándole la espalda.

—No voy a responder a eso, y será mejor que te apresures, empiezo a exhasperarme.

Una vez lograron salir del salón, Vi Zhing se alejó un momento y poco menos de cinco minutos regresó en su lujoso Ferrari negro; Yibo hizo una mueca y con un deje de inseguridad, subió al copiloto y se alejaron un par de cuadras, quería creer, para mayor privacidad.

—Yibo, escúchame con atención, lo que te diré a continuación no va ser fácil de digerir pero es la pura realidad —inició Vi Zhing, frotándose la cara con las manos.

—Me estás asustando, Vi Zhing. Habla ya —demandó, sintiéndose vigilado. Cuánto menos tardaran mucho mejor.

—De acuerdo. Todo comenzó un trece de abril,  nueve meses antes de nuestra ruptura.

Se viene el momento de la verdad, pero será hasta el próximo capítulo, nos leemos pronto.

Besos.

Yessie

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